Está en la página 1de 340

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo
alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes
sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro.

2
Índice
Sinopsis Capitulo 17 Capitulo 8
Primera parte Capitulo 18 Capitulo 9
Capitulo 1 Capitulo 19 Capitulo 10
Capitulo 2 Capitulo 20 Capitulo 11
Capitulo 3 Capitulo 21 Capitulo 12
Capitulo 4 Capitulo 22 Capitulo 13
Capitulo 5 Capitulo 23 Capitulo 14
Capitulo 6 Capitulo 24 Capitulo 15
Capitulo 7 Capitulo 25 Tercera parte
Capitulo 8 Capitulo 26 Capitulo 1
Capitulo 9 Segunda parte Capitulo 2
Capitulo 10 Capitulo 1 Capitulo 3
Capitulo 11 Capitulo 2 Capitulo 4
Capitulo 12 Capitulo 3 Capitulo 5
Capitulo 13 Capitulo 4 Epilogo
Capitulo 14 Capitulo 5 Sobre la autora
Capitulo 15 Capitulo 6 creditos
Capitulo 16 Capitulo 7

3
Sinopsis
El padre soltero, Beckley Bridges, es jodidamente sexy.
No, en serio, es la cosa más caliente jamás hecha desde que el sol fue
creado.
Lo juro por Dios, si rompes un huevo sobre él, la cosa chisporroteará.
Entonces, ¿cuál es el problema?
También es un gigantesco idiota.
Odio al bastardo.
Intento evitarlo a toda costa.
Pero por alguna razón, parece que se aparece adonde quiera que vaya.
Solo que el verdadero problema es su hija, English.
Es una adorable niña peculiar de primer grado que es la cosa más
dulce desde el té helado.
Y es una de mis estudiantes, pero también el amor de su vida.
Así que tengo que lidiar con él a nivel profesional.
No es fácil.
En una escala de fácil a difícil, lidiar con Beckley Bridges es como
escuchar uñas arrastrándose y chirriando en una pizarra.
Pero cuando la madre de English intenta obtener la custodia después
de abandonarla en la puerta de Beckley cuando era una bebé, él hará todo lo
posible para mantener a English bajo su techo.
Así es como termina proponiéndome matrimonio.
¿Y por muy loco que parezca?
Me encuentro considerándolo.

4
Prólogo
Beck
Traducido por Doncella de Lorde

Hace aproximadamente seis años…

—Beck, será mejor que vengas aquí.


Todavía está oscuro, pero es diciembre y el sol no saldrá hasta las
siete y media. Pero estoy en casa debido a las vacaciones de Navidad, así que
¿por qué está mi papá despertándome tan jodidamente temprano?
—¿Qué? —gimo.
—Solo saca tu trasero de la cama y ven aquí. Ahora.
Cuando utiliza ese tono, sé que no debo discutir. Así que arrastro mi
trasero fuera de mi cama abrigada y calientita y arrastro los pies a la cocina.
Mis padres están parados junto a la isla, mirando dentro de una gran caja de
cartón mientras mi madre coloca una carta en mis manos.
—¿Qué es esto? —pregunto.
—No lo sé, pero estaba encima de esto. —Señala la caja.
—¿Un regalo de Navidad? —pregunto—. Un poco temprano.
—No diría que es pronto si fuera tú —responde mi papá.
Frotándome los ojos, intento aclarar mi mente. Anoche me divertí
mucho. Todos los chicos se reunieron como siempre lo hacían cuando
veníamos de la universidad. Apenas recuerdo a qué hora llegué a casa
anoche.
—¿Alguien puede decirme de qué se trata todo esto?
De repente, un bebé comienza a llorar.

5
—Bueno, esperábamos que tú pudieras arrojar algo de luz sobre esto
—dice mi madre.
—¿De quién es ese bebé? —pregunto.
—Beck, ¡lee la maldita carta! —La paciencia de mi padre llega a su
fin—. Estaba en la caja con el bebé en el porche delantero. Salí para recoger
el periódico, y ahí estaba. Ahora, lee la carta para que podamos obtener
algunas respuestas.
Miro al sobre en su mano. Efectivamente, mi nombre está garabateado
en él. Rompo el sello y saco una página de papel doblada, de la clase con
líneas que arrancas de un cuaderno de espiral. Froto mis dedos sobre esos
pequeños pedazos de papel sobrantes porque de repente tengo miedo, estoy
completamente asustado. No quiero leer lo que está en este pedazo de papel.
Levantando los ojos, instantáneamente me siento de nuevo como si
tuviese cinco años cuando las miradas acusadoras de mis padres taladran
agujeros en mí. Trago, pero mi saliva se ha ido de paseo a lugares
desconocidos.
Con voz suave, mamá me presiona:
—Beck.
Asintiendo, desdoblo el papel y leo.

Beck,
Traté. De verdad lo hice. Pero fue demasiado. Así que te la estoy
entregando. Ella fue mucho más de lo que yo pretendía. Si no la quieres,
entonces puedes darla en adopción. En la caja, debajo de sus mantas,
encontrarás los documentos legales que te conceden la custodia total,
firmados por un abogado y por mí. He renunciado a todos los derechos legales
sobre ella. Si te lo estás preguntando, fue concebida en noviembre de nuestro
primer año, en la fiesta de fraternidad de la noche de bienvenida. Dudo que
siquiera lo recuerdes ya que ambos estábamos ebrios. No te culpo, ya que fue
tanto culpa mía como tuya. En los documentos, encontrarás mi nombre. Estoy
segura que desearás realizar una prueba de ADN, la cual te recomiendo que
hagas. Pero eres su padre, ya que eras el único con el que estuve. En el sobre
con sus documentos legales, he incluido también sus registros médicos. Si te lo
estás preguntando, está sana. No es por eso que la dejo contigo. Y para que lo
sepas, no pude seguir con el aborto que programé.
Lo siento. Supongo que no fui hecha para la maternidad.

6
Abby.

Estoy completamente aturdido, congelado.


—¿Y bien? —pregunta papá. Le entrego la carta. Y luego de alguna
forma reúno el coraje para dar una ojeada en la caja y obtener el primer
vistazo de mi hija, la hija cuyo nombre ni siquiera conozco. Los ojos azul
verdosos más profundos se fijan en los míos, y no puedo respirar por lo que
parece una eternidad. Porque estoy viendo fijamente en un espejo. Todo lo
que deseo hacer es tocarla, pero estoy muerto de miedo. Nunca antes
sostuve un bebé. ¿La lastimaré? ¿Es frágil?
—Adelante. Levántala Beck —dice mamá.
Mis brazos temblorosos la alcanzan, y sus mantas rosas caen para
revelar un cuerpo diminuto envuelto en un traje rosa pálido de una sola
pieza, mientras sus brazos y piernas se agitan en el aire. Su pequeña cabeza
está cubierta por capas de pelusa pálida, y froto mi mejilla contra ella. Es la
cosa más suave que he sentido nunca, y no quiero soltarla.
—Bueno, chico, parece que te has conseguido una hija —se queja mi
padre.
Mamá se ríe y dice:
—Parece que te conseguiste una nieta.
—Papá, ¿leíste la carta? —pregunto.
—Sí.
—¿Revisarías sus registros médicos? Quiero saber su nombre.
Papá revuelve algunos papeles, y finalmente dice:
—Hmm. Aquí dice que es English. English Beckley Bridges.
—English. —¿Qué diablos voy a hacer con un bebé?
De repente, se escapa un sonoro “prrrft” mientras siento las
vibraciones en mi mano. La habitación se llena de un hedor nocivo.
—Ugh, ¿qué es eso? —pregunto.
Papá se ríe, busca por todas partes en la caja y me pasa una
almohadilla de plástico.

7
—Sé una cosa que estarás haciendo. Parece que estarás cambiando un
pañal. Mejor dicho, varios. —Lo escucho riéndose todo el camino por el
pasillo.

