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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA DE LA
FUERZA ARMADA NACIONAL BOLIVARIANA (UNEFANB)
NÚCLEO- TÁCHIRA

INGRESO PÚBLICO, GASTO PÚBLICO.

INTEGRANTE:
JOSÉ MIGUEL REYES C.I 25.075.675

Octubre del 2020


El Estado, al ser sujeto de actividad económica, tiene ingresos y gastos, dadas las
diferentes transacciones que realiza. Los recursos del Gobierno central provienen de
varias fuentes de ingresos relacionadas a las actividades económicas, empresariales e
institucionales que se desarrollan en el país, en las cuales el Estado ejerce la potestad
de cobro (impuestos a la renta y al consumo, aranceles) o que tienen como contrapartida
la prestación de un servicio por parte del Estado.
Los ingresos públicos constituyen la segunda fase de la actividad financiera. Existe una
amplia gama de ingresos públicos y representan un instrumento significativo para la
implantación de políticas gubernamentales. Algunos ingresos tienen su origen en las
normas tributarias, mientras otros derivan de la prestación de servicios o de la
realización de plusvalías. El control de los distintos tipos de ingresos públicos es un
asunto sumamente importante para todas las Entidades Fiscalizadoras
Forman parte de los ingresos públicos también otros tipos de ingresos no tributarios,
como por ejemplo los ingresos procedentes de patrimonio, las tasas administrativas, los
ingresos por ventas, las rentas de capital. No obstante, no se tuvo en consideración este
tipo de ingresos.
Los gastos de un país, deben tener un presupuesto de legitimidad y legalidad. La
legitimidad se refiere a que el gasto debe responder a la satisfacción de una real
necesidad de la sociedad, dado que en un principio el Estado puede gastar en cualquier
cosa, pero se espera que el mismo responda a una necesidad de la comunidad. Si el
gasto es innecesario se dice que es ilegítimo. La legalidad está dada porque el
presupuesto debe ser aprobado por el Congreso de la Nación, es decir, es una ley.
Si bien es cierto el impuesto la tasa y las contribuciones los tres califican dentro de lo
que es el tributo, el impuesto básicamente es el tributo cuyo pago no origina una contra
prestación directa por parte del estado, es decir no origina una contraprestación directa
a favor del contribuyente lo cual implica que el beneficio de lo recaudado por los
impuestos si bien no origina un pago al contribuyente es un beneficio para todos. En el
caso de la contribución hay que recordar que es un tributo que se materializa cuando el
estado proporciona servicio público administrativo en forma general, y el tercer
concepto que también es importante es la tasa también es un tributo se materializa
cuando el estado brinda al contribuyente un servicio público individualizado.
De manera que los tres conceptos se diferenciarían porque en caso del impuesto no
hay una contraprestación a favor del contribuyente, caso de la contribución mientras
que en el caso de la contribución y la tasa si lo hay, también porque en el caso del
impuesto se prioriza una manifestación de capacidad contributiva del sujeto pasivo
como puede ser la renta, el patrimonio, o el consumo mientras que en el caso de la tasa
y la contribución lo que se aplica básicamente es el beneficio. Se debe tener en cuenta
que el estado la potestad para cobrar justamente los tributos correspondientes, pero
cada uno depende de su estructura de si efectivamente originan o no una
contraprestación directa a favor del contribuyente.
Los empréstitos los podríamos clasificar como una de las formas de financiación de las
empresas de gran tamaño. Son valores negociables por lo general a largo plazo. Sirven
para que las empresas los puedan colocar, y así obtener liquidez suficiente para poder
realizar sus inversiones y financiarse ella misma, sin necesidad de acudir a un tercero
o entidad financiera.
