Está en la página 1de 13

04

El miedo a la
primera vez
Hablemos un poco sobre el miedo

Los seres humanos tenemos infinidad de miedos que, en


algunas ocasiones, nos sirven, incluso pueden salvarnos la
vida, pero que en la mayoría de los casos solo nos paralizan,
impidiéndonos desplegar todas nuestras capacidades y
habilidades. En oratoria, al igual que en la vida, existen
tantos temores que con solo pensarlos nos detienen. Aprender
a controlarlos es el objetivo de este capítulo y comenzaremos
con el más difícil de vencer: el miedo a la primera vez.

El miedo, puede ser una bendición o una maldición, según la


actitud de quien lo enfrente. En las personas sin experiencia y
preparación en oratoria, suele paralizar la lengua, secar la boca
y la garganta, producir sudoración fría, engendrar movimientos
torpes del cuerpo (brazos y piernas), trabar la articulación de
las frases, la voz y lo que es peor, obnubilar la mente. Estas son
solo algunas de las manifestaciones físicas más comunes del
miedo. En el caso del orador profesional y experimentado, el
miedo constituye una poderosa fuente de energía, a la vez que
genera un grado de alerta y rapidez mental superior, que el
orador utiliza en su beneficio.

¿De dónde proviene el miedo a la Oratoria?

Esta es una pregunta muy interesante para hacernos, incluso si


la tomamos desde un punto de vista objetivo: “En realidad es
solo hablar en público, no existe ningún riesgo de muerte, ni
nada parecido”. Pese a este pensamiento, el miedo aparece
igual, la tremenda ansiedad se hace sentir, evidenciada en los
síntomas que conocemos del miedo. Sucede que el miedo a
hablar en público comienza o se forma desde la primera
infancia.
Desde niños se nos dice que cuando los mayores hablan
debemos hacer silencio. Cuando nos equivocamos al hablar, los
adultos se ríen en forma burlona. En la escuela debemos hablar
ante la mirada atenta y vigilante del maestro y unos cuantos
pares de ojos de los compañeros de clase. Si decimos algo
fuera de lugar, toda la clase estalla en carcajadas (tal vez sean
risas leves, pero las percibimos como risotadas).
Siendo jóvenes hemos experimentado varias malas pasadas
hablando, como por ejemplo cuando nos declaramos a una
joven y vivimos el terrible y descorazonador rechazo o cuando
damos un examen y nos toca una pregunta que no sabemos.
Sistemáticamente vamos asociando el hablar en público con el
dolor y el miedo a padecerlo. Vamos aprendiendo a temer a
expresarnos en público.

Dejemos el pasado atrás

Por más traumática que haya sido nuestra etapa de educación


primaria o secundaria, incluso universitaria, ya somos personas
adultas y contamos con muchas más habilidades desarrolladas
que en ese entonces. Por ello no podemos y no debemos
permitir que el pasado condicione nuestro presente.
Hoy contamos con elementos invaluables que antes no
teníamos, como más experiencia y desarrollo como personas,
más conocimientos, más madurez y mucha, mucha más
preparación para expresarnos en público. Que lo vivido no nos
limite. Abramos los ojos, ubiquémonos en el presente y
dejemos atrás el pasado.

El miedo nunca desaparece

También debemos tener en cuenta sobre el miedo, que nunca


desaparece, no importa lo que hagamos, siempre que debamos
enfrentarnos ante una disertación, este aparecerá sin que lo
llamemos. Si creemos que podemos eliminarlo, o peor aun si
esperamos hasta perderlo para poder avanzar, estaremos
estancados para siempre.
Al curso anual de oratoria que dicto desde hace casi diez años
asisten personas de todas las edades, profesiones, niveles
culturales, pero poseen algo en común: el miedo. Todos
manifiestan temor y esperan despojarse de él mediante el curso.
Es sorprendente ver su reacción cuando les digo que el miedo
nunca los abandonará, sin importar cuánto tiempo dediquen a
intentar eliminarlo.

