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UNIDAD OPERATIVA DOCENTE ASISTENCIAL DE ESPECIALIZACIÓN CLÍNICA

EN EL CAMPO DE LA CONSULTA PSICOLÓGICA

CURSO TEÓRICO 2012

LA CONSULTA PSICOLÓGICA

CONCEPTOS QUE PERTENECEN AL PROYECTO DE PROFESOR ADJUNTO.

GRISEL AÑON – 2009 -.

El paradigma básico sobre el cual se sustentan otras conceptualizaciones teóricas


que constituyen este marco teórico, es el psicoanalítico.

Paradigma psicoanalítico entendido como un marco de análisis, comprensión e


interpretación de los fenómenos que se nos presentan en la praxis, tanto asistencial
como docente.

Horizonte de comprensión que tenemos en cuenta en todas las actividades que


llevamos adelante.

La potencialidad de teorización de este paradigma, permite analizar e interpretar la


realidad actual, sin perjuicio de circunscribirse o limitarse únicamente a lo
psicoanalítico.

Es decir, habilita conceptualizaciones de las diversas praxis, interrelacionamientos


con otras teorizaciones, modos de comprender e interpretar el acontecer.

Sobre esta base paradigmática implícita, como supuesto básico subyacente, se


sostienen otros marcos teóricos que pasare a explicitar.

En el proyecto de creación de la UCP, en sus inicios, se planteaba:

“El proyecto de esta Unidad, tiene como objetivo la docencia, asistencia -


extensión e investigación en la Clínica de la Consulta Psicológica, en el entendido
que ésta es un campo de especialización del Psicólogo Clínico.

…..

Por lo tanto, el enclave de Psicología Clínica que se propone en este documento,


trata de dar cuenta de las demandas de una población de usuarios que requieren
las diversas funciones e instrumentos específicos que corresponden a las funciones
y rol de Psicólogo Clínico, ubicado en una concepción multirreferencial -
diferentes marcos teóricos, metodológicos y técnicos- e interprofesional -equipos
interdisciplinarios-.

Si bien la atención psicológica ha estado en nuestro medio clásicamente ligada a


conceptos de gestión individual-privada y/o prestaciones encuadradas en el marco
de Hospitales Generales, de Clínicas, Policlínicas de Intendencias, los diferentes
Servicios organizados y sostenidos por la Facultad de Psicología y horas Sociales
de CPU, marcan un desplazamiento hacia una concepción que bascula en dirección
a la promoción de salud y atención en la comunidad.

….

En nuestra concepción todo trabajo clínico se asienta en la comunidad y es ésta la


destinataria directa o por interpósita persona del quehacer del psicólogo clínico y
sus investigaciones.

Los postulados teóricos y clínicos que fundan este campo de Psicología han dado
origen a paradigmas que si bien denotan diferencias teóricas y metodológicas
posibilitan su contrastación y eventual articulación o diálogo inter-paradigmas.

Los modelos refieren a las diferentes formas de pensar la clínica psicológica y,


desde allí, los distintos encuadres, metodologías y técnicas.

Resulta por demás imprescindible la caracterización y delimitación conceptual de


los dos modelos prevalentes ya que éstos determinan las fases de relevamiento,
estrategias clínicas, diagnósticos y abordajes psicoterapéuticos.

Demarcaremos los dos modelos que poseen límites definidos y plantean lógicas
articuladoras diferentes.

A) - Modelo de Cuadros Clínicos:

Refiere a un criterio multiaxial y de frecuencia en la construcción del concepto


"trastornos". Es congruente con el criterio DSM III - DSM IV y con la ICD-10. Ha
sido desarrollado por diversas corrientes de Psicología Clínica, en especial
anglosajonas y europeas, y contiene un conjunto de presupuestos y nominaciones
que facilitan el intercambio interprofesional en el Campo de la Salud Mental.

La articulación interna de este modelo posibilita el diseño de investigaciones


epidemiológicas las que, a su vez, proporcionan datos relevantes para el
establecimiento de determinadas líneas de acción en comunidades isomorfas.

Los límites de este modelo se sitúan en su carácter globalizador lo cual determina


que se sustituya la peculiaridad subjetiva, cultural, antropológica y social por
trastornos que son descriptivos antes que contextualizados.
La primacía del Trastorno y eliminación del concepto de Síntoma, si bien puede
resultar funcional al modelo globalizador denota carencias cuando atraviesa sin
más, los diferentes estratos sociales y las construcciones imaginarias que
conforman, para cada comunidad, el armazón de sus nociones de salud-
enfermedad y terapéutica.

b)-Modelo de Potencialidades dinámico estructurales.

Este modelo de Psicología Clínica se asienta en una concepción histórica social y


antropológica de Salud-Enfermedad y Terapéuticas. Proviene de desarrollos
conceptuales realizados en el Río de la Plata. Remite a un paradigma que articula
Sistemas Intrapsíquicos e Intersubjetivos en su constante interacción con el marco
social real e imaginario.

Sustituye las nosografías descriptivas por una concepción de funcionalidad social-


familiar del síntoma, situando subjetividad-intersubjetividad-lazos sociales como un
concepto complejo que remite a construcciones de raza, etnia, género, pertenencia
de clase social, construcciones discursivas.

Desde ésta óptica se construyen las diferentes estrategias de Psicología Clínica


que,

indefectiblemente, se fundan en una lectura contextualizada del sujeto/s.

Sus metodologías de investigación se construyen a partir de una concepción clínica


que remite a posicionar el sujeto clínico y el sujeto clinado en relación de
transdisciplinariedad, lo que posibilita la apertura clínica.

