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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN

FACULTAD DE DERECHO

INVALIDEZ DEL 1

MATRIMONIO/
ADOPCIÓN

Rina Zanabria
Ojeda

Derecho de Familia
INTRODUCCIÓN* la disolución de la familia y la
________________________ colocación de los cónyuges en la
categoría de concubinos. Es muy
distinto, pues, invalidar un acto que solo

U
no de los, no pocos, produce consecuencias patrimoniales
2
problemas fundamentales que uno que da origen a un sinnúmero
vinculados con la invalidez de relaciones de orden familiar. Y la
del matrimonio lo constituye la invalidez debe fundarse en motivos
determinación de si las disposiciones claramente determinados, pues no cabe
del Capítulo Quinto del Título I de la admitir que se generalicen situaciones
Sección Segunda del Libro III del de duda con respecto a la validez del
Código Civil -que a tal materia se matrimonio, que necesariamente
refieren- forman un régimen especial surgirán en caso de admitirse la
que se basta a s mismo, o bien si le son ampliación de las causales del régimen
aplicables subsidiariamente las normas general de invalidez del acto jurídico y
sobre la invalidez de los actos jurídicos del número de personas con derecho de
contenidas en el Título IX del Libro 11 ejercer la pretensión respectiva sobre la
del mismo Código Civil. base de disposiciones creadas con miras
Al respecto, la doctrina sustenta la tesis a regular situaciones de importancia
de la especialidad, según la cual el exclusivamente patrimonial.
régimen de invalidez del matrimonio En conclusión, la formación histórica de
difiere de la regulación adoptada para el la teoría de la invalidez del matrimonio
acto jurídico en general; por lo que se y la naturaleza del acto determinan la
excluye la aplicación a aquél de estas especialidad del régimen de invalidez
últimas disposiciones. Esto es así, del matrimonio y que no le son
porque el matrimonio es un acto aplicables las reglas sobre invalidez de
jurídico, pero de naturaleza tan los actos jurídicos en general.
trascendental para el orden social que En razón de lo anteriormente indicado
requiere normas especiales que regulen es menester estudiar este tema con
su invalidez, ya que ésta puede acarrear mayor profundidad y por ello
presentamos el siguiente trabajo con el inquietudes respecto de la invalidez del
que se pretende calmar algunas matrimonio.

CAPÍTULO I
Invalidez del
matrimonio
4
CAPÍTULO I*

_____________________________________

DE LA INVALIDEZ DEL MATRIMONIO

I. DE LAS ACCIONES DE NULIDAD Y ANULABILIDAD

L
a invalidez matrimonial está sujeta a principios propios que derivan
del principio rector en una adecuada hermenéutica, del favor
matrimonio, el que según la doctrina significa "la actitud o
predisposición del legislador a conceder un trato especial de protección al
matrimonio en orden a la conservación de su esencia y mantenimiento de sus
finalidades".
Por ello, en el acto jurídico del matrimonio -por ser un hecho de gran
trascendencia en la vida de las personas que lo contraen, y alcanzando sus
efectos también a terceros-, revisten especial importancia socialmente los
vicios que pueden afectar su validez; a tal punto resulta relevante este acto
jurídico, que, siguiendo la tesis de la especialidad, a la cual se acoge nuestro
ordenamiento jurídico, las causal es de nulidad y de anulabilidad forman un
régimen en especial de nulidad (absoluta o relativa) previstas en los artículos
274 y 277, respectivamente, del Código sustantivo, diferente de las causales
de nulidad y anulabilidad del acto jurídico que estipulan los artículos 219 y
221 del precitado Código.
La legitimidad para ejercitar la pretensión de invalidez del matrimonio, sea la
nulidad que proveen los incisos 1,2 Y 3 del artículo 274, así como la
anulabilidad que regula el artículo 277, es considerada un ius persona e de los
cónyuges, son acciones intuito persona e; por ello la ley reserva su ejercicio en
algunos casos a uno, y en otros casos a ambos cónyuges; pues solo a éstos
puede interesarles privar de efectos al matrimonio que celebraron
irregularmente.
De conformidad con el criterio bipartito recepcionado por el Código Civil de
1984, que ha reiterado y perfeccionado el que siguió el código civil de 1936, 5
sólo hay dos clases de nulidad del matrimonio, la denominada absoluta o
simplemente nulidad y la llamada nulidad relativa, o simplemente
anulabilidad.
Ambas formas de invalidez son consecuencia de la incidencia de determinados
factores que se presentan en el momento o con motivo de la celebración del
matrimonio, lo que las diferencia de las diferentes formas de disolución del
matrimonio, que se debe también a ciertos hechos o causales pero que se
presentan con posterioridad a la celebración válida del matrimonio, y que dan
lugar a la resolución o disolución en sus dos formas, de divorcio y separación.
La nulidad y anulabilidad pueden ser diferenciadas según sus causales,
amplitud de la acción, efectos y su posibilidad de convalidación o
confirmación.

II. DE LOS CASOS DE NULIDAD MATRIMONIAL

Según el artículo 247° del código civil los casos de nulidad del matrimonio son
los siguientes:

1.- Del enfermo mental

El fundamento de la norma es doble:


 En primer lugar, la protección del enfermo mental que ha
otorgado un acto jurídico de la importancia del matrimonio sin
discernimiento.
 En segundo término, la protección del sano, a quien no parece
justo imponer la carga de una unión perpetua con un enfermo
mental si obró ignorando la enfermedad.
Debe destacarse que la previsión legislativa se refiere a la situación de
hecho de la enfermedad mental sin relación con la interdicción civil por
esta misma causal. Pero la existencia de esto último no es del todo
indiferente, sino que influye sobre la carga de la prueba. Si existe
sentencia de interdicción civil, como que ella supone que se ha
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acreditado judicialmente la demencia, resulta innecesario volverla a
probar; quien sostenga la rehabilitación en el momento del matrimonio
es quien deberá acreditarla. En cambio, si no existe sentencia de
interdicción civil, corresponde a quien ataca el matrimonio demostrar la
enajenación mental al tiempo de celebrarlo.
De otro lado y en consideración al criterio mayormente aceptado sobre
la génesis de la enfermedad mental que la aprecia como una anomalía
congénita y que se manifiesta por diversos estímulos o factores
potencialmente provocadores de su evolución natural que la conducen
al estado crónico, es que se admite la vigencia de la causal para
demandar la invalidez aun cuando la enfermedad mental se manifieste
después de celebrado el matrimonio.
La disposición legal también destaca la vigencia de la causal para
demandar la invalidez del matrimonio si el enfermo mental tiene
intervalos de lucidez; los que se presentan, según la apreciación
generalmente aceptada, en ciertos casos de restablecimiento de la
normalidad, como en las psicosis intermitentes con accesos separados
por épocas de lucidez perfecta y de bastante duración, que constituyen
estados de auténtica salud.
Respecto de la legitimación activa por esta causal y con relación a la
extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de nulidad del
matrimonio por la caducidad, la ley expresamente regula un régimen
para el supuesto en que el enfermo ha recobrado la plenitud de sus
facultades mentales; estando implícito, a partir de considerar las
características del régimen legal de invalidez del matrimonio, el
tratamiento legal para el caso contrario: cuando el enfermo aún no
recupera sus facultades mentales.
Para la primera circunstancia, reserva su ejercicio a favor del cónyuge
perjudicado y caduca dentro del plazo de un año a partir del día en que
cesó la incapacidad. Al respecto, debe considerarse que con la
denominación "cónyuge perjudicado" se alude, de acuerdo con la
situación de hecho que se presente, tanto al cónyuge que descubre,
luego de recobrar sus facultades mentales, haber contraído matrimonio
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siendo enfermo mental; como, también, al cónyuge sano a quien se le
revela la enfermedad mental que padeció su otro consorte.
Para el segundo evento no realiza reserva alguna del ejercicio de la
pretensión, por lo que, mientras el cónyuge enfermo no recupere sus
facultades mentales, rige el principio de que la pretensión puede ser
ejercitada por todos los que tengan legítimo interés. Asimismo, no
establece un plazo de caducidad, por lo que la pretensión puede ser
ejercitada en todo momento, mientras el cónyuge enfermo no recupere
sus facultades mentales.
La revisión de las previsiones legales descritas evidencia que el cómputo
del plazo de caducidad se inicia a partir de un momento que no puede
ser señalado con precisión, si se considera que la "cesación de la
incapacidad" no es un hecho que tiene lugar en un instante exacto y
determinado. Por ello se propone como supuesto de hecho convalidante,
para el enfermo mental, el continuar la vida común después de
recobrada la razón; y, para el sano, el continuar la vida marital después
de conocer el estado mental del otro contrayente. En cualquiera de esas
circunstancias, es obvio que se acepta el matrimonio pese a la falta de
voluntad o al error sufrido; por lo que queda convalidado y la pretensión
no puede ser ejercida.

