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El Romanticismo

1.Introducción
2. Contexto histórico
3. Características del movimiento
a) Irracionalidad
b) Sentimentalismo: hipertofia del “yo”
c) Rebeldía: ansias de libertad
d) Originalidad: inspiración, genio
e) Inconformismo
4. Motivos recurrentes
a) Muerte: tumbas, cementerios, espíritus, fantasmas, la noche…
b) Naturaleza violenta: tempestades, tormentas, bosques, montañas…
c) La mujer: apasionada, misteriosa, decadente…
d) Edad media: castillos, héroes, leyendas…
5. Géneros importantes
a) Novela histórica
b) Artículo de costumbres
c) Poesía lírica
d) Drama romántico
6. Obras y autores.
a) Primer romanticismo
-Martínez de la Rosa (“La conjuración de Venecia)
-Ángel Saavedra, Duque de Rivas (“Don álvaro o la fuerza del sino”)
b) Romanticismo exaltado
-José Espronceda (“El diablo Mundo”, “El estudiante de Salamanca”)
-José Lara (Artículos de costumbres)
c) Romanticismo histórico o tradicionalista
-José Zorrilla (“Don Juan Tenorio”)
d) Postromanticismo
-Gustavo Adolfo Bécquer (“Rimas”, “Leyendas”)
-Rosalía de Castro (“Cantares galegos”, “Follas novas”, “A orillas del
Sar”)
7. Conclusión o cierre

