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Presentamos algunos de los rasgos personales de los buenos estrategas empresariales, esos

que deben potenciar para alcanzar el éxito como líderes corporativos.

Los negocios tienen que llenarse de buenos estrategas, ¡esa es la consigna en la actualidad! Los
pasillos de las oficinas deben estar repletos de esos personajes. Ellos son la clave para empujar
a las empresas en el mercado y para retener el talento. Cada colaborador, con las
características de un estratega, marcará la diferencia, guiará a la compañía y a las personas y
pondrá los cimientos para conseguir los objetivos de negocio de la manera más eficiente
posible. Además, los estrategas se encargarán de interpretar el entorno y adaptar la
organización para elevar su alcance y competitividad.

Un líder es alguien que conoce el camino, va por el camino y muestra el camino.


— John C. Maxwell

Los buenos estrategas empresariales tienen el olfato para percibir las tendencias, entender a
los clientes, analizar a los competidores y trazar planes creativos e innovadores. ¡Una colección
de activos poderosa! Una combinación de elementos necesarios para sobrevivir en los
negocios.

Tristemente, ese rol de estratega se ha visto opacado últimamente por el de hacedor, ese
personaje que se levanta de la cama y no para de hacer hasta que llega la noche. Todo porque
algunos se cansaron de los que piensan y se enamoraron de los que ejecutan —muchas veces
sin pensar—, o sea, de los que solo obedecen sin cuestionar y proponer. ¡Las acciones de los
planificadores van de caída! Pero el causante no es el hacedor ni el líder empresarial, sino el
mismo estratega, que muchas veces malinterpreta su rol: se concentra excesivamente en el
diseño del plan y se olvida de sus responsabilidades operativas. Por esto es conveniente
apropiarse del concepto y trabajar por la propagación del mensaje correcto dentro de la
organización: un estratega planifica y hace que las cosas sucedan.

¿Qué es un estratega? ¡La definición que más nos gusta!

Los estrategas corporativos son líderes visionarios que producen, detectan y administran las
ideas; trazan el rumbo, crean valor, diseñan planes y monitorizan su ejecución; protegen las
empresas y los equipos, y, con cada decisión, confeccionan el futuro de la organización. ¡Nada
más y nada menos!

Los buenos estrategas se hacen cargo de los problemas y de la búsqueda de las soluciones; se
preocupan por crear una estrecha cohesión en el equipo y por crear lazos para la conexión
entre todas las áreas; se obsesionan con los objetivos corporativos; crean el escenario propicio
para el desarrollo de las habilidades, y se anticipan a todo para proteger el negocio —a los
competidores, los cambios del mercado y las tecnologías emergentes—. Son comodines
humanos que transforman, para bien, la realidad empresarial. Los estrategas de negocio se
echan una tonelada de tareas, sueños y metas sobre sus espaldas para que las empresas salgas
adelante y victoriosas.

Hay una gran diferencia entre decirle a la gente lo que debe hacer y motivarla a que lo haga.
Los líderes inspiran, los jefes obligan.

Entonces, ¿cuáles son las características de un estratega?

Para lograr el cometido de volverte un estratega competente e influyente en los negocios,


tendrás que trabajar intensamente y en múltiples niveles: personal, social y profesional. En lo
personal, para desarrollar habilidades y propiciar actitudes. En lo social, para crear redes
colaborativas y equipos de trabajo comprometidos con los objetivos. En lo profesional, para
innovar y elevar tus competencias. Trabajar en los tres niveles al mismo ritmo porque todos
son importantes.

Para aportar en este proceso de mejoramiento, preparamos un listado con diez características
que se necesitan trabajar para el desempeño del estratega. En ese listado enunciamos uno a
uno los temas que consideramos críticos, esos que debes potenciar para alcanzar la meta de
convertirte en un estratega que marque la diferencia en los negocios:

1. Disciplina y orden

¡Es imposible convertirse en estratega siendo desordenado o indisciplinado! De verdad, es


imposible. Resultará complejo para el líder y su equipo abordar un problema sin una
estructura de trabajo. Tener un método influye directamente en la consecución de los
objetivos. Por eso se debe dejar de lado ese concepto erróneo de que ser disciplinado es
sinónimo de ser «psicorrígido» o falto de creatividad.

La disciplina es una facultad que le aporta orden y prioridades a los proyectos y que permite
incorporar de forma estructurada nuevos conceptos, ejecutar con rigurosidad las tareas,
distribuir con acierto las responsabilidades y evaluar con periodicidad y sensatez los resultados
para retroalimentar el actuar.

Ser disciplinado y ordenado pondrá unas bases sólidas a las estrategias. Esto lo entienden los
buenos estrategas y, en consecuencia, construyen entornos aptos para el desarrollo de las
actividades asociadas al plan. Es absolutamente necesario crear esquemas de comunicación y
colaboración, ordenamiento en la ejecución y procedimientos de evaluación para sacar
adelante cada proyecto emprendido —y eso solo es posible cuando el estratega y el equipo
son disciplinados y ordenados—.

