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ABY WARBURG Y LA CIENCIA SIN NOMBRE

EN: Giorgio Agamben: La potencia del pensamiento.


Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2007
1

El presente ensayo tiene como objetivo la situación crítica


de una disciplina que, a diferencia de tantas otras, existe pero
no tiene nombre. Dado que el creador de esta disciplina ha
sido Aby Warburg,1 sólo un análisis atento de su pensamiento
podrá ofrecernos el punto de vista a partir del cual ha sido po-
sible una situación semejante. Y sólo a partir de una situación
tal será posible preguntarse si esta “disciplina innominada” es
susceptible de recibir un nombre y en qué medida los nom-
bres hasta ahora propuestos responden al objetivo.
La esencia de la enseñanza y del método de Warburg, tal
como se ha expresado en la actividad de la “Biblioteca para la
ciencia de la cultura” de Hamburgo, convertida más tarde en
el Instituto Warburg,2 suele ser caracterizada generalmente
1
La boutade [broma] sobre Warburg como creador de una disciplina “qui, à
l’inverse de tant d’ autres, existe, mais n’a pas de nom” es de ROBERT KLEIN,
La forme et l’intelligible, Paris, Gallimard, 1970, p. 224; trad. cast.: La forma y lo
inteligible. Escritos sobre el renacimiento y el arte moderno, Madrid, Taurus, 1980.
2
En 1933, con la llegada del nazismo, el Instituto Warburg fue, como se sabe,
trasladado a Londres, donde en 1944 se incorporó a la universidad de Lon-
dres. Cfr. FRITZ SAXL, “The history of Warburg’s library”, en ERNST H.

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por su rechazo del método estilístico-formal dominante en Nacimiento de Venus y sobre la Primavera de Botticelli, War-
la historia del arte hacia fines del siglo diecinueve y como burg se dio cuenta de que cualquier intento por comprender
un desplazamiento del foco de la investigación de la his- la mente de un pintor del Renacimiento era inútil si el pro-
toria de los estilos y de la valoración estética a los aspectos blema se abordaba sólo desde un punto de vista formal,4 y
programáticos e iconográficos de la obra de arte, tal como durante toda su vida conservó una “honesta repugnancia”
resultan del estudio de las fuentes literarias y del examen frente a la “historia del arte estetizante” [äisthetisierende
de la tradición cultural. La bocanada de aire fresco que la Kunstgeschichte]5 y por la consideración puramente formal de
aproximación warburguiana a la obra de arte habría sopla- la imagen. Pero esta actitud no nacía en él de un acercamien-
do sobre las aguas estancadas del formalismo estético está to puramente erudito y anticuario a los problemas de la obra
atestiguada por el éxito creciente de las investigaciones que de arte, ni mucho menos de una indiferencia en relación a
se han inspirado en su método y que han conquistado un sus aspectos formales: su obsesiva, casi iconolátrica, atención
público tan vasto, aun fuera de los círculos académicos, que a la fuerza de las imágenes prueba, si fuera necesario, que
se ha podido hablar de una imagen “popular” del Instituto fue incluso demasiado sensible a los “valores formales” y
Warburg. A medida que se extendió la fama del instituto, se un concepto como el de pathosformel [fórmula emotiva],
asistió sin embargo a una supresión creciente de la figura de en el cual no es posible distinguir entre forma y contenido
su fundador y su proyecto original, mientras la edición de ya que designa un entramado indisoluble de carga emotiva
los escritos y los fragmentos inéditos de Warburg se pospuso y fórmula iconográfica, es suficiente testimonio de que su
continuamente y todavía hoy no han visto la luz.3 pensamiento no se deja de ninguna manera interpretar en
Naturalmente esta caracterización del método warbur- términos de una contraposición tan poco genuina como la
guiano refleja una actitud frente a la obra de arte que fue de forma / contenido, o la de historia de los estilos / historia
indudablemente propia de Aby Warburg. En 1889, mientras de la cultura. Lo que es único y propio en su actitud de estu-
preparaba en la universidad de Estrasburgo su tesis sobre el dioso no es tanto un nuevo modo de hacer historia del arte,
como una tensión hacia la superación de los confines de la
GOMBRICH, Aby Warburg. An intellectual biography, London, The Warburg historia del arte que acompaña desde el principio su interés
Institute, 1970, pp. 325-326; trad. cast.: Aby Warburg. Una biografía intelectual, por esta disciplina, casi como si él la hubiese elegido sólo
Madrid, Alianza, 1972.
3
La publicación de la bella “biografía intelectual” de Warburg por obra del
para insinuar en ella la semilla que la habría hecho explotar.
entonces director del Instituto Warburg, Gombrich, ha llenado sólo en parte
esta laguna. Ella constituye hoy la única fuente para el conocimiento de los in- 4
El testimonio es de SAXL, op. cit., p. 326.
éditos de Warburg. (En el ínterin, se inició en Alemania, a través de la editorial 5
La expresión se lee, entre otros lugares, en una nota inédita de 1923. Cfr.
Akademie, la publicación de los escritos de Warburg.) GOMBRICH, op. cit., p. 88.