2.- Del sordomudo, del ciegosordo y del ciegomudo que no sepan


expresar su voluntad de manera indubitable.
El fundamento de la norma es evidente: es la protección a las personas
que se encuentran en dificultad para consentir indubitable mente al
matrimonio.
Asimismo, debe destacarse que la previsión legislativa se refiere a la
situación de hecho del sordomudo, ciegosordo o ciegomudo que no sabe
expresar su voluntad indubitable mente sin relación con la interdicción
civil por esta misma causal. Pero, y como en el caso anterior, la
existencia de esto último no es del todo indiferente, sino que influye
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sobre la carga de la prueba. Si existe sentencia de interdicción civil,
como ella supone que se ha acreditado judicialmente tal situación de
hecho, resulta innecesario volverla a probar; quien sostenga que sí
sabía expresarse indubitablemente en el momento del matrimonio es
quien deberá acreditarla. En cambio, si no existe sentencia de
interdicción civil, corresponde a quien ataca el matrimonio demostrar
tal dificultad al tiempo de celebrarlo.
Respecto de la legitimación activa por esta causal y con relación a la
extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de nulidad del
matrimonio por la caducidad, la ley expresamente regula un régimen
para el supuesto en que el cónyuge afectado con el impedimento
aprende a expresarse sin lugar a dudas; estando implícito, a partir de
considerar las características del régimen legal de invalidez del
matrimonio, el tratamiento legal para el caso contrario: cuando el
cónyuge afectado con el impedimento aún no aprende a expresarse en
forma indubitable.
Para la primera circunstancia, reserva su ejercicio a favor del cónyuge
perjudicado y caduca dentro del plazo de un año a partir del día en que
aprendió a expresar su voluntad de manera indubitable. Al respecto,
debe considerarse que con la denominación "cónyuge perjudicado" se
alude a aquél impedido que, después de contraer matrimonio, aprendió
a expresar su voluntad.
Para el segundo evento no se realiza reserva alguna del ejercicio de la
pretensión; por lo que, mientras el cónyuge afectado no aprende a
expresarse indubitablemente, rige el principio de que la pretensión
puede ser ejercitada por todos los que tengan legítimo interés.
Asimismo, no establece un plazo de caducidad; por lo que la pretensión
puede ser ejercitada en todo momento, mientras el cónyuge afectado no
se exprese de manera indubitable.

3.- Del casado.


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Esta causal de nulidad supone la subsistencia de un matrimonio civil
anterior; esto es, que el primer matrimonio civil no sea disuelto por la
muerte de uno de los cónyuges o por el divorcio o por la invalidez del
mismo.
Se fundamenta en la protección de la institucionalización de la unión
intersexual monogámica, de un solo hombre con una sola mujer; quiere
decir que la existencia de un vínculo matrimonial subsistente impide la
constitución de otro Vínculo matrimonial.
Respecto de la legitimación activa por esta causal y con relación a la
extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de nulidad del
matrimonio por la caducidad, la ley expresamente distingue un régimen
para los siguientes supuestos:
 El nuevo matrimonio contraído por una persona casada;
 El nuevo matrimonio contraído por el cónyuge de un
desaparecido sin que se hubiera declarado la muerte presunta de
éste; y,
 El matrimonio contraído por el cónyuge de quien fue declarado
presuntamente muerto.
Para la primera circunstancia, expresamente regula el caso de que el
primer matrimonio se haya extinguido, sea porque ha muerto el primer
cónyuge del bígamo o si aquél ha sido invalidado o disuelto por divorcio;
estando implícito, a partir de considerar las características del régimen
legal de invalidez del matrimonio, el tratamiento legal para el caso
contrario: cuando el primer matrimonio está vigente.
Cuando el primer matrimonio se ha extinguido, reserva su ejercicio a
favor del segundo cónyuge del bígamo, siempre que haya actuado de
buena fe, y caduca dentro del plazo de un año a partir del día en que
tuvo conocimiento del matrimonio anterior. En cambio, cuando el
primer matrimonio está vigente no se realiza reserva alguna del ejercicio
de la pretensión; por lo que rige el principio de que la pretensión puede
ser ejercitada por todos los que tengan legítimo interés, incluso por el
propio bígamo. Asimismo, no establece un plazo de caducidad; por lo
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que la pretensión puede ser ejercitada en todo momento, mientras el
primer matrimonio esté vigente.
Tratándose del nuevo matrimonio contraído por el cónyuge de un
desaparecido sin que se hubiera declarado la muerte presunta de éste,
expresamente regula el caso de subsistir la ausencia. En este supuesto
reserva el ejercicio de la pretensión al nuevo cónyuge, siempre que
hubiera procedido de buena fe y mientras dure el estado de ausencia.
Está implícito que, si la ausencia concluye por la reaparición del
desaparecido, serán aplicables las disposiciones anotadas para el caso
de que el primer matrimonio esté vigente.
En cambio, si la ausencia termina por la declaración de muerte
presunta del desaparecido, el cónyuge supérstite podrá contraer
válidamente un nuevo matrimonio por cuanto la muerte pone fin a la
persona (artículo 61 del Código Civil). En ese sentido, si el declarado
muerto presunto reaparece y obtiene su reconocimiento de existencia,
ello no invalidará el nuevo matrimonio que hubiere contraído su ex
cónyuge.

4.- De los consanguíneos o afines en línea recta. De los


consanguíneos en segundo y tercer grado de la línea colateral. De
los afines en segundo grado de la línea colateral.

En las disposiciones legales citadas se contempla al parentesco


consanguíneo o afín, en línea recta o colateral, respectivamente, como
causales de nulidad del matrimonio. Así, se establece que:
 El parentesco afecta de nulidad al matrimonio celebrado por los
consanguíneos y afines en línea recta, en todos y cada uno de sus
grados;
 El parentesco afecta de nulidad al matrimonio celebrado por los
consanguíneos en segundo y tercer grado de la línea colateral; y,
 El parentesco afecta de nulidad al matrimonio celebrado por los
afines en segundo grado cuando el matrimonio que lo produjo se
disolvió por divorcio y el ex cónyuge vive.
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Para todos estos casos no se realiza reserva alguna del ejercicio de la
pretensión; por lo que rige el principio de que la pretensión puede ser
ejercitada por todos los que tengan legítimo interés, incluso por el
propio afectado con el impedimento. Asimismo, no se establece un plazo
de caducidad; por lo que la pretensión puede ser ejercitada en todo
momento.
Téngase presente que, en atención al principio de favorecer el
matrimonio, se regula expresamente la convalidación del matrimonio
contraído por quienes están vinculados por el parentesco consanguíneo
en tercer grado, si se obtiene su dispensa judicial.
Debe destacarse que la afinidad no subsiste como impedimento
matrimonial después de la invalidación del matrimonio que la creó. Ello
es así por cuanto invalidado un matrimonio, como principio todos sus
efectos desaparecen con efecto retroactivo; claro está que ese principio
reconoce excepciones, pero éstas están determinadas en la ley y entre
ellas no se encuentra la subsistencia de la afinidad.
Obsérvese que, no obstante tratarse de un impedimento dirimente,
nuestro Código Civil no regula expresamente el caso del parentesco
adoptivo como causal de nulidad del matrimonio; resultando evidente
que los contrayentes adolecen de aptitud nupcial. Siendo ésta un
elemento estructural o esencial del acto jurídico matrimonial y no
estando esa eventualidad regulada expresamente como causal de
nulidad, se confirma la inexistencia del matrimonio celebrado por
quienes no tienen aptitud nupcial, en este caso señalado; aunque y
conservando la especialidad del régimen de invalidez, también se
aprecia en tal supuesto un caso de nulidad virtual por contravenirse el
artículo 234 del Código Civil que contiene el concepto de matrimonio
para el sistema jurídico peruano.

5.- Del condenado por homicidio doloso de uno de los cónyuges con
el sobreviviente

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Obsérvese que se sanciona solo la nulidad del matrimonio celebrado
entre el condenado como partícipe en el homicidio doloso de uno de los
cónyuges con el sobreviviente; omitiéndose el caso del procesado por
esta causa, supuesto contemplado en el impedimento matrimonial a
que se refiere el artículo 242, inciso 6, del Código Civil.
Para el caso expresamente regulado no se realiza reserva alguna del
ejercicio de la pretensión; por lo que rige el principio de que la
pretensión puede ser ejercitada por todos los que tengan leg ítimo
interés, inclusive por el propio afectado con el impedimento. Asimismo,
no se establece un plazo de caducidad; por lo que la pretensión puede
ser ejercitada en todo momento.
Como se ha anotado, no obstante tratarse de un impedimento
dirimente, nuestro Código Civil no regula expresamente el caso del
procesado por esa causa que contrae nupcias con el cónyuge supérstite
como causal de nulidad del matrimonio; resultando evidente que, en tal
supuesto, los contrayentes también adolecen de aptitud nupcial. Siendo
ésta un elemento estructural o esencial del acto jurídico matrimonial y
no estando esa eventualidad regulada expresamente como causal de
nulidad, se confirma la inexistencia del matrimonio celebrado por
quienes no tienen aptitud nupcial, en este caso señalado; aunque y
conservando la especialidad del régimen de invalidez, también se
aprecia en tal supuesto un caso de nulidad virtual por contravenirse el
artículo 234 del Código Civil que contiene el concepto de matrimonio
para el sistema jurídico peruano.
6.- De quienes lo celebren con prescindencia de los trámites legales

