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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITECNICA DE LA FUERZA
ARMADA NACIONAL
UNEFA-NUCLEO ARAGUA

EQUIPO 1
CATEDRA 2: BOLIVAR
EN PERU

ASIG. Catedra Bolivariana II Estudiantes:


Prof. Lissette Malave MENDOZA, JENNIFER
CI: 26.369.738
ALVAREZ, LUIS
CI: 23.587.192
CASTILLO, EDGAR
CI: 27.434.126
ZAMBRANO, MAIKEL
CI: 26.607.255
COLMENARES, GILBERTH
CI: 26.148.198
CUADRA, GUSTAVO
CI: 27.894.465

Maracay, abril de 2020.


BOLIVAR EN PERU
El 1 de septiembre de 1823, Simón Bolívar desembarcó en el puerto del
Callao en bergantín Chimborazo luego de que una comitiva enviada por el
Congreso de la República del Perú encabezada por José Faustino Sánchez
Carrión le enviará una invitación mientras estaba en Guayaquil, provincia cuya
anexión a la Gran Colombia. A dicho recibimiento asistió el presidente José
Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle, y su gabinete ministerial en Pleno. Al
día siguiente de su llegada, el Congreso lo nombra “suprema autoridad” y poco
después le encarga la dirección de la lucha contra el ejército realista disponiendo
que el mismo Torre Tagle debiera rendirle cuentas de sus acciones.
La primera acción de Bolívar fue eliminar las fuerzas de José de la Riva
Agüero, quien fuera presidente del Perú antes que Torre Tagle y se oponía a la
llegada del Libertador en Trujillo. Riva Agüero fue apresado en noviembre de ese
año pero logró escapar y se fue a Inglaterra. Mientras tanto, el primer Congreso
Constituyente que estaba próximo a proclamar la primera Constitución política del
Perú emite una resolución señalando que entrarán en suspenso las disposiciones
de esa carta magna que sean contrarias a las disposiciones y deseos de Simón
Bolívar. La Constitución fue jurada el 11 de noviembre de ese año pero nunca
entró en vigencia.
Desde Pativilca, Bolívar empieza las acciones para aumentar el Ejército
Unido Libertador del Perú. Nombra como jefes principales del ejército unido a los
generales gran colombianos Sucre, Córdova y Lara. Ningún peruano formó parte
del estado mayor siendo que sólo el general José de La Mar estuvo a cargo de la
rama peruana del ejército. Ello se debía a que el Libertador no se sentía con
confianza suficiente, visto los acontecimientos ocurridos en el pasado reciente del
Perú.
Bolívar escribió instrucciones precisas sobre todo lo referido a las armas
del ejército, en sus cartas incluyó instrucciones desde cómo hacer las correas y
cómo herrar los caballos. Así ordenó que los jefes militares tomaran del norte
peruano los recursos necesarios, la mayoría fueron obtenidos por decretos de
guerra.
Durante todo ese tiempo, parte de la guerra se desarrollaba en el mar. El
almirante Martin George Guisse, jefe de la escuadra peruana, destruyó los barcos
de guerra españoles que asediaban las costas peruanas, permitiendo que
llegasen pertrechos y refuerzos desde Colombia y asediando constantemente la
fuerza realista de España en Perú; acantonada en el Callao bajo el mando de José
Rodil.
El ejército realista tenía el control de la sierra central y el sur del país (actuales
departamentos de Junín, Ayacucho, Cusco y Arequipa). Por su parte, luego de la
derrota de Riva Agüero, las fuerzas del ejército unificado tenían posesión de la
costa central y norte, y de la sierra norte (actuales departamentos de Piura, La
Libertad, Ancash, Lima y Cajamarca). Ante ello, siendo factible la posibilidad de
que Lima fuera invadida por fuerzas realistas (como en efecto lo fue tras el motín
del Callao), Bolívar decidió mudar su cuartel general al pueblo de Pativilca, 200
kilómetros al norte de Lima.
