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ARTÍCULO DE BRIAN MAJLIN EN EL DIARIO PÁGINA 12 DEL 29 DE MAYO DE 2020

Once casos en primera persona de pibas y pibes afectadxs por la pandemia y la


reclusión

Jóvenes y coronavirus:
testimonios desde la
cuarentena
Falta de contacto con amigues y vínculos. Exceso de tarea. Los escollos de cada hogar
y trabajo. Y los sueños postergados.
Por Brian Majlin

Un equipo completo de jóvenes comparte sus inquietudes, problemas y propuestas, a partir del virus y el
confinamiento social.

Imagen: Juan Pablo Cambariere

Las cuarentenas y confinamientos ganaron protagonismo en todo el


mundo, e incluso aquellos países donde hubo dudas acabaron
recluyéndose en mayor o menor medida. Se ha hablado de prioridades
sanitarias o económicas, de continuidad educativa o no, de pérdida de
empleo e incluso de las angustias que provoca la incertidumbre. Han
hablado periodistas, funcionarios y especialistas, pero poco se ha oído la
voz de les jóvenes. Ese sector de la población que se describe como
agazapado, a la espera de saber qué pasará con sus vidas, atajando tareas
escolares o cursadas universitarias .
LEER MÁSMarcelo Moncarz | Página12 LEER MÁSJuanjo
Borrelli: "Es un placer
que Marcelo Gallardo esté tan
cercano a nosotros" | Se siente
dichoso
¿Qué tienen para decir? Desde el NO quisimos ir a buscarles para darles
voz pero también para aprender de elles. Si la pandemia dejó claro que el
mundo no estaba preparado, es hora de oír a les jóvenes, ver qué sienten y
saber qué opciones quisieran en diversos ámbitos de sus vidas. Para hoy
y para mañana.

Que se rompió la rutina, que temen no recuperar el contacto, que los


matan a tarea, que padecen la falta de sexo y de contacto con amigos.
Que los sacude la incertidumbre laboral y económica, que son carne fácil
para el empleo precario –por el asesinato de Franco Almada y contra la
precariedad, hoy hubo una marcha de jóvenes en el Obelisco–. Que la
angustia y la ansiedad se mezcla con denuncias sobre injusticia social,
sobre sensibilidad ambiental, sobre todo el mundo tal cual es. Y en el
medio: las videollamadas y el sexting. La tecnología da, la tecnología quita.
EZEQUIEL V | 22 años, estudiante de Derecho, vive en CABA con sus padres

No me gusta la virtualidad: a veces me da ansiedad y angustia. Extraño


muchísimo salir de casa. Estaba acostumbrado a lo comunitario, a pasar
mucho tiempo libre fuera, entre amigos, parroquia y novia.
Me levantaba a la mañana, viajaba en colectivo, iba a la facultad, volvía y
dedicaba las tardes a estudiar, a leer y escribir cosas de investigación o a
realizar actividades pastorales. Un día normal mío ahora es estar sentado
frente a la computadora con clases y videollamadas.
No sé cómo será la nueva normalidad, pero le tengo cierto temor. Por
aquellos que no tienen techo, comida ni trabajo, por los pibes que no se
pueden educar, por los que se hundirán en la miseria si no transformamos
esta realidad.
Y porque esta nueva normalidad nos aleje, que no podamos demostrarnos
afecto como antes, compartir un mate. Temo que las construcciones
colectivas se den desde una lejanía física, que la nueva normalidad sea un
mundo incluso más deshumanizado que antes. Pero quiero tener
esperanza en que esto es una oportunidad para valorar la dignidad de
cada persona y la importancia de los lazos de solidaridad.

