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LA ESTRELLA AZUL

DE YURI GAGARIN
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Tiempo atrás solía levantarme de la cama tan pronto como abría los ojos.
Nunca me quedaba contemplando la luz matutina entrando por la venta-
na, para luego darme la vuelta y enterrar la cara en la almohada. Tampoco
posaba la vista un buen rato sobre la foto familiar colgada en la pared. Pero
últimamente he notado que al despertarme, el reloj sobre la mesa de luz
apenas marca las seis. Aunque no me apresure, dispongo de tiempo suficien-
te para hacer ejercicio en el gimnasio y tornar un desayuno liviano de café y
ensalada antes de ir al trabajo. Cuando uno hace solo lo necesario, la rutina
se vuelve ciertamente regular.
Han pasado ocho años desde que mi esposa y mis dos hijos emigra-
ron a Estados Unidos para recibir una mejor educación. Yo, por otra parte,
durante un tiempo bebí en exceso cada noche. En esa época mi compañía
estaba en plena expansión y no podía evitar que me surgieran numerosos
compromisos de negocios después del trabajo. No obstante, al día siguiente
mi cuerpo y mi motivación estaban como nuevos, al punto de que jamás
llegué tarde a la oficina. Ya no bebo tanto. Aunque diga que con el paso de
los años tuve que empezar a cuidar de mi salud, la verdadera razón de mi
abstinencia quizás sea mi hartazgo de los bares. Cada vez fueron menos
las nuevas experiencias que me ofrecía el conocer a nuevas personas, yal
mismo tiempo creció el fastidio de tener que habituarme a ellas. Me abu-
rrían mortalmente las conversaciones que las personas intercambian en
los bares, cuando uno ya sabe lo que piensan los demás. En aquel enton-
ces todas las jóvenes se veían bonitas para mí y estaba seguro de tener no
solo el deseo sino la capacidad para satisfacerlo. Después de superar esas
épocas, comencé a cansarme de frecuentar los bares con compañía feme-
nina, en los que debía darle charla a jovencitas. Como me volvi sensible al
ruido, ya de por sí me molestaba oír las voces de los demás. Al final llegué
a sentirme más cómodo pasando el tiempo a solas. Si no podía conciliar el
sueño, me duchaba y bebía una o dos copas de whisky con hielo. De vez en
cuando descubría a la mañana sobre la mesa una copa llena hasta la mitad
con el líquido amarronado: era la que me había servido la noche anterior y

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que había dejado olvidada. Aunque el reloj de la pared corría diez minutos 2
retrasado, nunca le ajusté la hora y hacía varios meses que cuando lo veía,
El aeropuerto está lleno de personas que van y que vienen. Al quedar en me-
sumaba diez minutos mentalmente.
dio de los ruidos y los movimientos que se cruzan trazando diversas líneas,
No sé cuándo comencé a sentir que nada en el mundo podía sorpren-
uno tiene la sensación de que la vída es como la rotación de la Tierra, que
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derrne. Últimamente tengo la sensación de que todo lo que ocurre ya lo he
se desarrolla sobre una órbita estable. Incluso el hecho de ir al aeropuer-
vísto antes. Siento eso no solo con las noticias sino con la multitud de histo-
to a despedir a J. se me presentaba como una actividad planificada mucho
rias que escucho a mi alrededor. También me sucede en el trabajo, de modo
tiempo atrás. J. mantenía su usual aspecto oficinesco en su chaqueta de al-
que puedo realizar mis tareas prácticamente sin esfuerzo. Más allá de los
godón, el bolso de su cámara con muchos bolsillos y el símbolo blanco en el
buenos o malos resultados, nada escapa demasiado a mis pronósticos. Y
capuchón de su pluma, que afloraba por el bolsillo superior de su camisa.
cuando digo esto no me refiero solamente al trabajo sino también a la gente.
También se apreciaban perfectamente la palidez de su cara y sus grandes
Si veo a una persona por primera vez, suelo superponer encima de su cara la
ojeras. Sus labios estaban resecos como los de un paciente que acaba de ser
de alguien similar que he conocido antes y de esa forma puedo juzgarla con
operado. Yo lo esperaba frente a la puerta de embarque y cuando nuestras
mayor facilidad. Quizás acostumbrarse a la vída significa adquirir ciertos
miradas se encontraron, me señaló con el dedo el área de fumadores. Detrás
patrones de pensamiento, como una especie de manual para vívir. Incluso
de una divísión de vídrio, varios hombres en silencio aspiraban sus cigarri-
las ideas complicadas se simplifican si las miro bajo ese patrón. Suelo hacer
llos con miradas de resignación.
lo mismo en cuanto al tiempo. Al abrir una nueva agenda repleta de fechas y
Después de fumar, J. sacó lentamente del bolsillo de su chaqueta la
espacios vacíos, siento como si tuvíera ante mí una gran cantidad de tiempo
tarjeta de abordaje y el pasaporte. No miró una sola vez hacia atrás mientras
desconocido. Sin embargo, al ir escribiendo citas y compromisos, la agenda
atravesaba el control de seguridad y la puerta de embarque. Sus pasos, sin
se divíde en segmentos y en un momento se convíerte en una rutina que
embargo, eran pesados y extraños. Incluso cuando su figura desapareció de
conozco a la perfección. Me tiene sin cuidado que me elogien como buen
mi vista, me quedé en mi lugar por un buen rato.
planificador o que me critiquen con que soy conservador. Una cosa está
clara: desde que empecé a pensar que nada en este mundo puede sorpren-
Poco después de cruzar la cabina de peaje, donde pagué la tarifa del ae-
derme, entré en una especie de letargo.
ropuerto, llegué a un puente. Detuve el coche en el carril de emergencia y en-
Ya tengo resuelta la mayor parte de mi vída. En cuanto al trabajo o la
cendí las balizas. Los demás vehículos pasaban rozándome a toda velocidad.
familia, prácticamente no hay cambios en mi rutina diaria. Eso no signifi-
Debajo del puente el agua del mar ondeaba lentamente, díbujando formas al-
ca que nunca vaya a entrar en bancarrota o separarme de mi mujer. Digo
rededor de los pilares de la estructura. Saqué del bolsillo la caja de cigarrillos
que aun cuando ocurra algo así, la persona que soy no cambiará demasiado.
y el encendedor de J. Quédatelos tú, me había dicho J. poco antes de partir.
Cuando uno se da cuenta de que ya no podrá convertirse en otra persona,
Cuando le pregunté por qué, me dijo que había tomado la determinación de
deja de generar más energía de la requerida para mantener el statu qua. La
dejar de fumar. No obstante, en la caja quedaba solo un cigarrillo. Lo prendí
pasión o el espíritu aventurero se vuelven innecesarios. Cuando una per-
y abrí la puerta para salir del coche. El intenso víento de primavera se colaba
sona ha llegado a la cima, quizás pueda seguir perfeccionándose, pero no
entre mis dedos, arrebatándome el humo con agilidad. En ese momento di-
podrá sacar de su interior cosas desconocidas y misteriosas. No hay temores
visé a lo lejos un enorme objeto, volando por encima de mi cabeza. Tenía un
ni ansias. Uno no es infeliz, pero tampoco es feliz.
víentre pesado y plateado, con brillantes aletas amenazadoras a cada lado,

