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Centro de Estudios para el Desarrollo Integral Comunitario (CEDIC)

Facultad de Ciencias Sociales

Universidad de Oriente

Proyecto “Cultura y Mentalidades en la Sociedad Santiaguera actual. Estudio


de caso en las comunidades de El Tivolí y Los Hoyos”

Primer resultado: Concepción Teórico-Metodológica de las mentalidades.

Título: El estudio de las mentalidades. Su concepción teórica y metodológica


para la comprensión de las representaciones sociales e imaginarios de la
sociedad santiaguera.

Autora principal: Dra. Alicia Martínez Tena. (Profesora Titular)

Autores:

Dra. Alisa Delgado Tornés (Profesora Consultante)-CEDIC

Dr. Jorge Mesa Castillo (PT)-CEDIC

Dra. Yamile Haber Guerra (PT)-CEDIC

Dra. María Eugenia Espronceda Amor. (PT)-CEDIC

Dr. Elpidio Expósito (Profesor Consultante)-Colaborador


INDICE

Introducción…………………………………………………………………..…. 3 - 6

El estudio de las mentalidades. Su concepción teórica y


metodológica para la comprensión de las representaciones
sociales e imaginarios de la sociedad santiaguera………………………….. 7 - 36

Hacia una interfase teórica discurso – sociedad……………………………. 37 - 44

Hacia la construcción del componente metodológico……………………… 45 - 67

Bibliografía

2
Introducción

Más de una voz autorizada se ha referido a los problemas globales que urge
enfrentar, y que en un interés digamos metodológico podrían agruparse en dos
secciones: objetivos y subjetivos. Encabezaría la lista de los primeros la propia
supervivencia humana y con esta su zaga de emergencia alimentaria y energética,
pandemias, guerras de rapiña, crisis económica, consumismo y alarmante
polarización de la riqueza y la pobreza; el tema medioambiental…

La segunda sección abarcaría la casi infinita gama de problemas vinculados con (y


derivados de) las mentalidades: el pensar, el sentir y el decir de los actores
sociales; los procesos de percepción, representación, significación e
interpretación, y, en consecuencia, de construcción social de la realidad,
producción de sentido y prácticas culturales.

A este respecto, (citando fragmentos del Discurso de Rafael Correa en la


conmemoración de los 50 años de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales –FLACSO-, Quito, 29 de octubre de 2007), es apreciable un retorno del
dominio de una metodología positivista a ultranza que solo da valor a lo que puede
"observarse" (léase preferencias) y por lo tanto "medirse" y que menosprecia todo
aquello que desde ese lugar se considera "subjetivo"( ) Entonces, basándome en
gran medida en lo planteado por Boaventura Sousa Santos, quizás una deuda y
un reto pendiente que tiene la FLACSO para construir durante sus próximos 50
años sea la decisión de invertir tiempo, dinero y recursos humanos en plantear
aportes hacia una decidida revisión epistemológica y teórica sobre las ciencias
sociales actuales.

Ante estos y otros retos: las grandes tareas a resolver en el plano teórico como
fundamento ineludible a la necesaria e inaplazable acción a que nos convocan los
graves y complejos problemas que enfrenta hoy la humanidad…(Hacia un nuevo
saber), Armando Hart Dávalos, disponible en

3
http://www.granma.cubaweb.cu/2008/06/27/nacional/artic01.html), los profesores
investigadores del Centro de Estudios para el Desarrollo de la Cultura
acometemos las tareas correspondientes al Proyecto de Investigación Cultura y
Mentalidades en la Sociedad santiaguera actual, cuyo primer resultado, una
concepción teórico-metodológica de las mentalidades, se delinea en las cuartillas
subsiguientes.

La ciudad de Santiago de Cuba se nos presenta con un nuevo rostro que aporta
no sólo nuestras vivencias e imágenes que construimos por los recorridos que a
diario hacemos por sus calles, avenidas, barrios, sino además por las múltiples
imágenes que ofrecen la televisión local y nacional, que en alguna medida, dista
un tanto de la real imagen santiaguera. Por tanto, habitamos una ciudad en la que
lo esencial ya no es el encuentro para recrear nuestras experiencias y asumir la de
otros. Ello ha comenzado a ser desplazado por el flujo de la información y la
circulación de bienes simbólicos y el consumo de los aparatos y servicios
tecnológicos. Vivimos en una ciudad que se desdibuja al caer la tarde para vivir
con intensidad la cotidianidad de los espacios privados. Las plazas, parques,
instituciones y locaciones antes abiertas, hoy se perciben como mudos testigos del
hacer silencioso de la cultura citadina.

En el orden social urbano la ciudad santiaguera es idéntica a sus percepciones.


Percepción de lo físico, del futuro, del pasado, de lo necesario, de lo superfluo, de
lo sagrado, percepción mediante la cual se busca imponer una cultura, o los más
esenciales motores de ella, arraigados en una base profunda que limitamos,
arbitrariamente, a una mínima expresión socioeconómica y sociocultural, nuestra:
la familia.

La modernidad ha situado el debate cultural contemporáneo en cinco profundos


problemas: las relaciones entre naturaleza y cultura; el humanismo y los
problemas relativos al antropocentrismo en la dimensión cultural; los fenómenos
de multiculturalidad e interculturalidad; los nexos actuales entre cultura y

4
desarrollo y, la búsqueda de una noción extensa, pero con rasgos distintivos, de lo
cultural.

Siguiendo los enfoque Dialéctico Materialista (C. Marx), de las Representaciones


Colectivas (Emile Durkheim), de las Representaciones Sociales (S. Moscovici), de
la Memoria Colectiva (Maurice Halbwachs), de la Construcción Social de la
Realidad (Berger y Luckman), de los Campos Producción Simbólica (Pierre
Bordieu), y de la Educación Popular (Paulo Freire), se investiga el proceso de
construcción de los significados, estrechamente vinculado con el proceso de
socialización de los sujetos, que en el marco de la vida cotidiana tiene lugar.

Lo señalado permite afirmar que se establecen relaciones entre las estructuras


sociales, la organización social, los espacios de socialización y las relaciones
interpersonales. Se colige que la memoria cultural revela la síntesis de esas
relaciones apuntadas y a su vez, es la expresión social de la realidad subjetiva
construida. Nuestro estudio se inserta, en el contexto de las investigaciones
sociales y humanísticas, cuyo objeto son las relaciones sociales e interpersonales
y el sistema de valores en que ellas se expresan en determinada comunidad de la
sociedad o de esta en su conjunto, así como en los seres humanos que la
conforman.

En un afán por plurisignificar la cultura, desde perspectivas multívocas y


contrastantes, pretendemos sentar las bases para empeños mayores, cuyo paso
inmediato sería la introducción de un método social diferenciado y la interpretación
de procesos socioculturales en las comunidades objeto de estudio: El Tivolí y Los
Hoyos.

Desde esta mirada se reconoce que un análisis cultural de los patrones colectivos
insertos en las memorias, también puede mostrar fuentes de vida social que están
“debajo” de la ingenua realidad del mundo-vida, pero aun así insiste en que esta
comprensión social de la estructura de los mundos-vida sólo puede ser un
preparativo para el análisis fenomenológico en cuanto tal.
5
Entonces la vida cotidiana se nos ofrece como lugar privilegiado para los estudios
de las memorias culturales y ella funciona sobre y/o interconectada con la
estructura social de la sociedad. Es el escenario donde el sujeto produce y
reproduce su realidad y que guarda celosamente en su memoria.

No se trata de escribir sobre la ciudad de Santiago de Cuba, para la ciudad, sino


de asumir que nuestra ciudad se produce ella misma “como texto . Esto significa:
que todo lo que en ella ocurre tiene razón de ser, y va cobrando lugar, referencia y
sentido, justamente por la reciprocidad de los eventos, de los emplazamientos, por
las relaciones de mutualidad de todo lo que ocurre en ella -y el sedimento que, a
modo de memoria viva y activa, todo ello va dejando.

Los autores

6
El estudio de las mentalidades. Su concepción teórica y metodológica para
la comprensión de las representaciones sociales e imaginarios de la
sociedad santiaguera.

El anclaje de la concepción.

El adentrarnos en la mente humana nos permite descubrir todo un mundo


simbólico y rico en configuraciones las cuales dibujan con acierto la realidad. La
búsqueda de respuestas ante los hechos y sucesos de la vida cotidiana y que de
una manera significativa forman parte de la historia cultural de un país, nación,
grupo, clase, institución e individuo, lo que la literatura científica ha denominado
teoría de las mentalidades y más recientemente historia social de las prácticas
culturales.

Si bien se le adjudica a la ciencia histórica la construcción de un discurso


epistémico acerca de la historia de las mentalidades, hoy son varias las disciplinas
científicas que han asumido el concepto y sus derivaciones teóricas para explicar
los fenómenos sociales desde una perspectiva cultural, mucho más focalizada en
los actores e instituciones creadores de hechos y sucesos.

En las lecturas realizadas se advierte consenso sobre aquellas posiciones


globales que caracterizan los estudios de las mentalidades. Se debe plantear
como rasgo esencial que es una teoría compleja y que se sustenta en una
pluralidad de posiciones conceptuales, enfoques y perspectivas de análisis y su
elemento más esencial: una teoría que ha evolucionado desde las propias
limitaciones del concepto inicial- historia de las ideas, historia de las mentalidades,
hasta lo que hoy conocemos como historia social de las prácticas culturales.

En nuestros días y en el contexto de las investigaciones sociales y culturales


latinoamericanas se le conoce como la historia de la subjetividad humana en
general, donde las nuevas temáticas de la antropología, la psicología, la

7
comunicación social, la semiótica y en menor medida, la sociología son aplicadas
a la historia1.

Para el investigador español Carlos Barros, desde una perspectiva conceptual es


más justo denominar historia subjetiva a una constelación de nuevas historias que
tienen por objeto al sujeto, distinguiendo en su interior (ni por su origen, materias o
métodos, se trata de campos verdaderamente homólogos) cuando menos: la
historia de las mentalidades en su sentido más estricto, la antropología histórica, la
historia socio-cultural y la psicohistoria.2

Sin embargo, a pesar de su enorme difusión en el mundo académico, hay


consenso al plantear que hasta hoy no existe un concepto preciso y único,
universalmente aceptado sobre el término de mentalidad3. Su apogeo está dado
en los convulsos cambios sociales y culturales suscitados en el año 1968 que

1
Situarse desde la perspectiva del sujeto implica adentrarnos en el dinamismo subversivo de la
vida en ruptura con las ideas cristalizadas y los mundos hechos. El interés por la subjetividad es,
en primera instancia, un desafío ético en consonancia con una manera de reconceptualizar lo real.
Simultáneamente, la subjetividad es un recurso metodológico, que pretende enfrentar un conjunto
de problemáticas presentes en las ciencias sociales expresadas en prácticas de promoción y
transformación que han resultado inviables al no saber contender con esta dimensión de lo real. La
propuesta consiste en ir más allá de los estructuralismos y de la fenomenología de lo social, ver
más allá de lo evidente y de las cristalizaciones mediatas e inmediatas; indagar acerca de las
realidades que están detrás, que son constituyentes de las realidades descriptibles; revisar los
parámetros de tiempos y espacios; aproximarse a la realidad compleja -como realidad
constituyente-, de los sujetos.
2
En su afán por combatir la historia tradicional, descriptiva, y por construir una nueva historia
explicativa, social y total, Marc Bloch y Lucien Febvre, fundadores en 1929 de la revista Annales,
avanzaron dos líneas de investigación, de entrada interconectadas pero que ulteriormente se
bifurcaron: la historia económico-social y la historia de las mentalidades. La primera fue haciéndose
predominante en Francia a partir de la II Guerra Mundial, especialmente en los años 60, siendo
desplazada de su posición hegemónica por la historia de las mentalidades a lo largo de los años
70. De modo que en los 80 asistimos al clímax de una historia de las mentalidades que se expande
y contagia a las disciplinas más próximas, perdiendo la noción de mentalidad en definición precisa
lo que gana en extensión, en beneficio de una emergente antropología histórica, merced al empuje
de la antropología en el conjunto de las ciencias sociales y al peso de las historiografías
anglosajonas. (Carlos Barros, Pág. 199)

3 Aguirre, pág. 85

8
conmovió a las sociedades europeas. Aparecieron entonces estudios acerca de
las historias de las familias, de las actitudes ante la muerte, el duelo, el miedo, la
represión, historias de la vida cotidiana. En todas ellas, la historiografía tuvo que
asumir herramientas de la antropología, la etnografía, la psicología, la
comunicación social, la lingüística y la sociología para desentrañar las
complejidades humanas.

En las dos últimas décadas avatares vinculados a la explosión de problemáticas


sociales que podían ser analizados -y de hecho lo habían sido- en otros contextos
sociales, aportaron por introducir un cuerpo de habilidades básicas para enfrentar
el estudio de dicha realidad cuando el país, en muy poco tiempo, se vio sometido
a cambios drásticos en su calidad de vida, trayendo aparejado con el paso del
tiempo modificaciones o giros no siempre concordantes con lo mejor y mas
genuino de una ética social entroncada en los valores en tanto normas, reglas,
conductas y opiniones, forjadas a la luz de la relación entre los condicionamientos
del contexto y su conexión con la acción social de sus actores4.

Resulta interesante, el acto de conformidad cognoscitiva cuando nos acercamos a


una perspectiva que desde siempre ha privilegiado estudios en base a conceptos,
clasificaciones, tipologías y modelos, entre otras variantes conceptuales
ordenando para ello los referentes existentes, cuya razón explicativa emana de un
espacio social en un tiempo determinado. Es una habilidad dominar lenguajes y
apreciaciones de autores distantes o cercanos a nuestros tiempos en tanto
trazaron un camino explicativo valioso y su respectiva instrumentación. La
visibilidad aportada por estos y nuestros referentes empíricos nos permiten

4
Una epistemología de las ciencias sociales en Cuba ha sido trabajada muy intensamente durante
décadas. Es en este marco donde cobra cuerpo la interconexión entre la apertura de espacios de
reflexión y transformación desde la ciencia sociológica donde el carácter transformador tiene un
peso esencial, y el papel que se le asigna al Trabajo Social como disciplina con tradición asentada
acerca de sus potencialidades transformadoras. El inicio del camino profesional del Trabajo social
ha estado ligado entonces a la Sociología, en tanto herramienta teórica y metodológica general, en
detrimento de otros escenarios fuertemente marcados por ciencias como la Sicología o el Derecho.
Aún a la espera de recursos propios, es prácticamente imposible deslindar en varios escenarios
teóricos o de la práctica, la interconexión existente entre ellas.

9
entretejer marcos interpretativos para hechos nunca antes explicados de forma
específica “entiéndase desde los datos particulares que tomamos”; o mediante la
incesante incorporación de miradas novedosas u originales.

