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Este documento discute el feminismo en la literatura hispana. Argumenta que la cultura dominante ha sido formada por hombres durante miles de años, negando el lugar de la mujer como pensadora e ignorando sus logros. Las escritoras hispanas luchan por ser reconocidas por su talento en lugar de su género. Cada escritora aborda el feminismo de manera diferente dependiendo de su época y experiencia. El documento analiza cómo las escritoras hispanas cuestionan los valores impuestos y abren un espacio para expresar la experiencia fem
Este documento discute el feminismo en la literatura hispana. Argumenta que la cultura dominante ha sido formada por hombres durante miles de años, negando el lugar de la mujer como pensadora e ignorando sus logros. Las escritoras hispanas luchan por ser reconocidas por su talento en lugar de su género. Cada escritora aborda el feminismo de manera diferente dependiendo de su época y experiencia. El documento analiza cómo las escritoras hispanas cuestionan los valores impuestos y abren un espacio para expresar la experiencia fem
Este documento discute el feminismo en la literatura hispana. Argumenta que la cultura dominante ha sido formada por hombres durante miles de años, negando el lugar de la mujer como pensadora e ignorando sus logros. Las escritoras hispanas luchan por ser reconocidas por su talento en lugar de su género. Cada escritora aborda el feminismo de manera diferente dependiendo de su época y experiencia. El documento analiza cómo las escritoras hispanas cuestionan los valores impuestos y abren un espacio para expresar la experiencia fem
Introducción El siguiente ensayo recoge algunas ideas sobre el feminismo en la literatura hispana. Por lo que se investigará qué se hace actualmente y cómo se puede hablar de feminismo en la literatura española. Sobre todo de la lucha para que a las mujeres se les reconozca como escritoras, no por ser mujeres sino por ser seres pensantes, humanos, con talento e ingenio. Ya que, si se le reconoce a una mujer escritora sólo por ser mujer, se le toma en cuenta, no por su capacidad creativa e imaginativa, sino por sus cualidades físicas. Se le resalta como escritora poniéndola como la contraparte del escritor pero no como su igual en las letras. Como si ser mujer fuera algo a destacar por simplemente ser mujer, pero no el talento de la escritora. Por lo que se tomará como base el artículo de María del Mar López-Cabrales Nuevas cuentistas españolas frente al feminismo, publicado en 2014, para resaltar que las mujeres pueden generar un debate dentro de la literatura sin tener que recurrir a su cualidad de mujer. Lo que hace que las mujeres escritoras estén al mismo nivel que los escritores, y se genere una crítica de que no debería haber diferencia entre escritores y escritoras, en cuanto a talento y capacidad humana.
El problema de la cultura universal y el feminismo Sabemos que el movimiento feminista es un proceso que ha empezado hace poco; esto por la cultura dominante, la universal, ha sido formada por los hombres. Cultura que ha dominado en la sociedad por lo menos dos mil años. Por lo que hablar de feminismo es hablar nuevos modos en que las mujeres pueden tener equidad y reconocimiento en un mundo patriarcal. La cultura patriarcal ha dominado tanto, que apenas se reconocen algunas mujeres como científicas, escritoras, políticas, filósofas, líderes, pensadoras, directoras de cine, músicas, compositoras, etc. En el mundo actual, aunque ha habido cambios, el lugar de la mujer sigue siendo negado o dejado de lado. Como si la mujer no tuviera las mismas capacidades que el hombre. Esto no ha sido por un aspecto natural, sino de imposición. De pensar que la mujer es inferior cultural, social, intelectual, sexualmente y más. Por lo que se piensa que los grandes creadores culturales o pensadores son hombres, porque la mujer es inferior y no puede generar algo de valor cultural. Se reconocen científicas como Marie Curie, pero es una de miles de mujeres que han sido ninguneadas. Y eso porque ella ganó un premio nobel, sino pasaría como desconocida, así como su familia. sólo por