Bolívar instruye a Torre Tagle que se acerque a los mandos españoles
acantonados en Jauja para lograr una negociación con la finalidad de ganar
tiempo para lograr aumentar su ejército y ser capaz de vencer al realista (que en el
manifiesto tras la batalla de Junín, Bolívar se jactaba de derrotar tras 14 años de
triunfos contra los independentistas). Torre Tagle cumple ese encargo pero,
paralelamente, es acusado por Bolívar de negociar con el Virrey La Serna la
expulsión del Libertador y obtener así la plenitud de su mandato.
El 5 de febrero de 1824, las tropas bolivarianas de las fortalezas del Callao
pertenecientes a la expedición libertadora, acaudilladas al mando de un sargento
de apellido Moyano, se levantan en motín del Callao argumentando falta de pago
a los soldados. Esa sublevación liberó a los presos españoles que estaban
recluidos en la Fortaleza del Real Felipe y les entregó las instalaciones y las
defensas del puerto. Las fuerzas realistas ocuparon Lima el 29 de febrero, para
más tarde replegar su fuerza principal a la sierra central y sostener una guarnición
en el Callao, cuyas defensas quedaron bajo el mando del militar español de José
Ramón Rodil, en las que se le refugiaron varias facciones patriotas, inclusive el
mismo Torre Tagle, y que se quedaría en la Fortaleza del Real Felipe, donde
murió al año siguiente en el sitio del Callao, confirmando con esta acción la
traición a Bolívar. (Pintura de José Gil de Castro)
Ante la falta de respuesta del presidente Torre Tagle, el Congreso lo
depone el 10 de febrero y entrega a Bolívar todo el poder político y militar. Acto
seguido, el Congreso se inmola y entra en receso hasta que el Libertador lo
convoque. Bolívar se convirtió en la única y máxima autoridad en el Perú,
nombrando como único Ministro General a José Faustino Sánchez Carrión. Bolívar
nombrado jefe supremo, volvió a Pativilca y ordenó el repliegue generalizado del
ejército unido a Trujillo y Huamachuco.
El 2 de agosto, en la localidad cusqueña de Rancas, Bolívar pasa revista al
ejército que logró armar y que contaba 12 000 hombres listos para acometer al
ejército del virreinato del Perú, que desde principios de 1824 había quedado
paralizado por la Rebelión de Olañeta. El 6 de agosto se dio la batalla de Junín
donde la caballería del ejército realista fue derrotada por primera vez en el Perú. El
9 de diciembre de ese año se pone fin al virreinato del Perú mediante la victoria en
Ayacucho, lidera por el general Antonio José de Sucre. Con esta acción se termina
por completo el dominio español sobre tierras Sudamericanas, sellando
definitivamente su independencia.
Ya antes de la batalla de Ayacucho, Bolívar había vuelto a nombrar un
gabinete ministerial. Para ello mantuvo a José Faustino Sánchez Carrión como
ministro pero esta vez encargado de la Cancillería, Hipólito Unanue a cargo del
Ministerio de Hacienda y al militar gran colombiano Tomás de Heres como Ministro
de Guerra. El gobierno de Bolívar en el Perú se caracterizó por la creación de
instituciones básicas dentro de lo que sería la organización del naciente estado
peruano.
Espada Sol del Perú El 10 de febrero de 1825, un año después de que el
Congreso entrara en receso, Bolívar lo convoca de nuevo. Este Congreso sesionó
por un mes antes de disolverse y dar por concluidas sus funciones el 10 de marzo.
Durante este periodo, el Congreso autorizó la salida de 6000 soldados peruanos a
la Gran Colombia, acordó la entrega de premios a los militares vencedores, y
emitió una resolución desentendiendose del futuro que escoja el Alto Perú. Para
ese mismo año, la municipalidad de Lima acuerda la entrega de la Espada del
Perú al Libertador y al gran Mariscal de Ayacucho con motivo de conmemorarse el
primer año de la gesta de Ayacucho.