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El “buen dios” que, según su célebre frase, “se esconde en confirmó en un propósito sobre el cual había reflexionado
los detalles” no fue para él el numen tutelar de la historia largamente mientras seguía en Bonn las lecciones de Usener
del arte sino el demonio oscuro de una ciencia innominada y Lamprecht. Usener (a quien Pasquali definió una vez como
cuyos rasgos sólo hoy empezamos a entrever. “el filólogo más rico en ideas entre los grandes alemanes de
la segunda mitad del siglo XIX”)7 atrajo su atención sobre
un estudioso italiano, Tito Vignoli, quien en su libro Mito y
2 ciencia8 sostuvo la necesidad de una aproximación conjunta
de la antropología, la etnología, la mitología, la psicología
En 1923, mientras se encontraba en la clínica de Ludwig y la biología al estudio de los problemas del hombre. Los
Binswanger en Kreuzlingen, durante la larga enfermedad pasajes del libro de Vignoli donde están contenidas estas
mental que lo mantuvo lejos de su biblioteca por seis años, afirmaciones aparecen subrayados fuertemente por War-
Warburg preguntó a los médicos si consentirían en dejarlo burg. Durante la estadía americana, esta exigencia juvenil
salir en caso de que él probara su curación ofreciendo una se volvió una decisión tan firme, que se puede decir que
conferencia a los pacientes de la clínica. El tema que eligió toda la obra de “historiador del arte” de Warburg –incluida
para su disertación, los rituales de la serpiente de los indios la célebre biblioteca que empezó a reunir ya hacia 1886–9
de Norteamérica,6 había surgido inesperadamente a partir
de una experiencia de su vida que se remontaba a casi treinta 7
GIORGIO PASQUALI, “Aby Warburg”, en Pegaso, abril de 1930; ahora en
años antes, y que por lo tanto debe haber dejado una hue- Pagine stravaganti, Firenze, Sansoni, 1968, vol. 1, p. 44.
lla muy profunda en su memoria. En 1895, cuando aún 8
TITO VIGNOLI, Mito e scienza, Milano, 1879.
9
La constitución de su biblioteca le ocupó a Warburg toda su vida y fue, quizá,
tenía menos de treinta años, durante un viaje por América la obra a la que consagró mayores energías. En su origen se encuentra un fatídico
del Norte, permaneció por algunos meses entre los indios episodio infantil: a los trece años, Aby, que era el primogénito de una familia
Pueblo y Navajo de Nuevo México. El encuentro con la de banqueros, le ofreció a su hermano menor Max cederle su primogenitura a
cambio de la promesa de comprar todos los libros que él le pidiera. Max aceptó,
cultura primitiva americana (a la que había sido introducido sin imaginar por cierto que la broma infantil se convertiría en realidad. Warburg
por Cyrus Adler, Frank Hamilton Cushing, James Mooney ordenaba sus libros no según los criterios alfabéticos o aritméticos en uso para las
y Franz Boas) lo había alejado definitivamente de la idea grandes bibliotecas, sino según sus intereses y su sistema de pensamiento, hasta
el punto de cambiar el orden ante cada variación de sus métodos de investiga-
de una historia del arte como disciplina especializada, y lo ción. La ley que lo guiaba era la del “buen vecino”, según la cual la solución al
problema no estaba contenida en el libro que se buscaba, sino en el que estaba
6
La conferencia fue publicada en lengua inglesa en 1939: ABY WARBURG, “A al lado. De este modo, hizo de la biblioteca una especie de imagen laberíntica
lecture on Serpent Ritual”, en Journal of the Warburg Institute, 1939, n° 4, pp. de sí mismo, cuyo poder de fascinación era enorme. Saxl refiere la anécdota de
277-292; trad. cast.: El ritual de la serpiente, México, Sexto piso, 2004. Cassirer, quien, al entrar por la primera vez en la biblioteca, declaró que debía

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tiene sentido sólo si se la entiende como un esfuerzo lleva- Categorías inadecuadas de una teoría evolucionista general
do a cabo a través, y más allá, de la historia del arte hacia le han impedido hasta aquí a la historia del arte poner su
una ciencia más amplia para la que no logró encontrar un propio material a disposición de la “psicología histórica de
nombre definitivo, pero en cuya configuración trabajó de la expresión humana”, que en realidad todavía no ha sido
manera tenaz hasta la muerte. escrita.12 Nuestra joven disciplina se cierra la perspectiva
En las notas para la conferencia de Kreuzlingen sobre el histórica universal por una posición fundamental o bien
ritual del serpiente, Warburg define el objetivo de su biblio- demasiado materialista o demasiado mística. Yendo a tien-
teca como “una colección de documentos que se refieren a la tas, trata de encontrar su propia teoría del desarrollo entre
psicología de la expresión humana”.10 En las mismas notas, los esquematismos de la historia política y las teorías sobre
remarca su aversión a un enfoque formal de la imagen que el genio. Con el método que expongo en mi intento por
carezca “de comprensión respecto de su necesidad biológica, interpretar los frescos del Palazzo Schifanoia espero haber
en tanto producida entre la religión y la práctica artística”.11 demostrado que un análisis iconológico que no se deje
Esta situación de la imagen entre la religión y el arte es intimidar por un exagerado respeto por los límites, y que
importante para delimitar el horizonte de su investigación: considere la antigüedad, la Edad Media y la Edad Moderna
su objeto es más bien la imagen que la obra de arte, y eso como una época conexa, e interrogue tanto las obras del arte
la pone resueltamente fuera de los confines de la estética. autónomo como las del arte aplicado en tanto ambas son,
Ya en 1912, concluyendo su conferencia sobre Arte italiano con idénticos derechos, documentos de la expresión, espero
y astrología internacional en el Palazzo Schifanoia de Ferrara haber demostrado que este método, tratando de iluminar
él invitó a “una ampliación metodológica de los confines con cuidado una oscuridad singular, ilumina los grandes
temáticos y geográficos” de la historia del arte:
12
Es característico de la forma mentis [forma mental] de Warburg que él a
menudo presente sus escritos como contribuciones a una ciencia que todavía
está por fundarse. Incluso su gran estudio sobre la adivinación en la época de
o bien huir inmediatamente o bien quedarse encerrado allí por años. Como un Lutero se presenta como una contribución al “manual” todavía inexistente De
verdadero laberinto, la biblioteca conducía al lector a la meta desviándolo, de la servidumbre del hombre moderno supersticioso, que debía ser precedido por
un “buen vecino” al otro, en una serie de détours [rodeos] al final de los cuales una investigación científica, también ella incompleta, sobre El renacimiento de
encontraba fatalmente al minotauro que lo esperaba desde el principio y que la antigüedad demoníaca en la época de la Reforma alemana. De este modo, logró
era, en cierto sentido, el propio Warburg. Quien ha trabajado en la biblioteca por una parte incluir en sus escritos una tensión hacia su autosuperación, que es
sabe cuán cierto es esto todavía hoy, a pesar de las concesiones que se han hecho una de las razones no menores de la fascinación que ejerce, y por la otra, hacer
en el transcurso de los años a las exigencias de la biblioteconomía. aparecer su proyecto global a través de una suerte de “presencia por defecto”
10
GOMBRICH, op. cit., p. 222. que recuerda el principio aristotélico según el cual “también la privación es una
11
Ibid., p. 84. forma de posesión” (Metaph., 1019 b 7).