ANTONELLA S | 24 años, productora audiovisual y community manager,


vive en CABA con su mamá

Estoy más o menos estable, tal vez con una sobreadaptación al encierro un
tanto preocupante. Tengo mis días, extraño a mis afectos, pero trato de
paliarlo con las herramientas digitales. Lo que más se sufre es el no tener
contacto físico con el otro, pero se trata un poco de concentrarse y no
perder la cabeza.
Me está costando mucho enfocarme en cosas que antes no, como leer o
escribir, y me mata porque es de las pocas cosas que me despejan. O mirar
una película. Leo todo el tiempo gente en Twitter que ya vio como 50
películas o series y yo apenas pude ver tres, ¡y soy audiovisual!
Los trabajadores de la cultura somos uno de los sectores más
afectados con las medidas tomadas ante la pandemia, y de los más
invisibilizados: detrás de las cámaras hay infinidad de trabajadores. Se
suspendió todo y la precariedad, también de los artistas independientes, es
desesperante.
Mi visión a futuro es más bien catastrofista. Todos estamos seguros de que
esto y lo que se viene es insostenible. Estamos ante una crisis económica
mundial inusitada, que viene de hace mucho tiempo, y la Covid vino a
agravarla de manera brutal.
No me preocupa la amistad. Sé que estará pese a todo. En el amor muchas
veces, al estar lleno de ansiedades y dudas, no verse con frecuencia puede
ser terrible. Es lo que más me está costando. Al fin y al cabo, lo que
diferencia una relación sexoafectiva de una amistad es justamente el
contacto físico y sexual. No solamente lo reduzco al sexo en sí, que como
humana también me es necesario, pero también me pasa de extrañar
dormir con alguien. A veces despertarse solo y en cuarentena puede ser
muy cruel.
TATY SANTA ANA | 22 años, productora de eventos culturales, vive en
CABA con su mamá

No sabemos cómo va a ser el vínculo entre personas o cómo se van a


materializar los eventos que hacíamos, por ejemplo de freestyle. No
sabemos cuáles serán las consecuencias psicológicas, los miedos, las
necesidades, los cambios de consumos. Las competencias pueden ser a
través de la pantalla, pero se pierde el calor humano, el cebarse entre los
que están.
Mi proyección va hasta fin de mayo. A largo plazo no puedo proyectar
porque no sé qué va a pasar. No creo que la realidad vuelva jamás. Esta es
otra, transitoria, y cuando se levante construiremos una nueva realidad. Ya
sé que hasta dentro de un par de años no voy a tener eventos de varios
miles de personas.
La cuarentena la llevo con días mejores, otros en que se acaba el mundo,
días en que rezo que esto acabe, emociones y vaivenes. Es recomendable
que hablemos con gente que nos pueda bancar o escuchar en los
momentos de angustia. Y proponerse hacer cosas. Me hace bien cocinar,
comer, tomar vino, hablar con amigas, hacer videollamadas. Trato de hacer
algo creativo o nuevo.
El sexoafectivo es un gran tema. Pero es una etapa más. Las que banquen la
cuarentena –conviviendo o no– buenísimo. Al finalizar saldrá gente muy
activa hormonalmente, con mucha necesidad de contacto sexual y
físico; va a ser un shock social para mí. También quizás se deje de hablar
de estos temas como tabú para que en el futuro estos vínculos
sexoafectivos sean mucho más sanos para ambas partes.

EMILIA M | 20 años, estudiante de profesorado, vive en La Plata con su


papá

Volví de estudiar un cuatrimestre en Alemania: había renunciado a mi


trabajo anterior y estaba en una pileta en la que me dijeron que no me
necesitan. Mi preocupación central es el mercado laboral, me parece
que es EL tema. Muchos estamos angustiados por tener que insertarnos en
el mercado laboral de acá a los próximos años.
Me siento muy sola. Estudiar se hace muy difícil. No hago muchas
videollamadas porque me generan muchísima angustia, y se lo escuché
también a otres. Extraño el contacto físico: abrazos, besos, mimos. Y el aula,
la inmediatez y el contacto. Hay mucha gente (amigues) que esta
conociendo a otres a través de apps (Tinder, Happn, Grinder) con la idea
de esperar y verse post cuarentena.
Los vínculos se van a transformar: creo que algunas cosas van a volver a
la normalidad pero no sé cuándo, y sé que yo no voy a volver a la
normalidad.