El 20 de mayo de 1825, desde la ciudad de Arequipa, Bolívar convoca a
elecciones para un Congreso General que debería reunirse el 10 de febrero del
año siguiente. Sin embargo, ese día no se pudo inaugurar el nuevo congreso ya
que el Libertador no estaba conforme con la incorporación de algunos diputados
como Francisco Xavier de Luna Pizarro quien fue electo por el departamento de
Arequipa. Recién en el mes de abril se logra reunir el Congreso pero sus sesiones
preliminares fracasan ya que el gobierno declaró no válidos los poderes de los
diputados de Arequipa, Lima, Cusco y otras provincias.
El 26 de mayo de 1826, el gobierno retira a los municipios el derecho de
elegir a sus autoridades y poco después decreta que los prefectos convoquen a
los colegios electorales de las provincias para que, cada una, apruebe
directamente la Constitución Vitalicia elaborada por Simón Bolívar que lo
nombraba como Presidente Vitalicio.
El 4 de septiembre de 1826, Bolívar se embarca en el bergantín Congreso
con dirección a Colombia dejando en el Perú un “Consejo de Gobierno” cuya
misión era lograr la vigencia de la Constitución Vitalicia. Bolívar no regresaría más
al Perú. El Consejo de Gobierno no logró que la Corte Suprema del Perú aprobará
la Constitución Vitalicia y el nombramiento de Bolívar como Presidente Vitalicio por
lo que recurrió al Cabildo de Lima que, presionado, dio validez a las actas de los
colegios electorales y luz verde a la promulgación de la Constitución.36 Esta
constitución sólo tuvo vigencia hasta el 26 de enero del año siguiente cuando cae
el Consejo de Gobierno y se convocan nuevas elecciones. A Bolívar le es
solicitado ejercer la presidencia del Perú pero la rehúsa, demostrando con ello su
talante democrático y no dictatorial como se le pretendió acusar.
Durante su gobierno, Bolívar dio cumplimiento al acuerdo de “reposiciones”
del ejército gran colombiano, en virtud de los cuales se debía reponer a éste las
bajas que sufriera durante las batallas libradas en el Perú, no sólo por muertes en
campo de batalla sino también por deserciones y enfermedad. Para ello, el
Libertador ordenó el reclutamiento forzoso de peruanos para la formación de
tropas y su posterior envío a Venezuela, ello se dio mientras se mantenían en el
Perú las tropas gran colombianas.

JOSE DE LA RIVA-AGÜERO
Nació en Lima el 26 de febrero de 1885. Hijo de José Carlos de la Riva
Agüero y Riglós y de María de los Dolores de Osma y Sancho Dávila, José de la
Riva-Agüero y Osma fue uno de los pensadores más notables y representativos
del siglo XX.
Luego de culminar sus estudios secundarios en el colegio de La Recoleta
(de padres de los Sagrados Corazones), ingresó en 1902 a la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, en donde sobresalió por su ponderada y brillante
capacidad intelectual.
En esta Casa Superior de Estudios se recibió en 1910 de Doctor en Letras.
Para ello sustentó una tesis titulada La Historia en el Perú. Luego, en 1913, obtuvo
el grado de Doctor en Jurisprudencia con un trabajo de filosofía jurídica Concepto
del Derecho.
Profundo investigador de la historia peruana, don José de la Riva Agüero
fue, además, catedrático en la Facultad de Letras de la decana de América, en
1918. Por aquella época dictó lecciones magistrales sobre la historia incaica. En
1937, desarrolló un curso acerca de la civilización andina prehispánica en la
Universidad Católica, a la que este notable sanmarquino, años después, legaría
casi todos sus bienes materiales.
Pensador fecundo
Don José de la Riva Agüero realizó un largo viaje por los diferentes pueblos
de nuestro país, así como de Bolivia. Esta experiencia fue plasmada en su libro
Paisajes peruanos, un valioso texto que nos permite conocer y, sobre todo, valorar
enormemente el país.
Fundó y dirigió en 1915 el partido Nacional Democrático, conformado
mayormente por jóvenes. Dicha agrupación política apoyó la candidatura de José
Pardo, que ganó en ese año.
