Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Esta clase, elaborada por Guillermina Tiramonti, desarrolla algunas de las tensiones que
atraviesan los discursos, las reformas y el cotidiano de las escuelas secundarias en la
región. El análisis y la enumeración presentada no tienen pretensión de exhaustividad, es
decir que no agota otra serie de dimensiones que podrían incluirse.
Sin embargo, en este despliegue hay rupturas y quiebres que hacen dudar de las
continuidades y, como consecuencia lógica, cuestionan las instituciones que se
constituyeron socialmente como portadoras de una propuesta situada en otro momento
histórico y a la luz de otra hegemonía cultural.
Por otra parte, el formato supone una relación alumnos/docente donde uno transmite y el
otro recibe esa transmisión y tiene dificultades para construir una escena áulica donde
coexista el uso de diferentes soportes culturales y un protagonismo mayor de los
alumnos en la producción del conocimiento. Lo anteriormente dicho marca los limites de
la institución “moderna” para constituirse en portadora de la cultura contemporánea.
Referencias:
Los mecanismos de selección son múltiples, aunque sólo se explicitan aquellos que están
asociados a la comprobación del mérito. Para avanzar en la escolarización secundaria se
requiere por parte del alumno adaptación a un patrón cultural escolar que incluye modos
de comportamiento, de presentación del yo, manera de expresarse, familiaridad socio-
cultural con el patrón escolar, respaldo familiar y en términos generales “entender el
código escolar” para constituirse en un alumno cercano a las expectativas escolares en
todos estos aspectos.
En muchas ocasiones, las escuelas estipulan requisitos y condiciones que sólo pueden ser
cumplidas por determinado sector socio-cultural. Pongamos el ejemplo del
requerimiento de acompañamiento y apoyo familiar. La constitución familiar, los
vínculos que relacionan a padres e hijos y los mandatos destinados a influir las
trayectorias de los hijos, no son uniformes para todos los grupos sociales, todos estos
elementos se configuran de manera diferente de acuerdo al origen socio-cultural de los
alumnos. Sin embargo, las escuelas se organizan a partir de un patrón homogéneo que
genera simpatías con un grupo de alumnos y tiende a la expulsión de otros.
Esta dinámica opera en casi todos los países, sin embargo cada uno de ellos desarrolló
una modalidad particular. En el caso de Chile, a partir de los años 70, se modificaron los
modos de financiamiento de las escuelas. El Estado subvenciona a las escuelas de
acuerdo al número de alumnos que tengan y hace su aporte tanto a escuelas privadas
como a las públicas municipales, ya que en Chile la educación fue municipalizada. Se
generaron así tres categorías de escuelas que se corresponden con tres sectores socio-
culturales diferenciados. Las escuelas municipales que atienden a la población mas
pobre, las escuelas privadas subvencionadas, que tienen el derecho de seleccionar a su
población, que están destinadas a los grupos medios de la población y finalmente las
escuelas particulares que no tienen ningún tipo de subvención y que están dirigidos a los
sectores socio-culturales más altos.
En el caso de Brasil, como en muchos otros países de la región la divisoria de aguas pasa
por la condición pública o privada de las instituciones. En el interior del gran bloque de
la educación privada pueden distinguirse diferencias que responden a este proceso de
diferenciación de los patrones de admisión.
En el caso argentino, este proceso abarca tanto al circuito privado como al público. En
una investigación realizada por el Grupo Viernes (2008) se habla del efecto colador. Con
ello se quiere ilustrar este fenómeno de admisión de algunos alumnos y expulsión de
otros que luego son incluidos por otra institución creada ad hoc para sostener esa
población.
Referencias:
1- RAMA, G. (1987) Desarrollo y educación en América Latina y el Caribe,
CEPAL/UNESCO/PNUD, Kapelusz, Buenos Aires, págs. 138-141.
Es cierto que este conjunto de instituciones tuvo diferente concreción en los países de la
región y que en muchos casos se trato de módulos modernos que al trasladarse a nuestros
países se hibridaron con las condiciones culturales preexistentes generando instituciones
diferentes. La modernidad en nuestros países tuvo características sui generis que, en
general, se han estudiado poco, porque hemos estado más propensos a pensar a nuestras
instituciones como incompletas o defectuosas en relación al modelo original (el europeo)
que marca un deber ser, que a verlas como productos de un proceso de hibridación.
El nuevo tipo societario está acompañado por una serie de cambios en las instituciones
que enmarcaban la existencia de los sujetos. Para Beck 3 , asistimos a una
descomposición de la sociedad industrial como entramado de experiencias. Según esta
postura, las personas han quedado libres de las seguridades y de las formas de vida
estandarizadas. Así como la constitución de la sociedad industrial implicó el desencaje 4
de las relaciones sociales del contexto local de interacción y las incorporó a un nuevo
entramado relacional en el que el sexo, la familia y la clase definían un modo de vida y
por lo tanto, las condiciones de existencia, la sociedad postindustrial provoca la
descomposición de ese entramado de experiencias desregulando la existencia de los
individuos que están condenados a ser ellos mismos 5 . Se trata de la pérdida del sistema
de referencias que proporcionaba la sociedad industrial y de la constitución de un sujeto
autorreferencial.
Referencias:
En los últimos años y como consecuencia de la exigencia de incluir a los jóvenes en las
escuelas secundarias, los diferentes países han ensayado espacios institucionales
alternativos para acoger a aquella población que ha sido expulsada de los formatos
escolares tradicionales o que nunca ha ido a la escuela media.
