Facebook Live y Guaicaipuro Estéreo con Pavel Eduardo Rodríguez Durango Desde el Seminario San José Obrero, Corregimiento de La Esmeralda, municipio de Arauquita. TEMAS: 1) Mallarmé: una y otra vez giramos como el sobreviviente de Un Descenso al Maelstrom de Poe en el remolino del naufragio; un corolario: a veces para salvarse hay que hundirse hasta el fondo. “Salvarse” quiere decir comprenderse o comprender hasta la raíz. 2) también como el observador en El Hombre de la Multitud, del mismo Poe en el seguimiento a ese hombre que figura a la especie andariega encarnada en el ancestral criminal que como el libro Hortulus animae, el huerto el alma, “No se deja leer”. Esta lectura permite comprender los límites de cualquier modalidad de psicología para comprender a cualquier ser humano, incluso a uno mismo: y por ello de modo radical planteo la necesidad de ir más allá de cualquiera de las modalidades ortodoxas o heterodoxas de los psicoanálisis y de las variantes de la psicología profunda, tanto más de la psicología cognitiva, conductista, de constelaciones familiares y por supuesto del couching y de las florituras de la new age: necesidad imperativas de paradigmas cubistas y cuánticos. Ese ancestral criminal, ¿no es el mismo acaso que el “demonio” y el “daimon” inmemoriales que aparecen en Golpe de Dados? Esto es: yo, tu, él, nosotros, ustedes, ellos, todos juntos como la especie carnicera. Y no niego que haya matarifes de matarifes, pero de esta cadena trofica no hay alma que se escape. Pues el infierno no son los otros, como figuraba el cándido por orgulloso Sartre por interpuesto personaje, ni tampoco ese infierno externo del que se cuidaba con excelsa pluma el traslúcido Ítalo Calvino en Ciudades Invisibles: “(…)El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.” Porque es imperativo reconocer más allá de cualquier beatífica visión azucarada que uno mismo es de modo inevitable parte del infierno, lo quiera o no, lo reconozca o no. Lo que sería un principio de sabiduría para salvarse si es posible de las flamas. 3) El desafío de Mallarmé a la linealidad del tiempo hacia el pasado o hacia el futuro (flecha del tiempo de progreso o regreso), mediante la visión circular (Vico, Quincey, Mallarmé, Joyce en Ulises y el éxtasis de Finnegans Wake: digresión y transgresión de la etimología de Finnegans que significa Fionnagán, diminutivo de Fionn: ¡EL DESPERTAR DEL FIN!, teniendo en cuenta el carácter onírico de la novela y la predicción de Joyce de que se necesitarían 125 años para que ese sueño pudiera ser descifrado. Ver: Finnegans wake Extensible Elucidation Treasury (fweet.org) y un artículo sobre traducciones en Argentina -¿cuándo y quién o quiénes en esta Colombia estupefacta?-:https://www.letraslibres.com/espana-mexico/revista/finnegans-wake-las-traducciones- del-libro-intraducible. Así que se podría especular que a lo mejor a falta de comprensión profunda estamos perdiendo la oportunidad de explorar los manantiales hacia otro orto. Porque somos, como aseveraba Lugones en El Payador, “los dormidos despiertos”. 4) la soledad sobria del Dichter destilada por el éxtasis lingüístico. 5) Miscelánea, cabos sueltos, quizás de nuevo el imperativo de ir más allá del comodín del sentipensamiento: a) Unamuno, pensar con el sentimiento, sentir el pensamiento (más allá de los vitalismos del sentimiento); b) Zubiri: razón sintiente; c) María Zambrano: razón poética; d) de nuevo cinestesia y sinestesia, esto es casi intuición intelectual, la propia de ángeles (cf. Rilke, Elegías del Duino): por ejemplo, anécdota de unos recuerdos de André Gide al conocer a Óscar Wilde luego de que se lo mencionara mucho en los Martes de Mallarmé: “Escuchas tú con los ojos” – le dijo Wilde a Gide. Pero como la remembranza de Gide versa en torno al narcisismo del autor irlandés, vale la pena rehacer el relato sobre Narciso y el Río para comprender la agudeza de aquel antiguo Dandy que, como evocara Camus, ya en Paris estaba tocado por el inmenso dolor. Pues como tanto se estila en la poesía contemporánea Wilde recurría al animismo quizás druida y celta de dar ojos y oídos al mismo río para lamentar la muerte de Narciso. Esto ya comenzó a ser recurrente en Rilke que hace de la naturaleza un ser “sentipensante” (¡sonrío!). ¡Salud y sanación…desde Un Otro exilio (sonrío una vez más)!