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Celebración de la santa cena

Adonay Rojas Ortiz


June 19, 2019

LA SANTA CENA
La ceremonia
Himno de apertura:

En el monte Calvario estaba una cruz, emblema de afrenta y


dolor, y yo amo a Jesús, quien murió en esa cruz, por salvar al
más vil pecador.

Coro:
¡Oh! yo siempre amaré a Jesús, en sus triunfos mi gloria será; y
algún día en vez de una cruz, mi corona Jesús me dará.

Y aunque el mundo desprecie la cruz de Jesús, para mí tiene


suma atracción, pues en ella llevó el Cordero de Dios de mi alma
la condenación. 


En la cruz de Jesús do su sangre vertió, hermosura contemplo


sin par; pues en ella triunfante a la muerte venció, y mi ser pudo
santificar. 


Yo seré siempre fiel a la cruz de Jesús, su oprobio con él llevaré,


y algún día feliz con los santos en luz para siempre su gloria veré.

LA CENA DEL SEÑOR "1


Introducción:

La celebración de la Santa Cena, también llamada la Cena del


Señor, es una conmemoración simbólica del sacrificio y muerte
de Jesucristo, nuestro Salvador, por el pecado del mundo y la
proclamación de nuestra esperanza bienaventurada del pronto
regreso de Cristo por su Iglesia.

Por lo cual, se debe celebrar con dignidad, al recordar la obra de


expiación de Jesucristo en la cruz y nuestra preparación para el
arrebatamiento de la Iglesia y nuestra reunión con Él.

Lectura de la Biblia:  

Cuando era la hora se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Y


les dijo:
—¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes
que padezca!, porque os digo que no la comeré más hasta que
se cumpla en el reino de Dios.
Tomando la copa, dio gracias y dijo:
—Tomad esto y repartidlo entre vosotros, porque os digo que
no beberé más del fruto de la vid hasta que el reino de Dios
venga.
También tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio,
diciendo:
—Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en
memoria de mí.

LA CENA DEL SEÑOR "2


De igual manera, después de haber cenado, tomó la copa,
diciendo:
—Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros
se derrama.
[Lk 22.14-20 ]

 Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el


Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;  y habiendo
dado gracias, lo partió, y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí».
 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado,
diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto
todas las veces que la bebáis, en memoria de mí».  Así pues,
todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la
muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
 De manera que cualquiera que coma este pan o beba esta
copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la
sangre del Señor.  Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y
coma así del pan y beba de la copa.  El que come y bebe
indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y
bebe para sí.  Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados
entre vosotros, y muchos han muerto.  Si, pues, nos
examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;  pero
siendo juzgados, somos castigados por el Señor para que no
seamos condenados con el mundo.
(1 Co 11:23–32).

Una invitación a auto-examinarnos:


LA CENA DEL SEÑOR "3


Primeramente debemos entender que como leímos, la Santa
Cena fue instituida por el mismo Señor Jesucristo, horas antes de
su crucifixión:

Cuando era la hora se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.  Y


les dijo:
—¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes
que padezca!,  porque os digo que no la comeré más hasta que
se cumpla en el reino de Dios. (Lk 22:14–16).

La Santa Cena para la Iglesia ha sido instituida para sustituir el


Cordero de la Pascua, quien ahora es Jesucristo:

Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa,


como sois, sin levadura, porque nuestra Pascua, que es Cristo,
ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no
con la vieja levadura ni con la levadura de malicia y de maldad,
sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. (1 Co
5:7–8).

Es importante que entendamos que debemos venir a la mesa del


Señor con corazones limpios y sin pecado.

Así que hay algunas condiciones que preceden al privilegio de la


participación de la cena del Señor:

(1) Ninguna persona inconversa puede con propiedad y derecho


comer y beber en el acto que conmemora la muerte de Cristo.
Los participantes de esta cena han de ser personas convertidas a

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Jesucristo, muertas al pecado y vivas para Dios, nacidas de
nuevo mediante la operación del Espíritu Santo en sus vidas.