Los límites actuales de este modelo radican en las dificultades de trabajar de forma
interdisciplinaria y transdisciplinaria, construyendo paradigmas de complejidad y
comprometiéndose en un "diálogo con la incertidumbre" (E. Morin) en el marco de
una sociedad que privilegia corrientes de pensamiento que reivindican asertividad y
mono causalidad como sinónimo de "pensamiento científico".

Ambos modelos permiten zonas de articulación y ensamblaje que favorecen el


intercambio profesional contextualizado al tiempo que posibilitan la acción clínica
conjunta de los diversos agentes de salud y psicólogos clínicos.

Si bien se pueden señalar las diferencias Teórico-Metodológico-Técnicas que


distinguen ambos modelos hay acuerdo en la delimitación de las funciones del
Psicólogo Clínico:

· Consulta.

· Diagnosis.

· Prognosis.

· Seguimientos.

· Intervenciones.
· Abordajes Psicoterapéuticos.

· Evaluación.

· Investigación Clínica.

· Formulación de nuevos paradigmas clínicos o cuadros descriptivos.

· Interconsulta.

Teniendo en cuenta que la consulta psicológica es una función y especificidad del


Psicólogo clínico, pasamos a citar el marco teórico en el cual la comprendemos.
Marco teórico correspondiente al Proyecto de Creación de una unidad operativo
asistencia en el marco de la consulta psicológica.

“El proyecto de creación de esta Unidad Docente Asistencial, se fundamenta en


una concepción de la consulta clínica psicodiagnóstica, es el marco donde
transcurre un proceso Psicodiagnóstico, conceptualizado , no como una sucesión
de momentos, sino como una articulación de carácter dinámica, flexible y dialéctica.

Esta concepción de la consulta psicológica se apoya en el marco referencial teórico


psicoanalítico, con un encuadre específico. Opera con el método clínico y sus
herramientas técnicas son: a.- la entrevista clínico psicológica y b.- las técnicas para
clínicas, los tests.

El objetivo fundante de la consulta psicológica está dado en la posibilidad de dar


respuesta a la situación clínica planteada, en términos de orientación, resolución y/o
derivación. Para esto es necesario la comprensión diagnóstica de los niveles
situacional, dinámico y estructural del consultante.

Este objetivo particulariza y da especificidad al encuadre de este quehacer clínico.


En tanto posea esta cualidad, el encuadre se convierte en un instrumento capaz de
sostener eficientemente el objetivo y el desarrollo del proceso.

Para poder cumplir con esta función es imprescindible que el mismo pase por un
proceso de conceptualización y metabolización que lo convierta en un modelo
subjetivo, integrado y permanente.

Esta condición le va a dar suficiente firmeza y estabilidad para poder adquirir la


flexibilidad necesaria a la hora de operar en la situación clínica particular.

La consulta psicológica opera con el método clínico. Este es un proceso que


produce conocimiento científico, no reduciéndose a una mera aplicación de
generalidades preexistentes. Queda así planteada la posibilidad del conocimiento
de lo singular en una primera aproximación del estudio en profundidad y extensión
de un caso.

El encuadre con que cuenta el método clínico, es la forma sistemática de


observación del comportamiento de los sujetos.

El método clínico se caracteriza entonces, por centrar la investigación sobre


comportamientos relatados por el sujeto (su historia) , reacciones observables en el
curso de la relación establecida por él y otras específicamente provocadas en
condiciones sistemáticas y constantes, con el fin de comprenderlas y explicarlas en
sus particularidades.

Desde esta concepción la entrevista clínico psicológica, es la herramienta que


permite, fundada en el método clínico y en el marco referencial, operar en el
encuentro con el consultante y su demanda.

Las técnicas (tests) son relevantes, dependiendo de la lectura y la ubicación que se


realice de ellas en el proceso diagnóstico.

Se afinan como instrumento de medición e investigación por los aportes teóricos y


empíricos, que surgen de la práctica clínica.

Son consistentes y coherentes en tanto se apoyan en una concepción clínica que


entiende al hombre como una globalidad. Son válidas por la articulación con el
método clínico que le da apoyatura científica a la comprensión diagnóstica.

Esto permite arribar a conclusiones comparables y verificables fácticamente.

La función del psicólogo clínico no se circunscribe a la mera aplicación de técnicas,


sino debe brindar una valoración de los elementos diagnósticos, tanto en el nivel
situacional como en el dinámico y estructural.

Se ubica, entonces, al clínico más que a los tests, en el centro del proceso de
evaluación, ya que el valor último de la consulta, depende mayoritariamente de la
capacidad y conocimiento que tiene el clínico.

El psicólogo debe aportar una formulación integrada, sintetizada de la interacción


del conflicto, las defensas y las funciones adaptativas, especificando su mutuo
interjuego. Es necesario que llegue a una comprensión del caso tratando de
compatibilizar los objetivos y las necesidades del derivante, de la institución (en el
caso de una pertenencia de este tipo), sin olvidarse del paciente mismo.

Esto exige al psicólogo una mayor sutileza en la apreciación del material, así como
un ámbito de conocimiento de las técnicas utilizadas y sus fundamentos teóricos,
para poder diseñar una estrategia adecuada a cada consultante en el contexto y el
momento que se realiza la consulta psicológica.

Debe utilizar la posibilidad de predecir las posibles vicisitudes de un tratamiento


psicoterapéutico, sin dejar de pensar prácticamente a fin de poder evaluar la mejor
estrategia entre lo ideal y lo posible de una derivación.

Es importante que incluya un examen de las estructuras del yo, especialmente de la


fortaleza y debilidad de sus funciones y los modos que el sujeto se enfrenta al
conflicto intra psíquico.

