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Definición:

La capacidad del ser humano para comportarse moralmente, llevando a cabo actos elegidos de

forma libre, reflexionados racionalmente, asumiendo la responsabilidad de sus consecuencias,

etc. es gracias a que poseemos lo que se conoce como conciencia moral, una capacidad que

nos hace capaces de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, etc. Nuestra

conciencia moral es capaz de juzgar nuestros propios actos, nos permite saber íntimamente, si

actuamos bien o no, produciendo sentimientos de satisfacción o remordimientos.

Desarrollo moral según Piaget

Piaget se basó en dos aspectos del razonamiento moral para formular sus teorías: el respeto

por las reglas y la idea de justicia de los niños.

Etapa premoral: Esta etapa abarca los cinco primeros años de la vida del niño

Etapa heterónoma o del realismo moral: Esta etapa se da entre los 5 y los 10 años.

Etapa autónoma: A partir de los 10 años

A los cinco años, el niño, además de imitar a los mayores, es básicamente servicial y obediente,
y es bueno, no porque tenga una noción clara del bien y del mal, sino porque desea agradar a
los padres. Si se le dice algo malo sobre sí mismo, se siente profundamente herido. Miente
poco y tiene sentido de la propiedad. Es menos prudente y cuando está junto a su madre se
libera al sentir su protección. Considera la muerte como algo unido a la vejez y que no le
concierne.
 
Entre los seis y siete años, la muerte adquiere gran importancia para el niño, y teme a veces
que su padre o su madre puedan morir porque descubre que la muerte no va siempre unida a
la vejez, sino que cualquiera puede ser golpeado por ella, aunque sea joven y sano. El niño se
hace más responsable y adquiere la noción de justicia y la de suerte. Aunque suele ser
obediente, necesita que se le recuerde lo que debe hacer. Tiene el deseo de ser bueno y, si no
lo es, a veces culpa a los demás, pues no soporta que le consideren malo.
 
Entre los ocho y nueve años 
La moral del niño de esta edad es mucho más realista. Desea ser sincero y también suele ser
obediente. Acepta los castigos cuando se los merece y no suele protestar, pero se pone muy
furioso si se le castiga siendo inocente, porque tiene ya un sentido muy claro de lo que es justo
y merecido y de lo que no lo es. La muerte ha pasado a ser el fin de la vida y apenas le
preocupa, pues la ve lejana para él Y para sus padres.
 
A los diez y once años el niño entra en el mundo adulto, se hace más exigente, estricto y
riguroso, y adquiere una conciencia casi excesiva de la responsabilidad. Aparecen los ideales
morales; sobre todo la moral colectiva. No es tramposo ni mentiroso a no ser por
consideración.
 
A los doce y trece años su moral es un poco la moral del grupo. Es generoso, diplomático,
desea adaptarse en todo a los demás: forma de vestir, juegos, aficiones, etc. Es la época en que
se descubren las conductas morales extremas y aparece, sobre todo en los chicos, la intención
de apartarse de la moral corriente. Sienten el deseo de comportarse (como mayores», fumar,
beber, etc. Empiezan a ocultar la verdad o parte de ella (beber o fumar a escondidas). La
influencia de los amigos comienza a ser decisiva y su conducta estará influenciada en gran
medida por el comportamiento que observa a los compañeros de clase o a los chicos del barrio
en que vive.
 
A los catorce y quince años no le preocupa tanto su comportamiento moral. Bastantes fuman y
beben, hacen trampas, emplean términos y expresiones groseras y obscenas, participan en las
tareas del hogar, pero exigen compensaciones a cambio, como aumento de la paga semanal,
etc.

Pre-convencional: Los juicios se basan en las propias necesidades y percepciones de un individuo

Convencional: Los juicios se basan en la aprobación de los demás, las expectativas de la familia, las leyes
de la sociedad y la lealtad hacia el país.

Post-convencional:

Los juicios se basan en principios de justicia abstractos y más personales que no necesariamente se
definen por la ley.

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