(2) Ninguna persona, por buena y manifiestamente regenerada


que sea, está en condición, según el orden divino, de tomar la
cena si no ha sido bautizada en el nombre del Señor Jesucristo
para perdón de sus pecados, debe haber sido sepultada con
Cristo en el bautismo, haciendo su profesión de fe en aquel que
está siendo invocado en su vida. Pues sin el bautismo no puede
entrar en la comunión de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo.

(3). Aunque sea una persona realmente regenerada, y bautizada


como es debido bíblicamente, si a pesar de todo esto su
conducta es desordenada, violando con alevosía sus
compromisos pactados, viviendo en pecado, y ocasionando
reproche a la Iglesia de Dios, no está en condiciones de sentarse
a la mesa del Señor. Pues hemos de acercarnos a la mesa del
Señor con vidas limpias y con una vida cristiana íntegra y
consecuente, y teniendo por nuestra conducta y proceder buen
testimonio aún con quien no forman parte de la Iglesia.

Sin embargo, no es el momento de predicar un sermón de


arrepentimiento, pero si en la iglesia hay necesidad de una
reconciliación, ahora es el momento, antes de la celebración.

»Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará


también a vosotros vuestro Padre celestial;  pero si no perdonáis
sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas. (Mt 6:14–15).

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»Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu
hermano tiene algo contra ti,  deja allí tu ofrenda delante del altar
y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y
presenta tu ofrenda. (Mt 5:23–24).

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien,


para que también vuestro Padre que está en los cielos os
perdone a vosotros vuestras ofensas,  porque si vosotros no
perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os
perdonará vuestras ofensas. (Mk 11:25–26).

Recordemos cuan gran amor tuvo Cristo por nosotros, y cuanto


amor debe reinar entre los hermanos.

//Amémonos de corazón, no de labios solamente//


//Para cuando Cristo venga, para cuando Cristo venga nos
encuentre bien unidos.//
//¿Cómo puedes tú orar, enojado con tu hermano?//
//Dios no escucha la oración, Dios no escucha la oración si no
estás reconciliado.//

¿Qué significa esto?


La Santa Cena tiene significados conmemorativos, instructivos e


inspiracionales. Además promueve la acción de gracias y la
comunión, y también conlleva una responsabilidad para el
creyente.

A. Conmemora porque el Señor dijo:

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haced esto en memoria de mí. . (Lk 22:19).


B. Es instructiva porque simboliza, a través del uso de los


elementos físicos: vino y pan, que Jesucristo verdaderamente
participó de sangre y carne, y que se entregó por nosotros.

C. Es inspiracional porque al celebrarla, nos identificamos con su


muerte y resurrección. ¡Y nos inspiramos al recordar que Jesús
logró la victoria sobre la muerte!

D. Nos motiva a la acción de gracias, pues nos recuerda la


esperanza bienaventurada que tenemos los cristianos, Jesucristo
vendrá por nosotros…

la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. (1 Co 11:26).


E. La celebración de la Santa Cena nos brinda la oportunidad de


reflexionar sobre lo que significa estar en comunión con Dios y
con nuestros hermanos.

F. Y finalmente conlleva un alto grado de responsabilidad. Pablo


nos recuerda que uno debe cuidarse de participar en la Santa
Cena "de manera indigna".

Durante el acto de participar en la Santa Cena, uno debe tener


una actitud y un comportamiento de respeto y de reverencia.

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Es por esta razón que es importante examinarnos a nosotros


mismos con motivo de la Santa Cena. Ella es una excelente
forma de mantener el cuerpo de Cristo lo más consciente posible
de los peligros de dar cabida al pecado.

La Santa Cena es una de las celebraciones más significativas de


la Iglesia. Fue instituida por el mismo Señor Jesucristo. Si nos
purificamos y participamos de ella intentando aprovechar todo lo
que el Señor nos brinda a través de esta cena, podemos ser
cristianos más efectivos y más eficaces.

