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Violencia Sexual y Capitalismo: Un Círculo Vicioso
Violencia Sexual y Capitalismo: Un Círculo Vicioso
vicioso
La Hiedra #9 Mayo 2014
Ángela Solano se aproxima a un tema tan sensible como la violencia sexual contra las mujeres.
Vincula esta violencia a la reducción de las mujeres a “mujer objeto” y a la hipersexualización de
sus cuerpos. Al mismo tiempo, rompe con la idea de que esta violencia está anclada
irremediablemente en la naturaleza humana.
Cuando hablamos de violencia sexista, tendemos a centrarnos en la violencia más visible, la física,
y no es de extrañar. Según el Consejo de Europa, la violencia de género es la primera causa de
invalidez y muerte para las europeas de entre 16 y 44 años. En el Estado español, 48 mujeres
perdieron la vida a manos de su pareja en 2013; entre enero y marzo de 2014, ya han sido
asesinadas 18. Sin embargo, existen muchos tipos de violencia contra las mujeres, aquí nos
centramos en la violencia sexual. La violencia sexual hace referencia a cualquier acto que coaccione
a otra persona para manifestar una determinada conducta sexual en contra de su voluntad. Puede ir
desde el mal llamado piropo a la violación. Aunque en distinto grado, siempre se trata de presumir
que el cuerpo femenino es un espacio que cualquiera puede tocar y del que puede opinarse
libremente. Se trata de un reflejo del sexismo que las mujeres sufrimos a diario, una violencia que
se ejerce contra nosotras en todos los ámbitos: el doméstico, el laboral y también en la calle.
Cuando hablamos de “la cultura de la violación”1, en realidad nos estamos refiriendo a esto.
Podemos detectarla en canciones, películas y chistes; los medios de comunicación y la publicidad la
normalizan, visualizando a una mujer objeto, complemento de su homólogo masculino, cuyo cuerpo
hipersexualizado se expone públicamente como si de una invitación se tratara.
A menudo tenemos tan interiorizado este tipo de violencia que ni siquiera nos damos cuenta, pero
su aceptación supone la banalización de la desigualdad entre hombres y mujeres, lo que conlleva
que el foco se ponga demasiadas veces en la responsabilidad de estas últimas, culpabilizándonos
en cierto grado de las agresiones sufridas. De hecho, las declaraciones de Michael Sanguinetti –
policía que durante una conferencia en 2011 sobre seguridad civil en la Osgoode Hall Law School
de Toronto sentenció que “las mujeres deben evitar vestirse como putas para no sufrir violencia
sexual”– dieron lugar a la primera de las Marchas de las putas, organizadas en más de 60 ciudades
del mundo para reclamar el derecho de las mujeres a vestirse como quieran sin sufrir agresiones
sexuales por ello.
Pero el incremento de la violencia sexual también se relaciona con los cambios en la concepción de
la sexualidad y de la posición de la mujer en la sociedad capitalista. El impacto del trabajo fuera del
hogar, la disponibilidad de anticonceptivos o el aborto, unido a otras reivindicaciones feministas, ha
proporcionado a las mujeres un mayor peso social y ha aumentado sus expectativas acerca del
control de suscuerpos y sus vidas. Estos cambios han influido en la familia, disminuyendo
su tamaño. Hoy es posible para hombres y mujeres experimentar relaciones personales y sexuales
antes del matrimonio, hay algún tipo de educación sexual en las escuelas –aunque insuficiente y
sesgada– y se reconoce a las mujeres como seres sexuales capaces de experimentar placer por sí
mismas. Estas victorias fueron impulsadas por campañas políticas como el acceso al divorcio y al
aborto, así como contra la criminalización de la homosexualidad, contra el maltrato y la violencia
sexual. Las mujeres queremos ser tratadas en igualdad, con respeto y dignidad, y mantener
relaciones personales satisfactorias. Sin embargo, los mensajes que se difunden desde los medios y
la cultura dominante continúan retratándonos como objetos sexuales, siempre disponibles y
accesibles para satisfacer a los hombres. La violencia sexual se recrudece cuando, en este contexto,
las mujeres tenemos más poder y autonomía para decidir sobre nuestra sexualidad, cuestionando las
antiguas formas de dominación.
Notas:
1 M., María, 2013: “La cultura de la violación”. Proyecto Kahlo, 1/08/2013. Disponible en:
http://www.proyecto-kahlo.com/2013/08/la-cultura-de-la-violacion/
2 McGregor, Sheila, 1989: “Rape, pronography and capitalism”. International Socialism 2:45,
Winter 1989, pp.3-31.
3 Mc Gregor, Sheila, 1989: op.cit.
4 Renton, David, 2013: Three essays on violence: When did rape begin?.
5 Fernández, June, 2013: “No vayas sola, te puede pasar algo”, eldiario.es, 13/10/2013.
6 Goti, Nerea, 2011: “Igualdad de derechos contra la violencia sexista”, Gara, 25/11/2011