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El segundo sexo: sobre el concepto de opresión en Simone de Beauvoir, la


discriminación de la mujer y la influencia de Beauvoir en corrientes actuales de la
filosofía a través del estudio de María Teresa López Pardina
Manuel Cigales García
1. Índice
1.Índice........................................................................................................................... 1
2.Resumen...................................................................................................................... 1
3.Palabras clave............................................................................................................... 1
4. ¿Es Beauvoir un mero epígono del sartrismo?............................................................ 2
5. Investigación, gestación y publicación de El segundo sexo……………………………………… 2
6. La mujer como la otra…………………………………………………………………………………………… 3
7. Las interpretaciones al uso……………………………………………………………………………………….5
8. L’autre como categoría cultural………………................................................................. 6
9.La mujer desde lo biológico……………………………………………………………………………………… 6
9.1. El cuerpo de la mujer como locus de opresión…………………………………………………… 7
10.La mujer desde el materialismo histórico……………………………………………………………… 7
11.La otra como oprimida .............................................................................................. 8
12.Raíces ontológicas de la opresión………………………………………………………………………… 8
12.1. Condiciones existenciales (ontológicas) de la opresión)…………………………………… 8
13.Opresión y mala fe para los dos sexos…………………………………………………………………… 9
14. Las relaciones opresor/oprimido…………………………………………………………………………… 9
15. De Beauvoir a Butler…………………………………………………………………………………………… 9
16. Bibliografía………………………………………………………………………………………………………… 10
2. Resumen
El objetivo del trabajo es exponer con la máxima claridad posible las hipótesis de
Simone de Beauvoir acerca de la situación de la mujer como oprimida en la sociedad.
Remarcaremos ciertas diferencias con Sartre a nivel teórico, hablaremos de las
distintas inspiraciones e influencias de Beauvoir a la hora de crear El Segundo sexo, y
situaremos las ideas de Beauvoir en el marco actual mediante la exposición de algunas
ideas de Judith Butler.
3. Palabras clave
Mujer, sexo, opresión, patriarcado, existencialismo, mala fe, trascendencia.
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4. ¿Es Beauvoir un mero epígono del sartrismo?


María Teresa López Pardina escribe Simone de Beauvoir, una filósofa del siglo XX con el
objetivo de desmontar prejuicios comunes acerca de la obra de Beauvoir. Considera
Pardina que la obra de Beauvoir no puede ser considerada un mero epígono del
sartrismo, sino un trabajo filosófico potentes con enormes aportaciones. Pardina no se
adscribe a las posiciones feministas que critican arduamente la pertenencia de
Beauvoir a la corriente existencialista y le recriminan varias contradicciones a lo largo
de sus escritos, como son las de Lloyd o Le Doeuff.
Mientras Jean Paul Sartre se consideraba un filósofo con rigor, sistemático, destinado a
crear una corriente filosófica de categoría, la propia Simone de Beauvoir ni siquiera se
consideraba filósofa, sino literata. Esta diferencia se puede ver en la forma de sus
obras. Sartre aboga por la sistematicidad, Beauvoir apuesta por discursos . Si fue
filósofa lo fue en la medida en que trató de encontrar un sentido a la realidad y de
alumbrar sus las zonas tenebrosas.

Pardina marca la oposición entre ambos pensadores a lo largo de todo el libro. Sin
embargo, en este trabajo, por razones prácticas, de extensión y temporales,
trataremos de exponer someramente la “teoría” de Simone de Beauvoir en El segundo
sexo.
5. Investigación, gestación y publicación de El segundo sexo
Tras los primeros años de andanza filosófica en los cuales, al igual que Sartre, Beauvoir
está marcada por un optimismo kantiano (querer es poder),confiaba en el mundo y en
sí misma, estaba en contra de la sociedad en la que vivía y consideraba que debía
hacer denuncia de la misma a través de la escritura, nos encontramos con una Simone
de Beauvoir en su período de madurez(entre los 47 y los 49 años).

