Está en la página 1de 2

El ensayo de Borges tiene un aspecto estremecedor: se dirige a Dios, su público es Dios o el

espíritu. A ello fue obligado el argentino ante la sordera de sus semejantes. Se rodeó de los
grandes muertos: Coleridge, Johnson, Schopenhauer, no es el suyo el ensayo digamos del mismo
Schopenhauer, o el de Nietzsche, dirigido a su público contemporáneo. Borges salmodia en la
eternidad, una eternidad para la que Argentina casi no importa (pero la falta es más de Argentina
que del pobre Borges).

Por su profundidad y latitud…el aflorar del lector de novelas en el reino del espíritu es tan decisivo
como una revolución en el reino de la Historia eventos que cortan el aliento que subrayan lo parvo
y precario de uno mismo, de cualquier gesto subjetivo.

Para leer hay que retraerse del “siglo”

Es el contra verosímil del logro…del producto acabado y retocado, es dispersión, fragmento,


indefinición…Ante todo las figuras de la novela suelen hablar con cierta licencia, tal que podemos
decir que alexiei ivanovitch habla como un muerto ¿cómo hablan en la Comedia? El alma de los
muertos no era doble o múltiple y carecía rasgos de los rasgos psicológicos asociados al thymos, al
noos y al menos…de los que carece el héroe de Dostoyevsky o Richard Tull

En la figura de Octavio Paz tenemos una alta investidura del ensayo en América Latina, curioso los
ignaros a ellos tienen que atenerse los textos me refiero a la picaresca de redactores de periódico
que interviniendo o no los editores con incentivos crean algo alrededor del texto y esto pasaba en
la digamos segunda época de Octavio Paz, y el resultado era que el público sin saber hasta que
punto se implicaba si superficialmente o más seriamente admitía que el ensayo era una alta esfera
de la cultura, quue llegar allá era ser una persona culta superior, miembro de una élite. Luego en
manos de Carlos Monsivais el ensayo se llenó de vida, de peripecia, de aventura y de goce
speciales pero ya a Monsivais no le construyeron los medios lo que a Octavio Paz. En los noventa
los ignaros de todos modos tienen que admitir que con El fin de la historia de Fukuyama hay la
provocación propia del ensayista.

¿Provocación? Todo lo de las máscaras del mexicano es una provocación a la ideas recibidas a la
lectura académica de México y su identidad víctimas de ciertas prácticas reduccionista de la
sociología de revista incluso es un retrato más poderoso que La muerte de Artemio Cruz solo
igualado por Pedro Páramo (esto nos lleva a que la novela es el aut+éntico ensayo vivo
latinoamericano, El lugar sin límites)

También podría gustarte