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como un tiburón devorador de hombres. Incluso transmitía la gélida majes- -Si es por eso usted lleva más tiempo sin tomárselas. A veces no es
tuosidad de una existencia que trascendía el mundo terrenal. Era la primera bueno ser el jefe.
vez que podía ver de tan cerca un avión surcando el cielo. -¿Realmente ha pasado tanto desde mis últimas vacaciones?
Mi cuerpo se estremeció como si,hubiera sido fulminado por un -Por cierto, los nuevos empleados ya se han presentado durante la re-
misterioso rayo. Esa sensación se debió al viento, que irremediablemente unión matutina de los jefes de sección. Cuando vuelvan de almorzar, debe-
arrastraba al vacío el cigarrillo de J., que después de transformarse en ce- rían saludar también a su director general, ¿tiene usted tiempo?
nizas, no dejaba una sola huella. Revisando mi agenda, vi que tenía dos reuniones dentro de la compa-
ñía, otro compromiso afuera y una cena. En todas esas citas mi asistencia no
Me llamó la atención la gran cantidad de asientos vacíos en la ofici- era imprescindible, porque la compañía ya marchaba sin sobresaltos, ope-
na, ya que era la hora del almuerzo. Tras el momentáneo abandono de sus rando bajo un sistema establecido y no de acuerdo con las capacidades o las
ocupantes, el lugar se tornaba sombrío, mientras que los monitores de las ambiciones personales del director. Durante los últimos diez años la había
computadoras titilaban inútilmente irradiando una luz azulada. Atravesé dirigido de una forma tan audaz y denodada que bordeaba lo agresivo. Le
los compartimientos de vidrio ordenados esquemáticamente y entré en la había asignado a J. todas las tareas ejecutivas: desde la selección de ma-
Dirección. Me quité la chaqueta, la colgué en una percha y me senté al es- nuscritos para su publicación hasta la conducción de la agencia de autores.
critorio, donde había varios documentos aguardándome. Eran proyectos de Había algunas compañías que ocasionalmente hacían negocios en el medio
cursos de capacitación para los nuevos editores y folletos informativos de editorial, recibiendo exenciones impositivas bajo el argumento de tratarse
una feria del libro internacional. La carpeta de más abajo contenía una re- de una industria cultural, cuando en realidad se dedicaban abiertamente a
copilación de anuncios periodísticos sobre nuevos libros, el proyecto para la especulación inmobiliaria. Tampoco era inusual que un editor, cuando
una segunda campaña publicitaria y un cálculo de costos. Todos estaban en sacaba un best seller, dejara de invertir en la publicación del libro y se de-
perfecto orden. dicara a las industrias relacionadas, que tenían mayor rentabilidad. De vez
Examinados no me tomó más de diez minutos. Llamé a la jefa de edi- en cuando se veían editoriales que no estaban interesadas en los libros sino
ción. Cuando se presentó en mi oficina, noté que llevaba una blusa blanca principalmente en el presupuesto del gobierno o de las fundaciones priva-
bajo su traje gris. Su rostro tenía un aire lánguido y apagado, típico de las das. También pretendían conseguir puestos en alguna organización que les
personas que han trabajado demasiado tiempo en un ambiente de oficina. asegurara beneficios. Podría decirse que era su modo de supervivencia, dada
-¿Ya ha partido J.? -me preguntó. la endeble situación del sector. Dentro de esa corriente, mi estilo era elegir
-Sí. el lucro económico más que la obligación moral. Sin embargo, eran muy con-
-No fue nadie de su familia, ¿verdad? tadas las ocasiones en las que yo desatendía las recomendaciones de J. Él era
-Los dos llegaron a un acuerdo y ya terminaron el trámite, ¿de qué un hombre poseedor de cierta obsesión por los buenos libros. Si yo había
familia hablas? ampliado la empresa en términos cuantitativos, J. la había hecho crecer en
-Entonces es posible que después de terminar el curso nunca regrese, cuanto a calidad.
¿no es así? Cuando comencé en la industria editorial, no pasaba de ser un emplea-
-¿Por qué dices "nunca"? -pregunté arrugando la frente-o Solamente se do de la división de publicaciones de un periódico, con cierta experiencia en
está tomando un tiempo, bien sabes que llevaba ya diez años sin vacaciones. el área. A los tres años me designaron jefe de edición y dos años después,