Surge un Beauvoir un impulso de investigación acerca de lo que significa ser mujer,


espoleado por Sartre. En principio, ella pretendía escribir sobre lo que significaba ser
mujer para ella, narrando su experiencia personal. En última instancia el trabajo dio un
vuelco. No solo trataría las condiciones de posibilidad de la vivencia como mujer, sino
que deconstruiría los mitos creados por los hombres acerca de ella y trataría de liberar
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a la mujer de ese encasillamiento al que los hombres las habían condenado. Esta obra
requirió formación interdisciplinar en su gestación, pues Beauvoir utiliza diferentes
saberes y ciencias de la época para exponer su visión de la mujer y las consecuencias
de serlo. La obra dejaría de ser entonces un escrito personal para convertirse en un
tratado filosófico destinado a iluminar la situación de la mujer, su historia, su
composición, su comportamiento, su pensamiento y la concepción que los hombres
tienen de ella.
6. La mujer como la otra
La mujer siempre aparece como la otra en los mitos, en la historia, en los escritos. El
hombre es el mismo. La relación de oposición sitúa a la mujer como la Alteridad. Ni
siquiera el extranjero, el indígena, el extraño, es considerado por el hombre como lo
otro. Beauvoir indica que hasta en el lenguaje vemos vestigios de esta separación y de
la dominación masculina. En francés y en español el lenguaje asimila el sentido de vir al
sentido de homo. El hombre es el polo positivo y el neutro. Al decir los hombres, nos
referimos a los humanos masculinos y a los femeninos. Al decir las mujeres, la
referencia incluye el conjunto del sexo (género) femenino.

Simone de Beauvoir utiliza la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel para dar cuenta
de la relación de desigualdad que se produce entre hombres y mujeres. La
autoconciencia debe reconocer a la contraria como autoconciencia independiente. Lo
que le interesa a Beauvoir es que antes de este proceso se pasa por otro: la
experiencia de las relaciones de desigualdad en el reconocimiento. Cuando se arriesga
la vida, la conciencia descubre que la vida es esencial y entonces se divide en dos: la
conciencia libre, que no teme perder la vida, y la conciencia esclava, que prefiere la
vida a la pura autoconciencia. La primera corresponde al amo, la segunda al esclavo.
De aquí saca Beauvoir la desigualdad de género. La mujer es sierva del hombre y se
reconoce como tal. En la sociedad patriarcal la mujer media entre el hombre y las
cosas. El hombre es el ser trascendente, la mujer es inmanente.
También toma de Sartre su reelaboración de la categoría de autoconciencia que
aparece en el ser y la nada. En la ética ontológica de Sartre la autenticidad indica la
mayor dignidad metafísica humana y el concepto de autenticidad es similar a la
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reciprocidad en Hegel. Esta categoría no existe en la alteridad femenina de la sociedad


patriarcal.
Avalará la condición de esclavitud de la mujer basándose también en las teorías de
Lévi-Strauss. Este considera que el paso de naturaleza al de cultura se caracteriza por
la capacidad que muestran los humanos de pensar en relaciones biológicas bajo la
forma de sistemas de oposición.
Para ser algo más sistemáticos, recapitulemos lo anterior en una síntesis con tres
puntos: el enfrentamiento desigual entre las conciencias en la situación de tensión
conflictiva, como en el amo y el esclavo de Hegel, el de la reciprocidad entre el parasi
(el hombre, el mismo) y el autri (la mujer, la otra) de Sartre, y la connotación universal
de autre en lo social según las tesis de Levi-Strauss. Esta última solo se da entre
varones, como mencionábamos anteriormente cuando hablábamos de la reciprocidad
entre culturas. Los hombres reconocen a otros hombres.

Beauvoir demuestra como los hombres son los amos, quienes mantienen a las mujeres
en estado de dependencia. Este proceso fue llevado a cabo mediante códigos y leyes
que las reducen a la inmanencia, a la otredad. La mujer es la esclava que no puede
reconocerse como conciencia, no puede ser humana, pues primero ha de ser
reconocida por humanos.
En la tercera parte del tomo I, Beauvoir entrelaza ciertos elementos del hegelianismo
con la ética existencialista de forma magistral. La mujer es mediación entre naturaleza
y la otra conciencia. El hombre construye a la mujer como alteridad que utiliza de
mediación para llegar a su trascendencia. A través del mito, el hombre construye
visiones ambiguas de la condición humana en la mujer. Por eso mujeres tan
contradictorias en mitos y leyendas: Dalila, Judith, Lucrecia, Aspasia, La Virgen María,
Eva… También las características femeninas son mitificadas: la menstruación como
impureza, como putrefacción, como fecundidad, como vida… La han pintado como un
ser sumiso, como su vasallo, como la alteridad sometida.

