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TEMA 6

LOS PATRIARCAS : ABRAHAN, ISAAC Y JACOB

Iluminación
“Abrahán vivió ciento setenta y cinco años. Después expiró; murió en buena
vejez, colmado de años, y fue a reunirse con sus antepasados. Sus hijos Isaac e
Ismael, lo enterraron en la cueva de Macpelá, en el campo de Efrén, hijo de Sojar,
el hitita, enfrente de Mambré… Después de la muerte de Abrahán, Dios bendijo a
su hijo Isaac, que se quedó a vivir junto al pozo de Lajai-Roí” (Gn 25, 7-11).
“Los israelitas ofendieron al Señor con su conducta y dieron culto a los
ídolos. Abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados, que los había sacado de
Egipto; se fueron detrás de los dioses de los pueblos vecinos y los adoraron,
provocando con ello la ira del Señor. Abandonaron al Señor y dieron culto a Baal y
Astarté.
La ira del Señor se desató contra Israel; los entregó en manos de
asaltantes que los saquearon… Entonces el Señor suscitó jueces que los libraron
de la banda de asaltantes…” (Jue 2, 11-19).

Introducción
En el libro del Génesis, después que el Señor nos revela todo lo referente a
la creación del universo, la historia de Adán, Eva y sus hijos; y la historia de Noé y
sus hijos, comienza la historia de los Patriarcas. Con los patriarcas, especialmente
con Abrahán Dios comienza su pueblo, que con el tiempo se llamará Israel en
razón del segundo nombre del patriarca Jacob. La historia de los patriarcas ocurre
aproximadamente entre los siglos XIX y XVII a. C. Los cuatros siglos siguientes
será el tiempo de esclavitud del pueblo de Israel en Egipto hasta cuando Dios se
compadece y envía a Moisés para salvarlos. Moisés será quien con la ayuda de
Dios libera a Israel, recibe la tabla de los Diez Mandamientos en el Sinaí pero no
llega entrar a la tierra prometida. Después de la muerte de Moisés, Dios elige a
Josué para que introdujera a su pueblo a la tierra de sus antepasados.
A la muerte de Josué –finales del s. XIII, alrededor del 1200 a.C.- se inició
una época difícil para el pueblo de Israel por los enfrentamientos continuos que
tuvieron con los pueblos que poblaban aquellas tierras. Como los israelitas no
fueron siempre fieles a Dios, nuestro Señor permitía que fueran castigados por los
azotes y dominaciones de los pueblos vecinos; y para librarles de esos momentos
difíciles, escogió a algunos de ellos como jefes del pueblo de Israel que se
conocen con el nombre de Jueces. El tiempo de los jueces termina cuando
comienza el tiempo de la monarquía con el rey Saúl hacia el año 1030 a.C.