8
PARTE UNO
Señorita Monroe

9
Capítulo 1
Sheridan
Traducido por Doncella de Lorde y Arcy Briel

Actualidad

M
i mirada escrutadora abarca todos los adornos y accesorios
que he colocado estratégicamente en cada pared, buscando
por cualquier pequeño error que pueda encontrar. No queda
mucho de mis uñas, ya que las muerdo rápidamente mientras analizo mis
habilidades de decoración. Frunzo el ceño, admitiéndome a mí misma que es
evidente por qué elegí la profesión que escogí. No hay duda que mi
compañera de habitación entraría aquí y tendría una docena o más de ideas
sobre cómo hacer esta habitación mucho más atractiva a la vista.
Seguramente recomendaría cojines decorativos cosidos a mano esparcidos
alrededor, con obras de arte espléndidas colgadas en las paredes y esas
cosas grandiosas hechas de palés usadas que ves en Pinterest. Y muy
probablemente tendría escritorios totalmente nuevos elaborados con
pequeños compartimentos para lápices y ranuras para libros.
Desafortunadamente, mi presupuesto y mi tiempo no lo permitirán. Mi
estómago se estremece en anticipación, pero ¿por qué no debería de
hacerlo? Es el primer día de clases. Mi primer día. Este es el momento por el
que he estado trabajando y esperando toda mi vida. Está bien, tal vez no
toda mi vida, pero como sea. En pocos minutos, veintidós niños de seis años,
con mentes como esponjas, correrán a través de la puerta, y si no estoy
preparada para ser el mejor relleno de esponja del mundo para ellos,
destruiré para siempre su amor y entusiasmo por aprender.
¿Muy melodramática? Tal vez. Soy maestra de primer grado, y es mi
abrumadora obligación el ofrecerles la posibilidad de amar la escuela. Si
fracaso, odiarán la escuela para siempre, y todo estará sobre mis hombros. Y
para colmo, este es mi primer día como una maestra genuina. Acabo de

10
graduarme de la universidad, así que esto es todo. ¡Mi oportunidad de
cambiar el mundo! Mi trabajo soñado, mi carrera y mi camino elegido.
Exhalando el tóxico dióxido de carbono, lleno mis ansiosos pulmones
con una gran carga de oxígeno fresco. Y entonces los escucho. El golpeteo de
pies diminutos en los pisos de baldosas, y los gritos de voces jóvenes. En
medio de todo eso, puedo escuchar a Susan Jorgensen, la directora,
diciéndole a los niños que se calmen y se formen en una sola fila en el
pasillo. Sofoco una risita porque puedo recordar escuchar esas exactas
palabras de mi propio director. La puerta se abre, y Susan introduce la
cabeza.
—Señorita Monroe, ¿está lista para conocer a sus nuevos alumnos?
—Lo estoy. —Cruzo los dedos y rezo.
Mantiene la puerta abierta, y una línea de niños, semejantes a
hormigas marchando, entra en la habitación. Una sonrisa reemplaza a mi
ceño fruncido, y no puedo evitar sentir el entusiasmo sustituyendo a mi
ansiedad. Lucen muertos de miedo, pero si la lindura pudiera ser una
imagen, estaría alineada frente a mí. Oh. Dios. Mío. ¿Cómo puedo no
enamorarme de cada una de estas criaturas? Voy a ser todo dulzura con
ellos.
—Buenos días a todos. Mi nombre es Señorita Monroe, y seré su
profesora este año. ¿Cómo están todos hoy?
Un niño pequeño inmediatamente se introduce el pulgar en la boca y
succiona con entusiasmo. Algunas de las chicas me ofrecen una sonrisa
tímida, y un par de los chicos miran alrededor y no me dan ni la hora. Susan
llama mi atención, señala la puerta, y se va. Tengo una distribución
preestablecida de los asientos, así que me dirijo a la primera fila y comienzo
a decir nombres y sentar a los niños. Cuando voy por la mitad de la segunda
fila, llego al nombre: English Bridges, y nadie responde, así que continúo.
Tengo a cerca de tres cuartos de los alumnos sentados cuando la puerta se
abre de golpe, y ahí está parada una mujer, probablemente en sus cuarenta y
tantos años, con una niña aferrada a su cuello.
—Siento mucho interrumpir, pero ¿esta es el aula de primer grado? —
pregunta sin aliento.
—Sí, lo es —contesto sonriendo—. ¿Puedo ayudarle?
—Lamento que llegamos tarde. Soy Anna Bridges, y esta es English.
English Bridges.
—Oh, sí.

11
—¿Le importaría si hablara con usted en el pasillo?
Miro a los estudiantes sin asiento y digo:
—¿Podría darme un par de minutos para sentar al resto de los
alumnos?
—Claro. —La veo salir y luego termino con el resto de los niños.
—Ahora, todos ustedes quédense en sus lugares y yo regresaré
enseguida. Recuerden, no levantarse de sus asientos. ¿Me entienden?
—Sí —responden todos. Camino al pasillo, y Anna Bridges está ahí de
pie, todavía cargando a English.
—¿English está bien? —pregunto.
Anna me da una mirada en blanco. Por supuesto, English no puede
verla. Me pregunto sobre qué es todo esto.
—Ella está bien. Solamente tiene un caso de no-quiero-ir-a-la-escuela,
pero le dije que, si no venía tendría dificultades intelectuales cuando
creciera.
Oigo una voz apagada que dice:
—No tendré dificultades intelectuales. Soy inteligente. Tú lo dijiste.
Puedo aprender de esos videos educativos que veo en la televisión.
Hmm. Esta es bastante precoz, así que pregunto:
—Pero English, ¿no extrañarías el poder hacer amigos y tener toda
clase de diversión en la escuela?
—La escuela no es divertida.
—Hmm. ¿No te gustó el jardín de niños?
—Sí —balbucea.
—Entonces, ¿cómo sabes que no te gustará el primer grado si nunca
has estado en él?
Sus hombros prácticamente tocan sus orejas mientras me da un
exagerado encogimiento de hombros.
—Te diré qué. ¿Por qué no lo intentas durante una semana? Luego
puedes decidir si te gusta o no.
La pequeña niña levanta la cabeza y se gira para mirarme. Una cabeza
llena de rizos rubios, realzada por un par de ojos azul verdosos, me saluda.
Pero lo que también capta mi atención es que está vestida en un

12
caleidoscopio de colores: mallas rayadas y una camisa floreada que, de
alguna forma, combinan bien en ella. Esta me tendrá envuelta alrededor de
su meñique en un santiamén. No estoy segura quién le enseñará a quién.
—Está bien. ¿Pero me prometes que me gustará?
—No puedo hacer esa clase de promesa English, pero haré mi mejor
esfuerzo.
Se da la vuelta para enfrentar de nuevo a la mujer y dice:
—Está bien. Vamos.
—Oh, cariño, te dejaré aquí.
—¡Noo! ¡No puedes dejarme Banana!
¿Banana?
La mujer me mira y sonríe.
—Sí, me dice su Banana. Gran sustituto para abuela Anna, ¿eh?
La confusión debe estar parpadeando en mi rostro como un cartel de
neón.
La mujer lo aclara.
—Ya que mi nombre es Anna, tuve la maravillosa idea de que, en lugar
de ser solo la abuela, le pediría que me llamara abuela Anna, pero no pudo
sacar ese trabalenguas, así que se convirtió en su Banana. Ha mejorado. Solía
ser su Gran Banana. Lindo, ¿eh? Soy parte de muchas bromas.
Me tapo la boca para detener el torrente de risas que amenaza con
salir.
—Así que, ¿entonces, es la abuela?
—Sí, mi hijo está fuera de la ciudad, así que tengo deberes parentales
hasta mañana. Oh, casi lo olvido. ¿Puede aceptar mensajes de texto durante
el horario escolar? Él está tan nervioso por no estar aquí para su primer día,
así que le dije que intercedería, pero le encantaría recibir un mensaje o dos
de usted, hoy si es posible.
Hace feliz a mi corazón ver a un padre tan involucrado. Después de
todas las historias de terror que he escuchado durante mi enseñanza como
estudiante sobre cómo los padres ya no se preocupan, estoy encantada con
esto.

13
—Animamos a los padres a enviar correos electrónicos, pero en este
caso, estaré encantada de enviarle un mensaje de texto. No puedo imaginar
lo preocupado que está. ¿Me puede dejar su número?
Rápidamente me entrega una nota con un nombre y un número.
—Le haré saber que enviará un mensaje de texto y le diré su nombre.
—Perfecto. ¿English, estás lista para comenzar tu educación?
Me da su pequeña mano y antes de que entremos en la habitación,
grita:
—Banana, dile a papá que hoy estoy debajo del arcoíris.
—Está bien, pequeña, lo haré.
Le da una sonrisa a English y pulgares en alto. Supongo que entonces,
“debajo el arcoíris” es algo bueno.
Cuando entramos al aula, todas las cosas buenas están dadas vuelta y
el aula es un caos. Los estudiantes están corriendo como locos,
persiguiéndose unos a otros y gritando como si estuvieran en el patio de
recreo. Necesito tomar el control. No pierdo tiempo en caminar al frente de
la clase y aplaudir. No hace bien. Luego digo:
—Estudiantes, tomen sus asientos. —Ninguna respuesta. Pensarías
que era una batalla campal. Me meto los dedos en la boca y suelto el silbido
más grande y fuerte. Si hay una cosa que puedo hacer, es silbar.
Todos se detienen en seco y se vuelven hacia mí.
—¿No les pedí que se quedaran en sus asientos?
Asienten.
—Cuando les hago una pregunta, espero que respondan con palabras,
no con gestos. Eso significa que o bien dicen: “Sí, señorita Monroe o no,
señorita Monroe”. ¿Está claro?
—Sí, señorita Monroe.
—Entonces, ¿no di instrucciones claras de que debían permanecer en
sus asientos?
—Sí, señorita Monroe.
Hago un movimiento circular con mi brazo frente a mí, preguntando:
—¿Esto es mantenerse en sus asientos?
—No, señorita Monroe.

