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PATRIA HISPANOAMERICANA Nº 21

EL ARCHIVO EN SALAMANCA

Editorial : EL FRACASO DE LA DEMOCRACIA

FUNDAMENTALISMO SECTARIO EN MANOS DE


LA IZQUIERDA

DE PALOS AL PLATA

ALIADOS DE UNOS CANALLAS

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EL ARCHIVO EN SALAMANCA

Los nacionalistas, en este caso catalanes, han vuelto a iniciar una campaña a favor de lo
que ellos denominan la “devolución” de los fondos relativos a Cataluña, al Archivo de
Cataluña, actualmente depositados en el Archivo General de la Guerra Civil de

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Salamanca. Una nueva pataleta, con el trasfondo de la instrumentalización de la historia
en beneficio de oscuros intereses políticos.

La historia arranca hace un par años. En marzo de 2002 CIU reivindicaba la devolución de
los fondos del Archivo General de la Guerra Civil que se encontraban en Salamanca.
Cincuenta mil salmantinos salieron a la calle para decirle a Pujol que nada tenía que
reivindicar.

Coincidiendo con un año político tan extraordinario como este (elecciones generales y
europeas en apenas tres meses) el fantasma del archivo planeaba sobre las cabezas de
los castellanos. Y es que un caramelo tan apetecible por el enfant terrible del nacionalismo
tenía, a la fuerza, que ser engullido. De nuevo nos encontramos con una campaña más
mediática que efectiva, para devolver (cuando nunca se han hurtado) unos fondos
documentales.

El problema es más complejo de lo que parece. El Archivo General de la Guerra Civil


(AGGC) es el único archivo general de criterio temático que existe, con lo que su insólita
naturaleza le hace único en España, no ocurre así con el resto de archivos (Histórico
Nacional, General de la Administración y General de Simancas, que tienen un carácter
cronológico). No obstante, ello sólo le confiere una característica funcional. Estamos pues,
ante un archivo documentalmente artificial, pero con una gran importancia para el pasado
reciente de la España contemporánea.

Ahora bien, este archivo ni mucho menos custodia toda la documentación al respecto. De
entrada, almacena fondos que datan de 1726, de los servicios generales del estado, y
hasta 1996, en el caso de la Liga de Mutilados, Inválidos y Viudas de la Guerra de España
1936-1939 en Francia.

El archivo se divide en dos secciones, la Sección Especial, relativa a la masonería y de


una riqueza extraordinaria para los estudiosos del tema, y la Sección Político-social, que
abarca instituciones republicanas como la Guardia de Asalto o del bando nacional como el
Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo. A ello se suman
otros fondos precedentes de donaciones o compras, y los archivos audiovisuales: 7
colecciones fotográficas con casi 27.000 fotografías, y archivo audiovisual con cerca de un
millar de cintas de audio y video.

Cataluña reclama unos fondos puramente simbólicos: de la Sección político-social, la


subsección Barcelona, que tiene 1879 legajos. La denominada Barcelona-Generalidad que
abarca desde 1921 hasta 1939, 507 legajos. La correspondiente a Lérida, que data de
1938, 65; y la de la Oficina del TERMC de Barcelona, de 1939, 34. Por otro lado, se
encuentra la Colección de Hojas de Propaganda de la Guerra Civil en Cataluña, 1936-
1939, que consta de 2.120 unidades almacenadas.

La mayor parte de esta documentación fue emitida por el Estado Español (gobierno
nacional), por lo que la Generalidad de Cataluña no tiene entidad para reclamarlo. Tan
sólo podría reclamarse el fondo denominado Barcelona-Generalidad, que abarca desde
los años veinte hasta 1939; Pues incluso la colección de hojas de propaganda no proviene
del gobierno catalán, sino que se trata de un fondo artificial realizado ex profeso tras el fin
de la contienda.