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cuando el periódico quiso cerrar la división porque no daba beneficios, deci- al lugar donde me encontraba hoy. Piehso que es mejor disfrutar el aquí y
dí adquirirla. Ahora alcanzamos una facturación anual de treinta mil millo- el ahora, más que volver a la juventud y tener que repetir esa difícil etapa
nes de wones. Hemos podido ampliar la empresa hasta incluir una agencia que al final lleva adonde yo ya me encuentro. Las personas que envejecen
para la edición de libros en el extranjero, una agencia de viajes especializada sin poder aceptar su propia edad son las que tienen una gran compasión
en programas culturales en el exterior, una consultora sobre publicaciones hacia sí mismas, por lo que no pueden evitar sentirse cada vez más solas. En
y una financiera de inversiones culturales. En esa época estaban en auge comparación, yo soy un hombre muy práctico.
las empresas de capital de riesgo, que brotaban como hongos, lo que jugó
i:
un gran papel en la expansión de la compañía. Hemos recibido reconoci- ,
; Antes de ir al trabajo, de vez en cuando me quedo mirando mi propio
¡,
1,
mientos de varias fundaciones culturales y organismos vinculados. Me han rostro en el espejo. Las marcas de la almohada durante la noche perma-
puesto apodos como "Síberia" y "Navaja de Afeitar", a los que les faltaba bas- ti necen grabadas en mi mejilla hasta dos horas después de levantarme. Mis
tante imaginación. Era como ponerle "Pussíli" a un chico de cabello rizado o l párpados caídos y las finas arrugas alrededor de la boca me recuerdan a mi
"Motocicleta" a un tartamudo. Pero mi carácter frío y pragmático no ofrecía padre, que me sentaba a su lado y me pedía que le arrancara las canas. Pero
tantas opciones. Mis amigos solían llamarme por mi cargo más que por mi con el paso de los años, la reducción de la elasticidad de mi piel ha sido un
nombre. Por supuesto, los que me trataban así eran amigos que conocí a fruto del tiempo igual al crecimiento de los ahorros en mi cuenta bancaria.
través del trabajo y no los de la adolescencia como K. y M. Tras la llegada de la presbicia, abandoné el intento de leer las letras peque-
ñas de los menús en los restaurantes de alta categoría. Como si fuera un
Después de que se marchara la jefa de edición, descubrí una carpeta gesto elegante, le pedía al camarero que me recomendara un platillo. Incluso
oculta bajo el montón de manuscritos. Como la revisión era tarea de J. y los en las casas de vinos que frecuentaba ya era incapaz de descifrar las etique-
miembros del equipo de edición, yo no solía tener manuscritos de novelas tas de las botellas importadas. La mayor parte de mis épocas de buena vista
en mi escritorio. En un extremo de la carátula estaba escrito Revisar con la no había tenido la oportunidad de ver vinos costosos, ni qué decir exami-
letra de J Leí el título sin interés. El cosmonauta de 1991. El autor no me re- nar sus etiquetas. ¿No será que la vida de las personas mantiene un diseño
sultaba familiar. Era claramente un seudónimo. "Cosmonauta" es la palabra determinando, reproduciendo ligeramente los detalles irregulares? En mi
que usan para llamar a los astronautas en Rusia. No era difícil suponer que caso, de mi juventud solo recuerdo la inmadurez y la pobreza.
el año 1991 se relacionaba con el derrumbe de la Unión Soviética.
Tras la partida de los nuevos empleados, abrí la ventana y encendí un
A la una y veinte se presentaron en mi oficina los nuevos empleados. cigarrillo. El cosmonauta de 1991, que yo había empujado a un rincón del
Quizás el ambiente tenso y pesado se debía a la cantidad de personas reu- escritorio, atrajo nuevamente mi atención. Llamé por el intercomunicador
nidas en el lugar, pero no se debería obviar el papel que jugaban todas las a la jefa de edición, pero no pude ubicarla. Apagué el cigarrillo, tomé el ma-
energías y ambiciones de esos jóvenes agitando el aire de la oficina. nuscrito y simplemente comencé a ojearlo.
Yo no los envidiaba demasiado. Los jóvenes no saben mucho de la vida,
no tienen dinero ni amigos influyentes. Aunque a ellos les corre sangre fres- Había pasado cerca de una hora, eran casi las dos y media. Acompaña-
ca por los músculos y el cerebro, les sobra pasión y tiempo y se les abren do de una señal sonora, apareció en el monitor de mi computadora el alerta:
infinitas posibilidades, yo ya había superado esa etapa de la vida, llegando Tiene un mensaje. Cerré el manuscrito que estaba leyendo y abrí el buzón de

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correos electrónicos. El asunto decía: No has olvidado nuestra cita, ¿verdad? a casa, destinando mis últimas monedas al soju, el cual bebía al grito de:
Recordé mi fastidio cuando abrí un correo basura con un título parecido y la ¡Soñemos con lo imposible! Incluso hoy, si aparece una persona desconocida
ventana del navegador no dejaba de desplegarse por más que la cerrara. Era insinuando que me conoce, suelo suponer que se trata de alguien de aquella
la primera vez que veía ese remitente, pero de todas formas hice dic sobre época. Y como me recuerda la etapa más miserable de mi vida, poco puede
el título. Tenía cierta prisa, tal vez pensando en salir a comer algo. El correo alegrarme un reencuentro.

constaba de solo tres líneas: Creo que fue K. el que me dijo por primera vez que el ser humano tie-
ne cierta capacidad para olvidar algo que no quiere recordar, y que por esa
Hoyes el día de nuestra cita. razón está lleno de contradicciones y no se puede esperar inocencia de él.
Te espero en River Seine a las ocho. Antes de tomar una sobre dosis de pastillas, el siempre serio y pedante K.

Eunsuk. escribió en su nota de suicidio: Si deciden olvidarme, podrán hacerla. Fiel a sus
palabras, yo casi lo había olvidado. Me sucedía lo mismo con M., que vivía
Hice dic en el botón de eliminar, me levanté de mi asiento y a través de en Alemania desde hacía quince años. A excepción de ellos dos, esa era una
la ventana noté que elviento del desierto había llegado a la ciudad. Se veía época que yo realmente no tenía necesidad de recordar.
como si alguien hubiera colocado un filtro rojizo sobre la ventana. El paisaje
de la ciudad se sentía irreal, igual que en esos viejos documentales de baja Como no estaba con apetito, se me antojaba comer algo picante como
resolucíón que suelen aparecer en televisión. Bajé de la oficina y tan pronto nakjibokkeum. No obstante, elegí sin más una casa de pastas, ya que era ellu-
como salí del edificio, el viento me golpeó en la cara como si me hubiera gar más cómodo para comer solo. Tomé asiento en una mesa. Como ya había