Como se sabe, la legitimidad de la unión matrimonial es un concepto


elástico y mutable, ya que depende de las formas matrimoniales que
son concretamente el conjunto de solemnidades requeridas por la ley
para el reconocimiento jurídico del vínculo matrimonial. Entre esas
solemnidades se comprende la intervención de la autoridad competente
para su celebración, quien se limita a verificar la identidad de los
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contrayentes, a comprobar su aptitud nupcial y a recibir la expresión
del consentimiento matrimonial; garantizando, así, la formalización del
matrimonio con sujeción a las disposiciones del Código Civil.
Sobre este último punto debe recordarse que en el momento actual y de
acuerdo con el artículo 4 de la Constitución, la forma civil obligatoria es
la única reconocida como productora de los efectos legales previstos
para el matrimonio. En tal virtud, se trata de una forma prescrita ad
solemnitatem -por lo que expresamente se sanciona con nulidad su
inobservancia- que, por virtud del principio de favorecer las nupcias, se
ve atenuada en cuanto a sus efectos en caso de inobservancia, al
permitirse su convalidación si los contrayentes han actuado de buena fe
y subsanan las omisiones en que incurrieron; desvaneciéndose la
potencial nulidad.
La subsanación de las omisiones importa realizar aquello que se dejó de
hacer involuntariamente. Así, por ejemplo, presentar copia certificada
de la partida de nacimiento, no exigida en su momento por considerarse
suficiente la entrega de fotocopia del documento de identidad de los
contrayentes; realizar la publicación del edicto matrimonial, no
efectuado oportunamente al no haber sido proporcionado por la
municipalidad respectiva; etc.
De acuerdo con lo regulado, no se realiza reserva alguna del ejercicio de
la pretensión; por lo que rige el principio de que la pretensión puede ser
ejercitada por todos los que tengan legítimo interés, inclusive por el
propio afectado con el impedimento. Asimismo, no se establece un plazo
de caducidad; por lo que la pretensión puede ser ejercitada en todo
momento.

7.- Del matrimonio celebrado ante funcionario incompetente

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La intervención de la autoridad competente para celebrar el matrimonio
es una de las solemnidades esenciales requeridas por la ley para el
reconocimiento jurídico del vínculo matrimonial.
La competencia de la autoridad viene determinada por la función
misma y por el territorio. Lo primero se aprecia cuando la ley reconoce
que los llamados a celebrar el matrimonio son el alcalde, el registrador y
el comité especial, en las comunidades campesinas y nativas. En tal
sentido, si el matrimonio civil lo realiza un juez de paz o un notario
público, aquél ha sido celebrado por un funcionario incompetente. Lo
segundo se observa cuando la ley establece que la autoridad
competente por razón del territorio es la del domicilio de cualquiera de
los contrayentes. Para tal efecto se exige presentar la prueba del
domicilio a fin de vincular a la autoridad competente. En tal virtud, si el
matrimonio civil se realiza ante una autoridad de una jurisdicción
diferente de la del domicilio de los contrayentes, aquél también ha sido
celebrado ante un funcionario incompetente.
La presente disposición legal se refiere a la nulidad del matrimonio
celebrado ante funcionario incompetente por contrayentes que han
actuado ambos de mala fe.
En este supuesto y respecto de la legitimación activa por esta causal, se
realiza una reserva negativa con relación a los cónyuges cuando se
alega la nulidad del matrimonio; es decir, que en este supuesto, la
pretensión no puede ser ejercitada por los contrayentes. Se concluye,
entonces, que la pretensión puede ser ejercitada por todos los que
tengan legítimo interés.
Con relación a la extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de
invalidez del matrimonio por la caducidad, la ley no establece
expresamente plazo de caducidad para el caso de nulidad;
concluyéndose, entonces, que la pretensión puede ser ejercitada en todo
momento.

III. DE LOS CASOS DE ANULABILIDAD MATRIMONIAL

El artículo 277º del Código Civil de 1984, perfecciona e integra en una


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sola formula los diferentes casos de anulabilidad del matrimonio, de tal
modo presentamos los siguientes:

1.- Del impúber

Se refiere al supuesto de haberse celebrado el matrimonio de infracción


del impedimento materia del inciso 1 del artículo 241º, por haberse
celebrado sin la previa dispensa judicial de la prohibición, aunque se
cuente con el consentimiento de las personas llamadas a otorgarlo,
porque la falta de este último requisito da lugar a otra clase de sanción
diferente a la nulidad o anulabilidad. Según esto, el no tener la edad
núbil constituye causal de anulabilidad cuando se celebra el
matrimonio sin haberse obtenido la dispensa judicial de este
impedimento dirimente.
El inciso 1 del artículo 277º del Código Civil prescribe que la pretensión
de anulabilidad del matrimonio del impúber puede ser ejercida por él
luego de llegar a la mayoría de edad, por sus ascendientes si no
hubiesen presentado asentimiento para el matrimonio y, a falta de estos
por el consejo de familia.
Como queda expuesto, el principio de favorecer las nupcias determina
la regulación expresa de los casos en que la unión matrimonial deba
convalidarse. Esa convalidación también se produce cuando se verifican
los supuestos de hecho contemplados en la ley. Así, en lo que se refiere
a la anulabilidad del matrimonio del impúber, aquél se convalida por
alcanzar éste la mayoría de edad y cuando la mujer ha concebido.
De otra parte, y aunque se hubiera declarado la anulabilidad, los
cónyuges mayores de edad no deben volver a contraer matrimonio;
basta la confirmación del mismo que se solicita ante el juez de paz
letrado del lugar del domicilio conyugal, y se tramita como proceso no
contencioso. La resolución que aprueba la confirmación produce efectos
retroactivos.
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2.- Del que adoleciera la enfermedad crónica contagiosa

La sanidad nupcial está referida como causal de anulabilidad del


matrimonio de quien sufre una enfermedad crónica, contagiosa y
trasmisible por herencia, o vicio que constituya peligro para la prole.
Respecto de la legitimación activa por esta causal y con relación a la
extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de anulabilidad del
matrimonio por la caducidad, la ley expresamente reserva el ejercicio de
la pretensión al cónyuge del enfermo, y caduca si no se interpone
dentro del plazo de un año desde el día en que tuvo conocimiento de la
dolencia o vicio.

3.- Del raptor con la raptada o a la inversa o el matrimonio


realizado con retención violenta

Se sanciona con anulabilidad el matrimonio del raptor con la raptada o


a la inversa, o el matrimonio realizado con retención violenta.
Respecto de la legitimación activa por esta causal y con relación a la
extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de nulidad del
matrimonio por la caducidad, la ley expresamente reserva el ejercicio de
la pretensión al cónyuge agraviado, el que sufrió el rapto o la retención
violenta, y caduca si no se interpone dentro del plazo de un año de
cesado el rapto o la retención violenta.
4.- Por incapacidad mental pasajera

Se trata de una causa de invalidez relacionada con defectos en el


consentimiento matrimonial.
Es un supuesto de anulabilidad del matrimonio en el que por "causa
pasajera" debe comprenderse a los estados de insanidad mental
transitorios de uno de los contrayentes, así como a la afección temporal
provocada por causa exterior al organismo: embriaguez, hipnotismo,
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cólera, pavor, pasiones en general. Debe existir cualquiera de estas
causas en el momento mismo de la celebración del matrimonio;
quedando sometida al discreto arbitrio del juzgador la apreciación del
hecho. Al respecto, debe considerarse que la causa de la perturbación
debe ser tan excesiva como para impedir a la parte dar un
consentimiento inteligente; pero si a pesar de ella, se aprecia la
naturaleza y consecuencias del acto, esa circunstancia no tendría
mérito para anular el matrimonio.
Respecto de la legitimación activa, el ejercicio de la pretensión se
reserva al cónyuge agraviado, a quien ha sufrido la afección temporal de
sus facultades mentales al momento de celebrar el matrimonio. El
matrimonio queda convalidado si dentro de un estado libre de voluntad
de los contrayentes, ellos exteriorizan su propósito de mantener el
vínculo, mediante el hecho mismo de la cohabitación, prolongada por
un período de seis meses de desaparecida la causa, tiempo bastante
para demostrar la persistencia real de esa voluntad.
La cohabitación, con el efecto extintivo de la caducidad de la pretensión,
debe consumarse durante el período de tiempo anterior por lo menos en
seis meses al vencimiento del plazo de dos años; cuyo mero transcurso,
por sí solo, extingue el ejercicio de la pretensión de anulabilidad.

5.- Del matrimonio celebrado por error o ignorancia

Se trata de otra causa de invalidez relacionada con defectos en el


consentimiento matrimonial.
Considerada como causal de anulabilidad del matrimonio, en primer
lugar se refiere al error sobre la identidad física de uno de los
contrayentes que tiene lugar en el caso de sustitución de una persona
por otra, que se reputa casi imposible de ocurrir, aun en el matrimonio
por poder.
En segundo lugar, se considera el error sobre un defecto sustancial de
la persona, en base a supuestos de hecho taxativamente previstos.
Error que debe referirse a la ignorancia de defectos, unos de orden
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moral, como los relativos a la conducta que específicamente se
menciona, y otros consistentes en dolencias que comprometen la salud
del cónyuge, o de la prole cuya repercusión sobre la común convivencia
sea tan intensa y grave que haga imposible su normal mantenimiento;
defectos todos estos que, de haberlos conocido el otro cónyuge, sin
duda, no habría concertado y concluido el matrimonio y que por lo
mismo, frustraron los motivos determinantes de la voluntad en la
prestación del consentimiento.
Todo esto hace surgir una cuestión de hecho que debe ser apreciada, en
cada caso, por el prudente arbitrio del juzgador, quien, al hacer la
respectiva valoración del error invocado, decidirá si él realmente vicia el
consentimiento, en los señalados supuestos que el dispositivo indica,
que son los que pueden, conforme a su expreso texto, dar existencia al
error como causal de anulabilidad.
Respecto de la legitimación activa por esta causal y con relación a la
extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de anulabilidad del
matrimonio por la caducidad, la ley expresamente reserva el ejercicio de
la pretensión al cónyuge agraviado, a quien ha sufrido el error, y caduca
si no se interpone dentro del plazo de dos años de celebrado el
matrimonio; plazo excesivo para la apreciación de las consecuencias del
error incurrido frente al matrimonio celebrado.

