Está en la página 1de 2

La siguiente escena, como las llama la conserje, empieza otra vez en el aula.

Me acabo de dar cuenta de que en realidad paso más tiempo aquí que en mi
casa, oh cierto, tampoco tengo una. Estoy resolviendo un ejercicio sencillo
adelante de la clase, pero aunque sé como hacerlo, simplemente no puedo
escribir nada en la pizarra.

Ante mi incompetencia el profesor llama a Dylan, este ha estado durmiendo


toda la clase y nunca presta atención, sin embargo, como por arte de magia
resuelve el problema rápidamente.

—Ahora tengo un anuncio que hacerles.—Abre la puerta y entra Samantha


con la cabeza hacia abajo.— Su compañera desde hoy pertenecerá a esta aula,
creo que ya la conocen así que no hay necesidad de presentación.—Ahora se
dirige a ella.—Siéntate ahí.—Dice señalando el asiento junto al mío que
convenientemente es adelante del de Dylan.

Todos sabíamos por qué a Samantha la cambiaban a nuestra aula, Alisson la


había acosado tanto que hasta los profesores se dieron cuenta y decidieron
alejarla de ella.

Hasta el final de la clase Samantha permanece callada y absorta en su libro de


matemáticas, luego todos nos levantamos al sonar la campana y cuando quiero
empezar una conversación con ella, mi cuerpo se mueve solo a los vestidores.

—Toma.—Le digo sacando de no sé donde una toalla. Se la entrego a Dylan y


éste se empieza a duchar. Odio quedarme aquí parado observándolo pero no
puedo moverme.

Termina de hacerlo y recupero de pronto mis fuerzas, me dirijo al pasadizo y


encuentro otra vez a la mujer.

—¿Por qué no puedo moverme algunas veces y termino haciendo algo que no
quiero?— Le pregunto.

—¿Perdón niño malcriado? Se dice hola primero.

—Responde.— Le exijo tal vez demasiado insistente.


—No.— Dice ella visiblemente molesta mientras avanza con su carrito lleno
de productos de limpieza. La detengo antes que se aleje más y trato de
mostrarle mi mejor cara de arrepentimiento,

—Lo siento. Estoy un poco alterado. Todo es muy confuso y nuevo. Por favor
tenme paciencia.

Se acerca lentamente a mi rostro y lo examina así que me alejo de ella


nervioso.

—Para ser un extra eres bastante guapo.—Toca mi cara.—Ojos miel,


mandíbula marcada, cabello negro azabache, hoyuelos, labios carnosos.—
Ahora intenta tocar mi pecho pero aparto su mano de un manotazo.— Y tienes
músculos, no puedes quejarte, la mayoría aquí con las justas tiene definido el
rostro.

 —¿Puedes por favor responder mi pregunta? ¿Por qué hay momentos donde
siento que alguien me controla?

—Es porque alguien lo hace.—Responde y como siempre me deja con más


incógnitas. Ve mi rostro de confusión y por eso agrega: — Es sencillo
querido, imagínate una obra teatral. Está el escenario que es observado por
todas las personas, donde ocurre lo más importante y luego están las
bambalinas

También podría gustarte