Tanto en Brasil como en Chile se han desarrollado iniciativas tendientes a modificar las
escuelas secundarias, vinculándolas con su entorno y generando modos de organización
que prolongan la permanencia de los alumnos en la institución.
Este núcleo duro ha sido denominado por algunos autores como la “gramática escolar”.
Este concepto remite a un conjunto de principios y reglas que rigen a las instituciones.
Los autores señalan que la gramática está conformada por diversos elementos, entre los
cuales encontramos la organización graduada de los alumnos en aulas por edades, la
formas de dividir el tiempo y el espacio, la clasificación de los saberes a enseñar y el
otorgamiento de certificaciones para validar lo que se aprende. La gramática escolar es
el modo en que las escuelas están organizadas para impartir instrucción. Si bien los
autores hacen referencia a la escuela primaria, la conceptualización puede hacerse
extensiva al nivel medio en razón de los elementos que forman parte del concepto de
gramática. En el caso de la educación media la combinación entre un currículum
clasificado, el principio de designación de los docentes por especialidad y la
organización del trabajo docente por hora de clase constituye el núcleo de mayor
resistencia al cambio1 .
Referencias:
Hay una abundante bibliografía en las ciencias sociales que hace referencia a la
condición fragmentada de la sociedad. A diferencia del segmento, que se constituye
como un espacio diferenciado en un campo integrado, la fragmentación remite a un
campo estallado, caracterizado por las rupturas, las discontinuidades y la imposibilidad
de pase de un fragmento a otro. La fragmentación nombra la pérdida de la unidad, la
ausencia de referencias comunes y una dinámica de multiplicación de espacios que aleja
toda posibilidad de recuperación de la unidad.
Por ejemplo, el valor “solidaridad” adquiere una diversidad de sentidos para los
diferentes grupos. Para algunos está asociada a explícitas actividades formativas
destinadas a incorporar al universo de los jóvenes provenientes de los sectores sociales
medios o altos la presencia de los “pobres” y generar un lazo asistencial entre unos y
otros. En otros casos la solidaridad se resuelve en la ayuda a familiares y amigos, en no
olvidar a los pares después de haberse salvado, o salvarse para ayudar a los cercanos. Ser
“solidario” tiene un sentido diferente para cada escuela y grupo social, y ninguno de
estos sentidos hace alusión a proyectos comunes, colectivos e inclusores del conjunto de
la sociedad.
En este caso se trata de una fragmentación de los marcos normativos y del conjunto de
valores y creencias que conforman el sustrato cultural-ideológico con que una sociedad
integra y socializa a las nuevas generaciones.
Al mismo tiempo, y formando parte del mismo movimiento, las instituciones construyen
una pauta socializadora que expresa las aspiraciones, expectativas, valores y estrategias
de acomodamiento social del grupo que atienden. La escuela tiene un sentido diferente
para cada grupo y estos clivajes no necesariamente se corresponden con las rígidas
divisiones entre estratos socio-culturales.
Hay dos conceptos que aportan a la construcción de la idea de fragmentación. El primero
de estos conceptos es el de cierre social, forjado por Weber para dar cuenta de los
procesos por los cuales las comunidades excluyen, limitan o condicionan el acceso a
determinados recursos al resto de los miembros de la sociedad. Estos procesos de cierre
pueden originarse en tradiciones, en el afecto, en la identidad, en la religión o a partir de
motivaciones netamente racionales.
En este último caso, el proceso de cierre está asociado a la tendencia de las comunidades
de ampliar al máximo sus recompensas, para lo cual “limitan” el acceso a recursos y
oportunidades a un número reducido de personas. Los atributos de edad, religión, etnia,
sexo, etc., pueden ser utilizados para limitar el acceso. Se trata de un modo de
segregación que afecta la distribución de “ciertos bienes sociales” o impide un acceso
abierto a recursos “socialmente valorados”.
Esta idea suponía también cierta segregación y separación de los públicos escolares ya
que en algunas escuelas a las que asistían los sectores dominantes la transmisión escolar
daba acceso a saberes relevantes, y en otras escuelas frecuentadas por los sectores
medios y bajos de la población la práctica escolar impedía este acceso, o hacía circular
saberes degradados o socialmente irrelevantes.
Los sectores dominantes, como los llamaba Braslavsky, o las elites como las denomina
Svampa4 históricamente han habitado en espacios segregados donde han desarrollado
una sociabilidad de tipo comunitario, destinada a la conservación de posiciones y la
reproducción social dentro de un espacio determinado.
En los últimos años este modo segregado de habitar la sociedad se ha difundido entre
otros estratos sociales. Asistimos a la construcción de barrios cerrados tanto para las
elites como para un amplio espectro de las clases medias. Se vive segregadamente y la
vida social transcurre en espacios controlados donde se limita el acceso de los otros no
pertenecientes a la comunidad. El mapa se completa con las tendencias de segregación
de los propios excluidos que no sólo son desplazados a los márgenes, desde donde
desarrollan estrategias de irrupción en el espacio de la ciudad, sino que a su vez
desarrollan estrategias de cierre social como respuesta o reacción a su condición de
extraños5 . El concepto de fragmentación social intenta dar cuenta de una configuración
de la sociedad que resulta de los modos segregados de las prácticas sociales.
Simmel utiliza el término de distancia social para distinguir el intercambio entre las
relaciones primarias -sociedades comunitarias- y las relaciones secundarias
-institucionales o sociales-. Park6 retoma esta idea y plantea que el concepto de distancia
social permite apreciar el grado de entendimiento e intimidad que caracterizan las
relaciones personales y sociales.