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Pontificia Universidad Católica Argentina

Trabajo Práctico: La esencia de la filosofía


Dos miradas acerca de qué es la filosofía:
primacía de la contemplación o primacía de la praxis
GRUPO 2

Materia: Introducción a la Filosofía

Profesores: Dr. Héctor Delbosco / Dra. Marisa Mosto

Alumno: Balero Reche, Nicolás

Fecha de entrega: 28 de mayo de 2009


INTRODUCCIÓN
Es cierto que Comte y Ortega no son contemporáneos. El primero habla de una época de
esplendor para la filosofía positiva alrededor del 1850. El segundo en cambio, habla de una
época en donde se está intentando volver a la filosofía contemplativa, a la filosofía plenaria,
alrededor del año 1950; dejando esa época, que redujo al mínimun a la filosofía, atrás. Pero qué
pasaría si se encontraran, en un ambiente como el de Atenas a mediados del siglo V a.C, donde
grandes mentes caminaban por las calles tranquilamente, y se confrontaban en diálogos
apasionantes de los que brotaban sus doctrinas. Sería hermoso ver cómo éstos dos filósofos
contraponen sus ideas, sus épocas, sus ideales en un diálogo que se da a lugar en una plaza
pública, un ágora ateniense, sin conferencias de por medio; sólo por el saber mismo de lo que
implica un diálogo.
Eso es lo que intento hacer con este trabajo, darle vida a una discusión, darle vida a estas
dos formas de ver el mundo en una charla y así confrontando las ideas, intentar dar una mejor
explicación a las dos posturas, agregando otras opiniones de otros autores, tales como Pieper,
Einstein, Marx y demás.
Era menester en el trabajo diferenciar las épocas de cada uno, ya que hablan cada uno de
su contemporaneidad con rasgos muy diferentes y es por eso que pondré a Comte en una
generación anciana y a Ortega en una generación joven.
Los temas generales que se tratarán son todos los plasmados en las obra de Ortega y
Gasset (“¿Qué es la filosofía?”) y en la obra de Comte (“Curso de filosofía positiva”), pero
poniéndo énfasis a una comparación entre la filosofía de lo práctico como plantea Comte y una
filosofía contemplativa como presenta Ortega, y es por eso que se ha agregado a Pieper.

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DESARROLLO
PIEPER: ¿Como estás compañero? Te noto un poco perplejo, ¿qué te ha pasado?
ORTEGA: Acabo de pasar por la plaza mayor y estaba otra vez este tal Comte,
intentando convencer a las masas de sus pensamientos, esos de que estamos en una época de
progreso, una época que ya dejó atrás a la teología y a la filosofía, como si fueran dos ciencias
que habría que superar.
PIEPER: ¿Y por qué no vamos allá, e intentamos tener un diálogo con él?
ORTEGA: Es una buena idea, así podríamos saber bien qué es lo que piensa. Tenemos un
viaje bastante largo, ¿de qué podemos hablar mientras caminamos?
PIEPER: Hay un tema que hoy en día me preocupa demasiado. No parece que sea ésta la
ocasión de hablar del ocio, hoy en día ni se sabe qué es, esto que llamamos . Pareciera que
hoy en día se vive para trabajar. No puede ser, mi gran amigo, me siento atocigado de la realidad
que nos rodea. ¿Cómo puede ser que hoy en día sea todo praxis? Si no es útil no sirve y hay que
dejarlo de lado. ¿Dónde está la búsqueda amorosa del saber? Esa vida contemplativa que permite
una apertura de los ojos, esa contemplación que permite un mirar receptivo de las cosas que la
realidad nos ofrece, que nos penetran sin necesidad de esfuerzo de captación del observador. Hoy
en día se toma al filosofar únicamente como un trabajo más. Se perdió la esencia del por qué el
hombre conoce y quiere conocer. Hay en el conocimiento humano el elemento de la visión no
activa, puramente receptiva, lo cual no se debe a lo propiamente humano, sino a una superación
de lo humano, que sin embargo, da plenitud precisamente a la más alta posibilidad del hombre y
es, por tanto, de nuevo, lo propiamente humano.
ORTEGA: Es muy cierto lo que dices. Hay que tener en cuenta también que esta visión
contemplativa es dejada de lado por el hecho de que es una visión insuficiente. Es decir, el
hombre de hoy quiere que el conocimiento cierre, que sea completo, acabado, y lo que no se
acaba es porque no sirve. Y nos olvidamos de que ésta es la característica que nos hace conocer a
fin de cuentas. Su afán de búsqueda por el conocimiento no se debe a que el hombre es como un
dios que lo sabe todo. Tampoco es como una bestia o un ignorante que no sabe nada y no
necesita saber. En cambio su afán de búsqueda por el conocimiento está en verse a sí mismo
como un ignorante que no puede alcanzar el conocimiento absoluto de las cosas y esto lo lleva a
buscar amorosamente cada vez más saber. El hombre debe ser un ignorante que reconoce su
propia ignorancia y esto le duele. Pero pensemos, ¿por qué al hombre le duele su ignorancia?, es
decir ¿cómo podría dolerle un miembro que nunca hubiese tenido?. Es justamente el saber que
no sabe nada lo que lleva al hombre a conocer.
PIEPER: Estoy completamente de acuerdo contigo, Ortega, y algún día continuaremos
esta conversación. Pero ya estamos llegando al lugar donde está Comte “predicando”.
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Acerquémonos a la muchedumbre y escuchémoslo, parece que recién ha comenzado con su
“lección”.

