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ISSN: 0185-1276
iieanales@gmail.com
Instituto de Investigaciones Estéticas
México
ESCUDERO, ALEJANDRINA
Silvia Arango Cardinal. Ciudad y arquitectura. Seis generaciones que construyeron la
América Latina moderna. México: Fondo de Cultura Económica/Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 2012
Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. XXXVIII, núm. 109, 2016, pp. 277-
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Instituto de Investigaciones Estéticas
Distrito Federal, México
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El primer asunto por dilucidar se refiere conformar las unidades nacionales, una vez
al concepto de generación que, de acuerdo delineados los perfiles de sus territorios y de
con Julián Marías, es el lapso mínimo para sus historias patria, por lo que se trata de la
entender una estructura histórica; de esta primera generación “plenamente nacional”.
manera, el texto se organiza con el método Al respecto dice la autora: “El alcance de la
generacional, herramienta metodológica que incidencia de ciertas ideas positivas, científi-
permite pensar el pasado a partir de un suje- cas o políticas en América Latina sólo puede
to colectivo: la generación, entendida ésta en entenderse dentro de su articulación, con
la acepción propuesta por el filósofo español una lógica vital, con el propósito de construir
José Ortega y Gasset, cuando dice que los la- naciones modernas, contando con la herencia
zos que unen a cada uno de sus integrantes son de vigencias subsistentes de largo plazo como
sus vigencias, es decir, el “conjunto de ideas, la vastedad territorial y la escasez de minorías
percepciones, creencias, valores y costumbres educadas” (32). La noción de la ciudad capi-
que forman la interpretación de la realidad.” tal simboliza y consolida su idea de nación,
(16). Éstas, aclara la escritora, se forman ya que constituye el lugar donde se concen-
como respuesta a las circunstancias que se vi- tra el liderazgo espiritual, la evolución y el
ven y constituyen un soporte desde el cual se progreso.
enfrentan los retos. La generación vista así no Esta generación se ocupará del trans-
está directamente relacionada con la fecha de porte y del saneamiento con obras de cana-
nacimiento sino con el desarrollo profesional lización y alcantarillado; entre ellas, se dis-
de sus integrantes en su etapa creativa o par- tingue: “Una de las obras de ingeniería más
ticipativa, que va de los 45 a los 60 años. El prodigiosas del siglo xix en América Latina:
desafío de Arango Cardinal es explicar cómo, la construcción del Gran Canal del Desagüe
en cada generación, circunstancias y vigen- del Valle de México, el cual retoma, rectifica
cias (incluso sueños y deseos) dan forma a las y amplía proyectos que se remontan a la épo-
ideas urbanísticas y arquitectónicas, que no ca precolombina” (43).
son puras sino que se mezclan con vigencias En las ciudades latinoamericanas se ini-
heredadas y en las que se sobreponen tres ge- cian expansiones ya planificadas, mediante
neraciones. lotificaciones periféricas que, a la manera de
barrios, se incorporan a la ciudad y siguen,
1. por lo general, el mismo trazado. Gran par-
La llamada generación cientificista (1885- te de los fraccionamientos —o colonias en el
1900) funciona como bisagra entre dos es- caso de México— son propuestas de empre-
tructuras históricas, porque a la vez que rom- sarios privados. Una característica común es
pe, hereda de la generación emprendedora la introducción de uno o dos ejes que marcan
que le antecedió. En ella se da una enorme el centro a una ciudad entendida como un
importancia a las formas de pensamiento de- todo neutro, por encima de las viejas divisio-
ductivo que parten de la evidencia inmediata. nes de barrios, parroquias o cuarteles. Un fe-
Un término que la define es la curiosidad. nómeno naciente es la aparición de las nuevas
La cientificista se encargará de culmi- urbes, como La Plata en Argentina y Bello
nar el prolongado proceso decimonónico de Horizonte en Brasil.
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en una creencia indiscutible, por lo cual se resultan “una sencilla caja alargada de con-
asume la racionalización y la organización de creto que enmarca grandes planos de vidrio
los procesos de producción arquitectónica; la y parece estar suspendida en el aire” (408).
manera de ser modernos de este grupo radi- En la década de 1960, en particular, per-
cará en la eficiencia y eficacia. La técnica no siste la marca de esta generación, en obras
será un medio ni un fin sino una destreza, tales como el edificio sede de la Comisión
una habilidad, que tiene sus propias reglas, Económica para la América Latina (cepal) en
jerarquías y programas autónomos. El sen- Santiago de Chile, la Facultad de Arquitectu-
timiento de radicación fundamental de la ra de la Universidad de São Paulo, el Banco
técnica es la pertenencia a una comunidad de Londres en Buenos Aires, el Museo Nacio-
de naciones, cuando Latinoamérica se inserta nal de Antropología en la Ciudad de México.