estado esperando. pasado el horario de almuerzo, quedaban lugares libres cerca de la ventana.
Hasta hacía poco solía evitar el lugar de la ventana, ya que esos restaurantes
Tenía la fuerte sensación de que ya había leído aquel manuscrito en con grandes ventanales de vidrio hacia la calle -que dejan ver el interior des-
alguna ocasión, pero no podía recordarla. Si hubiera sido durante mi época de afuera-, me hacían sentir como si estuviera en exhibición. Sin embargo,
como jefe de edición, entonces no tendría sentido que J. dejara un ejemplar como cada vez tenía más ocasiones de comer solo, pude darme cuenta de
ya rechazado sobre mi escritorio. Me acordé de la época en la que me gradué una realidad: eran pocas las personas que pasaban por la calle mirando el in-
de la universidad, cuando sufrí el rechazo en cada lugar al que me presenta- terior del restaurante, porque lo que veían en el cristal era su propio reflejo.
ba buscando empleo. Tenía un trabajo a medio tiempo como corrector en la Esperando los tallarines con crema y langostinos, me puse a repasar
editorial que dirigía un antiguo compañero de la universidad y que contaba mentalmente las Eunsuk que conocía. Cuando conté más de seis, perdí el
con un solo empleado: el contable. El resto de mi tiempo me lo pasaba leyen- interés. Aunque solo me guiara por las tarjetas de visita recibidas en los úl-
do manuscritos. Era imposible que permaneciera en mi cabeza el contenido timos veinte años, podía ver que Eunsuk era un nombre muy corriente. Por
de un texto leído diez años atrás. Además, apenas podía recordar algo de lo que recordaba, ineluso en mi compañía había dos empleadas llamadas así.
esa época. La única escena que era capaz de traer a la memoria era una po- También llevaba ese nombre la dueña de un café en un sub suelo -que solía
bre oficina con una pizarra pequeña, detrás de un escritorio de metal y una frecuentar hasta hacía unos años- y la agente inmobiliaria que me había
estufa a carbón, a la que se accedía subiendo por las crujientes escaleras de presentado la casa donde ahora vivía. Todo indicaba que mi primera impre-
un edificio de madera. Era una época en la que yo decidía volver caminando sión había sido correcta, parecía ser solo un correo basura. Sin embargo,

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mientras bebía un sorbo de café colombiano -de sabor fuerte y agrio, re- -Dime quién te hace sufrir.
comendado por el camarero-, vino a mi mente el recuerdo de otra Eunsuk. J. sonrió amargamente, tal vez porque mi reacción había sido dema-
Se me formó la imagen de una mujer con una cara ligeramente pálida, unos siado directa.
enormes ojos y unos dientes caninos que sobresalían cuando se reía. Recor- -Yo sé por qué intentaste detenerme, hermano +me dijo-o Como has
daba el denso humo de cigarrillo y el morral lleno de papeles fotocopiados. dicho, solo con que me vaya no habrá ningún gran cambio, ni podré empe-
¿Le gusta la música?, me preguntó una vez. Pues no sé, ¿por qué lo zar nada nuevo inmediatamente. A pesar de todo, no quería ... no quería
pregunta?, le dije con cara de desconcierto. Ella sonrió mientras señalaba quedarme de brazos cruzados. ¿No debería intentar vivir como yo quiero
mi camiseta. Tenía un estampado con varias claves de sol sobre un desteñi- por primera vez en la vida? Todavía me quedará tiempo para ello, ¿verdad?
do color mostaza. Era una prenda que me ponía solo cuando me levantaba
tarde. En una familia de numerosos hermanos y con pocos recursos, era Cuando regresé a la oficina, el reloj marcaba las cuatro y cinco. Me sen-
usual que aquellos que se despertaban tarde tuvieran para ponerse solo la té al escritorio y entré en un portal de Internet. Escribí "River Seine" en la
ropa más gastada. Recordé que también había ido a su boda. ¿Cómo pude ventana de búsqueda, pero no encontré coincidencias. Puse entonces "Café
olvidarme tanto de esa época? Cuarto para las cuatro. Todavía faltaban unas River Seine". Aparecieron cinco opciones, pero ninguna era el lugar que yo
cuatro horas para la cita informada en el correo. Sin embargo, no tenía la buscaba. "River City" era un café ubicado sobre un barco y decía: Información
certeza de que fuera precisamente esa Eunsuk la que me lo había enviado. sobre todo tipo de fiestas y deportes acuáticos. Aunque también figuraba "River
Bebí lentamente el café, saboreando el aroma una vez más. Thames", Londres o París estaban demasiado lejos. Cuando ingresé "Seine
Si J. hubiera estado conmigo, me habría dicho algo al respecto. Mien- Café", había un solo lugar, pero quedaba en la provincia de Gangwon. Cua-
tras nos quejábamos de la vida hasta emborrachamos, yo dejaba ver un cos- tro horas serían suficientes para llegar hasta allí, pero la ansiedad por asistir
tado débil de mí que nunca he mostrado ni a mi esposa. Él tenía muy buena a la cita era algo secundario, primero debía tener un poco más de certeza de
memoria. Yo solía decir que en cuanto a las cuestiones referidas a mí, mejor que ese era el lugar correcto. Entonces cruzó por mi mente la posibilidad de
era preguntarle a J. que a mí mismo. Si se trataba de historias de esa época que el Café Seine no fuera realmente un café sino un cibercafé.
-la de mayor miseria en toda mi vida-, él no había tenido la necesidad de
borradas forzosamente de su memoria, a diferencia de mí. Sin embargo J. se Al casamiento de Eunsuk estábamos invitados K., M. y yo. También
encontraba ya sobre un avión, a más de diez mil metros de altitud. nos acompañó la novia de M., que todo el santo día estaba a su lado. Creo
que tras la ceremonia fuimos al cine y terminamos la jornada como era
-Hermano -fue la palabra con la que se dirigió a mí en el aeropuerto, usual: en un bar. Quizás nos llenáramos de alcohol barato +sin siquiera
como cuando éramos universitarios. Era la primera vez en mucho tiempo-o picada- y cada uno volviera a casa tambaleándose como de costumbre.
Ha sido muy duro, lo demás no era importante. También existía la posibilidad de que como éramos amigos de la novia,
-¿A qué te refieres? -le pregunté mientras mi vista se detenía por ca- recibiéramos un sobre con dinero para una fiesta posterior y nos divirtié-
sualidad en su rostro. Sus ojos apuntaban perdidamente al vacío. ramos en un café u otro sitio similar. El nombre de ese café podía ser River
+No es que no tuviera otra salida, pero preferí no tomarla. Yo sabía que Seine. Si fuera un lugar conocido también por Eunsuk, eso significaba que
con solo abrir la puerta alguien vendría en mi auxilio, pero no tuve el coraje. ella había estado alli con anterioridad. ¿Me habría encontrado con Eunsuk
Creo que por eso nos quedamos sufriendo sin hacer nada. a solas en cafés o lugares así? No podía recordar nada parecido. Según

