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IUS.

Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas


de Puebla A.C.
ISSN: 1870-2147
revista.ius@hotmail.com
Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A. C.
México

Ilarregui, Gladys
La amortajada: Catalina Xuárez la Marcaida, Nueva España 1522
IUS. Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A.C., núm. 20, 2007, pp. 312-325
Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A. C.
Puebla, México

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Cuesta trabajo creer que los par- el choque que representó la Conquista

ESTANTERÍa
tidos políticos quieran respetarse bajo la férula del poder patriarcal y la
apelando a la moralidad; sin em- importancia de todos estos elementos
bargo, existen ventajas para ellos: en el origen y el desarrollo de la nación
de otra manera se gana una elec- mexicana.
ción a corto plazo, pero todos ter-
minan con la “cara sucia” y eso en Posiblemente Hernán Cortés sea la
varios ciclos nos da una situación figura más intrigante de la Conquis-
como la actual. ta por hallarse sumergido en forma
Como derivaciones finales, co- histórica en una cantidad de docu-
mento que el sistema electoral ha mentos que son casi tan oceánicos
pasado por una coyuntura larga que como el mar que cruzó para llegar
ha definido en buena medida las re- primero al Caribe y luego como líder
glas, y ahora pasa por cambios que de la expedición en México. Ade-
no tienen perspectiva a largo plazo. más de las cinco Cartas de relación
En virtud de lo anterior, la reforma que se han hecho famosas, el mun-
electoral actual está incompleta y do documental que lo contiene en
la sociedad necesita introducir su forma directa —a través de su pro-
agenda, no necesariamente com- pia escritura o por dictado— incluye
partida por los partidos políticos. instrucciones, ordenanzas, proban-
zas, demandas, acusaciones, recibos,
contratos, documentos sucesorios,
E S T A N T E R Í A cédulas, provisiones, cartas reales
y nombramientos. Una documen-
tación casi tan desbordante como
La amortajada: Catalina la riqueza material que dejó tras su
Xuárez la Marcaida, muerte, que ante los escribanos re-
luce en las páginas del inventario
Nueva España 1522 de sus bienes, en donde todo lo que
Gladys Ilarregui lo rodea en la Villa de Cuernavaca
es de una calidad insuperable para
A continuación presentamos un frag- la época.11 Su repostero Francisco
mento del libro Las mujeres de la Con- de Tordesillas, va guiando a los es-
quista antes y después de Cortés, el cribanos en el repaso de los platos,
cual aparecerá próximamente bajo el jarros, tazas y candeleros de plata
sello de Fomento Editorial de la buap. que junto a una cruz dorada hecha
La autora argentina radicada en Esta- por los indios y cerca de un hos-
dos Unidos, analiza las relaciones entre tiario de plata quintado, vaciadizo,
mujeres de los dos mundos, así como que pesa tres marcos, recuerdan la
su “empoderamiento” en el encuentro o contradicción auténtica de una vida

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mundana, polígama, inescrupulosa, mienza con ese primer periodo de
junto a los ceremoniales más estric- contacto entre las indígenas y es-
tos y convencionales de la religión pañolas conviviendo en la casona
de ese siglo. Altos libros de canto de de Coyoacán. Porque los mestizajes
órgano dorados, un misal guarneci- rompen con la linealidad de las dos
do de terciopelo azul, una casulla culturas —el Occidente cristiano y el
con una imagen de Nuestra Señora, mundo amerindio— y esas relacio-
bordada en oro, plata y seda sobre nes en el plano de una convivencia
raso carmesí, dejan intactos en la doméstica generan un nuevo regis-
observación de estos documentos, tro de la vida colonial. Según Jose-
el complejo circuito de las relacio- fina Muriel,22 revisando los registros
nes de poder que Cortés llevara a de Orozco y Berra, encuentra que:
cabo con una sed insaciable de as- “Formando parte de las expedicio-
pectos político y militar, en el que nes de Cortés y Pánfilo de Narváez,
las mujeres —el mundo femenino al se encontraban: Beatriz Hernández,
que se volcó con la misma voraci- María de Vega, Elvira Hernández y
dad— pasaron a ser parte de todos su hija Beatriz Isabel Rodrigo o Ro-
esos intrincados juegos de poder. dríguez, Catalina Márquez, Beatriz
Las mujeres que estuvieron a su Ordaz —posiblemente hermana de
lado no asumieron la gestión his- Francisca Ordaz—, María de Estra-
tórica a través de la escritura, y da, Beatriz Bermúdez de Velasco,
tampoco quedaron registros subje- Beatriz Palacios y Juana Martín”.
tivos sobre lo personal y privado, A pesar de esa presencia feme-
sobre el hombre que las amara y nina en la conquista, las decisiones
abandonara y con el que tuvieron estaban de parte de los hombres que
hijos mestizos. Sin la posibilidad traían una agenda cristiana, blanca
de acceder a una escritura propia, y patriarcal como parte de su bagaje
autobiográfica o de registro domés- cultural para extenderlo en tierras
tico, lo que dejan como testigos de nuevas. El poder, sin embargo, se
juicio, y en todos los casos a través registraba en los dos imaginarios,
del estilo indirecto, son sus voces puesto que si los conquistadores es-
registrando una época única. En el pañoles esperaban riqueza, las mu-
entorno que rodeó a los conquista- jeres españolas esperaban lo mismo
dores poderosos después del triun- pero por vías indirectas: el casa-
fo contra los mexicas, una nueva miento, la subyugación doméstica
fase del expansionismo ibérico se en una casa acomodada de las nue-
ve legitimada en el Nuevo Mundo, vas colonias. Es difícil imaginar los
y es al mismo tiempo la explosión muchos reacomodamientos de ese
del mestizaje, la complejidad de un espacio común que compartirían
fenómeno de adaptación que co- entre los dos grupos y la compe-

