Está en la página 1de 15

Resumen realizado por el Grupo 4. Historia de Venezuela en los Medios I.

“El silencio de la Muerte”. Autor: Janet Buchoolz.

LAS MISIONES DEL CARONI SINTESIS.

La toma de Guayana por los republicanos en 1817, llevó a la destrucción de las misiones del Caroní
que en poco menos de un siglo habían alcanzado un desarrollo agropecuario y artesanal excepcional bajo
el mando de los capuchinos catalanes. Al momento de su derrumbe, estas misiones mantenían una
población de más de 21000 habitantes dirigida por 41 frailes capuchinos asignados a 27 pueblos de misión
y dos villas de españoles: San Antonio de Upata y San isidro Labrador de Barceloneta. De estos habitantes,
la gran mayoría eran indígenas.

Los misioneros de Guayana se acogieron a los cultivos de yuca, algodón, arroz, y plátano y la
creciente ganadería Como artesanos, la habilidad de los indígenas proporcionaba la mayor parte de las
demás necesidades: tela, ropa, artículos de cocina y hogar, y diferentes tipos de herramientas y artículos
de trabajo elaborado de hierro, cuero, madera, pelos, y gramíneos. Con su servicio en las casas y pueblos
atendían a los misioneros y a los españoles de las villas ocupándose de la cocina, la limpieza, y los
mandados; con sus tandas de servicio obligado acometieron los trabajos agrícolas, pecuarios, industriales
y de construcción. Falta ser reconocido que todas las construcciones de la región de Caroní y en Angostura:
caneyes, ranchos de bahareque, casas de mampostería y teja, fortines, e imponentes iglesias para el culto,
fueron hechas por la mano de obra indígena. Se puede decir que Guayana se desarrolló útil en economía y
población. No por europeos, sino por indígenas ganaderos y agricultores.

La provincia de Guayana nunca había marchado a la par con otras provincias vecinas. El
desconocimiento de su geografía, las pocas poblaciones que sobrevivían en reducidos parajes muy
distantes unos de otros, la falta de vías de penetración y la dificultad de convivir con las tribus indígenas
nativas de la región por su poca disposición de ser sometidas, fueron factores que contribuyeron a su
aislamiento y al desarrollo de un ritmo particular a sus condiciones.

El período de Piar en Caroní comenzando con el impacto de la invasión sobre la población, tanto
criolla como indígena, y la rápida desaparición de los frailes del escenario por escaparse de Caroní o por
estar presos en Caruachi e inmediatamente surge el problema de cómo administrar un botín más
provechoso que lo previsto y cómo controlar una población de mano de obra que tenía que ser utilizada
según las necesidades de la guerra.

En cuanto a la muerte de los frailes, el asunto es definitivamente un problema de falta de fuentes


adecuadas, y la costumbre arraigada de nunca cuestionar la actuación del Libertador en una forma que
podría insinuar que obraba en contra de lo que se considera las reglas aceptadas por la sociedad.

LAS MISIONES DEL CARONI 1816

Por 1816, las misiones de Caroní, regentadas por los capuchinos catalanes desde 1724, habían
alcanzado un desarrollo agropecuario sorprendente por la época debido a las propias dotes organizativas
de los miembros de la congregación y al amplio grado de control que los frailes ejercían sobre la población
indígena de la región. A pesar de los atroces y cruentos conflictos que estremecían las tierras al norte del
río Orinoco desde la declaración de la primera República de Venezuela en 1811, no fue alterado el ritmo
de su producción, su capacidad para sostener sus habitantes, ni su disposición de apoyar las guarniciones
de las fortalezas de la Antigua Guayana y la capital de la provincia, Angostura.
FRACASOS PREVIOS. GUAYANA “DESPOBLADA” Y DESGUARNECIDAD”

Todos los intentos misioneros al sur del Orinoco antes del 1725 fracasaron por falta de base
económica y por falta de defensa ante los indómitos caribes. Para esa fecha no llegaban a cien el número
de españoles, que había en un territorio tan grande como toda España, Desde las bocas del Orinoco hasta
la meta de la ribera del gran rio. El 10 de abril de 1724 llego a Guayana una nueva expedición de seis
capuchinos catalanes. Esta tercera expedición será la que definitivamente logrará asentar las misiones.

Al llegar, según de unos de los 6 misioneros, no hallaron ni vestigios de las pasadas misiones.
Justamente la dificultad principal y la causa de los fracasos radican en la falta de recursos que hacía del
problema del poblamiento un círculo vicioso: Al no haber población productora y asentada y sólidamente
establecida no había economía auto sostenida y al no haber economía no se podía ni atraer ni retener la
población.

