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Las armas psicotrónicas

Hay circunstancias evidentes que sugieren que se han puesto a punto


algunas armas psicotrónicas para controlar a ciudadanos sin su
consentimiento. Los Estados Unidos están a la vanguardia de estas
experimentaciones. Tales armas ya existen en Pin Gap y Nurrungar (bases
australianas), y en tal caso afirmativo, ¿lo hacen con la intención de
utilizarlas contra contestatarios que querrían ejercer su derecho a
manifestarse? La investigación sobre la utilización de las ondas
électromagnéticas como armas para deformar la percepción humana y
generar efectos psicosomáticos negativos comenzaron después del final de
la 2° Guerra Mundial.

Aunque los servicios oficiales americanos hayan afirmado que los soviéticos
se implicaron en este ámbito, es revelador que los soviéticos hayan
propuesto una prohibición total de la guerra electromagnética. Ya se
experimentó el material en los EE.UU, sobre ratas inicialmente, induciendo
sucesivamente náuseas, tumores y otros síntomas. En algunos servicios de
defensa de los EE.UU, se habló de los efectos de las radiofrecuencias
seleccionadas para distintos usos operativos. En otros términos, los
americanos saben qué frecuencia utilizar para obtener una reacción
precisa sobre algunas partes del cerebro humano. Los Estados Unidos están
pues ante el problema de la experimentación sobre seres humanos. Se
afirmó que la Casa Blanca se negaba a avalar las pruebas sobre humanos.
Sin embargo, se sabe que la Casa Blanca aceptó las experimentaciones
pero solamente sobre presos y extranjeros.

¿Cómo funcionan las armas psicotrónicas?

En los años sesenta, la investigación sobre las armas electrónicas se divide


en dos ámbitos distintos. El primero se refiere a la acción de las armas que
actúan sobre frecuencias de la misma naturaleza que la actividad eléctrica
del cerebro humano, lo que representa 14 Hertz. Estas frecuencias se
llaman ELF, son las iniciales de Extraordinarily Low Frequencies
(Frecuencias extremadamente bajas). Se tenía el proyecto de inducir
enfermedades trastornando los circuitos eléctricos en distintas zonas del
cerebro, lo que generaba náuseas, debilitamiento, miedo, pánico, E
inconsciencia a corto plazo, así como depresión y otros síntomas de más
largo plazo.

El objetivo era definir qué frecuencia era conveniente para cualquier tipo
de reacción humana. Con la concretización del proyecto de señal-secreto ”
Sleeping Beauty ” de la administración Reagan, el doctor Michaël Persinger
– neurólogo principal del laboratorio de fisiología de la Universidad de
Ontario fue elegido para encontrar las respuestas. Utilizando los campos
de variaciones temporales de baja frecuencia sobre los niveles
extremadamente bajos que iban de 1 a 10 Hertz, Persinger era capaz de
poner enfermas a ratas. El campo ELF que produjo estimulaba la
producción de histamina de las células del cerebro, lo que inducía una
náusea inmediata.

La Dra. Elisabeth Rauscher prosiguió investigaciones profundas sobre las


armas ELF, una física nuclear dirigiendo el laboratorio de investigación
tecnológico de San Leandro en California, la Sra Rauscher ya había definido
los efectos de algunas frecuencias específicas que inducían no sólo náusea
sino también euforia, por ejemplo. La Dra. Rauscher era entusiasta. Dijo
con vanagloria ” Denme dinero y tres meses de plazo y sería capaz de
modificar el comportamiento de un 80% de los habitantes de esta ciudad
sin que lo sepan. Los volvería felices o por lo menos, se creerán felices, o,
los volvería agresivos.”

Más tarde, en 1984, el capitán Paul Tyler, un médico de la marina


americana responsable de la investigación sobre los efectos de las
radiaciones sobre los humanos, expuso sus conclusiones ante el centro
universitario aeroespacial. Tyler confirmó que ” efectos biológicos precisos
podían alcanzarse ” con la ayuda de campos electromagnéticos. No ocultó
que ya se habían identificado tales campos para un uso operativo. Pero al
parecer, quedaba por solucionar el problema de la potencia necesaria para
transmitir las ondas ELF. Hasta aquí, los medios “underground” no tienen
las pruebas de un uso hostil de las ondas ELF contra la población.

Desde hace varias décadas, hay ejemplos de bombardeos de zonas precisas


en los EE.UU y la Unión Soviética por enormes transmisores de ondas ELF.
Estas zonas son tan anchas que los investigadores del ” underground ” no
tuvieron acceso a los resultados de los efectos a largo plazo.
Contrariamente a las ondas EHF (extramadamente Altas Frecuencias ) que
se reflejan sobre las superficies sólidas, las ondas ELF penetran las
materias extremadamente densas, incluido el hormigón más resistente. Los
recursos defensivos contra este tipo de radiaciones son desconocidos. El
otro ámbito de investigaciones sobre las armas electrónicas se refiere a las
micro frecuencias a las cuales se se refieren bajo el nombre de “Barrier
Walfare Microwave Tech”.