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tencia surgida —en mayor o menor la Malinche, la mujer le provee las
grado— con las indígenas exóticas llaves culturales de un imperio. Am-
que representaban un nuevo erotis- bas, desde la reclusión y la modestia
mo, aun a su pesar. hasta la fortaleza y la impestivi-
La historiografía hispanoameri- dad del momento bélico, procuran
cana habla de “conquistador” y “co- a este hombre diferentes caminos
lonizador” como si ambos términos para un itinerario que comienza a
estuvieran unidos y como si hubiera los diecinueve años, cuando Cortés
una agenda común a estos hombres llega a la isla de Santo Domingo.
que abandonaron todo por la sed de En perpetuo reacomodamiento,
gloria, prestigio y reconocimiento Catalina aprendería a vivir en una
económico. En realidad los mode- isla exótica después del abandono
los de los conquistadores fueron di- de su patria, en tanto la Malinche,
versos, como fue diverso el trato a en otro territorio, debía comprender
sus mujeres. En el mismo Cortés se rápidamente las claves culturales de
dan en esa primera fase de la vida los hombres invasores que desarti-
mexicana, por lo menos dos mode- culaban los rituales de su propia
los femeninos históricamente bien vida ante circunstancias inespera-
marcados y antagónicos: Catalina das. Este modelo binario marcó el
Xuárez e Itoca Malitzin (en esa pri- siglo para las mujeres, las emigra-
mera mitad del siglo xvi). Son ellas das y las indígenas, bajo reajustes
las dos mujeres que deben compar- patriarcales que correspondieron a
tirlo, una desde la isla de Cuba y una nueva hibridización, exigiendo
otra en plena batalla. De la mujer mucho más en el frente doméstico
española al cuidado de la enco- de las mujeres que de los hombres
mienda acomodada a los volcanes, abiertos a la conquista material y
la geografía rebelde, la táctica de la la batalla.
palabra, a la lengua de la Malinche En el cuadro de costumbres cris-
que facilitaría las cuestiones milita- tianas en las cuales la mujer tenía
res a través de la traducción. Así y un rol dirigido a la casa y el entorno
todo no puede postularse que estas y el hombre lo tenía hacia la sociali-
dos mujeres en su reverso compu- zación política es interesante notar,
sieran un Cortés diferente. Posible- como lo señala José Luis Martínez
mente, en su antagonismo cultural en la recopilación de Documentos
y social, componían las dos fases de cortesianos,33 desde 1526 a 1545,
un mismo objetivo: el poder perso- que dentro de esa frondosa fuente
nal para Cortés. Al casarse con Ca- documental todavía no completa-
talina Xuárez, Cortés recibe el favor mente digitalizada o catalogada, en
de Diego Velázquez para liderar la esa marea de papeles personales,
expedición de México. Al unirse a “en esta abundancia de documentos

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cortesianos hay un vacío notorio: ción demuestra tenerla Bernal Díaz
los escritos íntimos y propiamente del Castillo. Hay en él un vacío ha-
personales. ¿Nunca escribiría un cia esa presencia de la mujer en la
recado amoroso para sus mujeres o historia del día a día de México.
sus amantes, o de cariño para sus Es importante recordar, para las
hijos, parientes o amigos? Aquí y cuestiones que estamos tratando,
allá quedan breves rastros de sus que el amor en los tiempos de con-
afectos, pero nada de sus pasiones”. quista era una versión más o menos
Martínez, que ha estudiado los liberal de un contrato de beneficios
dos grandes repositorios de los pa- para el hombre y la mujer de la épo-
peles cortesianos, en el Archivo Ge- ca.55 Y si cabía la pasión, esa fuerza
neral de Indias y el Archivo General que las mexicas buscan con sus he-
de la Nación en México, piensa que chizos y conjuros, esa pasión revis-
en los grupos de documentos estu- te otro orden del imaginario y está
diados a partir del siglo xix y que posiblemente mucho más cerca de
incluyen papeles sueltos, listas de todo lo que es la construcción indí-
aprovisionamiento de naves, con- gena del mundo, de la vida, que el
tratos reales, distribución de joyas protocolo de una serie de reglas que
y objetos indígenas, no hay un área el hombre del Renacimiento rompe
de escritura amorosa en el corpus para venerar: como la del mismo
de documentación del conquista- status quo. En esa primera genera-
dor, simplemente por pudor. En su ción de conquistadores emigrados
interpretación no piensa que se tra- hay un repliegue por recuperar lo
te de un marcado narcisismo de un que se dejó atrás en un nuevo mun-
hombre que escribiendo, dictando, do exótico. Viajar por un océano
revisando sus gestiones y pleitos no imposible para volver por ese mis-
pone la menor atención a esa fase mo océano a reproducir un mundo
de su interrelación con la mujer cuyos objetivos no alcanzaban en
tanto europea como indígena. Esa un primer momento y luego col-
participación femenina se descuen- man, luego son necesarios. En una
ta, como la misma interpretación identidad trasladada, los hombres
que lo sumerge en los sueños, la de Andalucía, Castilla o Extremadu-
hechicería y las tácticas y costum- ra, originaban una página histórica
bres nativas, a diferencia de otros que eclipsaba el presente controver-
hombres, como Pedro de Valdivia sial de las etnias indígenas, su plu-
en el sur o Juan Jaramillo en Méxi- ralidad, su singularidad, y al mismo
co, que dejan documentos laudato- tiempo, emergían de sus intentos la
rios sobre sus mujeres.44 Cortés no ficción de categorías absolutas que
tiene esa mirada hacia lo femenino, pudieran resolver en forma más o
como en el transcurso de su narra- menos rápida la transformación de