Debe poder especificar la naturaleza y extensión de las áreas de conflicto, la


organización defensiva y su efectividad, el juicio de realidad y su modalidad de
vínculo interpersonal.
La clínica sólo se concibe dentro de la situación de encuentro con quien consulta.
Del mismo modo la identidad profesional sólo es posible de ser consolidad en el
intercambio dialéctico con el otro que nos demanda. Esto es un proceso en continuo
movimiento, mientras seamos capaces de interrogarnos, interrogar a la realidad, al
otro y a la teoría.

LA CONSULTA PSICOLÓGICA

CONCEPTOS QUE PERTENECEN AL DE PROYECTO DE PROFESOR


ADJUNTO

PS. LAURA DE SOUZA 2008

La Consulta Psicológica es una de las intervenciones posibles que tienen los


Psicólogos ante la solicitud de ayuda realizada por uno o varios consultantes. El
objetivo fundamental es dar respuesta a la situación clínica planteada en términos
de orientación, resolución y/o derivación. Objetivo que particulariza y da
especificidad al encuadre de este quehacer clínico.
Al inicio de la década de los años 90, docentes del curso de Psicodiagnóstico de la
Facultad de Psicología comenzamos a conceptualizar la Consulta Psicológica.
Proceso que dio lugar a varios trabajos y publicaciones (de Souza y Vazquez, 1990;
Fernández y Guerrero, 1989; Fernández A. 1994) pero no se mantuvo una
producción teórica sostenida en el tiempo. Sin embargo, se sigue utilizando la
clínica de la Consulta Psicológica. Y es en el Área de Diagnóstico y Consulta
Psicológica donde se ha continuado pensando y teorizando sobre dicha práctica.
Una publicación realizada junto a Mónica Vázquez (1990) decía:
En este momento creemos estar en una etapa de transición intentando procesar un
cambio del psicodiagnóstico hacia la consulta psicológica. ¿Qué sentido tiene esta
modificación del término? Si bien la función diagnóstica no es abandonada, ésta se
integra en un nuevo contexto donde destacamos la demanda. Pretendemos
articular motivo de consulta manifiesto, motivo de consulta latente, demanda,
conflictiva. Es decir, elaboramos una estrategia clínica que nos permita comprender
la situación y acercarnos a un diagnóstico situacional, de la conflictiva y estructural
con el objetivo de poder operar sobre la misma y así tender a la resolución de la
consulta (p.16.)
En aquel entonces, se priorizaba la estrategia clínica como aquella mirada y
operación sobre la conducta que está por encima de lo que se mira o se opere. En
Psicología Clínica la actitud del profesional supone una mirada-escucha con la
premisa de comprender la situación que se da en el encuentro con el consultante.
Esta comprensión implica un trabajo en el vínculo que beneficie al sujeto. Se
acuñaba el concepto de devolución proceso, dando cuenta de que: “mediante
nuestras intervenciones propiciamos que el mismo consultante transite por esa
espiral del sentir, creer, pensar y llegar no a un saber ajeno sino a su saber, su
verdad, en relación al motivo de consulta” (de Souza y Vázquez, 1990)
El encuadre y los fenómenos transferenciales eran aspectos que interesaban para
su conceptualización ya que cuestionan la validez de la extrapolación del
psicoanálisis. Y se dejaba abierta la interrogante de la Consulta Psicológica en
casos graves, preguntándose si suponía o no una técnica diferente como sí sucede
en el tratamiento psicoterapéutico.
En trabajos realizados desde la U.C.P. planteábamos:
El Método Clínico nos permite investigar el papel de todas las funciones y procesos
psicológicos que actúan en la personalidad total, enfatizando la unicidad e
interacción de los intereses, conflictos y estilos de realización que caracterizan a
cada individuo.
La causalidad psicológica es personal y debemos estudiar a cada individuo como
único y no como representante de una clase. Si bien pueden hacerse predicciones
a partir de un segmento limitado de la conducta, ningún segmento, por si mismo,
revelará todas las condiciones dinámicamente subyacentes a la conducta total del
sujeto.
Con el método clínico obtenemos una muestra amplia de la conducta del sujeto,
pero no sistemática, y con los tests, una muestra estrecha pero sistematizada. La
práctica clínica utiliza ambos como forma de compensar mutuamente las
desventajas de los distintos métodos (Fernández C. y cols. 2001.)
De la relectura de estos trabajos y a tantos años de la realización de los mismos
surgen inevitablemente nuevas perspectivas que llevan a modificaciones de lo
planteado en aquel momento. En primera instancia, propongo revisar o repensar el
énfasis puesto en el diagnóstico, y fundamentalmente en el diagnóstico estructural.
Desde el encuadre actual que se sustenta y enriquece en la interacción de la clínica
de la consulta psicológica de pacientes graves con aportes teóricos y técnicos de
autores psicoanalíticos contemporáneos, de las neurociencias, o de disciplinas
afines como la psicología social entre otras, se enfatiza la relevancia del vínculo
con el consultante en el proceso de consulta psicológica. En un marco profesional y
desde la relación con quien solicita ayuda es que surgen las intervenciones y se
formulan hipótesis que llevan a la comprensión de la situación clínica. En la
Consulta Psicológica se da un interjuego constante entre el nivel diagnóstico y la o
las intervenciones que se realizan.
Cuando el Psicólogo Clínico se formula preguntas o hipótesis diagnósticas intenta
dar cuenta del funcionamiento de un aparato psíquico de un sujeto en interacción
con los otros y la realidad. Pretende entender los procesos mentales que
intervienen y así se ponen palabras, o sentidos al padecer del consultante. Son
hipótesis que le permiten sostener las intervenciones o acciones en la técnica y así
confirmarlas o modificarlas. El mayor énfasis puesto en el aspecto situacional y
dinámico, a nivel del diagnóstico, permite estudiar el contexto en el que surge el
pedido de ayuda, el contenido actual del sufrimiento psíquico y las múltiples
interacciones de esa organización en funcionamiento.
El concepto de organización psíquica permite una comprensión, desde aportes
teóricos actuales, del funcionamiento y la organización del aparato psíquico.
Autores como Silvia Bleichmar, Hugo Bleichmar, Joyce McDougall entre otros
adhieren a la noción de organización. Postura que permite dejar de lado la mirada
determinista de la estructura para dar lugar a un funcionamiento psíquico desde la
complejidad, en donde pueden coexistir distintas formas de solución del conflicto y/o
el dolor psíquico.
En nuestra profesión se han sucedido largos y sostenidos debates alrededor del
Psicodiagnóstico, en su calidad de prácticas que darían o no identidad y
especificidad a nuestro quehacer como profesionales. Sin entrar a profundizar en el
tema, los Psicólogos y específicamente los que cumplimos funciones docentes en la
Universidad de la República debemos mantener la especificidad del Diagnóstico
Psicológico dentro de las funciones del Psicólogo Clínico. Se lo entiende como un
proceso que busca comprender el funcionamiento de una organización psíquica
dinámica y en interjuego constante con el medio ambiente. Pero se trata un
diagnóstico que debe diferenciarse de otras formas del mismo, por ejemplo: del