El miedo es algo natural

El miedo oratorio, habitualmente es producto de la falta de


confianza en uno mismo, inseguridad personal, falta de
preparación académica, desconocimiento de la temática sobre
la cual se debe hablar.
El miedo es natural en el ser humano, y funciona como
mecanismo de defensa que nos mantiene alerta ante situaciones
de peligro. Por ejemplo ante un peligro inminente, nuestro
corazón se acelera, bombea más sangre, aumentando la
eficiencia de nuestras extremidades, nuestros sentidos se
agudizan y la mente se torna más rápida y clara. Esta es la
manera con que la naturaleza nos prepara para afrontar el
peligro ya sea enfrentándonos o emprendiendo la huída.
El problema surge cuando el peligro no existe en la realidad
pero para nuestra mente sí, esta lo interpreta como real y
dispara los efectos que describimos como miedo.

Se nos enseña a escribir y no a hablar

A esto se suma el hecho que desde niños se nos enseña a


escribir, pero no a hablar en público y mucho menos ante
grandes audiencias. Ni siquiera en la universidad, en carreras
afines a la disciplina, se enseña oratoria como es debido. Si se
imparte alguna cátedra de oratoria, es en forma teórica y con
muy poca práctica, lo que la hace inútil, porque la oratoria no
se aprende sino se vive, si no se experimenta.
No existen personas que no sientan miedo y si existieran serían
habitantes del manicomio o del cementerio. Todas las personas
por naturaleza experimentamos el miedo, porque es parte
integrante de nuestro ser. Lo que si existen son personas que
logran dominar el miedo y avanzar a pesar de él. Estas personas
han aprendido a controlar sus emociones de tal manera que
cuando salen a hablar en público dan la impresión de ser
inmunes a este fenómeno.
En este punto sería interesante formular las siguientes
preguntas:

¿Cómo lo logran?
¿Qué hacen exactamente?
¿En qué piensan en ese momento?
¿Realizan algún tipo de preparación previa?
¿Qué sienten antes, durante y después de su disertación?
¿Si ellos pueden hacerlo, nosotros también podremos?

El orador, siendo totalmente consciente de que tiene miedo y


que no va a desaparecer, se calma y encausa toda esa energía
que produce el temor para hacer una presentación mejor, dando
a los espectadores una impresión de seguridad total.

05 El miedo a la primera vez


De todos los miedos que pueden asechar a un orador, el más
frecuente, el primero y el más difícil de vencer es el miedo a la
primera vez. Este terrible fenómeno se encuentra al asecho
permanente y año a año va cobrando nuevas víctimas.
Mis alumnos de oratoria, comienzan el curso, repletos de
miedos e inhibiciones pero con muchas ganas de superarlos. Su
primera tarea consiste en pasar al frente de la clase y
presentarse. Una tarea básica que ya desde el primer día los
enfrenta en combate con su miedo. Luego, poco a poco,
conforme avanza el año se les va asignando distintas tareas
cada vez más complejas.

¿Cómo vencerlo?

La clave para enfrentar con éxito el miedo a la primera vez,


consiste en no pensar. Cuando pensamos nos acobardamos, y
definitivamente no nos lanzamos a la aventura de disertar. Hay
que dejar de pensar y simplemente avanzar. Para esto con mis
alumnos imaginamos que tengo un botón que cuando lo
presiono un resorte los expulsa de inmediato al escenario. Es
sorprendente lo efectivo que resulta además de lo divertido que
es ver como gente que no se anima a pasar a hablar de pronto se
encuentra de pie camino al escenario sin siquiera haberlo
pensado.
Una de las técnicas más comunes para controlar el miedo a la
primera vez y también en otras ocasiones, es dar unos treinta
saltitos momentos antes de subir al escenario. Este ejercicio tan
simple elimina muchísima tensión, nos afloja, y nos relaja para
comenzar más confiados y tranquilos.
Otro método consiste en ejercitar nuestra respiración
concentrándonos en ella, sintiendo y viendo con los ojos de la
mente el flujo de aire que entra y sale de nuestro cuerpo.
Practicar Yoga, al menos una vez a la semana, es una buena
alternativa para calmar la ansiedad y combatir el stress que
produce el tener que hablar en público. Algunos conferencistas
(soy uno de ellos) directamente meditan unos minutos antes de
cada presentación.