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una sociedad indígena en una so- cia. Catálogo biográfico de mujeres
ciedad europea. de México, apunta un brevísimo
No hemos hablado de estos esquema bibliográfico de la pri-
hombres y mujeres con frecuencia mera mujer de Cortés, llamándola:
como “emigrados”; como tales, la “acompañe de conquistador”. José
primera fase de Colonia es un in- Luis Martínez en su libro Pasajeros
tento de recrear el modelo histórico de Indias, la cita como parte del flu-
vigente en la Europa trasatlántica, jo femenino llegado a América entre
consolidado por el catolicismo que 1493 y 1600: “Cuando las grandes
sin duda tuvo una fuerza que con- conquistas de México y de Perú vi-
movió ese siglo. En el siglo xvi no nieron mujeres como la María Es-
hay un aparato conceptual gestado trada a la que se refiere Bernal Díaz,
fuera de Dios; lo transgresivo sería soldado y enfermera; otras viajaron
reinterpretado como demoniaco. en busca de su marido, como Doña
Esa idolatría que los conquistado- Catalina Juárez Marcaida, que recu-
res pretenden destruir bajo el modo peró a Hernán Cortés con quien se
de cristianizar como en Occidente, había casado en Cuba”.
tampoco se escapa de las catego- Catalina se reincorpora después
rías divinas, aunque se reinterprete del viaje desde Cuba a una casa
desde otro ángulo. De modo que al donde encontrará todo un tráfico
repasar las voces de aquellas mu- de humanidades: los vencidos, los
jeres que hablan y son copiadas en vencedores y la nueva abundancia,
unos recintos del siglo de conquista el lujo desmedido de Coyoacán, un
—como las que aquí se verán—, es año después de la Conquista. Por un
importante retener algunos con- lado no es difícil imaginar el deseo
ceptos mencionados en cuanto a que tenía de unirse a su marido tras
los hábitos históricos, los proble- dos años de estar separados; por el
mas subyacentes a una convivencia otro, nuevas realidades la confron-
nueva, singular, en la que el hom- tan al querer insertarse ella como
bre elude los fenómenos propios de dueña y señora de la casa y al buscar
la feminidad y establece sus juegos la protección y la correspondencia
de competencia —en Cortés esto se- de su afecto en Cortés. Tres meses
ría la norma— al elucidar un nuevo después de llegar a Nueva España,
modo de vida en las colonias. bajo una comitiva de gran festejo
El caso más concreto es el de su que prepara su marido, Catalina ins-
primera mujer y el reencuentro de talada en México muere. Las mur-
ambos en México. Catalina Xuárez muraciones y las sospechas corren
llegó a Nueva España en 1522. Au- por todo Coyoacán, pero solamente
rora Tovar Ramírez, en su trabajo siete años después de su muerte, la
1500 mujeres en nuestra concien- madre de Catalina puede abrir un