Por un tiempo, estamos configurando modelos explicativos de una realidad en la


que cobran cuerpo procesos históricos y aconteceres de la vida cotidiana ganando
espacio, socializándose, legitimando y reproduciendo lo que consideramos válido
y positivo en tanto garantiza la continuidad social. La posibilidad que ofrecen los
estudios acerca de estructura social, factores sociales, socialización,
ordenamientos estructurales, y otros muchos conceptos del argot de las ciencias
sociales para comprender la realidad en si misma, dimensionan el alcance de lo
humano dentro de lo social. La potencia explicativa que dimana de ella propicia
explicar procesos que nos rodean y a nosotros mismos en una autoreflexividad por
encima del alcance propuesto. No obstante lo anterior, la relación entre la
estructura a partir de la cual nos organizamos en sociedad y nuestro accionar en
el que cobran cuerpo valores, códigos, símbolos, etc., permanece constreñido solo
a lo que se entiende por normas o reglas, aún cuando estas estén sesgadas
desde su condicionamiento mas general: la cultura.

Este posicionamiento de lo cultural como dimensión necesaria en tanto la otra


mitad de “lo institucional” lo pone en una posición de privilegio, no pretendiendo la
sustitución o suplantación de dicha arista, sólo insiste en hacer recaer nuestra
atención sobre algo que parece muy obvio, pero por causas disímiles había sido
sistemáticamente subestimado.

Ejemplificando investigaciones desarrolladas con este corte, podemos mencionar


los trabajos relacionados con censura y exclusión (Beisel, 1993), raza (Jacobs,
1996), sexualidad (Seidman, 1998), violencia (Wagner y Pacifici, 1995) al tratarlos
como instituciones o procesos que refractan los textos culturales de un modo
colmado de significado y son considerados como metatextos5.

5
J. Alexander, Sociología cultural. Formas de clasificación en las sociedades complejas
(2000), p. 120

10
De lo anterior se deriva explicar la conexión entre textos (entiéndase lo que ocurre
en la realidad) y su comprensión por parte de los sujetos. Esto supone lo
siguiente:

1- Si con fines metodológicos desacoplamos textos y contextos para


darle prioridad al primero en detrimento del segundo, ¿cómo
entrarían condicionamientos estructurales clasistas, generacionales,
de raza, etnia género, etc., que permitan visualizar las matrices de
partida de cualquier proceso social y su dimensionamiento a través
de la acción social? Lo que el autor propone sólo puede ser posible,
a nuestro entender, con fines de visibilizar tanto el mundo subjetivo
como la propia trama de acciones del actor social.
2- La tradición metodológica de las ciencias sociales que han dado
preeminencia a los métodos cuantitativos y luego a lo cualitativo
donde ambos examinen manifestaciones del hecho desde sus
correlatos empíricos, no ubica en sus asideros metodológicos lo
métodos hermenéuticos o de la semiótica capaces de otorgar la
coherencia teoría – metodología para enfrentar dichos estudios. En
lo que se alcanza a ver, aún no forma parte, ni en una mínima
escala de nuestras previsiones cognoscitivas.

El propio proceso del conocimiento lastra en buena medida su introducción en las


investigaciones concretas en Cuba. Sería favorecedor reflexionar y viabilizar
cualquier tema de investigación que pondere las virtudes de este tipo de análisis
antes que condenarlo por sus insuficiencias. Muchos temas de investigación
actual saldrían beneficiados con este tipo de postura, para el análisis de cualquier
problemáticas que así lo requieran: género, desigualdades de raza, etnia, clase,
religión, inserción social, prostitución, medio ambiente, familia, etc. Si ello puede
ser posible, no parecería acertado suplantar enfoques tradicionales, apostaríamos

11
todo el tiempo por incorporar una postura en la que cobra cuerpo el mundo de los
significados a modo de arista, para nada desestimable, si sobre el objeto
estudiado como totalidad, se ponderan con toda justicia todos sus alcances.

El interés por el conocimiento de los modelos culturales, los significados atribuidos


a los hechos sociales, así como la presencia de una mayor visibilidad de las
prácticas culturales de los grupos, individuos e instituciones condicionaron, entre
otros factores, la aparición de una nueva visión en la historiografía: lo cultural
como recurso para explicar los procesos históricos, o la historia cultural de lo
social.

Igualmente, y en esta misma línea superadora, la visión de una


mentalidad transclasista va a ceder su lugar a una nueva
aproximación, que al interrogarse acerca de las diferencias
profundas entre las múltiples prácticas culturales coexistentes en
cualquier sociedad, va a encontrar su raíz en la diferenciación y
compartimentación complejas mismas de la sociedad, que está
generalmente y sin duda dividida en clases sociales, pero, también y
a un mismo tiempo, habitada por grupos sociales diferenciados
desde las distinciones o polaridades de lo urbano y lo rural, lo
masculino y lo femenino, las generaciones viejas y las jóvenes, los
grupos por ejemplo católicos y los protestantes, los estratos de
artesanos y los de profesionistas, etc. Lo cual nos conduce a una
historia que, además de recuperar las diferencias culturales nacidas
de la oposición de clases, es capaz simultáneamente de introducir
los matices derivados de estas otras diferencias de los grupos
sociales, que a su turno se expresan en otras tantas prácticas
culturales igualmente disímiles6

6 Aguirre, Pág. 94

12
Para la historiografía, las investigaciones sobre Mentalidades apuntan hacia 3
grandes campos:

1. modelos mentales asociados a las organizaciones, instituciones, colectivos


que entorpecen o favorecen el cambio cultural.
2. discursos culturales hegemónicos.
3. creencias, subjetividades de los principales agentes de transformación
cultural.
De igual manera, la literatura científica recoge 5 componentes de las mentalidades
y cuatro grandes grupos de investigación.

1. racional. hace alusión a la historia cultural e intelectual de las ideas;


exploración de la conciencia.
2. emotivo. se refiere a sentimientos relacionados con la muerte, terror,
violencia.
3. imaginario. a la capacidad mental que interviene en los procesos de
conocimiento. Conjunto de las representaciones mentales mediante las
cuales los hombres se reconstruyen un mundo interior distanciado de la
realidad material que deviene en sí una realidad inventada. Estudio de las
representaciones sociales.
4. inconsciente.
5. conducta. incluye el lenguaje. prácticas culturales asociados a gestos, y
rituales; juegos y fiestas; la tradición7.
Grupos de investigación:

a.- formas mentales complejas: memorias, actitudes, creencias, valores.

b.- mentalidades en función de un tema: tiempo, espacio, naturaleza, trabajo,


poder, institución, acontecimiento, revuelta, propiedad, dinero, justicia, igualdad,
locura, vida, muerte.

7 Barros, Pág. 192

13
c.- mentalidad en función de un sujeto: individuo, estamento, clase, profesión,
género, grupo de edad, minoría, nación, civilización.

d.- mentalidades en función de un período temporal concreto.

A pesar del amplio espectro de lo que se ha ocupado la historia y teoría de las


mentalidades, han sido las representaciones sociales y la historia cultural de las
ideas, las que más atención han recibido y por consiguiente, la de mayor
producción científica y literaria.

Las representaciones sociales en la historia social de las prácticas culturales. Un


concepto necesario.

Las representaciones colectivas, primero y sociales más tarde, son hoy


importantes conceptos de las ciencias sociales y humanísticas. Los estudiosos del
tema coinciden en plantear que las representaciones sociales no son sólo
productos mentales, sino que son construcciones simbólicas que se crean y
recrean en el curso de las interacciones sociales; no tienen un carácter estático ni
determinan inexorablemente las representaciones individuales. Son definidas
como maneras específicas de entender y comunicar la realidad e influyen a la vez
y son determinadas por las personas a través de sus interacciones8.

Para Jodelet las representaciones sociales pueden adoptar distintas formas:


imágenes que condensan un conjunto de significados, sistemas de referencia para
interpretar lo que nos sucede, categorías para clasificar las circunstancias,
fenómenos e individuos con quienes debemos tratar, teorías para establecer
hechos sobre ellos, etc. Esta prestigiosa investigadora confirma la noción de que

8
Véanse para más detalles los trabajos de Denise Jodelet; Martín Mora; María Banchs; Sandra
Morales, Sandra Araya, que desde perspectivas disciplinarias diferentes, explican el empleo del
concepto para los estudios psicosociales.

14
representación social nos sitúa en el punto donde se articula lo psicológico con lo
social.9

Desde su formulación original, las investigaciones sobre representaciones sociales


han ido creciendo en número y diversificándose su campo de análisis. Los
estudios sobre las representaciones sociales del psicoanálisis, la ciudad y el
espacio urbano, la enfermedad mental, el cuerpo, género, etc., son algunos de los
muchos ejemplos que cabe citar sobre la aplicación de este enfoque al estudio
empírico. Pese a lo fructífero de su formulación como herramienta de análisis de la
realidad social, diversos autores han realizado diferentes críticas a la "teoría" de
las representaciones sociales, en éste particular, desde la sociología (Morales:
2001)

En Cuba los estudios de las representaciones sociales comienzan a ganar


espacios desde mediados de los 90. No han sido muchos los estudios empíricos
realizados, y se vinculan principalmente al área de la Salud/Enfermedad, y se
privilegia además la perspectiva de género, en detrimento de otros campos afines.
Se ha estudiado el SIDA, el alcoholismo, el cáncer, así como los roles paterno y
de género y otros objetos como el trabajo, la raza, el negro, principalmente y sin
que esta reseña resulte de una revisión acabada sobre el asunto. (Perera: 1999).
Sin embargo, las lecturas realizadas no ubican al concepto desde una perspectiva
transdiciplinaria, que acompañe con sus análisis el desentrañamiento del mundo
de los significados asentados en una concepción sociosemiótica de la cultura,
comprensible si con estas herramientas nos ayuda al análisis de cualquier
referente empírico, como es el caso de las mentalidades de la sociedad
santiaguera contemporánea y sus improntas positivas y negativas.

9 Jodelet: http:://galeon.hispavista.com

15
Por otro lado los estudios sobre la historia cultural de las ideas muestran mayores
resultados. Estos se ubican desde el mismo nacimiento de la modernidad, con la
explicación de las distintas expresiones de la naciente sociedad burguesa en los
campos de la sociedad civil, la política y la cultura10. Las biografías como género
historiográfico es uno de los más recurrentes.11 Las historias biográficas ponen de
relieve no sólo al individuo, sino también, al medio y al contexto que sirvieron de
escenario, por lo que se perciben las maneras en que la sociedad se desarrolla;
sus relaciones; conflictos y prácticas culturales y sociales.

Las historias culturales de las ideas recurren al estudio de las memorias


colectivas, a la oralidad; a las prácticas discursivas de los actores sociales, ¿qué
recuerda y cómo recuerda un determinado grupo social?; ¿cómo narra y rescata
los hechos del pasado?; ¿cómo los ordena? Las respuestas nos conducen a otro
de los conceptos con lo que las prácticas culturales son dadas a conocer: el
imaginario, que se nos presenta como el conjunto de las representaciones
mentales -ante todas reproducciones gráficas: imágenes- por medio de las cuales
los actores sociales reconstruyen un mundo interior distanciado de la realidad
material, que deviene así realidad inventada, realidad ficticia.

La producción historiográfica cubana es abundante. Los análisis microhistóricos, la


búsqueda de diferentes visiones enriquecen los análisis de la historia cultural de
nuestro país. La historiadora Olga Portuondo señala “Que la relación teórica y
metodológica de la historia con disciplinas tales como la antropología, la
sociología, la psicología, y otras, le permiten enormes posibilidades para el
análisis histórico, con los recursos de la microhistoria, el estudio de las

10 Aguirre, Págs. 13-18.


11
La historia recoge un número significativo de biografías históricas, sobre la vida y obra de
hombres y mujeres que aportaron a la historia y cultura nacional y universal: Felipe II; V. Ilich Lenin;
Rosa Luxemburgo; Charles de Gaulle; Antonio Maceo, entre otros.

16
mentalidades y la historia de la cultura, muchos de los cuales se han empleado en
las investigaciones (…)”12

Una de las obras que recoge el proceso histórico cultural de la nación cubana es
“Biografía de un cimarrón” de Miguel Barnet. “Este libro no hace más que narrar
vivencias comunes a muchos hombres de su misma nacionalidad. La etnología
las recoge para los estudios del medio social, historiadores y folcloristas”13.

Una mirada más crítica nos permite aseverar que por mucho tiempo en estudios
culturales e históricos en Cuba ha prevalecido la búsqueda de grandes
acontecimientos y figuras excelsas. El anonimato cubre a actores sociales, al
hombre común que hace cultura y se transforma con ella, a testigos de hechos y
épocas que mucho pueden aportar al rescate, la conservación y difusión de la
identidad del patrimonio cultural. Se trata de un patrimonio en ocasiones intangible
que por su gran fragilidad requiere de una mayor atención.

La débil utilización de historias de vida, biografías, semblanzas, relatos históricos


y otras fuentes orales, no han facilitado que la memoria histórica cubana se
aborde con sistematicidad y enriquezca los diferentes estudios. Relegados han
quedado los saberes relacionados con la vida cotidiana, las costumbres, hábitos y
modos de vida, oficios, pregones, modos de actuar, idiosincrasia, la familia, las
tradiciones y otros que transcurren cotidianamente en las comunidades, barrios y
locaciones cubanas y que son mediados por una diversidad de factores. Cubre el
olvido la utilización de semblanzas, las narraciones históricas, perfiles -que como
fuentes orales- de ser abordadas con mayor frecuencia facilitan una transmisión
con imágenes, caracterización de espacios y épocas, memorias del pasado,

12
El libro “Ciudadanos en la nación”, cuya coordinadora principal es Olga Portuondo, publica un
número importante de trabajos historiográficos que dan a conocer parte de la historia cultural en la
época de la República, bajo los temas raza y nación; afroamérica: aspectos culturales y
comparativos; estudios de género; historia urbana; entre otros. Pág. 7

13 Barnet, Pág. 12.

17
capaces de llegar hasta las propias raíces de la autenticidad cubana; a sus
protagonistas, abuelas y abuelos; memorias, percepciones, valoraciones y juicios
que se convierten en documentos por excelencia, mostrados con increíble
espontaneidad y frescura por sus protagonistas, revelando con todo ello la
sabiduría popular. Son libros que hablan y con los cuales debemos construir el
mañana.

Estas informaciones valiosas que son guardadas, proyectadas, compartidas y


socializadas y que se conservan en lo que llamamos las memorias colectivas,
tejen las estructuras sociales de los entornos comunitarios, caracterizan la vida
social y dan sentido a las imágenes, percepciones y actitudes que día a día son
evidenciadas y conforman la fisonomía de la comunidad, barrio, institución, grupos
y familias14. La historia social de las prácticas culturales, aquella que son
expresiones de la cultura y que permiten un conocimiento de los actores y grupos
sociales diferenciados por sus modos particulares de comportarse y de trasmitir
experiencias, saberes y valores y que de alguna manera son socializadas por las
instituciones, es aún poco desarrollada. Existe una urdimbre densa, diversa,
esparcida en cada espacio público y privado que brinda cotidianamente, datos,
hechos y que hacen más complejas las temáticas culturales y los fenómenos
culturales humanos. He aquí el ámbito donde se incursiona desde una realidad
tangible y a su vez, llena de significados que son necesarios interpretar, explicar
para proyectar con mayores aciertos, las políticas sociales y culturales.

Pensar lo social desde la subjetividad y la cultura.

Los cambios estructurales que se vienen produciendo en la sociedad cubana han


ido acentuando la complejidad y heterogeneidad social de nuestro país. Mas no se
conoce lo suficiente sobre cómo las agudas fracturas y la recomposición de la red

14 Martínez y Expósito, Pág. 79

18
de relaciones se expresan en la subjetividad y en las visiones del mundo de los
diferentes actores sociales15.

