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FAMILIA, MITOS Y DESARROLLO DEL LENGUAJE

POR: Néstor Antonio Pardo Rodríguez.


Terapeuta del Lenguaje / Fonoaudiólogo
Titulado por la Universidad Nacional de Colombia
nestorpardo2000@yahoo.com

Muchos niños que ingresan a programas escolares formales son rotulados con
patologías tales como “hiperactividad”, “retraso en el lenguaje” y hasta “dislexia”.
Esto indica que un grupo significativo de docentes, padres de familia, pediatras y
otros profesionales, tienen un conocimiento limitado acerca de los problemas en el
desarrollo del niño, en general, y del habla y lenguaje, en particular.

Lo anterior se complejiza con la creencia en mitos populares y recomendaciones


inapropiadas de familiares y profesionales: ”es que le cortaron el cabello muy
temprano”; “esperemos a ver…. ya va a hablar: yo me demoré en hablar hasta los
7 años y ya ven soy médico y no tengo problemas”; “es que le dieron queso de
pequeño y eso hace que no hablen temprano”; “es el frenillo, los niños con frenillo
no hablan, hasta que se lo corten”.

Estas y otras expresiones por parte de profesionales, amigos y familiares crean


falsas expectativas, dilatando la hora en que consulten con el Terapeuta del
Lenguaje o Fonoaudiólogo.

En el proceso de desarrollo del lenguaje, lo más típico es que hacia los 6 – 8


meses de edad, el niño comienza la etapa de balbuceo, una repetición armoniosa
y alegre de sílabas. Al año se inicia la producción de palabras aisladas. A partir de
los 18 meses aumenta desde 10 palabras en promedio a más de 100 a los 2
años. Sin embargo, en este momento, muchos niños utilizan una jerga con
inflexiones como en el habla de los adultos. A los 3 años, pueden formar 
oraciones  gramaticalmente correctas, con algunos errores en conjugación y uso
de tiempo y persona. Alcanzan un vocabulario de 800 palabras, el cual se amplía
rápidamente, hasta alcanzar las 1.500 a 2.000, a los 5 años.

Una idea muy tradicional y errónea es que el niño no habla, porque tiene la
“lengua prendida“, lo que técnicamente sería un frenillo sublingual corto o
”anquiloglosia”. Un frenillo corto puede generar problemas de lactancia con sus
respectivas consecuencias nutricionales como la falta de aumento de peso y
factores relacionales con la madre.

Aunque en efecto, a la larga, surgen problemas de articulación fonética o


pronunciación de las consonantes /r/, /rr/, /l/, /t/, /d/ y /n/, el frenillo corto no afecta
el desarrollo del lenguaje.

Otro mito es que haciendo ejercicios con labios y lengua, el niño va a estar listo
para hablar. No se pronuncia ningún sonido del habla con la lengua tocando las
comisuras de la boca, punta de la nariz o la mandíbula. Tampoco soplando.
Igualmente, no se requiere mucha fuerza para hablar, así que no se necesita
preparar la boca con ejercicios bucoarticulatorios aislados.

La lengua es un elemento u órgano fonoarticulador importante, sin embargo el


lenguaje se desarrolla es en el cerebro. El habla, se entiende como el acto motor
que conlleva la articulación de sonidos en la expresión oral o modalidad
comunicativa audio – oral. Mientras que el Lenguaje implica la capacidad para
codificar o descodificar un mensaje, mediante mecanismos que permitan
transformar ideas, emociones y conceptos en praxias, previo el reconocimiento de
los estímulos internos y externos que nos inducen a la comunicación.

De otro lado, se han encontrado relaciones muy significativas entre la otitis media
supurada, o líquido en el oído medio sin signos o síntomas de infección del oído,
con el desarrollo del lenguaje, y el rendimiento académico en general. Algunos de
los retrasos en el lenguaje que vemos en los niños, pueden estar relacionados con
la presencia de esta situación.

Las habilidades para el eficiente y preciso procesamiento auditivo son


particularmente cruciales para los niños, debido a que las deficiencias que se
presenten en su conformación a menudo producen problemas para el desarrollo
del lenguaje, la producción del habla y el aprendizaje de la lectura. Por otra parte,
la jerarquización de los eventos que conducen a la adquisición normal de las
habilidades necesarias para tal área escolar depende en grado sumo del correcto
procesamiento de la información auditiva y es probablemente el mejor predictor
de éxito en la escuela.

Es claro que cualquier niño que tenga dificultad para aprehender senso -
perceptualmente el mundo que lo rodea, en forma integral, presenta disminución
en la capacidad para categorizar experiencias y formar conceptos abstractos,
relacionar una experiencia con otra, recordar información y utilizar el conocimiento
existente para solucionar problemas y organizar su propio comportamiento.

Aquí entra en juego, entonces, las familias. Aquellas cuyos integrantes hacen
buenos progresos en sus habilidades comunicativas, seleccionan los niveles del
discurso en función de la capacidad de la persona para entender el mensaje y no
por su habilidad para producirlo. Un discurso demasiado simple no motiva al niño
a aprender nuevo vocabulario o nuevas estructuras gramaticales. Y el discurso
demasiado complejo será difícil de comprender. La emisión verbal ideal se
compone de un 90% de palabras y estructuras gramaticales que conoce el niño y
un 10% de nuevas palabras o estructuras.

Los niños que tienen la oportunidad de vivir experiencias frecuentes y variadas,


dentro y fuera de casa, evidencian mayores niveles de adquisición de lenguaje
que otros niños. Las salidas y el cambio de actividades rutinarias dentro del hogar,
pueden generar diversas experiencias que proporcionan tanto el contenido como
la motivación para compartirlas mediante el discurso.
La interacción de los padres con el niño, en el hogar, es el punto de partida para
su formación como sujeto social, capaz de comunicarse, participar realmente y de
acuerdo con sus posibilidades en el medio social, cooperar, construir
conocimientos y expresarse libre y creativamente. Educar en este contexto,
supone facilitarle al niño experiencias e instrumentos variados, cada vez más ricos
y complejos, para que construya aprendizajes realmente significativos, de acuerdo
a su nivel evolutivo y al contexto sociocultural en el que vive.

Todo lo anterior nos indica que ante cualquier duda sobre el proceso de desarrollo
del lenguaje de nuestros hijos o estudiantes, debemos consultar lo más rápido
posible con el Terapeuta del Lenguaje / Fonoaudiólogo y no esperar a que el
tiempo o las ideas populares sean las herramientas mágicas de superación de
estas dificultades. El Terapeuta del Lenguaje / Fonoaudiólogo puede orientar,
informar, y ayudar a facilitar y mejorar el proceso de aprender a comunicarse de
manera efectiva. Pero el lenguaje es parte de la vida diaria y debe ser practicado y
reforzado como parte de la vida cotidiana.

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