El rol de la selva amazónica en la formación de las lluvias en Colombia

P. P. Bunyard, F. Herrera

El rol de la selva amazónica en la formación

de las lluvias en Colombia
P. P. Bunyard, F. Herrera

(Recibido: 15 de julio de 2011; aprobado: 18 de mayo de 2012)

Resumen

Los modelos climáticos tradicionales reconocen que los bosques amazónicos son responsables del reciclaje de más del 50%
de la precipitación de su cuenca por el proceso de evapotranspiración y estiman que la pérdida de su masa boscosa resultaría
en una reducción de la cuenca entre 15 y 20%. Una nueva discusión sobre la física y la termodinámica responsable de la
formación de las lluvias, propuesta por científicos del Instituto de Física Nuclear de San Petersburgo, Rusia, sugiere que la
deforestación mencionada conduciría inevitablemente a la desertificación de la región occidental de la cuenca amazónica,
lo que traería consecuencias ambientales, políticas y sociales catastróficas no solamente para Colombia sino para todos
los países que comparten la cuenca. El propósito del presente artículo es hacer una ilustración de este fenómeno y plantear
argumentos que contribuyan a la redefinición de las políticas de conservación y de proyectos de investigación.

Palabras clave – Evapotranspiración, presión parcial, bomba biótica, ciclo hídrico, deforestación, selva amazónica, lluvias.

Peter Paul Bunyard: Biólogo, M.A. en Ciencias Naturales (Cambridge), M.A. en Biología (Harvard), peter.bunyard@btinternet.com. Facultad de Ingeniería
Ambiental, División de Ingenierías, Universidad Santo Tomás, Carrera 9 No. 51-11 (C.P. 110311) Bogotá, Colombia. Miembro de la Sociedad Lineana
de Londres.

François Herrera: Biólogo, M.Sc. en Agricultura Tropical Sostenible con énfasis en Fitoprotección. fherrerausta@gmail.com. Facultad de Ingeniería
Ambiental, División de Ingenierías, Universidad Santo Tomás, Carrera 9 No. 51-11 (C.P. 110311) Bogotá, Colombia.

El presente artículo se deriva del proyecto de investigación “Bomba biológica e Hidrología: el papel de la selva tropical del Amazonas en el transporte
de humedad a través de Suramérica”, desarrollado por el Grupo de Investigación Agua y Sociedad, el cual busca determinar la relación existente entre la
tasa de deforestación y las precipitaciones en Colombia. El proyecto fue financiado por la Universidad Santo Tomás.

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The role of the Amazon jungle in rain formation

in Colombia
The traditional climatic models recognize the Amazon jungles as being responsible for recycling more than 50% of the
precipitation of their basin because of the evapo-transpiration process and it is estimated that loss of its forest mass may
be between 15% and 20%. A new discussion about the physics and thermodynamics responsible for rain formation was
suggested by the scientists at Saint Petersburg Nuclear Physics Institute (Russia). They suggest that this deforestation may
lead unavoidably to the desertification of the west region of the Amazon basin. This would entail environmental, political
and social consequences not only for Colombia but for the countries which share the basin. This article intends to illustrate
this phenomenon and make statements which will contribute to redefine the conservation policies and research projects.

Keywords – Evapo-transpiration, partial pressure, biotic bomb, hydric cycle, deforestation, Amazon jungle, rain.

O papel da Floresta Amazônica na formação

das chuvas na Colômbia
Os modelos climáticos tradicionais reconhecem que as florestas amazônicas são responsáveis ​​de reciclagem de mais de
50% da precipitação da bacia através do processo de evapotranspiração e estimam que a perda de massa florestal resultaria
numa redução da presente entre15 a 20%. Uma nova discussão da física e da termodinâmica responsáveis ​​pela formação
das chuvas, proposto por cientistas do Instituto de Física Nuclear de São Petersburgo, Rússia, sugere que o desmatamento
mencionado levaria inevitavelmente à desertificação na região Ocidental da bacia da amazônia , o que traria conseqüências
ambientais, sociais e políticas desastrosas não apenas para a Colômbia mas para todos os países que partilham a bacia. O
objetivo deste artigo é ilustrar esse fenômeno e apresentar argumentos que contribuem para a redefinição das políticas de
conservação e de projetos de pesquisa.

