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Enamorada

KG MacGregor
Créditos

Traducido por Silvina


Corregido por Charisen
Revisado por Charisen
Diseño de portada y plantilla por Dardar
Diseño de documento por LeiAusten
Titulo original Crush
Editado por Xenite4Ever 2021
Índice
Créditos
Sinopsis
Renuncias
Historia
Biografía de la Autora
Sinopsis
Nina Brown es una estudiante graduada que está al final de su programa
de doctorado, cuya relación con su supervisora Ruby Collins, resulta ser
más que simplemente estadísticas. Esta historia fue escrita para el
especial de San Valentín del 2004 en la Royal Academy of Bards.

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Renuncias
Descargo de responsabilidad: la siguiente historia contiene referencias
menores a estadísticas y otros procedimientos matemáticos. Si eres reacio
a este contenido, o si vives en un estado donde tales inferencias
numéricas están prohibidas, esta historia no es para ti.

Esta historia fue escrita para el Especial de San Valentín del 2004 en la
Royal Academy of Bards. Es una historia de dolor/consuelo, énfasis en el
consuelo. Gracias a la Academia por la invitación; y gracias a mi
Sweetcakes por su interminable inspiración para las historias de amor.

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enamorada

―¿Viste esa lista de lectura para PS 2113? ¡Vamos a acabar con un


bosque entero si tenemos que copiar todos esos artículos! ―La estudiante
de posgrado con cola de caballo dejó caer su mochila con un ruido
sordo y se dejó caer en la silla de cuero.

―Te lo cambiaré cualquier día por la clase de Frazier. ¡Nos está obligando
a escribir tres artículos, más un parcial y un final!

Nina Brown se rio entre dientes ante el intercambio entre los estudiantes
del master de primer año. Este era simplemente su segundo semestre del
programa; no tenían idea de lo que les esperaba el próximo año cuando
nadie los llevara de la mano. Una vez que superaran este primer año, si lo
lograban, encontrarían que su carga de trabajo se duplicaba y ya no
habría nadie diciéndoles qué pensar.

A los 33 años, Nina prácticamente se consideraba una estudiante


profesional. Estaba al final de su programa de doctorado, trabajando
ahora en su disertación, que esperaba que estuviera terminada en un
año más… dos como máximo. Tener que trabajar a tiempo completo
retrasó su progreso, pero necesitaba el dinero para pagar las facturas
médicas que se acumularon después de que un automovilista golpeara
su la bicicleta y huyera de la escena hace tres años. Su seguro médico
para estudiantes no cubrió su prolongada hospitalización; tenía que
pagar más de doce mil dólares… como si seis años de préstamos
estudiantiles colgando sobre su cabeza no fueran suficientes.

Los siete estudiantes de posgrado, cuatro mujeres y tres hombres,


ocuparon sus asientos alrededor de la mesa de conferencias, listos para
comenzar con la serie de encuestas del semestre de primavera. Estaban
en el Instituto de Investigación Política del Sur, una organización
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financiada con subvenciones que rastreaba la opinión política en el Sur.
Tenía relaciones académicas con Departamento de Ciencias Políticas de
la Universidad Hartman en la zona rural de Tennessee y estaba ubicado
en uno de los edificios más antiguos del campus. Los puestos de
encuestador en el Instituto eran codiciados por aquellos que aún no
habían sido bendecidos con ayudantías de enseñanza en el
departamento de Ciencias Políticas. El Instituto pagaba bien por el
trabajo a tiempo parcial y las horas eran más flexibles, con gran parte de
su trabajo realizado por las tardes y los fines de semana.

Nina Brown tomó el asiento más cercano a la cabecera de la mesa,


donde la supervisora Ruby Collins se sentaba cuando copiaba el resto de
sus materiales. Nadie más que Nina se sentaba al lado de Ruby; los otros
preferían un poco de distancia para poder susurrar y reír sobre el estilo de
gestión de la mujer.

Ruby tenía un mantra para su personal; basura entra, basura sale. “Si no
pones buenos datos en la computadora, no obtiene buenos datos”. Ella
supervisaba de forma rutinaria sus encuestas y les informaba después de
las que consideraba difíciles o únicas. Su estilo práctico era más intrusivo
de lo que le gustaba a la mayoría de la gente, pero Ruby se tomaba su
trabajo en serio. Gracias a su diligencia, habitualmente detectaba errores
antes de que se convirtieran en parte de trabajos académicos o
presentaciones en conferencias. Estaba orgullosa de su trabajo, incluso si
no la admiraban particularmente como jefa.

Nina estaba en la reunión de hoy para ayudar a Ruby con la


capacitación sobre el nuevo instrumento de encuesta. Trabajaba no
como encuestadora, sino como estadística. El año pasado la había
contratado el director del Instituto, el doctor Arthur Grimes, quien quedó
impresionado con un artículo que había publicado en el Journal of
Southern Politics. Sus propias habilidades para calcular números estaban
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obsoletas, pero lo que más le gustó del trabajo de Nina fue la forma
sencilla en que presentó sus hallazgos con el nuevo software de
estadística.

Justo a tiempo, Ruby entró en la habitación, con los brazos cargados con
materiales de capacitación, apilados alternativamente para una fácil
distribución.

―Buenos días a todos. Espero que hayan tenido unas buenas vacaciones.
Estoy muy entusiasmada con esta próxima ronda de encuestas, porque
como saben, este es un año de elecciones. La nueva encuesta tiene una
interesante batería de preguntas sobre propaganda política….

Nina estudió los rostros de los encuestadores mientras Ruby presentaba su


descripción general. Pusieron los ojos en blanco, sonrieron y se empujaron
unos a otros debajo de la mesa cada vez que la voz de Ruby se
intensificaba de entusiasmo por el proyecto. Para ellos, este era sólo un
trabajo que compensaría su matrícula para el master. Algunos podrían
aprovechar su trabajo aquí en acceso a datos para una tesis o una
ponencia. Lo que ninguno de ellos se daba cuenta, aunque Nina sí lo
sabía, era que la pasión de Ruby por el trabajo que estaban haciendo
era genuina.

Noventa minutos después de la sesión de capacitación, Ruby miró hacia


arriba para encontrar a su equipo inquieto y con los ojos vidriosos.

―¿Por qué no nos tomamos un pequeño descanso? ¿Quince minutos?

En cambio, nadie respondió el grupo se levantó al unísono para salir por


la puerta.

Nina se quedó un minuto para ver si Ruby necesitaba ayuda con sus
materiales, pero cuando la supervisora también salió corriendo, decidió
que sería un buen momento para ir al baño. Cuando entró en la
habitación de azulejos, vio que las demás tenían la misma idea.
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―Ella es tremenda, ¿verdad, Nina? ―Esta era Charlene, una
encuestadora de segundo año.

La experta en estadística entró en un váter, encogiéndose al oír la


pronunciación de su nombre, que la niña rimaba con Tina.

―Es Nina, ―corrigió ella, rimando con Dinah.

―Ups, lo siento. No sé por qué no puedo aclarar eso.

Porque eres una descerebrada, pensó Nina.

―De todos modos, sólo les estaba diciendo que Ruby siempre es así...
repasando hasta el último detalle como si no pudiéramos resolver nada
sin que ella nos diga exactamente qué hacer. ¡Y la lista de verificación!
No puedo creer que esté haciendo de inicio cada paso. Es tan...
compulsiva con todo esto.

Nina sabía cuándo vio la nueva lista de verificación de Ruby que los
encuestadores estarían quejándose por el papeleo. La experta en
estadística salió del váter y se dirigió al lavabo, consciente de que las dos
nuevas encuestadoras estarían interesadas en su opinión sobre la sesión
de capacitación de la mañana. Después de lavarse las manos, esponjó
su corto cabello rubio frente al espejo.

―No lo sé, Charlene. Ser compulsivo es probablemente algo bueno en


este tipo de trabajo. Ruby sólo está tratando de reducir los errores. Ese es
su trabajo.

―Sí, pero tiene que haber algún tipo de... disminución del rendimiento. No
veo cómo todo el tiempo extra que dedicamos a este papeleo vaya a
hacer tanta diferencia en el futuro.

―Pero si las encuestas no van a ser precisas, ¿para qué hacerlas?


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―Bueno... ¿no es mejor alguna información que ninguna información?


Nina luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco, pero no quería
que la actitud de Charlene se contagiara a las encuestadoras de primer
año. Simplemente haría el trabajo de todos mucho más difícil.