En consecuencia será reembolsable en algunas fechas. Con relación a los bonos
públicos, especialmente los empréstitos de la deuda externa, se deberán reembolsar en
una determinada fecha. No obstante en lo referente a la deuda pública interna, puede
darse el caso de que un estado se reserve el derecho de reembolso en una fecha
indeterminada, es decir, no se indica una fecha límite para la cancelación. En este caso,
aunque raro, los títulos de esa deuda suelen denominarse: bonos públicos de la deuda
perpetua.
En los empréstitos emitidos por entes privados, las obligaciones se suelen reembolsar
en diferentes fechas y por medio de sorteos, aunque también pueden reembolsarse en
su totalidad en una fecha fija y predeterminada. Las obligaciones llevan impresas las
condiciones del reembolso. Cuando se realiza por medio de sorteos, se incluye un
cuadro a tabla de amortización indicando el número de obligaciones a reembolsar
puede ser constante o variable.
El proceso de endeudamiento venezolano tiene su inicio en la guerra de independencia
que endeudó al país con los ingleses, los cuales desde 1817 facilitaron préstamos para
la campaña militar, los comerciantes y hacendados criollos. Posteriormente tras la
disolución de la Gran Colombia surge una crisis económica por la deuda contraída con
Inglaterra, esta deuda va a perdurar en las posteriores presidencias, en donde los
distintos presidentes van intentar y algunos de ellos lograr gran parte del pago de la
deuda contraída. Tras la hegemonía de los Monagas se da la Guerra Federal, la cual
deja efectos sobre la economía del país, ya que al reducir considerablemente la
producción agrícola y ganadera, las exportaciones descendieron y de este modo la
deuda externa aumentó. Finalizada ya la cruel guerra, para el pago de la misma Falcón
solicita un empréstito a Europa, pero lo desvía para otros fines. Iniciado el periodo del
Liberalismo Amarillo se da un constante endeudamiento, que fue causado por los
distintos empréstitos solicitados en varias presidencias. Por este endeudamiento en
1888 se habla de la garantía que se le dio a las empresas constructoras del Gran
Ferrocarril de Venezuela, de una rentabilidad del 7% sobre sus inversiones, más no
llegó a alcanzarse, por ello la Nación se convirtió automáticamente en deudora del Gran
Ferrocarril y para cumplir con los compromisos contrato otro empréstito.
Durante todos estos años, los empréstitos que se solicitaban, en su mayoría sólo
alcanzaban para cancelar los intereses de los anteriores y añadido a ello la
malversación, la inestabilidad política y las continuas crisis económicas, la situación
del país tendía a deteriorarse cada vez más. Sin embargo en los últimos años del
Liberalismo amarillo se experimenta una pequeña mejoría económica gracias al
aumento de las exportaciones.
Los primeros años de la época del siglo XX no fueron muy buenos para la deuda
externa que el país presentaba ya que en ese momento eran pocas la exportaciones que
realizaba Venezuela, los ingresos eran escasos.
Entre 1902 y 1903, consecuencia de las deudas contraídas, se dio un Bloqueo a las
costas venezolanas en que las marinas de guerra del Imperio Británico, el Imperio
alemán y el Reino de Italia exigieron el pago inmediato de las deudas contraídas por
Venezuela a las compañías de sus connacionales. Al finalizar este bloqueo se acordó
que Venezuela pagaría poco a poco sus deudas con el 30% de sus ingresos de aduana.
Juan Vicente Gómez asume la presidencia en 1908 y es en este periodo cuando
comienza la Primera Guerra Mundial, donde el principal comprador de cacao
y café (Alemania) deja estos productos en un segundo plano, y poco a poco irán
quedando en el olvido. Pero, el aspecto más relevante de este periodo radica en el inicio
de la explotación petrolera en 1914, en donde esta actividad va a sustituir a la
agricultura de manera significativa aportándole al país ingresos de hora 250millones
de bolívares para 1926, con lo cual surge una situación de amplitud fiscal que hace
poco necesaria la contratación de empréstitos y permite disponer de recursos para
cancelar los existentes. A partir de 1928 el petróleo ocupa el primer lugar en las
exportaciones del país permitiéndole a Gómez culminar el pago de la deuda en su
totalidad para 1930. En los siguientes periodos presidenciales no existió un aumento
significativo de la deuda externa puesto que los presidentes no recurrieron a esta
medida para satisfacer las necesidades del estado. El país se mantuvo con los ingresos
del petróleo y la recaudación aduanera.
