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ÓRGANOS CONSTITUCIONALES

Los órganos constitucionales están recogidos en la Constitución, lo que les da un valor


extraordinario. La CE ha alterado el sistema de fuentes (estas son modos de producción
jurídica), situándose en la cúspide y alterando asimismo toda la producción legislativa. En el
ordenamiento anterior al 78 era la ley la misma norma, y actualmente lo es la Constitución,
norma básica a la que hay que respetar.
La ley se tiene que ajustar formal y materialmente a la Constitución: cuando el Tribunal
encuentra la contradicción declara la inconstitucionalidad, es decir, la norma se expulsa del
ordenamiento. El principio de constitucionalidad (formalmente) también impone el criterio
porque en la elaboración y tramitación de la norma también debe adecuarse a ella.

1. Jefatura del Estado: siendo la forma del Estado la monarquía parlamentaria. Es


el órgano constitucional que ha existido desde siempre, aunque ha sufrido una evolución
propia.
2. Cortes Generales: siendo la soberanía indivisible.
3. Gobierno: de forma parlamentaria, el presidente de este es elegido por el
Parlamento, al cual elegimos nosotros. Actualmente ha adquirido un papel de mucha
importancia y una especial dimensión al ser interlocutor en las instituciones comunitarias.
4. Principios constitucionales del poder judicial.
5. Tribunal Constitucional.
6. Las CCAA.

1. LA JEFATURA DE ESTADO

Históricamente, como forma de Estado, sólo ha habido monarquía y república. Ambas se


diferencian en que la monarquía tiene carácter vitalicio y hereditario, y la república somete a
elección al sujeto que va a ocupar el cargo, es decir, la soberanía es electiva.
La monarquía puede ser entendida como forma de Estado o de Gobierno, y ambas se
distinguen por el concepto de la soberanía.
- La forma de Estado sirve para catalogar cualquier jefatura del Estado. Los
constitucionalistas en aquella atienden a: la distribución territorial del poder (atendemos a
tres tipos de Estado: centralizado, federal y regional) y a cómo se establecen las relaciones
entre gobernantes y gobernados (todas han evolucionado a la misma denominación: el
Estado social y democrático de Derecho). En el Estado democrático los gobernantes
dependen de las decisiones de los gobernados. En el Estado de Derecho, los gobernantes
deben estar sometidos a la ley y proteger y respetar los derechos fundamentales.
- Otro de los conceptos que los constitucionalistas han analizado son las formas
de gobierno, atendiendo a las relaciones entre el Parlamento y el Gobierno. Las formas de
gobierno pueden ser: sistema residencialista (las relaciones entre el Gobierno y el
Parlamento se articulan prácticamente sin intervención del Parlamento), parlamentario (las
relaciones entre el Parlamento y el Gobierno están más atadas al Parlamento) y asambleario
(una asamblea de manera democrática decide sobre los asuntos que le interesan), siendo
éste último un sistema poco práctico en las sociedades actuales.
Podemos encontrar distintos tipos de monarquía a lo largo de la historia:
· Absoluta: el monarca acapara todos los poderes del Estado y detenta en
exclusiva la soberanía, representando de manera exclusiva la voluntad del pueblo y del
Estado. Sólo responde ante Dios y ante la historia, y no debe dar explicaciones a nadie. Es
característica de las monarquías del Antiguo Régimen. Este poder ilimitado reconoce un
órgano que actúa como límite: las Cortes de Castilla, las cuales limitan el poder del monarca
ya que éste debe recurrir a ellas para el tema de os impuestos o tributos y cuando necesita
apoyo militar. El rey es un poder constituyente, previo y anterior a la Constitución. Desde
este punto de vista se reconoce el principio monárquico, el que rige todas las decisiones del
Estado y reconoce una soberanía que detenta el propio monarca. Con el surgimiento de
nuevas clases sociales, se pasa a las constituciones liberales.
· Constitucional o limitada: el monarca no detenta la soberanía exclusivamente,
ya no es absoluto, sino que la comparte con la soberanía popular que recae en los
parlamentos. Esta partición de la soberanía se refleja en la distribución de los poderes del
Estado, teniendo el rey derecho de voto en cuanto a leyes aprobadas por el Parlamento o
siendo éste convocado por el rey. El rey ejerce también la potestad ejecutiva.
· Parlamentaria: se ha impuesto, logrando abandonarse definitivamente el
principio monárquico y atribuyéndose éste exclusivamente al Parlamento. El rey tiene un
poder simbólico por la Constitución, ya que el rey no toma decisiones políticas porque estas
han sido abordadas por los órganos elegidos de manera democrática por los ciudadanos.
De estas se consideran formas de Estado las dos primeras, y la última sería una forma de
Gobierno.
En el artículo 1, se determina que España se constituye en un Estado social y democrático de
Derecho, reconociéndose además el Estado de las autonomías. Así catalogamos de forma
definitiva la forma del Estado español. Pero la denominación de monarquía parlamentaria
corresponde a la forma de Gobierno, la cual no se enuncia de manera tan clara en la
Constitución como la forma de Estado. El reconocimiento de la especificidad de la forma
política española reconoce a la su vez la autoridad del monarca (autoritas), que no es poder
político (potestas), pero es mucho más libre porque no está definida explícitamente en la
Constitución.