―No creo que sea una mala idea tener una lista de verificación. Mucha
gente se olvida de completar el registro de contactos... y algunas de las
encuestas que se entregaron el semestre pasado no tenían el
cuestionario complementario. Esos participantes tuvieron que ser
contactado de nuevo durante las vacaciones. ―Por Ruby y por mí,
mientras estabas en casa de vacaciones―. La lista de verificación hace
que todos se detengan y piensen en todos los pasos. No veo cómo eso
puede hacer daño.

Las dos nuevas empleadas asintieron con la cabeza, ansiosas por


demostrar que entendían la importancia de una metodología estricta.
Nina sabía que probablemente no captaban el panorama completo,
pero si lo aceptaban por ahora, tendrían una mejor idea cuando
comenzaran a investigar por su cuenta.

Cuando salieron del baño de mujeres, las encuestadoras se reunieron en


el pasillo para charlar, decididas a pasar su descanso completo de
quince minutos de pie. Nina se hizo a un lado para evitar entrar en otra
discusión sobre el estilo de gestión de Ruby. La suya era una posición
extraña, atrapada entre la gerencia y el personal. Ruby parecía exagerar
a veces, pero el control de calidad era un trabajo difícil y no podía
permitirse el lujo de ser laxa.

Finalmente, el grupo regresó a la sala de conferencias, listo para terminar


la sesión de la mañana. Cuando su supervisora no apareció después del
descanso de quince minutos, Nina fue a ver si había demora. La puerta
de la oficina de Ruby estaba cerrada, lo cual era inusual, considerando
que ella siempre alentaba a todos los miembros del personal, desde el
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encuestador más bajo hasta el director mismo, a acudir a ella con


preguntas o problemas. Nina estaba a punto de llamar cuando la puerta
se abrió de repente.

―Oh… lo siento. Sólo estaba… ―La experta en estadística se sorprendió


por la mirada en el rostro de la supervisora, una expresión sombría que se
convirtió en una máscara en un instante―. Pensé que podría comenzar
con las categorías de codificación si ibas a tardar unos minutos.

Ruby se subió las gafas y esbozó una sonrisa.

―Gracias, Nina. Estoy lista para volver ahora. Tal vez podamos terminar
con esto en una hora más o menos... Me siento mal por tener a todos
despiertos cuando está claro que están tratando de dormir.

Nina sonrió, apreciando el intento de la supervisora de burlarse de sí


misma. Ruby sabía que su personal la ridiculizaba, pero no dejó que eso
la desanimara cuando se trataba de hacer su trabajo. Mientras
regresaban a la sala de conferencias, la experta en estadística tuvo la
clara sensación de que algo andaba mal, pero no conocía a Ruby lo
suficiente como para meter la nariz en sus asuntos.

BBB

―Repasé los informes que querías. ―Nina estaba en la puerta abierta de


Ruby con una pequeña pila de copias impresas―. Tenías razón sobre los
efectos de la primacía. Probablemente deberíamos rotar esas preguntas
publicitarias.

La supervisora había notado un patrón de respuesta en las primeras


veinte encuestas de la semana pasada y le había pedido a Nina que lo
revisara. El orden de las preguntas parecía influir en las respuestas; era un
problema común en encuestas como esta, pero la solución era fácil.

―Me preocupaba que ese pudiera ser el caso. ¿Puedes programar esa
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lista para rotar?


―Sí, no hay problema. ―Hacían todas sus encuestas utilizando software
de computadora automatizado, por lo que los pequeños cambios en
cosas como la redacción de las preguntas o los patrones de omisión
fueron fáciles de implementar―. Fue un buen hallazgo, Ruby.

La supervisora se encogió de hombros.

―Por eso me pagan mucho dinero. ―Ambas rieron. Mucho dinero y los
empleos públicos no iban de la mano.

―¿Ruby? ―Era Jessica, una de las nuevas encuestadoras―. Estaba…


como… haciendo una encuesta con este hombre hace un momento…
y estaba revisando esta lista de… como estas preguntas de economía…
y dije “¿Cuál de éstas se parece más a tu punto de vista?” y este tipo en
el teléfono... le gusta decir... “ninguna”. Y le pregunto “¿Pero cuál está
más cerca?” y el tipo va de nuevo... “ninguna”. Así que marqué la casilla
“Sin respuesta” y pasé a la siguiente pregunta. ¿Era eso... como... lo que
se suponía que debía hacer?

―Eso es correcto. Lees la pregunta exactamente como está escrita y les


das una indicación. Si no pueden elegir, continúas con la siguiente
pregunta. ―Ruby se alegró de que esta nueva empleada hubiera
recordado el procedimiento.

La encuestadora sonrió con orgullo.

―Eso es bueno. Yo estaba como... oh, Dios... mi primer encuestado difícil.

―Lo manejaste muy bien, Jessica.

Jessica se fue y Ruby se volvió hacia Nina, apenas capaz de ocultar su


sonrisa.

―¿Qué crees que pasaría si elimináramos las palabras “como” y “ir” del
idioma inglés?
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―Silenciaríamos a toda una generación ―respondió Nina, complacida de
tener otro pequeño vistazo del sentido del humor de la supervisora.

En la última semana, la experta en estadística había pensado mucho en


Ruby. La mujer realmente no se merecía los malos momentos que recibía
de su personal. Era una buena mujer; justa y comprensiva cuando
necesitaban tiempo libre para estudiar o trabajar en sus estudios, y
cuando repartía críticas, siempre era en privado, respetuosa y
constructiva.

De hecho, Nina también se había sorprendido notando otras cosas sobre


Ruby, cosas a las que no había prestado mucha atención desde que
llegó a trabajar al Instituto el año pasado. La mujer parecía tener unos
cuarenta años, más o menos. Era alta y delgada, y siempre llevaba el
cabello oscuro recogido en un gran pasador. Las únicas veces que Nina
la había visto sin sus lentes fueron aquellas ocasiones en que Ruby se los
quitaba para frotar sus cansados ojos. Y parecía que últimamente lo
hacía mucho.

Nina también se encontró prestando atención a cómo se veía Ruby.


Siempre venía al trabajo con falda o vestido... nunca pantalones, y vestía
aún más las cosas con bufandas y alfileres. Se podría argumentar que
Ruby vestía mejor que casi todos los demás miembros del personal.
Incluso Art Grimes usaba jeans azules de vez en cuando, pero Ruby nunca
se vestía informalmente, ni siquiera los viernes casuales. La experta en
estadística sospechaba que era parte de la conducta profesional
general de Ruby, aquella por la que sus empleados la ridiculizaban... y la
que la hacía hacer tan bien su trabajo.

―Entonces, Ruby... ¿quieres... ir a almorzar o algo? ―Nina sintió que su


rostro se sonrojaba tan pronto cuando extendió la invitación, pero
durante la última semana más o menos, se dio cuenta de que realmente
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quería conocer a esta mujer.


―Oh, me gustaría poder ―dijo Ruby con sinceridad―. Pero hoy tengo un
recado que hacer en el almuerzo. ¿Podemos hacerlo en otro momento?

―Claro. Eso sería genial. ―Porque creo que podría estar enamorada de
ti, Ruby Collins.

BBB

Nina se subió la capucha de la campera antes de salir corriendo al


estacionamiento. No fue exactamente un aguacero, pero la lluvia era
constante y helada. Por el rabillo del ojo, pudo ver también a un par de
compañeros de trabajo luchando por sus coches. Pero cuando llegó a su
Ford Escort, su corazón se hundió. El neumático trasero estaba desinflado
como un panqueque.

―Olvídalo. Ven conmigo.

La experta en estadística se volvió para encontrar a Ruby cruzando el


estacionamiento hacia el Chevy Blazer rojo que estaba a su lado. Estaba
envuelta en una gabardina de color canela y llevaba un amplio
paraguas de golf que mantenía todo seco menos sus pies.

―Pero... ¿qué pasa con mi coche?

―Puedes preocuparte por eso cuando no esté lloviendo. Vamos, entra.

Nina no iba a discutir con la invitación, no con este clima. No obstante,


de repente se puso nerviosa por estar a solas con el objeto de su
enamoramiento. Desde que reconoció que era un verdadero
enamoramiento, era lo único que podía hacer para concentrarse en su
trabajo cuando Ruby estaba cerca.

―Te lo agradezco mucho.

―Está bien. Y si quieres que lo haga, pasaré a recogerte por la mañana.