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momentos del desarrollo general en su conexión. A mí me sus más célebres descubrimientos iconográficos, es decir, la
interesa menos la solución elegante que la formulación de identificación del sujeto de la faja mediana de los frescos del
un nuevo problema que querría enunciar de este modo: Palazzo Schifanoia sobre la base de las figuras de los decanos
“¿En qué medida el advenimiento de la transformación descriptas en el Introductorium maius [Introducción mayor]
estilística de la figura humana en el arte italiano debe con- de Abu Ma’shar. En las manos de Warburg, la iconografía no
siderarse como el resultado de una confrontación sobre base es nunca un fin en sí mismo (aunque también de él se podría
internacional con los conceptos figurativos sobrevivientes decir, como Kraus decía del artista, que supo transformar la
de la civilización pagana de los pueblos del Mediterráneo solución en un enigma), pero tiende siempre, más allá de la
oriental?”. El estupor entusiasta ante el incomprensible identificación de un tema y de sus fuentes, a la configura-
acontecimiento de la genialidad artística no podrá sino ción de un problema que es, a la vez, histórico y ético, en la
sentirse con mayor vigor, cuando reconozcamos que el perspectiva de aquello que alguna vez llegó a definir como
genio es gracia y al mismo tiempo capacidad consciente de “un diagnóstico del hombre occidental”. La transfiguración
empeñarse en un recíproco dar y haber. El nuevo gran estilo del método iconográfico en las manos de Warburg recuerda
que nos donó el genio artístico italiano estaba arraigado en así muy de cerca la transfiguración sufrida por el método
la voluntad social de liberar a la humanidad griega de la lexicográfico en la “semántica histórica” de Spitzer, en la cual
“práctica” medieval, oriental-latina. Con esta voluntad de la historia de una palabra se hace al mismo tiempo historia
restaurar la antigüedad, el “buen europeo” inicia su lucha de una cultura y configuración de su problema vital espe-
por las luces en aquella edad de migraciones internacionales cífico; o bien habría que pensar, para comprender de qué
de las imágenes que nosotros, de un modo un poco dema- manera entendía el estudio de la tradición de las imágenes,
siado místico, llamamos época del Renacimiento.13 en la revolución que experimentó la paleografía en manos de
Ludwig Traube, a quien Warburg llamaba “el Gran Maestro
Es importante notar que estas consideraciones aparecen de nuestra Orden” y que supo extraer de los errores de los
justo en la conferencia en la que Warburg expone uno de copistas y de las influencias caligráficas descubrimientos
decisivos para la historia de la cultura.14
13
ABY WARBURG, “Italienische Kunst und internazionale Astrologie im
Palazzo Schifanoia zu Ferrara”, en AA.VV., L’Italia e l’arte straniera. Atti del X
Congresso Internazionale di Storia dell’Arte in Roma, Roma, Maglione & Strini,
1922; trad. it.: “Arte italiano y astrología internacional en el Palazzo Schifanoia 14
De Spitzer ver, en particular, los Essays in Historical Semantics, New York,
de Ferrara”, en La rinascita del paganesimo antico. Contributi alla storia della 1948. Para un juicio sobre la obra de Traube, leer lo que escribe Pasquali en
cultura, Firenze, La Nuova Italia, 1966, p. 268; trad. cast.: El Renacimiento del “Paleografia quale scienza dello spirito”, Nuova Antologia, 1° de junio de 1931,
Paganismo, Madrid, Alianza, 2005. ahora en Pagine stravaganti, op. cit., pp. 115-116.

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El propio tema de la “vida póstuma”15 de la civilización el método y los conceptos de Warburg se iluminan si se los
pagana que define una de las principales líneas de fuerza compara con las ideas que guiaron a Spitzer en sus investi-
de la meditación de Warburg, tiene sentido sólo si se lo gaciones de semántica histórica, que lo llevaron a acentuar
inscribe en este horizonte más amplio, en el cual las solu- el carácter a la vez “conservador” y “progresista” de nuestra
ciones estilísticas y formales adoptadas en su momento por tradición cultural, en la que (como prueba la singular con-
los artistas se presentan como decisiones éticas que definen tinuidad del patrimonio semántico de las lenguas europeas
la posición de los individuos y de una época con respecto modernas, esencialmente griego-romano-judeo-cristiano),
a la herencia del pasado, y en el cual la interpretación del las mutaciones en apariencia más grandes están siempre de
problema histórico se convierte, al mismo tiempo, en un algún modo conectadas con la herencia del pasado.
“diagnóstico” del hombre occidental en su lucha por sanar En esta perspectiva, donde la cultura es vista siempre
las propias contradicciones y encontrar, entre lo viejo y lo como un proceso de Nachleben, es decir de transmisión,
nuevo, la propia morada vital. recepción y polarización, también se vuelve comprensible
Si Warburg pudo además presentar el problema del por qué Warburg debió fatalmente concentrar tanta aten-
Nachleben des Heidentums [renacimiento del paganismo] ción sobre el problema de los símbolos como sobre su vida
como su propio problema supremo en tanto estudioso,16 en la memoria social.
fue porque comprendió, con una sorprendente intuición Gombrich ha señalado la influencia que ejercieron en él
antropológica, que el de “la transmisión y la supervivencia” las teorías de un discípulo de Hering, Richard Semon, cuyo
es el problema central de una sociedad “caliente” como la libro sobre la Mneme había adquirido Warburg en 1908.
occidental, tan obsesionada por la historia como para querer Según Semon,
hacer de ella el motor de su propio desarrollo.17 Una vez más
la memoria no es una propiedad de la conciencia, sino la
15
El término alemán Nachleben usado por Warburg no significa específicamente cualidad que distingue lo viviente de la materia inorgánica.
“renacimiento”, como se ha traducido muchas veces, y tampoco “supervivencia”.
Implica la idea de esa continuidad de la herencia pagana que para Warburg era
Es la capacidad de reaccionar a un evento a través de un
esencial. período de tiempo; vale decir, una forma de conservación
16
En una carta al amigo Mesnil, quien había formulado el problema de Warburg y transmisión de la energía desconocida para el mundo
del modo tradicional (“Que représentait l’antiquité pour les hommes de la Renais-
sance?” [¿Qué representaba la antigüedad para los hombres del Renacimiento?]),
físico. Cada evento que actúa sobre la materia viviente deja
Warburg precisó que “más tarde, con el correr de los años, el problema se amplió
hacia un intento por comprender el significado de la vida póstuma del paganismo que multiplican la incidencia de los factores históricos, ver lo que escribe CLAU-
para toda la civilización europea” (GOMBRICH, op. cit., p. 307). DE LÉVI-STRAUSS, La pensée sauvage, Paris, Plon, 1962, pp. 309-310; trad.
17
Sobre la oposición entre sociedades “frías” o sin historia y sociedades “calientes”, cast.: El pensamiento salvaje, México, Fondo de Cultura Económica, 1964.

