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Independientemente, del tipo de escrito que deba realizar, es fundamental que considere a
la escritura como un proceso, el cual tiene que pasar por una serie de fases antes de llegar a
un producto final. Las ideas iniciales, que yo pueda tener sobre un tema son válidas en la
primera fase del proceso de escritura, que es el llamado período de la Generación de ideas.
En esta etapa, se activan los conocimientos previos que yo pueda tener acerca del tema
(qué sé), es el momento para adueñarme de los conocimientos que no se posean aún (qué
necesito saber). Debo actualizar en mi memoria, la información y sistematizar la nueva
que deba consultar en las fuentes documentales.
Yo por lo general tiendo a elaborar los primeros esquemas, organizo un poco las ideas del
discurso; etc, durante esta etapa hay que dar respuestas a ciertas interrogantes como: ¿A
quién estará dirigido el texto?, ¿En qué calidad estoy escribiendo?: ¿A título personal?, ¿En
representación de alguien?, ¿A un grupo?, ¿Con qué propósito escribo?, etc.
Seguidamente, surge el proceso de Revisión, donde hay una reorganización de las ideas,
subordinadas las fases anteriores a la Crítica y/o confrontación de las ideas, se propone con
esta fase, ir sintetizando las ideas, que seguramente van a integrar tanto las ideas previas
como las nuevas, dando forma a la información en la configuración de mi pensamiento.
La fase de Revisión del texto, es esencial durante todo el proceso de expresión escrita. Una
buena forma de realizar la revisión, es que me sitúe como escritora en la posición del lector,
como si lo leyera por primera vez. La etapa de revisión incluye también la reflexión sobre
el proceso de producción textual.
En este sentido, podría afirmarse que, así como la relectura garantiza una comprensión del
texto más cabal, la reescritura y la revisión propician la escritura de un texto de mayor
calidad. Naturalmente, todo esto no es fácil y requiere tiempo: tiempo para pensar, tiempo
para hacer cambios, tiempo para pulir detalles; en definitiva, tiempo para trabajar las
palabras y el texto en su conjunto, antes de que el lector las lea. Y parte de este tiempo ha
de ser tiempo de aprendizaje y enseñanza.
En este punto, la metacognición está abarcando todas las etapas, pues en todo momento
tenemos necesidad de corroborar si estamos haciendo bien las cosas o no. Durante las tres
etapas, debo estar preparada para afrontar problemas de tipo lexical o gramatical,
problemas de organización textual y problemas de tipo temático.
En todo caso, la idea es que yo pueda construir mis propias ideas, en ellas seguramente se
van a integrar mis conocimientos previos con el contenido del texto y, en general, con todas
las ideas posteriores que haya recibido, para llegar así a nuevas concepciones enriquecidas.
De esta manera, y de acuerdo con el autor alcanzaré un nivel más profundo de aprendizaje,
necesario para generar inferencias y para resolver problemas nuevos, todas las fases son
fundamentales, no se trata de un procedimiento lineal sino más bien circular donde las fases
de la escritura están relacionadas unas con otras.
Así, para finalizar, y teniendo en cuenta todo lo anterior, me convence la utilidad de una
metodología en etapas bien definidas, como el sistema más adecuado, en el presente
ignoraba muchos detalles, pero ahora después de realizar la lectura considero que tengo
nuevas herramientas para redactar mejor.
Considero que, para enfrentar los retos del acontecer actual, necesito seguir mi formación
como ser pensante, capaz de discernir, producir y plasmar por escrito mis propias ideas, una
buena didáctica de la escritura, tendría que suponer el establecimiento de mis objetivos
concretos, seguir una secuencia bien estructurada y organizada por etapas (es más, sería
interesante que estas etapas estuvieran reflejadas en un mural personal); siguiendo la
secuencia, podría ir obteniendo la autonomía y perfeccionamiento de mi escritura.