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Además, dado el carácter general del archivo, dependiente de la Dirección General del
Libro, Archivos y Bibliotecas, y de la Subdirección General de los Archivos Estatales. Así
pues, tienen un rango superior que cualquier archivo autonómico, y depende directamente
del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

El gobierno nacionalista de CIU primero, y el nacional-socialista de Rovira, Maragall y los


comunistas después, no tienen ningún interés por los documentos salmantinos. El
nacionalismo, niño mimado de la política española, se ha encaprichado de un nuevo
juguete, con el que satisfacer sus ridículas apetencias.

Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León, y el alcalde de Salamanca


han hecho frente común para defender, en este caso los intereses castellanos. Estos
fondos no representan un perjuicio económico ni para Cataluña ni para Castilla, pero sí
suponen una injerencia en asuntos castellanos y un nuevo pulso a la paciencia de tantos
españoles por parte del ejecutivo catalán. Como bien recordaba el presidente de la Junta,
Cataluña debería devolver numerosas obras de arte y restos arqueológicos a Castilla
(sarcófagos de Matallana, berracos abulenses, estelas romanas de Clunia…), el Museo de
Berlín debería hacer lo propio con los fondos saqueados durante la Segunda Guerra
Mundial en Oriente Próximo, y el British Museum con gran parte de la totalidad de sus
fondos.

Pero da lástima ver cómo los socialistas de Castilla y León, mediatizados por oscuros
intereses partidistas, se obcecan en dar la razón a los amigos del gobierno central, aun a
costa de los intereses de sus propios no ya votantes, sino vecinos. Por desgracia, de
nuevo es la miseria política la que se erige en lastre de la cultura.

Editorial : EL FRACASO DE LA DEMOCRACIA

El sistema no funciona, el pasado 13 de junio pudimos observar como, pese a haberse


gastado decenas de millones de euros, los partidos políticos fueron incapaces de movilizar
ni siquiera a la mitad del electorado español. Los datos hablan por sí solos, apenas un
46% de las posibles votantes se tomaron la molestia de lidiar con el calor preveraniego
para meter su papeleta en la urna de metacrilato. La situación en el resto de Europa ha
sido, en algunos casos, todavía más patética, llegándose a producir casos en los que
apenas un tercio del censo ejercía sus “derechos” democráticos. Eso cuando no se ha
impuesto en algunas regiones el voto obligatorio para intentar dar cierta imagen de
compromiso por parte de los sufridos votantes.

Con este panorama la respuesta que a cualquiera se le puede ocurrir es la siguiente: ¿qué
legitimidad tienen unos resultados no avalados por la mayoría? Desde la llegada de la
democracia a España nos han bombardeado con ese precepto axiomático: la mayoría
manda, la mitad más uno rige nuestros destinos. Pero hete aquí que la mayoría, la mitad
más uno, el domingo en cuestión, se quedó en su casa viendo la Eurocopa, la Fórmula 1,
leyendo un libro o lo que se terciara. Lo curioso es que, ante semejante crisis de la cultura

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democrática nadie se cuestione la salud del sistema. Algunos aluden a la masiva afluencia
de las elecciones de marzo para salvar la papeleta, pero resulta terrible pensar que, para
que los españoles vayan a votar, tienen que asesinar los terroristas a casi doscientas
personas. Tema aparte sería la valoración que se puede hacer de los votos en plena
conmoción general.

Ante la indiferencia del electorado los partidos políticos salen reforzados. Se dan cuenta
de que ya no es necesario engañar a los 33 millones de personas en edad de voto, basta
con embaucar a tan sólo unos pocos de ellos partiendo de la base de que cuentan con la
fidelidad de sus varios miles, cuando no cientos de miles, de afiliados y simpatizantes.
Como se den cuenta de que esto les funciona, mucho nos tememos que el sistema
norteamericano, en el que hay que inscribirse para votar, se termine importando para
limitar aún más el número de votantes. Así disfrutaremos de unos comicios totalmente
guiados; ahora sólo lo son parcialmente.