El estudio de las mentalidades para un contexto sociohistórico concreto como lo


es la sociedad santiaguera contemporánea, parte de un número importante de
presupuestos gnoseológicos sustentados en la experiencia fáctica de lo
socialmente acumulado, la realidad cultural y la presencia de fuerzas
contradictorias que cuestionan la "forma nacional-local" como procesos internos
de diferenciación regional y local.

Para comprender verdaderamente el poder del Estado en lo que


tiene de más específico, es decir la forma particular de eficacia
simbólica que ejerce, como sugerí en un artículo ya antiguo, hay
que integrar en un mismo modelo explicativo unas tradiciones
intelectuales tradicionalmente percibidas como incompatibles. Así,
inicialmente hay que superar la oposición entre una visión
fisicalista del mundo social que concibe las relaciones sociales
como relaciones de fuerza física, y una visión «cibernética» o
semiológica que la convierte en relaciones de fuerza simbólica, en
relaciones de sentido, en relaciones de comunicación16.

En Cuba, la cultura nacional se enfrenta a la conjugación problemática de la


unidad, la diversidad y la pluralidad de expresiones culturales. Ya no será, -si
alguna vez lo fue- un conjunto uniforme y totalizante de símbolos, prácticas,
comportamientos, recuerdos y visiones de futuro; en los que subyacen las
esencialidades culturales de nuestra nación. Las diferenciaciones económicas y
los niveles desiguales de desarrollo social han ido condicionando la emergencia

15 Basail, 2006, Pág. 233

16 Bourdieu, 1997, Pág. 115

19
de un nuevo rostro cultural que se muestra con múltiples imágenes afincadas no
sólo en los sustratos ideoestéticos de la plataforma histórico-cultural de la isla,
sino también, en la incorporación de nuevos referentes y modelos de cultura.
Frente a esta situación es necesario actualizar las preguntas y problemas que
permitan entender el presente y las perspectivas futuras de la sociedad
santiaguera desde los saberes de las ciencias sociales. Una nueva agenda,
debería incluir, para el ámbito cultural, cuestiones como estas:

ü ¿Desde dónde se piensa?, ¿desde dónde se habla?, ¿en qué consiste la


capacidad de conocer, proyectar, actuar?, ¿qué es la subjetividad?, ¿cuáles
son las prácticas culturales más recurrentes?, ¿cómo reconceptualizar las
prácticas en los espacios y barrios desde la subjetividad y la cultura?

En los últimos quince años, gracias a un conjunto de investigaciones empíricas y


al desarrollo de conceptos analíticos, ya se cuenta con una serie de premisas
básicas para la investigación cultural17 válidas para el escenario santiaguero:

17
En los últimos 15 años, en Cuba las investigaciones culturales han adquirido nuevas
connotaciones como expresiones de los profundos cambios que se han producido en la sociedad
al buscar también en los procesos de la cultura, las explicaciones. Disciplinas como la sociología,
la psicología, la comunicación social, la filosofía y la antropología, por nombrar las de mayores
visibilidades en los círculos académicos cubanos, han incorporado importantes y notables objetos
de investigación asentadas en los estudios de las subjetividades y la cultura. ¿Cómo caracterizar y
pensar la vida cotidiana, sus interacciones sociales y culturales, las prácticas colectivas, la
integración macro-micro, las instituciones sociales y culturales y el cambio social?, son cuestiones
de mucha importancia para los investigadores y cientistas sociales. Libros como Sociedad cubana
hoy, coordinado por Alain Basail; Teoría social y vida cotidiana, de Pedro Sotolongo; Psicología
social y vida cotidiana, de Consuelo Martín y Martha Díaz Hernández; Por los senderos del
parentesco, de María E. Espronceda Amor; entre muchos otros, son testimonios de esas
preocupaciones señaladas. También los centros de investigaciones se han erigidos como núcleos
de interpretación de la realidad social y cultural de la Isla: Centro cultural Fernando Ortiz; Centro de
desarrollo de la cultura Juan Marinello; Casa del Caribe; Casa de la Nacionalidad; que a través de
sus revistas periódicas, eventos y premios promueven y socializan las principales producciones
científicas relacionadas con la vida social y cultural. Desde la Universidad de Oriente, se vienen
realizando importantes estudios que centran sus atenciones en los procesos culturales. Se significa
el Centro de Estudios para el desarrollo integral de la cultura (CEDIC), que a través de sus
programas académicos (Maestría Desarrollo Cultural Comunitario; y grupo doctoral Estudios
sociológicos de la cultura) y proyecto de investigación (Cultura y mentalidades de la sociedad
20
1) se ha encontrado que la distinción de diferentes niveles de organicidad y
sistematización de las significaciones permite establecer una delimitación de
carácter operativo entre lo cotidiano y la constitución de campos culturales. Si
bien es cierto que pueden emprenderse estudios sobre la vida cotidiana y la
manera en la cual se resuelven cuestiones elementalmente humanas como comer,
vestirse, asearse, transportarse, dormir o hacer el amor, también pueden
diseñarse investigaciones acerca de los agentes, las instituciones, las
representaciones y las prácticas culturales que se han especializado en la
creación y recreación de significaciones, configurando universos de sentido de
gran complejidad;

2) de igual manera se ha establecido la importancia de distinguir tres dimensiones


en la investigación de la cultura, a saber: la dimensión objetiva, la dimensión
subjetiva y la dimensión expresiva o factual. La dimensión objetiva de la cultura se
refiere a su materialidad, esto es, a los agentes, instituciones, artefactos y objetos
especializados en la producción, codificación y difusión de significaciones; la
dimensión subjetiva se pregunta cómo se internalizan, se incorporan, y se
encarnan las significaciones en sujetos; la dimensión expresiva comprende el
momento en que las capacidades, valores, ideas, emociones, imaginarios,
representaciones y convicciones se objetivan a través de un repertorio muy amplio
de formas.

Lo apuntado nos conduce a introducir otras interrogantes de carácter


epistemológico que nos ayudan a dibujar las rutas teóricas propias para
desentrañar los hechos y sucesos de la vida cotidiana del santiaguero,
interpretarla y a su vez, proponer alternativas. A saber, ellas son:

santiaguera. 2000-2007) han comenzado a incorporar a las investigaciones sociales, la perspectiva


cultural.

21
ü ¿Qué principios, corrientes de pensamiento, conceptos y constructos
epistémicos son necesarios para la comprensión de los estudios de las
mentalidades en la sociedad contemporánea de Santiago de Cuba?
ü ¿Qué herramientas metodológicas serán necesarias elaborar para
incursionar en la subjetividad?
ü ¿Con qué concepción de cultura se operaría?
ü ¿Qué modelos de análisis cultural centrado en las mentalidades, será
necesario elaborar?

El encontrar las respuestas para el estudio de la realidad cultural de la sociedad


santiaguera contemporánea, nos facilita la búsqueda de aquellos referentes
teóricos y metodológicos y a su vez, elaborar los fundamentos propios de nuestro
objeto de investigación.

Los fundamentos teóricos para el estudio de las mentalidades los hallamos en una
diversidad de constructos de las ciencias sociales que le otorgan cualidades
instrumentales y una amplia capacidad para su utilización en los análisis de la
realidad social.

La concepción teórica y metodológica para el estudio de las mentalidades de la


sociedad santiaguera, parte de las siguientes premisas:

1. El contexto económico, social y cultural de la sociedad santiaguera


condiciona el asumir como principio de análisis la dialéctica de los factores
objetivos y subjetivos, en el cual subyacen las maneras en que los sujetos y
grupos sociales construyen la intersubjetividad.

2. La aproximación que aquí se realiza acepta la flexibilidad semántica,


metodológica e interpretativa que convocan los estudios de las
mentalidades. La potencialidad de lo subjetivo radica en que es una
dimensión que enlaza los procesos constitutivos de la realidad, entendida
como totalidad articulada de niveles, mediaciones, espacios y

22
temporalidades diferenciales insertas en las prácticas culturales del
santiaguero.
3. El adentrarnos en el conocimiento de las prácticas culturales, nos conduce
a elaborar un modelo de análisis interpretativo el cual conjugue los
principales presupuestos teóricos de las disciplinas científicas que más
aportan a la su desentrañamiento.

4. El estudio de las mentalidades sólo es posible si se logra articular alrededor


del concepto, otros en calidad de préstamos, que desde sus diferentes
disciplinas posibilitan la coherencia, pertinencia y viabilidad.

5. La elaboración de un modelo teórico de análisis, en el que se ubique de


manera significativa a las mentalidades como construcción social de los
significados, y con el cual se vertebren otros que en su conjunto posibilitan
ordenar las construcciones epistemológicas, se presenta como una de las
principales herramientas gnoseológicas a elaborar para la presente
investigación.

6. El abordaje de los estudios de las mentalidades en la sociedad santiaguera


contemporánea, sólo es posible realizarlo desde una perspectiva
transdisciplinaria.

Hacia un modelo teórico de análisis de las mentalidades de la sociedad


santiaguera contemporánea.

Una de sus principales recursos epistemológicos lo constituye la concepción


marxista de la sociedad. Marx estableció la primera y precursora metodología
crítico-histórica adecuada para lograr un estudio ajustado de las superestructuras
ideológicas, así como de sus fenómenos interrelacionados tales como la
alienación, el fetichismo, la cosificación, las subjetividades de los hombres

23
relacionados con los procesos sociales18. La teoría social posibilita la
interpretación metodológica de las condiciones en las que se desenvuelve la
conciencia humana, las representaciones e imaginarios de los diferentes grupos,
sectores y clases, así como sus prácticas sociales y culturales.

La teoría y el método aportados por Marx son, ante todo, un sistema conceptual
global sobre la interacción entre ser humano y condiciones materiales de
existencia. Tanto la colectividad como el individuo tienen que ser comprendidos
como fenómenos históricos-culturales19. La gran aportación de Marx se mueve
sobre el concepto dialéctico de naturaleza humana y sus relaciones entre
conocimiento y realidad social.

Para Marx, la sociedad se organiza a partir de una infraestructura material-


económica y una superestructura ideológica, donde colocamos como concepto
interactuante al de las prácticas culturales. El proceso de producción y tecnológico
condiciona el modo infraestructural, mientras que las ideas que se le superponen
contextualiza la cosmovisión general de una época o de una sociedad visibilizadas
a través de los hechos socioculturales. De esta forma, Marx definirá como
superestructuras al conjunto de ideas, creencias, certezas y procesos en los que
la conciencia articula su interpretación de la realidad.

La sociedad es un producto específicamente humano, creado a partir de las


distintas interrelaciones entre los individuos y de las diversas necesidades que de
ello surgen (la sociedad como construcción de lo individual, para los que
posteriormente ésta aparecerá reificada y les afectará directamente), aspecto que
Marx ya desarrolló en alguna medida a través de sus conceptos de estructura y
superestructura, pasan a centrarse en un punto más específico de la sociología

18
Obras como El manifiesto del partido Comunista; La ideología alemana y Manuscritos
económicos y filosóficos de 1844 dan cuenta de la concepción marxista sobre la esencia humana.
Se subrayan en ellos, el carácter enajenante del sistema capitalista, sus causas y la necesidad de
la reconversión de todo el aparato ideológico.

19 Muñoz: www.inicia.es.

24
del conocimiento: cómo los individuos internalizan, comprenden y organizan todos
los aspectos que constituyen la realidad (García, 1995).

La realidad se establece como consecuencia de un proceso dialéctico entre


relaciones sociales, hábitos tipificados y estructuras sociales, por un lado, e
interpretaciones simbólicas, internalización de roles y formación de identidades
individuales, por otro; el sentido y carácter de esta realidad es comprendido y
explicado por medio del conocimiento.

La realidad aparece aquí como una construcción humana, que estudia desde la
sociología cognitiva, e informa acerca de las relaciones entre los individuos y el
contexto en el que se desenvuelve su dimensión social.

Las mentalidades es también un constructo que permite explicar las dinámicas de


la realidad social. Se trata de aprehender las realidades sociales como
construcciones simbólicas y cotidianas de actores individuales y colectivos,
construcciones que tienden a substraerse a la voluntad clara y al control de estos
mismos actores. El mundo social se construye a partir de lo ya construido en el
pasado; las formas sociales del pasado son reproducidas, apropiadas,
desplazadas y transformadas en las prácticas y las interacciones de la vida
cotidiana de los actores; este trabajo cotidiano sobre la herencia del pasado abre
un campo de posibilidades en el futuro.

En este proceso histórico, en el que se hacen visibles las prácticas culturales, las
realidades sociales son a la vez objetivadas e interiorizadas. Es decir, por una
parte remiten a mundos objetivados (reglas, instituciones...) exteriores a los
agentes, que funcionan a la vez como condiciones limitantes y como puntos de
apoyo para la acción; y, por otra, se inscriben en mundos subjetivos e
interiorizados, constituidos principalmente por formas de sensibilidad, de
percepción, de representación y de conocimiento (Giménez, 1997).

A partir del principio marxista de análisis de la realidad, como punto de partida


para los estudios de las mentalidades, se ubica uno de los conceptos que permite

25
explicar las interacciones sociales de individuos, grupos, clases, en espacios
sociales concretos: vida cotidiana20.
El análisis de la vida cotidiana posibilita acercarse al conocimiento de los aspectos
que van construyendo la subjetividad y la identidad social. La subjetividad resulta
de la constante interacción entre lo individual y lo social en una relación dada con
las condiciones materiales de existencia, ella sirve de soporte desde donde se
construyen los significados. Esta interacción se proyecta en la sociedad a través
de los modos de actuar, de pensar y de sentir donde cada hombre nace y se
incorpora a un mundo compartido, experimentado e interpretado por otros. En la
conformación de las relaciones de alteridad, la experiencia del otro va
incorporando elementos que configuran los modos de interacción social en la vida
cotidiana.

La vida cotidiana, de donde emergen las mentalidades, es un concepto que alude


de manera simultánea a los vínculos sociales básicos —familia, instituciones,
grupos, roles— y al fondo espacio-temporal en el que ésta se desarrolla. Las
instituciones dominantes, entendidas como las estructuras sociales cuyas
significaciones construyen la realidad social, condicionan los modos de actuar de
los actores sociales, quienes actúan en consecuencia, expresando de este modo
los rasgos de su identidad social.
En la vida social, las mentalidades del santiaguero se construyen en espacios
urbanos concretos y su estructura adquiere connotaciones significativas para su
comprensión. La ciudad de Santiago de Cuba resulta de la confluencia de tres
aspectos: físicos, sociales y personales. Las situaciones socioeconómicas han

20
En nuestro país, el concepto de vida cotidiana se introduce por las investigaciones sociales, en
la década de los ochenta. Mónica Sorín, en el año 1987, publica en la revista Casa de Las
Américas, un interesante trabajo titulado “Cultura y vida cotidiana”, con el cual se inician los
estudios no sólo desde la psicología social, sino, además, por la sociología y la teoría sociopolítica.
Es a finales de la década de los noventa, que se retoma el concepto para explicar las
intersubjetividades del cubano y comienzan a incorporarse otros, como el de la vulnerabilidad,
espacios sociales, representaciones sociales validando el criterio de que la vida cotidiana ofrece un
espacio de construcción teórica para los análisis micro y macro sociales de la sociedad cubana.