COMTE: Desde un principio, mis conciudadanos, para que entiendan lo que hoy les
presento es necesario partir de una mirada retrospectiva de la marcha progresista del espíritu
humano. He analizado la historia y he conseguido establecer una ley fundamental que es la
siguiente: en cada rama de nuestro conocimiento hay tres estadíos: el estado teológico o ficticio,
el estado metafísico o abstracto y el estado científico o positivo. En otras palabras, el espíritu
humano se vale sucesivamente en cada investigación de tres métodos de filosofar, cuyos
caracteres son radicalmente opuestos. Estas tres clases de filosofías hacen a la naturaleza del
hombre, ya que el primer estado es el punto de partida necesario de la inteligencia humana, el
tercero su estado fijo y definitivo y el segundo está destinado en forma exclusiva a servir de
transición. El estado teológico busca los conocimientos absolutos y primeros, los que más
sorprenden al hombre y representa esas causas como fenómenos sobrenaturales y divinos,
explicando todas las anomalías del Universo. En el estado metafísico los agentes sobrenaturales
son sustituídos por fuerzas abstractas, inherentes a los diversos seres del mundo y concebidas
como capaces de generar por sí mismas todos los fenómenos observados, cuya explicación
consiste, así, en asignar a cada uno su correspondiente entidad. Finalmente, en el estado
positivo, el espíritu humano, reconociendo la imposibilidad de alcanzar nociones absolutas,
renuncia a buscar el origen y el destino del universo y a conocer las causas intrínsecas de los
fenómenos para dedicarse a descubrir sus leyes efectivas.
ORTEGA: Si me permites mi querido Comte, debo interrumpirte, ya que no estoy para
nada de acuerdo. Y creo que si puedes dialogar conmigo, se enriquecerá más aún tu lección.
COMTE: ¿Cómo no Ortega? Estoy completamente convencido de lo que vengo a
explicar, de que aún no es tarde, a pesar de mi vejez, de cambiar esta forma de pensar inmadura,
para así progresar al cambio. Por favor, pregunta.
ORTEGA: Dime si crees que son dos cosas distintas o una sola el hecho de que una
verdad verdadera pueda llegar a ser conocida por todos y el hecho de que los que puedan
conocerla lleguen a hacerlo en una época.
COMTE: Generalmente Ortega, como venía diciendo antes de que me interrumpas, para
llegar a conocer la verdad de los fenómenos, toda ciencia debe estar direccionada al estadío
positivo. Pero para llegar a éste es menester pasar por el período de niñez, el de la teología; luego
por la juventud, el período de la metafísica que no cumple otro rol que el de ser transición entre
dos polos completamente opuestos que son la teología y la filosofía positiva. No existe ninguna
ciencia que haya llegado al estado positivo que no pueda ser analizada en su pasado como
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compuesta esencialmente de abstracciones metafísicas. Estos tres estadíos pueden ser análogos
con la vida de un individuo, acaso –dirigiéndose a la muchedumbre que cada vez era más
grande- cada uno de nosotros no recuerda haber sido un teólogo en su infancia, un metafísico
en su juventud y un físico en su madurez.
En cada estadío se pasa de lo múltiple a lo uno, así es como la teología pasó de hablar de
divinidades a hablar de un solo dios. Luego se pasó a hablar de entidades hasta hablar de un solo
ente. La perfección del sistema positivo será la representación de todos los fenómenos
observables en un solo hecho general, como por ejemplo la ley de gravitación universal.
ORTEGA: Espera un minuto compañero. Creo que te has excedido un poco en la
longitud del discurso, no me has contestado y yo soy de poca memoria. Además creo, amigo, que
es la claridad la cortesía del filósofo. A ver si puedo seguirte. Dices que en la historia de las
ciencias, todas y cada una de ellas pasan por un estado de sobrenaturalidad, luego un estado más
metafísico hasta llegar al estado positivo, en el cual llegan a culminarse por completo,
explicando acabádamente todos los fenómenos que observan. Entonces sólo en la “época
positiva” todos van a poder conocer las cosas.
COMTE: Si quieres, puedes decirlo con esas palabras.
ORTEGA: Ahora, ¿qué pasa con las causas primeras o últimas de las cosas, ese
conocimiento que no llega jamás a culminarse por completo? El objeto mismo del filosofar.
¿Quién las estudia?