hablar de un aspecto de la humanidad, que es la ciencia. En las Emilio Alonso García Rodríguez de las humanidades muchas mujeres son vistas como objetos de adorno o de compañía, como si su obra dependiera de los artistas hombres con los que convivieron. Simone de Beauvoir, o Hannah Arendt no son tomadas en serio más que como amantes de filósofos. Otro ejemplo destacable, fue cuando se celebró el centenario de la escritora Elena Garro y se le recordó del siguiente modo: «mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges» (Cueva, 2017) Mostrando así que Elena no tenía más mérito que haber llamado la atención de los hombres o haber pertenecido a uno. Por lo que sus méritos literarios son ignorados. En el caso actual de España sucede que en la literatura las mujeres escritoras no están muy conformes con la idea de feminismo. No porque no estén de acuerdo con sus ideales, sino que intentan desde su propio modo de escribir, pensar y ser, escribir sobre lo que es ser mujer. Cada una logra a su manera cuestionar los valores impuestos. Por lo que cada escritora es diferente. Las mujeres no son homogéneas. No son una sola mujer, pero la experiencia es la misma. Cada mujer es distinta y experimenta la opresión machista de formas semejantes, aunque diferentes. En la literatura esta experiencia se muestra de manera diversa. No hay un modo de abordar el feminismo en la literatura, hay muchos. Por lo que dependiendo de la época y la escritora se abordará diferente: “La experiencia existencial de las mujeres, aunque participa de la heterogeneidad propia de cualquier grupo humano, comparte un factor común: la presencia de una serie de aspectos diferenciadores respecto a los agrupados bajo lo que, por coherencia, podríamos denominar «experiencia masculina» – ambas se nutren de los más profundos y arraigados elementos del tejido social–, y que aparecen por necesidad en su narrativa, ya sea explícita o implícitamente, con distintos aspectos y matices.” (López-Cabrales, 2014) Por lo que su literatura se nutre del tejido social que es por default masculino. La literatura se entiende como la hecha por hombres. La experiencia literaria es la masculina, así como las demás creaciones humanas. Pero no hay que caer en el extremismo de decir que la mujer no puede compartir experiencias masculinas. Más bien hay que decir que la experiencia masculina ha excluido a la femenina. Y en esto, la mujer logra abrir un espacio para el pensamiento, un sitio para la escritura desde la experiencia de ser mujer. Porque aunque la mujer como ser social distinto al hombre es una idea reciente, las mujeres tienen su propio modo de expresarse y pensar. “Se inicia pensando que las novelistas, por ser mujeres, se enfrentan a problemas Emilio Alonso García Rodríguez parecidos. Los problemas y su intensidad están determinados en gran parte por la cultura específica a la que las escritoras pertenecen y por sus circunstancias personales en relación con esa cultura. Se trata […] de identificar esos problemas y de señalar, en las obras, las diferentes trayectorias que se hayan seguido para superarlos.” (Riddel, 1995, p.3). Este nuevo modo surge cuando la mujer comienza a expresarse. La mujer ya no es un ser callado y pasivo. Por lo que hay que decir que la cultura masculina fue una cultura de dominación y callamiento a la mujer. El hombre tiene valor porque habla y calla a la otra. El hombre tiene su lugar como escritor porque su voz es la única que se ha escuchado a lo largo de los siglos. El lugar del discurso ha sido ocupado por hombres por la dominación que generaban. Por lo que el lugar de la mujer estaba sujeto a una situación de callamiento. La inferioridad o el hace menos a las mujeres se debe a la cultura masculina. Lo que demuestra que la mujer no es ni inferior ni secundaria en el pensamiento y en la escritura. Su lugar ha sido negado por imposición: “El discurso público, el discurso de autoridad es, desde el principio de los tiempos, un asunto de hombres. Este modelo en el que el hombre toma la palabra porque la considera propia y la mujer se calla y silencia porque ha interiorizado las “indirectas sociales acerca de lo que se