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pedido de interrogatorio para corro- Xuárez buena y sana, sin saber ni
borar que es Cortés al autor de un decir por qué mal o daño hubiese
crimen. La madre delega en el hijo de recibir, y estando con el dicho
marido don Hernando Cortés. Sien-
Juan Xuárez la responsabilidad de
do el dicho Hernando Cortés obli-
llevar a cabo una investigación que gado a la mirar y guardar, así por
no deje dudas sobre las circunstan- ser su marido como era, como por
cias de su muerte, a través de un ser justicia mayor el dicho don Her-
cuestionario elaborado que recrea nando Cortés, el sobredicho reo, por
el escenario de las últimas horas de mí denunciado y querellado, con
vida conyugal. poco temor de Dios y de su rey y
El propio Cortés había adjudi- señor, so cuyo amparo todos vivi-
mos, sobre hecho pensado a la di-
cado al asma la pérdida de su pri-
cha doña Catalina Xuárez, mi hija
mera esposa, pero en el ambiente y hermana, sin poder llamar a nadie
pueblerino de Coyoacán, una ola de que la socorriese, llamando a Dios
comentarios dejaba la sospecha de Nuestro Señor y a Santa María su
que no se trataba de un problema de Madre Nuestra Señora, le echó unas
salud, sino de un arrebato de Cortés, azalejas a la garganta y le apretó
lo que había puesto fin a la cortí- hasta que la ahogó y murió natu-
ralmente.
sima vida que llevó en la colonia
[...] Otrosí, digo yo la dicha María
mexicana Catalina Xuárez. Ese do- de Marcaida, madre legítima de la
cumento del “Sumario de residen- dicha doña Catalina Xuárez, que,
cia” fechado el 4 de febrero de 1529 porque yo soy mujer y vieja, y no
en México,66 levantado por la madre puedo parecer así en la Audiencia
y el hermano, se presenta así: Real de Vuestra Majestad, Vuestra
Majestad elija al dicho mi hijo Juan
Muy poderosos señores: María de Xuárez, para que pueda seguir y
Marcaida y Juan Xuárez, su hijo, fenecer este pleito y causa, para lo
parecemos ante Vuestra Majestad y cual su real oficio imploro. (Docu-
nos querellamos de don Hernando mentos cortesianos, 76-77)
Cortés, gobernador y capitán gene-
ral que fue de esta Nueva España, El reclamo establecido por la
y contando el caso de mi querella española dice no puede seguir con
decimos: Que uno días y meses del el juicio por ser “mujer” y por ser
año mil quinientos veintidós años, vieja, pero además existe otro fac-
el dicho don Hernando Cortés, sien- tor fundamental, que es el hecho
do casado y velado a ley y bendi- de que la madre no sabe escribir, y
ción, según manda la Santa Madre
como casi todas las mujeres de su
Iglesia, con doña Catalina Xuárez,
hija y hermana mía y de la dicha mi clase —las emigradas que forman
madre, estando en los aposentos de colonias en el Nuevo Mundo— se ve
Coyoacán, en las casa de su mora- impedida de acceder a un universo
da, estando la dicha doña Catalina de regulaciones jurídicas, precisa-

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mente el universo más candente, en arribistas, la muerte de su mujer se
esa parte del mundo. Luisa Campu- hubiera perdido en el murmullo pue-
sano encuentra que las mujeres del blerino sin aportarnos documentos
Renacimiento estaban replegadas de esenciales. Sin duda, el protocolo
los espacios públicos, produciéndo- jurídico por mandato real propulsó
se una sexualización del saber:77 a numerosos testigos cansados del
manejo inescrupuloso del conquis-
debemos entender la Colonia como tador, a presentarse defendiendo la
el tiempo en que, salvo excepciones, postura de la madre que no podía
letrados sólo fueron los hombres, y aceptar la forma cruel, expeditiva,
fueron ellos los que doblegaron o
en que se había puesto fin a la vida
tradujeron “a su discurso” toda la
realidad y/o elaboración simbólica. de su hija emigrada.
Ellos los que pensaron y explicaron Entre los primeros testigos figura
las ciudades ideales, sus mapas y Antonio de Carvajal, incorporado al
diagramas en los periodos funda- ejército de Cortés en Texcoco, don-
cionales; sus escrituras y leyes en de fue uno de los capitanes de los
el plano de la jerarquización so- bergantines. Su testimonio, con fe-
cial. Ellos los que realizaron, según cha de 18 de febrero de 1529, relata
Rama, una “capital función social
los vicios atribuidos a Cortés, con
desde el púlpito, la cátedra, la ad-
ministración, el teatro, los plurales el esplendor de la derrota, el dinero
géneros ensayísticos. (Mujeres lati- y la fama que acentúan su persona-
noamericanas, 16) lidad mujeriega. Cortés, que evan-
geliza sistemáticamente, no tiene
Este “saber sexualizado” hace problemas en practicar una vida
que no haya una nota personal de licenciosa tanto con las mujeres in-
la mujer asesinada y que al apagar- dígenas nobles y conquistadas, así
se su vida se cierre esa historicidad, como con las españolas llegadas en
mientras que para Cortés se abre la esos primeros tiempos del México
documentación infatigable como colonial:
un rastro de sus querellas políticas,
de su personalidad todopoderosa, Al primer capítulo dijo que este tes-
una vez que se ha establecido en tigo veía quel dicho don Fernando
Coyoacán, manteniendo un poder Cortés oía misa devotamente e que
sin paralelo. Este mismo cuadro de por otra parte le parecía este testigo
circunstancias hizo que en 1529 que no temía a Dios porque se ha
dicho públicamente en esta Nueva
se enviaran auditores para recoger España quél mató a su mujer e a
todo tipo de reclamo e información Francisco Garay y e Luis Ponce, e
en su contra,88 ya que enemigos no porque así mismo se ha echado car-
le faltaban. De no haber sido por las nalmente con dos hermanas fijas de
envidias políticas y por sus actos Motezuma e que han parido dél, e

