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Crítica Jurídica de La Nueva Ley de Montes
Crítica Jurídica de La Nueva Ley de Montes
4 Véase Stéphane DOl!MRE-BIl.LE, «Le cadre forestier internationa¡" en las actas del colo-
quio dirigido por Jéróme FRoMAcEAu,La forel ti l'aube du XX1bne siecle: Aspects politiques et
juridiques. Résumés des inlerventions, Université Paris Sud (5-6 diciembre 2(02), pg. 4.
" El Comité Forestal Permanente, que está compuesto por representantes de los Esta-
dos miembros y presidido por un representante de la Comisión (Decisión 89/367/CEE
del Consejo de 29 mayo 1989), ha servido para incrementar la cooperación y apoyar las
acciones forestales emprendidas dentro de la Política Agrícola Común.
Desde 1990, se reúnen periódicamente las Conferencias Ministeriales sobre la Protección
de los Bosques en Europa, integradas por los ministros de los Estados miembros de la
Unión Europea responsables del sector forestal. La Primera Conferencia promovió la
cooperación interestatal para la protección y gestión sostenible de los bosques (Declara-
ción de Estrasburgo, 1990), En la Segunda Conferencia se propugnaba un convenio inter-
nacional global sobre la gestión, conservación y desarrollo sostenible de todo tipo de
bosques (Declaración de Helsinki, 17 junio 1993). En la Tercera Conferencia se asumió
<<laresponsabilidad de Europa en la demostración de la integración de todas las funciones
de los bosques» (Declaración de Lisboa, 4 junio 1998). La Cuarta Conferencia establece
compromisos de mejora de las comunidades rurales y de profundización en el carácter
intersectorial de las políticas forestales (Declaración de Viena, 30 abril 2003),
ti Resolución del Consejo de 15 diciembre 1998 (DO C 56 de 26 febrero 1999), en la
que se realiza una destacada apuesta a favor del sistema de certificación forestal (punto
15), como medio de implicar a la opinión pública y a los consumidores en la protección
de los bosques.
7 La lucha contra la contaminación atmosférica de los bosques y conlra los incendios
forestales son líneas de acción comunitaria establecidas en 1987, que han merecido suce-
sivas prórrogas hasta el año 2002.
La primera ha permitido, mediante una red de puestos permanentes que operan con
una metodología común, elaborar un inventario periódico de los daños ocasionados a
los bosques y garantizar la vigilancia intensiva y continua de los ecosistemas forestales
(Reglamen to CEE 3528/86 del Consejo de 17 noviembre 1986, modificado por Regla-
mentos 1613/89,2159/92,1484/2001 Y804/2002).
La segunda, limitada inicialmente a establecer medidas de fomento, fue modificada para
incluir un programa comunitario de objetivos más ambiciosos, que ha permitido detectar
causas de-";hcendios forestales, crear sistemas de prevención, clasificar los territorios de
los Estados miembros según el grado de riesgo de incendio forestal y formar planes
estatales de protección contra los incendios forestales (Reglamento CEE 3529/86 del
Cons~jo de 17 noviembre 1986, modificado por Reglamento 1614/89 y luego sustituido
7
FERNANDO LÓPEZ RAMÓN
por Reglamento CEE 2158/92 del Consejo de 23 julio 1992, modificado a su vez por
Reglamentos 1485/2001 y 805/2002).
Ambas acciones se han integrado en el nuevo sistema de seguimiento de los bosques
denominado Forest Focus, que pretende también evaluar las necesidades en materia de
suelos, retención de carbono, cambio c1imático, biodiversidad y otras cuestiones (Regla-
mento CE 2152/2003 del Parlamento Europeo y del Consejo de 17 noviembre 2003).
HEntre los variados análisis del nuevo Derecho comparado forestal, cabe citar:
- Para América del Norte, Franz SCHMITHÚSEN y William C. Sll·:CEI.(eds.), Developments in
Jorests and environmental law influencing natural resource management and Jorestry practices in
the United States oJ America and Canada, IUFRO World Series, vol. 7 (1997), 373 pgs.