6.- Del matrimonio celebrado por intimidación


Se trata de otra causa de invalidez relacionada con defectos en el
consentimiento matrimonial.
Considerada como causal de anulabilidad del matrimonio, se refiere a la
amenaza de un mal grave e inminente o coacción síquica, que
presupone un consentimiento real aunque viciado y un lazo jurídico
efectivamente constituido, si bien susceptible de anulación.
Se prescinde de la violencia física o material, que es la fuerza que
impide la libre determinación de la voluntad y, por lo mismo, la
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formación de relación jurídica alguna, que es de casi imposible
realización en el casamiento, dadas las garantías prescritas para su
celebración, consistentes en las solemnidades previas de la declaración,
información y publicación, como en las concurrentes al acto mismo del
matrimonio.
Es condición de la amenaza que sea grave, esto es, que suscite tal
temor que por el peligro que entraña sea decisiva en la determinación
de la voluntad. Se trata aquí de una cuestión que, por ser de hecho, se
debe apreciar en cada caso, teniendo en cuenta las condiciones
personales del que sufre la coacción, las de quien la ejercita, como las
otras circunstancias de momento y lugar, y cuantas más forman el
ambiente dentro del que se perturba la prestación del consentimiento.
Debe ser el mal inminente, es decir, que se tenga el actual temor de su
más o menos próxima realización, faltando materialmente el tiempo
suficiente para reclamar la protección de la autoridad pública; y se
excluye, por lo tanto, el mal meramente posible, remoto o capaz de ser
prevenido. Asimismo, debe afectar los derechos o atributos de la
personalidad humana del amenazado o de terceras personas vinculadas
con él.
En cuanto al temor reverencial, del mismo modo que no tiene efectos en
los actos jurídicos en general, tampoco lo tiene en cuanto al
matrimonio. Pero no debe por eso excluirse la posibilidad de que la
violencia sea ejercida por el ascendiente sobre el descendiente, el tutor
sobre el pupilo o el superior sobre el subordinado, y en tal caso debe ser
tenido en cuenta. Lo que la ley deja de lado es el temor que deriva de la
existencia de tal tipo de vinculación, situación subjetiva de quien lo
sufre, pero no el ocasionado por actos comprendidos en las situaciones
de intimidación previstas, que nada impide que sea ejercida por las
mismas personas con respecto a las cuales podría existir el temor
reverencial.

Respecto de la legitimación activa por esta causal y con relación a la


extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de anulabilidad del
20
matrimonio por la caducidad, la ley expresamente reserva el ejercicio de
la pretensión al cónyuge agraviado, a quien ha sufrido la intimidación, y
caduca si no se interpone dentro del plazo de dos años de celebrado el
matrimonio; plazo excesivo para la apreciación de las consecuencias de
la intimidación frente al matrimonio celebrado.

7.- De la anulabilidad por impotencia

El matrimonio celebrado por persona que adolece de impotencia


antecedente y absoluta (coeundi) es anulable.
Debe tenerse presente que la impotencia no es un impedimento
matrimonial, debido a que la procreación no es la única finalidad del
matrimonio; y que, lo que se sanciona, es la impotencia misma y no el
que el otro cónyuge la hubiere ignorado.
La impotencia en el sentido de la ley, constituye la imposibilidad que
padece uno de los cónyuges para realizar la cópula, es decir, para
mantener relaciones sexuales con el otro cónyuge. La impotencia
coeundi se la distingue de la impotencia generandi, o infertilidad que
impide la generación; no estando, esta última, comprendida en la
impotencia a la que alude el dispositivo legal.
Mientras que en el hombre la impotencia impide el acceso vaginal, sea
por malformaciones o atrofias del órgano genital, o por causas de tipo
psíquico o neurológico que impiden la erección suficiente para la
penetración en la mujer, la impotencia de ésta se traducirá en la
imposibilidad de ser accedida. Se han señalado diversas causas:
infantilismo en los genitales externos, estenitis vestibular Y vaginal
(congénita, cicatrizal, raquitismo de la pelvis en alto grado, anexitis,
etc.). Particular importancia asume el vaginismo, es decir, una
contracción espástica por estímulos externos de toda la vagina o de los
músculos puborrectales o del músculo restrictor del vestíbulo. Se trata
de espasmos musculares de la pelvis que se producen principalmente
en el acto del coito, obstaculizando o impidiendo en absoluto su
cumplimiento.
21
El ejercicio de la pretensión corresponde solo a ambos cónyuges y está
expedita en tanto subsista la impotencia; no procediendo la anulación,
si ninguno de ellos puede realizar la cópula sexual.

8.- Del matrimonio celebrado ante funcionario incompetente

Ya se ha explicado que la intervención de la autoridad competente para


celebrar el matrimonio es una de las solemnidades esenciales
requeridas por la ley para el reconocimiento jurídico del vínculo
matrimonial. También que la competencia de la autoridad viene
determinada por la función misma y por el territorio. Lo primero, se
aprecia cuando la ley reconoce que los llamados a celebrar el
matrimonio son el alcalde, el registrador y el comité especial, en las
comunidades campesinas y nativas. En tal sentido, si el matrimonio
civil lo realiza un juez de paz o un notario público, aquél ha sido
celebrado por un funcionario incompetente. Lo segundo, se observa
cuando la ley establece que la autoridad competente por razón del
territorio es la del domicilio de cualquiera de los contrayentes. Para tal
efecto, se exige presentar la prueba del domicilio a fin de vincular a la
autoridad competente. En tal virtud, si el matrimonio civil se realiza
ante una autoridad de una jurisdicción diferente a la del domicilio de
los contrayentes, aquél también ha sido celebrado ante un funcionario
incompetente.
La presente disposición legal se refiere a la anulabilidad del matrimonio
celebrado ante funcionario incompetente por un contrayente que ha
actuado de buena fe.
En este supuesto y respecto de la legitimación activa por esta causal, se
realiza una reserva a favor del cónyuge o cónyuges de buena fe.
Con relación aja extinción de la imprescriptibilidad de la pretensión de
invalidez del matrimonio por la caducidad, la ley establece
expresamente un plazo de caducidad de seis meses de la celebración de!
22
matrimonio para el ejercicio de la respectiva pretensión.

IV. DE LOS MATRIMONIOS ILÍCITOS

La ley nacional estudia la teoría de los impedimentos para la


celebración del matrimonio organizados en tres grupos: el primero
comprende a los denominados absolutos, que enumera el artículo 241º
del Código Civil de 1984; el segundo comprende los relativos, que
detalla el artículo 242º; y el tercero se refiere a los impedimentos
llamados especiales, enumerados por el artículo 243º. Asimismo, que
debido a su mayor gravedad e importancia, los matrimonios celebrados
en infracción de los impedimentos absolutos y relativos recibían como
sanción la nulidad o la anulabilidad, según los casos enumerados por
los artículos 274º y 277º, también del Código Civil de 1984, en tanto
que la infracción del tercer grupo de impedimentos, en función de su
menor gravedad, no daba lugar a la nulidad ni a la anulabilidad de los
matrimonios resultantes, sino a la imposición de otra clase de
sanciones, generalmente de carácter económico o moral.
Precisamente los matrimonios celebrados en infracción de los
impedimentos especiales son los que en la doctrina se les califica con la
denominación de ilícitos, que por disposición del artículo 286º, del
Código Civil de 1984, son válidos, y que en concordancias con los
artículos 243° y 247° del Código Civil son los siguientes:

1.- Matrimonio contraído por el menor de edad


El matrimonio contraído por el menor de edad sin el consentimiento
exigido por ley, que no obstante lo cual, o de ser el resultado de la
infracción de un impedimento, conserva su validez, dando lugar nada
más que a la imposición de una sanción económica y moral que
establece el artículo 247°, y que consiste en privar al menor de la
posesión, administración, usufructo y disposición de sus bienes, hasta
que salga de su minoría.
23
2.- Matrimonio celebrado con el tutor o curador

El matrimonio celebrado en infracción de la prohibición materia del


inciso 1 del artículo 243°, de que el tutor o el curador no puede casarse
con el menor o el incapaz durante el ejercicio del cargo ni antes de que
estén judicialmente aprobadas las cuentas de la administración,
también es ilícito, salvo el caso de que el padre o la madre del pupilo
hubiera autorizado el matrimonio por testamento o por escritura
pública. Pero la sanción que es pecuniaria, manifiestamente es
insignificante e irrisoria, puesto que sólo da lugar a la pérdida de la
retribución que por su trabajo corresponde al tutor o curador infractor,
sin perjuicio de la responsabilidad derivada del desempeño del cargo.
3.- Matrimonio contraído por viudo sin la facción judicial de
inventarios

También es ilícito el matrimonio contraído por viudo, viuda o por el


cónyuge cuyo matrimonio anterior hubiera sido invalidado o disuelto
por divorcio, lo mismo que el padre o la madre natural, sin la facción
judicial de inventarios, con intervención del Ministerio Público, de los
bienes de propiedad de sus hijos que está administrando, o la
declaración jurada de que no existe bienes o que no están bajo su
administración, o de que sus hijos no están sujetos a su Patria
Potestad.
La finalidad de esta prohibición es cautelar los bienes pertenecientes a
los hijos de los viudos y divorciados, y evitar la confusión de
patrimonios.
El antecedente de este artículo está en el artículo 86 del Código Civil de
1936.

