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“El último día de un reo de muerte por Victor Hugo en

la traducción de José García de Villalta (1834)”


Antonio Álvarez de la Rosa

El traductor sitúa, a modo de prólogo, solo las pocas líneas que Hugo publicó
en la prime ra e dición de Le dernier jour d’un condamné (1829). Debió basar su
traducción sobre ella, no sobre la de 1832, que incluye un ex te nso pre fa cio e n e l
que Hugo lanza un duro ale gato contra la pena de mue rte . En esta traducción
tampoco figura e l epílogo dialogado, incluido en la cuarta edición y titulado Una
comedia a propósito de una tragedia. A través de ella y al buscar la complicidad por
medio de la sátira contra los de tractores de su obra y con las armas de la ironía,
Hugo consigue que e l le ctor se convie rta en abolicionista o re chace su tesis.
Pare ce e vidente que Hugo, a l titular su nove la Le dernier jour d’un condamné,
mantiene una cie rta ambigüedad por cuanto que puede tratarse del último día de
un condenado a prisión o a gale ras, aunque tambié n, por supuesto, a “mue rte ”.
C reo que titularlo como “reo de mue rte ” e s demasiado explícito, sobre todo si
tenemos en cuenta que, más allá del prólogo de l autor, la obra com ienza con un
sonoro “¡Condenado a mue rte !”.
Sin que se trate de ve rdade ras mutilaciones ni añadidos deformadores, e l
traductor suprime y agre ga, aquí y allá, algunas palabras. Por e jemplo, el “que
sais-je ” en e l prólogo; “Tenebrosos ensueños”(p. 14), tenebrosos no apare ce en e l
original. En la p. 14: “voz pe rseguidora”, pe rseguidora no figura en el original. En
la 17 suprime “J’aime le soleil” (“Me gusta e l sol”). En e sta misma página apa re ce
“embelesado” que no figura en el original, como tampoco en la siguiente “Ahí
fue ra”. En e l capítulo XXX, en e l original dice “ni un gesto con las manos” y en la
traducción “ni una expresión e n e l semblante”.
Sorprendente nota (p. 24) para explicar el obvio significado de “ve rdicto” (sic).
Apa re ce sin “nota de l tra d.”. A comie nzos de l capítulo III no informa a l le ctor que la
frase “Todos los hombres están sentenciados a m ue rte...” e s de l propio Hugo,
ex traída de su nove la Hans de Islandia. En el capítulo XII quizá debió pone r una
nota para aclarar que, en medio de una alucinación, el parricida no le saluda con e l
puño, tal y como hacen los demás presos. Refle ja así Victor Hugo la costumbre de
cortarle s e l puño a los parricidas antes de e je cutarlos.
Es curiosa nota del traductor en la página 157-158 sobre la labor del sace rdote
que aux ilia a los reos. Por supuesto, no está en e l original, cuyo anticle ricalismo
queda claro. En la p. 207 quizá debió pone r una nota para contex tualizar la
im pe rsonalidad con que Hugo quiso dotar a su pe rsonaje . La solución narrativa
explica la cohe rencia de l autor, porque quiso de jar claro e l arque tipo humano de l
condenado y de ahí que escribie ra en la edición de 1832: “Ha debido podar de este
tema todo lo continge nte, lo accide ntal, lo particular, lo espe cial, lo re lativo, lo
modificable , e l episodio, la a né cdota, e l a conte cim iento, e l nombre propio, y
lim itarse (si a eso se le puede llama r lim itarse ) al a lega to en pro de la causa de un
condenado cualquie ra, e je cutado un día cualquie ra y por un crime n cualquie ra”.

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