Sin embargo Durante la presidencia del general Isaías Medina Angarita (1941-1945)
surge una situación, la Segunda Guerra Mundial, durante la cual comienzan a
acumularse fuertes residuos de divisas como resultado de las exportaciones petroleras
y las dificultades para realizar importaciones de bienes y servicios. La paralización del
comercio importador tiene también grandes efectos sobre el nivel de empleo. Para
contribuir a la solución de este problema se decidió la contratación de un empréstito
interno (1er Empréstito Interno para Obras Públicas). Posteriormente, sustituyendo al
gobierno de Isaías Medina una llamada “Junta Revolucionaria de Gobierno”, con
propósitos más o menos similares, decidió la emisión de un Segundo Empréstito
Interno del cual se colocaron Bs. 64 millones.
Luego, durante el gobierno de Rómulo Gallegos se da el llamado (50/50),
denominación que tomo el impuesto para garantizar las aspiraciones del Estado. Como
consecuencia de esto los ingresos petroleros pasan a 973 millones en 1948,
representando de esta manera el 55,2% de los ingresos monetarios ordinarios. La deuda
interna se encontraba en 23 millones, debido a que no se recurrió al endeudamiento
público con el extranjero.
Iniciada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se cuenta con considerables ingresos
fiscales, más que todo derivados del otorgamiento de nuevas concesiones petroleras,
pero además se ponen en marcha programas de construcción de obras y servicios
públicos e inversiones en industrias básicas, lo que da como consecuencia la utilización
del crédito publico de manera irregular y de esto surge una elevada deuda flotante,
derivada particularmente de pagos atrasados de contratistas de obras públicas, y por
otra parte los fuertes compromisos adquiridos por institutos autónomos y empresas del
Estado mediante el otorgamiento de títulos y pagos.
Terminado el proceso de dictadura, se abre paso a una nueva etapa de democracia en
1958. En la Junta de Gobierno de ese año, posterior a la presidencia del general Marcos
Pérez Jiménez, se realizaron unos estudios para poder determinar las deudas
gubernamentales contraídas en el 23 de enero de ese mismo año. Llegada a una
conclusión tras largos debates sobre la situación económica del país, se decidió
imponer la necesidad de proceder a la cancelación de obligaciones adquiridas con los
ministerios e institutos autónomos, para salvaguardar el crédito del país, poder de esta
forma reactivar la economía del país y garantizar la reanudación de obras iniciadas con
anterioridad. La deuda que poseía el país para entonces no residía en su cantidad, sino
más bien en el corto plazo de su vencimiento.
Y si hablamos de la venta de activos por parte de un gobierno o estado, Ante un
panorama presupuestal del Estado apretado por los desembolsos que realizó para
atender la contingencia por la crisis sanitaria, el Gobierno contempla seriamente la
venta de algunos de sus activos para captar nuevamente recursos. Se trataría de
empresas del sector de energía eléctrica en las que la nación tiene participaciones
minoritarias, es decir que no superan el 49% de la propiedad accionaria.
Así, en la posible enajenación, la gran tajada de recursos vendrían de la venta de las
generadoras, transmisoras y distribuidoras de energía, ya que no solo allí se concentra
más del 70% de la participación estatal, sino que además la sola venta de ISA le
reportaría a la nación grandes dividendos, además que sería fácil el proceso, ya que
está listada en bolsa. Con esta operación, le entrarían a las arcas del Estado $6 billones.