Palavras-chave – Evapotranspiração, pressão parcial, a bomba biótica, ciclo da água, desmatamento, floresta amazônica,
chuvas.

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I. Introducción
Los climatólogos se han preguntado durante los últimos
30 años qué pasaría con la precipitación sobre la cuenca
del río Amazonas si el bosque fuera sustituido por pasti-
zales para el ganado, por soya, por palma africana o caña
de azúcar –para la producción de productos de consumo
o de biocombustibles– o usado como recurso maderable.
¿Cuál sería el efecto del calentamiento y de las emisiones
de gases de efecto invernadero en la circulación de masas
de aire resultantes? ¿La precipitación se reduciría signifi-
cativamente? ¿Esto podría tener efectos en el área andina,
teniendo en cuenta la circulación de las masas del aire que
forman parte del sistema de la Célula de Hadley que pasa
sobre los miles de kilómetros de la cuenca del Amazonas?
La mayoría de los estudios climatológicos de la cuenca del
Amazonas, incluyendo los realizados por el Centro Hadley
del Reino Unido, indican que el efecto de la deforestación
sería modesto en la región oriental de la cuenca y que en
el peor escenario la precipitación se reduciría de 15 a 20%
en la región central y occidental, es decir, que el promedio
diario de precipitación de 5.8 mm se reduciría en 1 mm. Este
es un cambio drástico pero no necesariamente catastrófico
[1] [2] [3].
Este punto de vista ha sido rebatido por científicos de la
División de Física Teórica del Instituto de Física Nuclear
de San Petersburgo, quienes concluyen que la pérdida del
bosque húmedo amazónico, sea cual sea la causa, sí sería un
evento catastrófico y una amenaza de sequía sin precedentes
para Suramérica, que podría conducir a la desertificación
de las regiones central y occidental de la cuenca del Ama-
zonas, con repercusiones en el área andina y más allá. Si
estos científicos están en lo cierto los páramos, principal
sistema de captación hídrica en las regiones montañosas
altas, estarían en gran riesgo con consecuencias graves
para la producción de agua en Colombia, Perú y Ecuador,
sin contar las que tendría en Brasil [4].
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II. La discusión de la conservación de los
bosques centrada en los gases de efecto
invernadero
La preocupación mundial sobre los gases de efecto inverna-
dero motivó la creación del UNFCCC (Convención sobre
Cambio Climático de las Naciones Unidas, por sus siglas en
inglés) en la cumbre de Río en 1992. En la “Conferencia de
las Partes” (COP15), que tuvo lugar en diciembre de 2009
en Copenhague, los países discuten el establecimiento de
mecanismos viables para alcanzar a mediados de este siglo
la reducción a un 50% de la emisión de gases de efecto in-
vernadero (en volúmenes equivalentes al dióxido de carbono
de otros gases como metano, óxidos de nitrógeno, ozono y
compuestos clorofluorocarbonados). Estados Unidos, Chi-
na, Brasil, India y la Unión Europea acordaron evitar que
la temperatura promedio mundial aumente en 2°C durante
lo que resta del siglo; este acuerdo no ha sido ratificado.
Los climatólogos coinciden en que un alza de más de 2°C
conduciría a cambios catastróficos e irreversibles en varias
partes del planeta, incluyendo olas de calor, sequías prolon-
gadas, inundaciones y tempestades de una fuerza mayor que
amenazarían la supervivencia de los seres humanos. Hansen,
en estudios de la Universidad de Columbia para la NASA,
estima que esta meta implica reducir la concentración del
CO2 en la atmósfera de 387 ppm (v) que tiene actualmente
a 350 ppm (v), niveles que superan en un 23% los corres-
pondientes al año 1832, es decir, los que existían antes de
la Revolución industrial (284 ppm (v)). Para evitarlo, se
debería reducir para finales del siglo XXI al menos el 90%
de las emisiones de hoy en día [5] [6].
Existe un consenso entre la comunidad científica con res-
pecto a que la deforestación, en particular en los trópicos,
contribuye con el 20% o más de los gases de efecto inver-
nadero [7] [8]. La tasa promedio anual de deforestación
alcanza los 15.000 km2. Brasil, con su Amazonia legal de 5
millones de km2, es el mayor contribuyente a esta deforesta-
ción alcanzando áreas deforestadas de hasta 26.000 km2 tan
solo para el 2004. Sin embargo, la deforestación en la parte
brasileña ha caído a unos 7.000 km2 entre los años 2008 y
2010, lo que condujo a la firma de un acuerdo bilateral con
Francia en 2009, por el cual ambos países intentarán reducir
en 45% sus emisiones durante los próximos 10 años, lo
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que se lograría deteniendo la deforestación de gran escala.
Frente a este alarmante escenario, el tema que domina las
discusiones nacionales y mundiales sobre la conservación