COMTE: Desde mi gran amigo Bacon, todos los espíritus serios, todas las mentes
maduras como las nuestras, sostienen que no hay más conocimiento real que aquél que se basa
en los hechos observados. Veamos si puedo explicártelo de otra manera. Cuando el hombre es
aún un niño en la historia de la humanidad, tiene la necesidad de crearse principios abstractos
para las cosas que no puede entender, todos los problemas solubles parecen indignos y se buscan
respuestas a cuestiones inaccesibles, tales como por ejemplo la naturaleza íntima de los seres.
Durante mucho tiempo varios hombres del período de niñez se han dedicado a este penoso
trabajo, a esa búsqueda esperanzada de resoluciones inútiles e insolubles a fin de cuentas. Pero
este período sirvió de estimulante para seguir observando y así abrir paso a la ciencia positiva; es
decir, la inteligencia humana siempre ha tendido a la filosofía positiva, cuando el hombre aún
tenía un espíritu infantil, la filosofía espontánea de respuestas sobrenaturales y luego la filosofía
que toma esencias, es decir meros nombres abstractos, le era suficiente; pero ya no. El período
teológico y metafísico son estados que hay que superar, así como el niño y el joven se alejan de
respuestas sin sentido y utilidad en la edad madura.
Todo esto, Ortega, es para responderte a tu pregunta, ya que me pides claridad, te
respondo así: considero como totalmente inaccesible y vacía de sentido la búsqueda de lo que
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llamas causas últimas. El carácter fundamental de la filosofía positiva está en considerar todos
los fenómenos como sujetos a leyes inavariables. En las explicaciones positivas no está la
intención de exponer cuáles son las causas generadoras de fenómenos. Las cuestiones insolubles
las dejamos en manos de la imaginación, en manos de teólogos y metafísicos.
ORTEGA: Hay un fisico no muy conocido, Comte, no se si has escuchado hablar de él.
Su nombre es Albert Einstein.
COMTE: No, Ortega, no he oído hablar de él.
ORTEGA: Es una pena porque lo que dice, es digno de ser escuchado. Fíjate bien. Es un
físico y él mismo se ha dado cuenta que hay cosas más allá de su conocimiento, otro
conocimiento que su física no puede alcanzar acabadamente, y no dice que este conocimiento es
innecesario o fantasioso. Fue en una fiesta a la que yo también asistí, si no mal recuerdo, el
cumpleaños de Planck, donde pronunció algo así como que “nadie que haya penetrado bien del
asunto negará que el mundo de nuestras percepciones determina prácticamente sin equívocos
qué sistema teórico hay que elegir. Sin embargo, no hay ningún camino lógico que conduzca a
los principios de la teoría”. Algo así fue lo que pronunció, y te repito Comte, mi memoria no es
muy buena. Y continúa: “Y estos principios no pueden ser referidos al trabajo mental del físico,
sino a una cualidad inherente en el mundo de la percepción”. Y si me permites, otro grande,
Leibniz, expresaba adecuadamente esta cualidad denominándola armonía preestablecida.
Lamento decirte que la filosofía para mi generación jóven es cosa muy distinta a lo que es
para tu generación de edad bastante avanzada.
COMTE: Al declarar esto, mi querido amigo, me dices que la verdad cambia. Que la
verdad de ayer, hoy es distinta, y la de mañana se presentará como la de hoy con error.
ORTEGA: No es lo que digo Comte. Es cierto que la variedad y cambio de opiniones
sobre la verdad, la adhesión a doctrinas diferentes y aun de apariencia contradictoria invita a
la incredulidad. Pero déjame ponerte un ejemplo que ya has citado, la ley de gravitación
universal. En la medida en que esta ley es verdad, no hay duda que lo ha sido siempre; pero su
adquisición por un sujeto real, sometido al tiempo, en este caso Newton, le proporciona un cariz
histórico, surgen en una fecha y tal vez se volatilizan en otra. Lo cual es precisamente el hecho
misterioso e inquietante, pues ocurre que un pensamiento fugaz de una persona, entramos en
posesión de algo permanente y sobretemporal, en un mundo fugacísimo. Lo que permite que la
verdad permanente se deslize al mundo temporal es la mente de un hombre en cierto momento.
PIEPER: ¡Que se asombra de lo que ve!
COMTE: Eso es muy cierto mi gran amigo –interrumpíendo a Pieper-, y gracias a esas
mentes brillantes como la nuestra es como dejamos atrás los períodos de inmadurez.