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―Abrió el Blazer y ambas subieron―. No vives en Alabama, ¿verdad?


Nina se rio entre dientes.

―No, vivo en Hartman Village... en Cardinal Road.

―Sé dónde está eso. Es un complejo bastante agradable, ¿no?

―No sé si llegaría tan lejos, pero no hay muchos estudiantes universitarios


allí, y eso es una ventaja. ―La vivienda de pregrado significaba
demasiada fiesta.

―¿Entonces está tranquilo?

―Mayormente... pero tengo una compañera de cuarto. Y ella tiene un


nuevo novio. Y él tiene un gran danés. ―Nina pasaba muchas de sus
tardes en la biblioteca del campus para darle a su compañera de cuarto
Candace un momento en privado con su novio, pero Candace estaba
empezando a aprovechar su generosidad. A la experta en estadística no
le gustaba la idea de compartir su espacio con un chico; de hecho, no
quería compartir nada con un chico.

―¿Quieres detenerte y comer algo... comida china o algo así? ―Ruby no


apartó los ojos de la carretera mientras extendía la oferta.

Nina pensó que la invitación era una agradable sorpresa. Finalmente,


aquí estaba la oportunidad de conocer un poco más sobre Ruby fuera
del trabajo.

―Sí, eso estaría bien.

Minutos después, Ruby estaba entrando en Dragon Inn, un restaurante de


precio medio con servicio de mesa. Como estudiante de doctorado,
Nina estaba más acostumbrada a los restaurantes exprés estilo cafetería
cerca del campus, donde uno podía conseguir un plato completo de
arroz frito con camarones por dos dólares. Pero cenar con Ruby valía la
pena forzar un poco su presupuesto.
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―Entonces, ¿casi has terminado con tu tesis?

―Me temo que no. Probablemente tenga para otro año más o menos.
Estoy analizando los efectos de los apoyos editoriales en el resultado de
las elecciones para gobernador.

―Eso suena interesante.

―Era mucho más interesante cuando lo empecé hace dos años. Ahora,
parece una carga. Créeme, es más de lo que alguna vez quise saber
sobre política estatal.

―Creo que todo es interesante. Ojalá entendiera las estadísticas tan bien
como tú. Leí muchos artículos que parecen interesantes, pero cuando
llego a los hallazgos, la mayoría de los números simplemente no tienen
sentido.

―La próxima vez que eso suceda, deberías traérmelo. Si puedo


descifrarlo, te lo explicaré.

―Vaya, eso sería genial. Estaba pensando que podría tomar una clase
de actualización de estadística uno de estos días.

―No es una mala idea, pero me temo que la mayoría de los nuevos
estudios van más allá de aspectos que se incluyen en la primera clase de
estadísticas. Ahora que las computadoras están haciendo todas las
matemáticas, los números se están volviendo cada vez más
complicados.

―Créeme, lo he notado. ―La camarera interrumpió para traer sus


entrantes―. Entonces, ¿cómo terminaste en Hartman? Art dijo que hiciste
tu licenciatura en Tulane1.
17

1
Tulane: Universidad privada laica de Nueva Orleans (Luisiana)
Por alguna razón, a Nina le pareció extraño que Art hubiera hablado con
Ruby acerca de dónde había ido a la universidad, pero probablemente
fue sólo una conversación de rutina que habían tenido antes de que la
incorporaran el año pasado. Pero el porqué de cómo terminó en
Hartman no era exactamente una cosa fácil de responder.

―Yo... estaba buscando un plan de estudios cuantitativamente sólido.


Siempre me gustaron las estadísticas. ―Eso era cierto, pero la razón
principal por la que eligió Hartman fue porque Roxanne había sido
rechazada tanto en Michigan como en Texas. Si Nina hubiera sabido que
su ex novia dejaría la universidad y regresaría a Nueva Orleans después
de solo un año, habría elegido Ann Arbor2.

―Bueno, ciertamente eres buena en eso. Sé que Art piensa mucho en tu


trabajo.

Nina sonrió tímidamente ante el elogio, pero esperaba que no hablaran


sobre el trabajo y la universidad toda la noche. Aun así, fue educado
seguir el ejemplo de Ruby.

―¿Y qué te trajo a Hartman?

―¿Creerías que fue Art Grimes? Siempre quise estudiar la política del sur;
es fascinante ver la dinámica a lo largo de los años. De todos modos, en
ese entonces él estaba publicando en el departamento de Ciencias
Políticas. Leí un par de sus estudios y solicité aquí. Tuve la suerte de
trabajar como su asistente de investigación mientras obtenía el master.

―Me sorprende que no hayas asistido al programa de doctorado.

―Bueno... fue complicado. Necesitaba trabajar, y a él le concedieron


una subvención para el Instituto. De hecho, fui una de las primeras
18

2
Ann Arbor: Universidad de Míchigan
personas que contrató. Y soy la única del personal además de él que ha
estado allí desde el primer día.

Nina tenía la sensación de que había más en la historia que Ruby


necesitaba trabajar... así como había habido más en su historia. Pero
fuera lo que fuera, Ruby no quería en este momento compartir más
detalles con ella. Quizás cuando se conocieran un poco mejor….

Charlaron un poco más sobre de dónde eran, una de Luisiana y la otra


de Chattanooga. Terminaron de comer cuando Nina observó a su
compañera temblar. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Ruby
estaba empapada en sudor.

―¿Estás bien?

―Sí, estoy bien. Tengo estos... son como sofocos a veces, pero no es nada.
Supongo que debería llevarte a casa. ―Nina extendió la mano para ver
cuánto era su mitad de la cuenta, pero Ruby se la arrebató. ―Déjame
pagar. Sé lo que es ser un estudiante de doctorado. Además, te lo he
preguntado.

Nina agradeció a su anfitriona, pero tuvo que preguntar.

―¿Eso significa que tengo que pagar si te pido que vengas a almorzar
conmigo?

―No, el almuerzo siempre es mitad y mitad ―aclaró Ruby seriamente,


como si estuviera recitando uno de sus procedimientos de encuesta.

Unos minutos más tarde, estaban llegando al edificio de Nina en Hartman


Village.

―Genial. Ahí está el auto del novio. Eso significa que probablemente haya
un perro muy grande en mi cama. ―Nina se inclinó sobre la consola para
agarrar su mochila del asiento trasero―. Gracias por rescatarme.
19

Probablemente me salvaste de la neumonía.


―No fue un problema. ¿Quieres que te recoja en la mañana?

Sí, o podrías llevarme a casa contigo ahora. Pero había dejado de llover
y estaban anunciando un mejor tiempo para mañana―. Creo que
probablemente caminaré... pero muchas gracias por la oferta.

―Bueno. ―Ruby le dio una pequeña sonrisa―. Si cambias de opinión, mi


teléfono está en el directorio. Salgo de casa a eso de las siete.

Nina vio la sonrisa y sintió que sus rodillas temblaban un poco mientras
salía del Blazer.

―Gracias, Ruby. Gracias por todo. ―Oh, sí, Ruby Collins. Estoy enamorada
de ti.

BBB

―¡Te digo que esa mujer puede ser una perra! ―Charlene estaba de
nuevo en el baño de mujeres, quejándose de su jefa. Lo que no sabía era
que Nina estaba en el váter del final.

―¿Qué ha hecho? ―preguntó Jessica.

―Supervisó toda mi encuesta, y luego, cuando terminé, me llamó y me


señaló cada pequeña cosa que no había leído exactamente bien.

―¿Y por qué eso la convierte en una perra? ―Nina desafió, saliendo del
váter y dirigiéndose al lavabo.

Charlene trató de no mostrar su sorpresa.

―Nina, sabes cómo es ella. Sólo quiere que todo sea perfecto.

―Esa es la forma en que se supone que debe ser la investigación. Es su


trabajo asegurarse de que se haga correctamente.

Las otras encuestadoras quedaron fascinadas con este intercambio.


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Veían a Charlene como una especie de líder, pero nadie aquí entendía
los datos tan bien como Nina, y por eso, le tenían mucho respeto,
especialmente en los primeros años.

―Vamos, Nina. Pensé que estabas de nuestro lado.

―Sólo veo un lado, Charlene. Está bien... o está mal. ―Se volvió hacia las
demás para hacerles ver su punto―. Y si quieres aprender a hacerlo bien,
escucha a Ruby Collins.

Cerca, la supervisora dejó que la puerta se cerrara silenciosamente.


Regresaría al baño de mujeres un poco más tarde.