Por otra parte, la corona no cumplía con el compromiso adquirido de pasar ayuda convenida a los
misioneros y a los pobladores canarios. En fin, los capuchinos se convencieron de que era útil pedir ayuda
a la corona y reclamar a las arcas reales de santa fe que al parecer estaban vacías. No había otra solución
que buscar auto sostenimiento.

LOS INDIGENAS DE LAS MISIONES DEL CARONI

En octubre de 1816, P. Fulgencio de Barcelona, el último prefecto, envió un estado de las misiones
a sus autoridades en Cataluña y por ello la información sobre una población en la región de 21.246
residenciada en 27 misiones de indígenas (19.154 habitantes) y dos villas de españoles (2.092 habitantes).8
Las misiones fueron esparcidas al sur del río Orinoco y al oriente del río Caroní con la excepción de la villa
de San Isidro Labrador de Barceloneta y la misión de Santa Magdalena de Currucay ubicadas al oeste del
río Caroní en la ribera norte del río Paragua.

Los indígenas que habitaban y laboraban en las misiones del Caroní no fueron de etnias
homogéneas.

Etnia N° de misiones Habitantes


Guayano 6 5488
Caribe 6 4759
5 2608
Arinagoto 1 355
Totales 18 13210
Fuente: BARCELONA, Fulgencio de. Doc. 323 ‘‘Estado de la misión de Guayana dado por el último
Prefecto P. Fulgencio de Barcelona (Caroní, 13 octubre 1816)’’ en: CARROCERA, 1979, tomo III, 1979, pp.
314-317.

Hubo 9 misiones con poblaciones mixtas:

Misión Etnias N° de Habitantes


Santa María de Yacuario Guayanos y panacayos 661
Ntra. Sra. de los Dolores de Puedpa Guayanos y guaicas 412
San Miguel de Unata Guayanos y aruacas 751
San Miguel del Palmar Guayanos y caribes 1015
Sta. Eulalia de Murucuri Caribes y guaraúnos 730
San Buenaventura de Guri Caribes y guaicas 758
San Juan Bautista de Avechica Guaicas y arinagotos 732
Santa Ana de Puga Araucas caribes y guaraúnos 578
Santa Cruz de Calvario Guaraúnos y salivas 517
Total 6154

El único problema de estas misiones era su costumbre, eran diferente y generalmente en caso del
caribe, porque ellos atacaban a la población para llevar cautivos para la venta a los holandeses del esequibo.
Dentro de los límites de las misiones no hubo grupos realengos de indígenas. Los que rechazaban ser
sometidos a la reglamentación de las misiones tenían que escaparse y vivir en las márgenes del territorio
por el delta o adentrarse en las selvas o por los ríos al sur, siempre alertas en caso de que un grupo de
españoles o frailes apareciera de repente en una de sus entradas para capturarlos y devolverlos a las
misiones.

SUSTENTO, CAPACITACIÓN, Y LABORES DE LOS INDIGENAS.

El sustento más fiable fue basado en carne de res salado o en tasajo, y en yuca en su expresión más
duradera: el casabe; esta combinación posibilitó asentamientos fijos, y este mismo llevaba a la necesidad
de fundar más misiones con mayores y más reglamentadas siembras de yuca y otros renglones agrícolas
para garantizar el sustento de toda la población de las misiones durante el año. Las armas de las siembras
fue un gran sustento de vida para cada misión.
En algunas se consolidó la siembra de algodón, planta nativa de la región, para promover el hilado
de las fibras y su tejido en telas para vestir y otros objetos valiosos como chinchorros, los Se aprovechaba
la sacada de aceites medicinales de árboles como la carapa y el currucay que fueron preparados en frascos
para su venta local y foránea. También, anualmente.

RELIGION Y EDUCACIÓN DE LOS INDIGENAS

El funcionamiento cotidiano de la misión es propio de una sociedad teocrática donde la máxima


autoridad religiosa y civil la tiene el misionero. Hay una serie de funcionarios indígenas que, bajo su
dirección desempeñaban tareas de responsabilidad. El misionero además tiene que preparar los
matrimonios insistiéndoles “Visita a todos los días de paso todas las casas de los indios para ver quien está
enfermo, quien pario, quien falta en las casas...” Los muchachos aprendían a leer y a tocar algún
instrumento musical. Los primeros que aprenden enseñaban a otro. Se urgía su aprendizaje en la lengua
española. (fuente: libro, el tesoro de los indios – Luis Ugalde).