psiquiátrico o del nosográfico que suponen la consideración de signos, síntomas,
síndromes, etc.
¿Qué se entiende por diagnóstico psicológico?
“La molesta sensación de no saber” (Ogden 1992) y el pensar la clínica desde el
paradigma de la complejidad (Bleichmar 1998,2001) constituyen dos aspectos
fundamentales de la actitud profesional del Psicólogo. Actitud profesional producto
del trabajo de los aspectos personales que se ponen en juego en el vínculo con el
consultante: psicoterapia, autoanálisis, formación y entrenamiento. La capacidad de
permanecer vulnerable va de la mano con una actitud frente al saber y las teorías
que se tratan de poner al servicio de entender el sufrimiento mental del hombre.
El diagnóstico se asocia a formas de agrupar o clasificar que suelen desvalorizarse
dentro del ambiente “psi”. Pero a su vez por momentos se aspira a disponer de
dicha capacidad aludiendo a la necesidad de manejar lenguajes comunes con los
otros profesionales de la salud. Desde la perspectiva del diagnóstico psicológico,
este supone una forma de comprender y dar sentidos que atraviesa los distintos
momentos del proceso de consulta.
Es importante detenernos y analizar el peligro de apelar a la herencia médica con
sus esquemas referenciales más clásicos, y buscar clasificaciones nosográficas.
Bleichmar, H. (1998) advierte sobre el riesgo de recurrir a un pensamiento
reduccionista en psiquiatría, como en psicoanálisis. La psiquiatría o la
psicopatología toman las categorías clásicas de la fenomenología psiquiátrica
construidas exclusivamente en torno a la descripción de síntomas, y se las somete
a un doble proceso simplificante. En primer lugar, el de la unificación categorial
forzada que reduce a los sujetos que padecen determinados síntomas a entidades
homogéneas, por ej. a “la histeria”, sin tomar en cuenta la diversidad y complejidad
de cada uno de ellos. El segundo proceso simplificante se refiere a la
personificación. Cada categoría psicopatológica tiende a correlacionarse con
personas concretas – se habla del “histérico” – dificultándose así la posibilidad de
integrar la presencia simultánea de diferentes rasgos en un mismo sujeto.
Se pregunta qué lleva a la mayoría de las personas a adherir a sistemas de
creencias simplificantes. Entiende que estos sistemas proporcionan explicaciones
abarcativas que brindan sensación de poder y dominio sobre la realidad. Así borran
la distancia entre pensamiento y realidad, y entonces es a través de categorías de
pensamiento que se explican la realidad en su totalidad.
Si es cierto que la mayoría de los profesionales adhiere a sistemas explicativos
simplificantes cómo proponer un sistema complejo que supone tolerar el no saber,
lidiar con la incertidumbre y hacer coexistir sentidos que no siempre logran
integrarse y dar cuenta de todos los aspectos de un sujeto. El sostén y la seguridad
que proporciona una explicación de ese tipo, abarcativa y cerrada, sería en cierta
forma sustituido por el soporte en modelos profesionales donde se jerarquice
nuevas alternativas para una formación continua (intervisión, trabajo en equipo,
grupos de pertenencia, etc).
Desde otra perspectiva, Foucault (1979) plantea problemas similares. Se pregunta
en qué condiciones se puede hablar de enfermedad en el campo psicológico y
cómo la psiquiatría aplica los postulados de la medicina orgánica a la medicina
mental. En la medicina orgánica y mental la enfermedad es considerada una
realidad independiente, un cuerpo extraño que produce un corte en el devenir del
individuo. A este concepto de esencia de la enfermedad se le agrega el de totalidad
o unidad, entendiendo la enfermedad como un conjunto de reacciones globales del
individuo. Alteración intrínseca de la personalidad, desorganización interna de sus
estructuras, progresiva desviación de su devenir que sólo tiene sentido y realidad
en el interior de una personalidad mórbida.
La patología mental debe ser analizada con métodos diferentes a los de la medicina
orgánica ya que exige una reflexión sobre el hombre mismo. La enfermedad surge
cuando el conflicto no puede ser gobernado por el individuo, cuando la dialéctica
psicológica no puede encontrarse en la dialéctica de sus condiciones de existencia.
Dice Foucault (1979):
Está alienado….en el sentido de que el hombre ya no puede reconocerse en tanto
que hombre en las condiciones de existencia que el hombre mismo ha instituido…
La alienación ya no es una aberración psicológica sino que se define por un
momento histórico: sólo en él se ha hecho posible(p114)
Retomamos la pregunta inicial: ¿qué entendemos por diagnóstico psicológico? Se
comienza delimitando una actitud clínica y profesional que sustenta el lugar del
Psicólogo ante la consulta. El consultante, su padecer y el vínculo que establecen
son los focos de atención. En síntesis, diagnosticar es una construcción de
sentidos, un proceso de formulación de hipótesis que serán o no confirmadas en la
clínica con las que se determinan tanto la estrategia como las intervenciones
clínicas a adoptarse.
Para profundizar en el tema puede ser pertinente tomar algunas de las ideas de
Winnicott, quien destaca la importancia que tiene para su trabajo el diagnóstico.
Para mostrar como se ubica en la situación clínica considerando al sujeto en su
medio ambiente.
De la lectura de su obra surge una forma de pensar el paciente considerando su
entorno, su sufrimiento, la historia de vida y los recursos técnicos más adecuados
para cada situación. Psicoanalista que nunca dejó de considerar la variedad de
intervenciones posibles, considera que deben ser utilizadas según los
“requerimientos del paciente o del caso”. Se pregunta y analiza los aspectos del
funcionamiento psíquico: los conflictos centrados en las relaciones interpersonales,
el manejo de los sentimientos de amor y odio, la constitución del sí mismo cuando
hubo fallas tempranas del medio ambiente; la capacidad de jugar o vivir en la zona
intermedia; las relaciones entre el verdadero y el falso self; etc. Pero
simultáneamente está preocupado por asuntos tales como: “¿queremos hacer lo
más o lo menos que se puede?”; “¿cuánto podemos hacer?”; “¿qué es lo mínimo
que necesitamos hacer?”; ”¿cuántas (dificultades) se deben al simple hecho de que
nadie lo ha escuchado nunca de manera inteligente?” (Winnicott 1993).
Por último, la concepción de salud permite ver cómo piensa al sujeto en continua
interacción con su medio. Una persona “sana” es una persona que vive
creativamente, en el sentido de ser dueño de su propia vida, con capacidad para
sorprenderse de sí mismo en la experiencia de vivir.[1] Concepción de salud que
considera la adecuación del sujeto a la etapa del desarrollo o al momento vital por
el que atravesado, al igual que a la realidad externa, y que ser “sano” supone
convivir con el conflicto y las situaciones paradojales, buscando soluciones cuando
éstas son posibles. Es necesario: ser, ser único y sentirse real, vivir en el mundo, en
la realidad psíquica, y poseer un área de experiencia transicional, de inserción en la
cultura, así como tener capacidad para dominar los instintos en lugar de ser
destruidos por ellos y poseer la madurez suficiente para mantener la constancia
objetal.

