Region Parotidea y Pterigopalatina

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globo ocular al abrirse y cerrarse, lo que extiende una película humectante y lubrificante de líquido lagrimal dentro del

saco. El líquido se secreta en el fórnix superior lateral del saco y se disemina por la parte anterior del globo ocular por
la acción de la gravedad y el parpadeo, con el fin de limpiar la córnea y proporcionarle nutrientes y oxígeno al empujar
el líquido hacia el ángulo medial del ojo. El líquido y las sustancias irritantes que contiene se acumulan en el lago
lagrimal. Desde aquí drenan por capilaridad, a través de los puntos lagrimales superior e inferior, a los conductillos
lagrimales, que pasan al saco lagrimal. El saco drena por vía del conducto nasolagrimal a la cavidad nasal, donde el
líquido fluye posteriormente y luego se deglute. Aunque el saco conjuntival se abre anteriormente por vía de la
hendidura palpebral, el líquido lagrimal acuoso no atraviesa la barrera lipídica secretada por las glándulas tarsales en
los bordes de la hendidura, a menos que se produzca en exceso, como durante el llanto.
Globo ocular. El globo ocular contiene el aparato óptico del sistema visual. Presenta una estructura trilaminar con: 1)
una capa externa fibrosa de soporte, compuesta por la esclera, opaca, y la córnea anterior, transparente; 2) una capa
vascular media, que se compone de la coroides (encargada principalmente de nutrir los conos y bastones de la retina), el
cuerpo ciliar (que produce el humor acuoso y ajusta la lente) y el iris (que protege la retina), y 3) una capa interna que
consta de las porciones óptica y ciega de la retina. La córnea es el principal elemento de refracción del globo ocular; la
lente efectúa los ajustes del enfoque. La estimulación parasimpática del cuerpo ciliar reduce la tensión de la lente y
permite su engrosamiento para la visión próxima. La relajación del cuerpo ciliar en ausencia de estímulos estira la lente
y la adelgaza para la visión lejana. La estimulación parasimpática también contrae el esfínter de la pupila, que cierra la
pupila en respuesta a la luz intensa. La estimulación simpática del dilatador de la pupila abre la pupila para admitir más
luz. El segmento anterior del globo ocular está lleno del humor acuoso, elaborado por los procesos ciliares de la
cámara posterior. El humor acuoso atraviesa la pupila hacia la cámara anterior y se absorbe por la circulación venosa
en el seno venoso de la esclera. El segmento posterior, o cámara vítrea, está lleno del humor vítreo, que mantiene la
forma del ojo, transmite la luz y conserva la retina en su lugar contra la coroides.
Músculos extrínsecos del globo ocular. Hay siete músculos extrínsecos: cuatro rectos, dos oblicuos y un elevador del
párpado superior. Seis músculos se originan en el vértice de la órbita; los cuatro músculos rectos salen de un anillo
tendinoso común. Sólo el oblicuo inferior surge anteriormente en la órbita. El elevador del párpado superior efectúa
la acción que indica su nombre. El músculo liso asociado (músculo tarsal superior) ensancha aún más la hendidura
palpebral durante las respuestas simpáticas; se produce ptosis en ausencia de inervación simpática de la cabeza
(síndrome de Horner). Con los ojos en aducción (convergencia), como en la lectura de cerca, los músculos oblicuos
superior e inferior producen descenso y elevación, respectivamente, con dirección de la mirada hacia abajo o arriba de
la página. La coordinación de los músculos extrínsecos contralaterales es necesaria para dirigir la mirada en una
determinada dirección.
Nervios de la órbita. Todos los músculos de la órbita reciben inervación del NC III, excepto el oblicuo superior y el
recto lateral, inervados por los NC IV y VI, respectivamente.
Vascularización de la órbita. La circulación extraocular proviene principalmente de las arterias oftálmica (carótida
interna) e infraorbitaria (carótida externa); esta última irriga estructuras próximas al suelo de la órbita. Las venas
oftálmicas superior e inferior drenan anteriormente en la vena facial, posteriormente en el seno cavernoso e inferiormente
en el plexo venoso pterigoideo. La circulación intraocular se realiza sólo a partir de la arteria oftálmica, con la arteria
central de la retina que irriga toda la retina a excepción de la capa de conos y bastones, nutrida por la lámina
coroidocapilar de la coroides. Las estructuras ciliares del iris reciben sangre de las arterias ciliares anteriores (desde
las ramas de la arteria oftálmica al músculo recto) y de dos arterias ciliares posteriores largas. Múltiples arterias
ciliares posteriores cortas irrigan la coroides. Las venas vorticosas superior e inferior drenan los globos oculares a las
venas oftálmicas respectivas.