Como falangistas tenemos que denunciar la falacia de las urnas. Jamás el sentir de la
mayoría significará, per sé, contar con la razón o ser portador de unos principios positivos.
La legitimación que otorga una mayoría nunca permitirá discernir sobre la bondad o la
maldad de una elección, es más, tenemos las pruebas irrebatibles de que el voto se ejerce
de una manera sentimental -como se vio en marzo-, por las apariencias -como sucedía
con Suárez- o por despecho: con tal de que no ganen unos, se vota a los otros.

El clima de enemistad y crispación que vaticinara José Antonio se mantiene en nuestros


días, el Parlamento español es un gallinero sin visos de solución y, lo más terrible, el
europeo, en el que casi mil personas intentan, sin conseguirlo, ponerse de acuerdo en
algo, resulta lejano y ajeno, con clara apariencia de inutilidad.

Nos metieron a la fuerza en Europa, y ahora nos piden que nos involucremos en ella.
Están apañados los políticos profesionales. Al fin y al cabo no les importa demasiado que
se vote o no, mientras haya por lo menos un voto por puesto a repartir, en el caso de las
europeas algo más de medio centenar, el resto da igual. El cementerio de políticos que es
el Parlamento Europeo cuenta ya con sus nuevas vacas sagradas, alineadas, casi en su
totalidad, como mandan los cánones del bipartidismo, en socialistas y populares. Mientras,
van haciendo las cuentas de los millones que se van a embolsar en sueldos y primas
primero, y en jubilaciones después.

El sistema ha fracasado, las elecciones las ha ganado el 54% de abstencionistas que, sin
embargo, no cuentan para nadie. Habitualmente se maneja el ridículo argumento de que,
el que no vota, no tiene derecho a quejarse. Craso error, es el que no vota el único que
puede quejarse, precisamente porque es quien no comulga con el sistema y quiere
cambiarlo, ¿o es que la disidencia no gusta en la España de las libertades? El que no
puede quejarse es el que vota; el que acata el resultado sólo puede resignarse y esperar
cuatro o cinco años y seguir perpetuando este sinsentido asentado que es el de los
papelitos de colores en una caja sellada.

Para más INRI y para cuestionar más la transparencia electoral, los falangistas volvemos a
vernos inmersos en ese submundo televisivo en el que nuestro vídeo electoral tiene cabida
pero no audiencia, que es el de los horarios intempestivos. Algo parecido sucede con
nuestras pegatinas y carteles, relegadas a apenas unas pocas concesiones en las
rotondas más alejadas y menos transitadas, se demuestra que, a las elecciones, se puede

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presentar todo el que quiera -que es el que haya conseguido el democrático requisito de
cincuenta avalistas entre los cargos electos que, por supuesto, ya sean de P.P. o P.S.O.
E., no dudan en poner todas las trabas posibles ante la candidatura falangista.

Si mal están las cosas en pleno periodo electoral, peor están fuera de él. Si analizamos la
nueva Ordenanza antivandalismo dispuesta por el Ayuntamiento de Valladolid, regido por
los populares, veremos que, con ella, y desde el mes de junio, saldrá más rentable
dedicarse a atracar bancos o conducir en sentido contrario que poner pegatinas, repartir
octavillas o, en definitiva, hacer acto de presencia en las calles que, por lo que parece, se
han convertido en el coto privado de los poderosos quienes, cuando tienen sus congresos
o mítines, dejan todo hecho un asco pero no importa, aquí paz y después gloria. Una vez
más la cuerda se rompe en su punto más fino y, a nosotros, nos toca padecerlo. Los
falangistas, como siempre, sabemos que nuestro lugar está, pese a quien pese, en la
calle, sean elecciones o no, contra viento y marea, luchando, siempre, por una España
mejor.

