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Muchas son las gracias que se refieren haber obtenido por mediación de las benditas almas del
Purgatorio, mediante la devoción de los Cien Réquiem, que se practica generalmente en Italia, y
cuya relación copio de un libro Titulado: Origen, privilegios, deberes e indulgencias.
“Creería faltar a la gratitud que me merecen las almas del Purgatorio si guardase silencio acerca de
una gracia que obtuve por Intercesión de las misma.”
Continuo recitando cada día los Cien Réquiem, y he hecho celebrar cinco Misas en sufragio de los
muertos, y aun mandaré celebrar más para atestiguar mi gratitud a aquellas almas benditas”.
Santa Catalina de Bolonia dejó escrito que muchas veces se obtienen más fácilmente las gracias
que deseamos por medio de las almas que están en pena, que por la intercesión de los Santos.
Esta saludable práctica consiste en diez Padrenuestros y Cien Réquiem. Para esto, cada cual puede
servirse de un Rosario común o de cinco decenas, recorriéndole dos veces, con lo que se forma el
centenar.
Para rezar los Cien Réquiem aquí te dejo una guía pero recuerda que las oraciones deben de salir
desde tu corazón, bien adelante:
Primer Paso:
“Animas santas, almas que están purgando, rueguen a Dios por mi, que yo suplicare por ustedes a
fin de que, cuanto antes, se les conceda La Gloria del Paraíso celestial”.
Segundo Paso:
En seguida se dice un Padrenuestro, Avemaría, Gloria y luego diez veces Réquiem el Réquiem es
así: (Dales Señor El descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua de las puestas del infierno
libra Señor sus almas. Descansen en paz todas las benditas almas del purgatorio. Amen)
Tercer Paso:
Finalizada la primera decena, se repite Padrenuestro, Avemaría, Gloria y se dice la segunda decena
de Réquiem y así sucesivamente hasta que se complete los diez Padrenuestro y Cien Réquiem.
Cuarto Paso:
Seguidamente será muy útil añadir en sufragio de las propias almas (de algún familiar o persona
querida) las siguientes oraciones o jaculatorias, en memoria de los siete principales
derramamientos de la Sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo:
1º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por el sudor de sangre que padeciste en el huerto de Getsemanì, ten
piedad de las almas benditas del Purgatorio, y especialmente del alma de N.N. (aquí el nombre de
tu ser querido) de de la que se halle mas olvidad. – Un Réquiem.
2º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que sufristeis en tu cruelisima flagelación, ten piedad de
las almas benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el nombre de tu ser
querido), y de la que se encuentre más olvidada. – Un Réquiem.
3º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que padeciste en tu agudísima coronación de espinas, ten
piedad de las almas benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el nombre de
tu ser querido), y de la que este mas abandonada. – Un Réquiem.
4º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que experimentaste al llevar la Cruz a cuestas hasta el
calvario, ten piedad de las almas benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el
nombre de tu ser querido), y se la que este en mayor olvido. – Un Réquiem.
5º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que aguantaste en tu crucifixión tan cruel, ten piedad de
las almas benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el nombre de tu ser
querido), y de la que se halle mas olvidad. – Un Réquiem.
6º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que tuviste que padecer en la agonía que pasaste sobre la
Cruz, ten piedad de las almas benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el
nombre de tu ser querido), y de la que se encuentre menos socorrida. – Un Réquiem.
7º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por aquel dolor inmenso que sufrió tu alma santísima cuando expiró sobre
la Cruz, ten piedad de las almas benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el
nombre de tu ser querido), y de la que obtenga menos sufragios. – Un Réquiem.
Por último y para terminar tan propio como provechoso el Salmo 129.
Salmo 129:
a la voz de mi suplica.
Espera en su palabra,
Y él redimirá a Israel