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ORTEGA: Pero mi gran amigo, a eso quiero llegar. La verdad en sí, es un simple no tener
que ver con el tiempo en ningún sentido. Decir que algo es siempre lo que es equivale a afirmar
su independencia de las variaciones temporales, su invulnerabilidad. Por eso es que Platón...
COMTE: Espera, espera, y ese ¿quién es?
ORTEGA: Un filósofo de hace algunos años, no es muy conocido pero dice cosas
coherentes. Situó a las verdades PERMANENTES en un Mundo atemporal ya que no pueden
existir en este mundo temporal. A lo que quiero llegar es que el sujeto cognoscente en cierto
tiempo y la verdad conocida son dos entidades heterogéneas. Por eso es que es erróneo cuando
hablas de etapas que hay que superar. No son las verdades las que cambian sino el hombre, y
porque cambia va corriendo la serie de aquéllas, seleccionando las que le son afines y cegándose
para todas las demás.
La historia está comprometida a justificar todos los tiempos y esto no implica un
relativismo, sino que se refiere al hecho de dar a cada opinión humana un sentido plenario de
verdad. Es decir, lo que decían los de la etapa de niñez o juventud mi amigo, no era algo falso
que instaba a la superación mediante el positivismo, sino que también era verdad.
COMTE: Primero amigo debo decirte que las épocas de inmadurez no trajeron ninguna
verdad, sino que es la época positiva la que busca y encuentra, gracias a su método el
conocimiento pleno. Además mi querido Ortega, no puedes negar que el progreso en el tiempo
existe; no sólo puede observarse fácilmente sino que también es necesario.
ORTEGA: Sobre el tema del conocimiento quisiera volver luego. Pero ahora quiero
responderte por qué crees que hay progreso, cuando yo creo que depende de la época la verdad
que se tendrá en cuenta, sin descartar otras, a menos que racionalmente se llegue a constatar que
son erróneas, y no por ser más avanzada la época será mejor la verdad o más verdadera, o más
acabado su conocimiento. Y que el cambio de doctrinas o pensamientos es gracias a la
articulación de tres generaciones en todo presente.
COMTE: ¿A qué te refieres con eso?
ORTEGA: En cada presente existen tres generaciones a la vez: los jóvenes, los hombres
maduros y los viejos. Esto significa que toda actualidad histórica, todo «hoy» envuelve en rigor
tres tiempos distintos. Esto es lo que suelo llamar en mi juvenil pensamiento, anacronismo
esencial de la historia. Una generación es una moda integral de existencia que se fija indeleble
sobre el individuo. Cada generación tiene su forma de ver la realidad, cada generación toma del
cúmulo de verdades eternas las que quiere tomar, es decir cada generación tiene sus propios
“supuestos”; y muchas veces, la distancia de generación en generación es enorme: la nueva
generación no encuentra apenas comunidad con la precedente. Cada generación parte de
supuestos más o menos distintos y esto quiere decir que el sistema de las verdades y el de los
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valores estéticos, morales, políticos, religiosos tiene inexorablemente una dimensión histórica,
son relativos a una cierta cronología vital humana. Cuando sucede esto se habla de crisis
histórica que no debe ser tomada siempre con un significado triste, sino que implica cambio
hondo e intenso, puede ser cambio a peor pero también cambio para mejor. Y creo que los
supuestos de mi generación joven en contraposición con tu generación anciana Comte han traído
una crisis a la física de tu generación, que logrará un cambio para mejor ya que obtendrán el
lugar que tienen que tener, y la filosofía volverá a tener el lugar que le corresponde.
COMTE: ¿¡De qué estás hablando!? ¡El espíritu de Galileo, Bacon y demás hicieron que
la filosofía positiva comenzara a encontrar su lugar!
ORTEGA: Dejame hablarte de Galileo y de tu forma de ver la filosofía, que me parece
está siendo confundida con la idolatración de la física. Galileo comenzó una disciplina intelectual
que por un lado posee el rigor deductivo de la matemática y por otro nos habla de objetos reales;
un conocimiento que obtenido mediante precisas deducciones, era a la par confirmado por la
observación sensible de los hechos, es decir que toleraba un doble criterio de certeza, el puro
razonamiento por el que creemos llegar a ciertas conclusiones y la simple percepción que
confirma esas condiciones de pura teoría. Así surge el modo de conocimiento experimental, que
caracteriza a la física. Además de su práctica exactitud y su confirmación por los hechos
sensibles, las verdades teóricas de la física tenían la condición de ser aprovechables para las
conveniencias vitales del hombre. Partiendo de ellas, podía el hombre intervenir en la Naturaleza
y acomodársela en beneficio propio.
COMTE: ¡Pero sí, ésa es la función de la filosofía positiva! Puede manifestar por la
experiencia las leyes que acompañan en su ejecución a nuestras funciones intelectuales y por
