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interior
julio 13, 2016
Más que en el pasado, la gente está reconociendo el valor de alcanzar la paz interior.
Esto representa un cambio del anterior sistema de valores que ponía más énfasis en el
consumismo, el éxito profesional, la competencia y un sinfín de distracciones. Pero
desear la paz interior es sólo el primer paso.
La paz interior como una experiencia duradera requiere un viaje de introspección. Esto
se puede lograr siguiendo estas cuatro metas; son retos que no se pueden cumplir de
manera pasiva.
Por medio de la meditación, cualquiera puede alcanzar el primer punto: localizar la paz
dentro de uno mismo. Con el simple hecho de ver hacia nosotros mismos y trascender la
constante actividad de nuestra mente, uno experimenta una región más profunda de
consciencia, llamada ‘zona de la paz’. Aquí, el silencio y la quietud se convierten en
experiencias verdaderas. Lo más importante es que la paz comienza a tener más valor
que otras experiencias que en el pasado nos habían condicionado a valorar.
Regresar al lugar de paz cuando quieras quiere decir que de verdad deseas sentir paz
cuando la situación que vives está en un estado de intranquilidad, caracterizado por el
estrés, obstáculos, resistencia, impulsos del ego y emociones negativas.
El cuarto reto, permitir que la paz aumente todos los días, es igual a decir que todos los
días tomas decisiones para seguir la voz silenciosa del verdadero ser y no las voces
fuertes que están a tu alrededor y en tu interior. El silencio puede coexistir con la mente
pensante. La paz no te hace pasivo ni aburrido. De hecho, se trata de lo contrario. Una
vez que dejas de desperdiciar cantidades excesivas de energía psicológica en el enojo, el
resentimiento, la inseguridad y los otros pesares del ego, hay más energía para el amor,
el crecimiento interior y la creatividad.
Con este breve resumen, ya puedes ver por qué alcanzar la paz interior se ha
considerado algo tan deseable a través de los siglos, a pesar de que por fuera pareciera
que a la humanidad le gusta la guerra, las rivalidad, el crimen y las hostilidades. La zona
de paz sí existe y, si quieres que te acobije, el camino siempre está abierto.