de los bosques tropicales ha sido su rol como sumideros
de carbono, relegando a un plano muy distante su también
fundamental función en la regulación hídrica.
III. La función de los bosques
en la regulación hídrica
Las plantas y en particular los árboles, retienen y absorben el
agua que se precipita gracias a su sistema radicular. El agua
es conducida a través de sus haces vasculares hasta las hojas
y se libera a la atmósfera en forma de vapor a través de los
estomas por evapotranspiración. Este mecanismo permite la
regulación del ciclo hídrico, la liberación de vapor de agua y
el reciclaje de las lluvias. Se ha determinado, mediante mo-
delos de simulación, que la cobertura forestal actual aumenta
las precipitaciones continentales en un 15%, con lo que se
reducen las temperaturas extremas. Sin estos beneficios los
bosques boreales, la selva amazónica y los bosques del sudes-
te asiático no podrían existir, por lo que la cobertura forestal
es indispensable para mantener la productividad energética
primaria del planeta, la vida y la regulación atmosférica [9].
La función de los bosques en la regulación hídrica ha sido
demostrada experimentalmente. En la Universidad de Rut-
gers se han modelado las relaciones entre la precipitación, la
humedad de los suelos y la cobertura vegetal en el sistema
climático del norte de África. Al simular el cambio desde
el desierto hacia un paisaje con vegetación, se encontró un
incremento significativo en la precipitación y la humedad
de los suelos durante los meses del verano. La evapotrans-
piración y la formación de nubes inducida por la vegetación
(por la liberación de núcleos para la condensación de nubes)
causan un enfriamiento, lo mismo ocurre sobre la cuenca
del Amazonas. Estos estudios mostraron que la existencia
de raíces profundas era clave para que el ciclo hídrico se
hiciera más fuerte, penetrante y constante, poniendo de
manifiesto el rol de los bosques en la regulación del clima,
no solamente regional sino global [10].
Desde un punto de vista energético, la energía solar que
incide sobre los más de seis millones de km2 de la selva
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amazónica y permite la fotosíntesis, equivale a la energía
liberada por 20 bombas atómicas cada segundo (15 x 106
kg de TNT equivalente). La evapotranspiración, responsable
del reciclado del agua y gran parte de la precipitación en la
cuenca y sus áreas de influencia, consume el 75% de esta
energía [11]. La deforestación implicaría por lo tanto una
alteración de esta dinámica energética.
Los fenómenos del calentamiento planetario también tienen
consecuencias sobre la regulación hídrica en el Amazonas.
Según el Centro Climatológico Hadley del Reino Unido,
las corrientes en el Pacífico pueden cambiarse a un estado
más o menos permanente de fenómeno de El Niño, es decir
que la pérdida de la fuerza de los vientos alisios reduciría el
volumen de vapor de agua que es arrastrado desde el océano
Atlántico hacia la Amazonia [2]. Además, el incremento de
la concentración del CO2 provoca el cierre de los estomas y
por tanto una reducción de la evapotranspiración. Menos
evapotranspiración conduce al aumento de la temperatura
de las hojas, lo que a su vez reduce la fotosíntesis y la pro-
ductividad primaria neta de los bosques en hasta 30% y de
esta manera, altera toda su dinámica energética y reduce su
capacidad de producir tejido y capturar carbono.
A este respecto, es relevante revisar las teorías de cómo los
bosques húmedos tropicales sobrevivieron el último periodo
glacial durante el cual se redujeron no solamente las tempe-
raturas sino la precipitación. De acuerdo con la teoría más
ampliamente aceptada, los bosques amazónicos desaparecie-
ron dando lugar a ecosistemas de sabana. La zona más central
del Amazonas se habría convertido en un refugio biológico
durante el final del pleistoceno y habría albergado la biodi-
versidad local que se hubiera vuelto a expandir al final de la
época de hielo en el holoceno hace 12.000 años [12]. Esta
teoría es rebatida por estudios palinológicos que muestran
que no existió vegetación de sabana durante el pleistoceno;
por otra parte, sí se encontró, en sedimentos lacustres, polen
de especies forestales [13]. Estos hallazgos sugieren que el
bosque amazónico pudo resistir los cambios climáticos y
sobrevivir durante el periodo glacial. Algunos modelos mues-
tran que durante el pleistoceno, las raíces profundas de los
árboles permitieron que la presencia del bosque amazónico
aumentara la precipitación sobre la cuenca en 2 mm/día por
efecto de la evapotranspiración, reduciendo la dependencia
unilateral de la humedad proveniente del océano [14].
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Se ha demostrado que la cobertura forestal es indispensable