El Romanticismo
El Romanticismo es un movimiento artístico que nace en Alemania e Inglaterra a
finales del siglo XVIII y se extiende por toda Europa hasta mediados del XIX. Se trató
de un movimiento cultural que se opuso a los principios de la Ilustración y que fue fruto
de la crisis social e ideológica de comienzos del siglo XIX (desmantelamiento del
Antiguo Régimen y auge de la burguesía). Su importancia es enorme, ya que inaugura
una nueva forma de entender el arte de la que aún hoy podemos considerarnos
herederos.
Son varios los rasgos que lo caracterizan. En primer lugar, el irracionalismo que se
enfrenta a la fe en la razón de los ilustrados, pues ya no hay verdades inmutables y
universales, sino que la realidad pasa a ser caótica e incomprensible. Ante ello, se
buscan otro medios de conocimiento más subjetivos: intuición, imaginación e instinto.
El románico es idealista. Tiene predilección por lo absoluto, por lo ideal, pero como
busca un imposible, acaba en la frustración. El autor romántico busca impactar a su
público, conmoverlo con pasiones extremas. Le atrae el desequilibrio, la sinrazón, la
furia sentimental.
Por otro lado, el autor será el cauce de la propia subjetividad, de un “yo” que pasa al
primer plano de la creación. A partir de aquí se valorarán factores como la originalidad,
el genio creador, la sinceridad que siguen siendo hoy la pauta general de nuestra
sensibilidad artística. Pero si algo caracteriza este movimiento es su espíritu rebelde, su
ansia de libertad: el choque entre el yo idealista romántico y la realidad gris conlleva la
insatisfacción de los anhelos e ideales del artista, quien se rebela contra lo establecido.
Se promueve así la libertad en las formas (búsqueda de nuevas métricas, mezcla de
géneros, ruptura de las unidades teatrales), libertad temática (predilección por
personajes marginales y rebeldes, exaltación del sentimiento nacionalista de los pueblos
sometidos, desprecio de la verosimilitud, del decoro, etc.) y el carácter evasivo, tanto
espacial (lejano oriente) como temporal (la Edad Media).
Los géneros predilectos del Romanticismo fueron la poesía lírica (baladas, rimas), la
más indicada para la expresión de la subjetividad; la poesía narrativa (romances,
leyendas), largas novelas en verso ambientadas en tiempos remotos; la novela histórica,
con el mismo afán escapista de dudosa veracidad; y por encima de todos, el drama
romántico. Además, es necesario hablar de algunos motivos recurrentes que al menos
externamente caracterizan también a este movimiento. Nos referimos a su gusto por las
ruinas, los sepulcros, los castillos medievales o los calabozos. Una naturaleza hostil,
llena de tormentas y acantilados, suele ser utilizada como metáfora de los sentimientos
del poeta.
Aunque se habla de un prerromanticismo en la obra de autores ilustrados como Juan
Meléndez Valdés o José Cadalso, hay que esperar a la muerte de Fernando VII, en 1833,
para que este movimiento triunfe en España. Lo hace de la mano de autores como
Martínez de la Rosa (La conjuración de Venecia) o el Duque de Rivas (Don Álvaro o la
fuerza del sino). Ante este tardío éxito, el movimiento careció de la consistencia e
importancia del romanticismo europeo. Hablaremos, en general, de dos romanticismos:
el rebelde o exaltado y el conservador o tradicional.
Quien mejor encarna la figura del Romanticismo exaltado es José Espronceda, que
además de llevar una activa vida política, es autor una interesante producción poética
tanto lírica (“Canto a Teresa”) como narrativa (El diablo mundo, El estudiante de
Salamanca). Aunque su obra se divide en tres etapas, la más destacada en la romántica,
que escribe al final de su vida. En muchas de sus composiciones, como “Canción del
Pirata” o “A Jarifa en una orgía” hay una defensa de los seres marginales, desprecio de
las normas y las leyes, anhelo de libertad, sentimentalismo.
Su contrapartida la representa José Zorrilla, autor fértil que cultivo con mucho éxito
la poesía narrativa en sus Leyendas, pero a quien hoy recordamos sobre todo por su
drama Don Juan Tenorio, versión romántica del mito del don Juan, cínico implacable
que se atreve a retar al propio Dios, pero que a diferencia del don Juan barroco, es
redimido del infierno por el amor verdadero.
Por último, hay que mencionar a dos grandes autores, Gustavo Adolfo Bécquer y
Rosalía de Castro, que algunos críticos prefieren encuadrar en el premodernismo, y que
son sin duda las más altas cimas de calidad del movimiento. Bécquer, autor de delicadas
y solventes leyendas (El monte de las ánimas), es reconocido hoy por sus Rimas,
colección de poemas que describen algo parecido a un episodio amoroso, desde su fase
más ilusionante hasta el rechazo y la desesperación. Son de altísima intensidad, sutileza
y sinceridad, lo que le han hecho erigirse, aún hoy, como prototipo de la poesía lírica
amorosa. Por su parte, Rosalía, autora de dos primeros libros en gallego (Cantares
galegos y Follas novas) y de uno en castellano (A orillas del Sar), cultiva también con
maestría la poesía intensa, doliente, de rimas suaves y formas originales, donde
condensa sentimientos de nostalgia y unión con la naturaleza.
Una versión igualmente crítica a la de Espronceda sería la de Mariano José Larra,
que destacó sobre todo por su labor periodística, y en concreto por sus artículos
costumbristas como “Vuelva usted mañana”, donde de manera amena pero mordaz
critica la sociedad española de la época. El artículo de costumbres se conformaba de
cuadros descriptivos y estáticos de tipos (modelo de individuo particular) y escenas
(costumbres sociales). Habitualmente era conservador y estático, como sucedía en los
textos de Estébanez Calderón y Mesonero Romanos, pero Larra, en su afán reformista,
les confiere un sentido aleccionador. Larra, por tanto, presenta una mezcla de
pensamiento ilustrado y sentimentalidad romántica, puesto que, a la vez que defendía un
anhelo de libertad, abogaba por la modernización del país.
Pero, como se ha indicado, el verdadero éxito del romanticismo fue el teatro. El tema
principal era el amor: amor a la libertad y amor a la mujer. Los finales suelen ser
trágicos, donde los enamorados son víctimas inocentes de la realidad a la que se
enfrentan. Los héroes son de origen desconocido y pasión desmesurada, mientras que
las heroínas son inactivas, están idealizadas y representan el amor. Fruto de la libertad
creativa, en estos dramas no se respetan la regla de las tres unidades clásicas y se
mezcla prosa y verso. Además, se amplía la obra a cinco actos. Los dramas más
famosos. Los dramas más destacados fueron los ya mencionados Don Álvaro o la
fuerza del sino, de Ángel Saavedra, duque de Rivas, y Don Juan Tenorio, de Zorrilla.
En resumen, aunque en versiones heterogéneas y calidad desigual, el Romanticismo
en Europa y también en España transformó la forma de entender el arte en lo que
entendemos que es hoy: el territorio de la libertad, de lo original, de la inspiración
genial.

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