La educación en la fe de los misioneros estaba basada en una rutina diaria que controlaba las
actividades de cada misión. Desde la primera tocada al rezo cuando salía el sol hasta el rosario nocturno
que terminaba las actividades para que todos se recogieran en sus casas, todas las labores estaban regidas
por una rutina. Esto incluía el aprendizaje de la fe por recitación y memorización. Todos tenían que repetir
los rezos, mandamientos y otros preceptos con base en la memorística, y supuestamente con esto se
llegaría a la efectiva evangelización.

¿QUIENES ERAN LOS CAPUCHINOS CATALANES?

Al final de 1816, había 40 frailes capuchinos catalanes activos en las misiones de Caroní Los frailes
tenían 3 rasgos principales en común: fueron catalanes, experimentados religiosos de su congregación58 y
versados en la lealtad a Dios y al rey. También fueron obedientes, organizados, y con un buen grado de
preparación. Los nuevos frailes incorporados a las misiones encontraban un sistema organizativo poco
común y óptimo en sus resultados.

Esto fue logrado por dos elementos: el hato y el común. A pesar de la magnitud de su resultado,
no hay indicios que esto fuera concebido desde el principio, sino que fue el fruto de acciones pragmáticas
tomadas desde los primeros meses de la llegada de los capuchinos catalán consorcio agropecuario que
favorecería el crecimiento de toda la provincia de Guayana. El buen uso de los productos del ganado
sacrificado permitió una producción en carne, cueros, sebo y sus derivados (velas y jabón), y otros
productos menores es.
En la economía estaba basada en un consorcio agropecuario que favorecería el crecimiento de toda
la provincia de Guayana. El buen uso de los productos del ganado sacrificado permitió una producción en
carne, cueros, sebo y sus derivados (velas y jabón), y otros productos menores.

MUERTE DE LOS FRAILES

Además de la situación amenazante para las armas republicanas representada por este conflicto
soterrado de los indígenas frente a su sistema normal de vida y su recién impuesto compromiso militar,
quedaba latente el peligro de la presencia de los frailes presos en la misión de Caruachi, sitio muy expuesto
si llegaran fuerzas realistas. A principios de mayo, con la presencia de Bolívar y los oficiales del Ejército
Libertador recién llegados a la zona, fue analizado el posible aprovechamiento por fuerzas enemigas de los
religiosos, con su poder de convocatoria, y debido a una preocupación generalizada en el Alto Mando por
creer que estaba acercándose el momento de un nuevo intento de invasión realista, El Libertador, en una
conversación con José Félix Blanco, decidió el traslado de los frailes a una de las misiones más lejanas al
oriente como Tupuquén o Tumeremo.

De la misión de Caruachi. Sus cuerpos fueron echados al río. Veinte frailes fueron sacrificados el 7
de mayo de 1817, y con su matanza se selló la extinción de las misiones. Los detalles nunca han sido
aclarados. De los 40 frailes anotados en el censo de 1816, sólo unos 5 sobrevivieron, y cuando 1817 llegó a
su fin, no hubo ninguno en la región. En esencia, esto fue el fin de las misiones, porque de allí en adelante,
hasta bien entrado el siglo XX, hubo escasa presencia religiosa en la región de Caroní y se dejaba de utilizar
el vocablo “misión” cuando nombraban los pueblos de la comarca.

Cuando se considera el impacto de la muerte de los últimos frailes en la región, especialmente en


cuanto a los indígenas, es necesario pensar en términos de las relaciones humanas. La mayoría de los
capuchinos catalanes tenían de quince a 44 años de presencia en las misiones. De los viejos conocidos,
varios eran ancianos, frente a una cultura que respetaba la senectud. Los más nuevos, con solo unos meses
de servicio, apenas eran conocidos. Aquí da pie para conjeturar sobre la existencia de todo tipo de
relaciones entre ellos y los indígenas según cada individuo, según cada grupo, según cada misión.

PIAR Y LAS MISIONES DEL CARONI.

El trece de diciembre de 1816 en Angostura, una flechera de Caicara trajo la noticia al gobernador
de Guayana, D. Lorenzo Fitzgerald, que el general Piar, “...con una división de ochocientos negros de Santo
Domingo perfectamente armados…”, había pasado el Orinoco para reunirse con Manuel Cedeño que tenía
unos ochocientos hombres a caballo por las sabanas de Caicara (Buchholz, pág.: 45).
La situación de Piar fue muy precaria. Sus propias tropas incomodaron a los habitantes con
actuaciones cuestionables, especialmente con el despojo de caballos, el animal más codiciado por un
ejército que marchaba mayormente a pie por no tener suficientes bestias. Esto provocó una amenaza oficial
el 19 de febrero, de pasar por las armas a cualquiera que robara un caballo o bestia del ejército, que
automáticamente era el dueño de toda bestia una vez ganada la región.

