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Familia y Mitos
Familia y Mitos
Muchos niños que ingresan a programas escolares formales son rotulados con
patologías tales como “hiperactividad”, “retraso en el lenguaje” y hasta “dislexia”.
Esto indica que un grupo significativo de docentes, padres de familia, pediatras y
otros profesionales, tienen un conocimiento limitado acerca de los problemas en el
desarrollo del niño, en general, y del habla y lenguaje, en particular.
Una idea muy tradicional y errónea es que el niño no habla, porque tiene la
“lengua prendida“, lo que técnicamente sería un frenillo sublingual corto o
”anquiloglosia”. Un frenillo corto puede generar problemas de lactancia con sus
respectivas consecuencias nutricionales como la falta de aumento de peso y
factores relacionales con la madre.
Otro mito es que haciendo ejercicios con labios y lengua, el niño va a estar listo
para hablar. No se pronuncia ningún sonido del habla con la lengua tocando las
comisuras de la boca, punta de la nariz o la mandíbula. Tampoco soplando.
Igualmente, no se requiere mucha fuerza para hablar, así que no se necesita
preparar la boca con ejercicios bucoarticulatorios aislados.
De otro lado, se han encontrado relaciones muy significativas entre la otitis media
supurada, o líquido en el oído medio sin signos o síntomas de infección del oído,
con el desarrollo del lenguaje, y el rendimiento académico en general. Algunos de
los retrasos en el lenguaje que vemos en los niños, pueden estar relacionados con
la presencia de esta situación.
Es claro que cualquier niño que tenga dificultad para aprehender senso -
perceptualmente el mundo que lo rodea, en forma integral, presenta disminución
en la capacidad para categorizar experiencias y formar conceptos abstractos,
relacionar una experiencia con otra, recordar información y utilizar el conocimiento
existente para solucionar problemas y organizar su propio comportamiento.
Aquí entra en juego, entonces, las familias. Aquellas cuyos integrantes hacen
buenos progresos en sus habilidades comunicativas, seleccionan los niveles del
discurso en función de la capacidad de la persona para entender el mensaje y no
por su habilidad para producirlo. Un discurso demasiado simple no motiva al niño
a aprender nuevo vocabulario o nuevas estructuras gramaticales. Y el discurso
demasiado complejo será difícil de comprender. La emisión verbal ideal se
compone de un 90% de palabras y estructuras gramaticales que conoce el niño y
un 10% de nuevas palabras o estructuras.
Todo lo anterior nos indica que ante cualquier duda sobre el proceso de desarrollo
del lenguaje de nuestros hijos o estudiantes, debemos consultar lo más rápido
posible con el Terapeuta del Lenguaje / Fonoaudiólogo y no esperar a que el
tiempo o las ideas populares sean las herramientas mágicas de superación de
estas dificultades. El Terapeuta del Lenguaje / Fonoaudiólogo puede orientar,
informar, y ayudar a facilitar y mejorar el proceso de aprender a comunicarse de
manera efectiva. Pero el lenguaje es parte de la vida diaria y debe ser practicado y
reforzado como parte de la vida cotidiana.