para que los suelos en la parte occidental y central de Co-
lombia retengan su humedad durante el fenómeno del Niño
[15]. En particular se ha observado que el café sembrado
en la sombra de bosques andinos mantiene su producti-
vidad a pesar de la sequía causada por El Niño, mientras
que en los campos abiertos y sin sombra el secamiento
de la superficie de los suelos afecta la cosecha. Colombia
debería aumentar la cobertura con bosques para mitigar y
adaptar al calentamiento global previsto durante el siglo.
Por tanto, la pérdida de un porcentaje considerable de los
bosques andinos y amazónicos durante el último medio
siglo ha hecho que Colombia sea mucho más vulnerable a
los cambios climáticos [15].
IV. El sistema hídrico sobre
la cuenca amazónica
La Amazonia consiste en una serie de ecosistemas en donde
se establece un equilibrio entre las comunidades bióticas,
los elementos y los procesos abióticos como la atmósfera
baja (tropósfera), el transporte de agua, los suelos y el flujo
de nutrientes. La cuenca amazónica cubre un área de más
de 6 millones de km2, y drena un tercio de la superficie de
Suramérica. El curso mayor del río Amazonas se extiende
por 6.500 kilómetros desde su nacimiento hasta su desem-
bocadura y contiene miles de tributarios. El río descarga
entre 175.000 m3/s y 210.000 m3/s, equivalentes a entre
5.52 x 1012 m3/año y 6.62 x 1012 m3/año-1, flujo cinco veces
mayor al del río Congo o 10 veces mayor al del Mississippi.
El Amazonas, junto con el flujo de los ríos Magdalena y
Orinoco (que se alimentan en gran medida del agua evapo-
transpirada del Amazonas a pesar de no ser sus tributarios),
representan el 20% del agua dulce del planeta [11] [16] [17].
En efecto, se ha demostrado ampliamente la importancia de
esta masa boscosa en el reciclaje de las lluvias derivadas de
la evapotranspiración [4] [18] [19] [20].
Durante los años setenta se midieron los isótopos del
agua, 2HH16O y H218O para cuantificar la contribución de
la evapotranspiración al reciclaje de las lluvias sobre la
cuenca amazónica hacia los Andes (existen diferencias
entre los isótopos de acuerdo a si el agua proviene de la
evaporación de los océanos o de la evapotranspiración).
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Entre otros investigadores, Salati notó que en promedio
aproximadamente 50% de la precipitación proviene de la
evapotranspiración, con un tiempo de reciclaje de 5.5 días
sobre la Amazonia legal de Brasil. En particular, dos in-
vestigaciones hechas en los alrededores de Manaos, región
con una precipitación promedio anual cercana a los 2.000
mm, mostraron que 18.7 y 25.6 % de la precipitación fue
interceptada por la selva mientras que el 62.0 y el 48.5 %
fue transpirada respectivamente para cada uno de los dos
sitios estudiados. Por tanto, la evapotranspiración permite
un reciclaje de 80.7 y 74.1% respectivamente. Usando la
evidencia de los isótopos del agua, Salati sugería que una
proporción significativa de las lluvias está reciclada de
6 a 7 veces en el movimiento de la circulación (Walker/
Célula de Hadley /vientos alisios) sobre la cuenca legal de
la amazonia brasileña [16] [19] [21] [22].
El cambio del bosque tropical por pasto o por soya tendría
efectos drásticos sobre el fenómeno de evapotranspiración.
Por una parte, se reduciría el índice de área foliar por lo que
la superficie de evapotranspiración sería una fracción del que
existe en la selva. De acuerdo con estudios de la Universi-
dad Estatal de Alagoas (Brasil) el 15% de la precipitación
que es interceptada por la hojas de los árboles se evapora
sin llegar al suelo contribuyendo al reciclaje del agua [23].
De no existir el bosque, el agua que se precipita golpearía
directamente el suelo y formaría una mayor escorrentía, ya
que el pasto absorbe diez veces menos agua que el bosque.
Esto causaría una erosión que puede ser mil veces más fuerte
a la que ocurre en el ecosistema natural [23].
Es importante distinguir entre la selva amazónica más oc-
cidental, de la del oriente y del centro de la cuenca. La tasa
de evapotranspiración sobre la parte occidental es más alta
–88% de la precipitación– que en la parte central y oriental,
en donde alcanza en promedio el 48% de la precipitación.
Además, la región occidental casi duplica en precipitaciones
a la región oriental. En el oriente de la cuenca las lluvias
forman parte de un reciclaje intenso, lo que mantiene una
circulación casi cerrada sobre la Amazonia colombiana,
incluyendo el piedemonte. Este hecho significa que las aguas
dulces, ríos, nevados y glaciares colombianos dependen de
lo que suceda sobre toda la cuenca amazónica y no sola-
mente en la porción colombiana [19].
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Se ha demostrado cómo la deforestación está cambiando la