4.- Matrimonio celebrado por la viuda


24
Conocido también como inobservancia del luto por viudez, consiste en
la obligación en la mujer de abstenerse de realizar nuevo matrimonio,
con la finalidad de evitar la perturbatía sareguínís o turbado sanguínís,
la que conduce a la incertidumbre sobre la paternidad de la persona
que pueda nacer; así, si a la mujer se le permitiera casarse de nuevo
antes de los 300 días señalados por la ley, podría plantearse el
problema de saber quién es el padre del hijo.
La finalidad de esta prohibición temporal busca evitar una posible
confusión de la filiación de los hijos que vayan a nacer del segundo
matrimonio de una viuda celebrado inmediatamente después de su
viudez.
Hasta antes de la modificación de este inciso hecha por la Ley Nro.
27118, no se admitía prueba alguna que permitiese a una mujer
contraer matrimonio antes de vencido el plazo de 300 días. Ahora se
puede dispensar de dicho plazo a la mujer que acredita no hallarse
embarazada mediante certificado médico expedido por autoridad
competente.
El antecedente de este artículo es el artículo 85 del Código Civil de
1936. En el caso de las mujeres cuyos matrimonios fueron declarados
nulos o fueron disueltos por divorcio, el plazo se contaba desde que
quedó ejecutoriada la sentencia.

V. DE LAS REGLAS PROCESALES APLICABLES


1.- De la sustanciación de la acción de nulidad

El Nuevo Código Procesal Civil promulgó por el Decreto Legislativo


Nº768, originalmente no considero regla procesal alguna, referente a la
invalidez matrimonial, pero por el Decreto Ley Nº 25940, en lugar de
modificar o complementar el Código Procesal Civil modifico el artículo
281º del Código Civil de 1984, estableciendo que la pretensión de
invalidez del matrimonio se tramita como proceso de conocimiento y le
25
son aplicables, en cuanto sean pertinentes , las disposiciones
establecidas para los casos de separación de cuerpos o divorcio por
causal.

2.- De la transmisibilidad de la acción de invalidación

Con relación al artículo 151º del C.C. de 1936, que estableció que la
acción de nulidad no pasa a los herederos del cónyuge, pero estos
podrán continuar la demanda entablada por su causante, según la
opinión de Emilio Valverde y aun del Doctor Héctor Cornejo Chávez, se
llegó a la conclusión de que la intransmisibilidad de la acción se refiere
solo a los matrimonios anulables, y no a los nulos; “Cuando se trata de
un matrimonio anulable, en que la acción se confiere sólo a los
cónyuges, la sociedad no tiene interés en invalidar un casamiento que
ha sido resuelto por la muerte, de manera que , si el único interesado,
que era el cónyuge fallecido quien no uso su derecho de accionar, sus
herederos tampoco pueden ejercitarlo, pues no pueden tener más
interés que el directamente afectado.
Continuando en su crítica de las modificaciones insertadas por la
comisión revisora, Cornejo Chaves, dice que en el artículo 279º que
extiéndela intransmisibilidad de la acción de nulidad que corresponde
al cónyuge en los demás casos del artículo 278º, al reconocer el derecho
que tienen los herederos de interponer la acción de nulidad como
legítimos interesados, esto es, por si mismos y no como continuadores
del causante, puesto que se da a entender que tales herederos
únicamente pueden demandar por derecho propio la nulidad en los
cinco últimos casos enumerados por el artículo 274º y no en los tres
primeros supuestos de dicho artículo, que resulta ilógico.

3.- Ejercicio de la acción de invalidación mediante apoderado


26
No obstante la gravedad, o la importancia, de la acción de invalidación
del matrimonio, no habría fundamento suficiente para impedir que
pudiera ser formulada mediante representante, pero con sujeción a los
requisitos que exige el Art 280º, de que el apoderado esté facultado
expresamente para demandar la nulidad o la anulabilidad, debiendo
constar el otorgamiento de la escritura pública, bajo sanción de
nulidad.

4.- De las reglas observables durante el juicio

Por presentarse durante la sustentación del juicio sobre invalidación del


matrimonio, situaciones y riesgos semejantes a los que se producen en
la tramitación del divorcio, quizá con mayor justificación en el primer
caso por seguirse la vía ordinaria, el Art. 281º dispone que durante el
juicio de invalidez del matrimonio, las peticiones sobre la separación
temporal de los cónyuges, asignación para alimentos y gastos judiciales,
oposición a dichas asignaciones, inventarios, medidas de seguridad del
patrimonio común y guarda de los hijos menores, se sujetaran a las
normas pertinentes relativas al juicio de separación de cuerpos y de
divorcio.

5.- Del régimen legal de la patria potestad


Respecto a los hijos menores de edad habidos durante el matrimonio
por invalidarse, además de las medidas provisionales sobre la guarda de
los mismos mientras se tramita el juicio, que autoriza el Art. 281º,
también el C.C. de 1984 se preocupa de fijar reglas referentes al
régimen de familia que se establecerá como consecuencia de la
invalidación del matrimonio, disponiendo mediante el artículo 282º, que
al declarar la invalidez del matrimonio, el juez determina lo
concerniente al ejercicio de la patria potestad, sujetándose a lo
27
establecido para el divorcio, en razón de que los hijos menores de edad
habidos durante el matrimonio que se anula quedan en situación
semejante a la de los hijos de un matrimonio que se disuelve por
divorcio.

6.- De la indemnización de daños y perjuicios

Suponiendo que los hechos que determinaron la invalidación del


matrimonio agravien la dignidad o el legítimo interés personal del
conyugue inocente, que obro de buena fe, y de lugar a la que se haga
efectiva la consiguiente responsabilidad por los daños y perjuicios
ocasionados, por el artículo 2883º también se remite la solución del
caso a lo establecido respecto al divorcio, en supuestos similares.

DE LOS EFECTOS DE LA INVALIDACIÓN MATRIMONIAL

Los efectos que puedan generar el matrimonio invalidado se determinan


en función de la buena o mala fe con la que hubieran procedido al
celebrarlo los ex cónyuges y también de la buena o mala fe de los
terceros al contratar con aquellos. En el Código Civil de 1984 se
presentan tres casos:

1.- Matrimonio celebrado de mala fe por ambos cónyuges


En este caso, de haber sido celebrado el matrimonio maliciosamente por
ambos contrayentes que procedieron con pleno conocimiento del causal
o causales de la invalidación, a sabiendas de que contraían un enlace
ilegal o nulo, se aplica los efectos más graves o drásticos de la
invalidación, este es:
 La nulidad del matrimonio, como si jamás se hubiese celebrado o
existido, es decir que la unión que hubieran tenido los cónyuges
deviene en una simple unión de hecho o concubinato,
28
considerando a los hijos como extramatrimoniales.
2.- En caso de haber sido celebrado de buena fe o matrimonio
putativo

El matrimonio invalidado pero que fue celebrado de buena fe por ambos


cónyuges, o por uno de ellos cuando menos, es el denominado
Matrimonio Putativo (creación del Derecho Canónico), cuya
característica fundamental consiste en que la anulación solo opera ex
nune, es decir, para el futuro, respecto a los dos cónyuges y los hijos, si
ambos actuaron de buena fe al celebrarlo, como si se tratara de un
matrimonio disuelto por divorcio, o solo respecto al cónyuge de buena fe
y de los hijos, si es que, el otro se casó de mala fe.
Los efectos del Matrimonio Putativo son:
 Si ambos cónyuges obraron de buena fe, el matrimonio genera
para los dos, como si fuera un matrimonio valido disuelto por
divorcio.
 Cuando solo uno de los cónyuges obró de buena fe, lo
mencionado anteriormente solo rige para él, pero en cambio de
aquel que obro de mala fe el matrimonio no surte ningún efecto.

3.- En el caso de terceros de buena fe

El artículo 285º dispone que el matrimonio invalidado produce los


efectos de un matrimonio valido disuelto por divorcio frente a terceros
que hubieran actuado de buena fe.
Procesalmente las pretensiones sobre invalidez del matrimonio lo mismo
que las pretensiones sobre separación y divorcio por causales se
tramiten como procesos de conocimiento y aplicación de lo establecido
por el artículo 281º del Código Civil en concordancia del artículo 480°
del Código Procesal Civil.