I. LOS PATRIARCAS
La etapa patriarcal recuerda la llegada y primer asentamiento en la tierra
prometida y explica porque los israelitas fueron a Egipto. El ciclo de los patriarcas
se compone así:
1. Abrahán y su hijo Isaac (Gn 12, 1-25, 18)
El tema de este ciclo es la espera ansiosa de un hijo que colme la soledad
de una pareja de personas de edad avanzada. El nacimiento de Isaac sería el
desenlace normal pero sigue la escena del sacrificio que le da dramatismo al
conjunto. En este panorama hay dos relatos independientes: la compra de la
cueva de Macpelá como propiedad sepulcral y la búsqueda de una esposa para
el heredero. La muerte de Abrahán cierra este ciclo.
En la vocación de Abrahán resuena la llamada a todo el pueblo de Israel. El
Señor le promete la bendición divina, y le encomienda ser fuente de la bendición
de Dios para todos los pueblos. Después cuando en la región el hambre se hace
terrible Abrahán va a Egipto y mintiendo que Sara es su hermana le atienden bien.
Su iniciativa es cobarde y pone en peligro las promesas al abandonar la tierra y
renegar de la que estaba destinada par ser madre de una descendencia
numerosa. El faraón al enterarse que era su mujer le expulsa de Egipto y regresa
al Negueb juntamente con Lot. Ambos tenían muchos bienes y tuvieron que
separarse. Lot se dirigió a la zona del valle del Jordán y poco a poco llegó a
Sodoma, mientras que Abrahán se quedó en el oeste, en la tierra de Canaán
donde se le renueva las promesas.
En medio de la desesperación porque no le llegaba el hijo de la promesa,
vence reyes poderosos de la región, se encara con Dios que no le cumple lo que
le había prometido, tiene un hijo, de nombre Ismael, en su esclava Agar por
instigación de Sara. En estos últimos sucesos se nota la desconfianza de Abrahán
en su Creador. En el transcurso Dios destruye Sodoma porque pecaban mucho
pero salvó a Lot y su familia.
Por fin el nacimiento de Isaac es el final feliz de la larguísima espera. Como
contraste aparece la forzosa renuncia a Ismael. A la angustia de los preparativos
para la partida de Agar, esclava de Abrahán y madre de Ismael, sigue la dramática
escena de una madre que no quiere ver morir a su hijo ni abandonarlo. El grito
desesperado de un niño en la soledad del desierto, es escuchado por Dios; de ahí
su nombre Ismael (Dios escucha). El final es grandioso e inesperado: Dios le
salva, le cuida y hace él un gran pueblo.
Abrahán no esperaba que Dios le pidiera algo horrible: sacrificar a su único
hijo. A pesar de todo hace caso y pasa la durísima prueba. ¡Ahora sí ese hijo es
don gratuito. Tiempo después muere Sara, Isaac se casa con Rebeca y Abrahán
también expira; pero no es el final sino un momento en la historia divino-humana
que continúa.

2. Isaac y sus hijos mellizos (Gn 25, 19-36, 43)


Desde cuando Rebeca estaba embarazada de los hijos mellizos de Isaac ya
eran antagonistas. El Señor le había dicho a Rebeca: “Dos naciones hay en tu
seno; dos pueblos se dividen desde tus entrañas; uno será más fuerte que el otro,
y el mayor servirá al menor”. En efecto esto sucedió cuando ya eran grandes
Esaú, que era el mayor, cedió su primogenitura a Jacob por un plato de lentejas.
Vino una hambruna en aquella región e Isaac tiene que ir a Guerar con el Rey
Abimélec quien le tiene mucha consideración, le protege y se hace muy rico con la
bendición de Dios.
Cuando Isaac era ya viejo, llamó a su hijo mayor para bendecirlo pero en
vez de él se presentó Jacob inducido por las maniobras de su madre quien le
ayudó con el guiso que había pedido Isaac, la ropa de Esaú, y las pieles con el
que se cubrió el brazo y el cuello para que no le reconociesen. Rebeca engaña a
su marido y se aprovecha de la ausencia de Esaú que había ido al campo a cazar.
El castigo de Rebeca será quedarse sin hijos. Isaac que pretende cambiar la
voluntad de Dios dejándose llevar por la ley natural y por sus preferencias acaba
bendiciendo a quien no quería. Jacob se porta de forma egoísta; por eso su
desgracia será tremenda: tendrá que huir y ser humillado. Al regresar su miedo
será tan grande que intentará devolver cuanto robó. Esaú tampoco es Inocente
porque intentó recuperar los derechos de primogenitura que un día menospreció y
vendió. Se queda sin nada. La escena culmina en la bendición de Jacob. La
bendición es irreversible porque viene de Dios que ni cambia ni se retracta. La
palabra divina se impone, así lo reconocen Isaac y Esaú. Isaac murió en Mambré
y lo sepultaron sus hijos Jacob y Esaú.