Retomando la conceptualización sobre la Consulta Psicológica


Al iniciar el marco teórico sobre la Consulta Psicológica se planteaba la necesidad
de mantener una producción teórica que contribuya a desarrollar la especificad de
esta práctica psicológica en el contexto de la realidad actual.

La Consulta Psicológica es un proceso de diagnóstico y/o de intervención


psicológica donde se atiende y responde al pedido de ayuda habilitando, en el
vínculo consultante – psicólogo, un espacio a la producción de sentidos (Cristóforo
2002). Así entender en sus diferentes dimensiones el sufrimiento psíquico y
relacional del sujeto, y, de ser posible, actuar para encontrar posibles soluciones al
mismo.

Desde esta formulación conceptual y de la experiencia clínica en el ámbito


hospitalario en patologías graves, surgen múltiples líneas de trabajo que mantienen
un camino abierto a la reflexión teórica. Entre ellas: la consulta como un proceso de
intervención donde el vínculo con el consultante cobra valor diagnóstico; la actitud
profesional y la inclusión de la persona del profesional, la cuestión ética; la
delimitación y la especificidad del diagnóstico psicológico y el diálogo con las otras
formas de diagnóstico; la subjetividad con lo intra, inter y transubjetivo; las
estrategias de intervención en la consulta psicológica.

Al finalizar el marco teórico, unas pocas palabras sobre tres de las estrategias
técnicas posibles en la consulta psicológica. Ellas son:

-El diagnóstico psicológico propiamente dicho (con inclusión o no de tests


proyectivos).

-La consulta terapéutica inspirada en la propuesta de Winnicott que propone sacar


el mayor provecho al momento privilegiado de la/s primera/s entrevista/s, creando
nuevos sentidos.

-La consulta terapéutica con objetivos y tiempo limitados, inspirada en la técnica de


la psicoterapia breve.
Un riesgo o una oportunidad supone esta propuesta al extrapolar conceptos tanto
del psicoanálisis como de la psicoterapia como técnica. Pero es necesario ahondar
y cuestionar nuestro quehacer, con sus influencias positivas y negativas para
consolidar una práctica con solidez técnica como teoría.

LA CONSULTA PSICOLÓGICA

CONCEPTOS QUE PERTENECEN AL PROYECTO DE PROFESOR ADJUNTO.

LIC. MERCEDES COUSO 2009.

¿Qué es diagnosticar?