___________________________* __________________________
29

CONCLUSIONES*

_____________________________________

 PRIMERA.- El régimen de las nulidades matrimoniales ha sido


organizado en forma específica e independiente del sistema
establecido para las nulidades del acto jurídico en general, en
consideración a la naturaleza e importancia particulares del
matrimonio, por ello nuestro actual Código Civil regula la
invalidez del matrimonio en base a principios y reglas propias.
 SEGUNDA.- El acto jurídico del matrimonio -por ser un hecho de
gran trascendencia en la vida de las personas que lo contraen, y
alcanzando sus efectos también a terceros-, reviste especial
importancia socialmente a los vicios que pueden afectar su
validez.
 TERCERA.- El Juez competente al declarar la nulidad del
matrimonio, dispondrá quien cuidará y ejercerá la patria potestad
de los hijos, teniendo siempre en cuenta el grado de culpabilidad
de los cónyuges y velando siempre por la seguridad y bienestar de
aquéllos.
 CUARTA.- La comprobación de la buena o mala fe es de vital
importancia dentro, logrando obtener la separación debido a los
vicios y defectos.

30
BIBLIOGRAFÍA*

_____________________________________
31

 ARIAS-SCHREIBER PEZET, Max. “Exégesis del Código Civil


Peruano de 1984”. Tomo VII. Derecho de Familia. Lima, Gaceta
Jurídica, 1997.

 ARIAS-SCHREIBER MONTERO, Ángela. “Exégesis del Código


Civil Peruano de 1984”. Tomo VII. Derecho de Familia. Lima,
Gaceta Jurídica, 1997.

 PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex. “Exégesis del Código Civil


Peruano de 1984”. Tomo VII. Derecho de Familia. Lima, Gaceta
Jurídica, 1997.

 DÍAZ VALDIVIA, Héctor. “Derecho de Familia”. Arequipa- Perú,


2013.

 VARSI ROSPIGLlOSI, Enrique. “Exégesis del Código Civil


peruano de 1984”. Tomo VIII. Derecho de Familia. Lima, Gaceta
Jurídica, 2001.

 CORNEJO CHÁVEZ, Héctor. “Derecho Familiar Peruano”. 2


Tomos. Lima, Studium Ediciones, 1985.
32

CAPÍTULO II
LA ADOPCIÓN
CAPÍTULO II*

33
_______________________________________

LA ADOPCIÓN

I. CONCEPTO

L
a adopción es una institución tutelar del Derecho de Familia
mediante la cual una persona adquiere de otra la calidad de
hijo a pesar de carecer de vínculos sanguíneos con ella. De esta
manera, la ley crea una relación paterno filial plena respecto del
adoptante (padre y madre) y el adoptado (hijo), quien deja de pertenecer
a su familia biológica y pasa a ser parte de su nueva familia con todos
los derechos que como hijo le corresponden, tales como al nombre,
alimentos, herencia y los derivados de ellos. Y es que la adopción
emplaza al adoptado en el estado de familia de hijo. En este caso la
familia queda estatuida por la ley. Etimológicamente proviene de la
palabra "Adoptio".
En el Código de los Niños y Adolescentes, en su artículo 115 se define a
la Adopción como; "Una medida de protección al niño y al adolescente
por la cual, bajo la vigilancia del Estado se establece de manera
irrevocable la relación paterno – filial entre personas que no la tiene por
naturaleza.
En consecuencia el adoptado adquiere la calidad de hijo del adoptante y
deja de pertenecer a su familia consanguínea".
Es con actos de amor que se crea un vínculo irreversible entre los niños
y adolescentes así como entre las personas dispuestas a integrarlos
dentro de sus familias.
Técnicamente la adopción es una medida de protección a las niñas,
niños y adolescentes entre personas que por naturaleza no la tienen.
No hay conformidad en la definición, o cual es el concepto de la
adopción, de ahí que se han dado múltiples definiciones. De las que se
puede mencionar las siguientes:
34
Los distintos doctrinarios la denominaban de la siguiente manera:
 Trochet: “Un acto de voluntad que coloca en una familia a un
individuo a quien ni la naturaleza ni la ley habían hecho miembro
de ella”.
 Caso y Cervera: “Una ficción legal por la que se recibe como hijo
al que no lo es por la naturaleza”.
 J.C. Rebora: “Un acto voluntario, revestido de las formalidades
que la ley le imponga, y por el cual se establece entre dos
personas que no están unidas entre sí por vínculos naturales, un
parentesco civil”.
 L. Josserand: “Un contrato que crea entre dos personas
relaciones civiles de paternidad o maternidad y de filiación”.
 Barbero: “mediante la adopción el adoptado deja de pertenecer a
su familia consanguínea para entroncarse en la familia del
adoptante, esto implica el establecimiento de una filiación legal,
de allí que se le conozca también como filiación por asimilación”
El Artículo 377º del Código Civil de 1984, dice: “Por la adopción el
adoptado adquiere la calidad de hijo del adoptante y deja de pertenecer
a su familia consanguínea”.
Finalmente, el Doctor Héctor Cornejo Chávez, dice que de todas las
definiciones se infiere que la adopción es un acto de voluntad o, más
específicamente aun, un contrato que consagra una ficción jurídica
cuyo objeto es imitar a la naturaleza. Pero que, en tesis general, todas
las definiciones coinciden en atribuir a la adopción los siguientes
caracteres:
 La índole de un acto voluntario, que sanciona una ficción
consistente en reputar padre e hijo a quienes no lo son.
 El carácter de un acto jurídico solemne, esto es, que exige la
intervención del Estado a través de un funcionario público.
 Efectos análogos a los que produce la relación consanguínea
paterno-filial.

II. NATURALEZA JURÍDICA


35
En cuanto a la naturaleza jurídica de la adopción tampoco hay
conformidad. Así, dice Cornejo Chávez, algunos autores sostienen que
es un acto jurídico semejante a la legitimación por declaración estatal, o
al reconocimiento de un hijo ilegitimo, actos a los que generalmente no
se les atribuye la índole contractual. En tanto, que otros, por el
contrario, tipifican la adopción como un contrato de Derecho Familiar
similar a otros contratos familiares, como el matrimonio; en los cuales
no se admite modalidades, ni modificación convencional de sus efectos,
ni a veces revocación o término por mutuo disenso; y exige, además del
consentimiento de las partes, la intervención del Estado.
El Código Civil de 1936, apartado de las definiciones, no se pronunció
respecto a la naturaleza jurídica de la adopción, ni dio lugar a que se le
considere como un contrato. Igualmente, el Código Civil de 1984,
aunque da definiciones, incluso de la adopción, se abstiene de precisar
la naturaleza jurídica.

III. LA ADOPCIÓN EN LA LEGISLACIÓN NACIONAL

Después de 31 años de haberse proclamado la independencia del Perú,


el 28 de julio de 1852, el Código Civil tuvo influencia del derecho
romano vía el derecho colonial o por revalorización hecha por jus –
naturalismo, influye también el derecho castellano, los proyectos
españoles de 1821, 1836 y 1851, el alemán a través del jurista Heinicio
y el francés con la poderosa influencia del Código de Napoleón y de los
juristas Aubry y Rail Donat y Duranton.

1.- El Código Civil de 1852

El Código Civil de 1852, recepcionó la institución de la adopción del


Derecho Francés, con la plenitud de su fundamento de satisfacer en
interés privado, o su finalidad individualista de resolver los problemas
36
particulares del adoptante por carecer de hijos propios, como subraya el
Artículo 278º, que hacia cesar los efectos de la adopción si el adoptante
llegaba a tener hijos legítimos, o a reconocer sus hijos naturales, pero
se limitó a regular la adopción plena, excluyendo la menos plena.
La adopción fue considerada en el Título V del Libro I a través de 15
artículos. En el artículo 289 se señalaba que la "adopción" o
prohijamiento es el acto de tomar por hijo al que no lo es por el
adoptante.

2.- El Código Civil de 1936

El Código Civil de 1936, al regular la adopción, no obstante que en el


seno de la Comisión Codificadora hubo oposición a su admisión por su
escaso uso, se reprodujo su clásica orientación romanista de dar
prioridad al interés privado pero no con la atenuación que significaba el
Artículo 340º, de que no cesan los efectos de la adopción aunque
sobrevengan hijos al adoptante o reconozca hijos ilegítimos, sin
embargo tuvo el defecto de incorporar a la legislación nacional la
modalidad de la adopción menos plena limitada a la alimentación y
educación del menos adoptado.

3.- El Código de Menores

Con el Código de Menores, materia de la Ley 13968, dada en 1962, se


inició en la legislación nacional la restructuración de la adopción para
modernizarlo y sustituir su fundamento individualista por la
orientación social propia de las nueva circunstancias, a fin de
convertirla en un medio eficaz de contribuir a la solución del problema
de los menores en situación de abandono material y moral. En efecto, el
Artículo 68º estableció que tratándose de menores de 14 años en la
citada situación de abandono, el juez podía dispensar de los requisitos
de la edad y de la falta de herederos que prescriban los tres primeros
incisos del artículo 326º del Código Civil de 1936, siempre que el
37
adoptante sea casado y viva con su cónyuge y que ambos sean idóneos
según el Artículo 69º, la adopción que se autorizaba era la menos plena,
pero al vencimiento de un año al ser ratificada por el adoptante adquirió
todos sus efectos de la Plena; al mismo tiempo que, de acuerdo con el
artículo 70º, se facultaba al juez para revocarla en cualquier tiempo a
solicitud del adoptante, en los casos del Código Civil.
Posteriormente, el Decreto Ley Nro. 22209, de 15 de junio de 1978,
introdujo importantes modificaciones del Código de Menores, para
facilitar aún más la adopción de los menores de 14 años en situación de
abandono material y moral, a plenitud, esto es, suprimiendo la
modalidad de la menos plena, para cuyo objeto se autoriza la dispensa
de los requisitos materia de los cuatro primeros incisos del Artículo
326º, del entonces vigente Código Civil de 1936, siempre que, cuando el
adoptante sea soltero, viudo, divorciado, o casado separado de hecho
por más de tres años, viva en familia que el juez crea conveniente para
el adoptado; que el cónyuge del adoptante, si hacen vida común, preste
su consentimiento, y a quien también se le considerara como
adoptante; que el adoptante sea mayor que el adoptado por lo menos 15
años; y que si el adoptante es extranjero pero acredita residir en el Perú
al iniciarse el trámite, durante el procedimiento y al momento de la
inscripción, de la adopción en el Registro de Estado Civil.
4.- El Código Civil de 1984

Finalmente, el Código Civil de 1984, perfeccionando las modificaciones


anticipadas por el Código de Menores y el Decreto Ley 22209 ha
reestructurado y renovado sustancialmente la adopción, no tanto para
evitar su desaparición por el desuso como para ponerla en condiciones
de atender con eficacia los nuevos requerimientos de la comunidad, de
contribuir a la solución del problema social en general, y de la niñez
38
desvalida en particular.