3. Jacob y sus hijos (Gn 37, 1-50, 26)


Jacob tuvo doce hijos. El primogénito era Rubén pero como ofende
gravemente a su padre queda sin efecto y se prepara la bendición para Judá. El
hijo a quien más quería Jacob era José, hijo de Raquel. José a causa de la envidia
de sus hermanos, es vendido y llevado como esclavo a Egipto; allí consigue el
máximo poder del Faraón. En un tiempo de hambruna en Canaán, sus hermanos
se ven obligados a ir a Egipto. José a pesar de lo que le había hecho les salva. La
figura de José es ejemplar, tanto en sus relaciones con Dios, como las que
mantiene con su familia y con los egipcios.
Jacob al saber de su hijo José y ante las circunstancias que estaba viviendo
en Canaán enfrenta de nuevo el riesgo de abandonar la tierra prometida. La
decisión la toma teniendo en cuenta la promesa que Dios le hace: volvería un día
a la tierra que hoy deja. En Egipto Israel se instala con sus hijos y sus ganados en
la región de Gosen, según la voluntad del Faraón. Después de un tiempo Israel, ya
viejo llama a José y le pide que cuando muera no le entierre en Egipto sino en la
tierra de sus antepasados. José le promete. Israel se enferma y así bendice a los
hijos de José: Efraín y Manasés. Efraín, el menor, es bendecido con la mano
derecha de Israel en señal de predilección. Reunió a todos sus hijos y les dió su
última bendición e instrucciones, y luego expiro. José, sus hermanos y los
consejeros del Faraón llevaron el cuerpo de Jacob a Mambré y lo enterraron. José
regresó a Egipto y cuidó de sus hermanos y sus hijos. Al final murió también
indicándoles que Dios un día les llevaría de nuevo a Canaán y cuando esto
suceda pidió que lleven sus huesos a la tierra de sus antepasados.

II. LOS JUECES


Como ya se anotó arriba, la conquista de la tierra prometida no fue rápida y
triunfal, sino lenta y laboriosa. La posesión total no fue una realidad hasta los días
de Saúl y David. Los casi doscientos años que van desde la muerte de Josué
(hacia el 1200 a.C.) hasta el establecimiento de la monarquía (hacia el 1030 a.C.)
son los años que corresponden al período de los jueces, durante el cual, las tribus
continúan la conquista, consolidan la posesión de sus respectivos territorios y
adquieren su identidad definitiva, a la vez que tienden a unirse y federarse.
Este proceso de consolidación y unificación está presidido por los jueces
mayores y menores. A los mayores mejor les sería llamarles “libertadores” o
“salvadores”. Se trata de hombres y mujeres que la tradición israelita recuerda con
admiración porque en determinados momentos de crisis se pusieron al frente de
una o más tribus y salvaron al pueblo de caer en manos externas (cananeos,
madianitas, moabitas, omonitas, filisteos, etc.). Los jueces no eran muy relevantes
en su origen, pero sobre los que venía el espíritu del Señor y los convertía en
guías y jefes carismáticos.
Los jueces mayores son: Otniel, Ehúd, Débora (y Barac), Gedeón, Jefté y
Sansón. Los jueces menores son: Sangar Tolá, Yair, Ibsán, Elón, Abdón. La
función de los jueces menores era la administración de la justicia, sin excluir otros
poderes de mando y gobierno más amplios.
Cada uno de los jueces tuvieron intervenciones muy importantes para
liberar al pueblo de Israel cuando después de haber pecado y entregado en
manos enemigas, se arrepentían y querían volver al Dios verdadero. La historia de
cada uno de los jueces mayores lo encontramos en el libro de los Jueces. Cuando
Dios suscita a estos personajes nos quiere dar un mensaje de esperanza. Lo
mismo que en el pasado el Señor quiere responder con el perdón y la salvación al
clamor sincero del pueblo arrepentido. Además el Señor quiere poner de
manifiesto que la obra es suya porque escoge a los que el mundo considera
débiles para confundir a los fuertes. Todos ellos no eran prototipo de sabiduría, sin
embargo Dios los escoge para una misión que cumplen a cabalidad.

PARA RECORDAR:
1. ¿Cuál es la relación de la Iglesia católica con el pueblo judío?
La Iglesia católica se reconoce en relación con el pueblo judío por el hecho
de que Dios eligió a este pueblo, antes que ningún otro, para que acogiera su
Palabra. Al pueblo judío pertenecen “la adopción como hijos, la gloria, las alianzas,
la legislación, el culto, las promesas, los patriarcas; de él procede Cristo según la
carne” (Rom 9, 4-5). A diferencia de las otras religiones no cristianas, la fe judía es
ya una respuesta a la Revelación de Dios en la Antigua Alianza (CCC169)

BIBLIOGRAFIA BASICA:
La Biblia de América
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (CCC)

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