REGIONES PAROTÍDEA Y TEMPORAL, FOSA INFRATEMPORAL Y ARTICULACIÓN


TEMPOROMANDIBULAR

Región parotídea
La región parotídea es la parte posterolateral de la región facial (v. fig. 7-23 A), limitada por:
• El arco cigomático superiormente.
• El oído externo y el borde anterior del esternocleidomastoideo posteriormente.
• La rama de la mandíbula medialmente.
• El borde anterior del músculo masetero anteriormente.
• El ángulo y el borde inferior de la mandíbula inferiormente.
La región parotídea comprende la glándula parótida y su conducto, el plexo parotídeo del nervio facial (NC VII), la vena
retromandibular, la arteria carótida externa y el músculo masetero.
GLÁNDULA PARÓTIDA
La glándula parótida es la mayor de las tres glándulas salivares pares. Desde el punto de vista funcional, parece lógico
estudiar las tres glándulas simultáneamente en asociación con la anatomía de la boca. Sin embargo, desde un punto de vista
anatómico, sobre todo en los cursos de disección, la glándula parótida suele examinarse durante la disección de la cara, o
justo después, al exponer el nervio facial. Aunque el plexo parotídeo del nervio facial (NC VII) se halla inmerso en la
glándula parótida, los ramos que se extienden fuera de ella para inervar los músculos de la expresión facial se encuentran
durante la disección de la cara, y se han descrito e ilustrado en la página 853. La disección de la región parotídea debe
completarse antes de disecar la región infratemporal y los músculos de la masticación o el triángulo carotídeo del cuello. La
glándula submandibular se encuentra principalmente durante la disección del triángulo submandibular del cuello, y las
glándulas sublinguales al disecar el suelo de la boca.
La glándula parótida está rodeada por una cápsula fascial fuerte y resistente, la fascia (vaina o cápsula) parotídea, que
deriva de la lámina superficial. de la fascia cervical profunda (figs. 7-65, 8-4 y 8-16). La glándula tiene una forma triangular
porque el área que ocupa, el lecho parotídeo, es anteroinferior al conducto auditivo externo, donde forma una cuña entre la
rama de la mandíbula y el proceso mastoides (figs. 7-23 A y C, y 7-65). El tejido adiposo situado entre los lóbulos de la
glándula le confiere la flexibilidad necesaria para acomodarse al movimiento de la mandíbula. El vértice de la glándula
parótida es posterior al ángulo de la mandíbula, y su base guarda relación con el arco cigomático. La superficie lateral
subcutánea de la parótida es casi plana.
E l conducto parotídeo discurre horizontalmente desde el borde anterior de la glándula (fig. 7-65). Al llegar al borde
anterior del masetero, el conducto gira medialmente, atraviesa el buccinador y penetra en la cavidad bucal por un pequeño
orificio, frente al 2.o molar maxilar. Inmersos en el parénquima de la glándula parótida, desde la superficie a la profundidad,
se hallan el plexo parotídeo del nervio facial (NC VII) y sus ramos (figs. 7-23 A y C, y 7-65), la vena retromandibular y la
arteria carótida externa. Sobre la fascia parotídea y dentro de la glándula se encuentran los nódulos linfáticos parotídeos.
INERVACIÓN DE LA GLÁNDULA PARÓTIDA Y ESTRUCTURAS RELACIONADAS
Aunque el plexo parotídeo del NC VII se halla inmerso en la glándula, no la inerva. El nervio auriculotemporal, un ramo del
NC V3, está estrechamente relacionado con la glándula parótida y discurre superiormente a ella, junto a los vasos temporales
superficiales. El nervio auriculotemporal y el nervio auricular mayor, un ramo del plexo cervical, que está compuesto por
fibras de los nervios espinales C2 y C3, inervan la fascia parotídea (v. fig. 7-65) y la piel suprayacente.

FIGURA 7-65. Relaciones de la glándula parótida. Un corte transversal a través del lecho de la glándula parótida muestra la relación de ésta con las estructuras
circundantes. La glándula se encuentra profundamente entre la rama de la mandíbula, flanqueada anteriormente por los músculos de la masticación y posteriormente por el
proceso mastoides y el músculo esternocleidomastoideo. Las dimensiones del lecho parotídeo cambian con los movimientos de la mandíbula. La arteria carótida externa y
el plexo periarterial, la vena retromandibular y el plexo parotídeo del nervio facial (NC VII) quedan incluidos dentro de la propia glándula. El conducto parotídeo discurre
medialmente por el borde anterior del músculo masetero y atraviesa el músculo buccinador.

El componente parasimpático del nervio glosofaríngeo (NC IX) aporta fibras secretoras presinápticas al ganglio ótico (fig.
7-66). Las fibras parasimpáticas postsinápticas discurren desde el ganglio a la glándula, vehiculadas por el nervio
auriculotemporal. La estimulación de las fibras parasimpáticas produce una secreción salivar acuosa y ligera. Las fibras
simpáticas derivan de los ganglios cervicales a través del plexo nervioso carotídeo externo, sobre la arteria carótida externa
( v. fig. 7-65). La actividad vasomotora de estas fibras puede reducir la secreción de la glándula. Las fibras nerviosas
sensitivas llegan a la glándula a través de los nervios auricular mayor y auriculotemporal.

Región temporal
La región temporal incluye el área lateral del cuero cabelludo y los tejidos blandos profundos que cubren la fosa temporal
del cráneo, superiormente al arco cigomático (figs. 7-14 y 7-67 A, recuadro). La fosa temporal, ocupada principalmente por
la porción superior del músculo temporal, está limitada (figs. 7-1 A y 7-67 A):
• Posterior y superiormente, por las líneas temporales.
• Anteriormente, por los huesos frontal y cigomático.
• Lateralmente, por el arco cigomático.
• Inferiormente, por la cresta infratemporal (fig. 7-67 B).
E l suelo de la fosa temporal está constituido por partes de los cuatro huesos que forman el pterión: frontal, parietal,
temporal y ala mayor del esfenoides. El músculo temporal, en forma de abanico, se origina en el suelo óseo y la fascia
temporal suprayacente (fig. 7-68), que constituye el techo de la fosa temporal. Esta potente fascia cubre el temporal y se
inserta superiormente en la línea temporal superior. Inferiormente, la fascia se desdobla en dos capas, que se insertan en las
caras lateral y medial del arco cigomático. Además, la fascia temporal se fija superiormente en el arco cigomático. Cuando el
potente músculo masetero, que se inserta en el borde inferior del arco, se contrae y ejerce una fuerte tracción hacia abajo
sobre el arco cigomático, la fascia temporal aporta resistencia.

FIGURA 7-66. Inervación de la glándula parótida.