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j
el correo electrónico, Eunsuk y yo habíamos acordado un encuentro para -Suena como si cada vez fuera menos necesario en esta compañía ...
hoy. Sin embargo, sacando la posibilidad de haberlo hecho, no podía recor- -Ya en serio, ¿por qué no prueba visitar al psicólogo que le recomendé
dar ningún motivo para vernos. una vez? Si quiere, puedo hacerle un diagnóstico preliminar. ¿Se siente con-
tinuamente cansado?
Medía hora después reapareció la jefa de edición. Se había quitado la -Sí.
parte superior del traje y tenía un aspecto mucho más fresco. Por la blusa de -¿Ha perdido poder de concentración y capacidad para recordar?
mangas cortas, su falda parecía bastante más corta. Traía en las manos una -Eso creo.
maceta con rododendros, un obsequio del empleado de una empresa asocia- -¿Le cuesta tomar decisiones?
da. Las bellas flores, de un intenso color rosado, se asomaban por encima de -En realidad no.
las hojas verdes como si quisieran competir con ellas. -¿Se considera una persona pesimista?
-¿Qué tal luce? Ahora tiene más vida esta oficina, ¿no le parece? -pre- -Siempre fui así.
guntó tras dejar las flores sobre una mesa. Luego se apoyó contra mi escri- -¿Y qué hay de esto? Si digo que usted ha perdído el interés por algo
torio, tomando un borde con una mano y dijo-: Escuché que usted ha estado que antes disfrutaba, ¿estoy en lo correcto?
preguntando por mí. -Quizás. Pero, ¿a qué te refieres exactamente?
Levantó las cejas cuando le dije que ponía a su cargo todas mis tareas La jefa de edición se limitó a sonreír. Sin responderme, salió de la ofi-
para esa tarde. cina haciendo ruido con los tacones de sus zapatos.
-y este manuscrito ... ¿Tienes el número de contacto del autor? -le -River Seine ... Si recuerdo donde es, se lo díré.
pregunté. Recién ahí me di cuenta del sentido de su última pregunta.
-No. ¿J. no le ha dícho nada sobre él antes de irse? -la mirada de la jefa Me dispuse a prender un cigarrillo con el encendedor descartable que
de edición se detuvo casualmente sobre una nota que había quedado encima me había dado J., pero un recuerdo vino a mi mente. Durante un tiempo él
de mi escritorio-o ¿River Seine? solía llegar a las reuniones matutinas apestando a alcohoi. Con frecuencia
-¿Acaso conoces ese lugar? sacaba de su bolsillo encendedores descartables y los iba poniendo sobre la
Ante mi pregunta, ella ladeó la cabeza un momento como si estuviera mesa, pero nunca recordaba cómo los había conseguido. Me fijé en la marca
pensando. del encendedor, pero no era "River Seine" sino "Norebang Amigo".
-Me parece haberlo visto en algún lugar ¿No es el nombre de un hotel?
Al escucharla se me ocurrió que era posible. La Unión Soviética dejó de existir el 24 de diciembre de 1991. Y fue en
-De cualquier modo -continuó-, ¿de veras no asistirá a la reunión de 1992 que yo entré a trabajar en la sección de publicaciones de un periódico.
la administración ni a la del equipo de planeación? Se podía decir que era mi primer trabajo regular. J. había terminado sus es-
-Exacto. tudios universitarios ese mismo año y también fue tomado como empleado.
-Tengo la impresión de que a usted le falta motivación últimamente. Un día de fines de primavera nos pusimos los trajes para comenzar nuestra
-¿Por qué lo dices?, ¿quieres ocupar mi puesto? primera jornada de trabajo. En las ramas de los árboles, donde antes se ha-
-¡Me ha descubierto! Usted está abandonando sus tareas, así que re- bían marchitado las flores, comenzaban a brotar abundantes hojas con un
dacte una excusa por escrito. O solo tómese una semana de vacaciones. intenso verdor. El cielo estaba despejado luego de que dejara de soplar el

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viento del desierto. La ciudad vibraba a la hora de ir al trabajo. La compañía un calor insoportable. Como el bolsillo' superior de mi camiseta de claves de
en la que yo trabajaría se ubicaba en el octavo piso de un edificio revestido sol tenía manchas rojas de lapicera, no podía sacarme la chaqueta y comencé
en mármol con ascensores. A través de los ventanales se veía la Torre de a sudar a mares. Además, hablaba a los gritos como si ese fuera mi papel.
Namsan elevándose con imponencia y encima de mi escritorio me esperaba Nuestra conversación se interrumpió momentáneamente solo con la
una computadora. entrada de los novios. Habían venido al restaurante para saludar a los asis-
Solo una semana antes de ese día yo me encorvaba sobre un escritorio tentes. Gracias por venir, fue el saludo de cortesía de Eunsuk. Estaba vestida
de metal, haciendo correcciones con una lapicera roja. Estaba en la oscura con un elegante atuendo color de rosa y sus enormes ojos apuntaban hacia
oficina del segundo piso de un edificio de madera, perdido al final de un otro lado. ¿Adónde irán de luna de miel?, preguntó uno de nosotros y el
callejón. En esa época siempre llevaba un maletín negro de cuero sintético novio dio alguna respuesta, pero desde mi lugar no pude escucharla. Solo
bajo el brazo y si entraba a algún lugar donde debía quitarme los zapatos, podía ver con claridad el perfil de Eunsuk. La persona que estaba sentada
juntaba bien los talones y encogía los dedos de los pies ante la posibilidad de junto a mí, en la silla que había sido añadida a nuestra mesa, giró la cabeza
que tuviera agujeros en los calcetines. Nunca perdía la ocasión de sumarme hacia la pareja de novios y su nuca me ocultaba la cara de Eunsuk, que apa-
a un encuentro donde me invitaran una copa. Una vez, en el restaurante recía y desaparecía por momentos. Ella no dejaba de mirar hacia otra parte,
que servían fideos naengmyeon económicos -repleto de gente a la hora del sin hacer contacto visual con ninguno de nosotros.
almuerzo-, alguien cambió mis zapatos gastados por unos nuevos. Por fin -Invítennos cuando hagan la fiesta de estreno de la nueva casa, ¿eh?
después de tantos años, pude experimentar qué se sentía llevar un calzado -dijo M. con tono de entusiasmo.
al que no le entraba agua con la lluvia. Algunos días después, de muy buen -Eunsuk, realmente estás muy bonita; yo no sé cuándo podré poner-
ánimo, fui a comer nuevamente a la casa de naengmyeon. Cuando el dueño me un vestido así -se lamentó la novia de M., dueña de una sincera envidia.
del restaurante me reconoció y me devolvió mis viejos zapatos -que hasta -En este cruel mes de abril, ojalá que sean felices -expresó K. a modo
entonces había conservado con fastidio-, por alguna razón negué que fue- de deseo cuando llegó su turno, como cabía esperarse de él.
ran míos. Si K. no me hubiera detenido, habría reaccionado violentamente Los únicos que no hacíamos comentarios éramos la persona a mi
hacia el dueño que pretendía quitarme a la fuerza los zapatos que traía pues- lado y yo. Cuando la pareja de novios se fue a otra mesa, empecé a hablar
tos. Fue una época en la que vagaba por las librerías de usados y me desper- de nuevo.
taba a menudo en lugares extraños durante la madrugada. Habrá sido por Sin embargo, en ese momento alguien me interrumpió:
esos días que asistí a la boda de Eunsuk. -¿Tienes algún problema con la boda de Eunsuk?
Mezclados entre los numerosos asistentes, comíamos galbítang y char- Entonces todos comenzaron a acosarme con preguntas.
lábamos entre nosotros. Por lo que recuerdo, tuvieron que traer otra silla a -¿La habrás querido en secreto?
nuestra mesa, porque era de cuatro y al parecer nosotros éramos cinco en -No me parece que sea eso, más bien él creía que ella lo amaba y ahora
total: K. y M., la novia de M., yo ... y no recuerdo quién era la quinta persona.
K. y M. al menos llevaban trajes, aunque parecían gastados y no les queda-
¡ se siente traicionado,
-Me sorprendería
¿estoy equivocado?
saber que realmente tú y Eunsuk tenían una rela-
1
ban bien. Pero yo no había conseguido ni siquiera un traje y tenía la misma ción, ¡no te creía capaz!
ropa del día anterior: una chaqueta de algodón azul con los bolsillos deshila- J K. y M. comenzaron a burlarse mientras la novia de M. lo perforaba
chados. El galbítang ya se había enfriado, pero dentro del restaurante hacía
1 con la mirada, como diciéndole que se detuviera.
1
¡