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en ella una huella que Semon llama engrama. La energía frente a las imágenes heredadas por la tradición no era para
potencial conservada en este engrama puede, en determi- él, por lo tanto, siquiera pensable en términos de elección
nadas circunstancias, ser reactivada y descargada; en ese estética ni mucho menos de recepción neutral. Se trataba,
caso decimos que el organismo actúa en un cierto modo más bien, de una confrontación, mortal o vital según los
porque recuerda el evento precendente.18 casos, con las tremendas energías que se habían fijado en
aquellas imágenes, que guardaban consigo la posibilidad de
El símbolo y la imagen realizan para Warburg la misma hacer retroceder al hombre en una estéril sujeción o bien de
función que, según Semon, realiza el engrama en el sistema orientarlo en su camino hacia la salvación y el conocimiento.
nervioso central del individuo: en ellos se cristalizan una Y esto, para él, era verdadero no sólo para los artistas que,
carga energética y una experiencia emotiva que sobreviven como Durero, habían humanizado, polarizándolo, el temor
como una herencia transmitida por la memoria social y supersticioso de Saturno en el emblema de la contemplación
que, como la electricidad condensada en una botella de intelectual,20 sino también para el historiador y el estudioso,
Leiden, se vuelven efectivas a través del contacto con la que Warburg concibe como sismógrafos sensibilísimos que
“voluntad selectiva” de una época determinada. Por esto responden al tremor de lejanos terremotos, o bien como “ni-
Warburg habla a menudo de los símbolos como de dinamo- gromantes” que, en plena conciencia, evocan los espectros
gramas, que son transmitidos a los artistas en un estado de que los amenazan.21
tensión máxima, pero que no están polarizados en cuanto
a su carga energética activa o pasiva, negativa o positiva, 20
La interpretación warburguiana de la Melancolía de Durero como “página de
y cuya polarización, en el encuentro con la nueva época y consuelo humanístico contra el temor de Saturno”, que transforma la imagen del
demonio planetario, ha determinado ampliamente las conclusiones del estudio
sus necesidades vitales, puede llevar a una transformación de ERWIN PANOFSKY, FRITZ SAXL, Dürers “Melencolia I., Eine Quellen
completa de significado.19 El comportamiento de los artistas und Typengeschichtliche Untersuchung, Leipzig-Berlin, Teubner, 1923.
21
Las páginas en las cuales Warburg desarrolla esta interpretación de las figuras
de Burckhardt y Nietzsche están entre las más bellas que ha escrito: “Debemos
18
GOMBRICH, op. cit., p. 242. aprender a ver a Burckhardt y a Nietzsche como captadores de ondas mnemónicas
19
“Los dinamogramas del arte antiguo son transmitidos en un estado de tensión y entender que ellos tomaron conciencia del mundo en dos modos fundamental-
máxima, pero no polarizados en cuanto a su carga energética activa o pasiva, mente diversos. […] Ambos son sismógrafos sensibilísimos cuyos fundamentos
a los artistas que imitan, responden o recuerdan. Es sólo el contacto con la tiemblan cuando tienen que recibir y transmitir las ondas. Pero hay una importante
nueva época lo que produce la polarización. La polarización puede llevar a un diferencia entre ellos: Burckhardt recibía las olas que venían del pasado, sentía su
trastrocamiento radical (inversión) del sentido que ellos tenían en la antigüedad inquietante tremor y trataba de reforzar los fundamentos del propio sismógrafo.
clásica [...]. La esencia de los engramas de tiasos como cargas balanceadas en una […] Él sentía claramente el peligro de su profesión y el riesgo de sucumbir, pero
botella de Leiden antes de su contacto con la voluntad selectiva de la época.” no se rindió al romanticismo. […] Burckhardt era un nigromante con plena con-
(GOMBRICH, op. cit., pp. 248-249). ciencia; él invocó a los espectros que lo amenazaban seriamente, pero los derrotó

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El símbolo pertenecía para él, por lo tanto, a una esfera in- de Kreuzlingen, Warburg estaba probando frente a sí mismo
termedia entre la conciencia y la reacción primitiva, y portaba y frente a los otros la propia curación:
consigo tanto la posibilidad de la regresión como la del cono-
cimiento más alto: eso es un Zwischenraum, un “intervalo”, Toda la humanidad es eternamente esquizofrénica. Sin
una especie de tierra de nadie en el centro de lo humano; y embargo, desde un punto de vista ontogenético, es acaso
como la creación y el gozo del arte solicitan la fusión entre dos posible describir un tipo de reacción a las imágenes de la
actitudes psíquicas que normalmente se excluyen en forma memoria como primitivo y anterior, aunque siga viviendo
recíproca (“un apasionado abandonarse del yo hasta la com- marginalmente. En un estadio más tardío, la memoria ya
pleta identificación con la impresión y un fría y distanciada no provoca un movimiento reflejo inmediato y práctico,
serenidad en la contemplación ordenadora”), así la “ciencia sin aunque sea de naturaleza combativa y religiosa, sino que
nombre” que Warburg persiguió es, como se lee en una nota las imágenes de la memoria ahora son conscientemente
de 1929, “una iconología del intervalo” o una psicología del almacenadas en imágenes y signos. Entre estos dos estadios
“movimiento pendular entre la posición de las causas como se sitúa una relación con las impresiones que puede ser
imágenes y como signos”.22 Este estatuto “intermedio” del definida como la forma simbólica del pensamiento.23
símbolo (y su capacidad, en la medida en que es dominado, de
“curar” y orientar la mente humana) es afirmado claramente Sólo en esta perspectiva es posible apreciar el sentido
en una nota de la época en la que, preparando la conferencia y la importancia del proyecto al cual Warburg consagró
sus últimos años y para el cual eligió el nombre que quiso
también que fuera lema de su biblioteca (todavía hoy se lo
construyéndose su torre de observación. Él es un vidente como Linceo: se sienta
en su torre y habla […] fue y sigue siendo un iluminador, pero no quiso ser otra
puede leer entrando en la biblioteca del Instituto Warburg):
cosa que un simple maestro […]. ¿Qué tipo de adivino es Nietzsche? Es el tipo del Mnemosyne. Gertrud Bing describió este proyecto como “un
Nabi, del profeta antiguo que corre por las calles, se rasga los vestidos, amenaza y atlas figurativo que ilustra la historia de la expresión visual
a veces arrastra consigo al pueblo. Su gesto deriva de aquel del portador de tirso
que obliga a quienquiera a seguirlo. De allí sus observaciones sobre la danza. En
en el área del Mediterráneo”.24 Probablemente, en la elección
las figuras de Nietzsche y de Burckhardt se confrontan dos antiguos modelos de
profetas en las que se encuentran las tradiciones latinas y alemanas. La pregunta
es cuál de los dos tipos puede soportar mejor el trauma de su vocación. Uno de 23
Ibid., p. 223. La concepción warburguiana de los símbolos y su vida en la memo-
ellos trata de transformarla en una llamada. La ausencia de una respuesta mina ria social puede recordar la idea de arquetipo de Jung. Sin embargo, este nombre
continuamente sus fundamentos: después de todo, él era un maestro. Dos hijos no aparece nunca en las notas de Warburg. Por otro lado, conviene recordar que
de pastores reaccionan de modo opuesto al sentimiento de la presencia divina en las imágenes son para Warburg realidades históricas, integradas en un proceso de
el mundo” (GOMBRICH, op. cit., pp. 254-257). transmisión de la cultura, y no entidades ahistóricas, como para Jung.
22
Ibid., p. 253. 24
En la introducción a WARBURG, La rinascita…, p. XVII.