Diagnosticar es discernir, conocer racionalmente algo de modo lúcido y perspicaz


penetrando en lo cognoscible y enjuiciarlo diciendo algo. Es conocer y reconocer los
signos útiles para fijar la identidad de algo.
Es un término de la medicina que implica reconocer los signos de una enfermedad
para establecer de cual se trata.

Para Pinel es discernir y decidir, conocer, reconocer y nombrar una identidad. Es


percibir y hacer perceptible representaciones de lo estudiado confrontándolas entre
sí para llegar a una conclusión general. Diagnosticar es identificar especies mórbidas
yendo de ideas simples a las más complejas. Es la observación de datos, la
realización de inventarios y la comprobación de correlaciones que fundan y
fundamentan el diagnóstico

Para Kraepelin no basta con observar, registrar y clasificar los datos obtenidos; es
necesario poner en marcha un procedimiento general de la imaginación
construyendo esquemas explicativos de cómo se dan las cosas logrando, -razón
mediante- una representación en categorías de lo comprobado. El diagnóstico
surge así de una correcta aplicación de la clave explicativa.

Diagnosticar pasa entonces de recolección y agrupamientos de signos a ser


revisión, un tipo esquemático ideal que trata de ser respaldado en hechos
verificables (poner a prueba). Tiene supremacía la mirada, la observación.

Esta concepción se quiebra, cuando se demuestra que la supuesta unidad


consciente del conocimiento no es tal, el sujeto desconoce una parte de sí mismo
que actúa sin pedirle permiso a su razón. Sujeto-objeto son así referentes
complementarios correlativos.

Para la tarea diagnóstica es necesario tener en cuenta las manifestaciones


inconscientes y valorar la relación Sujeto-Objeto.

El psicoanálisis introdujo en la tarea diagnóstica un tercer registro; no basta con


registrar, agrupar signos y categorizar síndromes (conjunto de signos y síntomas)
para atribuibles una causa; sino que es imperioso detectar, el funcionamiento de
las organizaciones psíquicas inconscientes propias de las alteraciones
manifestadas. Diagnosticar es enunciar.

Diagnosticar conduce a conocer, reconocer y nombrar los modos de relacionarse y


de comunicarse en un proceso de desarrollo. Esto alude al encuentro con el
paciente y al vinculo que se establece en el proceso, involucra al “paciente”
identificado a un grupo de pertenencia, al clínico que diagnostica y al propio sistema
del cual emerge el conflicto.

La tarea diagnóstica se orienta a detectar los modos de actuar en la situación, a los


papeles desempeñados para adaptarse a la realidad y satisfacer las propias
necesidades del sujeto.

En la trama diagnóstica hay tres momentos:

Constitutivo

Durante el primer tiempo histórico imperó el afán clasificatorio de observar, agrupar


signos y síntomas.

Era un enfoque limitado, pues buscaba más explicar lo encontrado que


comprenderlo. La necesidad de contar con un registro de identidades fijas, un
lenguaje compartible y compartido imperaba como necesidad de la ciencia. Con el
correr del tiempo y las modificaciones de las epistemes, se constata que la persona
en el proceso diagnóstico se va construyendo en el encuentro, es más abierta,
versátil, y errante. Esta forma supone el llegar a conocer una identidad de modo
reflexivo, meditado y ponderado; poniendo en juego la capacidad de reconocer los
signos identificados, en otro momento o situación, cuando se repitan algunos de
ellos en el aquí y ahora.

El diagnóstico se apoya en la posibilidad de comparar y concluir, dada por la


repetición.

En la persona, cambiante histórico en construcción, el proceso de repetición, nunca


es el calco de lo anterior ni reiteración de algo idéntico.

La historia no repite, cambia, lo cual no descarta cierta repetición ni tampoco cierto


retorno. Más que reaparecer lo mismo surge una diferencia.

Repetir produce una diferencia y en esta producción respaldada en la comprobación


de la distancia entre la experiencia y la aparición de lo ya conocido, el diagnóstico
encuentra su materia.

Operativo

En la medida que el clínico lee y relee, reflexiona acerca de los datos. Conoce y
reconoce, generando así en esa actividad, que es dialéctica, una operación de
discernimiento.

La acción de separar y discernir tiene una función que devela y deconstruye en lo


diagnosticado; es decir de ese cúmulo de datos e informaciones que se tiene, se
pasa a un proceso donde es posible discernir con profundidad para operar en el
proceso.

Al deconstruir la tarea diagnóstica pone entre paréntesis los contenidos, sus


atributos y las normas convencionales, sin detenerse a juzgarlas o condenarlas. Si
lo hiciese condenaría la tarea cerrándola.

Es a través de un dejarse llevar por el flujo de la vida de quien relata, que todos los
signos son importantes para tratar de descubrir su sentido.

Deconstruyendo y develando aquello que está ahí y operando en el aquí y ahora,


la tarea diagnóstica, permite la emergencia de nuevas posibilidades, permitiéndole
al sujeto ampliar el conocimiento de sí mismo.

Temporal

El diagnóstico, es trama histórica de búsqueda y esclarecimiento, apunta a


discriminar y reconocer, la estructuración de la personalidad. Opera mostrando la
realidad “del” pasado y no “el” pasado de la realidad en la cual se asienta.