ende, el conocimiento riguroso de las reglas generales convenientes para proceder con
seguridad a la búsqueda de la verdad.
ORTEGA: Es necesario subrayar, compañero, que la utilidad práctica de las ciencias no
hace a su perfección. Este aspecto fue utilizado por tu generación, llena de hombres burgueses
interesados en la vida práctica más que en la vida contemplativa. El burgués quiere alojarse
cómodamente en el mundo y para ello intervenir en él modificándolo a su placer. Este comfort es
un capricho que nosotros tenemos hace mucho tiempo, pero que no revela por sí solo
superioridad alguna de carácter. Tampoco este comfort es señal de progreso ya que aparece
repartido al azar por épocas de muy diferente altitud.
Hemos llegado aquí, Comte, al clímax de la discusión. Para ti mi gran y viejo amigo, la
acción es quien define la verdad del conocimiento.
BOLTZMANN: ¡Así es! ¡Estás en lo correcto! Si me permiten, ni la lógica, ni la
filosofía, ni la metafísica deciden en última instancia de si algo es verdadero o falso, sino
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únicamente lo decide la acción. No hay más razonamientos correctos que los que tienen
resultados prácticos.
COMTE: Te has precipitado, pero has hablado correctamente Boltzmann. El sentido del
saber es el prever, y el sentido del prever es hacer posible la acción.
ORTEGA: Muy bien, veo que están de acuerdo. A esta forma de pensar señores, en mi
humildad la llamo Pragmatismo. La sociedad se ha interesado en la física por su utilidad, y este
interés social casi hace desaparecer a la filosofía en tu generación Comte, si es que ésta no fuera
absolutamente imprescindible. El filósofo de tu época se avergonzó de no ser físico.
COMTE: ¿Pero de qué estás hablando? Si justamente ése es el sentido y el objetivo de la
filosofía positiva. Darle a la filosofía lo que se merece, la universalidad.
La filosofía positiva es la única que puede ser base sólida para la reorganización social,
que debe terminar con el estado de crisis en que se encuentran desde hace tiempo las naciones
más civilizadas. Mientras no se adhieran todas las mentes individuales con un sentimiendo
unánime a un cierto número de ideas generales, capaces de constituir ua doctrina social común,
es indudable que el estado de las naciones continuará siendo esencialmente revolucionario.
Hay que transformar sustancialmente el estado actual de las sociedades. El desorden de
las intelicias en las que nos encontramos se debe al empleo simultaneo de las tres filosofías
radicalmente incompatibles. Si una de ellas tuviera carácter universal y completo, habría un
orden social determinado. Unicamente la filosofía positiva está llamada a prevalecer según el
curso ordinario de las cosas. Es la única que a lo largo de los siglos siempre ha estado en un
permanente progreso mientras que sus antagonistas están en continua decadencia.
Además Ortega, para la sociedad sigue prevaleciendo el método teológico y metafísico. Y
este es el objetivo de la filosofía positiva, llenar esta laguna para que al fin todo el pensamiento
sea positivo. Todas las especulaciones deben ser homogéneas y así la filosofía estará
definitivamente en su estado positivo.
ORTEGA: Pero justamente amigo es aquí donde está el problema. ¿Qué función cumple
el Filósofo entonces?
COMTE: Y es aquí donde surge el segundo objetivo claro de la filosofía positiva. Déjame
explicarte. El sistema de las ciencias naturales hace conocimientos que salen de un mismo tronco
y no hay que verlos como cuerpos aislados. Es decir, la filosofia positiva debe tener un carácter
de generalidad y debe ser enseñado así en el sistema de formación educativa. Cada ciencia crece
lo suficiente como para especializarse, y separarse del tronco y esto hace que sea casi imposible
la universalidad de las investigaciones especiales. Mucho es de temer que el espíritu humano
acabe perdiéndose en los trabajos de detalle, por eso es necesario hacer de las generalidades
científicas una gran especialidad nueva. Que una nueva clase de investigadores, “los filósofos”,
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preparados con una educación conveniente, sin entregarse al estudio perfecto de cada parte de la
filosofía natural, se ocupara únicamente de determinar con exactitud el espíritu de cada una de
ellas, de descubrir sus relaciones y su coordinación, de resumir todos sus principios propios.
Sabios de las generalidades.
Las divisiones de las ciencias son arbitrarias pero esencialmente artificiales. La filosofía
positiva debe servir para solucionar problemas que remiten a la cohesión de varias ciencias.
Organizar de una manera permanente tales combinaciones, que sin ella no se formarían de la
forma adecuada.
ORTEGA: Sería como un organizar el conocimiento generalizado de las verdades de los
fenómenos. La Filosofía pasaría a ser una simple teoría del conocimiento, que actúa como
servidora de las ciencias.
COMTE: Si quieres, puedes decirlo con esas palabras.