También hubo flancos débiles que tenía que ser cubiertos como Antigua Guayana y la Paragua
(Barceloneta), y todo un territorio misionero dilatado con el que los republicanos no estaban familiarizados
y por esto se les hacía difícil medir las precauciones que debían tomar. Además, hubo la amenaza continua
de la arribada a la zona de fuerzas españolas, porque todavía para los republicanos era imposible controlar
el Orinoco por falta de embarcaciones.

La primera recluta

Con un escenario tan confuso, lleno de incógnitas y de rumores, vale preguntar cómo fue la
reacción de los indígenas. Analizado a partir de la información contenida en el Diario de Operaciones de
Piar, a primera vista parece que hubo las nuevas circunstancias, porque muchos indígenas se presentaron
a Piar y sus oficiales y la impresión es que un número respetable se incorporó al ejército.

Los reportes en el Diario de Operaciones de Piar de los primeros 15 días informan de varios de
estos sucesos:

• Día 07/02: 2 indígenas de Tupapuy avisan que ya su gente está regresando a sus casas. A la vez,
4 habitantes de Upata fueron nombrados como comisionados de Justicia para los pueblos de Cupapuy,
Altagracia, Santa María y San Antonio, los pueblos de misión en los alrededores de Upata.

• Día 09/02: se presentaron 25 hombres de la Misión de Altagracia que fueron agregados a varios
cuerpos del ejército. Avisaron que su gente estaba tranquila en sus casas y “…gustosos con el Gobierno de
la República.” Durante el día llegaron los indígenas de Cupapuy con danzas de tocotines para mostrar su
felicidad de ser liberados.

• Día 12/02: se presentaron más de 40 indígenas de Cupapuy como voluntarios y fueron agregados
a las diferentes fuerzas.

• Día 16/02: Se presentaron los indígenas de Santa María.

• Día 22/02: Altagracia envió 12 reclutas más.107


• Día 27/02: indígenas del Palmar se presentaron solicitando un comisionado de Justicia para su
pueblo

El mes de marzo pasó con un agite de movilizaciones por todo lo largo y ancho del territorio. Era
necesario mantener los asedios en Angostura y en la Antigua Guayana, y a la vez, preparar las fuerzas para
repulsar un futuro contraataque por parte del ejército realista. Se fue organizando una red administrativa
y de control de las misiones utilizando hombres del ejército y de Upata que daban más muestras de talentos
en este sentido y de su lealtad a la causa. Esto resultó en la remisión de más reclutas indígenas a Upata
desde las misiones cercanas y también de las de la periferia: 100 y pico de San Antonio (03/03), 35 de Santa
María, 20 de Altagracia, 70 y pico “en las inmediaciones” de Upata (todos el 04/03), 30 de El Palmar (10/03),
120 y tantos de la Paragua (Barceloneta), 51 de Carapo (18/03), 49 de Miamo (21/03), 63 de Guasipati
(23/03), y 24 de Tumeremo (24/04).

1818: EL DESANGRE DE LAS MISIONES Y EL COMIENZO DE LA VIOLENCIA INTERNA

Aunque para el año 1818 hubo muy poco escrito acerca de los indígenas de Caroní en cuanto a los
oficios del ejercito libertador, ni en las oficinas de Angostura donde lo ministros del nuevo gobierno iban
conformado un nuevo estilo de régimen.

Sin embargo, se sabe que los indígenas estaban en todas partes, pues estos representaban la mayor
parte de la población y mano de obra de aquel año. Estos se encargaban se llevar y traer el ganado, víveres,
enjalmes y otros productos que eran exportados por esos pueblos. También eran quienes fabricaban las
lanzas y otras herramientas de guerra que fuesen solicitados, hacían carbón vegetal, remaban las curiaras
y los barcos, además de eso, eran quienes debían presentarse cuando había una recluta. Para ese mismo
año fue cuando los civiles comenzaban a asumir responsabilidades de gobierno en Angostura, al año
siguiente a causa de esto se permitió la convocatoria a una nueva asamblea constitutiva que se llevaría a
cabo para 1819. Sería el año de crecimiento ideal republicano gracias a las menguadas riquezas de Caroní.