FUNDAMENTALISMO SECTARIO EN MANOS DE LA IZQUIERDA

La Falange, siendo coherente con su grado de compromiso, no duda en denunciar


tenazmente cualquier "patología social" que defienda de manera excluyente su rechazo a
nuestra tradición católica, por ser históricamente la española, pero además por ser la
verdadera. Esta es nuestra manera de ser y de pensar, sustentada en nuestra ética y
moral que se resume en la moral cristiana como norma de nuestro comportamiento,
comprometiéndonos en el pleno desarrollo de la personalidad que considera al hombre
como conjunto de un cuerpo y un alma capaz de salvarse o de perderse, impregnado de
valores eternos, tal y como está sellado en nuestra histórica tradición.

¿Por qué se vuelve a amenazar con reducir las clases de religión en los centros públicos?
¿Cómo podemos aceptar el ostentoso eslogan socialista de más gimnasia y menos
religión? ¿Hay que terminar cediendo con las pretensiones de suprimir las clases de
religión, como desearían hacer otros "partidillos" de izquierdas? ¿Es que creen que sus
posiciones laicistas les van a dar más votos? Ante estos interrogantes ¿Será posible
mantener una buena predisposición al diálogo y un buen talante, como desearía el Sr.
Rodríguez Zapatero?

Como viene demostrando desde su nacimiento, la izquierda española nunca ha aceptado,


ni acepta, ni aceptará la enseñanza de la religión en la escuela pública, teniendo como
herencia el primitivo eslogan socialista "escuela única, pública y laica", para promover y
volver a las antiguas posiciones anticlericales y de intolerancia, para promover una vida
laica y antirreligiosa, utilizando como es costumbre una dialéctica impositiva llena de
adjetivos rimbombantes y vacíos de contenido sustancial. Estas antiguas posturas de
rechazo que se convierten en casi ataques permanentes contra las clases de religión en la
escuela públicas tratan de influir en diversos puntos del poder político y de los medios de
comunicación con el único propósito de condicionar o configurar las actitudes y decisiones
de nuestros gobernantes en detrimento de nuestra espiritualidad nacional, es decir,

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sacrificando el alma de nuestra España, unificadora del hombre como eje doctrinal y
encaminada a un destino universal y común.

Esta excesiva politización y manipulación sobre la opinión pública, especialmente de los


más jóvenes, dará lugar a continuos conflictos indiscriminados con todo tipo de
reivindicaciones, cuestionando la imposición de la fe para volver a una escuela laica del
proletariado. Para aquellos que se reconocen demócratas y constitucionalistas, ¿Pueden
considerarse del todo democráticos?

Por muy orgullosos que se sientan al querer imponer un laicismo para todos, no hay que
olvidar que la asignatura de la religión no constituye ningún privilegio de la Iglesia, ni le es
competente al Estado decidir la orientación del conocimiento del saber sobre el significado
último y total de la vida humana, ni a partidos políticos, ni a grupos culturales que
pretenden relativizar la verdad porque no hay que olvidar que la enseñanza religiosa
transciende cualquier concepción o decisión de naturaleza política ocupándose del sentido
último de la vida, cargado de valores históricos y gloriosos, haciéndonos partícipes y
representantes de un pueblo, cuya religión es la expresión máxima de nuestra
personalidad, dentro de nuestro marco tradicional y cultural heredado. "El hombre es
naturalmente religioso".

"Nos hicisteis señor para Ti y mi corazón está inquieto hasta que descanse en Ti". Este
deber del hombre debe de llevamos a cumplir sus fines en esta vida, lo que no es posible
sin alcanzar un desarrollo suficiente mediante una educación adecuada que englobe un
deber individual, religioso, social y patriótico, que contribuya a la búsqueda de la verdad,
de una verdad integral de nuestra vida para conseguir una integridad física y espiritual que
transmita aquellos valores éticos y religiosos (sin tratar de evaluar la fe), dando una
formación cultural e integral de la persona, al hacer referencia a las raíces de nuestra fe,
como una materia propiamente escolar con carácter formativo y educativo, equiparable a
otras asignaturas, considerándose un valor en sí mismo. Sin ella, el hombre no alcanzará
la dignidad a la que ha sido llamado ni contribuir a la grandeza de su Patria.