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I
-Vamos a tomar algo -propuse. de la aeronave y aterrizó en paracaídas. Este hecho se mantuvo en secreto, porque
Sin embargo, la persona a mi lado sugirió amablemente que fuéramos la Federación Aeronáutica Internacional solo reconocía un registro como válido
primero al cine para esperar a que oscureciera, ya que beber de día era muy si el tripulante despegaba y aterrizaba dentro de la aeronave. Yuri Gagarin se
peligroso en primavera. Me puse bajo el brazo el maletín negro que había convirtió en el primer ser humano en realizar un vuelo espacial. Eso significaba
dejado en el suelo. Creo que fue K. el que me advirtió que tuviera cuidado de que de todos los cosmonautas que habían emprendido un viaje especial, él fue el
no dejar allí el maletín y perderlo. Cuando abrí la puerta del restaurante, la primero que pudo regresar a la Tierra.
luz del sol se derramó de lleno sobre mi rostro. Pero era tan brillante que yo
no me animaba a ser el primero en recibirla, de modo que me giré para mirar M. no reconocía el mérito de Yuri Gagarin. Para él, los auténticos hé-
a mis amigos. Puedo recordar claramente que me sentía un tanto avergon- roes eran precisamente los cosmonautas soviéticos desaparecidos, los que
zado cuando di el primer paso por el camino resplandeciente. no pudieron regresar del espacio. Con el objetivo de superar a Estados Uni-
dos, la Unión Soviética lanzaba al vacío aeronaves tripuladas, cuya tecnolo-
Era extraño. Ahora que resurgía claramente en mi memoria ese día gía no era totalmente segura. Como era de esperarse, no quedaba ningún
borrado de la juventud, comenzaba a sentir que eran irreales todas las cosas registro de dichos lanzamientos. Si los vuelos hubieran sido exitosos, se ha-
del presente. brían publicado, pero como desafortunadamente no lo lograron, se perdie-
ron para siempre en la oscuridad. La existencia de cosmonautas desapare-
3
cidos era una muestra de la cruel cara oculta de la Unión Soviética, sostenía
El cosmonauta de 1991 M. elevando la voz. Un año antes del exitoso vuelo espacial de Gagarin, unos
radioescuchas italianos captaron voces humanas provenientes del espacio:
Capítulo 5 El regreso del cosmonauta ¡Al mundo entero, S.O.S.! Déjalo ya, es inútil, nadie sabe que estamos aquí,
Se hicieron seis pruebas de lanzamiento antes del Vostok, de las cuales solo ¿quién podría venir a rescatarnos?
tres tuvieron éxito. La primera aeronave se salió de la órbita prevista, convirtién- Hablaban en ruso. Naturalmente, las autoridades soviéticas destruye-
dose en una huérfana del espacio. Las demás explotaron o se incineraron. Tan ron todos los documentos personales de los cosmonautas que no regresaron
solo un año atrás, un cohete cargado de combustible estalló mientras esperaba el y hasta borraron prolijamente con un aerógrafo sus caras de las fotos grupa-
lanzamiento, llevándose la vida de 268 personas. Por ese motivo, la Agencia Na- les. Ya eran seres que nunca habían existido sobre la Tierra, pero converti-
cional de Noticias TASS ya tenía preparado un artículo sobre la muerte del cosmo- dos en basura espacial, seguirían orbitando el planeta por toda la eternidad.
nauta Yuri Gagarin del Vostok. El día del lanzamiento descubrieron una avería El interés de K. estaba en otra cuestión: se sentía afectado en carne
en el cierre hermético de la puerta de la aeronave unos cuantos minutos antes del propia por el pánico de los cosmonautas que regresaran a la Tierra tras el
conteo final. Tuvieron que sacar a mano uno por uno los 32 tornillos de la escotilla derrumbe de la Unión Soviética. El teniente Yuri Romanenko vivió 326 días
y luego volver a ajustarlos. Poco después de la separación del cohete, la aeronave en la estación espacial Mir. En ese lugar, donde no se distinguían el día y la
hizo una curva rápida y por poco escapa de la órbita. También falló el suministro noche, con el sol saliendo y poniéndose dos veces cada 24 horas, él debía
de oxígeno del traje espacial. Aunque Gagarin regresó a la Tierra después del vue- sobrevivir únicamente con raciones en tubos, durmiendo amarrado a su le-
lo, dada la tecnología soviética de esa época, no eran altas las probabilidades de cho. El prolongado destierro de Romanenko abrió la posibilidad de que la
un aterrizaje seguro. Desde los 7.000 metros de altura, el cosmonauta se eyectó Humanidad se instalara y viviera en el espacio. Si bien Estados Unidos le