En 1818 la población indígena sufrió un desmoronamiento y dispersión de su población ya que no


lograrían zafarse de los controles del ejército y sus nuevos señores, estos quedarían desamparados ante
una desatada pestilencia mortífera. Los días de Navidad y Año Nuevo pasaron seguramente desapercibidos
en Caroní, hacían falta los Frailes y no hubo curas, todo lo que quedaba eran los viejos recuerdos y
costumbres. La alegría de estas fiestas se vería opacadas por la falta de tantos hombres, ya que al no estar
ellos todas las obligaciones pasaba a las mujeres, viejos y adolescentes. Además de ser un pueblo dedicado
a un ritmo agropecuario en el cual habían sido criados, ahora solo les quedaba mirar con preocupación a
las tierras mientras se preparaban para los meses venideros sin la presencia de sus hombres. Ahora quienes
se encargaban de surtir pertrechos y provisiones al ejército, recaía en algunos republicanos
comprometidos, civiles y algunos militares.

En Angostura Fernando Peñalver era el Intendente que se encarga de todos aquellos recursos que
había o faltaban, el daba las órdenes necesarias para resolver múltiples problemas. En el Hato de San Felipe
estaba el comandante Justo Morales quien estaba pendiente de la recepción del ganado. En Alta Gracias,
cerca de Upata se encontraba Manuel Landa quien hacia malabarismo para mantener funcionando la
maquina débil que le habían encargado, estaba pendiente que los suministros que eran enviado desde los
pueblos o desde Angostura no se perdieran en el camino.

El Comisado General de las Misiones, Alonso Uzcátegui, se movía alrededor de Upata, esta era la
zona más poblada por la presencia de guayanos en Cupapuy, Altagracia, Santa María y San Antonio.
Además, debía ausentarse cada cierto tiempo de estos pueblos para supervisar las misiones y precisar por
sí mismo que cada quien cumplía con su trabajo, al igual que debía de estar pendiente que no hubiese
malos tratos hacía los indígenas, ya que estos eran los que recogían el ganado, amasaban los potros y
cuidaban la cría básicamente hacían todas las labores.

Al comenzar el año, las preocupaciones de Landa, quien era el administrador del Almacén General
aumentaron bastante, ya que dependían mucho de la fuerza de los indígenas y de los animales,
especialmente de las mulas, y ambos estaban agotados y habían disminuido numerosamente. Landa y
Uzcátegui habían hecho planes para la siembra de tabaco, ya que Upata era conocida por la calidad de tal
hoja, la cual era muy codiciada. Así que el tabaco pudiese ser la entrada segura que les permitiría que la
administración desde Angostura tuviese entradas económicas para así continuar con la compra de armas.

La siembra era sumamente importante, por lo tanto, desde Angostura el Intendente daba permiso
a los de Upata de tener sus trabajos siempre que pagasen el jornal a los indios, y aparte el Estado compraría
sus cosechas. Aun así, la siembra y el cuidar del tabaco no sería tarea fácil, ya que la mano de obra seguía
siendo un problema por la pérdida de tanta gente. Hasta los criollos pasaron a trabajar en los campos,
porque sólo de la tierra obtendría comida para ese año y los reglones de tabaco permitirían la compra de
necesidades no elaboradas en la región.

Los misioneros en Venezuela

Antes los indígenas tenían una vida seminómada, y eran considerados una raza inferior y de muy
mala educación cultural. No tenían indicios de querer tener una mejora en esas vidas humildes, eran
considerados salvajes y lejos del camino “del señor”. Poco a poco los españoles fueron viajando a las tierras
de Venezuela, investigando y dando información de cómo los indígenas vivían. Después de varias
expendiciones, llegaron al consenso que necesitaban tener un cambio de vida para que los indígenas no
fueran considerados “bestias”, y encontraron la idea de civilizar al indígena.

El discurso de civilizar al indígena, tanto en la colonia como en la incipiente república, era un


concepto que combinaba la idea de cristianizar junto con una transformación cultural en la que el indígena
llegaría a una forma de desenvolverse que se aproximara a la manera de pensar, hablar, actuar y ser de los
españoles o criollos.

Por su condición de salvaje, o no civilizado, y por prejuicios que venían desde la conquista, el
indígena fue considerado como un sujeto de un nivel inferior de la sociedad. Los viejos prejuicios no
desaparecieron al entrar el ejército republicano en Caroní. Después de esto se crearon los 3 grupos para
empezar a cambiar la vida cultural de los indígenas, estos eran: Los indígenas (Que ya habitaban estas
tierras), los frailes (Eran los sacerdotes elegidos para enseñar la religión a los indígenas, y también controlar
que ninguno intentara escapar de las misiones y obedeciera “la palabra del señor”) y los españoles
(encargados de cambiar o mejorar la vida cultural). Todo esto estaba a manos de los capuchinos catalanes,
que controlaban las misiones en esa época, antes de la feroz y hambrienta conquista de los republicanos
en 1817.