No olvidemos que todos los españoles haciendo uso de nuestra trayectoria católica
tenemos que seguir apostando por las orientaciones de la Conferencia Episcopal, donde
reafirma el desarrollo de la persona a través de un carácter escolar, formativo, cultural y
crítico; afirmando que la existencia y la providencia de Dios tiene un fundamento racional
que todos podemos aceptar, difícilmente rechazable.

Por muy incomprensible o aberrante que les parezca a todos esos "grupillos
fundamentalistas" e incluso al Sr. ZP, sigue siendo patente en España una respuesta
mayoritaria a las cuestiones más fundamentales que son inherentes al ser humano desde
la antigüedad, como se pone de manifiesto en nuestra sociedad (más bien diría que sigue
siendo una demanda social). No se puede obviar que el 80% de las familias españolas
piden la enseñanza del catolicismo para sus hijos. Por tanto, ocho de cada diez alumnos
eligen la religión como un hecho social perfectamente constatable, primando por encima
de cualquier alternativa (como tiempo libre o más horas de estudio) que tratan de informar
pero no de formar. Ignorar este alto porcentaje de alumnos que eligen religión católica,
bien por sí mismos o bien por sus padres sería recortar la concepción humana del hombre
poniendo en peligro la libertad, la dignidad, el respeto, la justicia y la unidad de todos los
españoles.

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¿Será posible mantener esta oposición a esta opción mayoritaria? ¿No sería un fracaso
para los que se hacen llamar democráticos, defensores de la igualdad y de las libertades?

DE PALOS AL PLATA

Una grata sorpresa deparó a nuestros camaradas este año la Feria del libro de ocasión.
Nada menos que un facsímil, edición conmemorativa del 75 aniversario del vuelo del Plus
Ultra, editado por Espasa-Calpe, de la obra De Palos al Plata, en la que Ramón Franco y
Julio Ruiz de Alda, fundador de Falange Española relatan la odisea del raid a bordo del
hidroavión que atravesó por vez primera el Atlántico Sur.

La obra muestra un tipo de literatura a caballo entre el descriptivo relato del libro de viajes,
la significación de la epopeya patriótica (en plena década de los años veinte), la precisión
del manual técnico de un piloto aeronáutico, y la minuciosidad del reportaje periodístico y
de la crónica oficial.

Nos situamos a caballo entre enero y febrero de 1926: el Plus Ultra se ha convertido en el
primer avión en cruzar el Atlántico Sur, desde el municipio de Palos, emulando el viaje de
Colón, hasta llegar a costas hispanoamericanas: Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina…
escenarios idílicos de una gran significación nacional. Para conseguir llevar a buen puerto
esta hazaña, la tripulación del Plus Ultra contaba con los mayores adelantos técnicos del
momento, incluido un radiogoniómetro, siendo los primeros en experimentar este
instrumento de navegación. Además, El viaje, que duró 19 días, aunque las 7 jornadas de
vuelo necesarias para recorrer los 10270 km. en los que se tardaron 60 horas a velocidad
media de 172 km. estuvieron plagadas de peligros: tormentas, colisiones, sobrecargas,
averías…