BBB

―Creo que deberíamos construir una variable compuesta para el interés


político. Todos estos elementos están altamente correlacionados y eso es
un problema en el modelo multivariado. ―Nina estaba exponiendo al
doctor Grimes algunos de sus hallazgos preliminares.

―¿Y cómo harías eso?

―En primer lugar realizaría un análisis factorial para ver si hay algunos
conceptos ortogonales. Si no, deberíamos hacer una escala de
fiabilidad. ―Nina expuso las opciones estadísticas que pensó que
resolverían el problema y acordaron reunirse nuevamente cuando
obtuviera los resultados.

―Sabes, Nina, realmente aprecio lo que aportas a este proyecto. Es


refrescante tener a alguien en el personal que puede atravesar todo esto
y ver el panorama general. Y tengo la impresión de que realmente te
gusta esto.

―Me gusta, Art. ―Le había tomado casi seis meses de recordatorios antes
de que dejara de llamarlo doctor Grimes. ―Pero la mejor parte de ser una
estadística en este proyecto es que puedo ver las respuestas antes que
21

nadie.
El director sonrió.

―Recuerdo cómo era eso. Entonces, ¿has pensado en lo que quieres


hacer cuando termines la universidad?

Nina se encogió de hombros.

―Supongo que voy a solicitar un puesto de profesora en alguna parte.


¿Qué más haces con un doctorado en Ciencias Políticas?

Grimes se rio entre dientes sonrió.

―Sí, no es como si hubiera dinero en ello. Pero este tipo de entorno es una
opción para ti, ¿no? Me gustaría pensar que considerarías quedarte...
unirte a nuestro personal permanente aquí en el Instituto.

Por un momento, Nina no supo qué decir. Este era exactamente el tipo
de trabajo que quería, pero siempre pensó que tomarían a otro
estudiante de doctorado cuando se fuera.

―Claro, lo consideraría.

Ambos sabían que no era exactamente una oferta de trabajo, pero Nina
tuvo la clara impresión de que si las cosas salían bien durante el próximo
año, algo podría materializarse. Este tipo de trabajo era mucho mejor que
enseñar Introducción al Gobierno en una universidad estatal de tercer
nivel.

Mientras recogía su juego de documentos, ambos vieron a Ruby


entrando a su oficina al otro lado del pasillo y cerrando la puerta. Nina
sintió que se le encogía el estómago cuando miró hacia atrás y vio la
mirada preocupada de Art. Algo anda mal en ella.

―Art... ¿Ruby está bien?

Al hombre no le sorprendió la pregunta, pero no estaba en condiciones


22

de responderla. Eso sería violar la confianza de su vieja amiga. Pero le


agradaba Nina, y sentía que las dos mujeres serían buenas amigas si tan
solo Ruby dejara a un lado sus reservas de mucho tiempo sobre acercarse
a la gente.

―Nina, no puedo responder eso. Pero tal vez deberías preguntarle. ―Su
tono era más una petición que una sugerencia.

Nina asintió.

―Bueno lo haré.

BBB

Nina golpeó suavemente la puerta con los nudillos y sostuvo una bandeja
con dos tazas humeantes.

―Hola, espero que estés de humor para chocolate caliente.

Ruby estaba mirando varios folletos en su escritorio y rápidamente los


metió en una carpeta.

―Seguro, entra.

Nina entró y empezó a cerrar la puerta con el codo.

―¿Te importa?

―No, en absoluto. ―Ruby había estado esperando esto, pensando que


Nina querría hablar con ella sobre el incidente en el baño de mujeres con
Charlene.

La experta estadística se sentó y acercó su silla al escritorio de Ruby.

―Quería preguntarte... si todo estaba bien.

Una expresión de pánico cruzó el rostro de la supervisora.

―¿Qué quieres decir?


23
―Mira, sé que en realidad no somos amigas cercanas ni nada, pero he
estado un poco preocupada por ti últimamente. ―Nina sabía por la
expresión de Ruby que iba por buen camino, pero honestamente, no
esperaba que la estoica mujer fuera comunicativa. Iba a tener que hacer
palanca un poco―. He notado que te ves un poco cansada... y has
perdido algo de peso. Ruby, ¿pasa algo?

El rostro de la mujer de cabello oscuro adquirió una expresión sombría


mientras asentía lentamente.

―Realmente no le he dicho a nadie más que a Art... ―suspiró―, pero


parece que voy a tener que operarme.

Nina sintió que su estómago se hundía de nuevo, tal como lo había hecho
cuando vio el rostro preocupado de Art.

―¿Una operación?

Ruby abrió la carpeta y empujó los folletos por el escritorio.

¿Endocarditis? Eso tiene que ver con el corazón, ¿verdad?

―Sí, es una infección bacteriana. Resulta que tengo algo llamado


prolapso de la válvula mitral. Son bastante comunes y, por lo general, no
causan ningún problema grave. Pero te hacen susceptible a las
infecciones cardíacas, especialmente si estás como yo y no lo sabes.
Creen que la cogí esto cuando me hice una limpieza bucal.

―Esta infección... ¿es grave?

Ruby asintió.

―El médico dice que una de mis válvulas está dañada y que quieren
reemplazarla. Acabo de llamar hace un rato y programaron la cirugía
para el lunes.
24
¡Lunes! Faltaban cuatro días para eso. Si era algo serio, Nina quería que
hicieran la cirugía hoy.

―¿Por qué no se lo has dicho a alguien? ¡Probablemente ni siquiera


deberías estar aquí!

―Estábamos esperando para ver si los antibióticos lo curaban. Pero no lo


han hecho... así que me ha tomado un poco de tiempo hacer todos los
arreglos para... después.

―¿Qué quieres decir?

―Bueno, vivo sola, así que necesitaba encontrar un lugar para ir después
de salir del hospital, porque dicen que no podré quedarme sola durante
las primeras semanas. Encontré una vacante en el Falls Center.

―Eso es un asilo. ¡Para ancianos!

―Lo sé, pero tienen algunas camas para pacientes convalecientes. Eso
es lo que sería yo. Si no voy a un lugar así, me harán quedarme en el
hospital. No puedo ir a casa sin alguien allí.

Nina ni siquiera se detuvo a pensar en lo que iba a ofrecer.

―Me quedaré contigo.

Ruby sonrió cálidamente y negó con la cabeza.

―No puedo pedirte que hagas eso.

―No lo has hecho. Pero deberías haberlo hecho. Quiero ayudar, Ruby. No
tienes que pasar por esto sola.

―Nina, no creo que sepas en lo que te estás metiendo. ―Y Ruby no estaba


segura de querer a esta nueva amiga tan cerca… especialmente
teniendo en cuenta cómo había comenzado a sentirse―. Creo que...
bueno, podría implicar mucho.
25
―¿Cómo qué? ¿Es algo que necesita una enfermera o puedo hacerlo?

―No... es como cocinar, caminar un poco conmigo y ayudarme... con


algunas cosas. ―Miró a Nina con temor. En verdad, la peor parte de toda
esta experiencia iba a ser tener que ir al Falls Center. Realmente sería
bueno poder ir a casa en su lugar.

―Puedo hacer todas esas cosas.

―Pero tienes que trabajar. De hecho, probablemente tendrás que asumir


parte de mi trabajo por un tiempo. Parece que estaré fuera del despacho
durante unas diez semanas.

―Puedo manejar eso. Ruby, pero este lugar puede funcionar sin las dos
por unos días. Tengo algunos días de vacaciones... y puedo traer cosas
conmigo para trabajar. ―La decisión de Nina estaba tomada.

―No puedo dejar que uses los días de vacaciones en esto. Esos son para
ti.

―Mira, tuve un accidente en mi bicicleta hace tres años y tuve que pasar
mucho tiempo en el hospital. Yo era como tú... bueno, tenía una
compañera de cuarto, pero no podía pedirle ayuda para que me
cuidara ni nada, porque en realidad no estábamos tan unidas. Pero sé lo
que es sentir que estás sola. ―Nina se inclinó sobre la mesa y puso su mano
sobre la muñeca de Ruby―. Y no quiero que te sientas así... porque no
estás sola.

BBB

―Pensé que se suponía que los gatos eran distantes ―dijo Nina mientras
el gato negro atigrado daba dos vueltas y se dejaba caer en su regazo.