Los capuchinos catalanes

La historia misionera inicia en 1686, durante la época colonial, con la llegada de los primeros
misioneros a la guarnición de santo tomé de Guayana. Posteriormente llegan a la provincia de Guayana los
misioneros capuchinos catalanes, autorizados por las Reales Cédulas. Estos llegaron a las tierras de
Guayana con su famosa idea de civilizar al indígena.

Como ya se había nombrado anteriormente estas misiones estaban en manos de los capuchinos
catalanes, y para solucionar los problemas que ellos tenían con los indígenas, dividieron las misiones en 3
grupos: Indígenas, frailes y españoles. Aunque los indígenas eran el grupo más numerosos en las misiones,
fueron los frailes que tuvieron más control en esas tierras.

Los frailes tenían 3 rasgos principales en común: fueron catalanes, experimentados religiosos de su
congregación y versados en la lealtad a Dios y al rey. También fueron obedientes, organizados, y con un
buen grado de preparación. No hubo quien tuviera pensamientos raros ni desordenados deseos de cambiar
procedimientos. Su compromiso era salvar las almas de los indígenas y hacerles útiles y leales sujetos del
rey, “que Dios guarda”.

No solo eran religiosos sino eran emprendedores y ambiciosos, siempre estaban fascinados de
llegar a ser presidente de alguna misión. Ellos eran los encargados de vigilar de que los indígenas no
desertaran sus tierras (esto era común debido a que algunos indígenas no estaban conformes con las reglas
de los misioneros, debido a que, estaban en una situación de servidumbre) y en tal caso de que lograran
escapar, tenían que buscarlos para regresarlos a las misiones que les correspondían.

Los frailes nombraban a los oficiales indígenas en cada misión (3 o 4 según el pueblo), para que se
aseguraran del cumplimiento de las reglas. (Los escogidos para ejercer autoridad en los pueblos de misión
eran adultos de buen ejemplo que tenían la confianza del padre presidente, es decir un fraile).

Dato curioso: A estos oficiales y a sus mujeres se les otorgaban emblemas simbólicos (vara y rejo)
para demostrar su superioridad como fiscales.

También fueron los frailes que empezaron a traer desde las tierras españolas a las misiones del
Caroní, el hato, considerado el inicio de la evolución cultural y económica en las misiones habitadas por los
indígenas. Los indígenas de las misiones del Caroní Gracias a P. Fulgencio de Barcelona, el último perfecto,
envió un estado de las misiones a sus autoridades en Cataluña y por ello tenemos la información sobre una
población en la región de 21.246 residenciada en 27 misiones de indígenas (19.154 habitantes) y dos villas
de españoles (2.092 habitantes).

Listado de las misiones y año de su fundación:

• 1694 Misión de Nuestra Señora de Los Ángeles.


• 1724 Misión de la Purísima Concepción del Caroní.
• 1730 Misión de Santa María de Yacuario.
• 1733 Misión de Santo José de Cupapuy.
• 1734 Misión de San Miguel del Palmar.
• 1734 Misión de N. P. San Francisco de Altagracia.
• 1737 Misión de la Divina Pastora de Yaruario.
• 1748 Misión de Nuestra Señora de Monserrat de Miamo.
• 1752 Misión de San Fidel de Carapo.
• 1754 Misión de Santa Eulalia de Murucuri.
• 1755 Misión de San José de Leonisa de Ayma.
• 1757 Misión de Nuestra Señora del Rosario de Guasipati.
• 1760 Misión de Santa Ana de Puga.
• 1761 Misión de Santa Cruz del Calvario.
• 1762 Misión de la Villa de San Antonio de Upata.
• 1763 Misión de San Ramón de Caruachi.
• 1765 Misión de San Antonio de Huicsatono.
• 1767 Misión de la Conversión de San Pablo de Cumamo.
• 1769 Misión de Nuestra Señora de los Dolores de Puedpa.
• 1770 Misión de San Félix de Tupuquen.
• 1770 Misión de San Pedro de Las Bocas.
• 1770 Misión de la Villa de San Isidro de Barceloneta.
• 1771 Misión de San Buenaventura de Guri.
• 1779 Misión de San Miguel de Unata.
• 1779 Misión de Santa Clara de Yavarapana.
• 1779 Misión de Santa Clara de Arabatayma.
• 1782 Misión de Santa Rosa de Lima de Cura.

