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Lo que pediré encarecidamente, y esta vez al inicio, es que se tenga paciencia, ya que se

publicarán más caminos de Orishas y más Orishas. Vayamos leyendo poco a poco, para ir
aprendiendo de la misma forma. No se va a publicar todo de golpe, porque muchas personas
no pueden leer, el mismo día que se publica. Publicar de seguido, solo logrará que se vaya
perdiendo el tema, en la profundidad de la página. Por favor, no envíen mensajes al buzón,
pidiendo más caminos u Orishas. En este momento, se está tratando sobre los caminos de
Obbatalá y sus orígenes históricos, ya iremos viendo más. Comencemos.

En tradición afrocubana Oshagriñán u Osha Griñán es considerado uno de los Obbatalá más
viejos. Oshagriñan es considerado hijo de Oduduwa, rey de Ejigbo y Ogbomosho. Es el
mensajero de Olofin y se le encuentra subiendo las montañas. Es muy pacífico, tiembla del frío
y vejez. Le pertenece la lechuza, la cual simboliza la experiencia, la discreción y la sabiduría. Es
el que ve cuando nadie puede. Es él, quien tiene el camino a la casa de Olofin tiene en la cima
de la loma. Se esconde del aire y anda con muletas, pero cuando entra en cólera las tira y
carga con su machete. Es conocido como Makenu en tierra Arará.

Otras casas lo consideran un guerrero que vive al pie de los árboles, padre de Shangó,
Orunmila, Obatalá Ayágguna y Babashó. En esta interpretación su mata preferida es la hiedra.

Entre sus herramientas lleva tres flechas en un carcaj forrado con cuentas blancas, tres plumas
de loro dentro de su sopera y ocho afuera, un bastón forrado con cuentas blancas, una espada,
un machete, una manilla torcida, un santísimo, un jinete sobre un caballo con una pata
levantada, un colmillo de jabalí, un colmillo de león, marfil, nácar, corales y una bola de billar.
Además lleva otro juego de herramientas de estaño en el medio de las tres divisiones de su
sopera, junto a un tablero de Ifá consagrado, un Idé de Orunmila y una bola de cristal de
adivinar. Así mismo, sobre su sopera se pone un puñal con el mango cargado con el Ozaín de
Obbatalá.

Cuando este camino de Obbatalá, es el Ocha de cabecera, lleva además de sus herramientas,
una corona metálica blanca, rematada por una mano con un pergaminio, esta se adorna con
16 plumas de loro repartidas en 4 arcos de la corona y con un sol, luna, lanza, abanico, hacha,
cara, pluma, machete, estrella, santísimo, camaleón, majá, espejo, silla, muñeco y un caballo.

Viste de rojo y blanco. Su eleke o collar lleva nueve cuentas de nácar y una de coral. Se le
considera esposo de Oshanlá aunque tuvo relaciones con Yewá. Se dice que trajo el orden al
mundo a través de su hijo Oguiniyán y también que fue el quien le dió a Orunmila el secreto de
sacar ashé o Iyefá del ñame. Fué Oshagriñán, quien le quitó las plumas de la cabeza al buitre.
Fue el inventor de la lanza y trabajó con los fundidores de plomo.

Vale destacar, que en el Odu de Ifá Babá Eyiogbe, fuera Ochagriñán quien estableciera la
comunicación entre el coco (Obi) y las deidades y que esta sea la razón de porque al momento
de una consulta, debemos poner el Coco debajo del pie izquierdo de la persona que se hace el
Itá, pues permite que se ponga en contacto la divinidad consultada con el espíritu de la
persona a través del coco y de la tierra.

Cada uno de los Orisha de la corte de Orunmale Wamale Maferefún Olofin, tenía su propia
guía para vivir y hablar. Así cada uno se dirigía a sus hijos y servidores en la forma que mejor
les convenía. No había comunicación entre un Orisha y otro, y los seres humanos no se
atendían ni se relacionaban.

Entonces hubo un hombre que era ayudante de Obbatalá y que siempre andaba con él. Este
hombre le dijo que estaba dispuesto a luchar por la causa de la humanidad, ya que él quería
reivindicarse ante Olofin, por las acciones de orgullo y desprecio que había tenido ante sus
semejantes.

Este hombre era Obí, quien siempre andaba con Ocha Griñan. Entonces Ocha Griñan fue a ver,
junto con Obí, a Orunmila quien les dijo: “Yo también estoy dispuesto, junto con ustedes, a
hacer algo por que la humanidad tenga acceso al mundo de los Orisha e Ifá, ya que no es
posible que cada uno de ellos hable a su manera y no se comuniquen entre ellos, pues cuando
Olofin creó el mundo y nos repartió los poderes nos dijo que éramos hermanos.