circulación amazónica, en particular en la parte del sureste
de la cuenca, por lo que surge una preocupación sobre lo
que podría suceder si la deforestación avanza hacia el norte,
como consecuencia de los planes de IIRSA (Iniciativa para la
Integración de la Infraestructura Regional Suramericana) con
la construcción de carreteras y otras obras que pretenden unir
la Amazonia con el océano Pacífico [24]. La extraordinaria
reducción del caudal de los tributarios del río Amazonas del
2005 es una prueba del efecto de la deforestación. Durante
este año se registró un déficit de más de 90% en el agua
disponible a suelos y vegetación (Soil/Plant Available Water,
PAW) en las regiones más deforestadas [25]. A pesar de estas
consecuencias tan notorias hay una carencia de investiga-
ciones de la contribución del bosque amazónico colombiano
en el reciclaje de las lluvias por la evapotranspiración. Es
muy importante que Colombia genere datos científicos que
permitan la toma de decisiones y el diseño de políticas de
conservación de su selva, no solamente por su biodiversidad
y su función como sumidero de carbono, sino por su papel en
el ciclo hídrico y por su importancia en la provisión de agua
para la región andina y los centros poblados [21].
V. Las predicciones de los modelos climáticos
tradicionales y la incorporación de la noción
de la “bomba biótica”
Los modelos del Hadley Centre de Gran Bretaña, han se-
ñalado que la pérdida total de los bosques amazónicos por
el calentamiento global o por el cambio en el uso del suelo
resultaría en una disminución en la precipitación de 20%
en la parte central y occidental de la cuenca. Los modelos
de circulación general (HadCM3LC, HadOCC y TRIFFID,
modelos que tienen en cuenta datos oceánicos, atmosféricos,
ciclo del carbono vegetal terrestre), permiten predecir el im-
pacto del calentamiento global combinado con cambios en el
regimen de las lluvias sobre la vegetación amazónica [26].
En modelos recientes de la circulación general atmosférica,
los climatólogos han intentado acoplar a sus algoritmos la
influencia de la cobertura vegetal terrestre. En este ejercicio
la masa boscosa más importante es la selva amazonica. El
modelo HadCM3LC predice que el calentamiento global
(resultante de las emisiones de gases de efecto invernadero
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previstas en el escenario IS92a del IPCC) conduciría a que
la contribución de las especies forestales de hoja ancha al
índice de área foliar total del Amazonas pasaría del 85% al
50% durante el transcurso del siglo XXI. Como consecuen-
cia de este fenómeno, la evapotranspiración disminuiría en
un 50% y la precipitación en 33%. En contraste, los mode-
los que no incorporan en sus algoritmos la influencia de la
masa vegetal, no estiman un cambio en el área foliar de los
bosques de hoja ancha y por lo tanto no predicen su efecto
climático, por lo que la reducción en evapotranspiración
estimada es de 33%. Se ha demostrado que el cambio de
especies forestales de hoja ancha por otras de hoja delgada
reduce la evapotranspiración de 4 mm/día a 1.5 mm/día [26].
Cowling y sus colegas afirman que la pérdida de la cobertura
de bosques húmedos resultaría en un cambio en la ecuación
de Bowen1 de forma tal que la relación calor sensible/calor
latente aumenta a 1.6 cuando la cobertura es del 50% y se
reduce a 0.4 cuando la cobertura es 85% [26]. Dos mecanis-
mos explican este fenómeno: el primero es que la conduc-
ción de vapor de agua por los estomas disminuye cuando los
niveles de CO2 aumentan, por lo que la evapotranspiración
se reduce en forma relativa al calor sensible. El segundo es
que la pérdida de la cobertura boscosa aumenta el albedo,
ya que la reflectividad del suelo desnudo es mayor a la del
verde de los bosques.
Científicos del Instituto Físico Nuclear de San Petersburgo,
señalan una falla en los modelos de circulación general y
es que estos no incluyen la fuerza evaporativa o, en sus
palabras, la “bomba biótica”, para explicar la dinámica del
movimiento del aire sobre la selva. El mecanismo descrito
por estos físicos es bastante sencillo en su concepto: se
incorpora la idea de que el vapor de agua derivado de la
evapotranspiración ejerce una presión parcial significativa
en la columna del aire inmediatamente encima del dosel
de la selva por el hecho de que más arriba en la columna
del aire, la expansión de los gases hace que la temperatura
caiga, con lo que el vapor se condensa y genera un vacío
parcial con una fuerza ascendente de hasta cinco veces el
peso del aire.
1 La ecuación de Bowen se utiliza para describir el tipo de transferencia
de calor en un cuerpo de agua. La transferencia de calor puede ocurrir