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de este raro modelo, Warburg fue guiado por su personal aquel teatro mnemotécnico construido en el siglo XVI por
dificultad para la escritura, pero sobre todo por la voluntad Giulio Camillo, que asombró a sus contemporáneos como
de encontrar una forma que, superando los esquemas y los una nueva e inaudita maravilla.25 El autor había intentado
modos tradicionales de la crítica y la historia del arte, fuera reunir en él “la naturaleza de todas las cosas que pueden ser
finalmente adecuada para la “ciencia sin nombre” qué él expresadas en palabras”, de modo tal que cualquiera que
tenía en mente. entrara en el admirable edificio habría dominado inmedia-
tamente la ciencia. El Mnemosyne de Warburg es un atlas
Del proyecto Mnemosyne, que quedó incompleto a la mnemotécnico-iniciático de la cultura occidental, mirando
muerte de Warburg, ocurrida en octubre de 1929, que- el cual el “buen europeo” (como Warburg acostumbraba
dan unas cuarenta tablas de tela negra sobre las que están decir sirviéndose de las palabras de Nietzsche) habría podido
pegadas cerca de un millar de fotografías. En ellas es po- tomar conciencia de la problematicidad de la propia tradi-
sible reconocer sus temas iconográficos favoritos, pero el ción cultural y habría podido quizá, de este modo, curar la
material reunido se extiende hasta comprender los afiches propia esquizofrenia y “autoeducarse”.
publicitarios de una compañía de navegación, la fotografía Por cierto, también Mnemosyne, como muchas otras obras
de una jugadora de golf e incluso aquella del papa y de de Warburg, incluida su biblioteca, podrá parecerle a alguno
Mussolini cuando firman el Concordato. Pero Mnemosyne una especie de sistema mnemotécnico para uso privado en
es algo más que una orquestación, más o menos orgánica, el cual el estudioso y psicopático Aby Warburg proyectó y
de los motivos que han guiado la investigación de Warburg trató de solucionar sus conflictos psíquicos personales. Y
en el transcurso de los años. Él la definió una vez, bastante eso es verdad, sin duda. Pero es medida de la grandeza de
enigmáticamente, como “una historia de fantasmas para un individuo que no sólo su idiosincrasia, sino también los
personas verdaderamente adultas”. Si se considera la función remedios que encuentra para dominarla, correspondan a las
que él asignaba a la imagen como órgano de la memoria necesidades secretas del espíritu del tiempo.
social y engrama de las tensiones espirituales de una cultura,
se comprende qué quiso decir: su “atlas” era una especie
de gigantesco condensador en el que se reunían todas las
corrientes energéticas que animaron y todavía seguían ani-
mando la memoria de Europa, y que tomaban cuerpo en sus 25
Sobre Giulio Camillo y su teatro ver el cap. 6 de FRANCES A. YATES, The
“fantasmas”. El nombre Mnemosyne encuentra aquí su razón art of memory, London, Routledge & Kegan Paul, 1966; trad. it.: L’arte della
memoria, Torino, Einaudi, 1972; trad. cast.: El arte de la memoria, Madrid,
profunda. El atlas que lleva este título recuerda, en efecto, Siruela, 2005.

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3 Precisamente la ciencia que recomendaba buscar el buen


dios en los detalles ilustra a la perfección la fecundidad de
Las disciplinas filológicas e históricas ya han asumido un correcto modo de estar en el propio círculo hermenéu-
como un dato metodológico esencial que el proceso cognos- tico. El movimiento en espiral hacia una ampliación cada
citivo que les es particular está necesariamente encerrado en vez mayor del horizonte se puede seguir de modo ejemplar
un círculo. Este círculo, cuyo descubrimiento como funda- en los dos temas centrales de la investigación de Warburg:
mento de toda hermenéutica se puede remontar a Schleier- el de la “ninfa” y el del revival astrológico renacentista.
macher y a su intuición de que, en la filología, “lo particular En su tesis de doctorado sobre la Primavera y el Na-
puede ser comprendido sólo por medio del conjunto y toda cimiento de Venus de Botticelli, la aparición de la figura
explicación de un particular presupone la comprensión del femenina en movimiento con vestidos vaporosos, tomada
conjunto”,26 no es, sin embargo, de ningún modo un círculo de sarcófagos clásicos, que sobre la base de algunas fuentes
vicioso. Por el contrario, es el fundamento del rigor y de la literarias Warburg bautiza “ninfa”, individualizando en ella
racionalidad de las disciplinas humanas. Lo esencial para un nuevo tipo iconográfico, sirve para aclarar el tema de las
una ciencia que quiera permanecer fiel a su propia ley no pinturas y, al mismo tiempo, para mostrar “de qué modo
es tanto salir de este “círculo de la comprensión”, cosa que Botticelli arreglaba las cuentas con las ideas que su época
sería imposible, sino “permanecer adentro del modo justo”.27 tenía acerca de los antiguos”.28 Pero, en el descubrimiento de
Por efecto del conocimiento adquirido en cada pasaje, el ir y que los artistas del siglo XV se apoyaban en una pathosformel
venir de lo particular al conjunto no vuelve de hecho jamás clásica toda vez que se trataba de representar un movimiento
al mismo lugar; en cada giro, amplía necesariamente su pro- externo intensificado, se revela también la polaridad dioni-
pio radio y descubre así una perspectiva más alta en la cual síaca del arte clásico, algo que Warburg afirmó con audacia
abrir un nuevo círculo: la curva que lo representa no es, tal siguiendo los pasos de Nietzsche aunque, quizá, por primera
como se ha repetido muchas veces, una circunferencia sino vez en la esfera de la historia del arte –todavía dominada
un espiral que amplía continuamente sus propias volutas. por el modelo de Winckelmann–. En un círculo aún más
amplio, la aparición de la “ninfa” se convierte así en el signo
26
Sobre el círculo hermenéutico ver las magistrales observaciones de LEO SPIT- de un profundo conflicto espiritual en la cultura renacen-
ZER, Linguistics and literary history, Princeton, 1948; trad. it.: Critica stilistica e
semantica storica, Bari, Laterza, 1966, pp. 93-95; trad. cast.: Lingüística e historia
tista, donde la carga orgiástica de las pathosformeln clásicas
literaria, Madrid, Gredos, 1955.
27
La observación es de Heidegger, que ha fundado filosóficamente el círculo 28
ABY WARBURG, Sandro Botticelli “Geburt der Venus” und “Frühling”,
hermenéutico en Sein und Zeit, Tübingen, Niemeyer, 1927, pp. 151-153; trad. Hamburg und Leipzig, Leopold Voss, 1893; trad. it.: La “Nascita di Venere” e la
cast.: Ser y tiempo, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1997. “Primavera” di Sandro Botticelli, en WARBURG, La rinascita..., p. 58.

