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PANTALLAS DE EXTENSIÓN E INVESTIGACIÓN


32.20.-----------------------------------------------------------------------------------

ASFIXIA POR INMERSIÓN: HISTORIAS REALES EN PRIMERA


PERSONA

GABRIELA ALEJANDRA CASELLA, ELIO EFRAÍN JARA,


DRA. MARÍA LAURA NEME
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Desde la concepción nos desenvolvemos en un ambiente líquido. En este medio pasamos los
próximos nueve meses. Durante ese lapso de tiempo, será nuestro hogar. Todo nuestro mundo se
desarrolla dentro de este. En él logramos nuestras primeras capacidades y experimentamos
nuestras sensaciones más primitivas. Este ambiente líquido es a nuestros sentidos como una
experiencia cautivadora que nos arrulla y nos mece con su paz y quietud.
A partir del momento en que nacemos, que abrimos los ojos al mundo que conocemos, nos ponen
en contacto con ese ambiente tan placentero como fascinante que es el agua...

¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO DECIMOS ASFIXIA POR INMERSIÓN?

El término "asfixia por inmersión" o "ahogamiento" se define como el proceso de sufrir dificultades
respiratorias por sumersión o inmersión en un líquido, cuyos resultados se clasifican en: muerte,
morbilidad y no morbilidad.

ALGUNOS DATOS EPIDEMIOLÓGICOS


La asfixia por inmersión es la tercera causa de muerte por traumatismo no intencional en el mundo y
suponen un 7% de todas las muertes relacionadas con traumatismos
El riesgo de ahogamiento es mayor en niños/as, varones y personas con fácil acceso al agua. En
adolescentes, se suele asociar al uso de drogas y alcohol. En Argentina, la asfixia por inmersión es la
segunda causa de muerte entre uno y quince años de vida.
En la mayoría de los casos, las muertes a causa de asfixia por inmersión en niños/as son
prevenibles.

A diferencia de lo que se cree, cuando un/a niño/a o


adolescente se están ahogando, generalmente, no puede pedir
ayuda o gritar. El proceso de asfixia por inmersión se da
silenciosamente. Es necesario poder percibir cualquier
movimiento sugerente de ellos en el agua.
Solo bastan unos pocos centímetros de agua y unos pocos
segundos para que ocurra un accidente.
No es necesario tener una pileta o estar cerca del mar o del
río para que estos accidentes ocurran, un balde con agua e
incluso el inodoro puede ser motivo de peligro. La
curiosidad de un/a niño/a pequeño/a lo/a puede llevar a
mirar dentro de ellos y caer sin poder salir.
Mantenga todos los recipientes que pueda haber en la casa sin agua, así como las tapas de los
inodoros bajas.
Es importante que los/as niños/as aprendan a nadar, pero esto no garantiza que estén fuera de peligro.
Es necesario que sepan reconocer los peligros y enseñarles las precauciones que se deben tener.
El/la niño/a debe estar bajo la supervisión permanente de un/a adulto/a. Este simple hecho
puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
La inmersión puede no causar la muerte, pero sí dar lugar a lesiones importantes en el cerebro, el
corazón y los riñones. Si tras la inmersión se produce dificultad respiratoria, tos excesiva, espuma en
la boca o comportamiento alterado, debe acudir inmediatamente a su médico/a. Esto podría ser
consecuencia de la inmersión.
El adulto o la adulta al cuidado de niños/as debe estar entrenado/a en primeros auxilios y RCP.
Ya sea en una pileta, en la playa o en el río, los/as niños/as siempre deben estar bajo supervisión.
Pueden turnarse entre varias personas para vigilar y no perderlos/as de vista. Ellos/as deben estar a su
alcance. Tenga en cuenta que los/as niños/as pequeños/as son muy curiosos/as y escurridizos/as.
Un segundo de distracción es suficiente para que un accidente ocurra.