- Para África, FAO, Forestry policies oJselected countries in AJrica, Roma, 1999, 566 pgs.
- Para Iberoamérica, CONAF, IV Congreso Iberoamericano de Derecho Forestal Ambiental, Libro
de Resúmenes, Santiago de Chile, 26-28 noviembre 2003, 154 pgs.
- Para Europa, F. SCHMITHÚSEN. P. HERBST y D. C. LE MASTER (eds.), Forging a new framework
for sustainable Jorestry: recent developments in European Forest Law, IUFRO World Series vol.
10 (2000), 354 pgs., donde se analizan los cambios en la legislación forestal de 25 Estados
europeos, tanto de países del Este que han adaptado sus legislaciones forestales a la
economía de mercado, como de países occidentales que han modificado su Derecho
forestal conforme a las nuevas demandas sociales. Con posterioridad, pueden añadirse
las reformas de Italia (Ley Forestal 227/2001) y Francia (Ley de Orientación sobre el
Bosque de 9 julio 2001).
9 Ali MEKOUAR, «Le droit forestier aJohannesburg: la mise en oeuvre nationale», en las
actas del coloquio La farét ti l'aube du XX1eme siecle, cit., pg. 5, quien también indica:
«Las preocupaciones por la sost.enibilidad, esenciales en Derecho forestal comparado, se
traducen en la importancia que las nuevas leyes dan a la plurifuncionalidad de los bos-
ques, así como a la planificación y la ordenación forestales. Además, se advierte la tenden-
cia creciente a favorecer una participación más efectiva de un más amplio abanico de
actores públicos y privados -en particular, las comunidades locales- tanto en la toma de
decisiones como en su puesta en práctica en el dominio de los bosques. Por añadidura,
amplificando el doble movimiento mundial de privatización y descentralización que ha
marcado el último decenio, los operadores privados y las autoridades locales han visto
afirmar y reforzar sus papeles en las legislaciones forestales contemporáneas».
lO Sobre el régimen forestal de la Ley de Montes de 1957 me permito remit.ir a Fer-
nando LÓI'EZRAMÓN,Principios de Derecho Forestal, Pamplona, Aranzadi, 2002, 146 pgs.,
estudio cuya publicación vino a coincidir con el período final de vigencia de dicha Ley.
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CRÍTICA JURÍDICA DE LA NUEVA LEY DE MONTES
Por fin, el Estado ha conseguido aprobar la nueva Ley de Montes (Ley 43/
~003, de 21 noviembre, BOE del 22), tras ocupar en su gestación buena
parte del año 2003. A comienzos del ejercicio, se conoció el texto del ante-
proyecto, que fue informado favorablemente por el Consejo Nacional de
9
FERNANDO LÓPEZ RAMÓN
138-9 de 14 julio 2003, pgs. 177-203) Yninguna en el Pleno (DSCD. Pleno núm. 275 de
11 septiembre 2003, pgs. 14430-14440).
IH El texto del Proyecto de Ley de Montes fue remitido por el Congreso de los Dipu-
tados al Senado el 20 septiembre 2003 (BOS, VII Legislatura, serie U, núm. 141-a de 20
septiembre 2003, pgs. 1-28).
Se presentaron dos propuestas de veto y 545 enmiendas parciales (BOS, vn Legislatura,
serie n, núm. 141-d de 11 octubre 2003). Las propuestas de veto de los Grupos Parlamen-
tarios Mixto (Bloque Nacionalista Gallego) y Socialista sólo recibieron el voto adicional
del grupo Parlamentario de Entesa Catalana, siendo rechazadas gracias al apoyo de los
grupos Parlamentarios Popular, de Coalición Canaria y de Senadores Nacionalistas Vas-
cos, mediando la abstención del Grupo Parlamentario de Convergencia y Unión (DSS.
Pleno núm. 157 de 30 octubre 2003, pgs. 9805-9835).