14
—Y eso es realmente una lástima, porque hoy tenía una sorpresa
especial para todos ustedes, pero ya que solo hemos estado en clase durante
quince minutos y parece que no pueden seguir mis instrucciones en este
corto período de tiempo, al parecer hoy no habrá sorpresas para nadie.
—Oh, señorita Monroe, lo sentimos. No pensamos que le importaría
—dice una niña pequeña.
—Todos tomen sus asientos, por favor. —Espero a que estén sentados
y le muestro a English su escritorio. Una vez que todos están acomodados en
sus lugares, digo—: Me importa. Si no lo hiciera, no les habría dicho que
permanecieran sentados en primer lugar. Y… si tienen alguna duda o
pregunta sobre mis instrucciones, todo lo que tienen que hacer es
preguntarme.
English levanta la mano.
—Sí, English.
Con una gran sonrisa, pregunta:
—Ya que no me porté mal, ¿puedo obtener una sorpresa?
Ya puedo decir que esta niña es bastante inteligente.
—Ya veremos. Pero primero, lo que me gustaría hacer es ir por la sala
y que todos digan sus nombres para que podamos conocernos.
En algún momento durante la agitada mañana, recuerdo enviar un
mensaje de texto a Beckley Bridges.
Su madre me pidió que le hiciera saber cómo está yendo el primer día de
English y me complace informar que lo está haciendo muy bien. Siéntase libre
de enviarme un mensaje de texto en cualquier momento. Sheridan Monroe
Anticipo una respuesta rápida, ya que Anna indicó lo nervioso que
estaba por el primer día de clases de su hija, pero no escucho nada. Tal vez
estaba ocupado y no lo vio, así que lo dejo pasar. Reviso mi teléfono una hora
más tarde, cuando soy capaz de separarme de mi equipo de pequeños
monstruos y aún no tengo respuesta. Hace que me pregunte si recibió el
mensaje siquiera, así que le envío otro.
Hola, señor Bridges, es Sheridan Monroe, la maestra de English. Solo
reportándome para hacerle saber que el día va bien para ella. No ha perdido el
ritmo y ya está haciendo amigos.
No hay tiempo para que espere una respuesta. Los estudiantes están
armando un lío acerca de algo y cuando reviso, English está en medio del

15
altercado. Le está diciendo a todos los niños que puede “derrotarlos porque
es una marimacha”.
—Está bien, no tendremos nada de eso aquí. Esa no es una charla
agradable, English.
English le pisa el pie y dice:
—Él me empujó, señorita Monroe y le dije que no lo volviera a hacer,
pero lo hizo de nuevo. Mi papá me dijo que no permitiera que nadie me
intimide.
¿Y cómo discutes con eso?
—Jordan, ¿empujaste a English?
—No.
Alguien está mintiendo y necesito descubrirlo.
—Está bien, uno de ustedes no está diciendo la verdad. ¿Quién en esta
sala vio lo que pasó?
Melanie, una chica tímida de cabello oscuro, da un paso adelante.
—Ambos están mintiendo.
Así que ahora tengo el equivalente a una telenovela desarrollándose
frente a mí.
—Melanie, ¿puedes decirme qué pasó?
Sube y baja la cabeza.
—Él la empujó y ella le dijo que parara. Y luego ella dijo que podía
derrotar a todos los niños aquí.
Miro a English y su labio inferior sobresale. Usa la insignia de la culpa
bastante bien.
—Entonces dejemos que esto sea una lección. No habrá acoso escolar
en este salón de clases, ni en el patio de recreo, por parte de niños o niñas.
¿Me entiende cada uno de ustedes?
Un coro de “Sí, señorita Monroe”, llega a mí.
—Bien. Por esta vez, no se aplicará ningún castigo, pero si esto vuelve
a suceder, me veré obligada a informar al director. —Un mar de rostros
solemnes me recibe.
El resto de la jornada transcurre sin sobresaltos y al final del día,
acompaño a mis alumnos a la salida. Cuando vuelvo a mi escritorio, reviso

16
mi teléfono y me doy cuenta que nunca recibí una respuesta del señor
Bridges. Al final no resultó ser el padre cariñoso que me había esperado.
Y así es como va mi primer día de clases.

17
Capítulo 2
Sheridan
Traducido por Arcy Briel

—E ntonces, ¿cómo estuvo tu primer día? —pregunta mi


compañera de cuarto, Michelle.
—Ugh. Son fieros. Nunca te dan un descanso. Quiero decir, no puedo
dejar la habitación ni para ir a orinar. Y hablo en serio.
—Oh, vamos.
—No, lo digo en serio. Y tengo esta niña pequeña, English, que es… No
estoy muy segura de cómo describirla. Les dijo a los chicos que podía
derribarlos a todos.
Michelle escupe su vino.
—¡Mierda, no!
—Mierda, sí. ¿Y qué le dices a eso? ¿¡Hurra!? Quería morir de la risa,
pero no pude.
—Eso es épico.
Me froto los ojos porque mis lentes de contacto están picando como
fuego.
—Espero no decepcionar a estos niños. —El recuerdo de lo que mis
profesores hicieron por mí y la búsqueda constante de descubrir nuevas
ideas que me inculcaron me hace querer ser la mejor en lo que hago. De
repente, tengo enormes dudas sobre mis habilidades.
—¿Cuál es la razón de esa mirada? —Michelle me conoce demasiado
bien.
—Nada.
Me apunta un dedo.
18
—Nada mi trasero. Te conozco mejor de lo que te conoces ti misma.
—Es solo que no quiero decepcionar nunca a mis estudiantes.
—No lo harás. ¿Y sabes por qué?
—¿Por qué?
—Porque eres la persona más atenta que conozco. Esa es la razón.
Ahora deja de angustiarte.
Es fácil preocuparse por los demás cuando no tienes a nadie que se
preocupe por ti. Bueno, casi nadie. Michelle se preocupa. Un montón. A
menos que tenga un nuevo novio y luego se obsesione con el chico.
—Ahora, ¿en qué estás pensando?
La miro con honestidad en los ojos y digo la verdad.
—Qué lindo sería contarle a mi mamá y a mi papá sobre mi primer día
como profesora.
—Sí y estarían muy orgullosos de ti, Sheridan. Tienes que saber eso,
¿está bien?
Tiene razón. Sé eso. Pero el hecho es que se han ido y ya no están aquí
para hablar o para contarles cosas. O soltar ideas o pedirles consejo. O para
correr a casa cuando simple y llanamente necesito un abrazo. No es fácil
estar sola. No es que quiera quejarme, porque honestamente, no sirve de
nada y seguro como el infierno que no los devolverá a ninguno de los dos.
—No estés triste, Sher. Esto es por lo que has trabajado tan duro. Y
vas a ser la profesora que todos los niños recuerdan y todos los padres
elogian.
—¿Promesa?
—Promesa.
A la mañana siguiente, mi pequeño ejército de hormigas entra en
marcha. Una vez que están sentados, les pido su tarea del día anterior. En su
mayor parte, con la excepción de algunas peleas menores, el día está yendo
extraordinariamente bien. Incluso entrego mis sorpresas del día anterior, ya
que todos se están comportando tan admirablemente. Llega la hora de la
merienda de media mañana y el breve período de descanso. Pronto es la
hora del almuerzo y dejo salir un suspiro, desesperada por un descanso. Los
monitores de la cafetería se hacen cargo y como no soy un monitor esta
semana, me dirijo a la sala de profesores para comer.

19
—¿Cómo te está yendo, Sheridan? —Miro por encima del hombro
para ver a Susan, la directora, detrás de mí.
—Vaya, esos pequeños bichos pueden agotarte, ¿verdad?
Se ríe y dice:
—Puedes apostar. Son implacables. ¿Algún problema hasta ahora?
—Ninguno. Parecen ser un grupo brillante.
—Sí, sus resultados en los exámenes indicaron eso. Sin embargo, creo
que tendrás un año difícil debido a eso.
—Mientras les guste aprender, estoy bien con eso.
—Sheridan, el truco es conseguir que ese amor se quede con ellos.
—Lo sé. Y ese es mi objetivo. Hacer que el aprendizaje sea divertido e
interesante.
La sala se llena a medida que los otros maestros entran y alguien se
lleva a Susan. Ha sido maravillosa hasta ahora y espero que continúe siendo
la clase de directora que apoyará mis decisiones en el aula. En este
momento, recibo vibras excelentes de ella. Esperemos que siga así.
Termino mi almuerzo y regreso a la sala de clases. En mi camino allí,
meto la cabeza dentro de la cafetería para ver cómo están actuando mis
alumnos. Veo lo habitual de manos agarrando la comida del otro, pero todo
parece estar bien.
Después del almuerzo, pasamos a través de nuestros ejercicios de
matemáticas y ciencias y hacia el final del día, decido jugar un juego.
—¿Qué tal si nos divertimos un poco? ¿Quién quiere jugar un juego?
Todos se emocionan y saltan de sus asientos. En la esquina de la
habitación, tengo una silla que uso para la hora de los cuentos, así que los
muevo allí y traigo la gran tabla del abecedario.
—Vamos todos a decir el ABC. —Y lo hacen. Cuando terminan,
empezamos el juego—. Está bien, ¿quién puede nombrar algo que comienza
con una A?
Todo está genial hasta que llegamos a la letra V. Eso parece estar
causándoles problemas hasta que el English levanta la mano y grita:
—Yo sé, yo sé. ¡Vagina!