IGNACIO L | 21 años, trabajador de la salud y estudiante de Antropología,


vive en CABA con su compañero
Es un contexto desafiante. Siento constantemente mi capacidad
obstaculizada. O los planes a futuro. Todo está coartado porque no sé
cuándo se reestablecerá lo que sea que aflore como normalidad.
Todo lo que tenía en mente se cayó, así que estoy trabajando con
investigación universitaria. La situación económica se está haciendo muy
cuesta arriba. Nunca había visto una reducción laboral como ésta.
Hay días en que estoy muy bien y otros en los que estoy en la mierda.
Desgano, desmotivación. No quiero caer en la trampa productivista de
autoexigirme mucho en este contexto. Vengo pensando dónde quiero
pasar mi próxima cuarentena... Este sistema es inviable, tendremos que
construir muchas cosas nuevas.
Es un virus muy cis y heterosexual, en el sentido de que refuerza los
vínculos hegemónicos del patriarcado: la familia nuclear o tradicional,
pero también la pareja monogámica. Yo vivía con mis xadres y él solo, y
con Marcelo nos animamos a convivir. Esta exclusividad es circunstancial,
por fuera de la cuarentena no lo manteníamos, y es un desafío. A las
disidencias nos agarró en desventaja, como siempre, pero se hizo más
visible: por ejemplo, para compartir obra social.
Y a la vez el virus nos obliga estar encerrades y nos limita esos vínculos con
los que decidimos no cohabitacionar. Y hay algo de ideología estatal de que
quedarse en casa es lo seguro, cuando por ejemplo en mi caso vengo de un
hogar muy violento en el que quedarme hubiera sido imposible.
Hay angustia por la situación laboral, vínculos y demás, pero es una
compañía cotidiana. No la pongo debajo de la alfombra. Lo que más sufro
es usar el espacio de trabajo y recreación al mismo tiempo, no poder
separar eso me cuesta. También me angustia esa idea de que seremos
relegados a ser los últimos en salir: no soy trabajador esencial, soy potencial
transmisor y la educación presencial está parada.
SANTIAGO B | 15 años, vive en la provincia de Buenos Aires con sus padres

Todos me dicen que tengo que sentir angustia, que tengo que sentir esto o
aquello. No sé qué puedo decir yo: no siento mucho nada. Me matan a
tarea y juego con mis amigos a la Play.

CANDELA B | 16 años, vive en Vicente López con sus padres

Mi rutina arranca tipo 10 o antes si tengo videollamada del colegio.


Desayuno y ya me pongo a completar lo del cole. A la tarde sigo y hago
talleres como inglés particular o actuación. Antes no salía ni a comprar,
ahora voy para despejarme.
No sufro tanto por tener días organizados, pero tengo amigos que no hacen
nada y están muy desanimados. Sentimos que va para largo, lo hablamos
bastante con mis amigas. Extraño hábitos que pasaban super
desapercibidos: juntadas tranquis, salir del colegio y hacer algún plan. Y salir
de joda, jaja.

PAULA | 25 años, trabaja en Sistemas de un banco, vive sola en Palermo

Estoy de home office, ¡hace ya dos meses! Me estoy volviendo un poco


loca y como vivo sola lo siento fuertísimo al aislamiento. Se volvió
desmotivante tener la rutina de trabajar, ver alguna serie, hacer algún
curso...
LEER MÁS“Esto
es un delirio, prefiero Me mudé hace tres meses, soy de zona
pensar que va a pasar” | Pilar sur (Ezeiza) y la mayoría de mis amigas
Gamboa, la maternidad y el teatro
en la pandemia está en provincia. Pasará mucho tiempo
hasta verlas. Todo lo virtual sirve, pero no es lo mismo que pasar tiempo
juntas. A todas nos afectó en temas de salud mental.
Me preocupa bastante qué es lo que se viene en el tema económico, más
que nada porque tanto mis amigas como yo tenemos a nuestros padres
y madres trabajando en negro y es todo muy inestable.