26
dejado sus huellas en el diseño del espacio urbano. Cualquier observador que
transite su propia ciudad o por calles desconocidas donde el temor a perderse sea
superado por la curiosidad, puede advertir elementos que incorporados a su
percepción, vayan dando forma a modos de vida propios de cada lugar. (Castro,
Graciela, 2000)

El estudio de las mentalidades no es posible al margen de las teorías


Fenomenológica de Alfred Schutz, Peter Berger y Thomas Luckmann, y la
Etnometodológica de H. Garfinkel. La introducción de los conceptos de
intersubjetividad, mundo de la vida, así como la focalización en las estructuras e
instituciones sociales, posibilitó integrar la factibilidad objetiva y los significados
subjetivos.

El análisis fenomenológico de Berger y Luckmann permite un acercamiento a lo


cotidiano, a la vida diaria, porque es la vida diaria, como radiografía habitual del
acontecer, la imagen más visible y reconocible de la realidad. En ese escenario,
se conocen las pautas de comportamiento, los actores y los agentes de la
dinámica social, los mecanismos de socialización que llevan al equilibrio cotidiano
y, la vida diaria, donde el ‘sentido común’ es la ley común de las relaciones. Los
problemas sobrepasan esas pautas, son la sorpresa de lo no común, de lo
inhabitual, de lo no cotidiano. Para los sociólogos apuntados, la realidad de la vida
cotidiana se les presenta como un mundo intersubjetivo, un mundo que se
comparte con otros. Esta intersubjetividad establece una señalada diferencia entre
la vida cotidiana y otras realidades de las que se tiene conciencia21.

El espacio social no forma parte, pues, del orden natural, sino que es una
construcción, eso sí, basada en la naturaleza humana, que tiende a la búsqueda
de la estabilidad, por lo que esa ‘necesidad antropológica’ de orden se transforma
en un orden social, en una construcción artificial. La realidad social nace de una

21 Berger y Luckmann, Pág. 40.

27
construcción dialéctica continuada, depurada por el consenso de sus actores, que
es el que da identidad a la estructura social. La comunicación juega un papel
significativo en el proceso de construcción social de la realidad. Por un lado, las
relaciones personales, como base del consenso, pero también la comunicación
socializadora de las instituciones que fijan las pautas de la convivencia y la
participación, y, lógicamente, la específica de los medios, que contribuyen a la
distribución social del conocimiento y el reforzamiento del consenso institucional
en el que se asienta una sociedad concreta. Al tiempo, permiten que las matrices
que describen el ‘sentido común’ en una sociedad dada sirvan a la formación de
un universo simbólico. Una tarea de administración del conocimiento, pero
también de los ‘mecanismos de mantenimiento’ que le aportan estabilidad y
durabilidad. Este papel de los medios está legitimado por la aceptación de su
función, lo que les confiere un carácter de institución social.
Los medios de comunicación operan en los procesos de ‘socialización secundaria’,
que es la que sucede al proceso de interiorización individual del mundo natural
exterior, y se basa en los valores de la estructura social, que permiten una
subjetividad relativa, una interpretación abierta e ideológica.

La realidad de la vida cotidiana la podemos descomponer en áreas o dimensiones.


Existe una dimensión correspondiente a los universos simbólicos; otra asociada a
las relaciones con los otros y, por último, algunas vinculadas al mundo material y a
las nociones de espacio y tiempo. Todas estas áreas funcionan en la vida
cotidiana como un todo integrado. Ahora bien, no siempre se logran producir los
ajustes o acoplamientos de las distintas interpretaciones. Existen universos
simbólicos enfrentados entre sí y, en consecuencia, grupos sociales que viven en
conflicto porque sus interpretaciones son diferentes. Una interpretación será mejor
aceptada que otra por el conjunto social en su totalidad, dependiendo del grado de
influencia, o de poder, que posean las autoridades que imponen una determinada
explicación. Sobre este aspecto del poder profundizaremos con mayor detalle en
los siguientes capítulos. Por ahora, basta decir que los universos simbólicos
legitiman las prácticas y sentidos que se desarrollan en la vida cotidiana.

28
Asimismo, operan como filtros en las interpretaciones de las otras dimensiones de
la vida cotidiana: la espacial, la temporal, la material y la concerniente al mundo de
las relaciones con los otros. Es decir, la realidad de la vida cotidiana se estructura
en coherencia con los universos simbólicos de las sociedades que la reproducen.
(Bethencourt, 2006).
De Berger y Luckmann se asume la idea de que el universo simbólico es la matriz
de todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente reales. En ese
universo se produce una conjunción de ideas, sucesos, percepciones,
sentimientos, valoraciones, que cobran particular importancia en los actores
sociales y que dan cuenta de sus interrelaciones con la realidad. Desde esta
mirada, el universo simbólico aporta el orden para la aprehensión subjetiva de la
experiencia.22
El estudio de las mentalidades ubica en su construcción teórica, los aportes que
Pierre Bourdieu ha hecho a la teoría social. Esta teoría tiene sus raíces en los
planteamientos de la teoría clásica23. Y la reinterpreta desde la problemática social
de nuestros días. En su obra son frecuentes las referencias sociológicas tanto a
los clásicos como a los autores contemporáneos.
En la teoría sociológica de Bourdieu, el concepto de habitus es un concepto clave
que recorre toda su obra y que el objeto de investigación, toma para ubicarlo en el
modelo teórico de análisis de las mentalidades. Permite articular lo individual y lo
social, las estructuras internas de la subjetividad y las estructuras sociales
externas. A través de este concepto explica que unas y otras estructuras no
solamente no están alejadas y no se extrañan unas a las otras, sino que son dos
caras de la misma realidad, de la misma historia colectiva que se sitúa y se
inscribe al mismo tiempo e indisolublemente en los cuerpos y en las cosas.

22 1993, Págs. 125 - 127


23
Toma conceptos y análisis de Marx, Weber y Durkheim. Basándose en la teoría social clásica de
Marx, Durkheim y Weber, «intenta unir el programa de Marx para una sociología de la reproducción
con el programa de Durkheim para una sociología genética de las formas simbólicas, junto con las
funciones sociales de los bienes simbólicos y las prácticas simbólicas» de Weber (Brubaker, 1985,
Pág. 747).
29
El habitus le permite compaginar la libre iniciativa del individuo con la influencia
exterior de las organizaciones. Bourdieu prefiere hablar, más que de actor social,
de agente social. Este último parece combinar tanto la influencia que recibe
interiormente como la influencia que realiza hacia el exterior.
El habitus es un sistema de disposiciones para actuar, sentir y pensar de una
determinada manera, interiorizadas e incorporadas por los individuos en el
transcurso de su historia.
Para la presente investigación se asume el concepto de habitus dado por Bourdieu
como sistema de esquemas de percepción y de apreciación, como estructuras
cognitivas y evaluativas que adquieren (los agentes) a través de la experiencia
durable de una posición en el mundo social. El habitus es a la vez un sistema de
esquemas de producción de prácticas y un sistema de esquemas de percepción y
de apreciación de las prácticas. Y en los dos casos, estas operaciones expresan la
posición social en la que el habitus se ha construido (Bourdieu, 1990).
Para los estudios de las mentalidades, los conceptos de hábitus y campos
posibilitan encontrar los nexos entre la historia social de los grupos, instituciones,
individuos y los diferentes aparatos de dominación simbólica; explicar por qué las
estructuras de la sociedad se interiorizan, se reproducen y se reelaboran en los
sujetos. Son importantes herramientas, que condicionan encontrar las respuestas
desde el interior del sistema social.

La concepción sociosemiótica de cultura para los estudios de las mentalidades de


la sociedad santiaguera contemporánea.

El análisis de los procesos sociales en la contemporaneidad tiene que ir


acompañado de un enfoque que rebase las fronteras disciplinarias. La
transformación de los procesos comunicacionales y la renovación constante de los
escenarios sociales- y de sus actores- han llevado a un progresivo replanteo de
los paradigmas tradicionales desde los cuales se abordaba la investigación de los
dispositivos de significación y de la sociedad.

30
Es cada vez más evidente que los fenómenos culturales contemporáneos -desde
el surgimiento de Internet hasta la presencia constante de la cuestión del consumo
y su significación-exigen desbordar las tradicionales divisiones y metodologías
científicas.

Todos ellos demandan lecturas complejas, interpretaciones que vayan más allá de
las supuestas apoyaturas teóricas que brindan los paradigmas clásicos. Para el
caso que nos ocupa, la concepción sociosemiótica de la cultura aparece,
entonces, como un valioso enfoque teórico para el estudio de las mentalidades.

En su libro Diferentes, Desiguales y Desconectados Mapas de la


interculturalidad – el argentino Néstor García Canclini retoma minuciosamente la
cuestión de las múltiples definiciones de cultura. Aunque en éste texto asume una
concepción más integradora del concepto cultura; ya desde los finales de los 90,
introduce importantes valoraciones asentadas en los nuevos contextos en que se
produce la multiculturalidad latinoamericana y sostenidas por una importante
producción científica muy diversa desde sus constructos epistémicos. Canclini ha
señalado que:

A medida que aumentan los estudios sociológicos de la cultura y


los antropológicos sobre modernización cultural, se observan
convergencias, ante todo, con respecto al objeto de trabajo.
Coincidiendo con otras disciplinas o tendencias de las ciencias
sociales la lingüística, la semiótica, los estudios de
comunicación-, muchos antropólogos y sociólogos definen hoy la
cultura como el ámbito de producción, circulación y consumo
de significantes.24

24 Canclini; 2004, Pág. 233

31
En la obra anteriormente señalada Canclini realiza una importante contribución a
los estudios de la cultura al incorporar nuevas narrativas. Por su importancia para
la presente investigación, se ubican en éste apartado.25

La primera tendencia es la que ve a la cultura como la instancia en que cada


grupo organiza su identidad. La cultura se nos presenta en el uso cotidiano
cuando se la asemeja a educación, ilustración, refinamiento, información vasta. En
ésta línea, al decir de Canclini, cultura es el cúmulo de conocimientos y aptitudes
intelectuales y estéticas.26
Frente a esos usos de cultura que se sostuvieron para establecer la distinción
entre cultura y civilización, se presenta una corriente en la que se somete a
confrontación los pares naturaleza-cultura y sociedad-cultura. Hay una
imbricación, compleja e intensa, entre los procesos sociales y culturales y emerge
una de las principales tesis orientadoras: todas las prácticas sociales contiene una
dimensión cultural, pero no todo en esas prácticas sociales es cultura. Los trabajos
realizados por Pierre Bourdieu, entre las que se encuentra Razones prácticas
sobre la teoría de la acción; Clifford Geertz, La interpretación de las culturas y
Jean Baudrillard, en su Crítica de la economía política del signo, ubicaron desde
perspectivas científicas diferentes, el aspecto simbólico de la vida social, aportado
por la cultura. De este modo, se le atribuye a la cultura el mundo de las
significaciones, del sentido. La cultura abarca el conjunto de los procesos sociales
de significación, o dicho de un modo más complejo, la cultura abarca el conjunto

25
En Diferentes, Desiguales y Desconectados. Mapas de la interculturalidad; Canclini propone tres
elementos clave para tratar el tema de la interculturalidad y la globalización: diferencia,
desigualdad y desconexión. Se pregunta no sólo cómo reconocer las diferencias o corregir las
desigualdades, sino también cómo conectar las mayorías a las redes globales. Para ello, en primer
lugar, sitúa la desigualdad y la diferencia, y aborda la última desde las teorizaciones de los
estudios étnicos. Y, en segundo lugar, retoma la articulación de diferencias y desigualdades
propuesta por Pierre Bourdieu y modificada por autores que desarrollaron perspectivas distintas a
partir de su colaboración inicial con él, como Claude Grignon, Jean-Claude Passeron y Luc
Boltanski. La necesidad de valorar las diferencias, las desigualdades y las desconexiones a partir
de los presupuestos de la sociología, la antropología y la comunicación social, respectivamente,
26 Canclini, 2005, Pág. 30.

32
de procesos sociales de producción, circulación y consumo de la significación en
la vida social.27 La cultura es el espacio de la reproducción social y organización
de las diferencias.
¿Qué implicaciones epistemológicas encierra esta definición?, ¿cuál es su alcance
ante las investigaciones de las ciencias sociales?, ¿cuál es su pertinencia para los
estudios de las mentalidades de la sociedad santiguara?
El concepto sociosemiótico de la cultura la presenta como procesos sociales, que
se produce, se aprende y se consume en la historia social. Esta concepción
procesual y cambiante de la cultura se vuelve evidente cuando estudiamos
sociedades complejas, no sólo desde la producción cultural, sino también, por las
interconexiones que se establecen en el tejido social en los niveles micro y macro.

La cultura entendida como espacio de construcción de sentidos nos previene


acerca del uso acrítico de las palabras, sobre todo de aquellas que tienen la
capacidad de constituir realidades, por estar acompañadas de acciones coactivas
o persuasivas.

En síntesis, la cultura como concepto es útil para nombrar al conjunto de procesos


de producción, circulación y consumo de significaciones, con las especificaciones
siguientes:

1. La dimensión simbólica remite tanto a procesos de campo, como a los


procesos propios de la vida cotidiana; en el primer caso, el análisis cultural
se aplica a la producción organizada de conocimientos, informaciones,
imágenes, discursos y otros, y en el segundo, a la continua producción de
sentidos al nivel de las relaciones cotidianas, mediante las interacciones
situadas en que los individuos se ven envueltos con otros y consigo
mismos.

27 Pág. 234.

33
2. La producción simbólica en una sociedad se encuentra condicionada por el
proceso socioeconómico dominante en ella, por un modo de producción
que organiza el desenvolvimiento en el tiempo de un conjunto estructurado
y contradictorio de relaciones sociales, o lo que es igual, organiza un
proceso social en su desarrollo. Las pautas de significación son elementos
constitutivos de ese proceso, y forman parte de los factores dinámicos y
complejos de la vida social, llegando a conformar entidades de organización
y sentido que participan del proceso general de producción y reproducción
social.
3. En las sociedades divididas en clases, la clase (o bloque de clases)
dominantes tiene la posibilidad material y la necesidad política de imponer
su cultura, esto es, el conjunto de significaciones que orientan un modo de
producir la realidad, adecuado a sus intereses de clase, como si
respondieran al interés general. Lo que le da carácter dominante a una
cultura es el hecho de que ella constituye una expresión sistemática de un
modo de producción. La cultura dominante se presenta como un resultado,
en gran medida no consciente, que la propia organización de las relaciones
sociales de producción se encarga de internalizar, como si fuera un hecho
natural, en la conciencia de los miembros de la sociedad.
4. La autonomización creciente de campos especializados para la producción
simbólica circunscribe espacios en que se lucha por la construcción social
del sentido, porque si bien es cierto que en las sociedades capitalistas, las
clases dominantes poseen los medios de producción en sentido económico,
y también la mayoría de los medios de producción simbólica, no debe
pensarse en la dominación como un hecho total y aplastante. Las clases y
grupos subalternos no están totalmente desposeídos, el capitalismo, la
lógica del valor, no cubre todas las áreas de la vida social.
5. El análisis de la cultura, entendida como un conjunto de procesos de
significación, puede elegir como eje de trabajo la identificación de

34
situaciones de violencia simbólica, esto es cuando se trata de imponer la
vigencia de un significado en otros.
6. El análisis cultural puede ser traducido a modelos de comunicación que
permitirían estudiar el encuentro (horizontal, vertical u oblicuo) entre sujetos
portadores de significados diversos acerca de una misma práctica, objeto ó
institución cultural. La construcción teórica de horizontes de interpretación
permitiría indagar el origen sociológico de las significaciones, así como
preguntar acerca de las relaciones que se establecen entre los sujetos y los
contextos sociales en que participan.