―Creo que Spooky sabe que eres todo lo que se interpone entre él y la
residencia canina durante las próximas semanas.
26
Las dos mujeres habían limpiado la cocina y se estaban acomodando en
el estudio para relajarse antes de irse a la cama. Mañana era el gran día
y tenían que estar en el hospital a las cinco de la mañana. Estuvieron de
acuerdo en que era mejor que Nina pasara la noche.

Spooky ronroneó satisfecho mientras esta nueva persona le rascaba


detrás de las orejas.

―No es demasiado tarde para que se quede allí. Sé que hay un largo
camino hasta aquí cuando estás acostumbrada a estar cerca del
campus. ―La vieja casa de campo de Ruby estaba a unos veinte
kilómetros de la ciudad.

―No me importa. Además, será bueno tener un poco de espacio lejos de


Candace y su novio por un tiempo. ―A Nina le gustaba estar aquí. La vieja
casa estaba llena de madera pulida, con techos altos y elegantes
molduras de techo. Era obvio que Ruby había trabajado mucho para
restaurar la casa de la década de 1940.

―Vas a tener que hacer algo al respecto. No es justo para ti tener visitas
en tu casa todo el tiempo.

―Sí lo sé. ―Nina se dio cuenta poco después de llegar a la casa de Ruby
que la mujer no quería hablar sobre su próxima cirugía. Así que mantuvo
la pequeña charla hasta las nueve, cuando ambas decidieron irse a la
cama.

―¿Estás segura de que tienes todo lo que necesitas? ―preguntó Ruby.

―Sí, gracias. ―Estaban ahora en lo alto de las escaleras, donde la suite


principal estaba separada de la habitación de invitados por un pasillo
estrecho.

―Sé que ya dije esto, Nina, pero realmente aprecio todo lo que estás
27

haciendo por mí.


―Tienes razón, ya lo has dicho... suficiente. ―La rubia mostró una cálida
sonrisa de consuelo e impulsivamente atrajo a su nueva amiga en un
abrazo. ―Duerme un poco, ¿de acuerdo?

La mujer más alta apretó el abrazo, agarrándose como si se agarrara a


un salvavidas.

Tiene miedo, se dio cuenta Nina. Por las cosas que había leído durante
los últimos días, sabía que esta cirugía no era un asunto menor; pero Nina
no estaba dispuesta a considerar la posibilidad de que Ruby no estuviera
bien. Suavemente, acarició la espalda de la mujer y comenzó a
balancearse, susurrando una y otra vez:

―Todo va a estar bien.

BBB

―¿Nina Brown?

―¿Sí? ―Nina metió los papeles en su mochila y se levantó de un salto.


Había estado esperando dos horas desde que terminó la cirugía para ver
a Ruby en recuperación. Afortunadamente, todo había salido como
estaba planeado.

―Puedes venir por aquí.

La enfermera la condujo a través de un laberinto de pasillos que pasaban


sala tras sala de equipos electrónicos tan grandes que empequeñecían
a los ocupantes de las camas. Finalmente, entró en la habitación donde
yacía Ruby, una enfermera junto a su cama para controlar sus signos
vitales. La lamentable vista casi la conmovió hasta las lágrimas.

―Cinco minutos. Eso es todo por ahora, pero puedes volver en otra hora.

Nina asintió y se acercó a la cama, sacudida por la enormidad de lo que


28

había pasado su amiga. El rostro de Ruby estaba pálido, un marcado


contraste con el antiséptico naranja que pintaba su garganta y la parte
superior de su pecho. El enorme vendaje que le cruzaba el pecho
sobresalía de debajo de una bata de algodón manchada de sangre, y
dos tubos drenaban el exceso de líquido de su costado y cuello. Nina
sintió que las lágrimas comenzaban a formarse cuando Ruby de repente
abrió los ojos y parpadeó.

Este era un momento para mostrar confianza y aliento, así que Nina
contuvo sus lágrimas y extendió la mano para tomar la de Ruby entre las
suyas.

―El médico ha dicho que todo ha salido bien. Y que vas a quedar como
nueva.

Ruby trató de humedecer sus labios y hablar. La expresión de su rostro era


de confusión. Y estaba claro que se sentía incómoda.

―Tómatelo con calma, cariño. Intenta descansar un poco para que te


sientas mejor. Todo está bien ahora, como nuevo.

La enfermera se acercó para ajustar el goteo del analgésico.

―Si quieres saber algún secreto, este es un buen momento para


preguntar. Ella no va a recordar nada de esto.

Nina sonrió y se acercó, susurrando suavemente:

―Ruby, estoy enamorada de ti. ―Luego plantó un suave beso en la frente


de la mujer y dio un paso atrás para ver los ojos azules revolotear y
finalmente cerrarse. Cuando Nina se volvió para irse, apenas captó la
respuesta murmurada de Ruby.

―Yo también.

BBB
29
Nina vio a Ruby durante cinco minutos cada hora el lunes hasta que
cerraron la UCI a los visitantes a las seis. La enfermera estaba segura de
que su paciente sería trasladada a una habitación privada en algún
momento del martes, y le aconsejó a la rubia que regresara entonces.

Y así fue como Nina estaba en el centro médico de la universidad el


martes por la mañana a las siete menos cuarto, ansiosa por saber qué tal
noche había pasado Ruby. Después de un viaje infructuoso a la UCI,
ubicó a su amiga en una habitación tranquila en la unidad de cuidados
cardíacos en el cuarto piso. Estaba durmiendo tranquilamente, le habían
retirado los tubos de drenaje y le habían quitado el abultado vendaje. Un
monitor cardíaco sobre su cama sonaba suavemente a un ritmo de 88
latidos por minuto.

La experta en estadística se sintió aliviada al ver el progreso de su amiga.


Se sentó en silencio junto a la cama, preguntándose una y otra vez si Ruby
tenía alguna idea de lo que había dicho la noche anterior cuando había
estado tan fuertemente medicada. Nina se había permitido imaginar
toda la noche que las palabras eran ciertas.

BBB

La mujer rubia volvió a entrar de puntillas a la habitación poco después


de las cinco de la tarde, no queriendo despertar a la paciente si aún
estaba descansando. Sonrió de inmediato al ver que Ruby ahora estaba
despierta y alerta, y con una débil sonrisa.

―Ey, hola.

―Nina.

―¿Cómo te sientes?

―Como un pavo navideño.


30
―¡Pobrecita! ―Nina corrió a su lado y tomó su mano sin pensarlo―. ¿Ha
sido un día duro?

―No demasiado mal ―admitió Ruby―. Probablemente he desgastado el


brillo de este botón que me dieron para presionar el analgésico.

―Debe doler mucho.

Ruby asintió.

―Sí, pero me siento un poco mejor que esta mañana. Me han hecho
levantarme y sentarme en la silla... y he ido sola al baño.

―¡Eso es genial!

El paciente frunció el ceño.

―Parezco un niño de dos años. Debería haber dicho orinal.

Nina se rio disimuladamente y se sentó en el borde estrecho de la cama.

―Puedes decir lo que quieras, siempre y cuando eso signifique que estás
mejorando. ―Todavía sostenía la mano de Ruby entre la suya,
acariciándola suavemente, con cuidado de no interferir con el goteo
intravenoso―. Spooky durmió conmigo anoche.

―No me sorprende.

Ambas mujeres levantaron la vista cuando llamaron a la puerta. Era el


doctor Winslow, el cardiólogo de Ruby, quien quería ver su progreso y
darle un informe sobre lo que esperaban.

Nina soltó la mano de su amiga y se puso de pie.

―Esperaré afuera para que puedas tener algo de privacidad.

―Está bien... puedes quedarte. No me importa. ―Ruby los presentó y le


explicó que Nina se quedaría con ella una vez que le dieran el alta.
31
―Entonces me gustaría que también escucharas esto, si no te importa. ―El
médico procedió a delinear sus órdenes para el cuidado posterior,
incluyendo la dieta sin sal, el ejercicio leve y las restricciones sobre la
conducción y el trabajo. Nina sintió que se le aceleraba un poco el pulso
cuando él le dijo a Ruby con total naturalidad que debería abstenerse
de la actividad sexual durante al menos las próximas tres semanas y que
reanudara esa actividad sólo cuando se sintiera cómoda para hacerlo.

Finalmente, quiso inspeccionar su incisión y Nina volvió a pensar en


marcharse.

―Hay un par de cosas con las que siempre debemos tener cuidado con
estas incisiones. ―Dirigió sus palabras a Nina y estaba claro que esperaba
que ella viniera a ver de qué estaba hablando. Desde un punto de vista
práctico, era un poco tarde para que ella saliera corriendo de la
habitación.