ORTEGA: Ahora, sólo cuando sepamos qué es el conocimiento podremos ver si los que
el hombre posee llenan o no esa significación. Ahora bien, trata de seguirme. El físico, el
científico se basa como dijimos en experimentos. Pero estos experimentos son una manipulación
nuestra mediante la cual intervenimos en la naturaleza. Es decir que se crea una realidad física.
Pero, mi querido Comte, la filosofía no busca precisamente como realidad lo que es con
independencia de nuestras acciones, lo que no depende de ellas; antes bien, éstas dependen de
la realidad plenaria aquella. Déjame decirte que los científicos de hoy y los que vendrán están
intentando superar la idolatría del experimento y quieren recluír el conocimiento físico a su
órbita; así queda la mente franca para otros modos de conocer y queda también viva la
sensibilidad para los problemas verdaderamente filosóficos. Esto no quita nada de gloria a la
física, sino que le doy su solidez prodigiosa poniéndola en el lugar en que va.
Además déjame decirte Comte que es necesario ante tu generalización que cada ciencia
acepte su limitación. Cada ciencia debe hacerse independiente de las demás teniendo en claro su
“jurisdicción”. El mismo Galileo aceptaba como cosa evidente por ejemplo la jurisdicción
superior de la geometría sobre la física. Es cierto amigo, que las ciencias no pueden quedar en
posición de intratable independencia, es menester que logren articularse unas con otras, pero no
supeditarse. Y esto pueden hacerlo sólo si toman tierra firme en la filosofía contemplativa.
COMTE: Pero Ortega, la filosofía positiva es el único medio verdadero y racional de
hacer evidente las leyes lógicas del espíritu humano. Al considerar todas las teorías científicas
como grandes hechos lógicos, es únicamente a través de la profunda observación de esos
hechos que se puede llegar al conocimiento de las leyes lógicas. Esto no lo puede lograr el
espíritu filosófico que intenta llegar al descubrimiento de las leyes fundamentales del espíritu
humano contemplándose a sí mismo.
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¿Cual es la prueba esencial de que la contemplacion directa del espiritu por si mismo es
ilusioria? El espiritu humano puede observar directamente todos los fenómenos, excepto los
suyos propios. Puede admitirse que el hombre se observe a sí mismo en fenómenos morales; sin
embargo, esto no puede tener excesiva importancia científica ya que la mejor forma de conocer
las pasiones será siempre observándolas fuera de uno mismo. El objetivo filosófico de la ciencia
es reducir al máximo el número de leyes generales para la explicación positiva de los
fenómenos naturales.
MARX: ¡Yo estoy contigo Comte! ¡Los filósofos se han limitado a interpretar al mundo
de diversas maneras, cuando en verdad de lo que se trata es de transformarlo!
ORTEGA: Ante esto que han dicho, creo que es menester volver al principio, volver a las
preguntas que muchas veces han resonado en boca de muchos. ¿Qué es filosofar? ¿Por qué el
hombre filosofa?
PIEPER: Si me permites, gran amigo quisiera responder a esas preguntas. Filosofar
señores, significa experimentar que el cercanos mundo circundante de los días corrientes,
determinado por las necesidades inmedaitas de la vida, puede ser conmovido y debe serlo por la
realidad total que muestra las imágenes esenciales de las cosas eternas. Filosofar significa dirigir
la mirada a la totalidad del mundo. Entonces lo propio y distintivo de una cuestión filosófica es
que no puede ser planteada ni contestada, en la medida en que es posible una respuesta sin que al
mismo tiempo entre en juego la totalidad de los que es. Una misma pregunta puede ser
respondida tal vez desde el punto de vista del mundo circundante; si se quiere ir más allá, se
puede responder de manera técnica pero si se sube un escalón más, se puede responder
filosóficamente en donde entran las cosas existenes, Dios y el mundo. Y llegar al filosofar
mismo implica un tiempo de ocio, para que las cosas puedan asombrarnos en su contemplación y
así descubrir la verdad eterna en las cosas. Pero al ser verdad eterna, entramos en lo que sería un
continuo sábado santo. Para mi que soy cristiano, el Viernes es muerte, el Domingo resurrección.
Si hacemos analogía, el conocimiento de la realidad no es ni un Viernes en el que no conocemos
nada, ni un Domingo en el que resucitamos en el conocimiento y vemos las cosas acabadamente.
Nuestro conocimiento es un continuo y eterno Sábado de espera, espera con alegría. Conociendo
cada vez más pero sabiendo que no llegaremos jamás a conocer del todo esas causas primeras. Y
ese es el miedo que tiene Comte. No puede entender que no puede llegar a conocer todo,
entonces lo descarta.
MARECHAL: Lo que dices es muy bonito Pieper. Se produce un esplendor de lo
verdadero al ver la realidad. Lo hermoso, por el amor de su hermosura nos atrae a una verdad
escondida en su seno. Por lo que viendo la belleza de las cosas, es que vemos su verdad

