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La educación Elena G de White

Capítulo 1—La fuente de la verdadera educación y su propósito.


La verdadera educación significa más que la prosecución de un
determinado curso de estudio. Significa más que una preparación para la
vida actual. A veces creemos que lo sabemos todo, el ego fluye y vemos a
las personas tan pequeñas (inferiores a nosotros), pero qué es todo este
conocimiento, frente a lo que nos deparara en las mansiones eternales,
donde la eternidad nos quedara pequeña para explorar y conocer las cosas
que por ahora se nos son encubiertas a nuestros ojos. Hay personas
estudiosas con posgrados, magister y otros sin fin de estudios en sima,
pero si no tienen a Cristo en sus vidas, si no tienen temor a Jehová, su
vida es vacía porque el propósito de su educación no ha sido con fines de
servicio sino que se han preparado para gozar de un mejor estrato social
olvidando se de sus prójimo.
En nuestra época se habla mucho de la naturaleza e importancia de la
“educación superior”. Aquel con quien están “la sabiduría y el poder” y de
cuya boca “viene el conocimiento y la inteligencia”, es el que imparte la
verdadera educación superior.
Cualquier ramo de la investigación que emprendamos, con el sincero
propósito de llegar a la verdad, nos ponemos en contacto con la
inteligencia poderosa e invisible que opera en todas las cosas. Solo cuando
busquemos a Dios con la sinceridad y el anhelo de un niño podremos
comprender lo inexplicable, porque nuestra mente se conectara con la de
Dios.

Capítulo 2—La escuela del Edén.


El huerto del edén, era una muestra de lo que Dios deseaba que llegara a
ser toda la tierra. Quería que a la medida que las familias crecieran, fueran
estableciendo otros hogares y escuelas semejantes a los que Él había dado.
Donde se estudiarían la palabra y las obras de Dios, y donde los
estudiantes se prepararían para reflejar cada vez más plenamente, por los
siglos sin fin, la luz del conocimiento de su gloria. Dios crea al ser humano
un poco menor que los ángeles y le da poder y potestad, también la
igualdad de su imagen, siendo parte de los mundos que había creado, y
por el interés que Dios tenía en ellos, el mismo regia su educación, todo
era tema de estudio para los alumnos de la primera escuela de la tierra.
Dios los capacitaba en todo el conocimiento de todo lo visto y lo invisible y
no los dejo ociosos, se les había asignado como bendición una ocupación
útil, que había de fortalecer su cuerpo, ensanchar su mente y desarrollar
su carácter.

Capítulo 3—El camino del ben y el mal.


Dios creo al hombre con el poder de decidir, escoger lo que mejor le
pareciera a su intelecto. Pero antes de que ellos recibieran todas las
bendiciones que Él deseaba impartirles, debía ser probado su amor y su
lealtad. Par ello en el huerto se hallaba “el árbol de la ciencia del bien y el
mal” y mando Jehová Dios al hombre diciendo: “de todo árbol del huerto
podrás comer; pero del árbol del conocimiento el bien y del mal no
comerás; por que el día que de el comas, ciertamente morirás”. Dios creo al
hombre con inocencia, el hombre no conocía que era el mal, y era el deseo
de Dios que ellos no conocieran el mal, porque sabía Dios todo lo
devastador que es el mal. Quería evitar el conocimiento del pecado, del
trabajo agotador, y el desánimo entre otras cosas. Pero tristemente Eva,
desobedece la advertencia del Señor que no se separasen. Al comer del
árbol prohibido. En génesis 3 podemos ver la triste historia de la caída del
hombre. Después de lo sucedido no pueden seguir viviendo en el Edén,
porque este, en su perfección, no podía enseñarles las lecciones que iban a
resultar esenciales para ellos desde entonces, con indescriptible tristeza,
se despidieron de aquel hermoso lugar; y se fueron a vivir en la tierra,
sobre la cual descansaba la maldición.

Capítulo 4—La relación de la educación con la redención.


Por causal del pecado, existe una separación entre Dios y el hombre, ya no
lo puede ver cara a cara, ahora la naturaleza carnal del hombre le impide
ver su rostro. Y de no haber mediado un plan de salvación, habríamos
tenido que estar eternamente separados del padre.
El pecado no solo nos separa de Dios, sino que destruye en el alma
humana el deseo y la aptitud para conocerlo. La misión de Cristo consiste
en deshacer toda esta obra del mal. Él tiene poder para fortalecer y
restaurar todas las facultades del alma que han sido paralizadas por el
pecado, que han ofuscado nuestro entendimiento y que han pervertido la
voluntad. Abre ante nosotros las riquezas del universo y nos imparte poder
para discernir estos tesoros y apropiarnos de ellos. Cuando el hombre
peco, se acabaron sus ganas y deseos de estar con su creador ahora todo
designio de sus pensamientos era de continuo el ml, en el corazón del ser
humano, no está el deseo de buscar a Dios. Aun si somos lo más preciado
para Dios, y su amor por nosotros no se agota ni cambia jamás. El, está
dispuesto a esperarnos un y otra vez con los brazos abiertos. Los grandes
principios de la educación son inmutables. Están “afirmados eternamente
y para siempre”, porque son los principios del carácter de Dios. El
principal esfuerzo del maestro y su propósito constante han de consistir en
ayudar a los alumnos a comprender estos principios, y a sostener esa
relación con Cristo que hará de ellos un poder dominante en la vida. El
maestro que acepta esta meta es un verdadero colaborador con Cristo, y
con Dios.

Capítulo 5—La educación de Israel.


La educación que tenía por centro la familia fue la que prevaleció en los
días de los patriarcas. Dios proveyó, para las escuelas así establecidas, las
condiciones más favorables para el desarrollo del carácter. Las personas
que estaban bajo su dirección seguían el plan de vida que Dios había
indicado al principio. Los que se separaron de Dios se edificaron ciudades
y, congregados en ellas, se gloriaban del esplendor, el lujo y el vicio que
hace de las ciudades de hoy el orgullo del mundo y su maldición. Pero los
hombres que se aferraban a los principios de vida establecidos por Dios
moraban en los campos y cerros. Cultivaban la tierra, cuidaban rebaños, y
en su vida libre e independiente, llena de oportunidades para trabajar,
estudiar y meditar, aprendían de Dios y enseñaban a sus hijos sus obras y
caminos. Este era el método educativo que Dios deseaba establecer en
Israel. Pero cuando los israelitas fueron sacados de Egipto, había pocos
entre ellos que estuvieran preparados para ser colaboradores con Dios en
la educación de sus hijos. Los padres mismos necesitaban instrucción y
disciplina. Puesto que habían sido esclavos durante toda su vida, eran
ignorantes, incultos y degradados. Tenían poco conocimiento de Dios y
una débil fe en él. Estaban confundidos por enseñanzas falsas y
corrompidos por su largo contacto con el paganismo. Dios deseaba
elevarlos a un nivel moral más alto, y con este propósito trató de
inculcarles el conocimiento de sí mismo. Siempre se ha visto en contraste
entre los hijos de Dios y los que no lo son, hay un vasto abismo que los
separa, tradiciones. Cundo estos hombre se rebelaron contra Dios,
hicieron otros dioses para sí, y en las grandes ciudades y los altos de las
montañas y colinas le rendían culto, al punto de ofrecer a sus hijos en el
fuego por sus patronos o dioses.

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