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Un empleado sujeta una pancarta con información sobre el virus en una estación de autobuses de Yakarta.

ACHMAD IBRAHIM / AP

Una madre tuvo un sueño en el que la llamaban del cole para anunciarle que tendría que darle clase en
su casa a todos los compañeros de su hijo mientras durara la pandemia. Una niñera soñó, en cambio, con
que los padres se pasaban al teletrabajo y la dejaban en la calle. También se registraron sueños con
ancianos vulnerables, familiares muertos, multitudes sin mascarilla, apretones de manos por error y
aglomeraciones en el autobús. Se acaban de publicar varios estudios que analizan el contenido y las
emociones de nuestros sueños durante los peores meses del confinamiento, en distintos países, y entre
todos ellos se observan estos mismos patrones en las temáticas. Pero también en la angustia: cuanto
mayor era la ansiedad de los soñadores, más probable era que sufrieran pesadillas. Algo que afecta
especialmente a las mujeres.
Estos estudios muestran cómo han cristalizado miedos y distancias sociales en las ensoñaciones de la
población. El último, realizado en Finlandia, observaron que las imágenes y sucesos relacionados
específicamente con la pandemia se habían colado en más de la mitad de los sueños reportados por los
sujetos estudiados, cuando por lo general las temáticas de salud e higiene rondan el 12% de los sueños
angustiantes en circunstancias normales. Usando un modelo computacional, encontraron varios grupos
de historias que se repetían una y otra vez. Personas ancianas en apuros, problemas en viajes y
transportes abarrotados, angustia por no poder tocar, escenas apocalípticas, complicaciones médicas...
“Nos emocionó observar que se repetían asociaciones en el contenido de los sueños que reflejaban el
ambiente apocalíptico del encierro por la covid-19”, explica la autora principal, Anu-Katriina Pesonen,
directora del Grupo de Investigación del Sueño y la Mente en la Universidad de Helsinki.

“La idea de una imagen compartida reflejada en sueños es intrigante”, añade Pesonen, “en lugar de
pensar que los sueños son estrictamente privados, los hallazgos señalan que el entorno compartido en
situaciones estresantes se asocia con contenidos de sueños similares, alguna forma de paisaje mental
compartido entre individuos”. Las temáticas pandémicas se repetían tanto en sujetos con altos niveles
de ansiedad como en aquellos que no parecían estar tan angustiados.

La incertidumbre de las mujeres

Pero las pesadillas sí reflejaban esa incertidumbre. Por ejemplo, en un estudio realizado en EE
UU observaron que cuanto más afectadas estaban las personas, sobre todo en su salud mental, más
aparecían los malos sueños. Y este patrón se repetía mucho más en mujeres, como también ha observado
Deirdre Barrett, de la Escuela de Medicina de Harvard. En su estudio, que ha estado recogiendo
información sobre el sueño de miles de personas en todo el globo, se señala que los motivos relacionados
con la muerte están tres veces más presentes en los sueños durante la pandemia que en condiciones
normales. Pero las mujeres mostraron "tasas más altas de emociones negativas, ansiedad, tristeza, ira,
contenido corporal, referencias a procesos biológicos, salud y muerte”.

“Que tenga un efecto mucho más fuerte en los sueños de las mujeres no es sorprendente”, explica Barrett,
porque “las mujeres realizan tres veces más trabajos de cuidados no remunerados que los hombres, es
más probable que sean cuidadoras de las personas enfermas de la familia, lo que las hace más
vulnerables a la infección”. Además, señala la experta de Harvard, las mujeres representan el 70% de los
trabajadores de la salud, ocupan los niveles salariales más bajos, corren un mayor riesgo de sufrir
violencia doméstica, tienen más probabilidades de tener contratos inestables y se ven más afectadas por
la pérdida de puestos de trabajo durante la pandemia. “Las mujeres sufren un mayor aumento de la
depresión y la ansiedad desde el comienzo de la pandemia que los hombres”, concluye Barrett, y las
pesadillas son una prolongación de las angustias que se viven durante el día.

Un indicio del estrés emocional

En otro estudio, realizado en Italia durante el confinamiento, también se observó que las mujeres
participantes indicaron una mayor intensidad emocional y un tono especialmente negativo de sus
sueños. Y un 20% incluyeron referencias explícitas a la covid. Curiosamente, los escenarios de los sueños
fueron principalmente lugares abiertos a los que no se podía acudir durante la cuarentena, como calles,
playas, bares. Pero en esos escenarios de libertad recuperada, los objetos que aparecían
mayoritariamente eran domésticos, como muebles, computadoras, móviles y mascotas, con las que los
aislados convivían permanentemente. “La transgresión del aislamiento, deseada y temida, es así la base
de sueños marcados por el peligro y la amenaza”, explican los autores del trabajo, de la Universidad de
Nápoles Federico II. Y matizan: “Pero la característica más específica de la experiencia traumática es la
sensación de impotencia: es decir, la sensación de que no tienes los recursos individuales para afrontar
la realidad”.

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