Finalmente, el Senado introdujo 24 enmiendas parciales en el texto del Proyecto de Ley
remitido por el Congreso (BOS, serie n, núm. 141-g de 6 noviembre 2003, pgs. 271-302),
todas las cuales fueron aprobadas por el Congreso de los Diputados (DSCD. Pleno núm.
293 de 6 noviembre 2003, pgs. 15439-15445).
19 Intervención del Diputado del Grupo Vasco Txueka Isasti en el Pleno del Congreso
de los Diputados de 30 abril 2003 (DSCD. Pleno núm. 247, pgs. 12695-12696), señalando
que «cra una cuestión compartida que se necesitaba una ley básica actualizada en el
Estado", por lo que «dcsde Euzkadi se ofreció una negociación honrada y seria", concre-
tada «en forma de 52 alegaciones, que prácticamente fueron recogidas en su totalidad
en el proyecto de Ley»; por consiguiente, «como Grupo Vasco expresamos nuestra con-
formidad básica a este proyecto de Ley",
211 Intervención en el Pleno del Congreso de los Diputados de 30 abril 2003 (DSCD
Pleno núm. 247, pgs. 12696-12698), del Diputado del Grupo Catalán de Convergencia y
Unión Companys Sanfeliú.
21 La nueva Ley de Montes, dentro del título IU, dedicado a la gestión forestal sosteni-
ble, ha atribuido al Estado la aprobación de esos instrumentos. La Estrategia contiene el
diagnóstico, las previsiones y las directrices «que permiten articular la política forest.al
española" (art. 29.1). El Plan desarrolla la Estrategia (art. 30.1). Ambos instrumentos se
elaboran por el Ministerio de Medio Ambiente con la participación de las Comunidades
Autónomas, la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza y el Consejo Nacional
de Bosques, correspondiendo su aprobación al Consejo de Ministros previo informe de
la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente (arts. 29.2 y 30.2).
Entre los elementos que posibilitan la gestión forestal sostenible incluye la nueva Ley
también la Estadística Forestal Española, en la que el Ministerio de Medio Ambiente
sistematiz:r1a información forestal proporcionada por las Comunidades Autónomas (art.
28.1). Elementos de la Estadística son el Inventario Forestal Nacional y el Inventario
Nacional de Erosión de Suelos (art. 28.l.a y h). Toda la información utilizada se integra
en el Banco de Datos de la Naturaleza (art. 28.5).
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FER.I\IANDO LÓPEZ RAMÓN
La nueva Ley de Montes parece dar plena y pletórica acogida a las modernas
corrien tes de defensa de la biodiversidad foresta1. En la misma exposición
de motivos se explica la recepción de la concepción internacional «para la
reorientación de la conservación, mejora y aprovechamiento de los espacios
forestales». Yal inicio del articulado se establece que el objeto de la Leyes
«garantizar la conservación y protección de los montes españoles, promo-
viendo su restauración, mejora y racional aprovechamiento, apoyándose en
la solidaridad colectiva" (art. 1). No falta incluso alguna fórmula legal de
contenido más didáctico que normativo, dado que llega a explicarse que
<dosmontes desempeñan una función social relevante, tanto como fuente
de recursos naturales como por ser proveedores de múltiples servicios am-
bientales, entre ellos de protección del suelo y del ciclo hidrológico, de
f~ación del carbono atmosférico, de depósito de la diversidad biológica y
como elementos fundamentales del pais~e» (art. 4).
Sería difícil estar en desacuerdo con toda esta batería de objetivos, valores
y criterios. Cabe comprender, por añadidura, que su incorporación al texto
de la Ley de Montes ha podido servir para contentar a alguno de los varia-
dos grupos de interés que confluyen en la materia forestal.