PREVENCIÓN EN PILETAS

Deben contar con un cerramiento: se recomienda instalar


rejas por todo el borde, con barras sólo verticales de al
menos 1.5 metros de alto y con separación entre los
barrotes menor a 12 cm., y con una puerta de acceso con
cerrado automático o con un seguro a prueba de niños/as.
Se deben mantener sillas, escaleras o cualquier elemento
donde pueda trepar alejado de la reja.

Es importante que no reemplaces tu atención por


elementos de flotación como bracitos o chalecos. Estos,
más allá de que no son seguros, muchas veces son
peligrosos, ya que si un chaleco es grande pueden subirse
y dejar la cara del niño o niña bajo el agua.

Si no pueden estar en un lugar con cerramiento las piletas


de lonas o las inflables, es importante que queden sin agua
cuando no se usen.

Las piletas deben estar marcadas con sus respectivas profundidades. Si el niño o la niña es capaz de
comprender, debe conocer cuál es el nivel adecuado para su seguridad.

Si tenemos una pileta en casa, sea de material, lona o inflable, siempre debe estar con el agua
transparente, para que se pueda ver el fondo, y sin juguetes que puedan ser atractivos.

No deben correr alrededor de la misma. Los bordes deben ser antideslizables. Hay que tener especial
cuidado con los/as adolescentes, le gusta hacer saltos extravagantes. Hay que explicarles la
importancia de que cuando se tiren de cabeza los brazos deben ir adelante para que sean estos los que
toquen el fondo en primera instancia, y no la cabeza.

Muchos accidentes en adolescentes ocurren cuando se tiran en la pileta dando giros y no


colocando los brazos adelante.

Si va a un club o a un camping o a otro lugar con pileta debe asegurarse de que haya presencia de
guardavidas. Esto no implica que no deban estar bajo la supervisión de un/a adulto/a responsable.
PREVENCIÓN EN LA PLAYA

Es importante no ingresar al mar si no hay guardavidas. Por lo tanto, debe asegurarse que la playa a la
que va a concurrir cuente con este servicio.

Muchos sectores que parecen más tranquilos, en realidad


son los lugares más peligrosos. Pregunte al/la guardavidas
cada vez que vaya a la playa, tenga en cuenta que el suelo
y las condiciones del mar cambian continuamente. Respete
las indicaciones y el código de banderas (bandera celeste,
mar bueno; amarilla y negra, dudoso; roja y negra,
peligroso; roja, prohibición de baño y negra con un rayo
blanco, debe retirarse de la playa por tormentas eléctricas).

Los elementos flotantes (gomas inflables, barrenadores,


colchonetas, etc.) suelen ser muy peligrosos por el efecto
del viento, pregunte al/la guardavidas si puede utilizarlos.
En caso de ser arrastrados por la corriente, nunca deben
soltar el elemento flotante, de esta manera será más fácil
de ser visto y podrá mantenerse a flote.

Nunca deje a un/a bebé acostado/a boca abajo, ni a


pequeños/as jugando cerca de la orilla, aunque parezca un lugar seguro. En el momento en que el mar
comienza a crecer llegan olas con mucha fuerza que podría alcanzarlos/as y arrastrarlos/as mar
adentro.

Cuando van al mar, el mayor responsable debe vigilar al niño o niña desde el agua, de manera que
este/a último/a quede del lado de la orilla sin poder pasar a la parte más profunda.

Niños/as más grandes y adolescentes también tienen que ser supervisados por un/a adulto/a. No los
pierda de vista cuando ingresen al mar.

Si son adolescentes y concurren solos/as, siempre deben informar el lugar donde estarán a sus adultos
responsables y asegurarse que la playa está vigilada.

HISTORIAS REALES EN 1° PERSONA

Una tarde de verano por la década del 90, ya había terminado mi turno de trabajo cuando llegaron
unos amigos sin avisar y me quedé un rato más en mi playa, Luna Azul en la zona de Camet de Mar
del Plata, nombre que le pusimos con los compañeros y la familia Sarago.