La tarea diagnóstica es el ir develando lo que permite reencontrar la reinscripción -


ahora dominante- de un proceso influyente del pasado, en la pretensión de un
porvenir posible.
De esta forma el diagnóstico no queda sólo en una dimensión temporal ya que
integra también lo “posible”, en tanto que conoce y reconoce. Es una tarea donde
se revaloriza lo vivido y se apunta al futuro, (anticipa lo posible), pronóstico.
Trasciende en el aquí y ahora, lo actual y lo que fue, interrogándose acerca de los
horizontes posibles. Del proyecto de Como metodología de trabajo princeps,
consideramos el Método Clínico en su dimensión de método de enseñanza-
aprendizaje que consta de tres elementos:

· texto, lo que se aprende,

· contexto, donde se aprende y

· nivel metodológico, cómo se aprende (F. Ulloa, 1974)[2].

Asimismo la integración de los estudiantes en grupos posibilita que se instale un


espacio donde el docente sea un co-pensador más, dentro de las unidades
didácticas.

El texto configura lo singular de un campo clínico, el contexto lo que cambia, muta y


lo metodológico, configura lo constante.

Por lo tanto en la adquisición de una actitud clínica es fundamental promover el


proceso de integración afectivo y el conceptual. Promover un nivel que incluya y
trascienda el diálogo afectivo (“yo siento o yo creo”) para acceder al dialogo
conceptual (“yo pienso o yo sé”) propio del dialogo clínico.

Esto implica por un lado, la necesidad de propiciar un compromiso de reflexión


activa, acerca de las prácticas, Así como de los postulados teóricos subyacentes no
sólo psicoanalíticos sino, entre otros, referentes filosóficos y paradigmas que
demarcan la noción de sujeto.

Noción de sujeto que se imprime y enuncia, no siempre en forma consciente, en


teorizaciones y praxis clínica.

Se tratara de provocar una actitud de búsqueda personal que permita delimitar en


su propio devenir, aquellas configuraciones emocionales y autobiográficas e
históricas, que dan cuenta de los avatares menos controlables o previsibles de
cualquier praxis. Es esta una instancia de real aprendizaje en donde se pasa de
identificaciones adhesivas a identificaciones modificadoras del yo.

Esto que podríamos llamar Insight sería la posibilidad reconocer algo que se re-
sintió con hostilidad o frustración en sí mismo y se vuelve a re-sentir con
gratificación. Este darse cuenta posibilita el acceso a niveles de pensamiento
integrado, al mismo tiempo que permite sostener la incertidumbre clínica.

La Docencia en clínica y de la clínica define el pensamiento clínico como aquel


“capaz de dialogar con la incertidumbre” E. Morin.

El aprendizaje clínico, está relacionado con el predominio de la evocación de


experiencias personales sobre el predominio de la proyección de aspectos propios.
La actitud clínica es la capacidad para tolerar la ambigüedad inicial con que se va
estructurando toda situación clínica.
El camino es transformar el estilo personal en experiencia. El estilo personal
adquiere categoría de instrumento y pasa legítimamente a integrar: el esquema
científico, metodológico y técnico. Se integra el propio estilo de vida personal al
esquema científico, lo que implica incorporar un valor ideológico, una forma de
concebir la tarea y los objetivos de la misma.

Entendemos la práctica fundamental en el proceso de formación en clínica. Acceder


a una práctica clínica, desde la observación activa, como el interactuar en el
seguimiento de pacientes, hasta la asistencia directa, implica a la formación
académica, pero sólo es posible de ser consolidada en el intercambio dialéctico con
el otro que nos demanda, siendo éste un proceso en continuo movimiento.

La configuración de la identidad de psicólogo clínico no surge sólo de la


transmisión, sino del entramado de múltiples factores, como ser la experiencia
clínica, los modelos identificatorios, las vivencias personales. Proceso íntimo que de
lograrse permite apropiarse de una herramienta operativa y adquirir una actitud
continente sostenida, base de toda actitud clínica adecuada.

……….. Habíamos planteado que el discernir y decidir, propósitos de la tarea


diagnóstica se llevan a cabo conociendo, reconociendo y nombrando conjuntos de
signos y síntomas. En realidad, se trata de un encuentro entre el clínico y el
paciente, que se lleva a cabo en diferentes campos sensoriales, dos de los cuales
son los detectados por los clínicos, aquel de la Mirada y de la Escucha

El campo de la mirada diagnóstica.

Foucault nos señala: “La alteración del campo es por defecto propia modificación
en la mirada y por la mirada”.

Mirar es una actividad intencional, que tiene por finalidad aprehender e incorporar
en la esfera de lo propio, configuraciones de datos visuales mediante el registro.
También la visión aprehende notas visuales, pero entre ver y mirar existe la
diferencia marcada por la intención de demorarse en lo ofrecido a la vista. En otras
palabras capta conjuntos representativos con significaciones específicas, pero
también los retiene porque a diferencia del mero ver, ella, se demora en lo
aprehendido y al hacerlo comienza a habitar en él.

El campo de la escucha diagnóstica

Foucault nos recuerda “el clínico mira y escucha en silencio y el silencio interno de
los esquemas y las teorías”.

El clínico al diagnosticar mira, pero también escucha y al hacerlo obtiene nuevos


datos. Escuchar va más allá, puede captar lo invisible y de esa forma interpretar lo
aprehendido.

La escucha es intencional, examina sospecha e interpreta que detrás de lo explicito


hay otra significación. La escucha registra discursos integrados por voces y
silencios. Aprehender esos discursos constituidos por voces y silencios
encadenados en significaciones de frases, solo son significativos al ser captados
por una persona capaz de atestiguar por ellas, dándole una existencia social,
comunitaria que los diferencia de los gritos, expresiones sonoras solitarias e
individuales. La persona, al escucharse en el momento de hablar, capta también su
valor social y espiritual.