Mientras se acercaba a la cama, él desató la esquina del camisolín de


Ruby y lo tiró hacia atrás para desnudar su pecho. Nina contuvo el aliento
cuando vio la horrible cicatriz roja con sus grapas de metal, puntadas
negras y cinta de plástico transparente. Era increíble pensar que estos
médicos le habían desgarrado el cuerpo de esta manera.

―Esto debe lavarse todos los días con jabón y agua tibia. Debe estar
atenta a las filtraciones alrededor de estos puntos y buscar cualquier
enrojecimiento o calor inusual. Esta cinta debe caerse por sí sola después
de una semana aproximadamente.

Nina asintió obedientemente, echando un vistazo al rostro de Ruby para


ver cómo manejaba toda esta atención repentina a su pecho desnudo.
La mujer tenía el ceño ligeramente fruncido y los ojos cerrados. A Nina le
dio un vuelco el corazón, sin saber si Ruby estaba avergonzada de estar
tan expuesta, o quizás abrumada por la visión de la cicatriz en su pecho.
32
Nuevamente, se inclinó y tomó la mano de Ruby, y se conmovió
profundamente cuando la mujer la apretó con fuerza.

BBB

―Si necesitas descansar, simplemente detente. No te esfuerces.

Ruby agarró del brazo a Nina y del pasamanos con la otra mano,
deseando que sus piernas la llevaran por los escalones de la entrada al
porche. Se derrumbó en una silla y luchó por respirar.

―Recuérdame de nuevo por qué quería una casa de dos pisos con un
porche tan alto.

Nina rápidamente abrió la puerta principal y caminó hacia donde estaba


sentada su amiga, preocupada de que se resfriara por estar afuera.

―¿Puedes hacerlo en un lugar cálido?

Ruby asintió y se inclinó hacia adelante, con cuidado de no levantarse


de la silla con los brazos. Lo había hecho un par de veces en el hospital y
sintió un dolor punzante en el pecho. El médico le había dicho que el
esternón era lo último en sanar después de una cirugía como la suya.

― Spooky, mira quién está en casa.

El gato negro se estiró lánguidamente sobre la alfombra al pie de la


escalera y las miró a ambas con desdén. No parecía apreciar que lo
molestaran en medio del día.

Nina permaneció cerca de su carga hasta que la acomodó en el estudio,


estirada en el sofá con los pies en alto. Luego desapareció durante unos
minutos y regresó con dos tazas de té caliente.

―Gracias, Nina. De veras aprecio todo lo que has hecho. Sé que lo he


dicho una y otra vez, pero no creo que realmente tengas idea de lo
33

agradecida que estoy.


La mujer rubia acercó una silla giratoria al sofá para que pudieran
compartir la mesa de café.

―No me ha importado en absoluto. De hecho... para ser honesta, he


disfrutado pasar tiempo contigo durante las últimas semanas. No sé por
qué no fuimos amigas antes.

Ruby extendió el brazo y Nina le tomó la mano.

―Nunca me he acercado mucho a nadie en el Instituto... excepto a Art.


Escucho la forma en que todos hablan de mí, Nina... y se burlan de mí a
mis espaldas. Lo han hecho durante años.

La experta en estadística se avergonzó de saber que su amiga sabía


sobre el ridículo y deseaba haber hecho más para detenerlo.

―Creo que eres realmente buena en tu trabajo, Ruby. No es fácil


controlar un grupo en un proyecto como este. ¿Quién más va a prestar
atención a los detalles como tú?

―Bueno, incluso yo admito que a veces me dejo llevar.

―No hay nada de malo en eso. Cualquiera puede dejarse llevar cuando
se emociona por algo. ―Nina se esforzó por pensar si alguna vez había
dicho o hecho algo que pudiera haber herido los sentimientos de Ruby―.
Sabes, siempre te he respetado mucho. Espero nunca haberte hecho
pensar lo contrario.

―No, tú no, Nina. Yo... entré al baño de mujeres una vez y te escuché
defendiéndome. Aprecié eso... significaba mucho. ―Ruby echó el brazo
hacia atrás para poder meterlo debajo de la manta.

―¿Tienes frío?

―Un poco.
34
Nina cogió otra manta del respaldo del sofá y la extendió sobre la manta,
colocándola cómodamente alrededor de los pies de Ruby.

―¿Más?

―No, eso está bien.

Nina tenía un montón de trabajo para revisar en la otra habitación, pero


estaba contenta de tener finalmente a Ruby en casa después de seis
días, y no quería irse de su lado.

―¿Quieres tomar una siesta?

Ruby se sonrió.

―No creo que ninguna de mis siestas sean decisiones conscientes estos
días. Parece que me duermo en los momentos más extraños.

Como en medio de una oración. Nina estaba pensando en su


conversación de la noche anterior en el hospital, durante la cual Ruby se
había quedado dormida durante una historia que estaba tratando de
contar. O ahora.

BBB

La puerta del dormitorio de Ruby estaba cerrada, menos por privacidad


que para evitar que Spooky tomara su posición habitual en la gran cama,
donde a veces cruzaba a su ama en medio de la noche sólo porque
podía. Nina llamó suavemente y abrió la puerta. Sabiendo que la primera
noche en casa podría ser difícil, estaba especialmente en sintonía con los
ruidos de la suite principal, y había escuchado a Ruby dando vueltas.

―¿Está todo bien?

La mujer respondió sollozando.


35
―¿Rubí? ―Nina entró apresuradamente en la habitación y encendió la
lámpara de la mesilla de noche. Le rompió el corazón al ver que su amiga
había estado llorando.

―¿Qué es?

―Me duele.

―Oh, pobrecita… lo siento mucho. ―Por la forma en que Ruby estaba


acurrucada, podía ver que le dolía el pecho―. ¿A qué hora tomaste tu
medicina?

―Cuando me fui a la cama... alrededor de las nueve, supongo.

Nina miró el reloj.

―Eso fue hace casi cinco horas. Ahora puedes tomar más. ―Se levantó
para coger el frasco y un vaso de agua del baño principal―. Aquí tienes.

Ruby se sentó y tomó la pastilla mientras Nina acomodaba sus


almohadas.

―Siento haberte despertado.

―Está bien. Por eso estoy aquí, ¿recuerdas?

Ruby le entregó el vaso vacío y se recostó con cautela en las almohadas.

―¿Quieres hablar un rato o estás lista para intentar dormir? ―Se sentó en
el borde de la cama y puso su mano sobre el antebrazo de Ruby. Durante
la última semana, ambas se habían sentido bastante cómodas con estos
toques y caricias casuales. Nina incluso se propuso besar a su amiga en
la mejilla o en la frente cada vez que se iba.

―Debes estar exhausta. Estás trayendo a casa todo ese trabajo... y


cuidándome. Y ahora te estoy despertando en medio de la noche. ―Por
su voz ronca, era obvio que Ruby estaba un poco sin aliento.
36
―Shhh. No te preocupes por mí, Ruby. Sólo tienes que ponerte bien. ―El
doctor Winslow les había advertido que muchos pacientes
experimentaban cambios de humor o depresión, y se obsesionaban con
su enfermedad―. Sólo sé que pronto empezarás a sentirte mejor.

Ruby agarró su mano y la apretó.

―¿Quieres sentarte conmigo hasta que me vuelva a dormir?

―Por supuesto que lo hare.

La mujer de cabello oscuro tiró suavemente de las mantas a su lado.

―Métete aquí si tienes frío.

Y fue así como llegaron las mujeres a pasar la noche juntas en la misma
cama.

BBB

―¿Tienes hambre? ―Nina entró al dormitorio principal con una bandeja


de desayuno.

Ruby luchó por sentarse.

―Esto es una sorpresa. Pensé que el desayuno en la cama había


terminado cuando salí del hospital.

Nina dejó la bandeja en la cómoda y abrió las cortinas para dejar entrar
la luz del sol.

―Encontré tus mesas de bandejas en la despensa. Si quiere sentarse en


sillón, iré a buscar una.

―Vale, gracias. ―La mujer de cabello oscuro echó las mantas hacia atrás
y puso los pies en las pantuflas por el costado. Su bata cubría el sillón
orejero. Para cuando salió del baño, Nina ya había colocado la mesa de
37

bandeja en un rincón soleado de la habitación.


―¿Te acordaste de pesarte? ―Era importante vigilar la amenaza de
retención de líquidos.