De acuerdo con lo expuesto, tendríamos los elementos necesarios para diseñar un


modelo de análisis cultural, que comprendería:

a. Un enfoque relacional, porque lo que interesa es estudiar situaciones donde los


procesos de significación se transforman en violencia simbólica: ¿qué sucede
entre signo, significado e intérprete?

b. Una indagación lingüística, porque el lenguaje es un poder institucionalizado y


los modelos derivados de él para describir lo social están orientados verticalmente.

c. Una contextualización, porque los procesos de significación se encuentran


inmersos en contextos específicos. Las dimensiones temporal y espacial no son
solamente criterios de delimitación sino coacciones simbólicas que ordenan la vida
de los individuos, imponiendo calendarios, ritmos y grupos de edad, o
estableciendo una diferenciación de lugares, regiones y territorios.

d. Diversos procedimientos de formalización, con el fin de estudiar la estructura


interna de los procesos de significación, para saber en qué radica su capacidad de
simbolizar.

e. Finalmente, una práctica hermenéutica, que permita reconstruir, creativamente,


el sentido global del objeto, práctica o discurso analizado.

35
El objetivo principal de este modelo de análisis cultural centrado en el estudio de
las mentalidades, sería explicitar las prácticas culturales que orientan el orden
social contemporáneo, y que determinan los procesos constitutivos de la
subjetividad, lo que supone el establecer las necesarias relaciones entre la
producción de significados y las estructuras materiales de realización. Las
ventajas de este modelo de análisis son las siguientes:

1) que permitirá integrar diferentes recursos metodológicos de manera sistemática


y coherente, explorando su virtualidad y reconociendo sus limitaciones
particulares;

2) se trata de una propuesta que ha sido construida en función de la dimensión


subjetiva y hermenéutica de la cultura;

3) se incorpora el contexto histórico-social donde se originan o adquieren sentido


las prácticas culturales y su producción simbólica;

4) se le da un lugar importante a las relaciones de fuerza entre diferentes agentes


sociales.

36
Figura No 1. Modelo teórico

Hacia una interfase teórica discurso - sociedad

- Discurso: representaciones, ideología, símbolos y habitus lingüístico

El poder puede ejercerlo solo el que tenga la capacidad de ´discurrir´ y mediatizar


sus discursos ( ) significa el hablar de poderosos o de antipoderosos sobre
determinados temas usados para explicar las relaciones de poder que hay que
guardar o cambiar (Metzeltin)

Las relaciones entre sociedad y discurso están mediadas por representaciones


mentales compartidas de (por) los actores sociales.

Como se ha asegurado en el capitalismo avanzado del siglo XX, los medios de


comunicación han establecido un liderazgo decisivo y fundamental en la esfera
cultural. Simplemente en términos de recursos económicos, técnicos, sociales y
culturales, los medios de comunicación de masas se llevan una tajada

37
cualitativamente mayor que los canales culturales supervivientes antiguos y más
tradicionales.28 Es lo que John B. Thompson (1993) llama mediatización de la
cultura moderna.
Como han demostrado elocuentemente las investigaciones sobre el agenda
setting (McCombs, 1996; Iyengar y Zinder, 1987; Kunkhouser, 1973), suele pasar
que el público comente, debata, converse en torno a temas impuestos por los
medios haciéndolos suyos como cómplices de un ejercicio más o menos
camuflado de violencia simbólica.
Es así que los medios encuadran la realidad de acuerdo con determinados
patrones culturales, políticos e ideológicos dominantes (McQuail, 1994; Tuchman,
1978; Gamson y Modigliani, 1989). El efecto framming se asociaría a la capacidad
de la prensa de construir socialmente la realidad y establecer marcos de
referencia útiles para la discusión e interpretación por parte de las audiencias de
los asuntos públicos.

El conocimiento se construye (re-deconstruye) y se reproduce mediante el


discurso, entendido éste como una forma específica del uso del lenguaje, pero,
además, como una forma específica de interacción social. De modo que el
discurso29 es asumido como evento comunicativo completo en una situación
social dada.

28 Hall, 1988, Pág. 384


29
Ese evento comunicativo es, en sí mismo bastante complejo, y al menos involucra a una
cantidad de actores sociales, esencialmente en los roles de hablante/escribiente y oyente/lector
(pero también en otros roles, como observador o escucha), que intervienen en un acto
comunicativo en una situación específica (tiempo, lugar, circunstancias) y determinado por otras
características del contexto. Este acto comunicativo puede ser escrito u oral y usualmente se
combina, sobre todo en la interacción oral, dimensiones verbales y no verbales (ademanes,
expresiones faciales, etc.) Ejemplos típicos son una conversación corriente con amigos durante el
almuerzo, un diálogo entre el médico y su paciente ola escritura/lectura de una crónica en el
periódico. También reconoce el diseño de portada, la disposición tipográfica, las imágenes y
cualquier otra dimensión “semiótica o multimedia” (Van Dijk, 2000). El análisis crítico del discurso
(ACD) uno de cuyos máximos exponentes es justamente Van Dijk, se ocupa de cómo el lenguaje
construye una determinada representación de la realidad a la vez que codifica, transmite y lleva
38
Cualquier estudio de las relaciones discurso-sociedad, parte de reconocer al
primero como una forma de práctica social o de interacción de un grupo social, en
virtud de la cual, textos condicionan aspectos de estructuras sociales, políticas y
culturales, y viceversa.

Por consiguiente para que haya un proceso de comunicación tiene que haber un
sistema de significación.

Es decir, que nos interesa observar el discurso como un factor dinámico de


nuestras interacciones sociales, dinamismo que no es óbice para encontrar
modelos para su interpretación y análisis, partiendo de que un discurso es emitido
en una situación determinada y, en consecuencia, es posible acceder a la
interpretación semántica del discurso: lo que los usuarios del lenguaje encuentren
relevante es dependiente de su modelo contextual de la situación comunicativa.
Durante la comprensión30 o producción del discurso, los participantes van
aprendiendo cosas del mundo, y al mismo tiempo acerca de la situación de
interacción en curso.

Así, las personas no sólo forman sus modelos mentales de los eventos de los que
hablan, sino también de los eventos en los que participan. Estas representaciones
mentales de los eventos comunicativos y la situación social actual, y sus
restricciones en el discurso, son reconocidos como modelos de contexto o

implícita una ideología; de los procesos de naturalización lingüística y los estereotipos culturales;
de la representación en términos lingüísticos de los agentes sociales, los procesos, las
circunstancias que los rodean; el papel de las elecciones léxicas; la interrelación elementos
ideológicos, culturales y elaboración lingüística del discurso, y las estrategias de abusos de poder,
dominación y control. Según Van Dijk el ACD permite elucidar estrategias de uso, legitimación y
construcción, siguiendo conceptos tales como: control, desigualdad, superioridad, ideología,
autoridad, injusticia, sexismo, racismo, poder, dominación y cambio que son el eje
conceptual estructurante.

30
Concordando con la tríada hermenéutica explicación-interpretación-comprensión

39
simplemente contextos (Van Dijk, 2001). Esto quiere decir que frente a un evento
comunicativo nos situaremos en las condiciones generales en que dicho evento se
presenta, y desde ahí construiremos modelos mentales personales referentes a la
situación general.

De esta manera, los contextos devienen constructos mentales de los participantes


del discurso acerca de la situación social en curso, y varían individualmente, es
decir, cada participante puede llegar a tener un modelo contextual diferente al de
los demás. El discurso cambia dinámicamente el conocimiento que los
participantes tienen del otro. Así también la acción en curso, los roles de los
participantes, objetivos y otras creencias pueden cambiar durante la interacción
(Van Dijk, 2001).

De ahí que Norman Fairclough y Ruth Wodak (2000) planteen que el análisis
crítico del (ACD) interpreta el discurso –el uso del lenguaje en el habla y la
escritura- discurso como una forma de práctica social, interpretación que sugiere
una relación determinante entre el evento comunicativo particular y las
situaciones, instituciones y estructuras sociales. Por consiguiente la producción
discursiva debe ser explicada, analizada y comprendida desde el contexto en el
que se enuncia y desde el status y el rol sociocultural, institucional, y discursivo del
interlocutor

En esta misma cuerda teórica, las ideologías se localizan entre las estructuras
sociales y las estructuras de las mentes de los miembros de la sociedad. Permiten
a los actores sociales traducir sus propiedades sociales (identidad, metas,
posición) en conocimientos y creencias que generan los modelos concretos de las
experiencias de la vida diaria, esto es, las representaciones mentales de sus
acciones y discurso. Indirectamente (a través de actitudes y conocimiento), las
ideologías controlan cómo las personas planifican y comprenden sus prácticas
sociales, y así las estructuras del texto y el habla (Van Dijk, 1995).

Las ideologías controlan lo que las personas dicen y hacen (vía actitudes y
40
modelos), pero las prácticas y discursos sociales concretos son en sí mismos
necesarios para adquirir conocimiento social, actitudes e ideología, a través de los
modelos que las personas construyen de las prácticas sociales de los otros -otros
grupos, culturas. (Van Dijk, 1995).

Ello remite a una noción de ideología que no es más que el universo del saber del
destinatario y del grupo al que pertenece, su sistema de expectativas psicológicas,
sus condicionamientos mentales, su experiencia adquirida, sus principios morales
(diríamos su "cultura", en el sentido antropológico del término, si de la cultura así
entendida no formaran parte también los sistemas retóricos) /.../ La ideología es
reconocible cuando, socializada, deviene código. Nace así una estrecha relación
entre el mundo de los códigos y el mundo del saber preexistente. Este saber
deviene visible, controlable, intercambiable, cuando se hace código, convención
comunicativa /.../ el aparato sígnico31 remite al aparato ideológico y viceversa, y la
semiología, como ciencia de la relación entre los códigos y mensajes, se convierte
al mismo tiempo en la actividad de identificación continua de las ideologías que se
ocultan bajo la retórica/.../. La semiología nos muestra en el universo de los
signos, sistematizado en códigos y léxicos, el universo de las ideologías, que se
reflejan en los modos constituidos.

El análisis semiótico no es meramente un acto de lectura, sino de exploración de


las premisas, contexto y dinámica de la significación, donde deben ser clasificados
los distintos tipos de signos y cómo funcionan en sus diferentes niveles, para
Umberto Eco una técnica de investigación que explica de manera bastante exacta
cómo funcionan la comunicación y la significación

31
En el último siglo la mayoría de los estudios sobre el lenguaje desembocaron en una concepción
o estudio sobre el hombre, en el sentido de que es su capacidad de comunicación y representación
lo que lo hace precisamente humano, es decir, lo que le da su característica esencial. Se ha
terminado por considerar que su capacidad representacional del mundo es lo que especifica su
ser. Por esta razón, cualquier estudio sobre el símbolo vendría a agregarse a esta preocupación
contemporánea por el hombre, por su lenguaje, por su condición específica de interacción con el
mundo, por la relación característica que sostiene con la realidad. Eco, 1986, págs. 243-245

41
Dado que uno de los temas de una teoría de la producción de signos es la
relación pragmática entre emisor y destinatario, que constituye la base de
cualquier investigación sobre la naturaleza de los actos comunicativos32, entra a
operar aquí el término pragmática33, en tres sentidos fundamentales: (...)el
conjunto de las respuestas idiosincrásicas elaboradas por el destinatario, después
de haber recibido el mensaje (...); la interpretación de todas las opciones
semánticas ofrecidas por el mensaje (...); el conjunto de presuposiciones que da a
entender la relación interactiva entre el emisor y el destinatario. A veces el sistema
de las unidades culturales del destinatario (y las circunstancias concretas en que
vive) autorizan una interpretación que el emisor no había podido prever o desear
(...) En virtud de esas descodificaciones imprevisibles, el mensaje puede
consumarse a uno solo de sus niveles de sentido, mientras que otros, igualmente
legítimos, permanecen ocultos. Conviene tener en cuenta en este apartado,
entonces, las presuposiciones pragmáticas -contextuales y circunstanciales- que
se aplican a lo que tanto el emisor como el destinatario se supone que saben, o
saben efectivamente, sobre los fenómenos o entidades más o menos
codific34adas.

Conviene apuntar también la relación entre interpretación del discurso y semiosis:


una acción, una influencia que sea o suponga una cooperación de tres sujetos,
como, por ejemplo, un signo, un objeto y su interpretante, una influencia trirrelativa
que en ningún caso puede acabar en una acción entre parejas (...) La semiosis
encontrará su esclarecimiento en las tres vertientes que condicionan todo valor
sígnico: la sociedad, el individuo y el sistema del signo mismo. La existencia de la
semiosis sólo es posible dentro de un espacio semiótico denominado semiosfera
(Lotman, apud Lozano, 1998) que integra todos los componentes de la

32 Eco, 1980, Pág. 475

33 Págs. 101 y 252

34 Peirce, apud. Reverso de portada y Prólogo de Semiosis 2, 1978

42
comunicación en un continuum semiótico. El sujeto de la semiosis se manifiesta
como el sistema (continuo y continuamente incompleto) de sistemas de
significación que se reflejan el uno sobre el otro. La semiosis es el proceso por el
que los individuos empíricos comunican (...)35, producen sentido.

En consecuencia el discurso constituye fuente en el estudio de las sociedades y


las culturas, y fuente de información complementaria a la investigación
antropológica: el texto como representación del mundo: espacio, tiempo y persona
y el texto como unidad de información: información que se repite, información que
progresa.
Para Pierre Bourdieu (1982), cualquier discurso es resultado de la articulación
entre un habitus lingüístico, esto es una competencia inseparablemente técnica y
social (a la vez capacidad de hablar y hacerlo de una determinada manera,
socialmente marcada), y un mercado, es decir el sistema de « reglas » de
formación de precios que contribuyen a orientar por anticipado la producción
lingüística. Eso vale para el parloteo con amigos, para el discurso elevado en
ocasiones oficiales, o para la escritura filosófica como intenté mostrarlo en el caso
de Heidegger. Pues bien, todas esas relaciones de comunicación son asimismo
relaciones de poder que han tenido siempre monopolios en el mercado lingüístico.
Se trata de lenguajes secretos pasando por lenguajes científicos36.