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había arrebatado el primer aterrizaje a la Luna, la Unión Soviética retornó la -¡Cierra el pico y pelea!
delantera gracias a la estación espacial Mir. Los cosmonautas eran héroes. -Muy bien. ¡Tira el primer golpe, bastardo!
No obstante su patria, su gloriosa Unión Soviética, había dejado de existir. K. arrojó la copa contra el suelo y casi al mismo tiempo M. se puso de
Para los cosmonautas que regresaran después de 1991, la Rusia sumida en el pie empujando la mesa hacia adelante.
caos sería un lugar más atemorizante y desconocido que el espacio. Mientras K. y M. discutían, la novia de M. -que no se despegaba de
su pareja ni por un segundo-, intentó interceder, criticando severamente
La ronda de copas de esa noche había comenzado con una discusión. A el que solo las mujeres se vieran obligadas a preservar la castidad antes del
medida que sucumbíamos al efecto del alcohol, la discusión se fue transfor- matrimonio. Con el correr de las horas ella se limitaba a lanzar quejas es-
mando en pelea. Las voces tenían el mismo tono irritado de los carteles de porádicas, como si le estuviera pidiendo algo a su novio. En un momento
protesta en las universidades. apoyó la cabeza sobre la mesa y cayó dormida. Al rato se despertó, quizá por
-¡Brindemos por la basura espacial! Oye, ¿no habría que hacer al me- el ruido de los forcejeos entre K. y M. En cuestión de un segundo se levantó
nos unas lápidas y lanzarlas al espacio? ¡Sepultemos la barbarie de la Hu- de un salto, extendió el brazo como un relámpago y tras un fuerte insulto,
manidad! abofeteó a su novio. En torno a nuestra mesa cubierta de botellas de alcohol,
-¡Cállate ya! Imagínate volver del espacio y encontrar que tu patria ha los tres armaban un escándalo, levantándose y sentándose a cada rato.
desaparecido. Piensa en la confusión que sentirán los cosmonautas. Si algo Para ese entonces yo también estaba tan borracho que no tenía con-
puede cambiar sus vidas no es el abrir las puertas del espacio infinito sino la trol sobre mi cuerpo. En mi estado de ebriedad, arranqué una hoja cual-
crisis política que atraviesa su patria. ¿Me oyes? quiera del manuscrito que tenía en el maletín y escribí algo con la lapicera
-¿Hablas de la patria? ¡No me hagas reír! La Unión Soviética solo que había sacado de mi bolsillo. Como nadie me prestaba atención, quizás
,
necesitaba un héroe para poder ocultar su lado cruel. ¿De qué emanci-
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,
desvariara producto del alcohol. En realidad, en esa época yo solía emocio-
pación humana me hablan? ¡Qué va! Si es así, ¿cómo es que se derrumbó narme hasta las lágrimas mientras esbozaba algo que intentaba ser poesía.
todo tan rápido? Sentía que todo, por más insignificante que fuera, me hacia comprender lo
-¡Porque estaba lleno de anarquistas ingenuos como tú! que es la vida.
-Oh, yo no vaya quedarme en este país de mierda para discutir con
imbéciles como tú. ¿Piensas que seguiré viviendo en un lugar subdesarrolla- En cierto momento recobré el sentido y noté que en una manga de mi
do y sin esperanzas, que se retuerce como un gusano? Mañana mismo me chaqueta había restos de vómito seco y que tenía mojada la parte delantera
voy de aquí. ¡Yni siquiera giraré la cabeza para mirar en esta dirección! del pantalón. Estaba cruzando un puente sobre el río Han. No llevaba el
-¡Maldito traidor! maletín negro bajo el brazo. Por momentos detenía la marcha y me apoyaba
-¡Si yo soy un traidor, tú eres un fanático! tambaleante sobre la baranda, mirando distraídamente las temblorosas lu-
-¿Realmente quieres meterte conmigo? Pues bien, ¡inténtalo! Este ces de los faroles reflejadas en las aguas oscuras. Allí podía refrescar el ardor
mundo es un caos de ideologías. Yo estoy listo para sacarle tarjeta roja y de mi cara.
sacrificarme heroicamente.
-Me cansé de escuchar a tipos como tú. Por eso les di la espalda hace ¿Acaso le habría escrito una carta a Eunsuk esa noche mientras estaba
mucho. ¿,Comprendes? ebrio? ¿Podría habérsela enviado después? Y si en esa carta hubiera dicho