Fosa infratemporal
La fosa infratemporal es un espacio de forma irregular situado profunda e inferiormente al arco cigomático, profundamente a
la rama de la mandíbula y posteriormente al maxilar (fig. 7-67 B). Comunica con la fosa temporal a través del espacio entre el
(profundamente al) arco cigomático y (superficialmente a) los huesos del cráneo.
Los límites de la fosa infratemporal son (fig. 7-67):
• Lateralmente, la rama de la mandíbula.
• Medialmente, la lámina lateral de el proceso pterigoide.
• Anteriormente, la cara posterior del maxilar.
• Posteriormente, la placa timpánica y los procesos mastoides y estiloides del hueso temporal.
• Superiormente, la cara inferior (infratemporal) del ala mayor del esfenoides.
• Inferiormente, el punto de inserción del músculo pterigoideo medial en la mandíbula, cerca de su ángulo (v. fig. 7-72 D).
La fosa infratemporal contiene (figs. 7-68 a 7-70):
• La parte inferior del músculo temporal.
propiamente dicha, más profunda (interna a las mandíbulas y a los arcos dentarios). La cavidad bucal (y especialmente
el vestíbulo) está limitada por los labios y las mejillas, que son repliegues musculofibrosos flexibles y dinámicos que
contienen músculos, vasos y nervios y glándulas mucosas, cubiertos superficialmente por la piel y profundamente por la
mucosa bucal. Las mejillas incluyen también los cuerpos adiposos de las mejillas.
Dientes. Las potentes porciones alveolares del maxilar y la mandíbula contienen, en secuencia, dos series de dientes
(20 deciduos y 32 permanentes). Las coronas de los dientes emergen de las encías, y las raíces están enclavadas en los
alvéolos dentarios mediante el periodonto. Los maxilares y sus dientes, encías y el vestíbulo adyacente reciben
ramificaciones del nervio maxilar (NC V2), una arteria y las venas satélites. Los mismos elementos en la mandíbula
están inervados por el nervio mandibular (NC V3) y los vasos alveolares inferiores.
Paladar. El techo de la cavidad bucal propiamente dicha está formado por los paladares duro (dos tercios anteriores)
y blando (tercio posterior); este último es un colgajo sometido a control, que permite o limita la comunicación con la
cavidad nasal. La mucosa del paladar duro incluye abundantes glándulas palatinas. Ramas de las arterias maxilar
(arterias palatinas mayor y menor) y facial (arteria palatina ascendente) irrigan el paladar; las venas drenan en el plexo
pterigoideo. El paladar recibe inervación sensitiva del nervio maxilar (NC V2); los músculos del paladar blando
reciben inervación motora del plexo faríngeo (NC X) y de un ramo del nervio mandibular (NC V3) para el tensor del velo
del paladar.
Lengua. La lengua es una masa de músculo estriado que recibe inervación del NC XII y está revestida por una mucosa
especializada con papilas linguales. Ocupa la mayor parte de la cavidad bucal cuando la boca está cerrada. Los
músculos extrínsecos controlan principalmente la posición de la lengua, mientras que los músculos intrínsecos controlan
sobre todo su forma, para manejar los alimentos durante la masticación y la deglución, y para el habla. Posee una
elevada sensibilidad; cuatro nervios craneales le aportan fibras sensitivas. El surco terminal divide la lengua en dos
tercios anteriores, que reciben la sensibilidad general del nervio lingual (NC V3) y fibras gustativas del NC VII, y un
tercio posterior que recibe toda la inervación sensitiva del NC IX. En las inmediaciones de la epiglotis, el NC X
proporciona inervación sensitiva general y especial.
Glándulas salivares. Secretan saliva para iniciar la digestión, al facilitar la masticación y la deglución. La glándula
parótida, la de mayor tamaño, recibe inervación parasimpática del NC IX por vía del ganglio ótico. Las glándulas
submandibular y sublingual reciben inervación parasimpática del NC VII por vía de la cuerda del tímpano, el nervio
lingual y el ganglio submandibular. Sus conductos se abren en la cavidad bucal bajo la lengua.

FOSA PTERIGOPALATINA
La fosa pterigopalatina es un pequeño espacio piramidal, inferior al vértice de la órbita y medial a la fosa infratemporal (fig.
7-97). Está situada entre el proceso pterigoides del esfenoides posteriormente y la cara posterior redondeada del maxilar
anteriormente. La frágil lámina perpendicular del hueso palatino forma su pared medial. El techo incompleto de la fosa
pterigopalatina está constituido por una continuación medial de la cara infratemporal del ala mayor del esfenoides. El suelo
está formado por el proceso piramidal del hueso palatino. Su amplio extremo superior se abre anterosuperiormente en la
fisura orbitaria inferior; su extremo inferior es estrecho y se continúa con los conductos palatinos mayor y menor. La fosa
se comunica a través de muchas vías, con entrada y salida de nervios y vasos desde o hacia la mayor parte de los principales
compartimentos del viscerocráneo (fig. 7-98 A).
El contenido de la fosa pterigopalatina (fig. 7-98 B y C) consiste en:
• La porción terminal (pterigopalatina o tercera) de la arteria maxilar y las porciones iniciales de sus ramas, así como las
venas satélites (tributarias del plexo venoso pterigoide).
• El nervio maxilar (NC V2), relacionado con el ganglio pterigopalatino. Se considera que los ramos que surgen del ganglio en
el interior de la fosa son ramos del nervio maxilar.
• Vainas vasculonerviosas de los vasos y nervios, y una matriz adiposa, que ocupan todo el espacio restante.