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que demás desto este testigo vido en vida acomodada de la encomienda
la casa del dicho don Fernando Cor- en Cuba. De hecho, su biografía per-
tés a muchas fijas de señores desta sonal hasta llegar a la isla, la deja
tierra e a lo que oyó decir e se decía
ver como una mujer granadina en
públicamente, todas o las más dellas
eran parientas e primas e que con busca de un buen casamiento con
todas ellas se echaba carnalmente los hombres emigrados de las colo-
o con las más dellas e que así mis- nias, impulsada por el hermano Juan
mo oyó decir a lo que se acuerda, a Xuárez, que había llegado al Nuevo
Francisco Dorduña quel dicho don Mundo con las mismas aspiraciones
Fernando Cortés se había echado de éxito económico. Es su hermano
con dos mujeres de Castilla que eran el que manda a llamar a la madre y
madre e hija e, que por lo que dicho
a las hermanas a Cuba, una vez que
ha en la segunda e tercera pregun-
tas, el dicho don Fernando Cortés recibe un repartimiento de indios,
no tenía respeto a la obediencia e tras la conquista de esa isla en 1511,
fidelidad que debe a su Majestad. en la que participó con Cortés.
(Documentos cortesianos, 58) Las mujeres, la madre y las hi-
jas, llegaron formando parte de
Desde luego su primera mujer las primeras españolas que se re-
no tenía ninguna idea del escenario unieron con sus compatriotas des-
con que se encontraría a su llegada pués y durante las conquistas del
a México y muy poco podía imagi- Nuevo Mundo. Campuzano apun-
nar de qué manera había cambiado ta que entre 1509 y 1519, periodo
el destino de su marido. Tras dos de la conquista de Cuba, viajaron
años de ausencia, ya que la expedi- al Nuevo Mundo casi siempre con
ción a México zarpó de Cuba el 18 destino a La Española, trescientas
de febrero de 1519, Catalina Xuárez ocho mujeres, en grupos familiares
no podía anticipar lo que serían esta y la mayoría andaluzas.99 El trasla-
nueva riqueza y este nuevo caos, así do de Catalina y las mujeres de su
como tampoco estaba al tanto de familia se produce primero a San-
las estrechas relaciones de su ma- to Domingo con la virreina doña
rido con Malitzin (Malinche). Una María de Toledo, pasando después
relación militar, íntima y cultural a Cuba donde Cortés la conoce por
—aunque nunca romántica— que se su amistad con Juan Xuárez y co-
extendería hasta 1524 cuando Cor- mienza a cortejarla y a prometerle
tés inicia una expedición a lo que casamiento. Esta promesa la toma
hoy es Honduras en Centroamérica. en forma muy inmadura, pues al
Esa presencia que era irremplazable poco tiempo, con otras mujeres en
para sus planes tácticos estaba fue- mente, se arrepiente.
ra de la vida de Catalina en tanto Como en la Europa medieval los
ella continuaba con las rutinas de la pactos verbales, la promesa de un

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casamiento, por ejemplo, equivalía ciales, y posiblemente enfrentó la
casi al hecho mismo de casamien- noticia de la expedición de México
to, muchas mujeres tenían relacio- con la convicción de que Cortés te-
nes antes del matrimonio mismo, y nía una ambición irrefrenable y que
éste fue el caso de Catalina Xuárez, ambos seguirían ascendiendo en la
cuyo compromiso con Cortés era escala social de las nuevas colonias.
mucho más que algo personal, era El matrimonio de los dos, en esos
una cuestión de “honor” en la co- primeros tiempos, parecía feliz; la
munidad mínima de mujeres espa- joven se había adaptado al marido
ñolas emigradas al Caribe. El retirar impetuoso. Las cosas en el plano
esa promesa era una afrenta, y la doméstico marchaban bien, o por
intervención de Diego Velázquez, lo menos eso le deja saber Cortés
gobernador de la isla, le impone a a Bartolomé de las Casas, comen-
Cortés la tarea de rectificarse, espe- tándole: “estaba tan contento con
rando que ese casamiento fuese ce- doña Catalina como si fuera la hija
lebrado. Cortés obedece las órdenes de una duquesa”.1010 Esta tranqui-
y lo hace padrino de su boda, en lidad se ve interrumpida por los
un intento de mejorar sus relacio- preparativos para partir al sur de
nes políticas. Alfonso Toro, en su México. Bernal Díaz comenta en el
brillante análisis sobre este periodo capítulo xx de su Historia verdadera
de la vida del conquistador, opina de las cosas de la Nueva España1111
que Cortés “contrae más matrimo- ese momento en que se le entrega la
nio con doña Catalina, como luego flota a Cortés:
diremos, no por amor, sino para re-
conciliarse con Velázquez, evitarse Y fue de esta manera: que concerta-
persecuciones y alcanzar su favor”. sen estos privados de Diego Veláz-
Como en otras ocasiones su per- quez que le hiciesen dar a Hernando
Cortés la capitanía general de toda
sonalidad práctica triunfará sobre la armada, y que partirían entre to-
los objetivos románticos, y así ve- dos tres la ganancia del oro y plata
mos cómo este casamiento oscure- y joyas de la parte que le cupiese a
cido por la historia y poco recreado Cortés, porque secretamente Diego
en su dimensión real, es el que le Velázquez enviaba a rescatar y no
permite escalar posiciones para lle- a poblar, según después pareció por
gar a liderar la expedición a Méxi- las instrucciones que de ello dio, y
aunque publicaba y pregonó que
co. Catalina, por su lado, también
enviaba a poblar. Pues hecho este
tenía aspiraciones de progreso, concierto, tienen tales modos Duero
que se vieron colmadas con la en- y el contador con Diego Velázquez
comienda que manejaba en Cuba, y le dicen tan buenas y melosas pa-
ya que los conquistadores siempre labras, loando mucho a Cortés, que
obtenían ventajas económico-so- es persona en quien cabe el cargo