Cuando uno y otro no se ponen en igualdad;¿cómo podemos clarificar si es legítima o


no esa desigualdad? Beauvoir utiliza la moral existencialista para dilucidar este asunto.
Enumeremos los puntos que ella resalta.
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1. “Todo sujeto se erige como trascendencia a través de proyectos.


2. El sujeto no realiza su libertad sino mediante un perpetuo superarse hacia otras
libertades.
3. No existe otra justificación de la existencia que su expansión hacia un futuro
indefinidamente abierto.
4. Cada vez que la trascendencia recae en inmanencia hay degradación de la
existencia “en sí”, de la libertad en facticidad. Esta caída es una falta moral si es
consentida por el sujeto; si le es infligida, toma la figura de la frustración y de la
opresión. En ambos casos es mal absoluto.
5. Todo individuo que se cuida de justificar su existencia la vive como una
necesidad indefinida de trascenderse.

Analiza a partir de estos puntos la condición de la mujer en la sociedad occidental


como una situación metafísicamente degradada, pues ser denominada como Otra la
convierte en otro-objeto, elimina su trascendencia, reduce su libertad y la impide
realizarse como humana. No olvidemos que Simone de Beauvoir considera que la
situación delimita el alcance de la libertad, mientras que Sartre defiende que la
situación no es límite de la libertad. Cuando la mujer es oprimida, es oprimida
realmente por las circunstancias de la cultura en la que habita, por la ideología, por el
patriarcado. La degradación ontológica que sufre no puede achacarse al hecho de ser
mujer, sino a las condiciones patriarcales impuestas.
7.Las interpretaciones al uso
Muchos teóricas feministas han reconocido las influencias hegelianas, enfatizado en
las sartreanas y menospreciado las antropológicas totalmente, considerando a
Beauvoir como deudora del sartrismo más de lo que realmente es. Esto lleva a Pardina
a argumentar en su contra:
1) Beauvoir no es un epifenómeno en la corriente existencialista. Y esto se ve
rebatido en este propio trabajo, basta con leer los epígrafes anteriores.
2) El segundo sexo es una gran investigación donde Beauvoir clarifica la situación
de la mujer en la cultura occidental. Aplica el existencialismo, pero es sui
generis, no es completamente sartreana. Por ejemplo, Beauvoir es más
profunda que Sartre cuando habla de la libertad. Para Beauvoir lla situación es
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el marco de la libertad, para Sartre no nos vemos coartados por la situación.


Mientras que para Beauvoir ser un deportista olímpico es una ventaja para
correr por debajo de los trece segundos en los cien metros, para Sartre sería
irrelevante que fuera deportista o no, hay una libertad total, metafísica incluso.
Beauvoir aboga por una narración discursiva, Sartre por la sistematicidad.
Beauvoir no utiliza el aparato fenomenológico husserliano en su análisis.
3) Porque la categoría de autre se refiere tanto al individuo como al grupo social
constituido por ellas, de tal forma que los grupos humanos le sirven de
referencia para establecer la carencia de reciprocidad del grupo de mujeres con
el grupo hombres. Las feministas olvidan la dimensión antropológica, la cual es
esencial
8. L’autre como categoría cultural
Simone de Beauvoir interroga a tres disciplinas para esclarecer la condición femenina
de su sociedad: la biología, el materialismo histórico y el psicoanálisis. La última
disciplina se tratará a posteriori.
9. La mujer desde lo biológico
La mujer posee menos fuerza que el hombre, su tasa metabólica es distinta, sus
pulsaciones no son iguales, su densidad es menor, la mujer tiene menstruación,
menopausia, puede quedar embarazada, los cambios hormonales difieren
(generalmente) etc. En definitiva, las condiciones fisiológicas femeninas la hacen
“inferior” al hombre, desde el punto de vista de las capacidades físicas medidas en
valores absolutos y no relativos. No obstante, estos elementos no explican la
inaccesibilidad a la trascendencia, son solo condicionantes situacionales. Estos puedes
restructurarse en función de los proyectos humanos, los cuales son aquellos que nos
llevan a la trascendencia. Peter Singer retomará de forma similar este argumento años
después para constatar que la raza, el sexo, la clase social o incluso la inteligencia y la
especia, no son condiciones relevantes a la hora de hablar de derechos básicos de
subsistencia.