20
Veintiún juegos de ojos curiosos la atraviesan y cuando hace gestos
alrededor como si todo fuera perfectamente normal, se enfocan en mí. Pero
antes de que pueda hablar, English deja escapar:
—Ya saben. —Y su pulgar apunta hacia la dirección de dicha vagina.
Es como veintiún cabezas viendo un partido de tenis. La miran, luego a mí.
Me he vuelto muda; toda capacidad de hablar ha sido despojada. Me dijeron
que esperara lo inesperado, pero esto lo lleva a un nivel completamente
nuevo.
Y luego… English agrega la guinda de pastel.
—Ya saben, es donde va el pene.
Por el amor de todo, ¿por qué yo? Rápidamente todo empieza a
empeorar. Robert se mete las manos en los bolsillos y mira fijamente la
entrepierna del English. Sé exactamente lo que está pensando y sé que
necesito un rápido cambio de tema, pero tan pronto como abro la boca,
Millicent grita:
—Mi hermanito tiene un pene. Le hicieron una operación cuando
nació y mi mamá tuvo que limpiarlo todos los días. —Y luego se ríe—.
Cuando hace pis, dispara en el aire si mamá se olvida de ponerle un pañal.
English agrega:
—No tengo un hermanito. Solo a mi papá. Aunque estoy segura que su
pene es grande, porque mi papá es grande.
—Está bien, todos, ¿quién puede pensar en algo que comience con la
letra W?
—Señorita Monroe, ¿por qué su cara está tan roja?
Porque estamos hablando de penes y vaginas, por el amor de Dios.
—Hmm, creo que hace un poco de calor aquí. Entonces, ¿quién quiere
probar la letra W?
Apenas pude prestar atención debido al desastre que ocurrió. Ruego
que ninguno de los niños vaya a casa y cuente lo que sucedió. Oh Dios mío.
¿Y si lo hacen? Susan me matará. Vagamente escucho a uno de ellos decir la
palabra walabí.
—¿Señorita Monroe? ¿Los walabíes tienen penes? —Ahora incluso los
niños quieren saber.
—Está bien, genial. Walabí, es una buena palabra. Ahora, ¿qué tal con
X? Esa es una difícil —digo con entusiasmo.

21
—XXX —grita English, salta y baja y aplaude sus manos. ¿En qué tipo
de casa vive esta niña? Ni siquiera sé qué decir a esto.
—Es no es exactamente una palabra, English. ¿Podemos elegir otra?
Miguel grita:
—¡Xilófono!
Uf.
—Muy bien, Miguel.
Puedo ver que he herido los sentimientos de English, pero no estoy
segura de qué hacer. Tal vez hará la última letra.
—¿Y alguien para la letra Z?
Alrededor de cinco estudiantes gritan “¡Zorro!”. La mayoría de los
niños se están riendo, pero no English. Sus rizos rubios cuelgan mientras su
barbilla toca su pecho.
—Muy bien, clase y solo por ser participantes tan excelentes, tengo
una sorpresa para todos ustedes. —Le doy unas galletas de chocolate a cada
estudiante.
Cuando llego a English, murmura:
—No, gracias.
—Entonces, ¿por qué no te la llevas a casa y, tal vez puedas comerla
más tarde? —Se sienta en su escritorio y se ve terriblemente desolada. Mi
tono debe haber sido más áspero de lo que pensé. Tendré que ocuparme de
ella. Debe ser realmente sensible.
La campana suena, indicando el final de la clase y los niños se alinean
para hacer la marcha por el pasillo. Susan es bastante estricta, lo cual es algo
bueno. Observo a los estudiantes mientras corren a sus respectivos autos o
autobuses, pero English parece muy triste. No puedo dejar de pensar en ella.
Y dura toda la noche.

22
Capítulo 3
Sheridan
Traducido por Arcy Briel

M
e toma unas tres semanas alcanzar el ritmo. He memorizado
los nombres de cada estudiante, sus materias favoritas y
algo especial que amen. Ahora estoy corriendo con todo. Es
cierto lo que dicen. Haz el aprendizaje como un juego o una película y los
niños lo absorberán como una adolescente recibiendo rayos de sol en la
playa. Son insaciables cuando se trata de entender cosas.
Pero English lo lleva a un nivel superior. Su pregunta favorita es por
qué. Algunos días rezo por algo de paciencia extra, porque me agota con
todas sus preguntas. Sus atuendos peculiares me hacen reír. Nunca sé si va a
estar vestida a cuadros y lunares o rojo y rosado. Su amor por las mallas es
evidente porque las usa todos los días. Con patrones, de colores lisos
brillantes o negras, esa es su elección de ropa. Pero ama el color. Y su padre
debe dejarla tener rienda suelta. Ciertamente, me encanta. Es como mirar la
paleta de pintura de un artista todos los días.
Son sus cambios de humor los que me preocupan. Un día es feliz y
despreocupada, y luego al siguiente, está abatida y deprimida. Incluso he
intentado revisar sus brazos para ver si hay moretones, porque me preocupa
un poco que pueda estar escondiendo algún tipo de abuso. No puedo
mostrar ninguna preferencia o favoritismo, pero es difícil, porque siento que
necesita un abrazo a veces. Y no sé por qué. Tal vez es, porque también
necesito uno.
La próxima semana se llevarán a cabo mis reuniones con los padres.
Se hacen después de la escuela de cuatro a ocho todos los días, lo que hará
que la semana sea horrible. Me mato trabajando para poder tener todo
preparado, porque sé que la semana estará llena.
Cuando llega el lunes, mis ocho citas pasan con facilidad. Los padres
deliran con mis habilidades de enseñanza y me elogian por mis esfuerzos
con sus hijos. El martes es bastante parecido. El miércoles, solo tengo dos

23
citas, dejando mis dos citas finales para el jueves. Mi última cita, que está
programada para las cinco, es con Beckley Bridges, el padre de English. Las
cinco llegan y se van y ni rastro del señor Bridges. Espero hasta las seis y
nada. Me molesta, porque se trata de su hija y si no puede encontrar el
tiempo para venir y ver cómo está progresando en la escuela, eso me dice
mucho sobre él como padre.

24
Capítulo 4
Beck
Traducido por Arcy Briel

M
alditas aerolíneas. Siempre retrasadas y el aeropuerto de
Atlanta tiene que ser el peor. He revisado mi reloj al menos
una docena de veces, pero no sé para qué. No es como si eso
va a lograr que las cosas se muevan más rápido. Finalmente llegamos a la
puerta y les toma una eternidad abrir la maldita puerta. Casi atropello a la
azafata para salir, pero necesito llegar a esa reunión de padres y profesores.
La última cosa que quiero hacer es perdérmela. English es lo más importante
para mí y conocer su progreso en la escuela es de suma importancia.
Pero una vez más, el destino tiene otros planes. Mi maldito equipaje
está jodido. No puedo llevarlo en la cabina, porque es demasiado grande,
pero ¿qué sucede? Un vuelo. Un maldito vuelo sin ningún cambio de avión y
pierden al hijo de puta. Mi equipo de cámara está en esa maleta. Y mi cámara
favorita con el nuevo lente. Así que ahora estoy en línea en la zona de
recolección de equipaje, intentando ubicar mi maldita maleta con más de
veinte equipos grandes de fotografía en ella. Gracias a Dios está asegurado.
Cuando reviso mi reloj, sé que no hay forma de que llegue a tiempo a esa
cita.
Y, por supuesto, el tráfico es un maldito. ¿Por qué no lo sería? Estoy
intentando llegar a algún lugar y voy tarde. A la mierda todo. Sin mencionar
que papá dijo que recibí otra carta. Golpeando mis manos en el volante,
suelto una serie de improperios. Me alegra que English no esté en el auto
conmigo.
Debería haber revisado mis mensajes de texto antes de comenzar a
conducir, pero ahora es demasiado tarde.