FLORENCIA G | 20 años, estudiante de Ciencia Política, retornó a Viedma,


su ciudad
Se inauguró una nueva rutina: clases virtuales, mucha carga
bibliográfica vía PDF, alguna clase de yoga en YouTube y más tiempo en
familia del acostumbrado. Pero juego y ayudo a cuidar a mi hermanito de
4 años.
La carga se vuelve mucho más pesada en lugar de flexibilizarse. La idea de
que ”no tenemos nada que hacer” incrementa la exigencia a los
alumnos, muchas veces sin contemplar el contexto.
En el plano de las amistades, como en muchos otros, todo se
virtualizó: cumplí años en cuarentena, soplé velitas y charlé con amigos
en una larga videollamada.
El porvenir es tema recurrente en mis reflexiones y charlas con amigos. La
conclusión es que el futuro es incierto y no se puede prever. Me imagino
que esta situación nos obligará a cuestionarnos la educación, la salud y
la informalidad laboral, por ejemplo.
Veo que se acentúa una lógica punitivista: está muy presente el escrache a
quien rompe la cuarentena, a quien viajó y no se aisló cuando volvió, sobre
todo en comunidades relativamente chicas, como Viedma. También siento
muy instalada la idea de que el que nos infecta es ”el otro”, el de al
lado, como una suerte de enemistad entre vecinos. Pero no es nuevo, es
una continuidad.
Mi generación, o al menos mis amigues, no convive con parejas. A priori,
el sexo físico no sucede. Algunes que tienen parejas rompen la cuarentena.
Otres implementan el sexting, las fotos sensuales y demás como forma de
mantener el “contacto“ y, obvio, como disparador para la masturbación. La
virtualidad no reemplaza y además se juega la privacidad, si se difunde o si
se reenvía. Es más una suerte de abstinencia antes que un efectivo
traspaso a la virtualidad. Pero rescato que es un paso más para sacarle lo
tabú al tema sexual.
VALENTINA S | 19 años, vive en CABA con su familia

Debería estar arrancando la carrera de Ciencia Política en la UBA, pero la


pandemia está atrasando la cosa. Estoy cursando las dos materias que
me faltan para terminar el CBC, pero me cuesta sentarme a leer textos
académicos. Tampoco trabajo, y me gustaría hacerlo.
La pandemia me agarró sin relación sexoafectiva estable. Mucho de lo que
me sucede en los ”días malos” de la cuarentena se debe a la falta de
afectividad. Más allá de lo amoroso o sexoafectivo, creo que muches
buscamos refugio en las redes sociales, publicamos cosas para que nos
respondan y surja una conversación o interacción.
En lo que más estoy pensando es en lo que se viene, no solo a nivel personal
sino también social, económico, político, ¡medioambiental! Me da miedo que
el futuro sea tan incierto. Me parece que la pandemia nos está alertando
sobre un montón de hábitos que tendremos que modificar: los modos
de producción y consumo no pueden seguir funcionando como venían.
También creo que todo esto evidencia qué es realmente esencial para
mover el mundo, quiénes hacen que todo siga funcionando.
Pienso en los trabajos del futuro, en mi generación y sus características
tan moldeadas por la tecnología. Pienso en cómo hoy debería valorarse
muchísimo más el trabajo doméstico, que supongo que mucha gente está
descubriendo recién ahora la cantidad de tiempo que requiere.
Sueño con estilos de vida más comunitarios y solidarios, pero también me
angustia sentirlos tan ajenos. Pienso en si va a tener sentido que mi
generación siga trayendo hijes al mundo, y aunque trato de ser optimista
realmente no sé si vamos a poder hacerlo alegremente.
Cuando se reanude todo, lo cual me parece cada vez más intangible, espero
que no nos vayamos olvidando lentamente de todo lo que deberíamos
empezar a cambiar.
LUCÍA R | 22 años, periodista y community manager

La cuarentena me ayudó para mi trabajo periodístico, pero también


soy profe de patín y eso no está funcionando del todo. Daba clases en un
club de barrio en Soldati. Intento mantener el contacto por WhatsApp o
Zoom, pero es complicado por la situación de las familias y la gran carga de
estudio que tienen.
Estoy acostumbrada a entrenar mucho pero en el club o en un gimnasio, no
en casa. La rutina y las metas del año dieron un giro de 360° y es muy
difícil adaptarse.
Tengo esperanzas de que esto pase y, de a poco, volvamos a la normalidad,
pero ya no sé cuándo. Estoy viviendo el día a día. Estamos todos afectados y
cada uno responde diferente: algunos se cierran más, otros se abren. El
vernos, tomar mate y comer juntos es muy importante en nuestra
sociedad, y de la nada se nos cortó todo. Me alejé de mucha gente a veía
casi a diario: hablo a de vez en cuando por chat, pero no con la unión de
siempre.

Fuente:
HTTPS://WWW.PAGINA12.COM.AR/269063-JOVENES-Y-CORONAVIRUS-TESTIMONIOS-DESDE-LA-CUARENTENA?FBCLID=IWAR2-
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