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ENTREGA TU ANSIEDAD

El apóstol Pablo hace unas recomendaciones, hablando específicamente de la paz


que sobrepasa todo entendimiento.  Nos da varias cosas que tú tienes que tener
presentes, cada vez que quieras comenzar a trabajar con tu ser interior.  

No puedes estar ansioso, y la clave es la oración.  Dice: Preséntate en oraciones,


en peticiones, y en ruegos.  En otras palabras, ante la ansiedad, tu reacción debe ser
tres cosas: Oraciones, peticiones y ruegos.  Estos son sinónimos, pero cada uno
describe una actitud diferente dentro de la situación de ansiedad.  Tú haces oraciones,
peticiones o ruegos de acuerdo a la situación que tú estás viviendo.  Son tres niveles
de intensidad en tu oración.  Una petición es pedir que se pague una deuda y hacer
una petición urgente para suplir una necesidad, demandando algo.  Ruego no es
suplicar, sino demandar; y es el grado de ansiedad que experimentas es lo que
provoca el tipo de oración que tú vas a hacer.  Todos hemos tenido alguna situación
en la que hemos sido provocados a orar con una intensidad diferente a la usual; son
peticiones de urgencia.  Cuando tú oras de una manera intensa, no estás
demostrando que no tienes fe al hacerlo, sino todo lo contrario.  Hay quien critica tipos
de expresiones dentro de la oración, pero tu expresión en tu oración está íntimamente
ligado al grado de ansiedad que estás experimentando.  No puedes pensar que una
persona que está intensamente pidiendo algo delante de Dios es porque no tiene fe. 
Hay quien dice que no pidas a Dios las cosas dos veces; ya la pediste una vez, ahora
solo da gracias; si la pides dos veces, no tuviste fe que ya te lo dio a la primera.  Pero
esto no es así.  El que critica de esa manera, no entiende el grado de ansiedad en el
que tú estás, que no es algo para que pongas una oración ante Dios y ya, sino que
esto es algo que te tira de rodillas, y tú vas a pedir hasta que se cumpla, hasta que se
complete.  Veían orar a Ana y pensaban que estaba ebria porque se tiraba a orar y
orar, pidiendo un hijo.  Su propio marido le decía: ¿No soy yo suficiente?  Pero había
algo que ella quería de parte de Dios.  Y no importa lo que otro opine, tú sigue orando
en la manera en que tú necesitas hacerlo.  Quizás has estado en un momento de
ansiedad y has hecho una petición ante Dios y después te has arrepentido de hacerla
de la forma en que lo hiciste porque caíste en cuenta que no debiste, pero entiende
que oraste así por el grado de ansiedad que tenías, y la única solución que tú tienes
cuando tú estás ansioso es orar, pedir y rogar.  Esto es lo que te da perspectiva de la
situación.  
Por supuesto, estas tres oraciones, dice Pablo, tienen que hacerse desde una postura
de acción de gracias.  No es dar gracias por los problemas, sino porque tú tienes la
seguridad de que Él te escucha, te oye, oye tu petición, tu corazón.  Si tú oras
correctamente, lo próximo que viene en tu vida es acción de gracias.  Tu acción de
gracias no llega cuando tienes ya la petición contestada, sino después de que oras en
un momento de ansiedad.  Así sabes que venciste tu ansiedad.  El resultado
inmediato de tu oración no es necesariamente la contestación de tu petición, pero sí la
entrega de tu ansiedad a Dios, conociendo que Él traerá respuesta a tu vida por causa
de tu oración, y ahora lo que te queda es agradecimiento a Dios.  Cuando tú no
terminas en agradecimiento, estás frustrado, amargado, puedes pronunciar palabras
de queja, y esas son las que pueden cancelar tus peticiones.  

En un momento de ansiedad, depende de tu ansiedad, será la intensidad de tu


oración.  En medio de tu intensidad de oración, vas a decir cosas, vas a hablar de
cierta manera, te vas a presentar ante Dios; puede que llores, que grites, porque la
intensidad de lo que estás viviendo, te expone a esa intensidad de la oración.  Alguien
te ve y te va a juzgar, te pueden condenar y decir que estás loco o que no oras con fe,
pero esa persona no entiende lo que tú estás viviendo.  Pero cuando tú terminas esa
oración ante el Señor, si lo hiciste de corazón realmente, lo que viene no
necesariamente es la respuesta inmediata a la petición, pero sí un cambio en el
corazón, donde ahora lo que haces es dar gracias porque tu ansiedad se torna en
seguridad de que Dios escuchó tu oración.  Dios no te juzga por lo que tú dijiste en tu
momento de oración; no te juzga si lloraste y le cuestionaste cuándo lo va a hacer.  Él
no cuestiona, no se molesta porque Él sabe que tu oración lo que está es regulando tu
ansiedad para posicionarte en otro lugar.  Ahora, si después de terminar la oración,
entonces empiezas a cuestionar si se dará o no, entonces sí que no oraste como es
correcto.  

Va a haber momentos donde vas a rogar, momentos donde vas a pedir, momentos
donde vas a exigir a Dios que te dé una respuesta ahora.  Te vas a volver atrevido. 
Vas a hacer como Ana, que dijo: El primero, te lo doy, te lo consagro, te lo entrego. 
Vas a decir cosas, vas a hacer promesas porque tu oración es la manera de regular tu
ansiedad.  No es que estés orando mal porque dijiste algo que alguien más juzgó; esa
gente no conoce la ansiedad que tú estás viviendo.  Lo que sí tienes que procurar es
que cuando termines tu oración, la termines desde una postura de acción de gracias. 
Eso sí te dice que entregaste lo único que podías entregarle a Dios en ese momento:
tu ansiedad.  ¿Tienes un problema?  Ora.  Si el problema es intenso, tú vas a rogar.  Y
luego de orar, da gracias a Dios.  S lo mejor el problema no se ha resuelto, pero ya tú
lo pusiste en manos de Dios.  Tu nivel de ansiedad se controló; ahora pasaste a la
acción de gracias.  Eso es lo que otros no entienden; cómo tú das gracias, si todavía
el milagro no ha pasado.  Pero es que tú no oras únicamente para la petición, sino
para que tu ansiedad desapareciera y tuvieras la seguridad de que no importa lo que
esté pasando, la victoria te pertenece, y Dios te va a dar la respuesta correcta.  Así es
que tú sabes que has orado correctamente

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