define como un comportamiento adecuado para nuestro género, esto es: callarse, quitarse importancia, no reconocer el talento ni el mérito, sentirse culpable”. (Cueva, 2017) La mujer por lo tanto, en la cultura no ha logrado expresar su ser porque le ha sido negado. En la literatura sucede lo mismo. Por lo que si se piensa a la mujer como un ser homogéneo o igual en cuanto mujer, se le niega su aspecto universal. Así mismo también se le niega su lugar como escritora por su talento, y se le indica que su lugar es como ser escritor pero en mujer. Como si su talento o capacidad se vea relacionado a su ser mujer. Lo que sólo le da un lugar pero como aspecto interesante o extraordinario. Carmen G. de la Cueva dice que ve a las escritoras como rebeldes que escriben y se apartan del canon que es masculino. Son archipiélagos dice: “Siempre me he imaginado a las mujeres que a lo largo de la historia han escrito y publicado libros como un archipiélago de islas a la deriva desprendidas del continente de la literatura universal —la literatura canónica, la que escriben los hombres.” (Cueva, 2017) Y esto es muy cierto, porque la cultura masculina, con su experiencia de lo universal como lo masculino excluye lo femenino, lo ser mujer. Las luchas actuales en la literatura son para mostrar que la parte negada es igual o más importante para la humanidad. Las escritoras están ganando su sitio por su propio mérito y no por algo de moda, o para Emilio Alonso García Rodríguez complacer a la mayoría. Un caso para pensar esto es cuando se le dio su lugar como miembro de la Real Academia en 1983 a Elena Quiroga. Se comentó lo siguiente: “Como se observa, la figura de Elena Quiroga no dejó de suscitar apreciaciones dispares. Incluso su nombramiento como miembro de la Real Academia en 1983 generó comentarios escindidos. Numerosos intelectuales se posicionaron a favor de Juan Benet, el otro aspirante, al considerar que Quiroga había sido elegida, no por su talla intelectual –llevaba sin publicar desde 1973-, sino por su condición de mujer, tratándose de una estrategia de la Academia para protegerse de los comentarios que en el momento la tachaban de entidad retrógrada.”(Martín Inés Corujo, 2016, p.17) No se le reconoció a la escritora Elena Quiroga por sus logros literarios, sino por ser mujer, y su nombramiento se pensaba se debió más a una estrategia política que un reconocimiento intelectual. Es el peligro de reconocer a una escritora sólo por ser mujer, no se le toma en serio. Da igual su escritura, pensamiento, aportes, lo importante es que se muestre la equidad, cuando en realidad se le niega su labor intelectual. Las mujeres por medio de su escritura luchan por su reconocimiento como escritoras.
Feminismo en la literatura hispana Como bien muestra María del Mar López-Cabrales, el asunto no es que se reniegue del feminismo en la literatura contemporánea española. El feminismo es muy importante y es un movimiento que siempre hay que defender. Lo que se crítica es la idea de que la escritora sea buena sólo por ser mujer.
“Los resultados de mis entrevistas fueron sorprendentes, y hasta cierto punto contradictorios. En primer lugar, fue unánime la aversión que estas escritoras sienten hacia la posibilidad de que sus obras sean catalogadas bajo epígrafes como «literatura feminista» o «literatura de mujer». El primero porque «feminismo» se asocia popularmente a una postura política radical, o incluso a lesbianismo, y el segundo porque la literatura «de mujer» es percibida como un subgénero plagado de estereotipos, de menor calidad que la Literatura con mayúsculas, asociada en general a la producción de autores de género masculino. Ellas desean ser conocidas como escritoras, simplemente, sin ningún tipo de connotación o preconcepto.” (López-Cabrales, 2014) El feminismo como vemos en España, según la autor López-Cabrales ha sido Emilio Alonso García Rodríguez malentendido o llevado a otras concepciones. Las escritoras no buscan deshacerse del feminismo sino de escribir más allá de la categoría de feminismo. Su literatura está dentro de lo que se podría considerar feminista, pero aun así excede su sentido. La idea de