como calor sensible (diferencias en temperatura sin que ocurra la eva-
potranspiración) o calor latente (la energía requerida para un cambio
de estado que no implica un cambio de temperatura).
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Makarieva y Gorshkov demuestran que la diferencia de
presión entre la parte baja de la columna de aire y la más
alta es suficiente para que el aire sobre la selva ascienda
con rapidez. Este es remplazado por aire proveniente del
océano, haciendo que los vientos alisios sean succionados
por la bomba biótica. De acuerdo con esta teoría, la evapo-
ración sobre los océanos tropicales es de menor volumen
que la que ocurre sobre la selva. Ello se debe al altísimo
índice de área foliar (superficie sobre la cual ocurre la
evapotranspiración); en efecto las capas múltiples de su-
perficie foliar de los bosques naturales proveen más agua
por centímetro cuadrado que el océano, por lo que se genera
un diferencial de presión en el plano horizontal entre el
océano y los bosques. A esta ecuación se puede agregar la
acción capilar que ocurre en el xilema que conduce el agua
hacia los estomas desde donde se evapora y desde donde se
liberan compuestos químicos y bacterias que actúan como
núcleos en la condensación de nubes. Obtenemos entonces
una fuerza de evaporación minuciosamente afinada para
generar lluvia y, simultáneamente, para generar diferencias
en presiones parciales en planos verticales y horizontales,
causando un desequilibrio dinámico que permite el movi-
miento de masas de aire.
La evapotranspiración masiva sobre la selva tropical genera
una fuerza de succión que supera la que ocurre sobre los
océanos. Al cambiar el bosque por pastos o por soya se
reduce drásticamente el índice de área foliar, la evapotranspi-
ración y por lo tanto la fuerza generada por la presión parcial
en la columna de aire. La pérdida del bosque resultaría en la
imposibilidad de succionar la humedad proveniente del océa-
no. En un área deforestada sucedería el fenómeno contrario,
es decir, que la presión parcial ejercida por la evaporación
en la columna de aire sobre los océanos superaría en fuerza
evaporativa la que ocurre en el continente, lo que traería
como consecuencia que la poca humedad evapotranspirada
sobre el continente fuera succionada por los océanos, dese-
cando el clima y formando una zona desértica.
El bosque natural permite que este sistema funcione durante
la temporada seca e incluso en los años de sequía como
los causados por el fenómeno de El Niño, al aumentar el
índice de área foliar hasta en un 25% en comparación con
la estación lluviosa. Myneni y sus colegas de la Universidad
de Boston han mostrado en imágenes satelitales que los
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bosques se anticipan a la estación seca al aumentar el área
foliar antes de la llegada del verano [27] (Figura 1).
Figura 1. Relación del área foliar y la precipitación en el
Amazonas
Fuente: R. Myneni y otros [27].
El aumento en el área foliar significa en esencia que el siste-
ma radicular del bosque debe succionar más agua y trasladar
parte de esta a las raíces laterales, con lo que el área que
circunda cada árbol se mantiene empapada. El aumento de
la evapotranspiración y la convección resultante permiten
la introducción del aire húmedo que los vientos alisios traen
desde el Atlántico tropical del otro hemisferio. Este extraor-
dinario proceso, a través del cual el bosque lluvioso regula
su propio clima, refuerza la noción de la bomba biótica y
la de la fuerza de evaporación [30]. Como este concepto de
bomba biótica no está incorporado en los modelos climáti-
cos tradicionales se están subestimando los impactos de la
deforestación sobre la regulación hídrica [31][32].
La teoría física de Makarieva y Gorshkov es respaldada por
estudios que muestran los cambios de precipitación sobre
varias cuencas hidrográficas del mundo con o sin cobertura
forestal. Se encontró que la precipitación por el curso de un
río, como el Congo en África o el Amazonas en Suramérica,
se mantiene en la medida en que nos alejamos de la costa
(Figura 3) mientras que en cuencas deforestadas la preci-
pitación se reduce de forma exponencial en la medida en
que nos alejamos de la costa hacia el interior del continente
(Figura 2) [33]. Si esta teoría es cierta, la deforestación total
de la cuenca amazónica resultaría en que la región occiden-
tal de la cuenca recibiría 170 veces menos lluvia de la que
precipita en la actualidad (Figura 4).
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Figura 2. Precipitación sobre cuencas deforestadas en función Figura 4. Estimaciones de la precipitación sobre la cuenca
de la distancia del océano del río Amazonas, en función de la distancia del océano y de
diferentes escenarios de deforestación