25
Capítulo 5
Sheridan
Traducido por Walezuca Segundo

T
odavía estoy esperando al señor Bridges cuando recuerdo que
tengo su número, así que le envío un mensaje de texto,
recordándole su cita conmigo. Y espero. Nada. Después de
otros treinta minutos, me imagino que considera que su tiempo es más
valioso que el mío, así que empaco mis cosas para irme. Estoy saliendo de mi
salón de clases, cerrando la puerta para cerrarla con llave cuando me
encuentro con alguien. Girando la cabeza para ver con quién me encontré
accidentalmente, miro hacia arriba, y no me detengo hasta que me
encuentro con el par de ojos azul verdosos más llamativos de la existencia.
Aún mejor son los labios rosados y llenos ligeramente separados que yacen
debajo de esos ojos. Santo hijo de puta. Pasa una mano por su cabello rubio
que es grueso y ligeramente ondulado, y todo lo que quiero hacer es
enterrar mis dedos en él.
—¿Señorita Monroe? —Su voz es profunda y áspera, casi como si
acabara de despertar.
—Sí.
—Soy Beckley Bridges, el padre English. Siento llegar tarde. Estaba
fuera de la ciudad y acabo de regresar —ofrece una explicación un poco
brusca.
—Oh. Bueno, iba a salir, pero en ese caso…
—Bien —me corta—. Esto no puede llevar mucho tiempo.
¿Qué? Esto es sobre su hija, por el amor de Dios.
—Um, no, pero…
—Bien.
Me mira expectante. Abro la puerta y entramos. Ambos nos sentamos,
yo en mi escritorio y él en una de las sillas que he colocado. Tengo que sacar

26
todo de mi bolso, y me lleva un minuto encontrarlo, mientras se sienta y
golpea con los dedos en el escritorio de una manera molesta. Mientras saco
las carpetas, una se atasca en el costado de la bolsa, y todo el contenido sale
volando de mis manos. Todos los papeles acaban esparcidos por el suelo, en
completo desorden. Miro hacia arriba, y arquea la frente mientras se inclina
hacia adelante, apoya los codos en su pierna cruzada, y hace señas con los
dedos.
Rata bastarda. Está intentando intimidarme o burlarse de mí. O al
menos así es como yo lo interpreto. Me pongo de rodillas para recuperar el
desorden creado. No se ofrece a ayudar, pero puedo sentir esos
extraordinarios ojos quemándome la espalda. ¡Maldita sea!
Cuando tengo todos los papeles en la mano, ahora tengo que
acomodarlos. Sentada, procedo a revisarlos buscando los de English.
—¿Hizo esto con cada uno de los padres? —Su comentario sarcástico
me hace apretar los dientes.
—Sí, señor Bridges, dejé caer a propósito todas las carpetas de mi
clase al piso, las arrojé por todos lados así no sabía cuál estaba arriba y cual
abajo, y luego tuve que ponerlas en orden antes de cada reunión. —Le doy
una sonrisa dulce y enfermiza. Y como si fuera una idea de último momento,
agrego—: Oh, y eso fue después de que esperé —compruebo mi reloj—, una
hora y cuarenta y cinco minutos más para que llegue cada cita.
—Supongo que me lo merecía. —Si creo que voy a pedir otra disculpa,
me equivoco.
Murmuro un comentario desagradable y sigo organizando mis
papeles. Cuando encuentro a English, los saco y procedo.
—Así que, English es muy brillante y muestra una gran aptitud para el
vocabulario…
—Sí, vayamos al grano. Dígame lo que no sé. Tiene un gran
vocabulario, matemáticas, razonamiento, bla, bla, bla, habilidades. ¿Qué
tengo que hacer en casa?
Antes de que me diera cuenta de lo que estaba haciendo, le dije:
—Hablar menos de penes, vaginas y temas clasificados para adultos y
abrazarla más.
Su pierna cae hacia abajo, y sus hombros se elevan y quedan rectos.
—¿Quiere aclararme eso?

27
Definitivamente he tocado un nervio. Uno crudo. Sus labios rosados y
llenos se aplanan y se convierten en una línea firme.
La explicación que le doy sobre el juego del alfabeto no le satisface. Al
contrario, lo enfurece aún más.
—A ver si lo entiendo. Juega un juego y pide cosas que empiezan con
cada letra. Mi hija, en su inocencia, proporciona dichas cosas, y en su
defensa, nosotros no adornamos la anatomía en nuestra casa, señorita
Monroe. No llamamos a las vaginas cucu, ni a los penes pipí. No hacemos un
gran escándalo por ello. Son lo que son. Entonces, cuando ella responde,
¿esto es lo que pasa?
Me marchito rápidamente como una flor al sol de Georgia en agosto
justo delante de este hombre. Ahora debo encontrar la manera de recuperar
mi confianza.
—El punto es, señor Bridges, que English no puede decir esas cosas en
clase.
—No, señorita Monroe, el punto es que, si sus estudiantes dicen cosas
así, necesita estar mejor preparada para manejarlas. ¿Esto es lo mejor que
pueden hacer por los maestros hoy en día? —murmura. Solo que es lo
suficientemente fuerte para que lo escuche. Toda la confianza y la fe que he
construido en las últimas semanas está totalmente destrozada por unas
pocas palabras murmuradas descuidadamente.
Sus ojos me miran mientras me pregunta:
—¿Hay algo más en su agenda para English? Porque si vamos a
discutir este tipo de tonterías, considero que esta reunión ha terminado.
No hay nada en el mundo que me venga a la mente para decirle a este
horrible hombre. Beckley Bridges es el mayor idiota del mundo.
Las lágrimas me pican en la parte de atrás de los ojos, pero las alejo,
forzándome a sonreír y a mover la cabeza. Se pone de pie y, sin siquiera una
sola sílaba, sale a pasos agigantados de la habitación. Ni siquiera le pedí que
firmara el formulario porque no confío en mí para hablar. Oh, Dios mío.
Estoy aturdida, pegada a mi asiento, y no es hasta una hora después que
encuentro la energía para levantarme y marcharme.
Cuando llego a casa, mi mano todavía tiembla mientras giro
lentamente la manija para abrir la puerta. Michelle está sentada esperando.
—¿Otra noche estelar de reuniones para la profesora del año? —
pregunta su alegre voz.

28
Mi mano cubre mi boca mientras sigo repitiendo en mi cabeza, no
llorarás, no llorarás. Lo freno y sacudo la cabeza vigorosamente.
Se sienta directamente en el sofá.
—¿Qué demonios ha pasado? —pregunta.
Los trozos y las piezas se salen, y ella está tan sorprendida como yo.
—Mira, aquí es cuando necesito a mi madre o a mi padre. Ellos me
aconsejarían sobre qué hacer. —Me aprieta las manos y juro que quiero
golpear al tipo.
—¿Tal vez tuvo un mal día? —ofrece con voz débil.
—Oh, Michelle, ¿qué voy a hacer? Tengo que devolverle la llamada
porque no conseguí que firmara el trabajo de English. No sé si puedo ser
cortés con ese maldito idiota.
Se masajea la frente y dice:
—¿Puedes enviarlo a casa con la niña? Mis profesores solían hacer ese
tipo de cosas todo el tiempo.
Me quito las gafas y me pellizco el puente de la nariz para aliviar el
dolor.
—Tendré que discutir esto con mi directora. Espero que no piense
que soy incapaz de manejar este tipo de cosas.
—¿Cómo puede llegar a pensar eso? El tipo no te dio una oportunidad.
A la mañana siguiente, llego temprano a la escuela con la esperanza de
atrapar a Susan para discutir mi pequeño problema. Cuando se lo explico,
casi tengo que cerrar la boca por ella.
—¿Qué hizo qué? —pregunta por fin.
—Me has oído bien. No sé exactamente cómo manejarlo. —Porque es
un imbécil y lo odio.
Su pluma golpea el escritorio por unos segundos, y luego dice:
—Enviemos el formulario a casa con la estudiante para que él lo firme.
Es muy inteligente, ¿correcto?
—Sí. Y el juego de palabras se hizo con toda inocencia. No debí
mencionárselo en retrospectiva, pero dejé que me provocara, y eso fue mi
culpa.

29
—Ya veo por qué estás enfadada. Aparece muy tarde, lo cual, por
cierto, no lo habría esperado, y luego es un sabelotodo contigo. Tal vez no
deberías haber sacado ese tema, pero pensarías que querría oír lo increíble
que lo está haciendo su hija.
—Estoy de acuerdo. O eso es lo que les interesaba a todos los demás
padres.
—Oh, por cierto, tus informes son fantásticos. Escucha, no dejes que
esto te afecte. Sigue haciendo lo que haces, y eso es ser una excelente
profesora. Tienes una preocupación genuina por tus estudiantes. Esto
pasará, Sheridan.
Susan me hace sentir un poco mejor sobre la situación, pero no puedo
dejar de lado el estado de ánimo negativo en el que me ha envuelto su
encuentro.
Los rostros alegres de mis estudiantes me animan, y el día corre bien
hasta la hora de la actividad en el patio de recreo. Todo empieza
inocentemente cuando English juega a la espada con los chicos. No es de las
que andan mucho con las otras chicas. Normalmente le gustan las
actividades deportivas a ella. Pero de alguna manera ha encontrado un palo,
y veo que todo sucede en cámara lenta. Ella toma el palo y la sostiene con
ambas manos, se balancea y actúa como si estuviera cortando la cabeza de
uno de sus compañeros de clase. Todo está ideado para ser solo un juego,
pero el palo tiene un borde puntiagudo, y accidentalmente lastima el cuello
del niño. Aunque sea superficial, se agarra del cuello y grita:
—¡Se me cae la cabeza!
Entonces se desata el infierno. Los maestros corren desde todos los
rincones, incluyéndome a mí, para examinar al niño que llora, e English le
está diciendo que se levante, y que es solo un rasguño. Luego le dice:
—Deja de ser tan mariquita y actúa como si llevaras bragas de niño
grande.
La verdad es que quiero rodar en el patio y morirme de risa porque
tiene razón. Me pregunto si Jordan no está exagerando solo por conseguir
algo de atención extra. Susan toma a Jordan de la mano y lo lleva a la oficina
de la enfermera. Ahora necesito tener una charla con English.
—English, ¿de dónde sacaste ese palo?
—Por allí. —Señala un área que está fuera de los límites.
—Sabes que no debes ir allí, ¿verdad?