Estas misiones estaban divididas en varias etnias de indígenas, las cuales destacaban: Los guáyanos,
los caribes y los guaica. Los guáyanos, el grupo de mayor población, fueron los que más tiempo tenían en
las misiones, y los preferidos para todos los trabajos. Ocupaban las misiones céntricas Pastora y Tumeremo.
Los caribes, incorporados a las misiones una vez debilitados por las enfermedades del temprano
siglo XVIII, ocupaban principalmente las misiones del oriente y unas en el bajo Caroní.
Los guaica estaban reunidas en las misiones pequeñas del sur y los arinagoto en Currucay, por el
alto Caroní que era su terruño de procedencia.
Como ya se había hablado antes, estas misiones se crearon para civilizar al indígena en manos de
los capuchinos catalanes, pero para eso se tenían que unir a varias etnias en una sola misión.
La unión de diferentes etnias a veces traía problemas porque sus costumbres eran diferentes y
especialmente en el caso de los caribe, hubo una memoria colectiva en varias etnias de cuando ellos
atacaban a los poblados para llevar cautivos para la venta a los holandeses del Esequibo.
Alejándonos del tema principal un momento, para entender un poco más la situación de los caribe,
recordemos lo que paso en la década de 1730, la gran rebelión de los Caribe, después de la rebelión,
diferentes grupos de esta etnia fueron asentado en misiones cuando poco a poco perdieron su poderío a
raíz de una mayor presencia de tropas españoles en la región, menos apoyo de los holandeses del Esequibo
y el daño hecho por una serie de epidemias que diezmaron sus grupos familiares.
Dato curioso: Aunque los grupos fueron reducidos para controlar más la rebeldía de los caribes,
esta etnia siempre fue vista con recelos por sus bien reconocidos antecedentes como guerreros, y
continuamente se negaron a realizar tareas o trabajaron mal a propósito. Los guaica eran utilizados por los
misioneros para controlar a los caribes, aprovechando su enemistad con los caribes y su naturaleza mansa.