―Sí... sin cambios. Realmente no tienes que tratarme así. Debería poder
bajar a desayunar.

―Lo sé. Sólo pensé durante los primeros días que esto sería más fácil...
para que no tengas que subir las escaleras tantas veces. ―Nina había
traído su propia taza de café y se sentó en la cama para hacerle
compañía a Ruby mientras comía―. Pensé que tal vez querrías darte una
ducha antes de bajar a pasar día.

―Buena idea... pero lo que realmente me gustaría hacer es lavarme el


pelo. ―Pasó los dedos por los mechones oscuros, haciendo una mueca
ante la textura―. Se siente incluso peor de lo que parece.

―Creo que tienes permiso para hacer eso siempre que no te quedes
demasiado tiempo bajo el agua.

Ruby negó con la cabeza.

―No creo que pueda sostener mis brazos tanto tiempo.

―Yo... puedo ayudar... si quieres. ―Era bastante obvio que Ruby todavía
tenía algunos problemas de pudor, problemas que podrían ser más
importantes que tener el cabello limpio―. Tengo una idea.

Veinte minutos después, Ruby la llamó.

―Vale, estoy lista.

Nina entró en el baño principal y encontró a su amiga sentada al lado de


la bañera con patas. Estaba envuelta en una toalla de baño de gran
tamaño y su largo cabello estaba mojado. Nina le masajeó el cuero
cabelludo con una generosa cantidad de champú y le frotó.
38
―Realmente me gustan todas las renovaciones que has hecho aquí.
Alguien más podría haber arrancado todo esto y puesto una ducha de
vidrio o algo así. Pero creo que esta vieja bañera se ve muy bien.

―No es la original. Tenía muchos desportillados y manchas.

Nina mantuvo su conversación informal, esperando que Ruby se relajara


y no se preocupara tanto por renunciar a su privacidad de esta manera.
Salió mientras la mujer se enjuagaba y regresaba para una segunda
ronda. Cuando terminaron, Ruby se sentó frente al tocador mientras Nina
cepillaba y secaba su cabello.

Ruby se puso las gafas en su lugar y comprobó su aspecto.

―Gracias. No puedo decirte cuánto mejor me siento. ―Ruby separó la


parte superior de su bata y se inclinó más cerca del espejo, pasando las
yemas de los dedos suavemente a lo largo de la irregular línea carmesí―.
Está claro que es fea, ¿no?

―No. ―Nina estaba detrás de ella, mirando la misma imagen que veía
Ruby. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando alcanzó a su amiga y puso
sus dedos suavemente sobre los de Ruby―. Te salvó la vida... no es fea.

―Lo siento… no quise decir….

Nina controló sus emociones y miró a Ruby en el espejo.

―Está bien. De repente me di cuenta de lo importante que era esto. ¿A


quién le importa cómo se ve?

―Tienes razón. ―Ruby se puso de pie y se volvió hacia su amiga―. Te daría


un abrazo, pero me temo que duele demasiado.

El rostro serio de Nina se iluminó con una sonrisa y tomó las dos manos de
Ruby entre las suyas, llevándolas a sus labios para darle un suave beso en
39

los nudillos. La mujer de cabello oscuro le devolvió el gesto, y ambas


dejaron escapar un suspiro, contentas de tener superado el momento
inusualmente incómodo.

BBB

―¡No puedo creer que cuelgues tus jeans! ―Nina depositó un par de jeans
y un suéter azul pálido sobre la mesa de café. Art Grimes y su esposa iban
a venir y Ruby no quería tener compañía vistiendo pantalones de
chándal. Sabía que la perdonarían, pero no estaba en su naturaleza.

―Necesito un suéter diferente. ―Levantó el que había seleccionado


Nina―. Este es demasiado delgado y demasiado ajustado para usarlo sin
sostén.

Eso es cuestión de opinión.

―Oh, es cierto. ―Nina lo tomó y corrió escaleras arriba, cambiándolo por


algo más suelto en azul oscuro. Se apresuró a bajar y llamó a la puerta
del tocador para pasar el suéter nuevo. A continuación, corrió para
ordenar el estudio, doblando mantas, apilando papeles y recogiendo
tazas y vasos―. Ya están aquí.

Nina recibió a los invitados en la puerta, intrigada por la mirada que


recibió de Betty Grimes. Se sintió como una valoración... y una
aprobación, todo en unos diez segundos. Los acompañó a la sala de
estar, donde Ruby estaba sentada junto a la chimenea, los leños de gas
parpadeaban más por el ambiente que por el calor.

―Tengo que decir que te ves mucho mejor que la última vez que te vi
―dijo Art. La había visitado el segundo día después de la cirugía, antes
de que ella recuperara el color.

―Ciertamente me siento mejor. Es realmente agradable estar en casa.


―Ruby se dio cuenta de repente de que Nina no volvería para unirse a
40

ellos.
―Parece que Nina te está cuidando bien ―dijo Betty.

―Sí, lo hace. ―Ruby se puso de pie, olvidando que se suponía que no


debía empujar hacia arriba con los brazos. Su rostro se contorsionó de
dolor, lo que hizo que Art se levantara y la tomara del codo―. Estoy bien…
se supone que no debo usar mis brazos así. ¿Me disculpan por un minuto?

Ruby atravesó la cocina para llegar al estudio, donde encontró a Nina


trabajando duro en su computadora portátil.

―No tenías que irte. Deberías volver y sentarte con nosotros.

Nina levantó la vista de su trabajo y sonrió.

―Está bien. Han venido a visitarte a ti, no a mí. Además, ya tuve mi dosis
diaria de Art en esa reunión de esta mañana. Él es quien me dio todo este
trabajo para hacer.

―Pero... creo que... Betty también quería hablar contigo. ―La mirada de
Ruby era suplicante―. Puedes quedarte aquí si de verdad quieres, pero
me gustaría que volvieras con nosotros.

¿No te has dado cuenta a estas alturas de que haré todo lo que me
pidas?

―Bueno.

Regresaron juntas a la sala de estar para la visita, que fue, como


prometieron, breve. Cuando Nina les mostró la puerta, Betty se volvió y le
dio un fuerte abrazo.

―Hagas lo que hagas por Ruby, sigue así. Es agradable verla sonreírle a
alguien de nuevo.

Nina trató de no mostrar su sorpresa por el comentario, pero sintió que su


rostro se enrojecía.
41
―Prometo cuidarla bien.

―Sé que lo harás.

BBB

―Tuviste un buen día.

Ruby estaba agotada por todo lo que había hecho en su primer día
completo en casa, que incluía no sólo la ducha y la visita, sino varias
vueltas alrededor del primer piso de la vieja casa, donde todas las
habitaciones estaban conectadas en un circuito. Mantuvo sus últimas
fuerzas para subir los escalones a su dormitorio, colapsando en su sillón
orejero tan pronto como llegó a su habitación. Sólo eran las ocho, pero
había dado todo lo que tenía.

Nina fue al tocador y sacó un pijama limpio para su amiga. Era de seda
azul claro.

―¿Te acordaste de revisar tu cicatriz hoy?

―No. ―Ruby estaba sin aliento―. Sólo cuando estábamos frente al espejo.

Nina podía ver que Ruby estaba cansada, pero necesitaba asegurarse
de que el área estuviera sanando y libre de problemas. Eso es lo que le
había prometido al doctor Winslow.

―¿Quieres que le eche un vistazo?

Esta vez, el cansancio se impuso al pudor.

―Por supuesto. ―Con cautela, se subió el suéter por la cabeza y lo dejó


caer sobre su regazo, recostándose en el sillón para que la lámpara
brillara sobre su pecho desnudo. Como de costumbre, cerró los ojos.
42
―Toma... ponte esto. ―Nina extendió la parte superior del pijama y Ruby,
agradecida, deslizó los brazos por las mangas, juntando la parte
delantera para que solo la cicatriz fuera visible.

―No sé por qué estoy siendo tan tonta. No es como si no lo hubieras visto
ya todo.

―Está bien. Recuerdo lo que se siente... estar expuesta. Es difícil tener


mucha privacidad en el hospital. ―Nina miró de cerca la cicatriz mientras
hablaba, tocando la piel suavemente para ver si estaba caliente―. Esto
se ve bien. ¿Puedo revisar la pequeña?

Ruby tiró del costado de su pijama hacia arriba, levantando su pecho


para darle a Nina acceso a la cicatriz resultante del tubo de drenaje.