Escuchar es un acto comprometido no objetivo y en su constitución, interviene el


discurso del Otro, (estado, familia, institución). Así como quien escucha no puede
dejar de estar influido por los paradigmas y los modelos científicos vigentes, por las
ideologías así como por las comunidades científicas a las que pertenece.

Escuchar entonces, es una actividad que abarca un área más amplia que el oír,
detrás de lo escuchado se enmascara otra significación, no necesariamente
opuesta, que es necesaria traer a luz.
LA CONSULTA PSICOLÓGICA

CONCEPTOS QUE PERTENECEN AL PROYECTO PROFESOR ADJUNTO.

LILIANA GUERRERO 2008.

El paciente trae “una cierta capacidad para creer en una persona que lo ayude y
comprenda, pero también cierta desconfianza” (Winnicott).

Si entendemos las consultas diagnósticas como un proceso, debemos detenernos


en los conceptos de tiempo y espacio, las conceptualizaciones de tiempo y espacio
han variado a lo largo de la humanidad, y es claro que cada sociedad construye su
noción de tiempo social propio, esto al decir de Rovira “, como cada sociedad vive y
percibe el tiempo:Rovira Adriana)[3]

Por tanto un encuentro clínico es un entrecruzamiento de tiempos, ya no es más un


tiempo lineal, evolutivo, sino que encontramos una experiencia subjetiva en relación
al tiempo. Desde ésta concepción hablamos de distintos tiempos, el tiempo
fragmentado, el sincrónico y el diacrónico. El tiempo fragmentado, detenido, es un
tiempo que toma el pasado, lo ubica en el presente, al mismo tiempo que en un
tiempo originario, que se intercala no linealmente.

Este tiempo escapa del encierro del tiempo sincrónico, un tiempo donde el relato del
paciente queda circunscripto, en cambio el tiempo diacrónico nos permitiría trabajar
los distintos discursos y modalidades vinculares del sujeto en distintos tiempos de
su vida. La consulta psicológica, que intenta desarrollar en el encuentro con el otro,
el despliegue de su existir, intentará lograr un nuevo discurso elaborativo , que dará
lugar al tiempo transcrónico

Es imprescindible brindarle un encuadre humano y continentador que permita el


despliegue de sus tensiones. Valoraremos la capacidad del paciente para poder
poderse en contacto con sus conflictos y sus deseos de superarlos. Hay casos en
que un rápido cambio sintomático es preferible a instancias más prolongadas y
también efectivas.

Consideramos el diagnóstico como un proceso, el cual debe ir transcurriendo en


etapas, pero también el diagnóstico debe estar sujeto a cambios, desarrollos y
transformaciones, interviniendo en ello agentes causales y factores aleatorios.

Por lo tanto para nosotros el proceso diagnóstico es una compleja maniobra en


perpetuo movimiento y la realidad clínica es compleja, cambiante y móvil, y que
esta inserta en un momento histórico-cultural-social y económico[4].

La consulta psicológica es el marco donde transcurre un proceso psicodiagnóstico.


Se trata de una instancia donde el objetivo fundamental es dar respuesta a la
situación clínica planteada, en términos de orientación, resolución y/o derivación.
Para esto es necesario la comprensión diagnóstica de los niveles situacional,
dinámico , estructural y social del consultante.
Concepción que se apoya en el marco referencial teórico psicoanalítico, pero
establece un encuadre específico. Opera con el método cínico y sus herramientas
técnicas son: a) la entrevista clínico psicológica, y b) las técnicas paraclínicas, los
tests.

Trabajamos con el propósito de mantener un vínculo constante con los otros


profesionales de la salud, a través de la interconsulta y del trabajo interdisciplinario.
Este lo consideramos imprescindible como forma de adicionar otros abordajes que
en su especificidad y diferencia teóricas y metodológicas aporten en la articulación
de paradigmas de conocimientos, su punto de vista para configurar respuestas
operativas y prácticas al consultante.

El primer objetivo es la evaluación a nivel situacional, dinámico y estructural del


consultante, que nos permitirá un diagnóstico lo más global posible del mismo.

La función del clínico será entonces permitir mediante la escucha clínica el


despliegue la singularidad del o los sujetos de consulta, ubicado en una dimensión
histórica, que atraviesa no sólo al usuario sino también al técnico. Este último
elemento es relevante, ya que los aspectos éticos atraviesan el encuentro en las
consultas. La neutralidad del psicólogo es una ilusión, ya que debemos considerar
su implicancia personal, sus valores e ideologías que van al encuentro con el
consultante. Solo teniendo en claro lo implicados que estamos, podremos mantener
una actitud crítica que favorezca un encuentro genuino.

El trabajo clínico supone diferentes formas de intervención, como son las expuestas
de consulta psicológica,, que en sí mismas tienden desde mi conceptualización a
ser terapéuticas, a intervenciones de apoyo frente a situaciones reactivas a
avatares internos como externos (desempleo, crisis de mediana edad, exilio, des-
exilio, etc), todos ellos requieren de diferentes programas de intervención, por lo
cual hemos dispuesto programas dirigidos a usuarios de alta complejidad.

………….

[1] El concepto de creatividad para Winnicott está más cercano a la etimología de


la expresión “traer a la existencia” que a lo popularmente entendido de la
producción de algo original o único.

[2] Ulloa, F. "Lecturas para una aproximación a la organización de una comunidad


clínica". Ed. Aportes, Montevideo, 1974

[3] Rovira, A. La dimsensión espacio-tiempo en la consulta psicológica VIII


Jornadas de Psicología Universitaria 2006
[4] Guerrero,L.; De souza, L.; Sarubbo, L. “El diagnóstico previo a la psicoterápia,
habilita u obtura? Jornas de Psiquiatría 2000.

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