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Giorgio Agamben Aby Warburg y la ciencia sin nombre

debía ser acrobáticamente conciliada con el cristianismo en logía en la cultura humanística a partir del siglo XIV y, por
un equilibrio cargado de tensiones. Un ejemplo perfecto de lo tanto, de la ambigüedad de la cultura renacentista, que
ellas es la personalidad del mercader florentino Francesco Warburg fue el primero en percibir en una época en la que el
Sassetti, analizada por Warburg en un famoso ensayo. Y en Renacimiento todavía se suponía que era la edad de las luces
el círculo supremo de la espiral hermenéutica, la “ninfa”, en contraste con la oscura Edad Media. En la extrema voluta
confrontada con la oscura figura yaciente que los artistas de la espiral, la aparición de las imágenes de los decanos y
del renacimiento tomaron de las representaciones griegas el revivir de la antigüedad demoníaca precisamente en los
de un dios fluvial, se convierte en la clave de una polaridad inicios de la Edad Moderna se convierten en síntomas del
perenne de la cultura occidental, escindida en una trágica conflicto en el que asienta sus raíces nuestra civilización y
esquizofrenia que Warburg establece en una de las anota- de su imposibilidad de dominar la propia tensión bipolar.
ciones más densas de su diario: Como Warburg llegó a decir, presentando una muestra de
imágenes astrológicas en el Congreso de Orientalística de
A veces me parece casi que, como historiador de la psique, 1926, aquellas imágenes mostraban
me he dispuesto a diagnosticar la esquizofrenia de la civi-
lización occidental en un reflejo autobiográfico: la ninfa más allá de toda discusión que la cultura europea es el
extática (maníaca) por una parte y el melancólico dios resultado de tendencias conflictivas, un proceso en el cual,
fluvial (depresivo) por la otra.29 por lo que concierne a estos intentos astrológicos de orien-
tación, no tenemos que buscar ni amigos ni enemigos,
Una ampliación análoga y progresiva de la espiral her- sino sobre todo síntomas de un movimiento de oscilación
menéutica puede seguirse también a través del tema de las pendular entre los dos polos distantes de la práctica mági-
imágenes astrológicas. El círculo más estrecho, el especí- co-religiosa y la contemplación matemática.30
ficamente iconográfico, coincide con la identificación del
tema de los frescos del Palazzo Schifanoia en Ferrara, en el 30
ABY WARBURG, “Orientalisierende Astrologie”, en Zeitschrift der Deutschen
cual Warburg reconoció, como hemos visto, las figuras de Morgenländischen Gesellschaft, nº 6, 1927. Puesto que, como siempre, es nec-
los decanos del Introductorium maius de Abu Ma’shar. Sobre esario una vez más salvar la razón de los racionalistas, conviene precisar que las
categorías de las que se sirve Warburg para su diagnóstico son infinitamente
el plano de la historia de la cultura, este descubrimiento se más sutiles que la contraposición corriente entre racionalismo e irracionalismo.
convierte, sin embargo, en el del renacimiento de la astro- El conflicto es, en efecto, interpretado por él en términos de polaridad y no de
dicotomía. El redescubrimiento de la noción goethiana de polaridad para una
comprensión global de nuestra cultura está entre las más fecundas herencias que
29
GOMBRICH, op. cit., p. 303. Warburg deja a la ciencia de la cultura. Esto es particularmente importante si se

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Giorgio Agamben Aby Warburg y la ciencia sin nombre

El círculo hermenéutico warburguiano se puede ejempli- más profunda posible a una imagen. La fortuna de este
ficar así como una espiral que se desarrolla sobre tres planos término, que como hemos visto ya había sido usado por
principales: el primero es el de la iconografía y de la historia Warburg, ha sido tan vasta que se suele hoy aludir no sólo
del arte, el segundo es el de la historia de la cultura, el tercero con ella a los estudios de Panofsky, sino a toda investigación
y más amplio es justamente el de la “ciencia sin nombre”, que se ubique en las huellas de Warburg. Pero incluso un
orientada hacia un diagnóstico del hombre occidental por análisis sumario es suficiente para demostrar cuán lejanos
medio de sus fantasmas y a cuya configuración Warburg ha son los objetivos que Panofsky asigna a la iconología de los
dedicado su vida. El círculo en el que se revelaba el buen dios que Warburg tenía en mente para su ciencia del “intervalo”.
escondido en los detalles no era un círculo vicioso, ni siquie- En la interpretación de la obra, Panofsky distingue, como
ra en el sentido nietzscheano de un circulus vitiosus deus. se sabe, tres momentos, que corresponden, por así decir,
a tres estratos de significado. Al primer estrato, que es el
del “tema primario o natural”, corresponde la descripción
4 preiconográfica; al segundo, que es el del “tema secundario o
convencional, que constituye el mundo de imágenes, historias
Si queremos ahora preguntarnos, según nuestro proyecto y alegorías”, corresponde el análisis iconográfico. El tercer
inicial, si la “ciencia innominada” cuyas líneas fundamen- estrato, el más profundo, es el del “significado intrínseco o
tales hemos tratado de sacar a la luz en el pensamiento de contenido, que constituye el mundo de los valores simbóli-
Warburg puede recibir un nombre, debemos observar ante cos”. “El descubrimiento y la interpretación de estos valores
todo que ninguno de los términos de los que él se ha servido ‘simbólicos’ [...] es el objeto de lo que podemos llamar
a lo largo de los años (“historia de la cultura”, “psicología ‘iconología’ en oposición a ‘iconografía”.31 Pero si buscamos
de la expresión humana”, “historia de la psique”, “icono- precisar qué son para Panofsky estos “valores simbólicos”,
logía del intervalo”) parece haberlo satisfecho plenamente. vemos que él oscila entre considerarlos como “documentos
El más acreditado intento postwarburguiano de nombrar del sentido unitario de la concepción del mundo” e interpre-
esta ciencia ha sido ciertamente el de Panofsky, quien en el tarlos como “síntomas” de una personalidad artística. En el
ámbito de sus propias investigaciones, ha bautizado como ensayo sobre El movimiento neoplatónico y Miguel Ángel, él
“iconología”, en oposición a iconografía, la aproximación
31
ERWIN PANOFSKY, Meaning in the visual arts. Papers in and on art history,
Garden City, Doubleday & Cía., 1955; trad. it.: Il significato nelle arti visive,
considera que la contraposición entre racionalismo e irracionalismo a menudo Torino, Einaudi, 1962, p. 36; trad. cast. El significado de las artes visuales, Ma-
ha falseado la interpretación de la tradición cultural de Occidente. drid, Alianza, 1979.