Amor, amor de Dios,


Que vino a este mundo para darnos salvación
Que dejó trono y gloria y en el Calvario murió
Incomparable y grande es su amor
Amor al pecador
Que siendo el rey del mundo se hizo siervo
Sin estimar linaje descendiera y ofreciera su vida por el vil

Coro:
Y derramó (y derramó) su sangre allí (su sangre allí)
Y mi maldad (y mi maldad) lavó así (lavó así)
Y soportó en la cruz todo ese dolor para darme la vida
Por eso hoy quiero darle gloria y loor
Por ese gran amor que mi vida cambió

Oscura noche había en mi ser


La soledad reinaba en mí existir
Profundo sufrimiento ahogaba ya mi ser
Pero su amor divino me alcanzo
Metió su mano y me levanto

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Del cieno inmundo Él me rescató
Y una mañana clara ví nacer
¡Incomparable y grande es su amor!
Pues en la cruz, demostró el inmenso amor
Que sentía por el pecador y por eso murió
Tanto amó a este mundo que su vida dio
Para que todo el que crea en él pueda vivir feliz… feliz

La Ceremonia:

[Nos ponemos todos de pie y oramos]


Quienes vayan a partcicipar del pan y del vino, por favor lo


reciben pero no lo coman aún. Lo mantienen en sus manos hasta
el momento oportuno en el que se les de la orden de participar
del mismo.

Tomando la copa, dio gracias y dijo:


—Tomad esto y repartidlo entre vosotros,  porque os digo que
no beberé más del fruto de la vid hasta que el reino de Dios
venga. (Lk 22:17–18).

(Entrega de los platillos de pan y de  vino a los diáconos para ser
repartido a la congregación.)

//Fue clavado en la cruz, por mí//


En la cruz do murió, mis pecados llevó.
Fue clavado en la cruz, por mí.

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(Al regresar los diáconos con los platillos, el pastor les reparte a
los diáconos el pan y el vino y se cerciora de que todos tengan el
pan y el vino)

Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el


desierto, y aun así murieron. Este es el pan que desciende del
cielo para que no muera quien coma de él. Yo soy el pan vivo que
descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la
vida del mundo. (Jn 6:48–51).

Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres,


que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá
eternamente. (Jn 6:58).

También tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo:


—Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en
memoria de mí. (Lk 22:19).

Todos comemos el pan y oramos dando gracias a Dios por el


sacrificio de la carne de Cristo, que fue destrozada en lugar
nuestro.

Unos brazos humildes se abrieron


en la trágica cruz del Calvario.
El dolor de los clavos sufrieron
y la cruz con su sangre bañaron
//Para dar salvación al mundo pecador

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y librarnos del mal que vendrá.//

Y según la Ley, casi todo es purificado con sangre; y sin


derramamiento de sangre no hay remisión. (Heb 9:22).

Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión


unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de
todo pecado. (1 Jn 1:7)

  Jesús les dijo:


—De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo
del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.  El
que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo
resucitaré en el día final,  porque mi carne es verdadera comida y
mi sangre es verdadera bebida.  El que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y yo en él. (Jn 6:53–56).

Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado,


diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto
todas las veces que la bebáis, en memoria de mí». Así pues,
todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la
muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. (1 Co 11:25–26).

Todos bebamos el vino y oremos dando gracias a Dios por la


sangre de Cristo, que fue derramada en la cruz para darnos
salvación.

//La Sangre de Cristo limpió mi corazón, acude a la sangre que


en ella hay salvación//

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//Gloria a la Sangre de mi Señor, ella es la que lava al pecador//  
 

Despedida:

Dice la Palabra de Dios que después que Cristo y sus discípulos


comieron el pan y bebieron el vino, celebrando así la primera
Cena del Señor, cantaron un himno antes de retirarse del
aposento alto. Cantemos un himno para clausurar esta
conmemoración:

¡Cuán Gloriosa Será la Mañana!  


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