Porción pterigopalatina de la arteria maxilar


La arteria maxilar, una rama terminal de la arteria carótida externa, discurre anteriormente a través de la fosa infratemporal,
como se ha descrito previamente (p. 921). La porción pterigopalatina de la arteria maxilar, o tercera porción (localizada
anteriormente al músculo pterigoideo lateral), discurre medialmente a través de la fisura pterigomaxilar y penetra en la fosa
pterigopalatina (figuras 7-98 B y 7-99 A). La arteria se sitúa anteriormente al ganglio pterigopalatino y emite ramas que
acompañan a todos los nervios que entran y salen de dicha fosa, con muchos de los cuales comparten su denominación (v.
tabla 7-12).

Nervio maxilar
El nervio maxilar discurre anteriormente a través del foramen redondo y penetra en la fosa pterigopalatina por su pared
posterior (figs. 7-98 C, 7-99 B y 7-100 C). Dentro de la fosa, el nervio maxilar da origen al nervio cigomático, que se divide
en los nervios cigomaticofacial y cigomaticotemporal (figs. 7-99 B y 7-100 A). Estos nervios, que surgen del hueso
cigomático a través de los forámenes craneales homónimos, aportan la sensibilidad general a la región lateral de la mejilla y
la sien. El nervio cigomaticotemporal también da origen a un ramo comunicante, que lleva fibras parasimpáticas
postsinápticas secretomotoras a la glándula lagrimal por medio del nervio lagrimal del NC V1, que hasta ese punto es
puramente sensitivo (fig. 7-100 A y B). Todavía en la fosa pterigopalatina, el nervio maxilar emite además los dos ramos
ganglionares para el ganglio pterigopalatino (raíces sensitivas del ganglio pterigopalatino), que sustentan el ganglio
pterigopalatino parasimpático en la parte superior de la fosa pterigopalatina (figs. 7-98 C y 7-100 A). Los nervios
pterigopalatinos transportan fibras sensitivas generales del nervio maxilar, que atraviesan el ganglio pterigopalatino sin hacer
sinapsis e inervan la nariz, el paladar y la faringe (fig. 7-100 C). El nervio maxilar abandona la fosa pterigopalatina a través
de la fisura orbitaria inferior, después de lo cual se denomina nervio infraorbitario (figs. 7-98 C y 7-99 B).

FIGURA 7-97. Fosas temporal, infratemporal y pterigopalatina. La fosa pterigopalatina se observa medial a la fosa infratemporal a través de la fisura
pterigomaxilar, entre el proceso pterigoides y el maxilar. El foramen esfenopalatino es una abertura en la cavidad nasal en la parte superior del hueso palatino.

Las fibras parasimpáticas del ganglio pterigopalatino proceden del nervio facial a través de su primer ramo, el nervio
petroso mayor (figs. 7-98 C y 7-100 A y B), que se une al nervio pe troso profundo a su paso por el foramen rasgado para
formar el nervio del conducto pterigoideo, que discurre anteriormente a través de este conducto hasta la fosa pterigopalatina.
Las fibras parasimpáticas del nervio petroso mayor hacen sinapsis en el ganglio pterigopalatino.
El nervio petroso profundo es un nervio simpático que surge del plexo periarterial de la carótida interna cuando ésta
sale del conducto carotídeo (figs. 7-98 C y 7-100 A y C). Transporta fibras postsinápticas de los cuerpos neuronales del
ganglio simpático cervical superior al ganglio pterigopalatino, mediante su unión con el nervio del conducto pterigoideo.
Las fibras no hacen sinapsis en el ganglio, sino que lo atraviesan y pasan directamente a los ramos (del NC V2) que salen de él
(fig. 7-100 C). Las fibras simpáticas postsinápticas pasan a las glándulas palatinas y mucosas de la cavidad nasal y la porción
superior de la faringe.
FIGURA 7-98. Fosa pterigopalatina: comunicaciones y contenido. A) Comunicaciones de la fosa pterigopalatina y vías de paso por donde las estructuras entran y
salen de ella. B) Distribución de las ramas de la porción pterigopalatina de la arteria maxilar. C) Ramos del nervio maxilar y el ganglio pterigopalatino entran y salen de la
fosa.

FIGURA 7-99. Abordaje orbitario del contenido de la fosa pterigopalatina. A) La porción pterigopalatina (3.a) de la arteria maxilar se encuentra por delante del
músculo pterigoideo lateral (tabla 7-12). Las ramas de esta tercera porción se originan justo antes de entrar y en el interior de la fosa pterigopalatina. B) El nervio maxilar
(NC V2) atraviesa la pared posterior de la fosa pterigopalatina a través del foramen redondo, proporcionando dos ramos al ganglio pterigopalatino en el interior de la fosa.
Los ramos que surgen del ganglio se consideran ramos del NC V2.
FIGURA 7-100. Ganglio pterigopalatino. A) Nervios que intervienen en la conducción de fibras nerviosas hacia y desde el ganglio. B y C) El nervio del conducto
pterigoideo conduce fibras parasimpáticas presinápticas desde el nervio facial (a través de su ramo, el nervio petroso mayor) hasta el ganglio, donde establecerán sinapsis
con fibras postsinápticas. El nervio del conducto pterigoideo también conduce fibras simpáticas postsinápticas hasta el ganglio desde el plexo carotídeo interno (a través del
nervio petroso profundo). Fibras sensitivas alcanzan el ganglio a través de ramos pterigopalatinos del nervio maxilar, NC V 2). Fibras parasimpáticas postsinápticas
secretomotoras y fibras simpáticas postsinápticas vasoconstrictoras se distribuyen hacia las glándulas lagrimales, nasales, palatinas y faríngeas. Del mismo modo, se
distribuyen fibras sensitivas hacia la mucosa de la cavidad nasal, el paladar y la parte más superior de la faringe.