La evolución cultural de los indígenas en las misiones


Fue la introducción de la cultura del hato la que permitió el cambió de los indígenas de Caroní de
una vida seminómada a una de asentamientos fijos. fue lo que permitió la creación y el crecimiento de las
misiones y de su rama administrativa colateral, el común, que potenciaron la fundación y sustento del
crecido número de misiones de los capuchinos catalanes, y a la vez, dieron la base para la evolución de una
nueva cultura bajo el ejido de los religiosos.
Al principio hubo problemas o conflictos, al sustentar la cultura del hato a las misiones debido al
empobrecimiento del número de elementos de caza en una zona con una población humana constante, sin
embargo, este tuvo mucho éxito debido a que se registraron cambios en sus dietas.
Dato curioso: Los indígenas antes se alimentaban con carne de tortuga y después de la llegada del
hato, empezaron alimentarse con ganado.
El trabajo del ganado vacuno los llevo a un cambio cultural en los indígenas porque exigían que
aprendieran a domesticar y cuidar los animales, además de aplicar en las formas de utilizar los productos
que ofrecieron: leche, carne, cuero, patas, pelos, huesos sebo y cuernos.
La capacitación de los indígenas en la cría, manejo y explotación del ganado llevó a una cultura de
hato con una atención especial centrada en las reses y los caballos, aunque también hubo otro ganado
menor y aves domesticadas presentes.
Por ser el ganado vacuno la base del sustento de las misiones, se desarrolló el trabajo con las
manadas de reses y caballos, emergiendo el indígena como vaquero con los valores típicos de este tipo de
faena; a la vez, diferentes indígenas, hombres o mujeres según el tipo de trabajo, se adiestraron en los
quehaceres que brotan del cuidado y la matanza del ganado.
En pocos años hubo indígenas carniceros, curtidores, productores de queso, jabón y velas, arrieros,
enjalmeros, y hacedores de reatas y arreos de caballos, mulas y bueyes. El uso de estos nuevos
conocimientos permitió un aumento sustancial de la producción que podía ser vendida dentro y fuera de
las misiones, en pocas palabras, obtuvieron una gran mejora económica.
El sustento más fiable fue basado en carne de res salado o en tasajo, y en yuca en su expresión
más duradera: el casabe; esta combinación posibilitó asentamientos fijos, y este mismo llevaba a la
necesidad de fundar más misiones con mayores y más reglamentadas siembras de yuca y otros renglones
agrícolas para garantizar el sustento de toda la población de las misiones durante el año.
De aquí también empezaron a sacar los aceites medicinales de árboles como la carapa y el currucay
que fueron preparados en frascos para su venta local y foránea. Con el paso de los años, las destrezas de
los indígenas en todas las labores aumentaban y fueron perfeccionadas. Las mujeres indígenas, conocidas
como “guarichas” en el habla de la región, también se adiestraban en tareas designadas para su género.
Su trabajo con la hechura de hilos, la hilada de chinchorros, la costura de ropa, la hechura de jabón
y velas, los trabajos de cocina y limpieza, además de las labores agrícolas consideradas de su incumbencia,
fue organizado desde la casa del presidente de la misión (siempre un fraile) y puntualmente cumplidos. Su
pragmatismo en la construcción del hato y el común, llevó a las misiones a un alto nivel productivo con
posibilidades de ingresar beneficios comerciales sustanciales.
Dato curioso: El ganado fue traído ganado desde Barcelona y Píritu en 1724, es decir, la cultura del
hato fue gracias a los españoles que les dieron las herramientas para que los indígenas evolucionaran.
El conflicto religioso entre los indígenas y los misioneros
Los misioneros estaban orgullosos de la capacidad artesanal lograda por los indígenas, sin
embargo, no se puede decir lo mismo cuando se trata de captar la calidad religiosa alcanzada. Hay que
recordar que la medición de cómo una persona ha asumido nuevas creencias es extremadamente difícil de
precisar y en el caso de la obra misional quedaba marcadamente influida por la participación en los
sacramentos.
Como habíamos dicho anteriormente, los capuchinos catalanes, describían a los indígenas como
bestias, sin ningún tipo de educación, a pesar de que sabían vivir muy bien su vida de ganado, para los
misioneros no era suficiente, ellos tenían que servir a Dios.
El convencimiento de los frailes de que era muy difícil lograr civilizar a los indígenas era constante,
aunque había avances continuos en otros campos. La educación en la fe de los misioneros estaba basada
en una rutina diaria que controlaba las actividades de cada misión. Desde la primera tocada al rezo cuando
salía el sol hasta el rosario nocturno que terminaba las actividades para que todos se recogieran en sus
casas, todas las labores estaban regidas por una rutina. Esto incluía el aprendizaje de la fe por recitación y
memorización. Todos tenían que repetir los rezos, mandamientos y otros preceptos con base en la
memorística, y supuestamente con esto se llegaría a la efectiva evangelización.
Sin embargo, los misioneros creían que los indígenas asistían a esos rezos de forma obligada sin
prestar atención a las plegarias, decían que ellos no querían adentrarse en su religión, que solo lo hacían
para no romper las reglas dadas por los misioneros. Según indica Buchholz, el obispo de Puerto Rico que
las había recorrido en su visita pastoral, alabó la gestión económica de los catalanes, pero en cuanto a la
religiosidad de los indígenas explicó en forma muy cruda lo que observó:
“…aquellos indios me parecieron más bien bestias que hombres, por lo que me parece
que sus luces son tan escasas que no pueden reputarse fieles ni infieles al rey. Y asimismo
creo que la religión católica no está radicada en sus almas. Esto se palpa en la gran
repugnancia que tienen generalmente a asistir al rezado y a la doctrina y en el total olvido
que tienen de la doctrina en llegando a casarse. …es rarísimo el indio a quien se da la
Sagrada Comunión, aun en el artículo de la muerte porque los misioneros han hallado muy
graves irreverencias al sacramento y se han visto precisados a tomar esta providencia que
parecería dura si en los indios hubiera verdadera y viva fe, pero, como carecen de ella, no
sienten verse privados del pan celestial.”

Sin duda había muchos conflictos relacionados con la religión en los indígenas, ni los indios que
hayan nacido en el pueblo y tengan ya cincuenta años de rezo han cambiado, que si reciben los sacramentos
lo hacen malamente por ignorancia que tienen. Con el pasar de los años se dieron cuenta que el cambio de
la situación tenía que venir de ellos mismos, no de los indígenas.

Valor económico de las misiones


A pesar de que el valor económico de las misiones no ha sido estudiado de manera correcta dado
que su contabilidad va más en recursos que en valores monetarios cabe destacar que es posible realizar
una conversión de dichos recursos: "200.000 cabezas de ganado vacuno y de caballos y mulas 80.000, sin
poder ahora decir del lanar, del asnal, del cabrío y del cerduno, porque no me acuerdo, y eran numerosos,
y de todas especies." haciendo una conversión da aproximadamente unos tres millones de pesos... sin
embargo esto es un aproximado basado en suposiciones, pues, no se puede discriminar lo que
posiblemente sea el único registro existente de aquellos valores.

Referencias
.-Ugalde. Luis. El tesoro de los indios
.-Buchholz , Janet. El Silencio de la muerte. Tesis de Grado. Ucab.
Digitales:
http://elsoldelosandes.blogspot.com/2008/04/las-misiones-capuchinas-catalanas-1686.html
http://miles1972.blogspot.com/2009/12/la-mision-de-la-purisima-concepcion-del.html
http://mejokoji.blogspot.com/2010/11/las-misiones-en-la-epoca-colonial.html

También podría gustarte