___________________________* __________________________
CONCLUSIONES*

_____________________________________ 39

 PRIMERA.- La adopción es una institución tutelar del Derecho de


Familia muy antigua e importante. La adopción es una ficción
legal, una filiación artificial, por medio de la cual, se crea un
vínculo jurídico por medio de un acto condición en el cual se hace
de un hijo biológicamente ajeno, un hijo propio.

 SEGUNDA.- La adopción ha pasado por un proceso de


adecuación y modernización. Actualmente la adopción está
pensada en beneficio de la niñez abandonada o en peligro
material o moral, dejándose de lado la idea de que la adopción es
una institución dirigida solo a dar al adoptante un heredero
forzoso o legitimario o a perpetuar su apellido.


BIBLIOGRAFÍA*

_____________________________________
40

 GACETA JURÍDICA. “Comentarios al Código Civil Peruano”.


Tomo II. Perú, 2009.

 BARBERO, Doménico. “Sistema del Derecho Privado”. Tomo II.


EJEA. Buenos Aires, 1967.

 CORNEJO CHÁVEZ, Héctor. “Derecho Familiar Peruano”. Tomo


11. 6º edición. Librería Studium. Lima, 1987.

 VARSI ROSPIGLlOSI, Enrique. “Exégesis del Código Civil


peruano de 1984”. Tomo VIII. Derecho de Familia. Lima, Gaceta
Jurídica, 2001.

 CORNEJO CHÁVEZ, Héctor. “Derecho Familiar Peruano”. 2


Tomos. Lima, Studium Ediciones, 1985.

 PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex. “Exégesis del Código Civil


Peruano de 1984”. Tomo VII. Derecho de Familia. Lima, Gaceta
Jurídica, 1997.
41

ANEXOS
JURISPRUDENCIA

________________________________

42
I. NULIDAD DE MATRIMONIO

CASACIÓN 294-2003
NULIDAD DE MATRIMONIO
Lima, ocho de agosto del dos mil tres.-

LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA DE LA REPUBLICA; Vista la causa número doscientos
noventicuatro- dos mil tres; en audiencia pública de la fecha y
producida la votación con arreglo a ley emite la siguiente sentencia:
MATERIA DEL RECURSO.- Se trata del recurso de casación
interpuesto a fojas doscientos ochenta a doscientos ochenticuatro por
Juana Arce Arque contra la sentencia de vista de fojas doscientos
setentidós y doscientos setentitrés expedida por la Sala Especializada
de Familia de la Corte Superior de Justicia de Lima, su fecha veintiséis
de noviembre del dos mil dos, que revocó la sentencia apelada de fojas
doscientos ocho a doscientos diez y reformándola declaró improcedente
la demanda en los seguidos por la recurrente contra Gabriel Vásquez
Chipana y otra, sobre Nulidad de Matrimonio; FUNDAMENTOS DEL
RECURSO.- Por resolución de esta Sala Suprema del dieciocho de
febrero del dos mil tres se declaró procedente el recurso por las
causales previstas en los incisos primero y tercero del artículo
trescientos ochentiséis del Código Procesal Civil, acusando: a) La
aplicación indebida del artículo doscientos setenticuatro inciso tercero
del Código Civil, pues el mismo ha sido utilizado por la Sala de mérito
para convalidar un acto jurídico nacido nulo y realizado por los
demandados de mala fe, además de hacerse en forma retroactiva, ya
que recién en pleno trámite del presente proceso de nulidad de
matrimonio - que se basa en que el demandado Vásquez Chipana al
contraerlo era casado con la recurrente - se ha declarado la disolución
de su primer matrimonio, de modo que la legitimidad para obrar de la
demandante al momento de interponerse ésta acción no había
desaparecido, por cuanto aún no se encontraba disuelto el vínculo
43
matrimonial; y b) La infracción de las formas esenciales para la eficacia
y validez de los actos procesales, al no haberse tenido en cuenta las
pruebas aportadas por su parte y pretenderse aplicar una norma
retroactiva para convalidar un acto nulo; y CONSIDERANDO:
PRIMERO.- Que el recurso de casación ha sido admitido por causales
que implican tanto errores in procedendo como in iudicando por lo que
es del caso analizar y pronunciarse previamente sobre la primera de ella
puesto que de considerarse fundada resultaría impertinente analizar la
causal restante; SEGUNDO.- Que la finalidad de los medios probatorios
es acreditar los hechos expuestos por las partes, producir certeza en el
juez respecto a todos los puntos controvertidos y fundamentar sus
decisiones, así como que todos los medios probatorios son valorados por
el juez en forma conjunta utilizando su apreciación razonada,
expresándose en la resolución sólo las valoraciones esenciales y
determinantes que sustenten su decisión conforme lo disponen los
artículos ciento ochentiocho y ciento noventisiete del Código Procesal
Civil; TERCERO.- Que en el caso subjudice fluye que por escrito de
fojas seis, la recurrente Juana Rosa Arque acude al órgano
jurisdiccional solicitando la nulidad del matrimonio celebrado entre los
demandados Gabriel Vásquez Chipana y Ludida Bautista Huapaya ante
el Concejo Municipal de Llusita - Ayacucho el veintiocho de febrero del
dos mil argumentando que éstos contrajeron nupcias a sabiendas de
que el primero de los nombrados se encontraba casado con la
accionante; acumulativamente solicita se le indemnice en la suma de
cincuenta mil nuevos soles por los daños y perjuicios ocasionados al ver
frustrada su expectativa de tener un hogar establecido dentro de los
parámetros de la ley; CUARTO.- Que admitida a trámite la demanda,
absuelto el traslado de la misma y llevadas a cabo las audiencias
respectivas, el a-quo luego de compulsar y valorar los medios
probatorios tal como lo exigen las normas glosadas precedentemente,
amparó las pretensiones de la actora declarando fundada la demanda y
fijando el monto de la reparación civil en la suma de cuatro mil nuevos
soles, esgrimiendo como fundamentos de su decisión entre otros que el
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demandado Gabriel Vásquez Chipana tenía pleno conocimiento de que
estaba impedido de contraer nuevo matrimonio con su coemplazada en
tanto que su primer matrimonio celebrado con la demandante se
mantenía aún vigente a la fecha de celebrarse el segundo; y que, de otro
lado, la codemandada Lucilda Bautista Huapaya en su declaración de
parte de fojas ciento sesenta precisó que sabía que Vásquez Chipana
era casado no obstante lo cual contrajo matrimonio con éste
coligiéndose de ello que ambos han actuado de mala fe; QUINTO.- Que
la Sala de mérito absolviendo el grado de apelación mediante la
sentencia de vista revocó la del a-quo y reformándola declaró
improcedente la demanda bajo el fundamento de que la legitimidad para
obrar que inicialmente ostentaba la recurrente para incoar este proceso
ha desaparecido en su transcurso al haberse disuelto su vínculo
matrimonial mediante sentencia ejecutoriada recaída en la causa sobre
separación convencional y ulterior divorcio seguido con Vásquez
Chipana, por lo que al no existir ya vínculo vigente con él la acción para
anular el segundo matrimonio sólo puede ser intentada por el cónyuge
del que fuera bígamo y no por la recurrente; SEXTO.- Que, sin
embargo, pese a expresar que ha efectuado un exhaustivo análisis de
los autos el colegiado superior para arribar a la conclusión precitada se
ha limitado a efectuar un examen y una valoración parcial de los
hechos y medios probatorios pues sólo ha analizado las copias de las
partidas de ambos matrimonios del demandado así como las
resoluciones recaídas en el proceso sobre separación convencional ya
aludido para concluir y reconocer que la accionante si bien tuvo
legitimidad para obrar al interponer su demanda, la ha perdido a
posteriori por un hecho sobreviviente no controvertido, a la vez que
enfatiza la calidad del segundo cónyuge del bígamo como la única
persona habilitada jurídicamente para demandar la invalidez del
segundo matrimonio en aplicación del inciso tercero del artículo
doscientos setenticuatro del Código Civil sin tomar en cuenta que esta
norma exige la existencia de buena fe ni que en la audiencia de prueba
de fojas ciento cincuentitrés corre la declaración de parte de la
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demandada quien ha reconocido que al contraer matrimonio con el
demandado Vásquez Chipana sabía que su divorcio aún se encontraba
en trámite, de todo lo cual se concluye que el ad quem no ha realizado
una valoración en conjunto de todos los medios probatorios existentes
en el proceso a fin de extraer las valoraciones esenciales y
determinantes que sustenten su decisión, infringiéndose así lo
establecido en el inciso tercero del artículo ciento veintidós del Código
Procesal Civil, por lo que la resolución de mérito ha incurrido en vicio
que la hace pasible de nulidad; SÉPTIMO.- Que por tales
consideraciones, en aplicación de lo previsto en el acápite dos punto
uno del inciso segundo del artículo trescientos noventiséis del Código
Procesal Civil, y de conformidad con lo dictaminado por el señor Fiscal
Supremo en lo Civil, declararon FUNDADO el recurso de casación de
fojas doscientos ochenta a doscientos ochenticuatro interpuesto por
Juana Arce Arque; en consecuencia NULA la sentencia de vista de fojas
doscientos setentidós y doscientos setentitrés, su fecha veintiséis de
Noviembre del dos mil dos, ORDENARON que el órgano jurisdiccional
inferior expida un nuevo fallo con arreglo a ley; DISPUSIERON la
publicación de la presente resolución en el Diario Oficial "El Peruano";
en los seguidos por Juana Arce Arque contra Gabriel Vásquez Chipana
y otra sobre Nulidad de Matrimonio; y los devolvieron.
SS.
MIRANDA MOLINA
MAC RAE THAYS
ARANDA RODRÍGUEZ
II. INVALIDEZ DEL MATRIMONIO