35 Peirce, apud Eco, op.cit, Pág. 478


36
Intervenciones…, p.209 ss. Entrevista realizada por Didier Eribon para el diario francés
Libération, 19 de octubre de 1982, con motivo de la publicación de Ce que veut dire parler. Esta
obra fue traducida al castellano bajo el título de ¿Qué significa hablar? Economía de los
intercambios lingüísticos, reeditada por Akal en el 2001, que articula lingüística-análisis del
discurso-sociología. El sociólogo maneja conceptos tan interesantes como matriz del discurso
(p.109), e insiste: … O bien se habla del lenguaje como si no tuviera otra función que comunicar, o
bien se investiga en las palabras el principio de poder que se ejerce, en algunos casos, a través de
ellas. Pienso por ejemplo en las órdenes o las consignas. De hecho, las palabras ejercen un poder
típicamente mágico: persuadir, influir. Pero, como en el caso de la magia, es necesario preguntarse
dónde reside el principio de esa acción o, más exactamente, cuáles son las condiciones sociales
que vuelven posible la eficacia mágica de las palabras. El poder de las palabras sólo se ejerce
sobre los que están dispuestos a interpretarlas y escucharlas, en pocas palabras a creerlas (…)
Colocar una palabra por otra es cambiar la visión del mundo social, y por lo tanto, contribuir a
transformarlo.
43
Y como que todo enunciado se hace en una comunidad37 asumimos el concepto
de comunidad de discurso38 como un parámetro necesario y no trivial de la
conducta triádica, a los efectos de nuestras subsiguientes metas investigativas en
tanto quienes constituyen una comunidad comparten unos hábitos abductivos,
unos hábitos que posibilitan recrear abductivamente las reglas que permiten
entender lo que se dicen unos a otros.

Subsumimos, pues, el análisis del discurso no sólo como una práctica


investigadora, sino como un instrumento de acción social39 ya que permite develar
los ab(usos) que, desde posiciones de poder, se llevan a cabo en muchos...
ámbitos y que se plasman en los discursos; estrategias de ocultación, de negación
o de creación del conflicto; estilos que marginan a través del eufemismo o de los
calificativos denigrantes, discursos que no se permiten oír o leer. El análisis del
discurso se puede convertir en un medio valiosísimo al servicio de la crítica y del
cambio, a favor de quienes tienen negado el acceso a los medios de difusión de la
palabra, de manera que no sólo los discursos dominantes, sino también aquellos
en los que se expresa la marginación o la resistencia pueda hacerse escuchar.

Esta aproximación no sólo da cuenta del rol de las representaciones sociales en el


procesamiento del discurso40, sino que también permite una explicación más

37 Percy 1976, Pág. 172

38 Ibíd.

39 Casalmiglia y Tusón, 1999, Pág. 26, y Cathcart 2001


40
Cómo el lenguaje construye una determinada representación de la realidad a la vez que codifica,
transmite y lleva implícita una ideología; los procesos de naturalización lingüística y los
estereotipos culturales; la representación en términos lingüísticos de los agentes sociales, los
procesos, las circunstancias que los rodean; el papel de las elecciones léxicas; la interrelación
elementos ideológicos, culturales y elaboración lingüística del discurso; las estrategias de
abusos de poder, dominación y control, mediante la determinación de algunas estrategias
típicas de la operación simbólica:
legitimación – racionalización - universalización: narrativización, simulación-sustitución -
eufemización: tropo unificación-estandarización: simbolización de unidad
fragmentación - diferenciación: expurgación del otro cosificación-naturalización-
eternalización - nominalización: pasivización
44
subjetiva del aquel y sus variaciones en términos de modelos mentales
personales. Y como los contextos son por definición únicos y personales, los
modelos contextuales nos permiten combinar una aproximación individual a la
contextualización a una aproximación más social, en la cual representaciones
compartidas, grupos y otros aspectos sociales juegan un rol prominente.

De ahí que nuestra propuesta se encamine a la construcción de una teoría crítica


de lo discursivo que conduzca del espacio del signo al de las prácticas discursivas.

45
HACIA LA CONSTRUCCIÓN DEL COMPONENTE METODOLÓGICO

Los enfoques teóricos precedentes condicionan obviamente la alineación de la


perspectiva metodológica transdisciplinaria en lo referente a los enfoques
disciplinares y las escuelas de pensamiento sociocultural que se imbrican e
integran necesariamente en esta propuesta. Lo anterior conduce a la necesaria
delimitación de construir una estrategia metodológica para estudiar las
mentalidades que permita elaborar la propuesta que entregaremos a los actores y
agentes de cambio para que sustenten sus prácticas culturales en la búsqueda de
la transformación de esas mentalidades. Para la presente investigación no se trata
del ejercicio de situar cuál es la especificidad de la mirada de cada disciplina en el
abordaje de las mentalidades, sino integrar esos recursos teórico-metodológicos
en la construcción de esta nueva mirada.

Asumiendo una postura crítica (práctica-teoría-práctica), esta perspectiva y


estrategia incluye no sólo las herramientas metodológicas y aquellos saberes que
nos permiten explicar las disímiles mentalidades que cohabitan en estos
escenarios (saberes filosóficos, antropológicos, sociológicos, semióticos, por situar
algunos), sino aquella concepción que nos aporta la educación popular para el
ejercicio de una praxis dialógica (dialogar es un ejercicio hermenéutico, permite
descifrar y otorgar sentido) y propositiva en plena horizontalidad del Otro con
Nosotros.

Lo antes planteado condiciona la necesaria interdisciplinariedad al seleccionar de


manera diferenciada enfoques teóricos y procedimientos metodológicos para el
proceso de interpretación cultural y de construcción de una propuesta
metodológica alternativa para la interpretación de las mentalidades situadas y
construidas por esos diversos individuos, grupos, actores y agentes en las
comunidades que son objeto de estudio: marxismo, constructivismo,
etnometodología, semiótica de enunciados y educación popular.

Revelar la esencia de las mentalidades de esos diversos grupos humanos y su


connotación cultural, es significativo no sólo para situar las esencias de ellas, sino
46
ante todo para que ellos mismos sean conscientes que esas mentalidades
condicionan también lo que construyen diariamente, impregna sus prácticas e
intercambios de todo tipo y provoca rupturas e incoherencias, al mismo tiempo, se
está abriendo la posibilidad de precisar y comprender cómo se estructuran y
producen las mentalidades, delimitando fuentes, premisas, atributos y/o
tendencias culturales.

Estudiar las mentalidades significa metodológicamente pensar las mediaciones,


procederes y configuraciones, a través de las cuales, esos sujetos, grupos,
agentes y actores actúan, lo cual provoca que en esos contextos sociales se
reproduzcan mecanismos de constitución simbólica, problemas y operaciones de
intercambio social, matrices de identidad y conflictos culturales, que en cierta
medida modelan la forma de vivir la cotidianidad al ser contextualizada y
producirse esas mentalidades contextuadamente; en esencia este constituye un
ejercicio hermenéutico cultural que busca significaciones.

La propuesta y la estrategia metodológica no han sido concebidas sólo a través de


las interpretaciones que realicemos de esas realidades aplicando enfoques,
métodos y técnicas de estas disciplinas, sino que incluye acercamiento y
determinados vínculos con los sujetos, grupos, actores y agentes de cambio de
esos escenarios concretos desde donde se investiga, lo que aportará datos y
hechos culturales para explicar el imaginario colectivo allí latente, las
reconfiguraciones de sus identidades, los significados y manifestaciones del
lenguaje, las prácticas culturales predominantes, las disímiles expresiones de
alteridad, violencia, marginalidad, representaciones colectivas, entre otros
elementos que constituyen manifestaciones de las mentalidades allí instaladas.
Tampoco se intenta edulcorar lo que en la práctica social están reflejando las
representaciones sociales del santiaguero actual o realizar un retrato imaginario
distante de lo que realmente ocurre en estos escenarios de nuestra ciudad, sino
aproximarnos cuidadosamente al estudio y valoración de estas mentalidades y así
construir un cuadro lo más fiel y abarcador posibles de esta problemática.

47
Como parte de la construcción metodológica seleccionamos enfoques, técnicas y
métodos que serán aplicados en las diversas fases del proceso investigativo. Sin
embargo, construir el qué y el cómo se introducirán esos enfoques metodológicos
en el proceso del diagnóstico es una tarea pendiente. El equipo de investigación
realizará en encuentros de recreación colectiva para construir cómo y para qué
vamos a utilizar determinados enfoques, métodos y técnicas, cómo y sobre qué
será el diálogo con esos agentes, sujetos, actores de las comunidades41, todo lo
cual será construido y plasmado en la Planeación Estratégica de la Investigación
para la próxima etapa. Estamos asumiendo una práctica investigativa cualitativa
sustentada en una lógica e itinerario de acción-reflexión-práctica enriquecida que
conduzca al perfeccionamiento de las herramientas metodológicas y la
construcción del conocimiento.

Reconocemos que participaremos en esas comunidades no sólo para obtener


información y descodificar como se configuran allí esas mentalidades, sino para al
estar, poder comprender y saber las disímiles expresiones de las relaciones y
hechos culturales que allí suceden.

Un acercamiento a enfoques metodológicos desde esta visión transdisciplinaria,


nos permitió comprender que la elaboración de recursos metodológicos deberá ir
en correspondencia con la estrategia metodológica de la investigación, y sobre
todo el respeto a la autonomía cosmovisiva del Otro, lo cual indica que se
generarán en el proceso investigativo nuevas herramientas de análisis pues, en
última instancia, vamos a aprender a interpretar y a conocer simultáneamente.

41 Véase, a Nadel (1974 -1951-, Pág. 49 y ss): «Radcliffe-Brown, Malinowski y otros muchos han
advertido que no debemos esperar respuestas correctas cuando preguntamos a la gente de la
razón o el significado de una actividad cultural. Pero sus respuestas no carecen de valor por
completo; aunque en un sentido son fuentes de error, en otro ellas mismas son hechos sociales
significativos, datos por derecho propio y, en consecuencia, fuentes de conocimiento. Pues la
información verbal sobre la acción social es acción ella misma». (Nadel, F.
1951 «El uso de informantes» y «El uso del lenguaje», en Fundamentos de antropología social.
Madrid, FCE, 1974, Págs. 47 - 60.

48
No obviamos otros riesgos, por lo cual nos interrogarnos: ¿hasta dónde nuestra
perspectiva metodológica será en la práctica real, una superación de prácticas ya
trilladas e irá transitando hacia una práctica de transdisciplinariedad?, ¿hasta
dónde la selección de recursos y herramientas teóricas y metodológicas desde
otros saberes podría constituir una “sombrilla” que enmascara un cierto orden
simbólico y cultural de nosotros mismos?, ¿en qué radicará la 'originalidad' teórico-
metodológica de nuestra investigación?, ¿en qué se distingue esta investigación
de carácter transdisciplinario de otras investigaciones que se han realizado sobre
las mentalidades desde ciencias como la historia, sociología, antropología,
semiótica, etc.?

Esto significa que debemos construir aquella perspectiva metodológica que


marque la especificidad de la investigación que se realiza y, por este camino,
diferenciarnos por la construcción de conceptos, nuevos usos de enfoques,
técnicas y métodos de investigación.

Desde esta óptica, el sello diferenciador y distintivo lo aportaría, por un lado, una
hermenéutica cultural cualitativa integradora-transdisciplinaria-cultural al investigar
las mentalidades y, por otro lado, su ubicación dentro de un proceso holístico, que
de conjunto configura lo que podríamos denominar una manera peculiar de
abordar el estudio de las mentalidades como procesos culturales interaccionales,
es decir, los sujetos, contextos y subjetividades implicadas en la investigación no
sólo nos descubrimos, reconocemos, sino que simultáneamente nos
reconstruimos, transformamos.

Esta distinción no es el recurrir a un determinado y específico enfoque teórico o


procedimiento metodológico con el que operan las ciencias mencionadas, no es
asumir un campo, una técnica o conjunto de técnicas determinadas, sino el uso y
las apropiaciones, incorporaciones que de ellas se harán en la dinámica de
reproducción social. Se propone seguir la lógica de carácter singular y creadora de
una mirada (que no será solo interpretativa), pues se obvia la trascendencia e
impronta de un sujeto social, el investigador, y otros sujetos, actores y agentes

49
que participan y que de una u otra forma escudriñamos, indagamos,
representamos desde una determinada situación o posición frente a la realidad: el
fenómeno cultural –mentalidades-, sino que se procura transformación,
perfeccionarse en la misma práctica investigativa.

En la construcción metodológica es pertinente el reconocimiento de esa


especificidad e, incluso, la calidad de un proceso de investigación la 'mirada' no es
la confirmación de que el principal instrumento de investigación, al menos en
ciencias sociales, es el propio investigador y quienes le acompañan; desde esta
óptica, la formación académica y/o práctica investigativa (su puesta a punto)
adquieran una gran importancia. Acotemos la visión de Pierre Bourdieu cuando al
describir el habitus, explicaba que el mismo está compuesto por un conjunto de
principios de percepción, sentimiento y actuación que, encarnados en el sujeto de
la investigación, termina por guiar explícita o implícitamente sus indagaciones. En
otras palabras, el rigor científico, la imparcialidad del equipo investigador, los
alcances de este resultado no pueden obviar, reducir o ignorar las numerosas
contradicciones que revelará esta indagación científica, que al partir del estudio de
las mentalidades se derivarán disímiles matices, conflictos, posicionamientos, que
de una manera u otra, encuadran las formas de pensar y actuar de los
santiagueros en la actualidad. Indudablemente, ésta es una de las razones más
significativas de la investigación, ya que conformará una propuesta flexible y viable
para analizar y encaminar su caracterización y atención.

Si se está en el camino de discernir las esencias culturales de las mentalidades a


través de las cuales se produce el devenir social, entonces metodológicamente se
parte de la premisa de que esas esencias culturales se diagnostican, se revelan
en lo que la gente hace, en lo que dice, en lo que dice que hace o en la tensión
entre lo que hace y dice que deberían hacer, lo cual puede conducir a distintas
estrategias para la producción, organización y análisis de los datos.

50
Enfoques metodológicos para el estudio de las mentalidades

Los presupuestos teóricos precedentes reconocen que esta propuesta se sustenta


en varios enfoques metodológicos que se articulan en el proceso de la
investigación: Enfoque Dialéctico Materialista (C. Marx), Enfoque de las
Representaciones Colectivas (Emile Durkheim), Enfoque de las Representaciones
Sociales (S. Moscovici), Enfoque de la Memoria Colectiva (Maurice Halbwachs),
Enfoque de la Construcción Social de la Realidad (P. Berger y T. Luckman),
Enfoque de los Campos Producción Simbólica (Pierre Bordieu), Enfoque de la
Educación Popular (Paulo Freire). Estas perspectivas teóricas en lo fundamental
dan lugar a los abordajes metodológicos de la presente investigación que serán
considerados más adelante.

El carácter transdisciplinario nos conduce a no conceder mayor jerarquía un


método o técnica de investigación en particular, lo que significa que todos
intervienen en el proceso de indagación, interpretación y construcción.

Esta diversidad de encuadres teóricos-metodológicos que han sido reconocidos –


sustentados en las categorías y teorías aportadas por sus fundadores- ha
condicionado la adopción de diversos métodos y técnicas. La complejidad del
fenómeno mentalidades legitima integrar enfoques y perspectivas teóricas, que
permiten su articulación y asumen diferentes abordajes metodológicos; sin que
ello implique eclecticismo teórico-metodológico.