feminismo ha cambiado su contenido a lo largo de la historia y esto es natural, a partir de la crítica a la modernidad, se tiene en claro que los conceptos son fluidos, por lo que el concepto de feminismo se ha transformado. Por eso no puede ser el mismo concepto para las escritoras, cada una lo interpreta de distinto modo. Como bien explica López-Cabrales no se desestima los logros del feminismo para la mujer española: “En la actualidad el movimiento feminista en España está bastante disgregado pero no por ello se debe desestimar los logros de la mujer española que, a pesar de su historia de opresión en la sociedad patriarcal, paternalista y utilitaria de comienzos de siglo, y autoritaria y prepotente durante la última dictadura militar, ha seguido avanzando en su lucha.” (López-Cabrales, 2014)
Ahora la literatura española contemporánea tiene como antecedente la posguerra y la crítica a los valores morales tradicionales españoles. Como sabemos estos valores son el respeto a la figura masculina, el matrimonio, la fidelidad, la sumisión, etc. Por lo que las autoras ya no esperan ser rescatadas ni tomadas en cuenta por un salvador masculino. Desean que ellas mismas sean valoradas. En el caso de las escritoras, se rompen estereotipos, pues sus historias no son sentimentales, románticas, feministas o incluso historias de mujeres sacrificadas. Es una respuesta a los valores morales de la posguerra y que ya son suficientes. “La educación femenina descrita en la novelística de mujeres durante la posguerra se basa en la transmisión de los “valores” considerados tradicionalmente femeninos. La delicadeza, la sumisión, la pureza, el sacrificio y la entrega a los demás son las “virtudes” que había que despertar en las jóvenes, ante el temor de que hubieran nacido sin la vocación de alcanzar este “ideal”. (Zovko, 2010, p. 225) La más famosa representante de esto es Carmen Laforet con su novela Nada. En dicha obra se puede ver a una mujer independiente que no espera justo nada de lo que el mundo masculino le muestra. La cultura universal no le es suficiente. Ella tiene que crear su propio sentido y para esto debe explorar su propia vida y ser. Por lo que tiene que romper con muchos valores tradicionales y ser ella misma. “Como ya se ha podido observar en la novela primeriza de Carmen Laforet, Emilio Alonso García Rodríguez Nada, con la que se inició un cierto “boom” de la escritura de mujeres en España, la trama de estas novelas está centrada en un personaje femenino inconformista, denominado por Carmen Martín Gaite la “chica rara”, que está muy lejos de cumplir con la imagen de esclava e ídolo proyectada en la España de posguerra.” (Zovko, 2010, p. 225)
Esta “chica rara” es “rara” a la sociedad española de la posguerra porque no se sujeta a los valores masculinos. No es la mujer común, y esto es totalmente feminista, pero también es literatura. Va más allá de sólo ser literatura femenina y se vuelve literatura. Compite y se iguala con la literatura masculina, reclama su lugar y además muestra que falta algo, lo escrito por mujeres. La literatura masculina tiene sus propios valores que han sido impuestos, ahora con el surgimiento de la literatura femenina surgen nuevos valores, cuestiones, ideas y sentimientos que no se habían explorado. Y en este caso Carmen Laforet lo experimenta desde su perspectiva de mujer y de una mujer inconforme. Por lo que la condición de ser mujer si afecta a la literatura, pero la literatura no está dominada por el hecho de ser mujer. Y es interesante notar que en España las escritoras quieren reconocidas por su labor de escritoras, no por el hecho de ser mujer. Esto se puede explicar por lo que ya se dijo de la malinterpretación que se hace de lo que es el feminismo, pero también por la postura que algunas escritoras toman ante lo que se denomina literatura femenina o literatura de mujeres. López-Cabrales retoma algunas palabras de escritoras sobre este tema: “Elvira Lindo es bastante explícita al respecto y decía «nunca he utilizado mi condición de mujer como un envoltorio para mi trabajo» y Cristina Fernández Cubas comentaba que feminismo y literatura no tienen por qué ir juntos