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parece entender los símbolos artísticos como “síntomas de En cuanto a Warburg, él no habría podido considerar ja-
la esencia misma de la personalidad de Miguel Ángel”.32 La más la esencia de la personalidad de un artista como el con-
noción de símbolo, que Warburg retomaba de los emble- tenido más profundo de una imagen. Los símbolos, como
matistas del Renacimiento y de la psicología religiosa, corre esfera intermedia entre la conciencia y la identificación
de este modo el riesgo de ser reconducida al ámbito de la primitiva, le parecían significativos no tanto (o, al menos,
estética tradicional, que consideraba esencialmente la obra no solamente) por la reconstrucción de una personalidad o
de arte como expresión de la personalidad creativa del artis- de una visión del mundo, sino porque, no siendo especí-
ta. La ausencia de una perspectiva teórica más amplia en la ficamente ni conscientes ni inconscientes, ellos ofrecían el
cual situar los “valores simbólicos” hace así extremadamente espacio ideal para una aproximación unitaria a la cultura
difícil ampliar el círculo hermenéutico más allá de la historia capaz de superar la contraposición entre historia como es-
del arte y la estética (lo que no significa que Panofsky no lo tudio de las “expresiones conscientes” y antropología como
haya logrado a menudo de manera brillante).33 estudio de las “condiciones inconscientes”, aproximación
en la cual Lévi-Strauss vería, más de veinte años después, el
32
ERWIN PANOFSKY, Studies in iconology. Humanistic themes in the art of
nudo central de las relaciones entre estas dos disciplinas.34
the Renaissance, New York, Oxford University Press, 1939; trad. it.: Studi di El nombre de la antropología habría podido ser pro-
iconologia, Torino, Einaudi, 1975, p. 246; trad. cast.: Estudios sobre iconología, nunciado más a menudo en el curso de este estudio. Y
Madrid, Alianza, 1984.
33
Ni Panofsky ni los estudiosos que además de él estuvieron cerca de Warburg, y
en efecto es indudable que el punto de vista desde el cual
aseguraron, después de su muerte, la continuidad del Instituto, desde F. Saxl hasta Warburg observaba los fenómenos humanos coincide sin-
G. Bing y E. Wind (en cuanto a E. Gombrich, él ingresó al Instituto después de la gularmente con el de las ciencias antropológicas. Quizás el
muerte de Warburg), nunca han pretendido ser considerados sucesores de Warburg
en su búsqueda de una ciencia sin nombre más allá de las fronteras de la historia
modo menos infiel de caracterizar su “ciencia sin nombre”
del arte. Cada uno de ellos ha profundizado, a menudo de modo genial, la herencia es incluirla en el proyecto de una futura “antropología de la
de Warburg en los límites de la historia del arte, pero sin superarlos temáticamente cultura occidental”, en la cual filología, etnología, historia
en un abordaje global de los hechos de la cultura. Y es probable que eso también
haya correspondido a una objetiva necesidad vital y organizativa del Instituto,
y biología converjan con una “iconología del intervalo”, del
cuya actividad de todos modos ha impulsado una incomparable renovación de los Zwischenraum, en la cual obre el incesante trabajo simbólico
estudios de historia del arte. Ahora bien, en lo que atañe a la “ciencia sin nombre”, de la memoria social. La urgencia de una ciencia semejante,
el Nachleben de Warburg todavía espera el encuentro polarizante con la voluntad
selectiva de la época. Sobre las personalidades de los estudiosos vinculados con el
Instituto Warburg, ver CARLO GINZBURG, “Da A. Warburg a E. H. Gombrich. 34
Cfr. CLAUDE LÉVI-STRAUSS, “Histoire et ethnologie”, en Revue de Méta-
Note su un problema di metodo”, en Studi Medievali, n° 2, 1966, pp. 1015-1065; physique et de moral, n° 3-4, 1949; reeditado en Anthropologie structurale, Paris,
ahora en Miti emblemi spie. Morfologia e storia, Torino, Einaudi, 1986; trad. cast.: 1958, pp. 24-25; trad. it: Antropologia strutturale, Milano, Il saggiatore, 1966;
Mitos, emblemas e indicios: morfología e historia, Barcelona, Gedisa, 1989. trad. cast.: Antropología estructural, Buenos Aires, Eudeba, 1968.

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para una época que tarde o temprano deberá decidirse a Quizá la fractura que divide, en nuestra cultura, poesía
tomar nota de lo que ya hace treinta años Valéry consta- y filosofía, arte y ciencia, la palabra que “canta” y la que
taba escribiendo que “le temps du monde fini commence” “recuerda”, no es sino un aspecto de aquella esquizofrenia
[el tiempo del mundo finito comienza],35 no necesita ser de la civilización occidental que Warburg reconoció en la
subrayada. Sólo esta ciencia podría en efecto permitirle al polaridad de la ninfa extática y el melancólico dios fluvial.
hombre occidental, que ha salido de los límites de su propio Seremos realmente fieles a la enseñanza de Warburg si sabe-
etnocentrismo, dirigir sobre sí el conocimiento liberador mos ver en el gesto danzante de la ninfa la mirada contem-
de un “diagnóstico de lo humano” que podría curarlo de su plativa del dios y si alcanzamos a entender que la palabra
trágica esquizofrenia. que canta también recuerda y la que recuerda, también
A esta ciencia que, lamentablemente, después de casi un canta. La ciencia que habrá recogido entonces en su gesto el
siglo de estudios antropológicos, está apenas en los inicios, conocimiento liberador de lo humano merecerá realmente
Warburg, “en su modo erudito, un poco complicado”36 ha ser llamada con el nombre griego de Mnemosyne.
aportado contribuciones relevantes, que permiten inscribir
su nombre junto a los de Mauss, de Sapir, de Spitzer, de
Kerényi, de Usener, de Dumézil, de Benveniste y de mu- Apostilla de 1983
chos, pero no muchísimos, otros. Y es probable que una
ciencia semejante deberá permanecer sin nombre hasta Este ensayo ha sido escrito en 1975, después de un año
que su acción no haya penetrado tan profundamente en de ferviente trabajo en la biblioteca del Instituto Warburg.
nuestra cultura como para hacer saltar las falsas divisiones El texto había sido concebido como el primero de una serie
y las falsas jerarquías que mantienen separadas no sólo las de retratos dedicados a personalidades ejemplares, cada uno
disciplinas humanas entre sí, sino también las obras de arte de los cuales debía representar una ciencia humana. Además
de los studia humaniora [estudios humanísticos], la creación del ensayo sobre Warburg, sólo aquél dedicado a Émile
literaria de la ciencia. Benveniste y a la lingüística fue llevado adelante, aunque
nunca fue terminado.
A más de siete años de distancia, el proyecto de una
35
La afirmación de Valéry (en Regards sur le monde actuel, en Oeuvres, t. II, p.
923) se entiende aquí no sólo en sentido geográfico.
ciencia general de lo humano, que se encuentra formulado
36
ABY WARBURG, “Der Eintritt des antikisierenden Idealstils in die Malerei en este estudio, le parece al autor no superado, pero cier-
der FrühRenaissance”, en Kunstchronik, vol. 25, 8 de mayo de 1914; trad. it.: tamente ya no perseguible en los mismos términos. Por
“L’ingresso dello stile ideale anticheggiante nella pittura del primo Rinascimen-
to”, en La rinascita…, p. 307.
otro lado, ya a finales de los años 60 la antropología y las