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que nos encontráramos hoy, quince años después, ¿ella me habría creído, a brazo. K. también subía la escalera junto a mí, Tenía en las manos el ma-
pesar de todas estas ambigüedades e incertidumbres? ¿Nos habremos ama- nuscrito de una novela, escrito por un amigo con el que habla estudiado en
elo alguna vez? La carta estaría llena de palabras cursis y suplicantes. Proba- la universidad. Cuando le expresé mis dudas de que aceptaran la historia
blemente las frases finales fueran tan patéticas que yo no podría decir que de un viajero espacial, K. me pidió encarecidamente que revisara el manus-
las recordara en un futuro lejano. Tú y yo, cosmonautas solitarios del espacio. crito antes de mostrárselo al jefe. Quizás ese amigo fuera precisamente J.
Desde nuestro punto de retorno, River Seine. Adiós, juventud mía. Oh, estrella ¿También habría sido J. el que estaba a mi lado en la boda de Eunsuk? No
azul de Yuri Gagarin. estaba seguro de ello. Lo único que sabía con seguridad era que ahora J. es-
y mientras lanzaba al río el maletín con el manuscrito, quizás recité: taba durmiendo con los auriculares puestos, después de terminar la comida
"No pretendas logros que encandilan como una luz caída en un río. Aun- de avión. Fuera quien fuera el autor de ese manuscrito, habría tenido que
que tus sueños se elevan como la luna en su andadura, nunca te precipites. reescribirlo desde la primera página, puesto que yo lo había perdido quince
Como insectos ocultos debajo de la tierra, no permitas que, asolado en la años atrás. La vida es algo que transcurre y no podemos cambiar lo pasado.
grisura de pobrezas, se precipite tu corazón'". Adiós, juventud mía. Oh, es- Sin embargo, ¿se podrá reescribir una historia pasada?
trella azul de Yuri Gagarin.
El cosmonauta de 1991
A las seis y treinta y cinco, la jefa de edición me llamó nuevamente por
el intercomunicador. Capítulo 6 Adiós, juventud mía
-Dírector, acabo de hablar con una amiga y me dijo que cerca de la Yuri Gagarin, teniente soviético de veintisiete años de edad, abandonó la
oficina donde ella trabaja hay un café llamado River Seine. Tierra a las nueve de la mañana. ¿Qué sucederá cuando la Humanidad ingrese
Antes de que ella pudiera seguir hablando, vino a mi mente un am- al espacio? Nadie lo sabe. En el interior de la nave unipersonal Vostok, que sig-
biente interior pobremente iluminado y envuelto en un denso humo. Ya lo nifica "Oriente", Gagarin respira oxígeno a través de su traje espacial. Cuando
recordaba. Ese café estaba a unos pasos de la editorial de mi amigo, donde alcanza el espacio, comienza a nadar como un feto dentro del vientre materno.
yo hacía tareas de corrección a medio tiempo. Había una mesa llena de es- y de la misma forma que un bebé se prepara para nacer, Gagarin también agita
crituras sobre la madera y una lámpara roja de pantalla a cuadros. No deja- sus brazos y contiene la respiración. Está flotando solo en medio de una pro-
ban de sonar canciones francesas, repitiéndose con regularidad. Los únicos funda oscuridad, a varias decenas de kilómetros del lugar de partida sobre la
clientes que se quedaban hasta la hora de cierre éramos Eunsuk y yo. Cuan- Tierra y separado de su propia existencia. A su alrededor todo está tan oscuro y
do sentí que me ahogaba, ¿sería solo por el humo de cigarrillo? liviano que él se siente prácticamente vacío. Lo invaden el nerviosismo y la sole-
dad. En ese momento aparece ante sus ojos un planeta. Brilla. Es una hermosa
Recordé también que una vez estaba subiendo las escaleras del edifi- estrella que flota misteriosamente en medio del oscuro espacio. Él se estremece.
cio de madera de la editorial y llevaba mi maletín de cuero sintético bajo el "¿Habré recorrido ese largo camino a través del espacio para ver esta estrella?",
se pregunta fmalmente Yuri Gagarin, con voz temblorosa, mirando el astro que
Fragmento del poema Noche de primavera, de Kim Su-young, del año 1957. La obra
él había abandonado y donde se dispone a renacer. Es el12 de abril de 1961 y
ha sido publicada en español bajo el título; Arranca esa foto y úsala para limpiarte el culo.
la Tierra es azul.
Antología poética de Kim Su-young. Con la traducción de Kim Hyeon-kyun y León Plas-
cencía Ñol (Bonobos Editores, México, 2011) (Nota de los T.).

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Dejé mi oficina a las siete en punto. Después de encontrar en el fondo El aroma de las flores penetra en lo profundo de los callejones y las frías
del archivero un maletín de documentos que no había usado en mucho estrellas se ven con nitidez.
tiempo, le sacudí el polvo y metí allí el manuscrito. Bajé solo las seis plan-
tas en el elevador. Extrañamente estaba todo en silencio, como si el mun- Siento una opresión en el pecho cada vez que recito poesía. Las tibias
do entero se hubiera detenido. Únicamente se oía con claridad el sonido lágrimas caen a mis pies lamentando la pérdida del amor. El aire del callejón
de mis pasos. se humedece con el aliento de mis amigos que salen a vaciar la vejiga des-
pués de una ronda de bebidas. Todas las claves de sol de mi camiseta tiem-
Que la Tierra sea azul significa que es un planeta de agua. Si J. mi- blan desenfrenadamente y se me suben a la cabeza. En algún bar se rompe
rara desde el cielo la ciudad de Los Ángeles, también podría apreciar las una copa y solloza una mujer, mientras que una persona canta con la voz
aguas azules de una piscina asomándose entre las palmeras. Al igual que quebrada. Sin dejar espacios entre las palabras, alguien escribe una carta en
Yuri Gagarin, J. ha partido lejos en busca de sí mismo. A mí me ha dejado un rincón con una lapicera roja. Y los amigos, que ya han dejado de pelear,
su juventud y sus cigarrillos, porque pretendía un encuentro perfecto con se sientan en cuclillas en el callejón y comparten un cigarrillo, contemplan-
su pasado. do las estrellas del firmamento. También los acompaña la inquieta y bella
Quizás hoy me sitúe momentáneamente sobre un pasillo por el que juventud de Yuri Gagarin. Escrito una noche de primavera de 1992, desde
transcurre el tiempo. Quizás en el mundo de Yuri Gagarin sea posible do- nuestro punto de retorno, River Seine.
blar el tiempo como haciendo un origami. Si imaginamos el tiempo como
una larga cinta, entre el día que fuimos a la boda de Eunsuk -quince años
atrás- y el hoy existe una gran distancia. Pero todo cambia si doblamos el
tiempo transcurrido entre la boda y el día de ayer, y lo lanzamos al agujero
negro de otra dimensión. Ese período de quince años, incluyendo la boda,
saltaría de un agujero negro a otro y finalmente se perdería. Si así fuera,
Eunsuk no se habría casado y yo no habría arrojado el manuscrito al río.
K. no se habría suicidado y M. aún no habría partido hacia Alemania. Mi
carta no habría sido escrita todavía. Y debido a que el día anterior a la boda
se conecta directamente con el de hoy, yo podría ir a reunirme con Eunsuk
llevando el manuscrito en el maletín. Y la estrella azul arrojada al río podría
ser rescatada y metida nuevamente en otro maletín.
Recién mañana por la mañana podré escuchar noticias de J. Ahora
se encuentra a diez mil metros de altura y hasta su llegada estamos to-
talmente fuera de contacto. Siento que también estoy desconectado del
tiempo de este mundo y de todos los días que he vivido. Esta noche es
un paréntesis, no forma parte de mi vida. El ambiente está cada vez más
oscuro. La noche de primavera abraza las calles con una luz misteriosa.

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