Dominar la Emociones.

El miedo escénico es una forma más de timidez social. Surge


debido a que como ya hemos dicho, desde la infancia vamos
cultivando pensamientos limitantes con respecto a la expresión
oral en público. También podemos considerar nuestro miedo
como una respuesta natural de protección ante la incertidumbre
de algo nuevo o pocas veces practicado.
Una de las herramientas más eficaces es la práctica y la
repetición, porque aportan control sobre nuestra ansiedad y nos
brindan seguridad. Ante un evento nuevo o poco conocido,
nuestra mente se pone en alerta creando una sensación de
mucha expectativa, lo que viene de la mano con un fuerte temor
a no alcanzarla.
Una vez transcurrido el evento sucede una de las dos cosas
siguientes: si se sufrió una mala experiencia el cerebro
confirmará y afianzará aún más nuestro temor. Por el contrario,
si fue una sensación agradable el cerebro almacenará tal evento
como algo positivo, por ello aquí debemos entender que el
temor al hablar en público es algo subjetivo y que no representa
un peligro real a nuestra vida, todo depende de nuestras
experiencias vividas. Si las dejamos, pueden tener una gran
influencia sobre nuestro presente, sin embargo debemos
comprender que no afectan nuestra autoestima, sino nuestras
expectativas. En otras palabras no tenemos la esperanza de
hacerlo bien la próxima vez porque anteriormente lo hicimos
mal.

¿Cómo aumentar la esperanza y controlar la


sensación de miedo al exponer?

Si observamos a los atletas de alto rendimiento, veremos que su


entrenamiento básico consiste en repetir reiteradas veces un
movimiento determinado con el fin de que su mente y todo su
cuerpo lo realicen en piloto automático. Lo mismo que se busca
conseguir en oratoria, concentrarnos en lo que hablamos sin
pensar en cómo lo hacemos, porque nuestra preparación nos ha
llevado a que todo nuestro ser funcione eficientemente en modo
automatizado.
En las clases de oratoria les digo a mis alumnos que piensen en
cómo se cepillan los dientes cada mañana y se sorprenden
cuando descubren que lo hacen siempre de la misma manera en
forma totalmente automática. No piensan, simplemente lo
hacen, y lo repiten día tras día exactamente de la misma
manera. Lo mismo sucede cuando aprendemos a manejar un
automóvil, al principio tenemos que pensar en los pedales, los
cambios, completamente concentrados en la tarea y sin
embargo lo hacemos realmente mal. Luego de unos meses ya
manejamos mientras charlamos con nuestro acompañante, o
vamos pensando en algo totalmente ajeno al manejo y sin
embargo lo hacemos perfectamente bien sin siquiera estar
conscientes de ello. Manejamos a la perfección totalmente en
piloto automático.
En nuestro entrenamiento en oratoria, cada vez que realizamos
una práctica, vamos almacenando en nuestro cerebro dicho
evento, que poco a poco comenzaremos a realizar de manera
automática. Además vamos acumulando experiencias positivas
que nos ayudan a ir combatiendo el temor al mejorar nuestras
expectativas futuras. Aunque no sean experiencias reales (solo
son ensayos), nuestro cerebro los va registrando como si lo
fueran. Ahí está el truco, con cada ejercitación tu esperanza
aumenta y tu cerebro entiende que es posible hacer bien la
presentación.
Bibliografía recomendada
A continuación se citan las principales fuentes
bibliográficas consultadas para la escritura de
esta obra:

Alain Badiou y Slavoj Zizek, Filosofía y Actualidad, el


debate, Buenos Aires, Amorrortu, 2011.

Aldous Huxley, La filosofía Perenne, Barcelona, Edhasa


Pocket, 2010.

Altschul, Carlos, Dinámica de la negociación estratégica,


Buenos Aires, Granica, 2007.

Amador, Pedro, Obras, Biblioteca Clásica, Madrid,


Editorial Gredos, 1982.

Antiguos Estoicos, Auto coaching, Buenos Aires, Gran


Aldea editores, 2009.

Aristóteles, Poética, Buenos Aires, Andrómeda Editores,


2004.