30
Su labio inferior se asoma y sacude la cabeza.
—Entonces, ¿por qué lo hiciste?
—Quería el palo para poder jugar con él como en Star Wars.
Ahh, estaba actuando como si fuera un sable de luz.
—Está bien, pero aun así hiciste algo mal. Lo entiendes, ¿verdad?
—Solo estaba actuando. Y Jordan es un bebé.
Extiendo la mano para que me dé el palo.
—¿Ves los bordes afilados? Por eso le dolió. A veces las cosas que no
parecen peligrosas pueden hacer daño a los demás.
—No creo que estuviera realmente herido. Solo fue un rasguño. Me
pasa todo el tiempo.
—Sí, pero podría haber sido peor. Y tal vez tus arañazos no te duelen
tanto como los de Jordan a él.
—Jordan es malo conmigo.
—¿Por qué no me lo habías dicho antes?
—Porque no es bueno ser una chismosa.
Voy a tener que vigilar al pequeño Jordan. Extiendo mi mano, e
English pone la suya en ella.
—¿Qué tal si vienes conmigo? —Entramos a la oficina de Susan donde
le doy mi versión de la historia. Me dijo que Jordan insistió en que la
enfermera llamara a su madre, algo que habría hecho de todos modos.
Cuando llegue la señora McLean, espero que sea como cualquier otro
padre normal: no hacer un gran escándalo y seguir adelante. No es más que
una roncha roja en este momento. Por la mañana, probablemente se habrá
ido. Pero no. Quiere que llamen a los padres de English. Susan y yo nos
miramos la una a la otra y sus ojos giran mientras mis fosas nasales se abren.
Jordan parece ser la prima Donna aquí.
—Sheridan, puedo llamarlo si quieres —dice Susan.
—No, está bien. Lo haré. —Para ser honesta, preferiría atascar bambú
bajo mis uñas, pero no tengo otra opción que hacer la llamada. Regreso a mi
aula y encuentro mi teléfono para hacer la temida acción.

31
Capítulo 6
Sheridan
Traducido por Walezuca Segundo

—B
ridges.
—Señor Bridges, soy Sheridan
Monroe, la maestra…
—Sé quién es. ¿Está bien? —Su voz
me interrumpe y me enoja. ¿Por qué? Porque, aunque es grosero como el
demonio, se las arregla para sonar sexy. Debería haber una ley escrita contra
eso.
—Sí, pero ha habido un incidente. ¿Puede venir a la escuela, por
favor?
Su respuesta es rápida.
—¿English? ¿Está herida?
—No, está perfectamente bien. Hubo un pequeño altercado con otro
estudiante.
Silencio total. Me pregunto si la llamada se interrumpió.
—¿Señor Bridges?
—Sí.
—Oh, pensé que lo había perdido.
—No. Sigo aquí —responde cortantemente.
—¿Puede venir? Um, me refiero a la escuela? —Cielos. Va a pensar
que soy una idiota. ¿Puede venir? ¿Qué demonios…?
—Sí. Ahora mismo.
Esperamos en la oficina del director, los cinco, a que llegue. Y cuando
lo hace, es todo un espectáculo. Hay muchas cosas sobre Beckley Bridges

32
que no noté en la noche en que lo conocí, como lo impresionante que es su
físico, o la forma en que sus músculos están estructurados, como si fueran
dibujados a mano por un artista famoso, o cómo llena una habitación cuando
la ocupa. Un gorro de lana cubre su cabello y usa jeans oscuros que moldean
el contorno de su trasero. Lo sé porque en cuanto entra en la habitación,
English grita:
—¡Papá! —Y luego, se agacha y abraza a la pequeña diciendo:
—¿Qué pasa, English? —Luego la agarra por las dos mejillas y le
planta un beso en los labios. Sus pequeños brazos se enrollan
automáticamente alrededor de su cuello, y él se para mientras ella cuelga,
riéndose todo el tiempo. ¿Es este el mismo hombre que era tan gruñón
durante nuestra reunión de padres y maestros? ¿O algún alienígena ha
invadido su cuerpo y lo ha hecho agradable por el momento?
Susan rompe la fiesta de amor diciendo:
—Señor Bridges, hemos tenido una pequeña situación aquí hoy. —No
llega más lejos antes de que la señora McLean se suba.
—Lo diré. Su hija abordó a mi Jordan y prácticamente le cortó la
cabeza. —Su tono es chirriante.
Por múltiples razones, mis ojos no han dejado al señor Bridges, y no
voy a mentir. No es totalmente por la situación aquí. Sus labios, casi
demasiado perfectos para ser de un hombre, se tuercen a un lado durante
una fracción de segundo, y si no hubiera estado observando su rostro con
tanta atención, probablemente me lo habría perdido. Entonces esos mismos
labios se aprietan en una delgada línea mientras sus ojos escanean a la
señora McLean. Está completamente en silencio durante un largo e
incómodo momento, algo en lo que es muy bueno, y finalmente dice:
—Sí, puedo ver que su hijo está herido de muerte. ¿Alguien ha
llamado ya a los paramédicos? —Su comentario seco casi me hace
enloquecer, pero sé que no puedo hacer eso.
—Señor Bridges, esto no es cosa de risa. Su hija es una intimidadora y
necesita ser castigada severamente. —La señora McLean se inclina hacia
adelante mientras termina su declaración y da golpecitos con el pie. El señor
Bridges ya no se divierte. Ahora está completamente enojado. No puedo
decir que lo culpo.
English cuelga de su cuello y todavía puedo ver los tendones tensarse
con ira.
—Señora… ¿cómo dijo que se llamaba?

33
Intercedo y le digo:
—McLean. Es McLean.
Nunca se molesta en mirarme.
—Señora McLean, he criado a English para que nunca intimide, bajo
ninguna circunstancia, pero también se le ha enseñado a no ser intimidada
—dice cada palabra con una pronunciación muy aguda que hasta yo me
estremezco—. Mi hija tampoco miente. —En un tono mucho más suave, gira
hacia su hija y le pregunta—: English, ¿intimidaste a este chico?
—No, señor.
—¿Le pegaste intencionadamente?
—No, señor. Estaba jugando a los sables de luz con el palo. No pensé
que le cortaría la cabeza. Es solo un pequeño rasguño, señor. Pero es malo
conmigo todo el tiempo.
Recoge un puñado de sus rizos rubios y le pregunta:
—¿Malo contigo? ¿Cómo es eso?
—Me empuja, me hace tropezar y me hace caer, papá.
—¿Se lo has dicho a alguien?
—No, señor.
—¿Por qué no?
—Dijiste que los chismosos son malos.
El señor Bridges cierra los ojos y hace muecas por un segundo.
—Sí, pero cuando alguien te intimida, porque eso es lo que estaba
haciendo, tienes que hablar. —Entonces el señor Bridges vuelve sus
magníficos ojos azul verdosos hacia la señora McLean, y ella comienza a
decir algo, pero se detiene cuando arquea las cejas. En ese mismo tono seco,
dice—: Señora McLean, creo que tiene un problema mucho más grande a
mano que un rasguño en el cuello de su hijo. Si no deja de intimidar a
English, va a tener que lidiar con problemas aún mayores. ¿Soy claro?
Esto me da puñetazos en las tripas. ¿Soy una profesora tan mala que
me estoy perdiendo todas las señales? ¿Esto ha estado pasando todo el año,
y he estado ciega a ello?
Susan y yo compartimos otra mirada, y ella le dice a la señora McLean:

34
—Creo que voy a cambiar a Jordan de la clase de la señorita Monroe a
otro primer grado.
—Bueno, no puedo creer que haga eso —dice la señora McLean.
—Por supuesto que lo haremos. La intimidación no es aceptada en
esta escuela. Si escuchamos que este comportamiento continúa, tendremos
que considerar una escuela alternativa para él. Y ahora que sabemos que su
herida es superficial, sería mejor que se aclimatara a su nueva clase
inmediatamente.
Jordan no parecía muy contento con su situación.
—Señor Bridges, ¿puedo hablar con usted y con English en privado?
Entramos en una de las pequeñas salas de conferencias situadas al
lado de la oficina de Susan.
—Siento que todo esto haya pasado. English, ¿cuándo te hizo esas
cosas Jordan?
—Cuando no estabas mirando. O en el patio de recreo cuando nadie
estaba mirando.
Es un mierdecilla astuto.
—English, ¿me prometes algo? De ahora en adelante, si algo así te
pasa a ti o a alguien más, por favor, dímelo. Eso no es ser un chismoso.
¿Harías eso por mí?
Ella sonríe y está de acuerdo.
—Y una promesa más. No más palos en el patio de recreo.
—De acuerdo.
Miro al señor Bridges y me disculpo por hacerlo salir del trabajo.
—Es mi trabajo como padre —dice bruscamente. Luego se despide de
su hija con un beso.
Lo veo salir y lo sigo mirando hasta que English me pregunta:
—¿Te gusta mi papá?
—¿Hmm? ¿Qué? —Entonces me doy cuenta que prácticamente me
estaba comiendo con los ojos al hombre delante de su hija, aunque me hace
sentir como una mierda—. Bueno, sí, es una buena persona. —Rezo para que
mi mentira sea convincente.