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esplendorosa, y ese es el asombro al que te refieres me parece. La belleza de las cosas, su
hermosura profunda, nos asombra y nos deja ver la verdad de las cosas.
ORTEGA: Bien han hablado, y retomando el tema, el filosofar es buscar el conocimiento
de todo cuanto hay; el filósofo se embarca a lo desconocido como tal. Es el conocimiento que
busca la penetración perfecta del objeto por el intelecto del sujeto; pero no es pausible pensar en
una penetración total del objeto por el sujeto. Cabrá entonces una escala de valores de
conocimiento según la mayor o menor aproximación a ese ideal.
Cuando las ciencias encuentran un problema insoluble para ellas, lo dejan de lado. La
filosofía en cambio al partir admite la posibilidad de que el mundo sea un problema en sí mismo
insoluble. Para tu pragmatismo, un problema insoluble no es un problema ya que llaman
problema a lo que pueden resolver. La “verdad científica” se caracteriza por su exactitud y el
rigor de las previsiones. Donde la ciencia no puede llegar, el Hombre en cambio sí. El físico
llega a las causas mediatas, pero hay más causas más allá, causas primeras y es natural que el
hombre intente llegar a aquella. Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse
de él. ¿A quién le ha quitado alguna vez el hambre saber que no podrá comer?
COMTE: Creo señores, que han hablado bien. Pero mis ideas son éstas, y no voy a
cambiarlas. Creo que necesitan madurar en el pensamiento para dejar atrás esas creencias
abstractas que a fin de cuentas no sirven para nada. Esa no debe ser la función del filósofo.
¿Contemplar?. Prefiero transformar y controlar y ante lo que no puedo resolver, me mantengo
agnóstico pues no sirve. Debo irme señores, fue un placer tener esta charla con ustedes.
ORTEGA: Gracias a ti querido amigo. Creo que tu lección se ha enriquecido bastante.
¿Emprendemos regreso Pieper?
PIEPER: Claro. Volvamos. Alejémonos de la muchedumbre.
Mira a ese pequeño Ortega, a estado presente en todo el diálogo. Parece asombrado,
como si estuviera más allá del mundo cotidiano que lo rodea. Eh tú pequeño, ¿qué opinas de lo
que has escuchado?
PEQUEÑO: ¿Yo?
PIEPER: Sí, has oído toda la conversación, en tu inmaduro pensamiento por tu temprana
edad, ¿qué tienes para decir?
PEQUEÑO: Me parece que este Comte es producto de la forma de pensar de hace
algunos años. La ciencia hace algunos años era todo, servía para todo y parecía que podía
solucionar todas las incomodidades del Hombre. Pero se olvidó de que es natural al Hombre y lo
será siempre, el hecho de sentirse incómodo ante la realidad, porque jamás terminará de
conocerla. Además, ¿cómo va a poner a la historia como tres estadíos análogos a la vida del
hombre? Es decir, si la teología es la niñez; la metafísica la adolescencia, y el positivismo la
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madurez excelsa... ¿cuándo llega la muerte? Porque, que yo sepa, después de la madurez viene la
vejez, y después de esta es inevitable la muerte.
Además, dice que los conocimientos humanos tienen cómo capacidad llegar sólo a los
conocimientos demostrables empíricamente, pero... ¿es empíricamente demostrable que el ser
humano puede llegar sólo a éstos conocimientos?. Me parece que no.
El error que comete es poner a las ciencias como excluyentes de toda otra forma de
conocimiento. Lo cierto es que el punto está justamente en distinguir a la filosofía en su aspecto
contemplativo o práctico. Para uno, las causas primeras no tienen importancia, lo importante son
los fenómenos, lo que podemos concretar y manejar a nuestro criterio, lo que podemos conocer
acabadamente. Lo otro no tiene sentido. Para Ortega, Pieper, Santo Tomás, entre otros la
filosofía es eso mismo, es el amor a la sabiduría, como conocimiento acabado que no vamos a
tener jamás, por eso se basa en contemplar la realidad, en admirarla con ojos esperanzados que
no se desaniman.
Lo que pienso es que las ciencias deben seguir avanzando y experimentando, pero
basándose en principios causales que le demuestra la filosofía. Porque los científicos muchas
veces se olvidan de que están trabajando para trasnformar algo que en lo profundo de las
esencias es inmutable. Entonces para eso está la filosofía, para sentarse, mirar la realidad, y
entenderla tal cual se presenta, sin intentar. Intentar conocer mediante esa búsqueda esperanzada
y amorosa que insita a seguir en el camino del conocimiento pero sabiendo que la meta no está
en este mundo.