―Ésta también se ve bien. ―Sin siquiera pensar, se inclinó hacia adelante


y comenzó a abrochar el pijama de Ruby. Largas manos se envolvieron
alrededor de las suyas y se detuvo, congelada en el tiempo cuando sus
ojos se encontraron con los de Ruby.

―Nina, estoy tan contenta de que estés aquí.

Nina vio algo en los ojos de Ruby que insinuaba algo más que simple
gratitud. Para ella, había ido más allá de ayudar a su amiga durante la
cirugía. Con el paso de los días, se sentía más atraída por Ruby Collins.

―También me alegro de estar aquí.

BBB

Por primera vez en la semana que había estado en casa, Ruby se


despertó primero. Eso no fue sorprendente para un sábado, dado que
Nina había estado intentando abarcar demasiado durante toda la
semana y, por una vez, no había activado la alarma. Además de cuidar
a su paciente, la experta en estadística siguió con su propio trabajo y
43

tomó una buena parte del que resultó de la ausencia de Ruby.


Decidida a afirmar algo de independencia, Ruby consiguió ducharse sola
y se vistió. Cuando abrió la puerta, podía ver directamente la habitación
de invitados, donde Nina dormía profundamente boca arriba, el gran
gato negro acurrucado en el hueco de su brazo. Pasó de puntillas por
delante de la puerta y bajó las escaleras, decidida a devolver algo de la
amabilidad que Nina había mostrado durante las últimas semanas.

La bandeja que Nina había estado usando para llevar el desayuno al piso
de arriba estaba en el mostrador, pero llevar algo así por las escaleras
realmente no era una opción para Ruby. En cambio, puso la mesa para
dos, rodajas de fresas y plátanos, y puso un poco de agua para hacer
avena. Sólo por diversión, le sirvió a Nina un vaso del horrible jugo de
ciruela que se había visto obligada a beber todas las mañanas.

Ruby sonrió cuando escuchó el suelo crujir sobre ella, pero no esperaba
el clamor de pasos pesados en las escaleras que lo siguieron. Nina entró
corriendo en la cocina con su pijama de franela roja, descalza y sin bata.

―¿Está todo bien? ―Incluso mientras preguntaba, miró la mesa del


desayuno y a su anfitriona, que estaba completamente vestida y
preparado para el día.

―Todo está bien. ―Ruby agregó la avena al agua hirviendo y tapó la olla.

―Siento haberme quedado dormida. Olvidé poner la alarma.

―Está bien. Hice el desayuno. ―De espaldas a Nina, se esforzó un poco


para levantar la cafetera y les sirvió una taza a cada una―. Toma asiento.

―Oye, ¿qué tiene de malo esta imagen? ―Nina se sacó la camisa para
mirar su pecho―. Tal como pensaba. Tú fuiste el que se sometió a la
cirugía.

Ruby se rio y llevó las tazas a la mesa.


44
―Estoy mucho mejor, gracias a ti. Sólo pensé en dejarte dormir un poco y
hacer algo por ti para variar.

Nina tomó asiento mientras Ruby le servía el desayuno. Se sentía


incómoda con este cambio de tornas, al darse cuenta de sus
implicaciones. Ruby estaba haciendo más y más cosas por su cuenta, lo
que significaba que no necesitaría ayuda por mucho más tiempo.

―No puedo creer que me hayas dado jugo de ciruela.

―Quería que tuvieras la experiencia completa. ―Ruby chocó su vaso de


jugo con el de Nina y lo apuró, sin poner más la cara horrible que tenía al
principio―. Creo que me están empezando a gustar esto.

BBB

Nina observó desde el vestíbulo mientras Ruby subía las escaleras por
tercera vez consecutiva. Se alegró de ver a su amiga reponiéndose, pero
eso la trajo de vuelta a lo que había estado pensando durante el
desayuno.

―Eso es todo. Me voy a acostar un rato.

Nina aplaudió.

―¡Eso estuvo genial! ¿Necesitas algo? ¿Una botella de agua o algo?

―¿Te importaría traer el periódico?

Nina fue al estudio para recuperar el periódico, sonriendo al notar la


fecha. Cuando regresó, Ruby estaba acostada en la cama, sus lentes en
la mesa a su lado.

―Feliz día de San Valentín.

―Así es... lo olvidé. Todos mis días parecen fundirse entre sí―. Ruby negó
con la cabeza y palmeó el lugar a su lado.
45
La experta en estadística se sentó en el borde de la cama, un lugar que
se había vuelto familiar durante las últimas dos semanas. Fue divertido
para Nina darse cuenta de cómo habían crecido sus sentimientos por
Ruby desde ese día de la capacitación a principios de enero. Fuera lo
que fuese lo que provocó la atracción, había dado paso al afecto
genuino. Era asombroso que nunca se hubiera dado cuenta antes en
todos los meses que habían trabajado juntas que Ruby Collins era una
mujer hermosa… no realmente en un sentido clásico, pero sus rasgos se
unieron en un paquete muy lindo.

―Pero eso está a punto de cambiar, Nina. Siento como sí... hubiera dado
un giro en los últimos días.

Eso era innegable.

―Puedo verte fortaleciéndote cada día... y tu cicatriz está mucho mejor.


No pasará mucho tiempo antes de que puedas arreglártelas por tu
cuenta.

Ruby le tomó la mano.

―Apuesto a que estás deseando recuperar tu vida.

Nina consideró desviar esa pregunta con una burla sobre cuánto
extrañaba al novio de Candace y su gran danés, pero sus pensamientos
de hoy la habían dejado en un estado de ánimo más sobrio.

―Ruby, no puedo decir que lo estoy. ―Tomó la mano y entrelazó sus


dedos―. Me ha gustado estar aquí contigo.

Se miraron sin hablar, comprendiendo ambas que algo ardía bajo sus
simples palabras. Había una anticipación palpable sobre hacia dónde
iría su conversación a continuación.
46
―El día de tu cirugía... fui a verte en la sala de recuperación. ―Nina miró
sus manos unidas―. La enfermera me dijo que no recordarías nada, así
que me incliné y le susurré algo al oído. ¿Recuerdas... algo de lo que dije?

Ruby negó con la cabeza, sin apartar los ojos de los de Nina.

―Te dije... que estaba enamorada de ti. ―La mujer rubia sonrió
suavemente, contenta de tener la admisión fuera de su pecho―. Todavía
lo estoy.

―Así que eso fue real... pensé que lo había soñado.

―¿Lo recuerdas?

―Supongo que sí. ―Apretó la mano de Nina y cerró los ojos, su ambicioso
día pasó factura―. Y recuerdo haberlo respondido... pero en caso de que
no lo hiciera, habría dicho que yo también lo estoy.

¡Espera! Este no es un buen momento para dormirse, Ruby.

El rostro de Ruby se relajó y las líneas desaparecieron... hasta que una


pequeña sonrisa comenzó a aparecer en su rostro. Nina se inclinó para
plantarle un beso en la mejilla; pero Ruby se volvió, extendiendo la mano
para acariciar el rostro de la mujer rubia mientras guiaba sus labios juntos.
Su beso fue suave... y simple. Y ninguna mujer olvidaría que sucedió.

―Feliz día de San Valentín, Nina.

Fin

Y un feliz San Valentín para ti también. kgmacgregor@yahoo.com .


47
Biografía de la Autora

Ex profesora y consultora de investigación de


mercado, KG MacGregor tiene un doctorado en
periodismo y comunicación de masas. Su
enamoramiento con Xena: y el fanfiction de la
princesa guerrera la impulsó a probar suerte en la
narración de historias en 2002. En 2005, firmó con Bella
Books, que publicó la finalista del Premio Goldie, Just
This Once. Su sexta novela de Bella, Out of Love, ganó el Premio Literario
Lambda 2007 por Romance de Mujeres y el Premio Goldie 2008 en
Romance Lésbico. En 2009, consiguió Goldies por Without Warning
(Romance contemporáneo) y Secrets So Deep (Suspenso romántico).

Otros honores incluyen el premio Lifetime Achievement Award de la Royal


Academy of Bards, la medalla de agradecimiento a los lectores Alice B.
Readers y varios premios Readers Choice Awards. Es una ávida partidaria
de la literatura queer, KG actualmente es miembro del Patronato de
Lambda Literary Foundation.

KG MacGregor divide su tiempo entre sus casas en Miami y Blowing Rock,


Carolina del Norte. Cuando no está escribiendo, está en una ruta de
senderismo, en un campo de golf o, si tiene mucha suerte, en un crucero.
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