en los procesos generales mundiales de mane- Bajo un clima desarrollista, habrá una
ra subordinada, en lo económico, como países nueva actitud ante la vivienda masiva; se
subdesarrollados, y en lo político, como ter- construyen unidades vecinales semejantes a
cer mundo. las de la generación anterior, pero ahora con
El periodo que abarca las décadas de una marcada tendencia hacia las altas densi-
1960 y 1970 marca la cúspide del crecimien- dades, los edificios de altura y un urbanismo
to urbano; a finales de 1970, Buenos Aires, más cercano a los congresos internacionales
México y Sao Paulo se han convertido en de arquitectura moderna (ciam), entre ellos
conglomerados inmensos; las ciudades su- se hallan el Centro Urbano Antonio Nariño
fren grandes cirugías en respuesta al incre- en Bogotá, la Unidad Vecinal Portales en San-
mento del tráfico; las vías rápidas tasajean tiago, la Unidad Vecinal Habana del Este y la
las ciudades, cortan barrios y separan las Unidad Vecinal 2 de Diciembre en Caracas,
orillas; al mismo tiempo, se construyen con así como la Unidad Habitacional Jardín Bal-
gran alarde técnico pasos a desnivel y tré- buena en la Ciudad de México.
boles. Las obras serán de una sorprenden- Finalmente, con la generación técnica,
te homogeneidad, de gran envergadura y argumenta la investigadora colombiana, se
pericia técnica, entre ellas están centros de cierra un ciclo construido a lo largo de seis
producción energética, carreteras, puentes generaciones que, en términos arquitectóni-
y sistemas de transporte masivo. cos y urbanos, podemos llamar moderno.
Los ingenieros vuelven a alcanzar un
papel importante en las decisiones formales, * * *
mientras que los arquitectos alcanzan una só- Ciudad y arquitectura. Seis generaciones que
lida formación en los procesos constructivos y construyeron la América Latina moderna de
se dedican a experimentar, muestra de ello son Silvia Arango Cardinal no se reduce a la narra
las estructuras laminares de concreto reforza- ción de acciones y menos aún da cuenta de
do, comúnmente llamadas “cáscaras”, siendo un repertorio de constructores u obras arqui-
célebres las de forma paraboloide-hiperbólicas tectónicas y urbanas sino desentraña cómo
de Félix Candela. En el diseño de las casas-ha- seis generaciones latinoamericanas viven la
bitación, los arquitectos técnicos miran hacia modernidad, y si bien hay una apropiación
las experiencias de Mies van der Rohe, que de los avances internacionales existe un am-
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plio margen para la creatividad. Con razón, la espacios de la producción artística, de los usos
autora explica: “Las formas arquitectónicas y de la imagen, de la recepción y del mecenazgo.
urbanas que se hicieron en América Latina en Entre otras cosas se ha revalorizado el siglo
la época moderna no vienen de formas gene- xviii, visto por los autores de mediados del si-
radas en otra parte, que copiamos, adaptamos glo xx como decadente, pero recuperado aho-
o adoptamos, sino del hecho de compartir y ra como lo ha sido en Europa el rococó. Con
debatir ideas generales que produjeron, crea- esta nueva perspectiva se ha pasado de una
tivamente, alternativas arquitectónicas en visión que hacía depender a los pintores no-
suelo latinoamericano” (15). vohispanos del xviii de la obra de Bartolomé
Esteban Murillo a otra en la cual se acreditan
otras influencias incluso de fuera de España,
como la francesa y la italiana.
3 Otro avance novedoso respecto a la obra
de Toussaint consiste en que se ha pasado de
las generalizaciones a los estudios monográ-
Alejandro Andrade ficos sobre pintores, reconstruyendo el catá-
logo de sus obras, estudiando sus influencias
El pincel de Elías. José Joaquín Magón y a sus contemporáneos. El proceso se ini-
y la orden de Nuestra Señora ció con la obra pionera sobre Juan Correa
del Carmen* realizada por Elisa Vargaslugo y su grupo de
colaboradores y seguido del magnífico estu-
(Puebla: Benemérita Universidad Autónoma dio sobre Cristóbal de Villalpando de Jua-
de Puebla, 2015) na Gutiérrez Haces, Rogelio Ruiz Gomar,
Clara Bargellini y Pedro Ángeles. La valiosa
tesis inédita de Paula Mues sobre José de
por Ibarra dio muchas luces sobre los inicios
antonio rubial** de la pintura del siglo xviii, y ahora un gru-
po de especializados investigadores en el que
se encuentra la misma Paula Mues, Jaime
Desde que apareció el libro de Manuel Tous- Cuadriello, Ilona Katzew y María Elena Al-
saint, La pintura colonial, la historia del arte calá preparan una magna exposición sobre la
novohispano ha vivido profundas transforma- generación de Miguel Cabrera.
ciones, no sólo en las maneras de aproximarse Hasta ahora el espacio privilegiado de
a las obras y a sus autores, sino también en los investigadores ha sido la Ciudad de Mé-
su inserción en las esferas de la historia social xico, centro de la vida artística y cultural del
y cultural, al expandir los estudios hacia los virreinato, aunque también se han develado
* Texto recibido el 28 de abril de 2016; devuelto para
varios trabajos importantes sobre pintores
revisión el 7 de junio de 2016; aceptado el 17 de junio poblanos del siglo xvii (Diego de Borgraf,
de 2016. Pedro García Ferrer, Miguel de Mendoza,
** Facultad de Filosofía y Letras, unam. Juan Tinoco), no han recibido la misma aten-
http://dx.doi.org/10.22201/iie.18703062e.2016.109.2583 ción los del xviii. El libro que aquí nos ocupa