Se parte de presupuestos compartidos por el colectivo de investigación, ya que


estos abordan el fenómeno desde perspectivas disciplinares en las que es posible
articular enfoques, métodos y técnicas, que aplicados diferenciadamente
permitirán un acercamiento más profundo e integral al estudio de las
mentalidades. Además, la realidad siempre será más rica, diversa y cambiante
que cualquier concepción metodológica, lo que nos impone ser más mesurados en
la propuesta que se construya, de ahí, que la articulación y combinación de
métodos se constituye en una necesidad de esta investigación, lo que valida la
transdisciplinariedad que defendemos.
51
Como hemos venido asumiendo las mentalidades son concebidas como
realidades humanas, productos simbólicos, intersubjetivos, de carácter esencial,
resultado de un proceso dialéctico entre relaciones sociales, hábitos tipificados y
estructuras sociales, por un lado, e interpretaciones simbólicas, internalización de
roles y formación de identidades individuales, de la construcción y creación de los
sujetos, grupos, actores y agentes sociales interactuantes. Por eso, las vías de
acceso para su conocimiento se hallan en el campo del análisis fenomenológico,
hermenéutico y de los datos asumidos desde su dimensión simbólica.

Los datos que permitan construir las mentalidades son datos simbólicos, dotados
de significados que dan cuenta del mundo simbólico de los sujetos, los actores e
instituciones creadores de hechos y sucesos, que son producidos en las prácticas
culturales de los grupos y por eso devienen en objeto focal del trabajo de
investigación concreta42.

El análisis de los discursos, a través de las formas de interacción hablada43,


formal e informal y todo tipo de textos escritos, posee un rol esencial en los
análisis empíricos. Al señalar la importancia del discurso, es legítimo retomar la
idea de M. Foucault de que el discurso es una práctica que construye
sistemáticamente el objeto del cual habla.

De manera que en este campo, se significa la importancia del material discursivo


que se obtendrá mediante técnicas como las entrevistas en profundidad y los
diálogos de saberes; que por su naturaleza abierta favorecen el intercambio, al
mismo tiempo, permiten reducir en cierta medida la apropiación por los sujetos de
los contenidos representacionales, de que es portador el investigador.

Los repertorios semánticos producidos por los sujetos contienen aspectos


cognitivos, simbólicos y afectivos, que organizan, dan sentido y dirección el

42 Concebir la explicación de los fenómenos culturales a través de una estrategia interpretativa.

43
Estamos asumiendo la lengua como código cultural que determina prácticas y decisiones.

52
pensamiento y a los comportamientos culturales, es por ello que son elementos
que analizamos para dar cuenta de cómo se construyen las mentalidades.

No obstante la importancia que le concedemos, es preciso acotar que los


discursos no deben erigirse expresión directa y vertebradora de las
representaciones, ellos son vehículos de las mismas y corresponde al investigador
construirlas en un cuidadoso y complejo proceso de análisis.

En sentido general para el estudio de las mentalidades se apela a las prácticas


culturales que los sujetos producen y reproducen en sus contextos, aplicando para
ello procedimientos estandarizados como encuestas. También se aplicarán
técnicas con poco o ningún grado de estructuración, como el análisis de
contenido, las entrevistas en profundidad, el diálogo de saberes y otras.

Por su parte el análisis de los datos simbólicos que se obtengan por una u otra
vía, serán interpretados desde la perspectiva cualitativa. Esto no significa que
obviaremos el tratamiento estadístico de aspectos importantes como datos
sociodemográficos y su análisis multidimensional.

Métodos y Técnicas en la construcción metodológica

En la selección y construcción de métodos y técnicas amén de la propia visión de


los investigadores es menester necesariamente respetar algunas de sus
exigencias y/o condiciones formales, como podrían ser entre otras: que los
participantes no se conozcan, el número máximo y mínimo de partícipes, la
“neutralidad” del escenario, así como el papel del investigador, todo esto debe ser
construirlo.

Lo interesante de la combinación o integración de métodos y técnicas para el


abordaje de un mismo objeto de estudio, es que permite obtener empíricamente
una diversidad de criterios para ofrecer interpretaciones y/o unas explicaciones de
fenómenos socioculturales complejos como las mentalidades.

53
La perspectiva etnográfica permitirá enriquecer el desarrollo teórico y enfatiza en
la utilidad de la observación participante. Esta comprende la utilización de la
Entrevista en profundidad, que se recomienda iniciarla con preguntas muy
concretas relacionadas con la experiencia cotidiana de los grupos, para de ahí
acceder a preguntas más valorativas, complejas y abstractas. Se recomienda que
siempre se propicie la espontaneidad y no subestimar las omisiones o lo no
explícito. Lo que, por constituir elementos obvios de la cotidianidad o porque -a
nuestro juicio- su libre expresión puede generar en los sujetos temores o
ansiedades, no se hace presente en sus discursos. Estos elementos en muchas
ocasiones integran el contenido representacional y deben ser considerados.

El tiempo que demanda la aplicación -individual- de esta técnica y su análisis, ha


condicionado que se deba trabajar con muestras reducidas o pequeñas. El
número de sujetos se recomienda determinar por el llamado criterio de
"saturación", mediante el cual cuando los argumentos comienzan a repetirse se
llega al límite de sujetos, pues una mayor cantidad de sujetos no aportaría ninguna
significación diferente al contenido de su representación. Se recomienda hacer
uso del análisis de contenido, se debe trascender el nivel categorial con función
interpretativa-descriptiva y construir el escenario para inferir las relaciones y
organización de la estructura de las mentalidades. Esto significa jerarquizar
análisis cultural para desentrañar las estructuras de significación.

Resulta interesante pensar en el orden metodológico introducir la propuesta de


Jean-Claude Abric44, que utilizan las entrevistas cruzándola con la utilización de
otras técnicas, principalmente la Asociación Libre de Palabras. Ellos recurren a los
sujetos en más de una ocasión, en la búsqueda de análisis, comparación y
jerarquización de sus propias elaboraciones, analizadas mediante métodos
cuantitativos y cualitativos. Trabajan con cantidades de sujetos que transitan entre
el pequeño número de las Entrevistas y el gran número que responde los

44 Teoría del Núcleo Central

54
cuestionarios; esta cifra varía muchas veces en función del objeto de
representación estudiado.

Serán utilizadas las Entrevistas grupales, con los llamados "grupos focales",
compuestos por 6 u 8 sujetos, donde un coordinador o mediador provocará la
reflexión sobre interpretaciones simbólicas, representaciones, etc. La entrevista se
debe de acercar lo más posible al ambiente cotidiano, pues justamente
cotidianidad representa uno de los retos más agudos, sutiles y exigentes para el
análisis de las prácticas culturales. La información levantada debe ser tratada
mediante análisis de contenido o análisis del discurso porque es la resultante de
las interpretaciones de los sujetos, los grupos, actores y son a fin de cuentas sus
códigos culturales, que les constituyen en su recorrido histórico sociocultural,
condensando los imaginarios individuales y colectivos de esas comunidades. En
razón de ello el número de sesiones y/o grupos se determinará también a través
del criterio de "saturación".

Por anteriores experiencias los investigadores han podido acercarse a concebir


que los grupos de discusión permiten conocer aproximaciones a las
representaciones sociales habidas en torno a un tema y, que por la propia
dinámica de los grupos, esas representaciones tienden a conformarse a la que es
dominante en el medio social al que pertenecen sus integrantes, uno se puede
permitir a veces pensar que las deducciones hubieran sido diferentes si se hubiera
recurrido a otras técnicas de investigación, primero, porque el discurso colectivo
no siempre coincide con el individual y, principalmente, porque no es legítimo
presuponer de entrada que los comportamientos se van a ajustar estrictamente a
alguno de los dos.

Se deberá trabajar en los protocolos de entrevistas, etc., y aunque se adecuen las


interrogantes buscando los significados de los sujetos que participan en el proceso
investigativo, no existen -utilizando una expresión de Bourdieu45 - preguntas

45 1990, (1973), Pág. 242

55
'omnibus', que no se reinterpreten en función de los intereses de las personas que
las hacen y/o a quienes se les hacen; unos intereses que es probable que
cambien dependiendo de diversos factores como la edad, el género, el lugar, la
profesión, la condición socioeconómica, el grupo o la clase, las circunstancias
concretas en que se producen. Es necesario, entonces, delimitar sobre qué
preguntas se formularán, cuáles podrán o querrán contestar (o no contestarán) las
diferentes categorías de personas, así como tratar de conocer, mediante las
diferentes fuentes de información el ethos de género, lugar, profesión y/ o clase
social desde el cual se han reinterpretado.

No siempre se aprecia que los elementos que aportan una entrevista y/o encuesta,
en lugar de presentarse como conclusiva de un proceso de investigación, se
convierta en el punto de partida de indagaciones sobre problemas que hay que
comprender y/o explicar, y que, de no haberse producido aquellos datos, tal vez
no se habrían detectado o no se habrían considerado relevantes.

Sería aconsejable incluir en esta mirada hacia la construcción metodológica del


proyecto, los siguientes recursos:

• La Interactividad (la misma genera confianza, el diálogo, la participación


directa de los actores comprometidos).
• La Memoria Colectiva (pues resulta un medio fáctico, confiable, accesible a
los grupos y respaldo de la historia acontecida).
• Los Ejercicios o Dinámicas de Participación (individual y colectiva, que
generen movimientos del pensamiento de los insertados en los mismos).
• Procesos de Evaluación (fomentar los criterios valorativos de lo que se está
gestando en cada paso o propósito).
• Los Talleres de Reflexión (enfatizando en la edificación del real retrato que
tienen los sujetos de la investigación).

56
La participación de investigador

En cuanto la participación del investigador en el campo, esto es indispensable.


Cuando leemos a Malinowski encontraremos lo que él aporta a la propia
concepción del rol del investigador, que va a trocar ahora su papel de 'inquisidor'
por el de 'participante de algún modo' en la vida de las personas y grupos que
investiga, y cuando nos acercamos a la basta experiencia práctica, metodológica y
creadora de la educación popular de P. Freire46 y de otros educadores populares
se descubre lo (inevitable) imprescindible de la participación. Esa participación,
permite obtener no sólo información, sino vivencias sobre «los -también
malinowskianos- imponderables de la vida real y el comportamiento diario», lo que
-como señala Wilcox47- es importante, pero además porque establece, junto a la
prolongación en el tiempo de esa presencia y la conjunción en una misma persona
de las funciones de producción y análisis del conocimiento, las circunstancias que
mediatizan la investigación cultural, de tal modo que esto repercutirá en otras
características metodológicas del proceso investigativo y la calidad que requiere lo
que nos hemos propuesto construir. Para Freire la participación era una expresión
de la estética humana, como una condición cultural de la humanización de la
sociedad, en la que los individuos se transformaban conscientemente de pensar
en sí, para pensar en el conjunto de hombres y mujeres.

El acceso a la información confiable, a los escenarios y a los sujetos, actores y


agentes, constituyen uno de los obstáculos epistemológicos que se enfrenta, pero
más en el caso de lo que se procura, es decir, no sólo levantar la esencia cultural
de esas mentalidades, y que los sujetos, actores cuenten cosas, con la mayor

46Paulo Freire con más de 30 obras en su destacado quehacer es reconocido en el mundo entero
como el creador de la “Pedagogía de la Liberación”, propiciando una manera diferente de apreciar
y comprender las realidades concretas de América Latina, a partir de su búsqueda por la
coherencia entre la teoría y la práctica social.

47Wilcox, Kathleen, 1982 «La etnografía como una metodología y su aplicación al estudio de la
escuela: una revisión», en H. Velasco (y otros), Lecturas de antropología para educadores. El
ámbito de la antropología de la educación y de la etnografía escolar. 1993, Págs. 95-126.

57
profundidad posible, sino que ser partícipes de estas realidades y cotidianidad es
decisivo. Es más, cada escenario concreto: El Tivolí y/o Los Hoyos van a requerir
unos procedimientos y comportamientos diferenciados por el equipo de
investigación, así como la construcción de la información y luego el conocimiento
van a exigir de estrategias diferentes según sea el caso.

Lo que ha sido expuesto hasta este momento no agota todo el repertorio


metodológico posible, porque reiteramos que en el camino mismo de la
investigación deberán ser construidos muchos de ellos. Pero se ha pretendido
colocar una parte de la visión de enfoques, los métodos y técnicas que más se
avienen a esta investigación y que a la vez son aplicados con más frecuencia en
las disciplinas sociológicas, antropológicas, entre otras.

Aún cuando práctica investigativa en la presente construcción hemos decidido


nuestro posicionamiento teórico, afín a algunos saberes apuntados, es
recomendable tener en cuenta algunas claves hermenéuticas en los pasos futuros
de la investigación

No desconocer un precepto teórico general: toda representación e imaginario es


siempre de algo (el objeto) y de alguien (el sujeto, el grupo, el actor, el agente
social). De modo tal que no es posible estudiar a uno y desconocer al otro, son los
extremos imaginarios de un binomio con los que debemos operar
simultáneamente.

Esto es complejo por lo que apuntábamos anteriormente acerca de la diversidad


de contextos y sus diferencias en el terreno concreto de comunidades, sujetos,
agentes, etc. ; la realidad y pensamiento cotidiano son complejos y en ellos
convergen variadas y diversas realidades, sujetos y subjetividades.

58
Una nueva le-lectura del Método Social Diferenciado.

La evolución y transformación de los fenómenos de la naturaleza y la humanidad


no son tan apacibles y sencillos como aparentemente se manifiestan. Dentro y
fuera de ellos laten y se mueven una multidimensionalidad de células,
combinaciones, alteraciones, modificaciones y relaciones, muchas veces
contrapuestas.

La Biotecnología, Nanociencia, la Informática y otras tecnologías y avances


científicos permiten observar procesos, objetos y partículas elementales con
determinada precisión. Sin embargo, en el ámbito de los acontecimientos que
identifican la acción humana se complejiza significativamente su análisis, ya que
se incorporan otros factores y premisas que revelan la subjetividad de seres
pensantes, con sus intereses, motivaciones, contradicciones, posibilidades,
necesidades, cultura y la búsqueda de consensos para la toma de decisiones.

El Método Social Diferenciado potencia aquella capacidad contenida en hombres y


mujeres, encaminada a develar en los sujetos la autovaloración, la confianza en
sus propias fuerzas, creciendo y aprendiendo en el contexto cultural que se
desenvuelve y proveyéndose de aquel poder endógeno para transformarse.

En no pocas ocasiones, nos caracterizamos por comenzar ”algo” con mucha


pasión, luego lo abandonamos; en otras, estimulamos “saltos” sin percibir las
conexione anteriores; a veces, no le otorgamos tiempo de reflexión a lo que
hacemos o cuando asumimos una salida sin prever otras variantes, sin
percatarnos incluso que una opción puede ser una alternativa, una posibilidad
“escondida” a nuestro alcance. Tampoco evaluamos los actos emprendidos, ni le
asignamos connotación o relación con otros fenómenos, así como no llegar a
pondera en qué grado, tal paso nos afecta o perjudica a terceros.

No es justificable seguir avanzando o reconociéndonos como Homo Sapiens,


obviando los rasgos, peculiaridades y barreras que emanan en un proceso social.
Continuar por este ciclo de vida sería una magnífica oportunidad para fortalecer el

59
voluntarismo, el existencialismo y cierta irracionalidad en el comportamiento social.
Las mentalidades y la cultura son atributos especiales de la humanidad, de ahí, el
destacado lugar que ocupan en este enfoque, dado que cada individuo y/o grupo
coexisten códigos y aspiraciones particulares, reflejo de una época y de una
sociedad determinada.