porque en las situaciones de la vida se ve si se es feminista o no. Irene Gracia decía que el sexo de quien escribe le parecía circunstancial y que lo mismo que ser anciano, niño, hombre o mujer son anécdotas que influyen. La única distinción que esta escritora hacía es que haya buena o mala literatura. Ana Rosseti, sin embargo, defendía que la mujer tenía que empezar a contar su propia historia, porque recuperarla significa recuperar un prestigio, una profesionalidad y una manera de saber hacer las cosas por parte de las mujeres que han estado ocultos.” (López-Cabrales, 2014) Una de las explicaciones que da López-Cabrales es que la literatura feminista es vista como menor en comparación con la literatura sin más, que es la literatura masculina, por lo Emilio Alonso García Rodríguez que se explicó del discurso público que es la experiencia masculina. También es porque se supone que la literatura escrita por mujeres debe ser dulce, tierna, romántica, pragmática, etc. Lo que muestra que a la literatura escrita por mujeres es vista como un género menor de literatura. Y en España, parece ser que el estigma de ser escritora es que como mujer vale menos. Y justo como mencioné más arriba, si se le da un reconocimiento es por ser mujer, no por ser escritora. Aquí se puede ver obviamente que la dominación cultural masculina hace que la literatura escrita por mujeres valga menos. Es una consecuencia de tomar lo masculino como experiencia universal. Sin embargo, la forma en que las escritoras pueden romper este paradigma es escribiendo con la misma soltura que lo hace la cultura masculina, pues si escribe con temor o con la idea de que lo suyo no es igual da válido, entonces se pierde su valor literario. Lo que las mujeres escritoras, y las españolas hacen es escribir sin más. Esto porque se cree o piensa que una mujer debe escribir como hombre, para valer como escritor, cuando en realidad deberían tener el mismo valor. “La única manera de «triunfar», literariamente hablando, en España no es ser considerada «la escritora del año», sino ser «escritor» de buena calidad –no sólo asexuado, sino anclado en la tradición literaria masculina documentada sobremanera en los autores que me dieron estas escritoras como posibles influencias. Las escritoras españolas conocen los estereotipos que la sociedad española aún tiene a cerca de lo que significa ser mujer y escribir como mujer.” (López-Cabrales, 2014) Por lo que las mujeres al escribir sin pensar en si su literatura es feminista o no, rompen con el paradigma de que hay un tipo de literatura femenina. Es paradójico, pero lo que buscan estas mujeres al escribir sin más, es romper con la idea que impuso la cultura masculina. Para romper ese paradigma deben demostrar que los prejuicios que tiene la cultura masculina son erróneos. Esto se logra ver en la literatura de dos autoras contemporáneas. Por un lado tenemos a Soledad Puértolas con el cuento “El jardín de la señora Mussorgky” y a Belén Gopequi con el cuento “En playa desierta”. En el cuento de Soledad Puértolas se puede ver una crítica a la idea de reconocimiento y superficialidad. Es una mujer que tiene el jardín más bello de toda la vecindad. Es una inmigrante que está sola en el mundo y que sustenta su valor humano en su jardín. Cuando se hace un concurso para reconocer el jardín más bello, ella pierde y con ello pierde sentido su vida. Este cuento se toma como símbolo de la idea de que la mujer es reconocida por el Emilio Alonso García Rodríguez otro y no por ella misma. Su valor como persona está en consideración por el otro, por lo que esta mujer no está liberada. Está encerrada a ser valorada por los demás. “Se puede concluir que este cuento presenta a una mujer golpeada y descontenta con una vida en la que lo único que tiene sentido es el reconocimiento de los demás en cuanto a la belleza de sus flores (pura apariencia).” (López-Cabrales, 2014) Es un cuento fuerte y crudo y que muestra que las apariencias muchas veces determinan nuestro ser. Este tipo de cuentos diríamos va contra lo que se cree literatura feminista, pues no acaba con un final romántico, alegre o bello. Por lo que la crítica al