Tales armas actúan al contrario de las ondas electromagnéticas Elf, hay


que decir sobre frecuencias extremadamente elevadas . Estas ondas se
utilizan generalmente para los radares y los hornos de microondas, por
ejemplo. La principal ventaja de las ondas EHF sobre las bajas frecuencias
EFL, es que su transmisión se opera en línea recta, y que pueden dirigirse
fácilmente hacia objetivos minúsculos. En comparación, las ondas Elf
tienden a dispersarse de sobra. Estas microondas son generadas por un
sistema llamado ” Magnetrón ” en el cuál los electrones producidos por
calentamiento en un tubo catódico se desplazan gracias a una fuerza que
combina un campo eléctrico y un campo magnético. El aparato catódico es
un cilindro hueco cuyo exterior se rodea con emisoras de barium y de óxido
de estroncio. Dispuesto concéntricamente en torno al eje catódico, hay un
amplio cilindro de corriente anódico que contiene una gran cantidad de
cavidades de resonancia sobre la superficie.

Cuando se desencadena, el Magnetrón produce una corriente eléctrica


radiante entre el ánodo y el cátodo, mientras que el campo magnético es
estimulado por el cátodo. El dispositivo se sella en un espacio al vacío. La
potencia máxima de emisión es limitada por el tamaño del Magnetrón
utilizado, pero las investigaciones ponen de manifiesto que el más potente
puede producir una corriente de microondas de más de diez millones de
vatios por pulsación. El rayo microonda que se emite puede concentrarse
de la misma forma que una lente fotográfica de sede el mayor ángulo de
apertura hasta el micro formato y puede concentrarse sobre un punto
infinitesimal. El Magnetrón no es un aparato fácilmente transportable. Un
Magnetrón portátil bastante potente para afectar a un amplio grupo de
cobayas, requiere un pequeño camión para su transporte.

Perjuicios de las armas electromagnéticas:

Walter Bowart, el autor americano de ” Operación Control Mental ” ,


afirma que en 1989, al menos un grupo de mujeres inglesas sirvió de
cobayas a la (Defensa de guerra)?? de algunas clases de rayos microonda
EHF. Según las declaraciones de Bowart, estas experiencias sobre no
americanos están cubiertas por la Casa Blanca. Esta afirmación de Bowart
recibió toda su credibilidad desde las experimentaciones salvajes de
control mental efectuadas por la CIA, que fueron aplicadas por el famoso
psiquiatra Ewen Cameron sobre canadienses de Montreal, una vez más, no
ciudadanos de los Estados Unidos, y por lo tanto sacrificables. Síntomas
específicos aparecieron en mujeres inglesas que se expusieron a estos
rayos cuando se manifestaban contra las armas nucleares y las
consecuencias de los residuos en Inglaterra. Estos síntomas son los
siguientes:

1. Ciclos mensuales irregulares


2. abortos
3. problemas ginecológicos
4. Quemaduras de la retina
5. Problemas auditivos
6. Tumores de crecimiento rápido.

En esta época, manifestándose se habían confinado de manera prolongada,


bajo tiendas de campaña, de dónde se irradió bajo un ángulo de emisión
de ondas, seleccionado para crear perjuicios a largo plazo más bien que
graves efectos y mortales a corto plazo.

Detectar las armas:

Desgraciadamente para estas mujeres inglesas, no existe ningún aparato


accesible al público para detectar un bombardeo psicotrónico. En
Australia, existe un aparato en Dick Smith bajo el nombre de Detector de
fugas de microondas. En su origen, estaba destinado a rodear la junta de
caucho de los hornos a microondas, para detectar las posibles fugas de
radiaciones. Si se detectaba una fuga, era necesario entonces cambiar la
junta urgentemente. El detector de fuga de microondas es direccional, y
es capaz de recoger una emisión de onda psicotrónica tan leve como un
milivatio por centímetro cuadrado. Es pues muy sensible. Investigaciones
médicas en los Estados Unidos demostraron también que una exposición
prolongada a fugas de baja intensidad, pueden causar problemas serios en
los ojos, como las cataratas. Las investigaciones se refirieron a un grupo de
mujeres que se había expuesto a tales fugas de microondas en el lugar de
trabajo, por meses y meses. Para cada caso, el nivel de perjuicio es
proporcional a la distancia del horno microonda de dónde procede la fuga.

En el caso de estas manifestantes inglesas, Bowart sugirió que cubrieran


sus tiendas de hojas de aluminio. Lo hicieron y los efectos cesaron
inmediatamente. Con un mínimo de protección posible, las radiaciones de
ondas psicotrónicas pueden desviarse de la misma manera que una hoja
para la cocción en aluminio colocada sobre un plato en un horno, refleja
las ondas impidiendo así la cocción de los alimentos . El hecho de que las
microondas cocinen los alimentos con vibraciones que agitan las moléculas
en vez de calentarlas, explica los perjuicios causados a las manifestantes
inglesas.

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