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Desde la concepción nos desenvolvemos en un ambiente líquido. En este medio pasamos los
próximos nueve meses. Durante ese lapso de tiempo, será nuestro hogar. Todo nuestro mundo se
desarrolla dentro de este. En él logramos nuestras primeras capacidades y experimentamos
nuestras sensaciones más primitivas. Este ambiente líquido es a nuestros sentidos como una
experiencia cautivadora que nos arrulla y nos mece con su paz y quietud.
A partir del momento en que nacemos, que abrimos los ojos al mundo que conocemos, nos ponen
en contacto con ese ambiente tan placentero como fascinante que es el agua...
El término "asfixia por inmersión" o "ahogamiento" se define como el proceso de sufrir dificultades
respiratorias por sumersión o inmersión en un líquido, cuyos resultados se clasifican en: muerte,
morbilidad y no morbilidad.
PREVENCIÓN EN PILETAS
Las piletas deben estar marcadas con sus respectivas profundidades. Si el niño o la niña es capaz de
comprender, debe conocer cuál es el nivel adecuado para su seguridad.
Si tenemos una pileta en casa, sea de material, lona o inflable, siempre debe estar con el agua
transparente, para que se pueda ver el fondo, y sin juguetes que puedan ser atractivos.
No deben correr alrededor de la misma. Los bordes deben ser antideslizables. Hay que tener especial
cuidado con los/as adolescentes, le gusta hacer saltos extravagantes. Hay que explicarles la
importancia de que cuando se tiren de cabeza los brazos deben ir adelante para que sean estos los que
toquen el fondo en primera instancia, y no la cabeza.
Si va a un club o a un camping o a otro lugar con pileta debe asegurarse de que haya presencia de
guardavidas. Esto no implica que no deban estar bajo la supervisión de un/a adulto/a responsable.
PREVENCIÓN EN LA PLAYA
Es importante no ingresar al mar si no hay guardavidas. Por lo tanto, debe asegurarse que la playa a la
que va a concurrir cuente con este servicio.
Cuando van al mar, el mayor responsable debe vigilar al niño o niña desde el agua, de manera que
este/a último/a quede del lado de la orilla sin poder pasar a la parte más profunda.
Niños/as más grandes y adolescentes también tienen que ser supervisados por un/a adulto/a. No los
pierda de vista cuando ingresen al mar.
Si son adolescentes y concurren solos/as, siempre deben informar el lugar donde estarán a sus adultos
responsables y asegurarse que la playa está vigilada.
Una tarde de verano por la década del 90, ya había terminado mi turno de trabajo cuando llegaron
unos amigos sin avisar y me quedé un rato más en mi playa, Luna Azul en la zona de Camet de Mar
del Plata, nombre que le pusimos con los compañeros y la familia Sarago.
...Estábamos en la orilla charlando, riendo, pero siempre con esa costumbre que tenemos los
guardavidas de no dejar de mirar el mar. En eso veo un nenito de pelito largo, aproximadamente de
2 añitos, agarrado de una piedra mirando atentamente como su papá juntaba lombrices de mar
entre las piedras de la escollera. El agua no llegaba a sus pequeñas rodillas, pero el mar comenzaba
a crecer. En ese instante una ola lo tapó y desapareció, como quien guarda algo rápidamente en su
bolsillo para que nadie lo vea. Sin dudar me tiré unos metros adelante, ya estaba bajo el agua, no lo
veía, comencé a buscarlo sin saber dónde estaba y en eso toco algo, lo levanto y lo saco, aún
respiraba. Fue un instante, mis amigos no sabían porque me había tirado al mar hasta que me vieron
sacar de la nada un niño, la gente alrededor seguía disfrutando sin darse cuenta de nada.
¡Saqué a tu hijo del mar!!! le dije a su padre... Sí, dejalo ahí, me contestó mientras seguía buscando
su preciada carnada … Sin entender y con el pequeño en brazos y aun confundida busqué a su
madre. ¡Por allá! me indicaba el pequeño cuando veo a su madre caminar hacia mí riendo. Lo
saqué de abajo del agua, es importante que lo controles y lo hagas ver con su médico, le dije....
Ella rió como sin creerme. Le volví a repetir lo mismo… Con una sonrisa se fue con su hijo sin
decirme nada… Nadie se dio cuenta de lo que había pasado. Fue un instante entre ese pequeño y yo
que me quedó grabado...nunca más supe de él, nunca supe su nombre ni qué fue de él, pero aún
recuerdo ese momento que permanece intacto en mi mente..
Dicen que los niños tienen un Dios aparte...quizás solo fui su instrumento….
Una de las cosas que recuerdo de mi adolescencia es un día en la playa con mis compañeros de
escuela. Era a finales de noviembre. Quienes son de Mar del Plata sabrán que es la época en que el
mar tiene una temperatura más tolerable y, si el día acompaña, algún ser temerario, desafiante de las
inclemencias, aprovecha para bañarse. Mis compañeros que conocían las destrezas que les provee la
natación desde pequeños no fueron la excepción. La falta de un traje de baño no presentó un
inconveniente (éramos adolescentes prácticos, libres del prejuicio del ojo visor adulto que todo lo
controla y dispuestos a disfrutar el momento). Se arremangaron los Jean, se quitaron la remera, y se
arrojaron al mar. Un poco más cauto, al borde de la escollera, opté por una conducta algo más
reservada y sólo decidí mojarme los pies. El problema fue que, como torpe adolescente (no quiero
decir que todos lo sean: yo sí) luego de algún tiempo, guiado tal vez por el nombre del balneario
(como podrán imaginar, con catorce años, poco sabía sobre Alfonsina) comencé a caminar hacia el
interior del mar con la curiosidad de sentir el agua a mi alrededor.
La verdad es que no recuerdo cuánto caminé, ni cómo de repente deje de sentir la arena bajo mis
pies. Creo que di un salto y el mar me arrastró hacia adentro. Los que me conocen saben de mi poca
elocuencia y mi gran interés por la observación. En ese momento, estaba más preocupado por hacer
pie y salir de allí, sin darme cuenta que el mar me arrastraba cada vez más adentro. Por suerte para
mí, la lucha no duró mucho, uno de mis compañeros se percató del percance que me acontecía, se
acercó nadando, me tomó del brazo y salimos caminando de allí.
La historia tuvo un buen final y hoy me encuentro algunos años después escribiendo para un tema
que pude experimentar en ese momento muy de cerca: asfixia por inmersión. Sin embargo, cuántas
historias que, como esta, comienzan por la irresponsabilidad de desconocer los riesgos que presenta
el agua, tienen consecuencias traumáticas graves, a veces irreparables, e incluso la muerte.
Elio, en mi adolescencia...
El agua es un medio muy atractivo para todo niño y toda niña, pero también representa un
gran peligro.