No dejan, sin embargo, de suscitarse dudas sobre el exacto alcance de los
indicados principios legales, especialmente en caso de confrontación entre
ellos. Con carácter general, parece que habrán de predominar los elemen-
tos que garanticen «la conservación y protección de los montes», pues tal es
el «objeto» de la Ley (art. 1). Aunque no deja de verse también que el
empleo <;Le estas referencias para resolver problemas reales dependerá de la
existencia de lagunas en el texto de la Ley. Dicho de otra manera, será de
la comprensión y crítica de las concretas reglas establecidas en la Ley para
ordenar el sector forestal de donde cabrá deducir elementos para valorar el
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FERNANDO LÓPEZ RAMÓN
otros sectores normativos. El elemento negativo del concepto de monte es tan necesario
que el legislador básico estatal, al igual que había sucedido antes con los legisladores
autonómicos (arts. l.b Ley de Andalucía, 3.1.b Ley de Valencia y 3.1.a Ley de Madrid),
debe precisarlo, excluyendo los terrenos dedicados al cultivo agrícola del concepto su-
puestamente positivo de monte (art. 5.2.a Ley de Montes de 2003).
~I En cambio, la inclusión de los yermos en la Ley Forestal de Cataluña (1988: art. 2.1)
podía plantear problemas de determinación, al menos en ausencia de un formal acto de
clasificación, pues la Ley únicamente se refería a los yermos que fueran «necesarios,)
para la protección de los bosques o «adecuados» para la forestación o reforestación con
árboles.
:\2 Las infraestructuras forestales se incluyeron en el concepto legal de monte en las
Leyes del Patrimonio Forestal de Navarra (1990: art. 4.1.d) y La Rioja (1995: art. 4.1.f).
Una enumeración de infraestructuras forestales se encuentra en el Reglamento CE 2152/
2003, que incluye en la definición de bosque «los viveros forestales y los huertos semilleros
que constituyan parte integral del bosque, los caminos forestales, las zonas desbrozadas,
los cortafuegos y otras áreas abiertas de superficie reducida dentro del bosque» (art. 3.a).
~:\ Los terrenos agrícolas abandonados por más de diez aÚos que tuvieran pendiente
superior al 20 por ciento recibieron la consideración de montes en Ley del Patrimonio
Forestal de La Rioja (1995: art. 4.1.e). Con anterioridad, se habían incluido en el con-
cepto legal de monte: por la Ley del Patrimonio Forestal de Navarra (1990: art. 4.1.b),
los enclavados agrícolas de propiedad comunal y asimismo los de propiedad privada que
llevaran cinco años abandonados o fueran de superficie inferior a la unidad mínima de
cultivo; y por la Ley de La Rioja (1995: art. tI.1.c), Lodos los enclavados agrícolas, salvo
los de propiedad particular explotados en los últimos cinco aÚos.
:H Los terrenos que fueran a ser repoblados o transformados en terrenos forestales ya
forestal que éstas habían ido aprobando cabe constatar la existencia de algu-
nas ampliaciones3<i. En relación con ello, parece que el concepto de monte
únicamente debiera formar parte de las bases del Derecho estatal en la
materia entendido como objeto mínimo de protección, planteamiento que
permitiría, pues, su ampliación por las Comunidades Autónomas. Un con-
cepto uniforme e inmodificable de monte solo podría fundarse en la necesi-
dad de reconocer la competencia del Estado para determinar el objeto de
sus competencias, a fin de evitar que las Comunidades Autónomas invadie-
ran objetos que no les corresponderían. Fundamento que, sin embargo,
escasamente sirve frente a unas Comunidades Autónomas que resultan tam-
bién competentes sobre los otros posibles objetos afectados. Es decir, si un
terreno no es monte, no por ello dejará de situarse bajo la competencia
autonómica sobre la ordenación del territorio, el urbanismo o la agricul-
tura. Con lo cual, la Comunidad Autónoma que amplía el concepto de
monte, en realidad lo está haciendo a costa del ámbito de sus propias com-
petencias territoriales, urbanísticas o agrícolas.
Bajo la óptica de las categorías jurídicas, una de las novedades más destaca-
das de la nueva Ley de Montes es, sin duda, la figura de los montes demania-
les. Dentro de los montes públicos, la Ley integra en el dominio público a
los montes catalogados, los montes comunales y otros montes afectados a
un uso o servicio público (art. 12.1), considerando, en cambio, montes patri-
moniales a <dosde propiedad pública que no sean demaniales» (art. 12.2).
