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Cambio de sede y cura de austeridad

En 1717 Felipe V decidió trasladar a Cádiz la


Casa de la Contratación, el organismo que
gestionaba el comercio americano. Los
sevillanos trataron de oponerse. Así fue la
lucha entre estas dos importantes ciudades
por la hegemonía portuaria.

Antonio Sánchez Martínez

24 de enero de 2018 · 07:35 · Lectura: 6 min

Foto: CC

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De consulado a archivo

Del paso de la Casa de la Contratación por Sevilla se conserva


hoy en día el edificio de la Lonja. Fue construido a finales del
siglo XVI para acoger el Consulado de Cargadores a Indias, un
tribunal creado por los propios comerciantes en 1543. En
1717 el Consulado se trasladó a Cádiz
(https://viajes.nationalgeographic.com.es/c/cadiz), aunque
dejó una delegación en Sevilla, la Diputación de Comercio.  En
1785 se instaló en la Lonja el Archivo de Indias.

"Desde que [la Casa de la Contratación] habita en Cádiz


(https://viajes.nationalgeographic.com.es/c/cadiz), el
verdadero agonizante es el comercio español. Así lo verifican
las angustias de los reales haberes, los deliquios de los
caudales españoles, los suspiros de los gremios, y la
universal inanición de todo el Estado". De este modo
denunciaba en 1722 un memorial anónimo los perjuicios que
había causado una decisión tomada cinco años antes por
Felipe V
(https://historia.nationalgeographic.com.es/personajes/felipe
-v): el traslado de la Casa de la Contratación de Sevilla
(https://viajes.nationalgeographic.com.es/c/sevilla) a Cádiz.

Para saber más


La Casa de la Contratación había sido fundada en 1503 por la
reina Isabel la Católica
(https://historia.nationalgeographic.com.es/personajes/isabe
l-la-catolica) con el objetivo principal de gestionar la
navegación atlántica y el comercio con la América
(https://viajes.nationalgeographic.com.es/p) recién
descubierta. La nueva institución controlaba el tráfico de
embarcaciones, pasajeros y mercancías entre la península y
las Indias y actuaba como tribunal para juzgar todos los
conflictos derivados de esa actividad. También se ocupaba de
la formación y examen de pilotos, la elaboración de cartas
náuticas y otros instrumentos de navegación así como de la
recopilación de información científica. En un principio, el
organismo se estableció en Sevilla, que contaba con un
puerto fluvial a salvo de cualquier asalto por piratas o
enemigos de la Corona.

Declive de Sevilla

El monopolio del comercio con América benefició


enormemente a la ciudad, pero a mediados del siglo XVII el
puerto sevillano entró en declive frente a la pujanza que
mostraban otros puertos europeos (principalmente ingleses,
holandeses y franceses), que consiguieron establecer redes
comerciales alternativas utilizando las islas del Caribe
(https://viajes.nationalgeographic.com.es/z/caribe) como
enlace. Además, la navegación por el Guadalquivir hasta
Sevilla presentaba diversos obstáculos, en particular la
temida barra de Sanlúcar de Barrameda, que impedían el
atraque de barcos de gran tonelaje.

A principios del siglo XVIII, con la dinastía borbónica recién


llegada al trono español, las autoridades se propusieron
reconquistar el monopolio comercial de las Indias y crear una
estructura militar sólida que lo protegiera a través de la
Armada Real. Fue así como en 1717 nació la Secretaría de
Marina e Indias, encargada de todas las cuestiones
americanas. Ese mismo año se tomó una decisión que
tendría importantes consecuencias: el traslado de la Casa de
la Contratación de Sevilla a Cádiz, mediante un real decreto
firmado por Felipe V el 12 de mayo de 1717.

Para saber más

En comparación con Sevilla, Cádiz ofrecía evidentes ventajas


como puerto comercial. Su bahía era más amplia y accesible
a todo tipo de navíos, lo que compensaba su mayor
exposición a ataques enemigos. Por otra parte, el cambio de
ciudad sirvió de pretexto para reorganizar las funciones
internas de la Casa y sanear así la institución.

Rivalidad andaluza por el puerto de América

La ciudad gaditana había alcanzado ya un notable desarrollo


social y económico desde mediados del siglo XVII, y contaba
con una considerable comunidad de comerciantes españoles
y extranjeros que, pese al régimen de monopolio sevillano,
participaban activamente en el comercio de América. El
traslado de la Casa de la Contratación azuzó la rivalidad que
desde hacía tiempo existía entre Sevilla y Cádiz. Lejos de
resignarse ante la pérdida, desde 1719 los sevillanos enviaron
varias delegaciones a la corte para demandar el retorno de la
institución a su ciudad.