La idea para el Ministerio de Hacienda, a través de la pretendida enajenación es no solo
recoger recursos para robustecer la caja del Estado, sino al mismo tiempo dejar la
participación en esas empresas del sector eléctrico que dejan una rentabilidad muy baja.
Al consultar con analistas del mercado sobre la viabilidad en la venta de estos activos
del Estado, indicaron que la mayoría de esas empresas están listas para ofrecerse,
incluso fueron más allá y afirmaron que la nación podría darse el lujo de no vender
toda su participación, y aun así recibiría importantes recursos.
“Si las ventas de estos activos minero energéticos representan para el país una mejora
en su competitividad, porque las inversiones que se realizarían son en construcción e
infraestructura y que contribuirían a dinamizar la economía, sin duda resultaría una
operación interesante para el Gobierno”, afirmó Camilo Silva, director de la firma
Valora Analitik.
Varias de las empresas del sector eléctrico en las que se enajenaría la participación del
Estado ya tienen estudios finalizados con miras a una posible venta como fueron los
casos de Gacela y Urra que contrataron en el 2006 banca de inversión para tal fin, y
que no se ejecutó por coyuntura. En el mismo proceso estuvieron las electrificadoras
de Nariño, Caquetá, Meta y Huila.
La posible enajenación accionaria del Estado en varias empresas del sector de energía
ha desatado protestas. Esos son los casos de las electrificadoras del Huila y Meta, en
cuyos departamentos no solo los empresarios, comerciantes y líderes políticos, sino
hasta los sindicatos, han expresado su desacuerdo.
Para el representante a la Cámara por el Huila, Jaime Felipe Lozada, debe haber un
consenso entre todos los accionistas, ya que se debe recordar que en el departamento
30 municipios tienen participación en esta empresa, sin desconocer que más del 80%
de las acciones pertenecen al Gobierno Nacional. “Seguiremos dando la batalla para
que Electrohuila siga siendo patrimonio de los huilenses”, dijo.
Por su parte el gobernador del Meta, Juan Guillermo Zuluaga, afirmó que la
electrificadora del departamento no puede quedar en manos privadas, por eso le solicitó
en un carta al Ministerio de Hacienda, con copia al presidente de la República, Iván
Duque, que la deuda cercana a los $130.000 millones de pesos, establecida por medio
de una auditoría, sea reconocida a través de una mayor participación accionaria.
“Confío en el talento humano de la Electrificadora, y que con ellos se puede salvar y
sacar adelante la empresa, y así acabar de una vez por todas con ese fantasma que ronda
sobre su privatización. No me opongo a su modernización”, subrayó el funcionario.
De igual modo los ingresos Originarios son ingresos que provienen de la actividad que
realiza un ente público al administrar sus bienes propios. Por ejemplo, la actividad
económica de una empresa propiedad del Estado que vende libremente bienes y
servicios a la colectividad, genera un monto de ingresos que se consideran originarios,
ya que para obtener este tipo de entradas de dinero el Estado no necesita obligar a los
particulares a que adquieran su producto, simplemente actúa como un oferente más
dentro del mercado. Ejemplo de ello La empresa más grande del país es la estatal
Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), la cual a pesar de la crisis y la baja de
producción sigue liderando los rankings del país pues es la que genera actualmente los
mayores ingresos.
Por su parte, para obtener ingresos derivados el Estado interviene coactivamente la
actividad económica de los particulares, obligándolos a contribuir con el
financiamiento del gasto a través del pago de tributos como los impuestos. Como por
ejemplo: el impuesto sobre la renta (impuesto a las ganancias) El impuesto sobre la
renta como su nombre lo indica, grava la renta, es decir la ganancia que produce una
inversión o rentabilidad del capital. También puede ser el producto del trabajo bajo
relación de dependencia o lo producido por el ejercicio de una profesión determinada.
Este impuesto se rige por la Ley de Impuesto sobre La Renta (LISLR); publicada en la
Gaceta Oficial N° 5.566 Extraordinario de fecha 28/12/2001.

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