Volviendo con Beauvoir, es necesario crear un marco con referencias económicas,


existenciales y morales para hablar del concepto de debilidad. La propia teoría de la
evolución no habla de debilidad, sino de capacidad de adaptación. Hace tiempo que los
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seres humanos creamos sociedades no basadas en trabajos forzados y en la violencia


(por mor del argumento asevero estas dos proposiciones a demostrar). El criterio para
hablar de debilidad debe mutar necesariamente.
“La fisiología no puede fundamentar valores; las circunstancias biológicas revisten los
valores que les confiere lo existente. Si el respeto o el miedo que inspira la mujer
impiden el uso de la violencia contra ella, la superioridad muscular del macho no es
fuente de poder”.1
9.1. El cuerpo de la mujer como locus de represión
La cultura patriarcal subordina el sexo femenino. Las mujeres son vistas como seres
más delicados y cariñosos, pacientes y sumisos. Actualmente, podemos comprobar la
veracidad de esa afirmación hojeando un catálogo de juguetes. En los centros
académicos, las mujeres son dependientes y condescendientes. Quizá incluso el
rendimiento superior en las pruebas se deba en parte al papel que se les ha
encomendado: disciplina, sumisión, obediencia… Solo la abolición del patriarcado
podría llevarnos a la igualdad entre sexos. En nuestros días, la mujer ha logrado
empoderarse en cierta medida y, gracias al enorme desarrollo científico- tecnológico
del siglo XXI, ha conseguido mermar las condiciones biológicas que le son innatas:
aborto regulado en algunos países, control de la menstruación mediante fármacos…
10. La mujer desde el materialismo histórico
El dominio del mundo es cuestión de cultura, y esto es independiente del sexo. Lo
económico se da en el mundo y es necesario para entender su funcionamiento. Pero
Beauvoir, como pensadora post-metafísica, rechaza el reduccionismo económico. El
ser humano concebido como mero homo economicus no resuelve ciertas
problemáticas como el paso de la propiedad comunitaria a la privada o el surgimiento
del sometimiento femenino.
Para Engels, el hombre, debido a su mayor fuerza muscular, maneja las herramientas a
su antojo en la Edad del Bronce. De aquí proviene la división del trabajo, el
sometimiento femenino y su confinación a las labores domésticas, así como la creación
del valor de que estas son inferiores. Beauvoir remarca que la limitación física
femenina es situacional, es una condición, no es absoluta, se impuso desde cierto

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Beauvoir, De Simone, capítulo primero, El segundo sexo, 2017, Madrid, Ediciones
Cátedra, pág 92
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criterio. Pero la menor fuerza física de la mujer la condenó por aquel entonces. La
división podría haberse hecho amistosamente, pero la relación entre conciencias es
conflicto continuo: tensión. Es un marco ontológico ineludible, y este reprimió a la
mujer.
El hombre goza de mayor prestigio social por el mero hecho de arriesgar su vida. Los
hombres colocaron los conflictos bélicos por encima del valor de la vida, y la mujer fue
sometida, condenada a tener hijos y cuidarlos.
11. La otra como oprimida
La libertad de la mujer se queda en facticidad. Esto, si es consentido es falta de moral,
si es impuesto aparece la frustración y la opresión. Beauvoir distingue entonces entre
alienación consentida y alienación infligida. La mujer se ve condenada a recaer sobre sí
misma, oprimida, incapaz de cumplir sus metas, alejada de sus fines. No puede
trascender. Y esto no puede ser natural.
12. Raíces ontológicas de la opresión
Sartre desarrolla la opresión en estratos; mencionaremos solo dos:
1)Las raíces ontológicas de la opresión.
2) Las condiciones ontológicas de la opresión y la alienación como condición de esta

Al igual que Beauvoir, Sartre opina que no basta recurrir a un saber o disciplina para
explicar la opresión. El factor técnico- económico es una condición de posibilidad de la
opresión, pero no la explica totalmente. Hay una estructura ontológica que la
posibilita.
12.1. Condiciones existenciales( ontológicas) de la opresión
Son cinco para Sartre:
1) La opresión viene de la libertad
2) La opresión viene por la multiplicidad de las libertades
3) La opresión no puede incidir en una libertad sino por otra libertad.
4) La opresión implica que ni el esclavo ni el tirano reconocen su propia libertad.
5) Hay complicidad entre opresor y oprimido.
Beauvoir se basará en estas condiciones para explicar la opresión femenina, estando
de acuerdo con las tres primeras. Trataremos ahora las diferencias con la cuarta
condición.
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13. ¿Opresión y mala fe para los dos sexos?