Con la formación del dominio público forestal se pretende dar «el máximo
grado de integridad y permanencia al territorio público forestal de mayor
En relación con los montes comunales sorprende que la nueva Ley de Mon-
tes los integre en el dominio público «en tanto su aprovechamiento corres-
ponda al común de los vecinos» (art. 12.1.b). Ciertamente, los comunales
son bienes demaniales de titularidad municipal cuyo aprovechamiento co-
rresponde al común de los vecinos (arts. 79. 3 Y80.1 Ley 7/1985, de 2 abril,
Básica del Régimen Local), pero la falta del aprovechamiento común no
determina directamente su desafectación, como parece sugerir la locución
«en tanto».
Por otra parte, difícilmente parece aplicable a los montes comunales el régi-
men de usos generales (libres), especiales (sujetos a autorización) y privati-
vos (necesitados de concesión) previsto con carácter general para el domi-
nio público forestal (art. 15 Ley de Montes de 2003). El aprovechamiento y
disfrute de los montes comunales debe seguir el régimen tradicional, que
prioriza su explotación colectiva o implica, en caso de imposibilidad de dis-
frute general simultáneo, seguir la costumbre u ordenanza local y, en su
defecto, otras modalidades vinculadas a los vecinos (p. ej.: art. 75 Texto
Refundido del Régimen Local, aprobado por RDLeg 781/1986, de 18 abril).
Incluso si se interpreta que el régimen de usos del dominio público forestal
debe añadirse al régimen de usos de los bienes comunales, parece superfluo
exigir en todo caso el sistema de racionalización de los aprovechamientos
del dominio público forestal, cuando no siempre concurrirán en los montes
comunales razones forestales para su especial protección.
En cuanto al supuesto de los montes públicos afectados a un uso o servicio
público, debe resaltarse que se tratará de afectaciones carentes también de
interés forestal. Por ello, no acaba de comprenderse la razón de incluirlos
nada menos que en el dominio público forestal.
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FERNANDO LÓPEZ RAMÓN
42 Véase Adel BEN YOUSSEF, «Gestion durable des forets: la pertinence du recours aux
instruments de marché», en las actas del coloquio La foret a l'aube du XXleme siecle, cit.,
pg.3.
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CRÍTICA JURÍDICA DE LA NUEVA LEY DE MONTES
que los sistemas de certificación forestal son instrumentos de mercado para mejorar el
conocimiento de los consumidores respecto al valor medioambiental de la explotación
sostenible de los bosques y para estimular la utilización de la madera y de los productos
forestales como materia prima respetuosa del medio ambiente y renovable, y que los
sistemas de certificación deben ser comparables y los requisitos que exijan deben ser
compatibles con principios internacionalmente reconocidos de gestión sostenible de los
bosques. Asimismo, deben satisfacer condiciones relativas a su carácter voluntario, credibi-
lidad, transparencia, relación coste-eficacia, libre acceso y el carácter no discriminatorio
con respecto a los tipos de bosques y las categorías de propietarios de bosques, y, conside-
rando que un punto esencial para garantizar la credibilidad debe ser el control indepen-
diente de la explotación de los bosques, invita a la Comisión a que examine la posibilidad
de una acción a escala de la Unión Europea».
Entre los sistemas de certificación forestal de mayor prestigio se encuentra el del
«Forest Stewardship Council», asociación sin ánimo de lucro constituida en 1993 por
representantes de diversos grupos: organizaciones no gubernamentales, grupos de pro-
ductores y comerciantes de madera y organizaciones certificadoras de productos foresta-
les. El FSC acredita a Entidades de Certificación, las cuales, a través de un proceso de
evaluación regido por estándares previamente establecidos, garantizan al consumidor que
la madera u otros productos forestales proceden de un bosque gestionado de manera
responsable y sostenible. Con fecha 4 noviembre 2003 en el sistema del FCE había 560
bosques certificados, con una superficie total de casi 40 millones de hectáreas en 57
países, entre ellos España, aunque con un solo bosque certificado (de 449 hectáreas).
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BIBLIOGRAFIA
,r.