Revisemos cuáles son las mejores plataformas disponibles en el mercado para simplificar la
creación y la ejecución de un plan digital.

2. Anticipación y planificación

Para lograr una estrategia potente estamos obligados a fomentar la capacidad de mirar
siempre hacia adelante e intentar predecir lo que se avecina. Es difícil, claro, pero toca
intentarlo. ¿Y quién lo debe hacer? Pues, el estratega. Anticipar es una capacidad que se
fundamenta en la destreza para entender el pasado, analizar el presente y estudiar las
tendencias para prever un futuro. El estratega usará esa capacidad anticipadora para crear
planes que sitúen a la empresa en la ruta correcta al éxito.

La anticipación es la habilidad para proyectar el mañana y la planificación es el ejercicio de


aterrizar esas proyecciones al presente y el futuro de la organización.

El estratega es quien se hace cargo de todo. Del vaticinio y de las decisiones derivadas. En unas
acertará y en otras tendrá que ajustar, pero nunca se quedará de brazos cruzados esperando
que el futuro le explote en sus narices.

3. Metodología y procesos

Desde el punto de vista científico, una metodología es un conjunto ordenado de


procedimientos que se utilizan para alcanzar un objetivo. Un concepto que se puede
extrapolar al mundo de los negocios. Con el método adecuado, los equipos podrán exponer
mejor los planteamientos, aplicarlos a un proceso y ordenarlos para que su ejecución consiga
lo buscado. ¡He ahí el asunto! El método es crítico para alcanzar cualquier resultado.

El estratega moderno tiene que contar con la cualidad de diseñar y gestionar métodos. Sin esta
cualidad será difícil que logre los resultados. El estratega tiene que aprender de diseño y
gestión de proyectos para crear sistemas autónomos y sostenibles en la organización. Así,
garantizará una mejora en la tasa de éxito.

Sumando la metodología y los procesos como patrón de comportamiento, el estratega


aportará a la empresa un componente avanzado para la detección de oportunidades, la
creación de planes, la obtención de resultados y el empoderamiento de los colaboradores.
Todos estos rasgos corporativos elevarán la competitividad del negocio en el mercado.

4. Creatividad e innovación

La creatividad y la innovación son dos activos poderosos para la planificación y el


enfrentamiento de los problemas en los negocios—de hecho, tenemos un artículo en el que
nos extendemos en estos temas—. La búsqueda de soluciones, nutrida por una vigorosa fuerza
creativa —individual y colectiva—, es una capacidad que las organizaciones tienen que
promover y los estrategas deben buscar, para ellos y para su equipo.

Los estrategas de negocio que se destacan son los que se alían con la creatividad y la
innovación; los que saben que sus resultados mejoran cuando estas se alimentan y
administran con inteligencia, cuando crean entornos que las propicien y cuando hacen
ejercicios con el equipo para desarrollarlas.

¡Esos son buenos estrategas! Esos son los que entienden que la creatividad y la innovación son
dos fuerzas potentes que impulsan los negocios; los que asimilan esta realidad y trabajan
permanentemente para mejorar sus capacidades creativas e innovadoras para producir un
impulso en las personas y en los equipos.

5. Comunicación y colaboración

Sin la apropiada y correcta transmisión de los mensajes, los estrategas —por más hábiles,
ordenados, disciplinados, metódicos, planificadores y creativos que sean— fracasarán.

La comunicación y el trabajo en equipo son activos esenciales. Los líderes corporativos que
están al frente de las estrategias necesitan asegurarse de que cada miembro del equipo reciba
y entienda la información, que los canales de comunicación funcionen bien, que los métodos
de transmisión —escritos o verbales— sean eficientes y que se mantenga la motivación para el
trabajo colaborativo.

La mala comunicación y la desconexión en el equipo generan confusión; la confusión conduce


a la inoperancia y esta, a su vez, lleva a la improductividad. Claridad, eficacia, colaboración,
conexión y asertividad en la comunicación son cualidades ineludibles para el estratega.

6. Negociación y mediación

No se puede sobrevivir en el mundo empresarial sin la habilidad para negociar y mediar. Estas
son dos habilidades obligatorias para enfrentar las discusiones propias del rol de estratega.
Entonces, si quieres avanzar en tu carrera como estratega, tendrás que aprender a negociar
con propios y extraños, a negociar cediendo y, en algunos casos, a negociar imponiendo.
Para lograr esa meta de convertirnos en excelentes estrategas, tendremos que trabajar en
nuestra capacidad de renunciar a posiciones particulares en la búsqueda del objetivo, a ser
permisivos con los colaboradores para favorecer la obtención del resultado y a convencer sin
violentar. De esta forma, nos pondremos en la ruta correcta para lograr los resultados
esperados por la organización.

Negociar y mediar deben ser vistos como la obsesión por encontrar escenarios de beneficio
mutuo entre las partes y como la inteligencia para cambiar de opinión cuando sea necesario.
Nunca olvides que los estrategas negocian con las personas y con las ideas, propias o ajenas.

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