Luego, se opuso al régimen de Augusto B. Leguía, y durante el llamado
"oncenio" (1919 - 1930) permaneció exiliado, por propia voluntad, en Europa. El
movimiento por él conducido una década fue conocido en la prensa como
"futurista", a tono con el vanguardismo que esperaba de los jóvenes una
renovación.
De regreso al Perú, en 1931, fue Alcalde de Lima (1931-1932). También fue
Ministro de Justicia, Instrucción, Culto y Beneficencia y Presidente del Consejo de
Ministros (1933-1934). En esta ocasión hizo público testimonio de su convicción
religiosa, al verse obligado a renunciar para no aprobar contra su conciencia, la ley
de divorcio, aún por la causal del mutuo disenso, pues su tradicionalismo así lo
condicionaba. En toda su obra son las consideraciones las más importantes.
Fue, asimismo, decano del Colegio de Abogados de Lima (1935-1936).
Encabezó el movimiento de Acción Patriótica que respaldó la candidatura de
Manuel Vicente Villarán en las elecciones presidenciales de 1936. Dichos comicios
fueron anulados.
Miembro del Instituto Histórico del Perú y de la Sociedad Geográfica de
Lima, dirigió la Acade-mia Peruana de la Lengua, desde 1934 hasta el 15 de
octubre de 1944, fecha en que falleció.
Obras escritas
Para muchos intelectuales, don José de la Riva Agüero fue el peruano que
mejor ha escrito en lengua española. Entre sus obras principales tenemos
Carácter de la literatura del Perú independiente (1915), La historia en el Perú
(1910) y Elogio del Inca Garcilaso (1916).
También figuran Discursos académicos (1935), Civilización peruana época
prehispánica (1937); Por la verdad, la tradición y la patria, colección de opúsculos
(2 volúmenes) (1937-1938) y Paisajes peruanos (1955), entre otros póstumamente
aparecidos.
Ciertamente, don José de la Riva Agüero tuvo una perspectiva peruanista
que lo llevó más allá de la visión indigenista e hispánica. Por ello construyó y
defendió en nuestro país una valiosa propuesta propia.
TORRE TAGLE
(José Bernardo de Tagle y Portocarrero, marqués de Torre Tagle; Lima,
1779 - El Callao, 1825) Militar y político peruano que fue presidente de la
República entre 1823 y 1824. Elegido diputado peruano a las Cortes de Cádiz,
permaneció en España entre 1813 y 1817. De regreso a Perú fue designado en
1819 gobernador de Trujillo, donde proclamó la independencia junto a San Martín
(1820). Sucre lo designó presidente del Perú (1823-1824), cargo que ostentó
hasta que el Congreso nombró dictador a Bolívar. A causa de sus diferencias con
éste, que le trató de traidor, se entregó a los realistas.
El marqués de Torre Tagle
Miembro de una aristocrática familia de la alta nobleza española, de la que recibió
los títulos de conde de Monclova y marqués de Torre Tagle, su carrera en el
ejército lo llevó al rango de coronel. Siendo alcalde de Lima fue elegido diputado
por esta ciudad en las Cortes de Cádiz (1813). Durante su estancia en España
(1813-1817) mostró su talante liberal y su afinidad con las reivindicaciones de
mayor libertad para las colonias.
A su regreso a Perú fue nombrado gobernador de Trujillo, y en 1820 se
adhirió a la causa de José de San Martín, quien le nombró presidente del Consejo
de Estado y delegó en él sus poderes cuando viajó a Guayaquil. Convocó el
primer Congreso Constituyente, ante el cual José de San Martín presentó su
dimisión (1822).
A partir de entonces se alió con Simón Bolívar en contra del presidente
José Mariano de la Riva Agüero, y fue él mismo nombrado presidente, cargo que
ostentó bajo la dirección efectiva de Bolívar. En plena contraofensiva realista
(1824), el Congreso nombró dictador a Bolívar, perdiendo Tagle todo vestigio de
autoridad, al mismo tiempo que, desde distintos sectores, se le acusaba de
traición por lo que se consideraron intentos de desertar hacia el campo realista.