El vuelo del Plus Ultra, a pesar de ser hoy una hazaña desconocida, en la década de los
veinte supuso un acto de afirmación hispánica de mundial resonancia. España enlazaba
con sus hermanos de Hispanoamérica, con los que estrechaba vínculos. Asombrosas
cifras de espectadores acudían a dar la bienvenida a la tripulación del hidroavión en cada
ciudad donde el hidro se posaba: miles de españoles en Palos y Canarias, 200 mil
personas en Montevideo, el homenaje de 300 sociedades bonaerenses, entre 15 y 20
actos diarios y homenajes, y gran cantidad de agasajos… La tripulación del Plus Ultra se
convirtió en 1926 en la noticia de año. Todas las portadas tenían sus fotos y todos los
grandes titulares hacían referencia a la heroica aventura. Incluso Carlos Gardel dedicó un
tango al hidroavión: El vuelo del águila, canción muy conocida en América, que
comenzaba del siguiente modo:

Y en Buenos Aires

la isla querida

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al fin se cubrieron,

los valientes de gloria

Dos países

en un noble lazo

junto a su alma

te lanzo un abrazo

Es la madre

que va a visitar

los hijos que viven,

en otro lugar (…)

(fragmento de: El vuelo del águila; Carlos Gardel, 1926)

La idea de Franco, capitán de la misión era la de proseguir el raid por Chile, Perú,
Ecuador, Colombia y volver por Cuba y Azores, pero Primo de Rivera ordenó regalar el
avión a la Argentina y regresar a la tripulación, y los buques-escolta Blas de Lezo y
Alsedo, que habían acompañado al hidroavión a lo largo de su periplo. El gobierno
Argentino de Hipólito Yrigoyen ofreció plazas de primera en el crucero Buenos Aires a los
héroes españoles, que, tras declinar inicialmente la oferta, finalmente aceptaron la
invitación. Al regreso de la tripulación, el hidroavión fue regalado a la Argentina, donde se
encuentra actualmente en el Museo de Aviación de Luján, cerca de Buenos Aires.

El mismo dia de la llegada de Franco, Alda, Durán y Rada a España, los seis integrantes
de la Patrulla Elcano iniciaban el Raid a Manila. Mientras Alfonso XIII condecoraba a los
cuatro héroes del Plus Ultra, los Capitanes Martínez Estévez, González Gallarza y Loriga
Taboada; y los mecánicos Calvo, Arozamena y Pérez Sánchez, a bordo de tres Breguett
19, unirían Madrid con Manila, a lo largo de 16 etapas en las que sobrevolaron África,
Asia, el Mar Mediterráneo, el Océano Índico… Estévez, en su libro Una aventura en el
desierto, escrito a la vuelta de la aventura, relataba su viaje, lleno de peligros: averías
diarias, extravíos en el desierto, en China cayeron en manos de unos piratas… así hasta

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llegar a Manila, donde, al igual que la tripulación del Plus Ultra hiciera apenas un mes
antes, fueron acogidos por 300 mil hispano-filipinos, 16 bandas de música y 4000 coches.

Una aventura, años después, intentarían de nuevo Ramón Franco, Ruiz de Alda y
González Gallarza: dar la vuelta al mundo a bordo de un avión. Perdidos en el océano,
fueron rescatados por el portaaviones estadounidense Tagle, y se abandonó la idea de
seguir con estas aventuras. Por unos años, España había demostrado el potencial de sus
héroes, y anunciaba lo que en un futuro podría llegar a ser. Un futuro, que se truncaría
pocos años después.

La Historia de la aviación española ha sido construida por estos héroes nacionales, a los
que hoy nadie recuerda, pero que arriesgaron sus vidas en valerosos actos de afirmación
hispánica, al servicio de España y de la Hispanidad. Gloria a los héroes.