CASACIÓN Nº 360-2008
INVALIDEZ DE MATRIMONIO
Lima, diez de agosto del dos mil nueve.‐

LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA DE LA REPUBLICA; vista la causa número tres mil
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seiscientos cuatro guión dos mil ocho, con el acompañado, en Audiencia
Pública de la fecha, y producida la votación con arreglo a ley, emite la
siguiente sentencia; MATERIA DEL RECURSO: Se trata del recurso de
casación interpuesto por Rosa Elena Aguirre Munaya mediante escrito
de fojas doscientos veintiséis, contra la sentencia de vista emitida por la
Sala Mixta Descentralizada de Pisco de la Corte Superior de Justicia de
Ica de fojas doscientos diecisiete, su fecha diecisiete de junio del año
dos mil ocho, que confirmó la sentencia apelada de fojas ciento sesenta
y seis que declaró fundada la demanda interpuesta por María Mercedes
Peña Huamán de Fajardo y, en consecuencia, nulo el matrimonio
contraído por Rosa Elena Aguirre Munaya con Víctor Ricardo Fajardo
Tipismana celebrado el veinticuatro de diciembre del año mil
novecientos noventa y tres ante la Municipalidad Distrital de San
Clemente, con lo demás que contiene; FUNDAMENTOS DEL RECURSO:
Que, el recurso de casación fue declarado procedente por resolución del
veinte de octubre del año dos mil ocho, por la causal prevista en el
inciso tercero del artículo trescientos ochenta y seis del Código Procesal
Civil, en virtud de lo cual la recurrente denuncia la contravención de las
normas que garantizan el derecho a un debido proceso, toda vez que en
el presente caso la competencia por razón de la materia se encuentra
definida por el artículo cincuenta y tres del Texto Único Ordenado de la
Ley Orgánica del Poder Judicial, según el cual los Juzgados de Familia,
en materia civil, conocen las pretensiones relativas a las disposiciones
generales del Derecho de Familia y a la sociedad conyugal, contenidas
en las Secciones Primera y Segunda del Libro III del Código Civil; sin
embargo, las instancias de mérito no han reparado que, tratándose de
una demanda de invalidez de matrimonio, era competente para conocer
el proceso el Juzgado de familia por razón de la materia, y no el
Juzgado civil, como ha ocurrido; y, CONSIDERANDO: PRIMERO.‐ Que,
conforme aparece de la revisión de actuados, María Mercedes Peña
Huamán de Fajardo interpuso demanda para que se declare la invalidez
(por nulidad absoluta) del matrimonio civil contraído por su difunto
esposo Víctor Ricardo Fajardo Tipismana con Rosa Elena Manrique
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Munaya ante la Municipalidad Distrital de San Clemente el veinticuatro
de diciembre del año mil novecientos noventa y tres, en razón a que la
actora contrajo primeramente matrimonio con el causante el
veinticuatro de diciembre del año mil novecientos sesenta y seis por
ante la Municipalidad Distrital de San Andrés, de cuya unión han
procreado cuatro hijos de nombres Mercedes Corina, Juan Ricardo,
Luis Roberto y Milagros Catalina Fajardo Peña, todos mayores de edad,
habiendo tomado conocimiento del segundo matrimonio con motivo de
los trámites que inició para la obtención de su pensión de viudez ante la
Oficina de Normalización Previsional – O.N.P., entidad el cual le informó
que ya se encontraba en trámite otro pedido presentado por Rosa Elena
Manrique Munaya; SEGUNDO.‐ Que, la demanda se admitió a trámite y
se sustanció ante el Juzgado Especializado en lo Civil de Pisco, órgano
jurisdiccional que expidió sentencia en primera instancia declarando
fundada la demanda y nulo el matrimonio contraído entre la
demandada y Víctor Ricardo Fajardo Tipismana, decisión que fue
confirmada en su momento por la Sala Mixta Descentralizada de Pisco;
TERCERO.‐ Que, es reconocido por la mayor parte de la doctrina sobre
los criterios que sirven para determinar la competencia son
esencialmente: la materia, la cuantía, la función, el turno y el territorio,
siendo los cuatro primeros absolutos e improrrogables, y el cuarto
relativo y, por lo tanto, prorrogable. El carácter absoluto de la
competencia responde a un interés público, en razón a la estructura y
funciones esenciales de los órganos jurisdiccionales; mientras que la
competencia relativa rige en función a las necesidades, conveniencia e
intereses de las partes; CUARTO.‐ Que, la competencia por razón de la
materia, conforme lo establece el artículo nueve del Código Procesal
Civil, se determina por la naturaleza de la pretensión y por las
disposiciones legales que la regulan. Por “naturaleza de la pretensión”
entendemos a la naturaleza del litigio o conflicto de intereses; entonces,
es la naturaleza del conflicto de intereses que se sustancia ante el
órgano jurisdiccional, así como las normas jurídicas materiales que
regulan su desenvolvimiento y solución, las que determinan la
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competencia por razón de la materia; QUINTO.‐ Que, la presente
demanda es una mediante la cual se solicita la invalidez del matrimonio
contraído con una persona casada; en consecuencia, se trata de una
pretensión cuya naturaleza es específicamente de derecho de familia; y
siendo así, conforme al principio de legalidad de la competencia, y
según lo dispuesto en el artículo cincuenta y tres del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, los Juzgados de
Familia conocen, en materia civil, las pretensiones relativas a las
disposiciones generales del Derecho de Familia y a la sociedad conyugal
contenidas en las Secciones Primera y Segunda del Libro III del Código
Civil, las cuales comprenden, entre otros, la invalidez del matrimonio y
la disolución de dicho vínculo; SEXTO.‐ Que, a la fecha de interposición
de la demanda (veintinueve de setiembre del año dos mil seis) ya se
había implementado en la provincia de Pisco los Juzgados
Especializados de Familia, razón por la cual correspondía a este órgano
jurisdiccional –y no al Juez Especializado en lo Civil– conocer del
trámite de los presentes actuados, circunstancia que motiva la nulidad
de todo lo actuado ante el juez incompetente, la misma que puede ser
declarada inclusive de oficio en cualquier estado del proceso, según lo
autoriza el artículo treinta y cinco del Código Procesal Civil; SÉTIMO.‐
Que, por consiguiente, se verifica en autos que se han contravenido las
normas que garantizan el derecho a un debido proceso, por lo cual el
recurso de casación debe ampararse y proceder conforme a lo dispuesto
en el numeral dos punto cuatro del inciso segundo del artículo
trescientos noventa y seis del Código Procesal Civil; en consecuencia,
declararon: FUNDADO el recurso de casación interpuesto por Rosa
Elena Aguirre Munaya mediante escrito de fojas doscientos veintiséis;
CASARON la resolución impugnada, en consecuencia, NULA la
sentencia de vista de fojas doscientos diecisiete, su fecha diecisiete de
junio del año dos mil ocho, INSUBSISTENTE la sentencia apelada de
fojas ciento sesenta y seis, su fecha treinta y uno de mayo del año dos
mil siete, y NULO TODO LO ACTUADO hasta fojas catorce inclusive;
MANDARON que los autos se remitan a la mesa de partes de los
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Juzgados Especializados de Familia de Pisco para su trámite respectivo;
DISPUSIERON se publique la presente resolución en el Diario Oficial
¨El Peruano¨; en los seguidos por María Mercedes Peña Huamán de
Fajardo contra Rosa Elena Aguirre Munaya sobre Invalidez de
Matrimonio; y los devolvieron; interviniendo como Vocal Ponente el
señor Ticona Postigo.‐

SS.
TICONA POSTIGO
CELIS ZAPATA
MIRANDA MOLINA
MAC RAE THAYS
ARANDA RODRÍGUEZ

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