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de ser capitán, porque además de política, una vez conocida la noticia
muy esforzado, sabrá mandar y ser del sometimiento mexica, Catalina
temido, y que le sería muy fiel en no ve otro interés en permanecer
todo lo que le encomendase, así en
en la isla de Cuba, y a mediados de
lo de la armada como en lo demás,
y además de esto era su ahijado, 1522 se embarca con su hermano
y fue su padrino cuando Cortés se Juan, otra hermana y una comitiva
veló con la dona Catalina Suárez. femenina en una nave que atrave-
(Cap. xix, 82) sando el río Ayahualulco la reuniría
con su marido.
El comienzo de la nueva aven- Varios compañeros de Cortés la
tura en la vida de Cortés tendría escoltan a su llegada, aunque es-
efectos innegables en el destino de taban al tanto de que éste, al en-
Catalina Xuárez, como lo veremos terarse de la noticia no sentía la
más adelante, pues despide al mari- misma felicidad de encontrarse con
do sin la certeza de cuándo o en qué su mujer legítima. De todas mane-
condiciones se desarrollaría su vida ras, en ese momento Cortés ya ha
futura de pareja. No es, por otro asumido un protocolo de grandeza
lado, ilógico pensar que las muje- que permite ofrecerle banquetes y
res de los conquistadores estaban juegos de caña por varios días como
acostumbradas a las condiciones aparentes muestras de contento
inestables de esos tiempos. Desde el ante la llegada inesperada y como
Caribe había todavía un continente si se pudiera reanudar esa vida co-
pleno para explorar y la ambición mún que tenían en la isla de Cuba.
que los había hecho salir de España Bernal Díaz en el capítulo clx de su
en primera instancia, continuaba Historia verdadera de la conquista
intacta. Desde el momento en que de la Nueva España precisa así el
cargan las naves con el favor polí- momento en que se entera a través
tico de Velázquez, hasta la caída de de cartas llegadas a Sandoval de
Tenochtitlan, se abre una historia la llegada de la primera mujer de
a menudo demasiado canonizada Cortés: “Había entrado un navío en
para analizar muchos aspectos y re- el río de Ayagualulco, ques puerto,
veses de esa campaña militar. La in- aunque no bueno, que estaba de
trepidez de Cortés y su disposición allí quince leguas, y en él venían de
absoluta hasta llegar a Moctezuma, la isla de Cuba la señora Catalina
registran una intensidad que difícil- Juárez la Marcaida, que ansí tenía
mente imaginara Catalina, así como el sobrenombre, mujer que fue de
tampoco pudo controlar la enemis- Cortés, y la tría su hermano Juan
tad surgida con el gobernador de Juárez, el vecino que fue el tiempo
Cuba, al desobedecer sus órdenes. andando de Méjico, y venía otra se-
Por esto mismo: distancia y tensión ñora, su hermana, y Villegas el de