ALIADOS DE UNOS CANALLAS

Las imágenes de las torturas a los presos iraquíes por parte de los militares de EEUU han
causado repulsa a escala mundial. Pero no deben causar sorpresa. Se repiten las mismas
imágenes que pudieron verse durante la Guerra de Vietnam. No se vieron durante la
Guerra del Golfo, por la fuerte censura a la prensa (y el que censura imágenes, algo tiene
que esconder…), pero se puede suponer que habría más de lo mismo. De las tropas
inglesas tampoco sorprende, si recordamos los testimonios de prisioneros argentinos
durante la Guerra de Las Malvinas. Lo grave no es tanto el hecho en sí, sino que no han
sido hechos aislados perpetrados por soldados descarriados especialmente crueles. Estas
torturas y vejaciones han sido perpetradas a gran escala, con el consentimiento de sus
mandos, o quién sabe, quizás incluso cumpliendo sus órdenes, a esto apuntan las últimas
investigaciones. Esta es la catadura moral de la oficialidad norteamericana y anglosajona;
la catadura moral de unos militares con los que España ha ido de la mano a una guerra.

No podemos imaginarnos estos hechos cometidos por nuestros oficiales, que, de


momento y por fortuna, todavía tienen una base formativa que les aleja de estas
conductas. Por eso no podemos menos que avergonzarnos y pedir disculpas al pueblo
iraquí por haber colaborado en una guerra ilegítima de la mano de unos criminales de
guerra. Además, debemos pedir disculpas también por, una vez cometida la fechoría,
retirarnos de allí abandonándolos en manos de semejantes canallas. Porque para los
civiles iraquíes la situación es penosa, por un lado los bombardeos sobre sus casas y las
torturas por parte de sus “salvadores”, por otra los terroristas integristas que se han
aficionado a bombardear todo lo que pueden, en especial comisarías y, en medio, los que
lo padecen todo: los inocentes, que mal estaban antes y mal siguen ahora.

Pero con estos hechos no queda al descubierto solamente la categoría moral de estos
militares, sino también su inteligencia. ¿Qué efecto piensan que van a causar estas
infamias sobre el pueblo iraquí? Hay que aprender de la historia. En todos los episodios de
ocupación de un país por tropas extranjeras, el maltrato a la población termina con su
levantamiento armado. Y esta relación causa- efecto no se reduce a los episodios de

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ocupación. En el caso de dos ejércitos regulares enfrentados, el conocimiento de que las
tropas enemigas están dando un trato vejatorio y criminal a los prisioneros o a la población
civil, suele provocar un sentimiento de rabia y motivación para el combate, y este es, a la
larga, el factor decisivo para ganar una guerra. Además, dando este trato a los prisioneros
de guerra, se está eliminando la opción del enemigo a rendirse, y este luchará hasta el
final. Cuesta creer que en las academias militares norteamericanas no hayan leído a Von
Klausewitz. Y, volviendo a la historia, encontramos multitud de ejemplos en los que
facciones de guerrilleros, mal armados pero muy motivados, han acabado con grandes
unidades regulares invasoras.

Semejantes conductas explican la brutalidad asesina de los salvajes que, en los últimos
meses, se han dedicado a decapitar extranjeros para reclamar el fin de la ocupación.
¿Consecuencia de los desmanes de los de Bush y Blair? Nunca lo sabremos. Sólo
sabemos que, en Irak, la vida humana está a precio de saldo. No como el petróleo que
alcanza precios prohibitivos.

¿Cuánto tiempo aguantará la opinión pública norteamericana la lenta pero constante


sangría de bajas en sus filas? Las últimas encuestas ya lanzan el triste balance de que la
invasión de Irak no fue buena idea. Parece que la clase política de EEUU ya se ha dado
cuenta y han preferido ir dejando al nuevo gobierno iraquí el mando de un país en
situación caótica. Pero para el pueblo iraquí la guerra no habrá terminado, y es un pueblo
que tiene muy arraigado en sus tradiciones el sentimiento de venganza. Gracias a las
aspiraciones napoleónicas de su clase política, el pueblo norteamericano, por otra parte,
responsable, ya no podrá vivir tranquilo. Esperamos que este pueblo, seguramente
radicalizado a raíz de esta infamia, no se acuerde de unos aliados tan insignificantes y
ridículos como nosotros. Que cada palo aguante su vela.

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