En 1722, en el memorial anónimo ya citado, los sevillanos


destacaron que el cambio de sede sólo había beneficiado a
los mercaderes extranjeros y negaban que su puerto
ofreciera peores condiciones que el de Cádiz: "las naciones,
admirando este Puerto [de Sevilla] en sus Atlas y Mapas […] lo
traen esculpido y estampado con los rumbos y marcas",
proclamaba.

Ante tal malestar, el rey se vio obligado a formar una junta de


expertos. Tras la celebración de una serie de reuniones,
donde los representantes de ambas ciudades expusieron sus
respectivos intereses, la junta votó en favor de Sevilla. Fue,
entonces, el turno de Cádiz, que se vio obligada a movilizarse
y clamar "a los pies del Rey contra la injusticia notoria que se
le hace". De eso se encargarían hombres influyentes como los
ministros Andrés de Pez y José Patiño –ambos favorables a
la causa gaditana–, así como las oligarquías locales que
también presionaban a la Corona en forma de donaciones.
Cádiz consiguió que el rey mantuviese la idea del traslado,
pero sólo temporalmente, ya que después de nuevas
reuniones de la junta, el 21 de septiembre de 1725 un nuevo
decreto ordenaba la vuelta de la Casa y el Consulado a
Sevilla.

La reacción de Cádiz no se hizo esperar; eligió un


representante capaz de persuadir al rey, el burócrata
Francisco Manuel Herrera, un hombre muy próximo a Patiño y
del agrado del monarca. Con esta elección Cádiz tenía media
batalla ganada. En un memorial presentado a Felipe V en
1726, Herrera respondía punto por punto al memorial
sevillano de 1722, defendiéndose de sus duras acusaciones
y exponiendo los beneficios del traslado.

Herrera se dirigía al monarca con las siguientes palabras:


"Considere V. M.: si […] las Reales Personas del Serenísimo
Príncipe de Asturias y demás Infantes viniesen de largas
navegaciones, y se le propusiese a V. M. el deliberar a cuál de
las dos partes quería se dirigiesen con el Navío, o a los
formidables y experimentados riesgos de la Barra, temidos en
todo el Mundo, o a las naturales seguridades de la Bahía y
Puerto de Cádiz en todo el Orbe celebradas. En la elección no
iba nada menos que el peligro de sus haciendas y de sus
vidas. Reflexione V. M. ¿qué es lo que escogería?".

Sevilla se sabía perdedora y sugirió que se colocase un


epitafio en la bahía de Cádiz que aludiera a su supuesta
indefensión ante los ataques enemigos

El rey escogió Cádiz, pero todavía faltaba una nueva


respuesta de Sevilla. Ésta criticaba con dureza a Herrera y a
su memorial tachándolo de ser "un agregado de sofisterías,
suposiciones, corrupción de textos, hipérboles y
exclamaciones, con que se ha querido desfigurar las
facciones de la verdad". Pero Sevilla se sabía perdedora y
después de derrotada sugirió que se colocase un epitafio en
la bahía de Cádiz que aludiera a su supuesta indefensión ante
los ataques enemigos: "Yace sepultada entre los salobres
abismos de esta bahía numerosa multitud de vidas y
haciendas, de galeones, flotas, convoyes y otros muchos
navíos. Descansen en paz los naufragados.
Y tú, oh navegante, no maldigas los terribles estragos de la
bahía, de que sólo su anchura es la culpable, sino tened por
feliz auspicio de tu seguridad y salvamento la verdadera
historia de tanto naufragio".
Monopolio comercial con América

Las consecuencias negativas del traslado para Sevilla


resultan obvias, pues pasó de ser el centro neurálgico del
mundo atlántico a verse relegada a un segundo plano. En
cambio, para Cádiz el impacto no pudo ser más favorable. La
gestión del monopolio comercial con América hizo de Cádiz,
como la Sevilla de antaño, un nuevo centro de poder
comercial y financiero. La ciudad sufrió significativas
transformaciones urbanísticas y vio crecer notablemente su
población. El ambiente de bonanza y oportunidades que ya
se venía fraguando alrededor del puerto gaditano no pasó
desapercibido para algunas de las familias de comerciantes
más influyentes de Europa, lo que dio a la ciudad un nuevo
aire cosmopolita. La bonanza comercial gaditana se prolongó
incluso más allá de 1778, cuando se estableció la libertad de
comercio con América y la Casa de la Contratación perdió su
razón de ser, antes de ser suprimida por decreto en 1790.

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