FOSA PTERIGOPALATINA
Vía transantral a la fosa pterigopalatina

El abordaje quirúrgico a la fosa pterigopalatina, situada profundamente, se logra a través del seno maxilar. Después
de elevar el labio superior, se atraviesan la encía maxilar y la pared anterior del seno y se penetra en éste. A continuación
se perfora la pared posterior lo necesario para abrir la pared anterior de la fosa pterigopalatina. En los casos de epistaxis
(hemorragia nasal) crónica, puede ligarse la tercera porción de la arteria maxilar en la fosa para controlar las hemorragias.

Puntos fundamentales

FOSA PTERIGOPALATINA
La fosa pterigopalatina es un importante centro de distribución de los ramos del nervio maxilar y la porción
pterigopalatina (3.a) de la arteria maxilar. Está localizada entre la fosa infratemporal, la cavidad nasal, la órbita, la fosa
craneal media, la bóveda faríngea, el seno maxilar y la cavidad bucal (paladar), y se comunica con todos ellos. La fosa
pterigopalatina contiene el nervio maxilar (NC V2), el ganglio pterigopalatino parasimpático, la 3.a porción de la arteria
maxilar y las venas satélites, así como una matriz adiposa circundante.

NARIZ
La nariz es la parte del tracto respiratorio superior al paladar duro y contiene el órgano periférico del olfato. Incluye la nariz
propiamente dicha y la cavidad nasal, que está dividida en cavidades derecha a izquierda por el tabique nasal (fig. 7-101 A).
Las funciones de la nariz son la olfacción, la respiración, la filtración del polvo, la humidificación del aire inspirado, y la
recepción y la eliminación de las secreciones procedentes de los senos paranasales y los conductos nasolagrimales.

Nariz propiamente dicha


La nariz propiamente dicha es la porción visible que sobresale de la cara; su esqueleto es en gran parte cartilaginoso (fig. 7-
101 B). La nariz varía considerablemente de tamaño y forma, debido sobre todo a diferencias en los cartílagos. El dorso de la
nariz se extiende desde la raíz de la nariz hasta el vértice (punta). La superficie inferior de la nariz está atravesada por dos
aberturas piriformes, las narinas (orificios nasales, orificios nasales anteriores), que están limitadas lateralmente por las alas
de la nariz. La parte ósea superior de la nariz, incluida su raíz, está cubierta por piel delgada.
La piel sobre la parte cartilaginosa de la nariz es más gruesa y contiene numerosas glándulas sebáceas. La piel llega hasta el
vestíbulo nasal (fig. 7-103 A), donde posee un número variable de pelos rígidos (vibrisas) que, al estar habitualmente
húmedos, filtran las partículas de polvo existentes en el aire que entra en la cavidad nasal. La unión de la piel y la mucosa está
más allá de la zona provista de estos pelos.
ESQUELETO DE LA NARIZ
El esqueleto de soporte de la nariz se compone de hueso y cartílago hialino. La porción ósea de la nariz (figs. 7-101 B y 7-
102) consiste en los huesos nasales, los procesos frontales de los maxilares, la porción nasal del hueso frontal y su espina
nasal, y las porciones óseas del tabique nasal. La porción cartilaginosa de la nariz está compuesta por cinco cartílagos
principales: dos laterales, dos alares y un cartílago del tabique nasal. Los cartílagos alares, en forma de U, son libres y
móviles; dilatan o contraen las narinas cuando se contraen los músculos que actúan sobre la nariz.

FIGURA 7-101. Nariz. A) Anatomía de superficie de la nariz, que está fijada a la frente por su raíz. El borde redondeado entre el vértice y la raíz se denomina dorso de
la nariz. B) Se han traccionado hacia abajo los cartílagos de la nariz para exponer los cartílagos accesorios. Los cartílagos nasales laterales se han fijado mediante suturas
a los huesos nasales, y se continúan con el cartílago del tabique nasal.

TABIQUE NASAL
El tabique nasal divide la nariz en dos cavidades nasales. El tabique posee una parte ósea y un parte cartilatinosa, blanda y
móvil. Los principales componentes del tabique nasal son la lámina perpendicular del etmoides, el vómer y el cartílago del
tabique. La delgada lámina perpendicular del hueso etmoides, que constituye la parte superior del tabique nasal, desciende
desde la lámina cribosa y se continúa, superiormente a esta lámina, con la crista galli. El vómer, un hueso delgado y plano,
forma la porción posteroinferior del tabique nasal, con una cierta contribución de las crestas nasales de los huesos maxilar y
palatino. El cartílago del tabique posee una articulación tipo esquindilesis (ranuradiente) con los bordes del tabique óseo.

FIGURA 7-102. Paredes lateral y medial (septal) del lado derecho de la cavidad nasal. Se han separado las paredes, mostrándose como páginas adyacentes de un
libro. La vista medial muestra la pared lateral derecha de la cavidad nasal, y la vista lateral muestra el tabique nasal. Éste cuenta con una parte dura (ósea), localizada
profundamente (posteriormente), donde está protegida, y una parte blanda y móvil, localizada superficialmente (anteriormente), sobre todo en la parte externa y vulnerable
de la nariz.