Fuente: A. Makarieva, V. Gorshkov y B.L. Li [33].

La sequía del Amazonas en el año 2005, que afectó especial- Fuente: A. Makarieva, V. Gorshkov y B.L. Li [33].
mente la región sur oeste, podría haber sido una muestra de
lo que sucedería si desaparece el bosque. Durante este año
VI. Conclusiones
las temperaturas de las aguas tropicales al lado de Brasil
y del Caribe fueron uno o dos grados Celcius más altas de
Este análisis demuestra la importancia de las retroalimen-
lo normal, con el aumento correspondiente de la fuerza de
taciones entre la vegetación terrestre y el clima, y cómo los
evaporación del océano. La deforestación de las regiones
modelos climáticos deben considerarlas e incorporarlas en
sur este y sur oeste de la cuenca pudo haber alterado el
sus predicciones. La idea de que la intensa evapotranspira-
balance hídrico, por lo menos para ese año, con lo que las
ción que ocurre en las selvas, relacionada con alto índice
masas de aire se dirigieron hacia el océano en lugar de seguir
de área foliar de la vegetación, puede resultar en la succión
su trayectoria normal sobre la selva amazónica.
de la humedad oceánica transportada por los vientos alisios,
Figura 3. La precipitación sobre cuencas forestadas en función desafía lo propuesto por los modelos climáticos convencio-
de la distancia del océano nales, para los cuales la fuerza que dirige las corrientes del
aire resulta de diferencias termodinámicas. Este es tema de
un intenso debate entre científicos expertos.

De resultar cierta la teoría de Makarieva y Gorshkov, que

bajo todo punto de vista resulta razonable y ha superado el
rigor de la comprobación de la física, Colombia y Brasil
son naciones que podrían verse amenazadas si se mantiene
la tasa de deforestación que ha experimentado la cuenca
en años recientes. Frente a esta amenaza de proporciones
catastróficas y bajo el principio de precaución, se deberían
revisar y revaluar las políticas de desarrollo, los esfuerzos
de conservación de las selvas y los recursos destinados a
Fuente: A. Makarieva, V. Gorshkov y B.L. Li [33].
la investigación de esta relación biológica-climatológica.

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