CONCLUSIÓN
Si bien, mi conclusión del tema está plasmada en todo el trabajo en forma de matiz,
intenté al final del “diálogo” ingresar a un nuevo personaje, un pequeño, que sería mi conclusión
final.
Poner a Comte como un predicador, y a Ortega como una persona que intenta
desacreditarlo es prácticamente lo que sentí al leer los dos libros. Es decir, al leer a Comte sentí
que me predicaban otra filosofía, una filosofía revolucionaria, un cambio de posturas que debe
realizarse necesariamente. Al leer a Ortega, sentí que era un filósofo humilde, que ve la filosofía
como una actividad hermosa e innecesaria, una búsqueda del saber, e intenta en su obra darle el
lugar que le pertenece; teniendo bien en cuenta que la época de la filosofía práctica es una época
pasada, y mala para la filosofía en sí, tanto que dice que pudo haber desaparecido si ésta no fuera
esencialmente necesaria. Es un defensor de su época, época que cree es de esplendor para el
pensamiento a pesar de que es dura la batalla contra el pragmatismo.

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La sociedad en la que vivimos hoy es receptiva de las ideas de Comte. Hoy en día cuando
se habla de filosofía al que no sabe del ámbito contesta diciendo que es hablar bien, o “mirarle la
quinta pata al gato”, o decir cosas que no sirven para nada. Y éstas son contestaciones que
provienen de una creencia que se ha ido plasmando en la sociedad desde la época de Comte: lo
único necesario es lo útil, lo que sirve para el ahora. La filosofía desde mi punto de vista es pura
contemplación, sentarse a ver la realidad e intentar entenderla, ¿para qué modificarla si así nos la
dio Dios?
Los avances científicos como bien especifica Ortega, no son malos, al contrario muchas
veces son necesarios; pero no son lo único. Hay bases en el pensamiento que no pueden ser
cambiados ni dejados de lado, porque son las causas primeras de las cosas, esas cosas de la vida
cotidiana, que nos asombran cuando vemos más allá de su utilidad cotidiana. Es imposible dejar
esto de lado, hacer que el hombre se crea tan suficiente como para modificar la realidad a su
antojo y creer que conocer éstos fenómenos científicos son conocimiento acabado; y que no es
necesario nada más.
Como bien dice Ortega, la filosofía no puede desaparecer, es imprescindible y eso lo
demuestran los mismos científicos que llegan a cuestiones que no pueden resolver mediante
experimentos, y lo dejan en manos de filósofos. Y tampoco puede decirse que las respuestas
teólogicas y metafísicas a estas cuestiones son imaginaciones de un espíritu pequeño que hay que
dejar atrás para darle paso a las mentes brillantes de la ciencia. Es innatural en el hombre no
preguntarse alguna vez ¿qué es el hombre?, ¿por qué existe?, ¿por qué estamos aquí?; y no hay
experimento alguno que resuelva mediante una fórmula acabada las respuestas a estos
interrogantes.
Como bien dice Ortega hoy más que nunca hay que darle el lugar a la filosofía que se
merece. Y el hoy de Ortega, no es nuestro mismo hoy. En esta época de escepticismo, de
relativismo circundante, de libertinaje, hay que darle a la filosofía el lugar que le corresponde, el
de esposa del saber, esposa de verdades inagotables y no cambiantes que le dan sentido a la
realidad. El objetivo último de Comte era llegar a una armonía en la sociedad, pero se equivocó.
Jamás llegaremos a la armonía si no partimos de principios inmutables, de que las cosas son,
fueron y serán de una manera. Ésa es su verdad, y está presente en la misma realidad, sólo hay
que sentarse a contemplarla.

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BIBLIOGRAFÍA
 Compte, Augusto; Curso de filosofía positiva, Bs.As., Andrómeda, 2004
 Einstein, Albert; prólogo al libro de Max Planck, ¿A dónde va la ciencia?; (apuntes
clase)
 Marechal, Leopoldo; Descenso y Ascenso del alma por la belleza, Bs.As., Salido,
1984, (apuntes clase)
 Marx, Karl; Tesis sobre Feuerbach, XI; (apuntes clase)
 Ortega y Gasset, José; ¿Qué es la filosofía?, Madrid, Espasa-Calpe, 1995
 Pieper, Josef; El ocio y la vida intelectual, Madrid, Rialp, 1970
 Steiner, George; Presencias Reales, Barcelona, Destino, 1991, (apuntes clase)

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