Cavidades nasales
El término cavidad nasal se refiere a la totalidad o a sus mitades derecha o izquierda, según el contexto. Las cavidades
nasales tienen su entrada anteriormente a través de las narinas, y posteriormente se abren en la nasofaringe por las coanas (v.
fig. 7-9). La mucosa tapiza las cavidades nasales, excepto el vestíbulo nasal, que está recubierto de piel (fig. 7-103 A).
La mucosa nasal está firmemente unida al periostio y al pericondrio de los huesos y cartílagos de soporte de la nariz. La
mucosa se continúa con el revestimiento de todas las cámaras con que se comunican las cavidades nasales: la nasofaringe
posteriormente, los senos paranasales superiormente y lateralmente, y el saco lagrimal y la conjuntiva superiormente. Los dos
tercios inferiores de la mucosa nasal forman el área respiratoria, y el tercio superior la olfatoria (fig. 7-106 B). El aire que
pasa por el área respiratoria se calienta y humedece antes de pasar a través del resto de la vía respiratoria superior hacia los
pulmones. El área olfatoria contiene el órgano periférico del olfato; la acción de olfatear transporta el aire hacia esa zona.
LÍMITES DE LAS CAVIDADES NASALES
Las cavidades nasales tienen techo, suelo y paredes medial y lateral.
• El techo de las cavidades nasales es curvo y estrecho excepto en su extremo posterior, donde está formado por el cuerpo
hueco del esfenoides. Está dividido en tres partes (frontonasal, etmoidal y esfenoidal), según los huesos que las constituyen
(fig. 7-102).
• El suelo de las cavidades nasales es más ancho que el techo y está formado por los procesos palatinos del maxilar y las
láminas horizontales del hueso palatino.• La pared medial de las cavidades nasales está formada por el tabique nasal.
• La pared lateral de las cavidades nasales es irregular debido a la presencia de tres láminas óseas, las conchas o cornetes
nasales, que se proyectan inferiormente, de un modo algo parecido a las lamas de una persina (figs. 7-102 A, 7-103 y 7-
108).
CARACTERÍSTICAS DE LAS CAVIDADES NASALES
Las conchas o cornetes nasales (superior, medio e inferior) se curvan inferomedialmente y cuelgan a modo de lamas o
cortinas cortas desde la pared lateral. Las conchas o cornetes de muchos mamíferos (especialmente los corredores y los que
viven en ambientes extremos) se hallan muy enroscadas a modo de rollos que ofrecen una superficie muy amplia para el
intercam bio de calor. En la especie humana, con cornetes nasales simples a modo de láminas, y en los animales con cornetes
complejos, existe un receso o meato nasal (pasajes en la cavidad nasal) bajo cada una de las formaciones óseas. Así pues, la
cavidad nasal está dividida en cinco pasajes: un receso esfenoetmoidal situado posterosuperiormente, tres meatos nasales
(superior, medio e inferior) situados lateralmente, y un meato nasal común localizado medialmente, en el cual se abren los
cuatro pasajes laterales. La concha o cornete inferior es el más largo y ancho de la concha, y está formado por un hueso
independiente homónimo (concha inferior) recubierto de una mucosa que contiene grandes espacios vasculares que pueden
agrandarse para controlar el calibre de la cavidad nasal. Las conchas o cornetes medio y superior son procesos mediales del
hueso etmoides. En los procesos infecciosos o irritativos, la mucosa que recubre los cornetes puede quedar tumefacta
rápidamente, con bloqueo del paso nasal en ese lado.

FIGURA 7-103. Pared lateral de la cavidad nasal de la mitad derecha de la cabeza. A) Los cornetes nasales inferior y medio, que se curvan medialmente e
inferiormente desde la pared lateral, dividen la pared en tres partes casi iguales y cubren los meatos nasales inferior y medio, respectivamente. El cornete nasal superior es
pequeño y anterior al seno esfenoidal, y el cornete nasal medio presenta un borde inferior angulado y termina inferior al seno esfenoidal. El cornete nasal inferior muestra
un borde inferior ligeramente curvado, y termina inferior al cornete nasal medio, alrededor de 1 cm anteriormente al orificio de la tuba auditiva (aproximadamente, la
anchura de la lámina medial de la pterigoides). B) Esta disección de la pared lateral de la cavidad nasal muestra las comunicaciones a través de la pared lateral de la
cavidad nasal. Se han extirpado partes de los cornetes nasales superior, medio e inferior. El seno esfenoidal ocupa el cuerpo del esfenoides; su orificio, superior a la mitad
de su pared anterior, se abre en el receso esfenoetmoidal. Los orificios de las celdillas etmoidales anteriores, medias y posteriores se abren en el meato nasal superior, el
meato nasal medio y el hiato semilunar, respectivamente.

El receso esfenoetmoidal, situado posterosuperiormente al cornete superior, recibe la abertura del seno esfenoidal, una
cavidad llena de aire en el cuerpo del esfenoides. El meato nasal superior es un estrecho pasaje entre los cornetes nasales
superior y medio, en el cual se abren las celdillas etmoidales posteriores a través de uno o más orificios (v. fig. 7-103 A). El
meato nasal medio es más largo y profundo que el superior. La parte anterosuperior de este pasaje conduce a una abertura en
forma de embudo, el infundíbulo etmoidal, a través del cual se comunica con el seno frontal (fig. 7-104). El pasaje que
conduce inferiormente desde cada seno frontal al infundíbulo es el conducto frontonasal (v. fig. 7-103 B). El hiato semilunar
es un surco semicircular en el cual desemboca el seno frontal. La bulla etmoidal, una elevación redondeada localizada
superiormente al hiato semilunar, es visible cuando se extirpa el cornete nasal medio. La bulla está formada por las celdillas
etmoidales medias que constituyen los senos etmoidales.
FIGURA 7-104. Sección frontal de la mitad derecha de la cabeza. A) El dibujo orientativo muestra el plano de sección. Obsérvese la relación de la órbita, la cavidad
nasal y los senos paranasales. El contenido de la órbita, incluidos los cuatro músculos rectos y la fascia que los une, forma un círculo (un cono, cuando se contempla en tres
dimensiones) alrededor de la parte posterior (fondo) del globo ocular. B) Radiografía de cráneo que muestra la cavidad nasal y los senos paranasales. Las letras señalan
las estructuras indicadas en la parte A.