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Méjico, y su mujer la Zambrana, y Durante los dos intensísimos
sus hijos, y aún la agüela, y otras años de campaña militar había sido
muchas señoras casadas”. una característica común a los pue-
La llegada se celebra con una blos indígenas que visitaba le ofre-
comitiva en cada pueblo que iban cieran como regalo a mujeres indias
atravesando hasta alcanzar la ciu- de la nobleza indiana, que termina-
dad de México. Mujeres y fiestas, ban entregadas a los diferentes jefes
parecen ser el nuevo modo de re- de la expedición, con el objetivo de
crear su tiempo libre. En el hiato tener descendencia que pudiera her-
de dos años fundamentales para manarlos. Los regalos de mujeres se
su desarrollo político, Cortés había repetían en cada pueblo con el que
conocido a la Malinche, y a las de- negociaban, en parte por gentile-
más mujeres indígenas nobles que za de los caciques y en parte como
de acuerdo al testimonio de Antonio una manera de evitar la agresividad
de Carvajal, le permitían al conquis- guerrera de los españoles hacia es-
tador acceder a todos los placeres tas poblaciones. Es de esta manera
que quisiera. Placeres que Cortés que Cortés se encuentra con Malin-
nunca había dejado de considerar che en Tabasco, siendo ella una de
necesarios, dado su inclinación a la la veinte mujeres regaladas. Hacia
grandeza y la pomposidad. Recibir a el final de la Conquista, esta misma
su mujer, no era pues una circuns- práctica mesoamericana se recon-
tancia que le alegrara. Páginas des- firma cuando Moctezuma le ofrece
pués Bernal Díaz retoma la llegada una hija como señal de la estima
de la mujer de Cuba al epicentro de entre los dos. Bernal Díaz describe
la Nueva España en medio de una ese pasaje en el capítulo cvii, cuan-
gestión política constante por el do un día Moctezuma le dice: “Mira,
clima caótico de la posguerra: “y Malinche, que tanto os amo, que os
en aquel instante había llegado a quiero dar a una hija mía muy her-
Méjico Gonzalo de Sandoval con la mosa para que os caséis con ella y
señora doña Catalina Juárez la Mar- que la tengáis por vuestra legítima
caida, y con el Joan Juárez y todas mujer.” Y Cortés le quitó la gorra
sus compañas, como ya otra vez di- por la merced, y dijo que era gran
cho tengo en el capítulo que de ello merced la que le hacía, mas que era
habla, acordó Cortés de le enviar casado y tenía mujer, y que entre
por capitán para apaciguar aquellas nosotros no podemos tener más de
provincias, y con muy pocos de a una mujer, y que él la tendría en
caballo que entonces le dio, obra aquel grado que hija de tan gran
de quince ballesteros y escopeteros, señor merece, y que primero quiere
conquistadores viejos, fue a Calimar que se vuelva cristiana, como son
y castigó dos caciques” (Cap. clx). otras señoras, hijas de señores”.

322 Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas


Es la primera vez en voz de Cortés bién asistido al nacimiento de un
que refiere al casamiento en Cuba, hijo varón que lo llenaría de orgu-
además de resaltar que como mujer llo: “Don Martín Cortés el bastardo,
legítima sólo puede tener una al ser debía de tener por la época de la
cristiano. Isabel Moctezuma ofreci- llegada de Catalina (agosto de 1522)
da por el padre como el más alto a lo más un año de edad; pues aún
presente, es aceptada y rechazada cuando nos ha sido imposible ave-
momentáneamente, porque estando riguar con exactitud la época de su
instalado en la casa de Coyoacán, nacimiento, debe tenerse en consi-
como dueño y señor de incontables deración que las relaciones de don
posesiones, siente que Isabel tam- Hernando con doña Marina comen-
bién es suya. Al decir de Muriel,1212 zaron en julio de 1519, al marchar
“cuando la tuvo en la casa claudicó Portocarrero para España; y que en
ante la juvenil belleza, tal vez tenía 1523, cuando se casó Marina con
16 años, y tuvo relaciones con ella, Xaramillo, ya era nacido Martín”,
de las que resultó una hija: doña según escribe Toro.
Leonora Cortés Moctezuma a quien Con sede en Coyoacán, puesto
legitimó y dotó con 10,000 ducados que la ciudad de México había que-
en su testamento” (Muriel, 51). dado en un deplorable estado sani-
También estaba la Malinche, tario, Hernán Cortés se instala en
cuando Bernal Díaz cita el ofreci- una casona que ha hecho construir
miento a Cortés. Lo llama “Malin- y donde no faltan todos los lujos
che”, que es como desde el capítulo inherentes a su nuevo estado social.
lxxiv, comienza Bernal a nombrar a Es precisamente allí y en uno de
Cortés, a partir de que siempre esta- esos acontecimientos sociales cons-
ba con su intérprete, cuya compa- tantes en la casa de Cortés, que tres
ñía física e ideológica le permitía ir meses después de llegada a Nueva
persuadiendo a los diferentes pue- España se desarrolla el drama en
blos, aprovechar una oportunidad donde Catalina Xuárez muere. En la
táctica o conseguir regalos sucesi- declaración que hiciera Isidro Mo-
vos de oro y mantas de plumas y reno en el proceso judicial contra
mantenimientos y mujeres. Catalina Cortés, refiere lo que había pasado
no le había proporcionado ninguna esa noche.
de las cosas que Cortés admiraba en “La Marcaida” había dicho a uno
la Malinche —y por la cual la hicie- de los soldados de su marido, Solís:
ra su compañera inseparable—, no “Vos Solís, no queréis sino ocupar
podía seducirlo a través del poder a mis indios en otras cosas de las
que la indígena le proveía y no te- que yo les mando, y no se face lo
nía hijos con él. En transcurso de que yo quiero.” A lo que el capitán
dos años, Hernán Cortés había tam- respondió: “Yo señora no los ocu-