Por el contrario, somos desafiados a comprender la dinámica, rasgos y tendencias


en las relaciones sociales, tanto a nivel macro y micro, teniendo en cuenta las
bases de las relaciones familiares en la actualidad, los modos de interactuar
intergeneracionalmente, el real peso que genera la cotidianidad, los movimientos
migratorios, la incidencia de factores de género, raza, etc.

La vida nos coloca todos los días diferentes caminos de elección, más cuando se
trata del mundo social, donde un hecho no es igual a otro, ya que cada fenómeno
tiene su identidad, sus elementos constitutivos y sus propias contradicciones. Por
eso y en tal sentido, defendemos el valor del Método Social Diferenciado, pues los
seres humanos están dotados de conocimientos, necesidades y formas
específicas de asimilar lo que le rodea. Esta diversidad es una potencialidad para
el cambio y para mostrar la riqueza acumulada en la historia humana.

De lo anterior, se desprende otra de las razones del vínculo múltiple que cohabita
entre el Método Social Diferenciado, las Mentalidades y la Cultura. En esta triada
se revela con fuerza la fuente de la praxis social, los lazos objetivo/subjetivos, los
conflictos, la metamorfosis de los fenómenos, la plasmación del acontecer y
proceder de una comunidad. Los tres inciden en la vida cotidiana (espacio
privilegiado de la singularidad), donde todos (as) somos diferentes, únicos,
irrepetibles, pero a la vez, se constituyen grupos, colectivos, familias y la misma
sociedad.

Un entorno cultural favorable incide en el desarrollo de las mentalidades más


avanzadas y ajustadas al progreso social. A la inversa, también se dibuja un
cuadro negativo proporcionalmente. Ahora bien, la impronta del M. S. D. puede

60
facilitar la mejor realización de las mentalidades y, en correspondencia, un
desenvolvimiento más óptimo de lo cultural.

El MSD está estrechamente vinculado al papel de las mentalidades y la cultura en


cada contexto comunitario y, los mismos, pueden representar premisas
sustanciales para encarar el reto contemporáneo de la comprensión más integral y
efectiva de las cualidades de los fenómenos sociales, en su dialéctica,
interacciones y dirección histórica.

Una dimensión diferenciada de un hecho social constituye una de las expresiones


más distintivas de la madurez del análisis de los sujetos, produciéndose una
profundización de la mirada abarcadora de un objeto, pero para colocarse en
semejante posición se hace pertinente la aprehensión y disfrute pleno de la
cultura. A partir de una mentalidad distinta, abierta y retadora hacia nuevas
perspectivas.

En las comunidades se evidencia que cada asunto, acción o idea contiene sus
propias coordenadas, redes y estructura interna, que le otorga identidad y esto es
concurrente con las razones e implicaciones que promueve el MSD, porque en
esa dinámica, los hombres son productos de la historia, y correspondientemente,
se desprenden las interpretaciones y conjeturas sobre este proceder, revelándose
de manera incesante y peculiar en los entornos culturales las mentalidades, con
sus dudas, miedos, reservas, deseos y aspiraciones.

La discontinuidad y el desconocimiento en el seguimiento de un fenómeno social,


a través de su aparición, evolución y desenlace muestra la ausencia de un
enfoque particular y sistémico, lo que provoca acciones superficiales en
numerosas decisiones y gestiones, y, en consecuencia, una dura verdad: los
abordajes metodológicos sobre la base de la debida relación teoría-práctica
hoy día no son viables, ni están acreditados.

En varios años de vivencias comunitarias desarrollada hemos podido aquilatar,


que una actitud diferenciada de los sujetos en su hábitat de vida, es posible

61
favorecer la superación de conductas mentales, como aquellas que han marcado
fuertes huellas en el quehacer de Cuba, en especial, las tendencias al
igualitarismo, el conformismo o a los enfoques que reproducen el esquematismo.

La cultura y las mentalidades bajo la influencia del MSD fomentan la


imaginación, la ruptura de: estereotipos, la inercia, la rutina y la formación
de una forma de percibir esencialmente diferente los problemas que nos
rodean, y al mismo tiempo, andar en la búsqueda de las vías concretas de
su posible estudio y transformación. Aquí, lo diferenciado es un eslabón o
paso para el reconocimiento de aquella cualidad específica, un sello singular
de identidad, obviando la tradicional manera de establecer raseros para
todo. Esta concepción es nutritiva para el desempeño de las mentalidades con el
rico arsenal de la cultura.

Ahora, desde una postura metodológica para encaminar organizada y


atinadamente esta perspectiva del MSD en su vínculo con las Mentalidades y la
Cultura se debe tener en cuenta:

v Conocer y reflexionar autocríticamente sobre la historia y características


identitarias de los objetos y sujetos insertados en una práctica comunitaria.
v Descubrir las fuentes para la realización de las potencialidades de los
actores sociales en cada escenario.
v Conformar y precisar los factores que limitan la adecuada implementación
de esta lógica asumida.
v Delimitar las necesidades e intereses fundamentales de los participantes en
cada compromiso y/o acción social.
v Aprovechar inteligentemente la incidencia del factor subjetivo en todo el
proceso en que se desenvuelven las relaciones culturales.
v Asumir consciente y crecientemente la utilización de los recursos y
alcances de esta intencionalidad.
v Ahondar en los valores culturales que caracterizan la dinámica interna en
las comunidades de referencia, realzando el imaginario popular, sus

62
representaciones sociales, las prácticas más arraigadas, es decir, recuperar
y pautar los principales códigos culturales que se han ido fijando y
estructurando.
v Estimular la construcción de los criterios de evaluación de los cambios que
permanentemente se expresan en las mentalidades de los grupos
humanos, respetando la anuencia, ritmos y propósitos de cada tejido social
constituido en las comunidades.
v La tríada Mentalidades, Cultura y el MSD debe propiciar no sólo el
conocimiento de las potencialidades de las acciones y los sujetos, sino
trascender en la generación de la autoconfianza y la realización individual,
avanzando hacia aquel salto cualitativo en lo cultural, a partir de una mejor
compresión de sus principales contradicciones y desde sus propias
miradas.
v Sobre este presupuesto se deriva un enriquecimiento espiritual de la mayor
parte de la comunidad, que en una lógica metodológica haya un
posicionamiento ante la diversidad de fenómenos, la metamorfosis que se
opera en los mismos, las disímiles formas de percibir y valorar cada
situación, hecho o idea de hombres y mujeres concretos.

Valores metodológicos más significativos:

v La Integralidad (diversas concepciones teóricas, metodológicas e


ideológicas confluyen en la consecución de esta propuesta, que justa y
consecuentemente intenta reconocer las variadas contribuciones
epistemológicas al Tema de esta investigación).
v Multidisciplinariedad (el estudio de las mentalidades establece la necesaria
observancia de múltiples miradas, que la enriquecen, conforman y
distinguen).
v Intersubjetividad (la relación cultura-mentalidades transita por la
permanente interacción de los seres pensantes, con sus motivaciones,
contradicciones, aspiraciones, intereses y visiones).

63
v Diversidad (cada contexto de vida, momento histórico, la impronta del
pensar-actuar humano, los modos de hacer o disfrutar la cultura reflejan
rasgos distintivos en cada grupo social, generacionalmente hablando,
incluso a nivel individual, tanto en la interpretación mental de su quehacer,
como en la calificación de sus actos.
v Pensamiento Crítico y Transformador (esta pesquisa científica generará, de
un modo u otro, otra perspectiva valorativa de los actores implicados, que
los coloque en una posición más reflexiva de su desempeño social y una
forma diferente de actuación).
Todo esto deberá conducir a un saldo importante de este proyecto: Una Mejor
Cosmovisión Cultural de las Mentalidades.

Una visión imprescindible.

Las condiciones de opresión política en América Latina obligaron a Paulo Freire a


transitar por diferentes países y continentes, en los que se vinculó a procesos
organizativos y a proyectos político/culturales que buscaban fortalecer actores
sociales, construyendo ambientes de participación, donde la producción cultural y
social tenían que pasar, necesariamente, por una toma de conciencia y una
comprensión dialógicamente crítica de los contextos y de las prácticas sociales.

La propuesta de Paulo Freire fue generada en los años 70 para confrontar


regímenes y condiciones de opresión, explotación, exclusión e injusticia social.
Desde esos contextos caracterizados por la negación de las personas, Freire
plantea una propuesta cultural en la que nadie libera a nadie, nadie se libera solo.
Las personas se liberan en comunión48. El encuentro multicultural, la solidaridad,
la comunicación, la autonomía, la alegría y la esperanza, son condiciones
necesarias del quehacer cultural, entendido éste como una experiencia
particularmente humana, histórica y política.

48
Freire, P. Pedagogía del Oprimido, 1970.

64
Desde estos referentes, se pretende dar cuenta de una manera general, de una
serie de aspectos estructurantes de la propuesta teórica de Paulo Freire que nos
permiten avanzar en el proceso de conceptualización de la presente
investigación.

Por otra parte, buscamos que estas ideas sean un aporte en las búsquedas
conceptuales, metodológicas y operativas que pretenden abrir la acción cultural a
los retos de humanizar, dignificar y democratizar las relaciones sociales, a partir
del fortalecimiento de expresiones culturales y prácticas culturales que en nuestro
país la revolución ha ido recuperando, pero que en algunos países
latinoamericanos son marginadas y excluidas, por el sistema social, político y
económico neoliberal.

Por ello, uno de los aciertos, tal vez, el más importante de la obra del filósofo y
pedagogo crítico brasileño Paulo Freire fue destacar la presencia del elemento
político en los procesos culturales de nuestras sociedades, destacando para su
análisis la forma especifica que adquiere la opresión social en el interior del
proceso cultural y postulando la posibilidad y necesidad en la construcción del
conocimiento a partir de vínculos dialógicos con potencialidad transformadora, que
pueda integrar y sintetizar saberes académicos y populares.

P. Freire parte del reconocimiento de que toda acción cultural es una acción
política. Para él pensar en la superación de la opresión, de la discriminación, de la
pasividad o de la pura rebelión que aquéllas generan, sin primero pasar por una
comprensión crítica de la historia y de las relaciones interculturales que se dan en
forma contradictoria y dinámica; para ello se requieren procesos y proyectos
político-culturales. La naturaleza política de las propuestas culturales populares
descartan prácticas asistenciales, adaptadoras, transmisionistas o bancarias.49

49 Freire, P. Política y educación,1996

65
Entender la naturaleza de la educación popular desde la relación entre
sujetos/política/pedagogía o acción pedagógica y proyecto político/cultural
configura los nudos de la reflexión cultural, marcando una diferencia sustantiva
con los procesos de conceptualización en animación sociocultural o pedagogía
social. Con esto queremos significar que la reflexión cultural sobre las prácticas y
procesos de educación popular en América Latina, tienen aproximadamente
cuarenta años; pasando por momentos fundacionales (60/70), sistematizadores
(80) y de refundamentación (90/2000). Existe entonces, una tradición de pensar el
papel social del quehacer cultural, de reflexionar la construcción social como
práctica intencionada cultural y políticamente; entendiendo las prácticas culturales,
como una condición necesaria, aunque no suficiente para lograr transformaciones
individuales y colectivas en contextos marcados por la opresión, la explotación, la
injusticia y la conflictividad.50

Los conceptos básicos de la educación popular dan cuenta de propuestas y de


prácticas culturales que buscan enraizarse en las urdimbres históricas y culturales
de los pueblos, reconociendo la diversidad, promoviendo la participación,
empoderando sujetos sociales individuales y colectivos y desarrollando
competencias, como la de poseer una conciencia crítica que les permita
diferenciar: la diversidad de la inequidad, expresada en relaciones de poder
injustas centradas en la concentración y enajenación de los acumulados de capital
económico, cultural y social.

De aquí que la educación popular, como concepción alternativa, desarrolla


discursos teórico/metodológicos orientadores en el campo de lo ético, lo político, lo
cultural y lo metodológico, a partir de unos ejes articuladores, pertinentes a los
contextos que ubican e identifican los procesos culturales.

50Ver TORRES R.M., GHISO A., MEJIA M.R Reflexiones sobre pedagogía, Santiago, Papeles del
CEAAL, 1992. Con esto relativizamos las afirmaciones de A. Petrus en la que se sostiene que en
Iberoamérica la educación social es un ámbito apenas conocido... con presencia minoritaria.

66
Entre sus legados teóricos recuperamos de una manera general, aquellos que nos
permiten orientar la construcción de la presente propuesta:

• la práctica cultural como quehacer contextuado: Como contexto


teórico/práctico, un proceso cultural no puede prescindir del conocimiento
de lo que sucede en el contexto de los sujetos, actores y agentes. Cómo
podemos entender las dificultades durante el proceso cultural sin saber lo
que sucede en su experiencia cotidiana, así como en qué medida es o
viene siendo escasa la convivencia con palabras, narraciones, imágenes
creadas en su contexto sociocultural? Es necesario entonces, reconocer de
una manera crítica e histórica lo más profundo de los contextos socio
culturales, económicos y políticos donde se dio y se está dando la
experiencia, y aprender la racionalidad del quehacer social por medio de
múltiples caminos. Algunos caminos son los de la participación conciente
en la reconstrucción de la sociedad y la comprensión crítica del momento
en que se encuentra el país, comprensión crítica de lo que se va generando
en la práctica misma de participar y que debe ser incrementada por la
práctica de pensar la práctica. En las propuestas culturales populares la
lectura del mundo precede siempre a la lectura de la palabra y la lectura de
ésta implica la continuidad de la lectura de aquél. Este movimiento del
mundo a la palabra y de la palabra al mundo siempre está presente.
Movimiento en que la palabra dicha fluye del mundo mismo, a través de la
lectura que de él hacemos.
• La práctica cultural como quehacer intencionado, emancipador: Conocer
exige la convicción de que el cambio es posible. No somos objeto de la
historia sino que somos igualmente sujeto. Nadie puede estar en el mundo
y con los otros y con el mundo de manera neutral. Cambiar es difícil pero
posible, es la dirección de nuestra acción político -cultural; es posible
cambiar, es necesario cambiar porque un acto cultural sin esta
intencionalidad explícita y consciente preserva las condiciones y situaciones
de miseria, de opresión, de exclusión y es, por consiguiente un acto
67
inmoral. La realidad no puede ser modificada, sino cuando el hombre
descubre que es modificable y que él puede hacerlo. Es preciso, por tanto,
hacer de esta toma de conciencia el objetivo primero de toda acción
cultural: ante todo hace falta provocar una actitud crítica, de reflexión, que
comprometa en la acción.

Freire situaba la reinvención de su propuesta, pero también, la reinvención del


texto, de las prácticas culturales, de las sociedades y del poder. La condición de
reinvención y la conceptualización es la de alcanzar la comprensión crítica de las
condiciones históricas en las cuales se generan las diferentes prácticas culturales
y se constituyen las mismas mentalidades. De aquí que reflexionar críticamente
las diferentes prácticas y la experiencia de los otros es comprender los factores
sociales, políticos históricos y culturales de la práctica o experiencia que se quiere
reinventar.51

51 Freire, P., Macedo, D.: Alfabetización lectura de la palabra y lectura de la realidad, 1989.

68
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