El meato nasal inferior es un pasaje horizontal, inferolateral al cornete nasal inferior. El conducto nasolagrimal, que
drena las lágrimas desde el saco lagrimal, se abre en la parte anterior de este meato (v. fig. 7-46 A). El meato nasal común es
la parte medial de la cavidad nasal entre los cornetes y el tabique nasal, en el cual se abren los recesos laterales y los meatos.

Vascularización e inervación de la nariz


La irrigación arterial de las paredes medial y lateral de la cavidad nasal (fig. 7-105) procede de cinco fuentes:
1. Arteria etmoidal anterior (desde la arteria oftálmica).
2. Arteria etmoidal posterior (desde la arteria oftálmica).
3. Arteria esfenopalatina (desde la arteria maxilar).
4. Arteria palatina mayor (desde la arteria maxilar).
5. Rama septal de la arteria labial superior (desde la arteria facial).
Las tres primeras arterias se dividen en ramas laterales y mediales (septales). La arteria palatina mayor llega al tabique por
el conducto incisivo, a través de la parte anterior del paladar duro. En la parte anterior del tabique nasal existe un plexo (área
de Kiessel bach) donde se anastomosan las cinco arterias que irrigan el tabique. La nariz también recibe sangre de las arterias
enumeradas primera y quinta, así como ramas nasales de la arteria infraorbitaria y ramas nasales laterales de la arteria facial.
Un abundante plexo venoso submucoso, profundo a la mucosa nasal, proporciona el drenaje venoso de la nariz de las
venas esfenopalatina, facial y oftálmica. Este plexo venoso es una parte importante del sistema termorregulador del organismo,
que intercambia calor y calienta el aire antes de que penetre en los pulmones. La sangre venosa de la nariz drena
principalmente en la vena facial, a través de las venas angular y nasal lateral (v. fig. 7-25). Hay que recordar que esta zona
pertenece al «triángulo peligroso» de la cara, debido a las comunicaciones existentes con el seno cavernoso (v. cuadro azul
«Tromboflebitis de la vena facial», p. 875).
En cuanto a la inervación, la mucosa nasal puede dividirse en las porciones posteroinferior y anterosuperior mediante una
línea oblicua que pasa aproximadamente a través de la espina nasal anterior y el receso esfenoetmoidal (fig. 7-106). La
inervación de la porción posteroinferior de la mucosa nasal corre a cargo principalmente del nervio maxilar, mediante el
nervio nasopalatino para el tabique nasal, y los ramos nasales posteriores superiores laterales y nasales inferiores laterales
del nervio palatino mayor para la pared lateral. La inervación de la porción anterosuperior proviene del nervio oftálmico
(NC V1), mediante los nervios etmoidales anterior y posterior, ramos del nervio nasociliar. La mayor parte de la nariz
(dorso y vértice) también recibe inervación del NC V1 (por vía del nervio infratroclear y el ramo nasal externo del nervio
etmoidal anterior), pero las alas de la nariz la reciben de los ramos nasales del nervio infraorbitario (NC V2). Los nervios
olfatorios, encargados de la olfacción, se originan en las células del epitelio olfatorio, situadas en la parte superior de las
paredes lateral y septal de la cavidad nasal. Las prolongaciones centrales de estas células (que forman el nervio olfatorio)
atraviesan la lámina cribosa y finalizan en el bulbo olfatorio, expansión rostral del tracto olfatorio (v. fig. 7-102 A).

FIGURA 7-105. Arterias de la cavidad nasal. Vista a modo de libro abierto de las paredes lateral y medial del lado derecho de la cavidad nasal. La «página» izquierda
muestra la pared lateral de la cavidad nasal. La arteria esfenopalatina (una rama de la arteria maxilar) y la arteria etmoidal anterior (una rama de la arteria oftálmica) son
las dos arterias más importantes de la cavidad nasal. La «página» derecha muestra el tabique nasal, que está irrigado por una anastomosis de cuatro o cinco arterias que se
encuentra en la porción anteroinferior del tabique nasal (área de Kiesselbach, en naranja), una zona que participa habitualmente en los episodios de epistaxis crónica.

FIGURA 7-106. Inervación de la cavidad nasal. Vista a modo de libro abierto de las paredes lateral y medial (septal) del lado derecho de la cavidad nasal. Una línea
de trazos extrapolada aproximadamente desde el receso esfenoetmoidal hasta el vértice de la nariz delimita los territorios de los nervios oftálmico (NC V1) y maxilar (NC
V2), que proporcionan la inervación sensitiva general tanto de la pared lateral como del tabique nasal. El nervio olfatorio (NC I) se distribuye hacia la mucosa olfatoria
superior al nivel del cornete nasal superior, tanto en la pared lateral como en el tabique nasal.