Orunmila, en esa tierra se llamaba: Baba Eyiogbe Awó Orún Nigaga y fue cuando Obí le dijo
que él estaba dispuesto a prestar su casa para dar el “Gran Consejo”, que permitiera a los
Orisha, llegar a la solución de este problema. Citó a todos los Orisha a su casa para hablarles y
les dijo que cada uno tenía que aportar sus conocimientos a los otros, para que todos juntos
formaran una gran familia, que le permitiera a la humanidad progresar en el mundo y cada
uno protegiera a los hijos de los otros, sin perder por eso, ser el tutelaje directo de la persona,
el poder central sobre el destino de su hijo y que establecieran una forma de comunicarse con
los hombres y el cielo.

Por ello, Obbatalá estableció que el vehículo o manera de establecer esta unión y
comunicación sería a través de Obí, ya que este, por mandato de Olofin, siempre debía estar
por el suelo en castigo a su orgullo. Entonces Obbatalá dijo a todos los Irunmales: “Los Orisha
no están habilitados para rechazar el escuchar y aceptar lo que el hombre les plantee por
medio de Obí, como tampoco podrán callar cuando vean que lo planteado, le es nefasto al
hombre, ni pueden negarlo”. Entonces todos los Orishas le respondieron a Ocha Griñán:
“Nosotros asentamos el cuerpo sobre Obí, él será nuestro padre, que intercederá en las cosas
de las personas para evitarle la muerte y avisarle el remedio.

Entonces, Babalú Ayé Asojuano se negó a aceptar ese acuerdo a que habían llegado todos los
Orisha y dijo: “Yo no acepto que sea Obí el intermediario. Que cada uno de nosotros maneje a
su forma los destinos de sus hijos”. Entonces Obbatalá con su poder, lo obligó a que estuviera
de acuerdo. Aunque él dijo que lo aceptaría, pero que no daría cuenta de su Itá por medio de
Obí.

Todos los demás Orisha aceptaron al pie de Obí y recibieron el poder de Obbatalá. Ellos
escogieron a Obí y su árbol, como la más valiosa representación e hicieron que todos los
árboles le sirvieran a él. Así fue como Obbatalá estableció que ningún Orisha podía rechazar el
Obí independientemente del origen o índole de la pregunta o la comunicación que recibe por
ella.

Por eso es que con Coco, se pregunta tanto para bien como para mal. Donde Obbatalá se
dirigió a todos los Orisha Irunmales y les dijo: “OBÍ UN SORO, OBI KOSI OFO” (las palabras de
Obí no se pierden). Y desde entonces el Obí es el vehículo de comunicación entre los Orisha, Ifá
y el hombre.
Como se puede apreciar, es a Obbatalá Ochagriñán, a quien debemos el porqué los Orishas no
pueden callar o mentir con respecto a lo que se les pregunte por medio del coco, pero además,
porqué durante los Itá debemos pisar una vista de coco con nuestro pie izquierdo.

Ejigbo es una ciudad importante en el estado Yoruba de Osun en Nigeria. Está a una distancia
de unos 40 kilómetros (25 millas) de Oshogbo, la capital del estado de Osun. Fue uno de los
primeros pueblos yoruba y es tan antiguo como el Viejo Oyó, que fuera fundado por
Oranmiyan.

De acuerdo a diversas historias orales, el fundador del actual Ejigbo fue un príncipe de Ile-Ife
(hijo de Ogirinyan, uno de los hijos más jóvenes de Oduduwa) cuyo nombre era Akinjole
Ogiyan (que es el abreviado "Ogiriniyan"). Este salió de Ife, justo en el momento en que
Oranmiyan regresaba de Benin, para fundar el Imperio Oyó. Según el Príncipe Oyeleke Bello:
"Akinjole siguió los pasos de su hermano (de la misma madre) Akinoruja, que fundó la ciudad
Ikire-ile en el estado de Osun".

Luego de haber consultado con el oráculo de Ifá, Akinjole Ogiyan fue dirigido a viajar en
dirección hacia el lugar donde Ejigbo se encuentra hoy y le dijo que no debía dejar de viajar
hasta que llegara a un lugar donde "Eye Agbigbo" (Avestruz) fueran abundante. Lo más
llamativo de la historia, es que a pesar de que se supone que estamos hablando de un hijo de
Oduduwa, Ifá también le dio instrucciones de ir junto con el dios de su padre (Oduduwa),
ORISA NLA (a quien hasta el día de hoy, se conoce en Ejigbo como Orisa Ogiyan (Osagiyan o El
Dios de Ogiyán), ya que este sería su custodio, porque este Orisa lo cuidaría, orientaría y
protegería a lo largo de su viaje. Akinjole Ogiyan hizo todos los preparativos para su partida y
salió de Ile-Ife, para comenzar su aventura en la espesa selva, donde habitaban animales
salvajes y malos espíritus.

