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RESPONSABILIDAD DE LAS ONG QUE ESTABLECEN NORMAS Y DE

LOS ORGANISMOS DE ACREDITACIÓN

Bendell (2000) insiste en que los programas de certificación y normas constituyen


solo una parte integrante de un hecho más significativo. Las empresas mundiales no
cuentan con una fuerza efectiva que solo haga contrapeso a las normas ambientales
vigentes o a los sindicatos mundiales de trabajadores. Al mismo tiempo, en la mayoría de
los países desarrollados la identidad personal está cada vez más determinada por la manera
como se gasta el dinero y el tiempo. Las ONG que establecen normas representan un
«movimiento de consumidores» que exigen a las empresas mejores prácticas ambientales y
sociales. Bendell identifica cuatro tipos de actividades de las ONG que pueden inducir al
cambio: la presión (campañas), la promoción (investigación y asesoría), la facilitación y la
realización. Los programas que establecen normas y etiquetado son facilitadores y
promotores de cambio, que ofrecen incentivos de mercado para cambiar o proporcionar un
modelo comercial alternativo (comercio justo).

Sin embargo, el control que ejerce la sociedad civil mediante la actividad de las
ONG como contrapeso frente a las empresas mundiales, tiene sus límites. En primer lugar,
la legislación, a través de la certificación y el etiquetado, favorece a aquellos consumidores
que cuentan con los recursos económicos para elegir productos éticos más costosos. En este
caso, este tipo de legislación tendería a favorecer sus intereses específicos.

En segundo lugar, las ONG tienen sus propios problemas en cuanto a


responsabilidad (Simmons, 1998). Es comprensible que los sindicatos no siempre tengan
una buena opinión de las normas de responsabilidad social o de los programas de
certificación elaborados por las ONG. Ellos se ven a sí mismos como los verdaderos
representantes de los trabajadores, pero éstos pueden no estar directamente representados
en las ONG que establecen las normas. Sólo cuando los programas de certificación cedan
más espacio a las organizaciones de los trabajadores y a la negociación colectiva, será
posible reconocer el papel complementario que tales ONG puedan jugar.
La responsabilidad ante los interesados podría asegurarse - aunque no
necesariamente - mediante la condición de miembro de las ONG o de sus juntas asesoras.
En todo caso es importante involucrar a los actores que se verán directamente afectados en
el proceso de establecimiento de normas, como ya se ha dicho. La responsabilidad ante los
consumidores puede ser mejorada mediante la transparencia, publicando información
referente al contenido de la norma, la verificación de los métodos y de la organización y, en
el caso del etiquetado, mediante sellos que tengan sentido.

En el sistema ISO, la acreditación está separada del proceso que establece normas y,
como resultado, la ISO no tiene control sobre el uso de sus normas (por ejemplo ISO
14001). Aunque se eviten los conflictos de interés existe la desventaja de que si la
verificación no es concienzuda, la norma puede perder su sentido en la práctica, y el
organismo establecedor no tiene la forma de mejorar la situación.

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