Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Actitud
La Actitud
La Actitud
Teoría y Práctica
de la Motivación
y Promoción
1
Definamos la actitud
La actitud se asocia con una predisposición, que puede desarrollarse a lo
largo del tiempo por medio del aprendizaje, respecto a un objeto en
particular (esto es, el modo con el que tendemos a responder frente a
determinado objeto, vinculado con el aprendizaje generado gracias a las
experiencias que acumulamos con el mismo).
Componentes de la actitud
Rodríguez (1991) distingue tres componentes fundamentales:
2
presente al momento del examen con mucho temor hacia el docente
(componente afectivo), que está relacionado con las experiencias de
fracaso que ha tenido y con la imagen que de dicho docente ha construido
conforme a ellas (componente cognitivo); y que se comporte de modo
introvertido e inseguro cuando sea interrogado en el examen (componente
conductual).
La toma de decisiones
De este modo, buena parte de las decisiones que tomamos se asocian con
la construcción de nuestras actitudes. Si decimos, por ejemplo, que
determinada persona está en contra del aborto, estamos diciendo que
mantiene una actitud negativa frente a dicho objeto.
Así mismo, las actitudes tienen un gran impacto social. En función de ellas,
interactuamos con el resto de las personas, y nuestro proceso de
incorporación de conocimientos está influenciado por el modo en que
nuestras emociones nos permiten conocer y posicionarnos frente al
mundo.
3
De esta forma, cada nueva información adquirida es valorada y conectada
con la base de datos que poseemos, que está cargada también de
valoraciones.
Fuente: [Imagen sin título sobre un niño mirando a través de un hueco]. (2016). Recuperada de
goo.gl/iyQlNI
Como hemos venido desarrollando, podemos decir que las actitudes tienen
sus raíces en el entorno social. Allí es desde donde se forman, pues se
aprenden a partir de la interacción con el mundo, se manifiestan también
en dicha interacción y se van modificando conforme lo hace el contexto
social.
Por ejemplo, antes se consideraba que las mujeres eran las responsables
exclusivas de la crianza, la educación y la asistencia de los hijos. Eran
4
buenas esposas aquellas que mantenían el orden en el hogar y
desarrollaban correctamente las tareas domésticas.
Aun así, si bien las actitudes se asocian con una tendencia evaluativa
(cargada de emoción) frente a diversos objetos, hechos o personas,
podemos decir que no siempre evaluamos de la misma forma. ¿De qué
depende, entonces, el modo en que evaluamos afectivamente?
Cuántas veces nos ha pasado repetir la frase: “Has lo que yo digo, pero no
lo que yo hago”. En parte, la conveniencia responde a este fin, pues en
muchas circunstancias modificar una actitud implica una economía psíquica
para el organismo.
5
Funciones de conocimiento: se presentan cuando actúan en calidad de
esquemas cognitivos. El prejuicio es uno de los ejemplos que permite
hablar de esta función cuando se limita la incorporación de
información, asociado a una idea inicial que se sustenta en la
construcción de un estereotipo o una valoración subjetiva.
Funciones de adaptación: las actitudes nos facilitan el proceso de
integración a diferentes grupos. Si queremos “formar parte”, debemos
tener pensamientos/sentimientos básicos similares; estos, gracias a
procesos identificatorios, nos hacen sentir “incluidos” (en pequeños
grupos o en la sociedad en general).
Funciones defensivas: actúan cuando buscamos defendernos de
determinados objetos y construimos creencias basadas en
sentimientos que no siempre representan la realidad. Por ejemplo: “el
policía me puso una multa porque tuvo un mal día”; de esta manera,
elaboro una imagen negativa (en contra) respecto a la autoridad e
ignoro mi responsabilidad en un hecho puntual.
Funciones expresivas: las actitudes permiten, en definitiva, mostrar
quiénes somos ante los otros. Esto lo hacemos mediante la expresión
de nuestros valores, creencias, sentimientos; ellas nos permiten
adoptar determinadas posturas que definen, en parte, cómo somos.
6
individuales. Por lo tanto, en determinadas personas y conforme a la
actitud que manifiesten, podrá anticiparse la conducta que adoptarán,
mientras que en otras, no.
Finalmente, podemos decir que los rasgos de la personalidad pueden
generar cierta dominancia ante las actitudes. De esta forma, aquellas
personas que trabajan por una clara aceptación social (vinculado a
dificultades con la propia identidad) pueden, inclusive, silenciar las
propias actitudes para sentirse integradas en determinado grupo.
Diríamos, entonces, que las actitudes tienen una base de formación
individual y social, y que se encuentran a merced de estos dos
componentes para manifestarse (o no) libremente.
7
Referencias
Morris, Ch. G., y Maisto, A. A. (2009). Psicología (12.a ed.). Nueva York: Pearson
Educación.