El marqués de Torre Tagle tuvo que esconderse en Lima para evitar ser
detenido y fusilado por orden de Bolívar, y allí fue encontrado por los españoles
cuando ocuparon la capital; se trasladó a El Callao, con la intención de emigrar, y
murió allí durante el asedio patriota a la ciudad, víctima (al igual que su mujer y
sus hijos) del hambre y las epidemias.
DICTADURA DE BOLÍVAR
El inicio de las independencias de los virreinatos españoles en ultramar,
ocasionó una gran distorsión para España, un hecho que tardó mucho tiempo en
asimilarse.
En junio de ese mismo año, le era concedido a Simón Bolívar todos los
poderes, o lo que es lo mismo, poderes dictatoriales. De ese modo, el primer
movimiento del general sería dar amplios poderes a Páez, fiel defensor de General
y del mismo modo se elimina la vicepresidencia de la nación.
Entre los años 1828-1830 discurrió un sistema de gobierno que muchos
historiadores no han dudado en nombrar como un elemento dictatorial pues era el
presidente de la nación, el cual estaría en el poder de forma vitalicia, era el que
además debía de nombrar a su sucesor.
De esta manera se rompían muchos de los elementos democráticos que
se habían defendido durante la Guerra de la Independencia Latinoamericana.
Además, dentro de dicho periodo se realizaron una serie de modificaciones y
cambios que más bien eran tiránicas más que libertadoras:
Realización de decretos para acelerar procesos nacionales, sin la
necesidad de presentarlo en la asamblea para la votación.
Los monasterios que habían sido cerrados durante la guerra, fueron
entregados de nuevo a sus dueños, junto con el resto de sus tierras.
Los aranceles que había antes de la independencia fueron elevados
para las importaciones al país.
El ejército obtuvo privilegios especiales, siendo los miembros de la alta jerarquía,
los personajes más influyentes de la joven nación.
Se restituyó el impuesto de la alcabala, un impuesto español que se había
llevado a América tras la conquista y del cual muchos criollos se habían quejado a
lo largo de los tiempos.
Se mantuvo el tributo indígena, siendo esto uno de los elementos más
chocantes, pues durante la independencia se quiso hacer ver que los españoles
eran unos tiranos que acababan con el fruto del pueblo, y tras dejar esas tierras y
haber prometido acabar con ello lo mantuvieron. Manteniendo así la diferencia
social.
De esa manera, se comenzó a gestar un movimiento conspiratorio
realizado por jóvenes con la intención de acabar con la vida de Bolívar el 25 de
septiembre de 1828, aunque el atentado no consiguió su fin y lo único que
conseguiría fue un recrudecimiento de la dictadura. De este intento, 14 personas
fueron ajusticiadas y el general Santander y otros miembros fueron deportados de
manera preventiva por el Gobierno.
Poco tiempo después, en octubre, encontraremos una revuelta en la zona
de Cauca, la cual fue encabezada por José María Obando y José Hilario López,
que, aunque no conllevo a luchas directas con el Gobierno, pudo mantener la
región de Otrora, una antigua región realista. De igual modo, en septiembre de
1829, se dio otro levantamiento en la zona de Antioquía, el cual fue rápidamente
acallado por la fuerza. Pero las sublevaciones ante el Gobierno prosiguieron y a
finales de año, el mismo Páez, se encontraba encabezando el movimiento.

BATALLA DE AYACUCHO
Acción militar final de la Campaña Libertadora del Perú, en la que el general
Antonio José de Sucre liberó de manera definitiva a dicha nación. Los preparativos
para la batalla decisiva contra las autoridades españolas, comenzaron el 6 de
diciembre de 1824 cuando el Ejército Unido llegó a la pampa de Ayacucho, en las
cercanías del pueblo de Quinua (Perú), donde el general Antonio José de Sucre lo
distribuyó de la siguiente manera: la división Córdoba (4 batallones) en el ala
derecha; la división La Mar (4 batallones) en la izquierda; la división Miller (2
regimientos de caballería) en el centro; como reserva, la división Lara (3
batallones), detrás del centro. Por su parte, el ejército realista llegó al campo de
batalla el 8 de diciembre, comandado por el general José de La Serna y se
estableció en las faldas del cerro Condorcunca, frente la línea formada por Sucre.
