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El ministerio pastoral y la educación teológica:

Una perspectiva adventista

Edited by Walter Alaña H. and Benjamin Rojas Yauri

Tabla de Contenido

0. Prefacio

1. ¿Por qué es necesaria la educación teológica?


Por Jiří Moskala

2. El ministerio pastoral: Su fundamento bíblico


Por Walter Alaña H.

3. La “escuela de los profetas” y la educación pastoral hoy


Por Richard M. Davidson

4. La función y formación teológica del ministro


Por Ekkehardt Mueller

5. La formación espiritual en la educación teológica


Por Carol Tasker

6. El desarrollo del rol del ministro adventista: Un perspectiva histórica


Por Michael W. Campbell

7. El rol del pastor adventista en los escritos de Elena G. de White


Por Wellington Barbosa

Resumen

En la actualidad, uno de los trabajos más desafiantes es el ministerio pastoral, el ser


“pastor”. Usualmente los pastores son generalistas, “personas del renacimiento” cuyo
llamado “requiere una amplia variedad de habilidades” o, como suelen decir
muchos, tener la capacidad de “resolverlo todo”. Por un lado, los pastores tienen que
domar “la tiranía de lo demasiado”, y por otro, tienen que aprender a vivir con el
sentimiento frustrante de no haber logrado nada o, al menos, no tanto.
Aunque el ministerio pastoral es desafiente, a la larga es una de la ocupaciones
más gratificantes pues la mejor satisfacción es que los resultados pueden durar por la
eternidad. Hemos sido llamados para restaurar la enseñanza bíblica olvidada o
enterrada; y al hacerlo, necesitamos usar las mejores herramientas disponibles a fin de
descrubrir la verdad para amarla, seguirla y proclamarla de una manera atractiva para
que la gente pueda admirar y obedecer a Dios en gratitud de lo que él ha hecho por
todos nosotros. Y es aquí donde la educación teológica juega un papel importante.
El objetivo de este libro, por lo tanto, se enfoca en el ministerio pastoral y la
educación teológica. Para ello, el primer capítulo ofrece un paronama histórico de cómo
se ha desarrollado el rol del pastor en la Iglesia Adventista. Luego, en el segundo
capítulo, se presenta los antecedentes para el perfil bíblico-teológico del pastor,
haciendo hincapié de que el pastor debe ser un líder por excelencia. En el tercer capítulo
el autor señala que ha escuchado a personas que hacen hincapié en que el tiempo es
corto, así que no hay necesidad de preocuparse por el hebreo, el griego, la exégesis y la
hermenéutica, y mucho menos de aprender a ser críticos porque las habilidades
naturales y los dones espirituales son más importantes que la educación. Otros dicen que
si uno estudia teología será menos capaz de ganar almas, así que es mejor recibir
únicamentede tres a nueve meses de entrenamiento bíblico y así estar preparado para
guiar a las iglesias y a la gente a Cristo. Para el autor de este capítulo, esto no es verdad,
y por esa razón él subraya con varios la importancia y necesidad de educarnos y hacer
teología pues esta última tiene un doble propósito: debe ser realizada dentro de la iglesia
para ayudar a la iglesia a avanzar en la verdad y a formular mejor la verdad.
El cuarto capítulo, después de presentar brevemente el rol pastor a partir de las
epístolas pastorales, se enfoca en mostrar cuáles son las funciones pastorales, la relación
del pastor con la iglesia y algunos conflictos que él podría tener durante su ministerio.
Finalmente, el autor discuto cómo debería ser la formación del pastor y así
complementa lo que se dijo en el capítulo anterior.
El quinto capítulo, por otro lado, se centra en un aspecto importante que debería
darse durante la formación teológica de los pastores: la espiritualidad. Para el autor, la
responsabilidad de fomentar este aspecto no solo recae en el estudiante que desea ser
pastor/teólogo, sino también en la institución en la que este estudia. ¿Hasta qué punto
debe el mismo seminario teológico preocuparse por la formación espiritual de sus
alumnos? ¿De qué manera pueden ayudar los profesores del seminario en el proceso de
formación espiritual de sus alumnos, cuáles son los beneficios de las iniciativas de
formación espiritual de sus alumnos, y cuáles son los beneficios de las iniciativas de
formación espiritual intencional? Todas estas preguntas son contestadas a lo largo de
este artículo. Entrelazado al capítulo anterior, el sexto capítulo examina consejos
bíblicos de los escritos de Elena G. de White sobre las escuelas de los profetas,
explorando cómo las “escuelas de los profetas” del Antiguo Testamento podrían servir
como modelo para nuestra educación pastoral hoy.
El último capítulo subraya la idea de que a fin de que nuestro ministerio sea
relevante, los pastores necesitan entender el mundo contemporáneo. Sin ese
entendimiento, nuestro servicio está en peligro y nuestra predicación será superficial y
no responderá a las luchas intelectuales de la sociedad actual. Por ello, el autor presenta
los desafíos que probablemente son más relevantes, como el posmodernismo y la
distorción de la imagen de Dios, el beber de otras fuentes (no bíblicas), la relación con
otras religisiones, etc.

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