35
—No tengo una mamá. Se fue cuando yo era un bebé y no volvió a
casa.
Guau. Esa es una noticia que no necesitaba escuchar necesariamente.
—Mi papá toma fotos. Montones y montones de ellas. Tiene unas
cámaras muy grandes.
—Oh, ¿así que es fotógrafo?
—Sí.
Niños. Te lo contarán todo.
English me agarra de la mano y caminamos juntas hacia el aula.
—¿Por qué hiciste que Jordan fuera a otra clase? No le tengo miedo.
Me detengo y me agacho para que estemos al mismo nivel.
—Se trata de hacer lo correcto. Ser malo con alguien no está bien, y
cuando eso sucede, pensamos que es mejor separar a esos estudiantes.
Como tú no eres la causante del problema, no eres tú la que tiene que
cambiar de clase. Solo Jordan.
—Papá dice que nunca pelees, pero no estoy segura de lo que eso
significa.
—Significa no empezar una.
—Oh, eso es lo mismo que dice Banana. Geepa me llama Campeona a
veces. Dice que soy un marimacho. Banana quiere que juegue con muñecas,
pero creo que son aburridas. —Luego saca la lengua y suelta una pedorreta.
Quiero reírme. Pero estoy de su lado. Yo prefería correr y patear una pelota
que jugar con muñecas cuando tenía su edad.
—¿Puedo contarte un secreto?
Sus ojos en forma de almendra crecen como canicas.
—¡Sí! Me encantan los secretos.
—Bueno, tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie.
—Lo prometo.
Al agacharme, le susurro al oído:
—A mí tampoco me gustaban mucho las muñecas. Cuando tenía tu
edad, tenía una muñeca grande y le corté todo el cabello. Vaya, sí que me
metí en problemas. ¿Sabes por qué?

36
—¿Porque se veía tonta?
—Bueno, eso también. Pero pensé que le volvería a crecer el cabello, y
nunca lo hizo. Cuando mi mamá se enteró de lo que había hecho, se enojó
conmigo porque arruiné la muñeca. Y era una muñeca elegante. Aunque no
fue muy elegante después de que la encontré.
English deja salir una burbuja de risas que me hace reír junto con ella.
El resto del día transcurre sin problemas, ya que ahora somos uno
menos en nuestra clase. Nadie pregunta dónde está Jordan, y decido
decírselos al día siguiente. Cuando lo hago, nadie hace comentarios.
Aparentemente, no muchos de los chicos le tenían mucho cariño.

37
Capítulo 7
Beck
Traducido por Tori

—V
oy a ir, a pesar de que está en contra de mi
mejor juicio.
Mamá y papá sonríen. Habían estado
detrás de mí durante meses para que saliera,
diciendo que era demasiado joven para estar en casa cada fin de semana y
centrar cada pequeña parte de mi vida en mi hija. Pero eso es lo que quiero
hacer, especialmente ahora. Oh, Dios, no podía ni pensar en lo que podría
pasar si…
—Papi, simplemente finge que estás con Anna y Olaf. Te divertirás un
montón. Puede que el sitio al que vayas ponga “Let It Go”. Y tal vez puedas
bailar como lo hacemos nosotros —dice English.
El pensamiento me hace reír.
—Bueno, si lo hacen, no será ni de cerca tan divertido sin ti.
Mi madre básicamente me empuja por la puerta, y así es como
termino saliendo a un club un viernes por la noche, que no es mi modus
operandi habitual.

38
Capítulo 8
Sheridan
Traducido por Tori y Lauuz

—¿T odavía no estás lista? —le grito a Michelle a través


de la puerta. Esta chica tarda una eternidad.
—Ya voy. —Es todo lo que me responde.
Veinte minutos después, se pavonea fuera de su habitación, lista para salir
por el pueblo.
—Bueno, estás mucho más arreglada que yo. ¿Necesito cambiarme?
—Lleva un vestido corto negro y yo voy con vaqueros.
—No —dice después de mirarme—. Luces fantástica. Ese jean con
esos zapatos que llevas puesto te queda genial. —Siempre dice que me veo
bien, incluso cuando necesito perder algunos kilos. Mis caderas y muslos no
son lo que llamarías obesos, pero daría cualquier cosa por estar tan delgada
como Michelle.
Mirando su vestido, todavía estoy escéptica.
—¿No lo dices porque sí?
Ella da vueltas alrededor de mí y dice:
—No. Estás perfecta. Y, también me encanta tu cabello rizado. Nunca
lo usas rizado.
—Lo sé. Es un fastidio. Normalmente me lo plancho.
—Tienes que dejarte esos rizos más a menudo.
Nuestro Uber llega, así que subimos y nos vamos. Es viernes por la
noche, y ambas necesitamos un descanso de la semana de trabajo. El club
está bastante lleno, y la banda es una de nuestras favoritas. Bailamos y lo
estamos pasando genial, pero a mitad de la noche, lo veo. Beckley Bridges.
Permanece de pie al lado de la pista de baile, mirándome. Y no tengo ni idea
de porqué estaría interesado en alguien como yo. Pero ahí está, sus ojos

39
abrasándome como el fuego. Labios ligeramente separados, su largo cuerpo
apoyado contra la pared. Estoy dudando entre ignorarlo o saludar. Así que
decido hacer lo correcto, levantar mi mano y mover mis dedos solo un poco.
Si pienso que voy a obtener una respuesta de su parte, ya debería
saberlo mejor. Bueno, si cuentas un parpadeo, entonces supongo que sí. Pero
eso es todo. Permanece ahí con esa boca más que perfecta y esos ojos
estúpidamente brillantes, sin mencionar su sexy cabello que luce como
recién salido de la cama y sin que le hubieran hecho nada. Absolutamente
nada. Uf, lo odio. He salido con unos cuantos chicos en su momento. No
muchos, mayormente porque no soy la muñeca Barbie perfecta que un
montón de hombres aman. Y además estaba el factor del tiempo. Estaba
ocupada con la escuela, trabajando muy duro para mantenerme a flote
financieramente. Tuve que pagar mi paso por la universidad yo misma, y
debido a esto, tuve poco tiempo libre para citas. No es que no pueda
relacionarme con los hombres. Puedo porque había tenido amigos. Pero este
hombre es, bueno, no puedo pensar una descripción adecuada para él.
Gilipollas no funciona porque lo he visto con su hija, y eso no es verdad.
Cuando ya tuve suficiente de sus ojos mirándome fijamente, Michelle
envuelve sus dedos alrededor de mi muñeca y me arrastra hacia la barra.
—Hora de Cosmo. —Ordena una ronda para nosotras.
—¿Viste a ese tipo de allí?
Se ríe fuertemente en mi oído, y tira de mi cabeza hacia atrás un poco.
—Solo hay docenas de hombres aquí, así que no me estás dando
muchas pistas.
Echo un vistazo sobre mi hombro para asegurarme que no esté
mirando, y no pude verlo por ninguna parte.
—No importa. Se ha ido.
—¿Lo conoces?
—Era el padre de esa estudiante que fue tan cerdo conmigo.
La boca de Michelle formó una O, y dice:
—¿Aquí? ¿En el club? ¿Qué hace un tipo mayor aquí?
—¿Quién ha dicho que sea mayor?
—Bueno, solo lo he imaginado dado que es padre y eso.
Por supuesto, saltaría a esa conclusión.

40
—No, probablemente no sea mucho mayor que nosotras. Y es… —dejé
salir un suspiro—. Es peligroso. Dejémoslo ahí.
—Espera. ¿Qué? No puedes decir algo como eso y dejarlo así. ¿Qué
quieres decir con “peligroso”?
Ruedo mis labios entre mis dientes superiores e inferiores, intentando
descubrir cómo decirlo.
—Déjame decir esto. Si tuviera doce, su póster estaría colgado en la
pared de mi habitación.
—¿No bromeas? —Empuja mi hombro, y di un paso atrás.
—Ni un poco.
Haciendo girar un mechón de su cabello, pregunta:
—¿Cabello claro u oscuro?
—Rubio claro. Por lo que recuerdo, parece una mezcla de tonos de
rubio. Pero la última vez que lo vi llevaba una gorra, y la primera vez estaba
tan enfadada que no presté mucha atención.
—Hmm. ¿Ojos?
—Oh. Dios. Magi-jodidamente-asombrosos ni se acerca. Azul verdoso.
Enormes. Pestañas infinitas. Y sus labios son de este color rosa oscuro.
—¿Qué tan alto? —insta.
—Mucho y un físico musculoso que quieres, solamente digamos que
es mi dulce favorito. Llevaba una camiseta que mostraba sus músculos.
—Santo cielo. Parece fabuloso.
—Sí. Muchísimo. —Lamo mis labios como si hubiera probado una
piruleta.
Michelle se abanica.
—Tengo que ver a esta persona peligrosa. ¿Dónde está?
—No lo sé, pero es totalmente raro. Como casi monosilábico.
—¿Qué quieres decir?
—De acuerdo, sería como si tú y yo estuviéramos hablando y me
preguntaras, “¿qué piensas de esta bebida?” Y yo me quedara aquí y
estuviera en completo silencio. Y tú volvieras a preguntar, y yo quizás me
encogería de hombros. O algo como eso. Y cuando habló, fue un gilipollas. La