En cuanto las fuerzas comandadas por La Serna, la mismas se apostaron de la
siguiente forma: la división Valdés (4 batallones) en la derecha; la división Monet
(5 batallones) en el centro; la división Villalobos (5 batallones) en el ala izquierda;
la división Feraz (caballería) entre las divisiones Monet y Villalobos; 14 piezas de
artillería, unas con las divisiones y otras emplazadas delante de la línea.
Finalmente, en la mañana del 9 de diciembre, los realistas al mando de La
Serna iniciaron el ataque, cuando la división del general Jerónimo Valdés avanzó
con la finalidad de desbordar el ala izquierda republicana, al tiempo que las
divisiones de los generales Antonio Monet y Alejandro González Villalobos se
adelantaban para lanzar su ataque contra el centro y derecha de Sucre, tan pronto
como Valdés cumpliese su cometido. Sin embargo, esta maniobra fracasó gracias
al contraataque de la reserva republicana en la izquierda. Luego de esto, la acción
siguiente de Sucre fue ordenar a Córdoba que atacara a los cuerpos de Monet y
Villalobos, los cuales aún no habían entrado en combate. La división del general
José María Córdoba cargó contra las unidades realistas, en proceso de despliegue
en batalla, produciéndose una gran desorganización en estas unidades, seguida
de la persecución que realizaron los batallones de Córdoba. Algo similar ocurrió
con la caballería de La Serna cuando fue embestida por la caballería republicana.
La reserva de Sucre intervino nuevamente, esta vez para auxiliar a las unidades
de Córdoba, hasta que los realistas, imposibilitados para sostener el combate por
más tiempo, pidieron una capitulación que abrió el camino para la liberación del
Perú.
Ayacucho (fundada como San Juan de la Frontera de Huamanga y
conocida también como Huamanga) es una ciudad de Perú, capital de la provincia
de Huamanga y del departamento de Ayacucho. Se encuentra situada en la
vertiente oriental de la cordillera de los Andes a una altitud de 2761 msnmnota 1 y
se caracteriza por un clima templado y seco, con brillo solar todo el año.
Es uno de los conjuntos arquitectónicos y artísticos más notables del Perú.
Se le conoce como la «Ciudad de las Iglesias», por sus numerosos templos
coloniales, y como «Ciudad Señorial» por su arquitectura, tradición y arte.
La ciudad tiene fama tanto nacional como internacional gracias a sus piezas
de artesanía, motivo por el cual fue declarada como «Capital del Arte Popular y de
la Artesanía del Perú». Destacan los tallados en alabastro (material conocido en la
zona como piedra de Huamanga), la alfarería -en especial los toros e iglesias de
Quinua-, la filigrana del barrio de Santa Ana y principalmente los cotizados
retablos ayacuchanos. En honor a esta ciudad peruana y a la batalla de
independencia ocurrida en su suelo, los países andinos de Argentina, Bolivia,
Ecuador y Venezuela, refundaron cada uno, una ciudad y la rebautizaron
'Ayacucho'.
Es una ciudad de muy alto fervor católico. Posee más de treinta templos
virreinales de estilo renacentista, barroco y mestizo, que guardan en su interior
verdaderas obras de arte como pinturas, imágenes y retablos tallados en madera y
bañados en pan de oro. Además, se puede apreciar casonas coloniales, restos
arqueológicos y manifestaciones artísticas que revelan un pasado histórico y una
tradición aún vigente y atractiva.
Igualmente destaca por sus música y sus festividades, como los carnavales
y sobre todo la Semana Santa, ambas declaradas Patrimonio Cultural de la
Nación. Esta última es considerada como la segunda más importante del mundo,
en lo que a celebración de la Semana Santa se refiere.

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