Bachrach Estanislao, Ágilmente, aprende cómo funciona


tu cerebro para potenciar tu creatividad y vivir mejor, 25º
edición, Buenos Aires, Sudamericana, 2016.

Beauvoir, Simone de, Todos los hombres son mortales,


Barcelona, Edhasa, 1997.

Berger, John, De A para X, una historia en cartas, Buenos


Aires, Alfaguara, 2009.

Blanchard, Ken y Hodges, Phil, Lead Like Jesús,


Nashville, Tennessee, W. Publishing Group, Thomas Nelson,
2005.

Braden, Nathaniel, La autoestima en el trabajo, Buenos


Aires, Paidos, 1999.

Buckingham, Marcus y Clifton, Donald O., Ahora


descubra sus fortalezas, Bogotá, Norma, 2009.
Carnegie, Dale, Cómo ganar amigos e influir sobre las
personas, Buenos Aires, De bolsillo, 2010.

Cooper, Robert, K., El otro 90 %, cómo aprovechar su


potencial para el liderazgo y la vida, Bogotá, Norma, 2009.

Covey, Stephen, R., El octavo hábito, De la efectividad a la


grandeza, Buenos Aires, Paidos, 2005.

Covey, Stephen, R., Los siete hábitos de la gente altamente


efectiva, Buenos Aires, Paidos, 2008.

Cruz, Camilo, Dr., El factor X, el poder de la acción


enfocada, Sunrise, Florida, Taller del Éxito, 2009.

Csikszentmihalyi, Mihaly, Fluir, una psicología de la


felicidad, Barcelona, Kairos, 1996.

Deb Gottesman y Buzz Mauro, Técnicas para hablar en


público, utilizando las estrategias de los actores, Barcelona,
Urano, 2002.

Descartes René, Discurso del Método, Buenos Aires,


Gradifco, 2007.

Descartes René, Meditaciones Metafísicas, Buenos Aires,


Gradifco, 2007.

Descartes René, Tratado de las Pasiones del Alma,


Clásicos, Buenos Aires, J. C. E. Ediciones, 2008.

Eco, Umberto, Técnicas y procedimientos de investigación


y escritura, Barcelona, Gedisa, 1992.

Eker, T. Harv, Los secretos de la mente millonaria, Cómo


dominar el juego interior de la riqueza, Buenos Aires, Sirio,
2009.

Esquilo, Tragedias, Biblioteca Clásica, Madrid, Editorial


Gredos, 1982.
Eurípides, Tragedias, tomos del 1 al 3, Biblioteca Clásica,
Madrid, Editorial Gredos, 1982.

Fernández, Jorge Osvaldo, La expresión Oral:


Persuasión, 5º edisión, Buenos Aires, Lumiere, 2005.

Figueiredo, Rubén y Vázquez Ávila, Marcelo, Alto


Desempeño, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 2005.

Fromm, Erich, Del tener al ser, Caminos y extravíos de la


conciencia, Buenos Aires, Paidos 2009.

Gasalla, José María y Navarro, Leila, Confianza, la


clave para el éxito personal y empresarial, Buenos Aires,
Urano, 2008.

Gladwell, Malcolm, La Clave del éxito, Buenos Aires,


Taurus, 2007.

Gladwell, Malcolm, Inteligencia intuitiva, ¿Por qué


sabemos la verdad en dos segundos?, Buenos Aires, Taurus,
2006.

Goldratt, Eliyahu, La decisión: cómo elegir la mejor


opción. Buenos Aires, Granica, 2009.

Goleman, Daniel, El líder resonante crea más, Buenos


Aires, De Bolsillo, 2008.

Goleman, Daniel, La inteligencia emocional: por qué es


más importante que el cociente intelectual, Buenos Aires,
Ediciones B, 2000.

Gottesman, Deb y Buzz, Mauro: Técnicas para hablar


en público, Buenos Aires, Urano, 2002.

Herrscher, Enrique, G., Pensamiento sistémico, Buenos


Aires, Granica, 2006.

Hesíodo, Teogonía, Biblioteca Clásica, Madrid, Editorial


Gredos, 1982.
Homero, Ilíada, Biblioteca Clásica, Madrid, Editorial Gredos,
1982.

