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Sacramento de la confirmación (resumen)

Estamos ante uno de los problemas más difíciles de la teología sacramental, en primer lugar
porque se piensa que no tiene autonomía, esto por la historia de su origen, sin embargo la tarea
del teólogo es situarla en medio de la cadena iniciatica de los llamados sacramentos de iniciación
cristiana.

También se llega a pensar que no tiene una diferencia clara respecto del sacramento del bautismo,
porque en este sacramento se recibe el Espíritu Santo, y la diferencia no es tan nítida, he ahí la
confusión. Pese a ello, no hay que reducir solamente a eso el sacramento de la confirmación.

Lo característico de este sacramento viene significado por el gesto de la imposición de las manos,
con el que se transmite el don del Espíritu Santo.

La reflexión teológica en torno a la confirmación se concreta cuando en occidente se consuma la


disgregación de los sacramentos de iniciación, por el contexto que se vivía en aquellos días, donde
la Iglesia fue de carácter social, tras el edicto de Milán, donde el Obispo ya no le era posible estar
en todos los bautismos, por lo tanto, la crismación después del bautismo, fue atrasándose hasta
llegar a consolidar un nuevo sacramento, tornándose con ello una pregunta, ¿cuál es el efecto
específico de la confirmación?, para responder recurrieron primeramente a la noción de la Iglesia
como protosacramento.

Ahora bien, por tener, este sacramento, sacramentalidad, no es opcional el recibirlo o no, porque
es parte de los sacramentos de la iniciación cristiana desde el rito antiguo.

La relación que tiene con el bautismo estriba en la idea de perfección y complemento de aquello
que se recibió en el bautismo, es que lleva a la edad adulta al niño engendrado en el bautismo. De
todo esto se infiere que entre el bautismo y la confirmación existe una conexión orgánica como
entre dos etapas de un mismo movimiento, pero que se trata de dos momentos distintos.

La relación de la confirmación con la Eucaristía es conforme a la homilía, en la renovación de las


promesas bautismales, en la moción previa donde se imponen las manos. La confirmación está
orientada a la Eucaristía como a su culminación. La confirmación significa una más plena comunión
con el misterio de Cristo y de la Iglesia, refuerza la configuración del cristiano con Cristo, sin
mencionar que lo habilita para participar activa y fructuosamente con el sacerdote en la ofrenda
del sacrificio de la Nueva Alianza.

Ante la carente presencia del Obispo en sus comunidades por el diverso trabajo que esto implica,
se han propuesto diversos modelos de confirmación a través de los tiempos, el más prudente
apunta que salvar la estructura original de los sacramentos de iniciación, pero con una
modificación en la edad para recibir la confirmación, la cual oscila entre los 5-7 años.
Resumen DIMENSIONES HISTÓRICO-SALVÍFICAS DE LA CONFIRMACIÓN.

El sacramento de la confirmación ha sido reducido a la acción que el Espíritu Santo tiene sobre el
confirmado, es decir, en la confirmación es bien sabido que se recibe el don del Espíritu Santo,
llevándolo a un empobrecimiento, porque si bien es cierto que se recibe dicho don, no solamente
ocurre eso, sino otros efectos que a continuación mencionaremos.

Como todo sacramento, la confirmación encuentra su fundamento en el misterio de Cristo, y en su


celebración se pone la mirada en dos símbolos, la unción y la signación. Estos símbolos nos están
indicando que este sacramento se conmemora el misterio de Cristo en su totalidad. En la unción,
se recibe el Espíritu Santo, pero es ungido para una misión específica dentro de la Iglesia.

Además, la confirmación es un acontecimiento salvífico, por cuanto que en ella se actualiza el


misterio redentor de Cristo y permite al confirmado una comunión-participación en ese misterio
en el misterio total de Cristo, especialmente en el misterio pascual. Como resultado de esta nueva
experiencia pascual, se produce una mayor unión con el Ungido.

Por lo anterior, los escolásticos afirmaban que el Espíritu Santo se da en este sacramento a
semejanza con Pentecostés. Afirman taxitivamente que a diferencia del bautismo, en la
confirmación se confiere la plenitudo Spiritus Sancti. En occidente se entiende esta última acción,
como la recepción en el confirmado de los dones de Espíritu Santo, que son siete, es decir, que
hacen pleno a aquel que los recibe con una plena conciencia de Cristo.

La unción crismal refuerza la orientación escatológica, porque es un sello semejante al del


bautismo, pero de manera más pleno porque perfecciona al confirmado, pues garantiza la
protección hasta el último día, es decir, este don del Espíritu Santo es el que nos hace partícipes de
la vida eterna, porque nos inviste de la vestidura inmortal. En pocas palabras, confiere al
confirmado el derecho a un mayor grado de gracia y bienaventuranza en el cielo. El sacramento de
la confirmación viene, pues, a consolidar la confianza del cristiano y su esperanza en la
resurrección.

La confirmación es una celebración de Iglesia y en medio de ella, se va construyendo y


estructurando dicha Iglesia, en la medida que los miembros se van integrando y plenificando en
medio de su misión, haciendo de esto modo una y santa a la Iglesia a la que pertenece, así lo dice
la Lumen Gentium. El ministro por excelencia que administra este sacramento es el obispo, lo que
permite que los confirmados comiencen un proceso de mayor pertenencia a la Iglesia, pues es el
obispo quien confirma.

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