¿Cómo relacionamos la soberanía con la monarquía parlamentaria? La monarquía no


detenta ninguna parte de soberanía, que está encarnada en el Parlamento del cual surge el
Presidente del Gobierno. A pesar de ello no son incompatibles lo términos democracia y
monarquía, para que sean compatibles debe darse la monarquía parlamentaria. La absoluta
y la constitucional no son compatibles.

Según el artículo 56 y posteriores hay que otorgar un determinado estatus al monarca, que
goza de inviolabilidad y no sujeción a la responsabilidad (se resuelve en el ámbito público). El
rey no responde desde el punto de vista civil ni penal, sólo se podía proceder a la
inhabilitación de carácter transitorio. Respecto a la crítica al rey, ésta es posible ya que está
basada en la libertad de expresión, sujeta ésta a unos límites como términos insultantes o
desproporcionados. La libertad de expresión frente a un poder público o ejercida por un
representante público es un poco más amplia, porque su ejercicio es importante para un
cambio político. Esta crítica al rey ha sido objeto de distintas sentencias por parte del
Tribunal Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La última, un recurso
de amparo presentado por Arnaldo Otegui tras ser condenado por injurias ante un poder
público, el cual fue rechazado por el Tribunal Constitucional pero sí aceptado por el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, que condenó a España. El recurso de amparo se presenta
cuando se considera que se ha producido una vulneración de derechos fundamentales. Otro
ejemplo fue cuando el Tribunal Constitucional rechaza el recurso de dos sujetos que
quemaron fotos del rey, pero fue aceptado de nuevo por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, que castigó de nuevo a España.

LA NUEVA FIGURA DEL AFORAMIENTO EN LA MONARQUÍA ESPAÑOLA

La no responsabilidad civil, penal y política solamente responden al ejercicio de las funciones


del monarca como jefe del Estado. Don Juan Carlos abdica a principios de junio del 2014,
cuya abdicación constituye una ley orgánica que entre en vigor el 19 de junio, perdiendo la
protección en el ámbito civil y penal. Esa ley orgánica (4/2014) introduce el aforamiento en
la figura de la monarquía, a través del cual se reconoce un procedimiento judicial distinto al
de los demás ciudadanos bajo unas circunstancias que lo justifican, como el desempeño de
unas determinadas funciones (por lo que cuando deje de desempeñarlas, lo perderá). Lo que
hace esta ley es remediar una falta de precisión en la CE para el rey o reina que hubiese
abdicado. Aprovechando la elaboración de este precepto, se protege también a los príncipes
y princesas. Las salas de lo civil y de lo penal del Tribunal Supremo (las cuales se encargaran
de juzgar a dichas figuras reales) tienen un conocimiento más consolidado que el resto y en
ellos no cabe recurso. La norma tiene carácter retroactivo.
Se creó el refrendo, un instrumento a traves del cual hay un órgano político que asume la
responsabilidad del monarca cuando asume las tareas del Estado, de esa responsabilidad de
la que carece el monarca, en razón de que nunca representa una voluntad propia sino
intereses del Estado. El refrendo más claro es el que se manifiesta en la firma que acompaña
a la del rey en aquellos actos en los que la participación del rey se materializa en una firma,
por ejemplo las leyes. Esto se conoce como refrendo expreso. También tienen lugar
refrendos en aquellos actos en los que la participación del rey se materializa en su presencia
física, basada en su carácter simbólico y de representación del Estado y de la monarquía, en
los que las consecuencias jurídicas que pueden derivar de ese acto son asumidas por quien
lo acompañan, un ministro, etc. Cuando el monarca acude solo, sin estar rodeado de ningun
otro miembro del gobierno, se entiende que el Presidente del Gobierno asume las
consecuencias que deriven de ese acto. Este solo refrenda la figura del rey en tres
supuestos: en la propuesta del candidato del Presidente del Gobierno, en el nombramiento
del Presidente del Gobierno y en los casos de disolución de las cámaras de acuerdo al art.
99.5 de la CE. No cabe delegar el refrendo, aunque si es posible que se haga en el
vicepresidente en ausencia del presidente.

LA FUNCIÓN DE LA MONARQUÍA

La monarquía cumple una función simbólica, representativa, moderadora y arbitral.


Simboliza la unidad y la permanencia del Estado a través, por ejemplo, de las funciones de
mando supremo de las fuerzas armadas.

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