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po, allí está vuestra merced que los si sabe la cabsa porque la dicha
manda y ocupa.” Entonces Catalina doña Catalina rogaba aquello a Dios
replicó: “yo os prometo que antes e tenía aquel descontento, habiendo
tan poco tiempo como había que era
de muchos días, haré de manera que
venida en estas partes e tantos días
nadie tenga que entender en lo mío”. así mismo que estaba ausente de su
Entonces Cortés le responde: “¿Con marido en la isla de Cuba donde la
lo vuestro señora? ¡Yo no quiero dejó, mayormente habiendo seido
nada de lo vuestro!”, por lo que la maltratada de la justicia que a la
humillaba públicamente implican- sazón era en la dicha isla de Cuba,
do su origen humilde. La mujer se e al tiempo que decía esto, la dicha
retiró angustiada del banquete, con doña Catalina estaba con su marido
e en prosperidad, dijo que cree este
lágrimas y sollozos y fue derecho al
testigo que a lo que la dicha doña
oratorio. Catalina Xuárez daba a conocer era
Lo que sabemos de la vida ma- celosa de su marido e que cree que
rital que llevaban Cortés y Catalina por eso tenía algún descontento
desde su nuevo encuentro posterior porque el dicho don Fernando fes-
a la caída de Tenochtitlan aparece tejaba damas e mujeres que estaban
documentado a través de la cama- en todas partes.
rera, Ana Rodríguez, una testigo
que presenta el hermano de Cata- Por este testimonio anticipamos
lina para ser interrogada sobre esa la contrariedad que habrá represen-
noche en Coyoacán. En su declara- tado para Catalina el reencuentro,
ción ella deja ver la infelicidad que no sólo por la magnitud de esta
tenía Catalina apenas llegada a esa victoria militar sino por toda esta
nueva vida de colonia mexicana. El situación femenina creada en su
primero de marzo de 1529 la testi- ausencia. El tributo de la mujer in-
go declara que Catalina está sana dígena a través de su sexualidad, si
y feliz, pero esa noche antes de ir bien no era desconocido en la isla
a la cama entra en el oratorio para de Cuba, revestía un carácter me-
rezar: nos caótico y prolífico que el que su
marido estaba acostumbrado a lle-
e que la noche, cuando se quiso ir var, sintiéndose el ejecutor de una
acostar, entró a facer oración a un página de gloria sin precedentes
oratorio que tenía en la dicha casa e para España, tras haber conquistado
cuando salió la vido salir este testigo México. La ideología patriarcal de
demudada de la color y este testigo los seguidores y amigos directos de
le preguntó que qué había y ella le
Cortés tampoco le proporcionaba un
dijo que la llevase Dios deste mundo
e que este testigo le oyó rogar a Dios espacio —como lo demuestra su diá-
estando en el dicho oratorio que la logo con Solís— y es en ese cruce de
llevase deste mundo. Preguntando “intermedios” que su persona debe

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negociar un espacio prácticamente el foco de su percepción no es el
c át e dra imposible al no tener una función mismo, por lo que la realidad apre-
política, o “cosmética”, como dama hendida por la filosofía del derecho
y señora de la casa. Tras los llantos no es idéntica a la realidad de las
y rezos en el oratorio, Catalina se di- ciencias jurídicas. Digamos que la
rige a su recámara, donde se acues- filosofía del derecho no versa sobre
ta. Pasado poco tiempo se une a ella una realidad objetivada, existente
Cortés, quien ha dejado el banquete en el espacio y en el tiempo, sino
y se queda solo con su esposa. Un más bien sobre una realidad abs-
poco después, según testimonios de tracta o ideal.
las mujeres de la casa, reciben el Las ciencias jurídicas, en cam-
llamado de Cortés pidiéndoles que bio, se ocupan de cosas, por decirlo
enciendan la luz, que Catalina ha así, más tangibles y concretas. El
muerto en sus brazos. Volver al Índice >> objeto de las ciencias jurídicas está
enmarcado por el derecho en vi-
gor, o sea, por el derecho realmente
existente, mientras que el objeto de
cátedra
la filosofía del derecho trasciende
el derecho en vigor a la búsqueda
¿Puede hablarse de una de una aclaración o explicación de
su sentido último, y por tanto, del
filosofía del derecho? sentido del derecho como tal. Dicho
Modesto Saavedra López de otra manera, la porción del mun-
do propio de las ciencias jurídicas,
El autor es catedrático de filosofía del el sector de la experiencia que ellas
derecho de la Universidad de Granada, acotan y analizan, y respecto del
España y doctor Honoris Causa por la cual han de ser contrastadas para
Universidad de Camagüey de Cuba. Con confirmar su valor epistemológico,
este texto inicia una serie de comenta- es el derecho positivo. La filosofía
rios relativos a la filosofía del derecho, del derecho no se reduce a analizar
los cuales serán publicados en cada edi- ese objeto, sino que amplía su re-
ción de ius. flexión para abordar muchos datos
que no están contenidos, o no están
El objeto de la filosofía del dere- plenamente contenidos, en el dere-
cho es el derecho en su conjunto cho positivo.
y todo lo que tiene que ver con él, Hay distintas ciencias jurídicas,
fijándose sobre todo en sus aspec- o distintas formas de cultivar la
tos más genéricos y más profundos. ciencia del derecho, según cuáles
Comparte con las ciencias jurídicas, sean los aspectos del derecho po-
formalmente, el mismo objeto, pero sitivo que al investigador le inte-

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