...Estábamos en la orilla charlando, riendo, pero siempre con esa costumbre que tenemos los
guardavidas de no dejar de mirar el mar. En eso veo un nenito de pelito largo, aproximadamente de
2 añitos, agarrado de una piedra mirando atentamente como su papá juntaba lombrices de mar
entre las piedras de la escollera. El agua no llegaba a sus pequeñas rodillas, pero el mar comenzaba
a crecer. En ese instante una ola lo tapó y desapareció, como quien guarda algo rápidamente en su
bolsillo para que nadie lo vea. Sin dudar me tiré unos metros adelante, ya estaba bajo el agua, no lo
veía, comencé a buscarlo sin saber dónde estaba y en eso toco algo, lo levanto y lo saco, aún
respiraba. Fue un instante, mis amigos no sabían porque me había tirado al mar hasta que me vieron
sacar de la nada un niño, la gente alrededor seguía disfrutando sin darse cuenta de nada.
¡Saqué a tu hijo del mar!!! le dije a su padre... Sí, dejalo ahí, me contestó mientras seguía buscando
su preciada carnada … Sin entender y con el pequeño en brazos y aun confundida busqué a su
madre. ¡Por allá! me indicaba el pequeño cuando veo a su madre caminar hacia mí riendo. Lo
saqué de abajo del agua, es importante que lo controles y lo hagas ver con su médico, le dije....

Ella rió como sin creerme. Le volví a repetir lo mismo… Con una sonrisa se fue con su hijo sin
decirme nada… Nadie se dio cuenta de lo que había pasado. Fue un instante entre ese pequeño y yo
que me quedó grabado...nunca más supe de él, nunca supe su nombre ni qué fue de él, pero aún
recuerdo ese momento que permanece intacto en mi mente..

Dicen que los niños tienen un Dios aparte...quizás solo fui su instrumento….

De Gabriela una guardavidas….

Una de las cosas que recuerdo de mi adolescencia es un día en la playa con mis compañeros de
escuela. Era a finales de noviembre. Quienes son de Mar del Plata sabrán que es la época en que el
mar tiene una temperatura más tolerable y, si el día acompaña, algún ser temerario, desafiante de las
inclemencias, aprovecha para bañarse. Mis compañeros que conocían las destrezas que les provee la
natación desde pequeños no fueron la excepción. La falta de un traje de baño no presentó un
inconveniente (éramos adolescentes prácticos, libres del prejuicio del ojo visor adulto que todo lo
controla y dispuestos a disfrutar el momento). Se arremangaron los Jean, se quitaron la remera, y se
arrojaron al mar. Un poco más cauto, al borde de la escollera, opté por una conducta algo más
reservada y sólo decidí mojarme los pies. El problema fue que, como torpe adolescente (no quiero
decir que todos lo sean: yo sí) luego de algún tiempo, guiado tal vez por el nombre del balneario
(como podrán imaginar, con catorce años, poco sabía sobre Alfonsina) comencé a caminar hacia el
interior del mar con la curiosidad de sentir el agua a mi alrededor. 
La verdad es que no recuerdo cuánto caminé, ni cómo de repente deje de sentir la arena bajo mis
pies. Creo que di un salto y el mar me arrastró hacia adentro. Los que me conocen saben de mi poca
elocuencia y mi gran interés por la observación. En ese momento, estaba más preocupado por hacer
pie y salir de allí, sin darme cuenta que el mar me arrastraba cada vez más adentro. Por suerte para
mí, la lucha no duró mucho, uno de mis compañeros se percató del percance que me acontecía, se
acercó nadando, me tomó del brazo y salimos caminando de allí. 
La historia tuvo un buen final y hoy me encuentro algunos años después escribiendo para un tema
que pude experimentar en ese momento muy de cerca: asfixia por inmersión. Sin embargo, cuántas
historias que, como esta, comienzan por la irresponsabilidad de desconocer los riesgos que presenta
el agua, tienen consecuencias traumáticas graves, a veces irreparables, e incluso la muerte.
Elio, en mi adolescencia...

El agua es un medio muy atractivo para todo niño y toda niña, pero también representa un
gran peligro.

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