Como hemos visto, para Beauvoir, los hilos de la sociedad y el poder político está en
manos de los hombres. La mujer es poseída por ser la Otra y al ser poseída posee a su
vez. Pero esta posesión tiene el carácter de desigualdad dentro de la reciprocidad,
pues es realmente el hombre el que decide esclavizar a la mujer, no hay simetría. Esta
es la trampa que supo reconocer Beauvoir, por eso se enfrenta a Sartre en el cuarto
postulado. En la alienación femenina realmente no hay reciprocidad. Pasemos a tratar
la quinta.
14. Las relaciones opresor/oprimido
Para Sartre la esclavitud es la opresión por excelencia. Considera que la opresión se
encuentra institucionalizada y que, junto con la opresión, es una amenaza para la raza
humana y su tendencia a la trascendencia. El esclavo acepta la esclavitud para Sartre.
Para Beauvoir, la opresión de la mujer no se puede asemejar a la dialéctica del señor y
siervo excepto en ciertos aspectos. Es una opresión inventada por el hombre. Sartre
considera que hay un contrato en la esclavitud. Beauvoir sostiene que la opresión de la
mujer es distinta. Vuelve a comentar que la mujer da la vida, pero el hombre la
arriesga en combate. No hay complicidad recíproca, hay alienación. No hay contrato.

15.De Beauvoir a Butler


Trataré esta cuestión para analizar la influencia la obra de Beauvoir en las corrientes
filosóficas de nuestra época. Judith Butler, autora representativa de la teoría queer es
deudora del existencialismo y del feminismo en sus escritos. Numerosos autores son
sus influencias. Por un lado Sartre, Heidegger y Kierkegaard , por otro lado, en un
marco algo distinto, Irigaray, Foucault y los postestructuralistas.
Hay una frase lapidaria en El segundo sexo de Beauvoir que marca el rumbo de su obra
y acabará resultando muy influyente para la teoría queer, los estudios de género y la
lucha de derechos por parte del colectivo LGTBIQ. Es su aforismo más conocido:
“Mujer se hace, no se nace”.

En principio, el sexo es algo invariable, determinado, fijo. El género es un constructo


cultural. Butler derriba el jorismos entre estos conceptos, afirmando rotundamente la
construcción del sexo y la posibilidad de elección dentro de los espectros del género,
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del sexo y de la sexualidad. Lleva el concepto de libertad a niveles insospechados. Hay


una doble vertiente en la investigación de Butler acerca de la construcción cultural del
género. Por un lado, la mujer como proyecto, lo que quiere llegar a ser, por otro lado,
la mujer como constructo, lo que la sociedad hace de la mujer, lo que la cultura la
obliga a ser. Para Butler, el cuerpo es una situación, al igual que para Beauvoir, aunque
no es meramente eso: es un ámbito de posibilidades. El cuerpo está en la cultural, la
cultura modifica el cuerpo. Entonces, ¿el concepto de sexo es susceptible de
influencias culturas?, ¿podría ser el sexo cultural?

Butler lee en Beauvoir que el sexo no condiciona realmente al género. Considera


necesario que lo biológico se reinterprete desde la cultura. El cuerpo natural y el sexo
resultan ficciones. Quizá el sexo fue género todo el tiempo. Butler propone, en pos de
la igualdad entre sexos (géneros) la destrucción de la dicotomía hombre/mujer. El
espectro de género debe romper esta división y formarse como un espacio sin
discontinuidad. Butler se opone al esencialismo de la mujer y del hombre.
16. Bibliografía
Beauvoir, De Simone, El segundo sexo, 2017, Madrid, Ediciones Cátedra.
López Pardina, María Teresa (2009), Beauvoir, la filosofía existencialista y el feminismo,
Investigaciones feministas, 0, 99-106.
López Pardina, María Teresa (2015), De Simone de Beauvoir a Judith Butler: el género y
el sujeto, Pasajes: Revista de pensamiento contemporáneo,nº37, 101-107.
López Pardina, María Teresa(2015), El cuerpo de las mujeres como locus de
opresión/represión, Investigaciones feministas, 6, 60-68.
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