Senos paranasales
Los senos paranasales, llenos de aire, son extensiones de la porción respiratoria de la cavidad nasal en los huesos frontal,
etmoides, esfenoides y maxilar. Su denominación corresponde a la de los huesos donde se alojan. Los senos continúan
invadiendo el hueso circundante, y es frecuente hallar extensiones importantes de ellos en el cráneo de los individuos de edad
avanzada.
SENOS FRONTALES
Los senos frontales derecho e izquierdo se hallan entre las tablas externa e interna del hueso frontal, posteriormente a los
arcos superciliares y a la raíz de la nariz (figs. 7-103, 7-104 y 7-107). Los senos frontales suelen detectarse en los niños hacia
los 7 años de edad. Cada seno frontal drena a través de un conducto frontonasal en el infundíbulo etmoidal, que se abre en el
hiato semilunar del meato nasal medio. Los senos frontales están inervados por ramos de los nervios supraorbitarios (NC
V1).
Los dos senos frontales raras veces tienen el mismo tamaño, y el tabique que los divide no suele estar situado totalmente en
el plano medio. El tamaño de los senos frontales varía desde unos 5 mm hasta grandes espacios que se extienden lateralmente
hacia las alas mayores del esfenoides. A menudo un seno frontal está dividido en dos partes: una parte vertical en la porción
escamosa del hueso frontal, y una parte horizontal en su porción orbitaria. Una o ambas partes pueden ser grandes o pequeñas.
Cuando la parte supraorbitaria es grande, su techo forma el suelo de la fosa craneal anterior, y su suelo constituye el techo de
la órbita.
CELDILLAS ETMOIDALES
Las celdillas (senos) etmoidales son pequeñas invaginaciones de la mucosa de los meatos nasales medio y superior en el
hueso etmoides, entre la cavidad nasal y la órbita (figs. 7-104, 7-107 y 7-108). Las celdillas etmoidales no suelen verse en las
radiografías simples antes de los 2 años de edad, pero pueden reconocerse en las exploraciones por TC. Las celdillas
etmoidales anteriores drenan directa o indirectamente en el meato nasal medio, a través del infundíbulo etmoidal. Las
celdillas etmoidales medias se abren directamente en el meato medio y a veces se denominan «celdillas bullares» debido a
que forman la bulla etmoidal, una protuberancia situada en el borde superior del hiato semilunar (v. fig. 7-103 B). Las
celdillas etmoidales posteriores se abren directamente en el meato superior. Las celdillas etmoidales están inervadas por los
ramos etmoidales anterior y posterior de los nervios nasociliares (NC V1) (figs. 7-19 y 7-106).

SENOS ESFENOIDALES
Los senos esfenoidales están localizados en el cuerpo del esfenoides y pueden extenderse a sus alas (figs. 7-103 y 7-107). Se
hallan divididos desigualmente y separados por un tabique óseo. Debido a esta extensa neumatización (formación de celdillas
aéreas), el cuerpo del esfenoides es frágil. Sólo hay unas delgadas láminas óseas de separación entre los senos y varias
estructuras importantes, como los nervios ópticos, el quiasma óptico, la hipófisis, las arterias carótidas internas y los senos
cavernosos. Los senos esfenoidales derivan de una celdilla etmoidal posterior que comienza a invadir el esfenoides hacia los
2 años de edad. En algunas personas, esta invasión corre a cargo de varias celdillas etmoidales posteriores, lo que da lugar a
la formación de múltiples senos esfenoidales que se abren por separado en el receso esfenoetmoidal (v. fig. 7-103 A). Las
arterias etmoidales posteriores, y los nervios homónimos que las acompañan, irrigan e inervan, respectivamente, los senos
esfenoidales (v. fig. 7-105).

FIGURA 7-107. Senos paranasales I. A) Los senos paranasales del lado derecho se han abierto, siguiendo un abordaje nasal, y se han identificado por colores. Una
celdilla etmoidal anterior (rosa) está invadiendo el díploe del hueso frontal para convertirse en un seno frontal. Una rama (flecha de puntos) invade la lámina orbitaria del
hueso frontal. En esta imagen, el seno esfenoidal es amplio, extendiéndose: 1) posteriormente, inferior con respecto a la hipófisis; 2) lateralmente, inferior con respecto al
nervio óptico (NC II), en el proceso clinoides anterior, y 3) inferior al proceso pterigoides, pero dejando el conducto pterigoideo y ascendiendo como un reborde sobre el
suelo del seno. El seno maxilar es piramidal. B) Radiografía de cráneo que muestra densidades de aire (áreas oscuras) asociadas a los senos paranasales, la cavidad
nasal, la cavidad bucal y la faringe. Las letras se definen en la parte A.
FIGURA 7-108. Senos paranasales II. El dibujo orientativo muestra el plano de la sección que se ofrece en ambas partes. A) El etmoides ocupa una posición central,
con su componente horizontal formando la parte central de la fosa craneal anterior, superiormente, y la cavidad nasal inferiormente. En las celdillas etmoidales se fijan los
cornetes nasales superior y medio, y forman parte de la pared medial de la órbita; la lámina perpendicular del etmoides forma parte del tabique nasal. El seno maxilar
constituye la parte inferior de la pared lateral de la nariz y comparte una pared común con la órbita. El cornete nasal medio protege el hiato semilunar, en el cual se abre el
orificio maxilar (flecha). B) La TC muestra cavidades llenas de aire de la sección anatómica de la parte A. (Cortesía del Dr. D. Armstrong, Associate Professor of
Medical Imaging, University of Toronto, Toronto, Ontario, Canada.)

SENOS MAXILARES
Los senos maxilares son los senos paranasales de mayor tamaño. Ocupan el cuerpo de los maxilares y comunican con el
meato nasal medio (figs. 7-104, 7-107 y 7-108).
• El vértice del seno maxilar se extiende hacia el hueso cigomático, y con frecuencia se introduce en él.
• La base del seno maxilar forma la porción inferior de la pared lateral de la cavidad nasal.
• El techo del seno maxilar está formado por el suelo de la órbita.
• El suelo del seno maxilar está formado por la porción alveolar del maxilar. Las raíces de los dientes maxilares,
particularmente las de los dos primeros molares, a menudo producen elevaciones cónicas en el suelo del seno.
Cada seno maxilar drena por medio de una o más aberturas, el orificio del seno maxilar (que puede ser múltiple), en el
meato nasal medio de la cavidad nasal, a través del hiato semilunar.
La irrigación arterial del seno maxilar procede principalmente de ramas alveolares superiores de la arteria maxilar (v.
fig. 7-73; tabla 7-12), aunque el suelo del seno recibe irrigación de ramas de las arterias palatinas descendente y mayor (v.
fig. 7-98 B). La inervación del seno maxilar proviene de los nervios alveolares superiores anterior, medio y posterior,
ramos del nervio maxilar (v. fig. 7-79 A).

NARIZ
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