Akinjole Ogiyan fundó muchos otros pueblos repartidos por las tierras Yoruba. Él fue
gobernante supremo y ejercía autoridad en muchos, si no en todos ellos. Las siguientes
ciudades y pueblos, entre otros, estaban bajo su mandato: Ika, Igbon, Olosinmo, Ologede,
Inisa, Aato, Ijimoba, Afake, Ilawo, Inisa Edoro, Isundunrin, Olla, Ado Ori - Oke, Ayegunle, Idigba,
Ibogunde, Songbe, Olorin, Osuntedo y Iwata.

Como podemos observar, la expansión que logró Akinjole Ogiyan, pudo ser causa de la
expansión del culto de Osagiyán, que los afrocubanos conocemos como Oshagriñán, ya que
debemos recordar que la letra “Y” en yoruba, se pronuncia como nuestra letra “Ñ” en español
y que Akinjole Ogiyan esté asociado, no solo a esta forma de culto del Orisha, sino también
como un rey deificado (con su propio nombre "Ogiriniyan"), que representaba de hecho a la
deidad, con la cual salió de su natal Ile-Ifé. Obviamente, esto tuvo que ocurrir previamente a la
deificación de Oduduwa como “Padre” de los Yoruba.

Si observamos con detenimiento lo que dicen nuestras tradiciones afrocubanas, estas


describen a Ochagriñán como hijo de Oduduwa (nieto en realidad), rey de “Egigbo” (EJIGBO) y
Ogbomosho. Si ponemos atención a la historia oral de Ejigbo, nos damos cuenta a la vez, que
quien dirigió los pasos de Akinjole Ogiyan, fue el oráculo de Ifá, por lo que vemos que dentro
de los atributos de Ochagriñán, se encuentran un Iddé de Orunmila y un tablero de Ifá.
Tampoco es casualidad que se encuentre un machete y su cayado.
Por todo lo anterior, podemos ver que el simbolismo es claro, y que Ochagriñán en Cuba, no
solo representaba una de las formas en que se llamaba a Obbatalá en Ile Ifé, sino que
representaba a uno de los principales héroes de la historia de Ejigbo y Ogbomosho. En
resumen, Ochagriñán no solo recuerda el nombre del Orisha, sino que también recuerda al
héroe que lo expandió territorialmente y que luego fuera deificado como "Ogiriniyan".

William Bascom, en su libro Sixteen Cowries: Yoruba Divination from Africa to the New World,
nos habla que Osagiyan es una de las "deidades blancas" cuyos adoradores practican la
flagelación, a la que se alude aquí cuando los albinos lo golpean con palos. El origen de esta
tradición viene de un verso de adivinación Ifá tradicional del Odu Owonrin Elejigbo (Ojuani
Otura) y se centra en un sacerdote de Ifá, llamado "Sawoleje". El hombre ayudó al pueblo en
tiempos de crisis, pero fue sorprendido durmiendo con la esposa de Oginyan, y fue
brutalmente golpeado casi hasta la muerte. Luego maldijo a la gente del pueblo, diciendo que
a menos que se golpearan regularmente como lo habían golpeado, el pueblo enfrentaría
grandes calamidades.

La tradición establece desde entonces que en cada festival debe haber “peleas”, de lo
contrario, la ciudad no estará en paz y la salud de su gente estaría en peligro. En los últimos
tiempos, Ejigbo sigue siendo una de las ciudades yorubas más pacíficas. El festival ahora se ha
convertido en un carnaval anual. La tradición también dice que Ejigbo, nunca ha sido vencido
en la guerra.

Este camino de Obbatalá, me gustaría dedicarlo con especial cariño a mi querida amiga, Sandra
Africano de Rossini y a TODA su familia, incluyendo a mis “Nietecitos a la distancia”. También a
Olorun Bi, quien edita en silencio, muchos de los trabajos que realizo. Con este pequeño
aporte, tengo la esperanza de que estas líneas, den un conocimiento adicional, sobre quienes
son nuestros Orishas, en su andar por la tierra.

A la vez, que estas líneas hagan que tomemos conciencia, que estos “caminos”, no son otra
cosa que un esfuerzo titánico de nuestros viejos, por conservar lo más que podían de sus
respectivas culturas y tradiciones. Lo menos que podemos hacer por ellos, es mantenerlos lo
más intacto posible, sin andar por allí “Africanizándonos”. Solo tratemos de imaginar, todo el
gran esfuerzo e ingenio que tuvo que haber sido utilizado, para conservar, todo lo posible.

Tu amigo de siempre,

Águila de Ifá

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