estereotipo de la literatura feminista es doble: por un lado al prejuicio masculino de lo que es la literatura femenina, y por otro a la crítica de que la mujer sólo es reconocido por el otro. En ambos casos se crítica lo que ha impuesto la cultura masculina, y se hace desde la literatura. Por lo que se muestra que la literatura escrita por una mujer vale tanto e igual que la de un hombre. Tenemos el caso de Belén con su cuento “En playa desierta” que es un hombre el que habla y que escribe una carta al padre ausente. Padre que se muestra en una serie de notas y preguntas que se hacen sobre los libros que lee el personaje en una biblioteca pública. Pero es más profundo esto, la finalidad de cuestionar al padre ausente, es criticar la tradición. “El cuento de Belén Gopegui es una llamada al compromiso, un reto a seguir luchando, creciendo, leyendo aunque los guías que tuvimos hayan desaparecido. Es el deseo de matar al padre, de enfrentarse a él y pedirle cuentas.” (López-Cabrales, 2014) El texto crítica la tradición literaria, donde menciona al El Quijote y Madame Bovary y El hombre sin atributos, libros escritos por hombres. Pero no sólo crítica sino que también afirma que hay que seguir adelante, pues ellos son los padres pero nosotros tenemos que tomar eso, transformarnos y seguir adelante. Es un texto que habla de la superación, y en el caso del feminismo la superación por medio de la crítica a los valores tradicionales impuestos por la cultura masculina y además retando y escribiendo como mujer. Las mujeres escritoras tienen que tener su propio camino, y este sólo se logrará escribiendo.
Conclusión En conclusión podemos decir que el feminismo en la literatura hispana se está llevando a cabo desde varios aspectos. Uno es la crítica a la cultura masculina que supone y fomenta la idea de que sólo la literatura masculina es válida. De que la literatura femenina o escrita por mujeres es menor. La segunda crítica es que la literatura escrita por mujeres es romántica, pragmática, sensible o cursi. La literatura femenina es libre y puede tratar de los temas deseados. Así mismo, no se encasilla a un género literario. Otra crítica se puede Emilio Alonso García Rodríguez observar es que las escritoras ponen en duda los valores morales tradicionales con su escritura. Al escribir, las mujeres ponen en entredicho valores e ideas sobre lo que es ser mujer. Por lo que al escribir ellas son participes de la escritura sin más y a la vez logran generar un discurso feminista sin cerrarse a un tipo de discurso. Por lo que la literatura feminista hispana es muy destacable, pues busca colocarse al mismo nivel que el de la cultura masculina, sin tener que escribir como hombres. Tal como dicen algunas escritoras, cuando una escribe la experiencia de vida se plasma, por lo que sin intención alguna lo feminista saldrá en la escritura. Bibliografía Carmen G. de la Cueva, (2017) La mujer subterránea: feminismo, literatura y autoría Sobre el difícil y siempre insuficiente reconocimiento de la literatura escrita por mujeres, de las mujeres escritoras https://ctxt.es/es/20170614/Culturas/13336/literatura-mujeres- rebecca-solnit-elena-garro-generacion-27-ctxt.htm Gopegui Belén, «En desierta playa». Babelia, 29 de noviembre, 1997; 24. Fariña Busto, María Jesús, Feminismo y literatura. Acerca del canon y otras reflexiones, Universidad de Vigo, mbusto@uvigo.es Lisa Vollendorf (ed.), (2005) Literatura y feminismo en España (ss. XV-XXI), Barcelona, Icaria. Martín Inés Corujo (2016): «La voz femenina en los márgenes de la posguerra española: matricidio y transexualidad narrativa en La careta de Elena Quiroga», Cuadernos de Aleph, 8, pp. 13-33. María del Mar López-Cabrales, (2014) Nuevas cuentistas españolas frente al feminismo, Bulletin hispanique, 116-1 | 2014, 439-449. Puértolas Soledad, «El jardín de la Señora Mussorgsky» en Encinar. Riddel María del Carmen, (1995), La escritura femenina en la postguerra española. New York: Peter Lang. Trueba, Virginia, (2005) El claroscuro de las luces, Barcelona, Montesinos. Zovko Maja (2010) Educación femenina y masculina a través de la narrativa de Elena Quiroga, ITINERARIOS VOL. 12 / 2010