Homero, Odisea, Biblioteca Clásica, Madrid, Editorial


Gredos, 1982.

Izzo, John, Los cinco secretos que debes conocer antes de


morir, Barcelona, Urano, 2008.

Julian, Larry, Dios mi jefe de negocios, Buenos Aires,


Editorial Peniel, 2004.

Kotter, John, P., El sentido de la urgencia, Bogotá,


Norma, 2009.

Kurt, N. C., El líder sensorial: el siguiente salto en la


evolución del liderazgo, Buenos Aires, Ediciones Lea, 2009.

Luthans, Fred, Comportamiento organizacional, México,


McGraw-Hill, 2008.

Marinoff Lou, Pregúntale a Platón, cómo la filosofía puede


cambiar tu vida, Barcelona, Ediciones B, 2003.

Marinoff Lou, Más Platón y menos Prozac, Barcelona,


Edisiones B, 2009.

Marinoff Lou, El poder del Tao, cómo hallar la serenidad en


tiempos de cambio, Barcelona, Ediciones B, 2011.

Maxwell, John, C., Desarrolle los líderes que están


alrededor de usted, Nashville, Editorial Caribe, 1996.

Maxwell, John, C., El lado positivo del fracaso, Nashville,


Editorial Caribe, 2000.

Maxwell, John, C., El talento nunca es suficiente,


Nashville, Thomas Nelson, 2007.

Maxwell, John, C., Las 21 leyes irrefutables del liderazgo,


Nashville, Thomas Nelson, 1999.
Maxwell, John, C., Leadership Gold, Nashville, Thomas
Nelson, 2007.

Menapace, Mamerto, Cuentos rodados, Buenos Aires,


Editorial Patria Grande, 2005.

Meyer, Paul, J., Las 25 llaves de un buen legado, Buenos


Aires, Editorial Peniel, 2004.

Mourkogiannis, Nikos, Purpose, the starting point of


great companies, New York, Palgrave Mcmillan, 2006.

Peters, Tom, El talento, cómo identificarlo y mantenerlo,


Madrid, Nowtilus, 2002.

Platón, Diálogos, tomos del 1 al 8, Biblioteca Clásica,


Madrid, Editorial Gredos, 1982.

Roda, Salinas, F. J. y Beltrán de Tena, R.:


Información y comunicación: Los medios y su aplicación
didáctica, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1988.

Roebuck, Chris, Delegar eficazmente, Barcelona, Blume,


2000.

Ron Hoff, Puedo verlo desnudo, Las presentaciones en


público despojadas de temor, Barcelona, Ediciones Granica,
1999.

Shriberg, Arthur; Shriberg, David y Lloyd, Carol,


Liderazgo Práctico, Mexico, CECSA, 2004.

Sinay, Sergio, ¿Para qué trabajamos? Ser lo que hacemos o


hacer lo que somos, Buenos Aires, Paidos, 2012.

Smart, J.K., Delegar realmente, Madrid, Pearson


Educación, 2005.

Smith, Jane, Dé lo mejor de sí, Mexico, Ediciones Granica,


2000.

Smith, Steve, Cómo delegar responsabilidades, Barcelona,


Editorial Gedisa, 2001.
Souza, Brian, Atrévete a ser quien quieres ser, Sunrise
Florida, Taller del Éxito, 2009.

Stone, W. Clement, La actitud mental positiva, un camino


hacia el éxito, Buenos Aires, Grijalbo, 1984.

Tucídides, Guerra del Peloponeso, Biblioteca Clásica,


Madrid, Editorial Gredos, 1982.

Warren, Rick, Liderazgo con Propósito, Lake Forest, CA,


Purpose Driven Publishing, 2005.

Williamson, Mariane, A return to love: Reflections on the


principles of a couses in miracles, New York, Harper Collins,
1992.

Yukl, Gary, A., Liderazgo en las organizaciones, Madrid,


Pearson Education, 2008.

Ziglar, Zig, Over the top, Nashville, Tennessee, Editorial


Caribe, 1995.

También podría gustarte