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ciencias humanas entraron en una fase de desencanto, que pero en cuyo horizonte epistemológico sería difícil proponer
probablemente habría vuelto anticuado un proyecto seme- un proyecto del género en los mismos términos.
jante. (Que en los últimos años éste haya sido repropuesto Para volver a Warburg, quien está llamado a representar,
aquí y allá de modos diversos como genérico ideal científico quizá por antífrasis, la historia del arte, lo que no deja de apa-
testimonia solamente acerca de la ligereza con la que, en el recer actual es el gesto decidido con el cual la consideración
ámbito académico, se suelen desatar los nudos históricos y de la obra de arte (y, todavía más, de la imagen) se sustrae
políticos implícitos en los problemas del conocimiento.) tanto al examen de la conciencia del artista como al de las
El itinerario de la lingüística que, ya con la generación de estructuras inconscientes. También aquí sería lícito trazar una
Benveniste, había agotado el gran proyecto decimonónico de analogía con Benveniste. Mientras, en efecto, la fonología (y,
la gramática comparada, puede servir, en esta perspectiva, de sobre sus huellas, la antropología levistraussiana) se movió,
ejemplo. Si por un lado la gramática comparada alcanzó con con indudables ventajas, hacia el estudio de las estructuras
el Vocabulario de las instituciones indoeuropeas un momento inconscientes, la teoría de la enunciación de Benveniste,
cumbre, sobre cuya cima parecieron vacilar las propias cate- invadiendo el campo del sujeto y el problema del pasaje de
gorías epistemológicas de las disciplinas históricas, por otro la lengua al habla, abría a la búsqueda lingüística un ámbito
lado, con la teoría de la enunciación, la ciencia del lenguaje que no era específicamente definible a través de la oposición
invadía el terreno tradicional de la filosofía. En ambos casos, consciente / inconsciente. Al mismo tiempo, la búsqueda
esto coincidió con el hecho de que la ciencia (en este caso la comparatista culminada en el Vocabulario ofreció unos resul-
lingüística, esa “disciplina piloto” de las ciencias humanas) tados que no fue posible apreciar oportunamente mediante
chocó con sus límites, cuyo reconocimiento exacto pareció la oposición diacronía / sincronía, historia / estructura. En
delinear concretamente el campo sobre el cual habría podido Warburg, precisamente aquello que podía aparecer como
desarrollarse una ciencia general de lo humano sustraída de una estructura arquetípica inconsciente por excelencia –la
las vaguedades de la interdisciplinariedad. Eso no ha ocu- imagen– se mostraba en cambio como un elemento decidida-
rrido y no es este el lugar para indagar las razones. Lo que mente histórico, como el lugar mismo del obrar cognoscitivo
de hecho tenemos es que se ha asistido, en cambio, en la humano en su confrontación vital con el pasado. Lo que así
retaguardia, al repliegue académico sobre las posiciones de salía a la luz no era, sin embargo, ni una diacronía ni una
la semiótica (mucho más acá de las perspectivas indicadas sincronía, sino el punto en el cual, en la ruptura misma de
por Benveniste, e incluso por Saussure) y, en la vanguardia, esta oposición, se producía el sujeto humano.
a un giro rotundo hacia la lingüística formalizada de matriz El problema que, desde esta perspectiva, se presenta como
chomskiana, cuya fecunda aventura todavía está en curso, inmediatamente preliminar a cualquier desarrollo del pen-

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samiento warburguiano es aquel, genuinamente filosófico, búsqueda heterodoxa como la de Walter Benjamin sobre la
del estatuto de la imagen y, en particular, de la relación entre imagen dialéctica donde podríamos reconocer una deriva fe-
imagen y palabra, entre imaginación y razón, que ya en Kant cunda del legado warburguiano. Mientras tanto, sigue pare-
había producido la situación aporética de la imaginación ciendo impostergable la publicación de los escritos inéditos
trascendental. Dado que justamente la imagen (éste podría de Warburg custodiados por el instituto londinense.
ser el fruto supremo de la enseñanza de Warburg) es el lugar
donde el sujeto se despoja de la mítica consistencia psicoso-
mática que, frente a un igualmente mítico objeto, le había
sido conferida por una teoría del conocimiento que era, en
verdad, una metafísica disfrazada, para reencontrar su pureza
original y –en sentido etimológico– especulativa. La “ninfa”
warburguiana no es, a esta altura, ni un objeto externo ni un
ente intrapsíquico, sino la figura más límpida del propio suje-
to histórico. Así como el atlas Mnemosyne (que a sus sucesores
les pareció demasiado banal y, al mismo tiempo, repleto de
caprichosas particularidades) no es, para la conciencia del
estudioso, un repertorio iconográfico, sino algo así como
un espejo de Narciso. Para quien no advierta esto, el atlas
resulta inservible o aparece, a lo sumo, como una embarazosa
cuestión privada del maestro, al estilo de su tan comentada
enfermedad mental. ¿Cómo no ver, por el contrario, que
aquello que Warburg atraía en este consciente y peligroso
juego de alienación mental era precisamente la posibilidad
de aferrar algo así como la pura materia histórica, completa-
mente análoga a aquella que la fonología indoeuropea había
ofrecido a la más secreta enfermedad de Saussure?
Es superfluo recordar que ni la iconología ni la psicolo-
gía del arte han hecho siempre justicia a estas exigencias.
En todo caso, como ha sugerido W. Kemp, ha sido en una

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