41
única vez que dijo más de dos o tres palabras consecutivas fue cuando vino
al colegio respecto a un incidente con su hija. Entonces realmente habló.
—Quizás tenga un problema de gases.
Estaba preparándome para estar de acuerdo con ella hasta que su
declaración cala, y me echo a reír.
—Eres una perra loca. Lo sabes, ¿verdad?
—Y es por eso que me amas.
Lo es. Siempre encuentra una manera para levantarme el ánimo. Nos
conocemos desde hace mucho tiempo. Desde preparatoria. Cuando la
mierda empezó a golpear el gran y viejo ventilador y todos mis otros amigos
no sabían cómo actuar o que decir. Michelle no. Recuerdo el día cuando se
me acercó en las prácticas de campo traviesa. Estaba atando mis zapatos,
haciendo mi doble nudo especial en ellos, y me empujó con su zapato.
—Oye, solo quiero que sepas que estoy aquí en cualquier momento que
necesites hablar o lo que sea. ¿Pero sabes algo?
—¿Qué? —Tenía curiosidad porque habíamos sido amigas, pero no tan
cercanas.
—Cuando la vida te da huevos podridos, no te comas a los cabrones.
Simplemente lánzaselos a alguien a quien odies.
—¿Eh? —estaba intentando poner algo de perspectiva en lo que había
dicho, pero era simplemente ridículo.
—Sí, eso fue estúpido, ¿verdad?
Y después nos reímos, y estoy hablando de risas como resoplidos. Y
así es como empezó nuestra sólida amistad que seguía haciéndose fuerte.
—Sí, definitivamente estás loca.
La música resuena, así que nos contoneamos de vuelta a la pista de
baile, y en ese momento me volvió a encontrar. Su mirada intensa y
pensativa quema a través de mí, y sé que está ahí, mirándome. Cuando giro
al ritmo de la música, está en el mismo punto en el que estaba antes,
apoyado en la pared con los brazos cruzados. Por un instante, nuestros ojos
se conectan, pero tan breve como es, la incomodidad es tan potente, que fijo
mi atención de vuelta a la banda. Evito mirar en esa dirección otra vez,
porque su mirada es muy inquietante. Una lástima que sea tan jodidamente
hermoso.

42
Varias veces hombres se acercan a mí para bailar, pero es raro porque
el señor Bridges está ahí, escrutándome con su mirada abrasadora. Me
prohibí mirar hacia él, pero cada poco tiempo, eché una mirada de reojo. Un
minuto estaba ahí, y al siguiente se había ido. Es un alivio, y me relajo y
empiezo a bailar con desenfreno. Michelle incluso lo comenta.
—Parece que te estás divirtiendo ahora. ¿Qué estaba mal contigo?
Parecías una muñeca de madera allí por un momento.
—Sí, supongo que, solo necesitaba que esos Cosmos me golpearan.
Después de unas pocas canciones más, volvemos al bar donde
ordenamos otra ronda.
—Es bueno que tomáramos un Uber —digo.
—Uh, después de la semana que tuviste, no imaginé que esta noche se
basaría en el alcohol.
Un lindo chico sexy y de cabello oscuro se desliza en nuestra
conversación y roba a Michelle para otro baile. Me quedo en el bar sola, algo
de lo que nunca he sido fan.
—¿Puedo traerte otra? —pregunta el barman.
—Sí, pero quiero cambiar a vodka y soda, por favor. ¿Y puedes
añadirle un par de limas?
—Claro.
Descanso los codos en el bar, miro hacia la derecha y ahí está sentado.
Estoy más que un poco cautivada mientras lo miro drenar su baso de líquido
ámbar. Bourbon, whisky, ¿escoces? Me pregunto cuál es su vicio esta noche.
Baja su vaso, y largos, perfectamente formados dedos hacen un movimiento
circular en su frente. Así que siendo la persona entrometida que soy,
rápidamente escaneo la multitud alrededor de él y me doy cuenta que está
solo. Nadie le habla o… espera. Una mujer se le acerca. Una mujer muy
atractiva. Se agacha, y una amplia cantidad de su voluptuoso escote está a la
vista mientras pone la mano en su brazo y le dice algo. Hablan por un rato,
mientras los miro. Esta con la espalda hacia mí, así que mi espionaje pasa
desapercibido. Esta coqueteándole abiertamente. Su sonrisa sugestiva y la
forma en que se lame los labios son una clara invitación para que vaya a casa
con ella, o a donde sea que pueda tenerlo. ¿se ríe de algo que dice? No puedo
decirlo porque no lo veo hablar. Y es una sorpresa que diga algo. Sigue
hablando, pero pronto frunce el ceño y no mucho después se aleja.
Me hace preguntarme más sobre el misterioso señor Bridges. Hay un
agudo contraste entre el hombre con el que he lidiado y el que he visto con

43
English. Y ahora se sienta solo, sin amigos ni compañía femenina, e
incrementa más mi curiosidad. Mientras estoy perdida en mis pensamientos,
no se me ocurre que el objeto de mis introspecciones ha vuelto su atención
hacia mí. Es el calor de su escrutinio azul verdoso lo que me hace consiente.
Parpadea con flojera, y entonces su mirada me clava en el piso.
—Oye, ¿qué pasa ahí?
La voz de Michelle me hace saltar.
—N-nada. Nada de nada —respondo, volteando la cabeza.
—¿Estás bien?
—Mmm hmm. —El tipo lindo con el que fue a bailar se para a su lado
con el brazo sobre sus hombros. Miro su mano moverse para sostener la de
él. Este puede ser su nuevo descubrimiento.
—Oh, Sheridan, te presento a Oliver.
Intercambiamos saludos, y ellos toman unas bebidas. Sigo mirando al
final de la barra donde se sienta el señor Bridges. Cada vez que lo hago,
inclina la cabeza en respuesta. Está al tanto de mí. Una vez, incluso levanta
su vaso.
Oliver y Michelle se van a seguir bailando un poco más, así que decido
arriesgarme e ir a tener una conversación con el Señor Misterioso. Cuando
alcanzo su lado, lo toco en el hombro.
—Oye.
Obtengo una ceja arqueada como respuesta.
—Entonces, aquí sueles pasar el tiempo, porque no recuerdo verte
antes por aquí.
Ahora una de las esquinas de su boca se levanta, pero no hace nada
después de eso.
—¿Siempre eres así de hablador?
—Cuando tengo algo que decir.
O este tipo es simplemente grosero o está loco más allá de los límites.
—Está bien entonces. Fue lindo hablar contigo. —Idiota.
Esa es la magnitud de esto. Ahora, me he encontrado con personas
extrañas en mi vida y he pasado tiempos difíciles. Y quiero decir tan difíciles
que estaba jodidamente segura que toda la piel de mi cuerpo había sido
arrancada, así de difíciles. Pero este tipo es una adivinanza para mí, y tal vez

44
es por eso que no puedo dejar de pensar en él. Y, por supuesto, esta esa
preciosa niñita que veo cada día de la semana, ¿cómo puede una niña tan
lista, adorable y extrovertida ser el producto de este hombre grosero y
moroso?
—¿Qué puso ese ceño en tu rostro? Tus cejas están tan juntas que casi
son una uniceja. —Michelle se para ahí con su hombre del momento.
Muevo la mano frente a mí.
—No es nada, ¿se la están pasando bien? —Le doy guiño.
—Seguro que sí. Espero que tú también.
Entiendo su significado. Se siente mal por abandonarme, pero estoy
bien con eso. Necesita divertirse también
—Está bien, estoy observando a las personas.
—Espera, ¿lo encontraste de nuevo?
—Algo así.
—¿Qué demonios significa eso?
No quiero ahondar en eso, así que cambio el tema.
—Oliver, ¿eres de por aquí?
—No de Atlanta en sí. Crecí en un lugar que queda a una hora. Me
mude aquí hace seis meses, pero me encanta. Estoy en IT.
—¡Détente! Ya me perdí —le digo.
Se ríe.
—Suenas como Michelle.
Los dos lucen muy acurrucados, así que no es una sorpresa cuando se
van a seguir bailando. Alguien se me acerca por un baile, y acepto. No
hablamos mucho porque es demasiado ruidoso para una conversación, pero
amo la música. Muchas canciones después, lo despido con la mano y voy de
regreso al bar por otra bebida fría para calmar mi sed. Esta tan lleno, el
mejor lugar para acercarme por una bebida es donde se sienta el Señor
Misterioso. Finalmente hago mi camino y termino junto a él.
—¿Qué puedo traerte?
—Tomaré un…
—Vodka, con soda y limones.

45
El bartender me mira esperando mi confirmación, y solo puedo
asentir. Estoy tan sorprendida. ¿me ha estado observando tan de cerca que
sabe exactamente lo que he estado bebiendo? Es muy raro. El bartender me
da una bebida fresca, y prácticamente me tomo la cosa entera.
Estoy con el hielo cuando esta frente a mí de nuevo, y asiento en
respuesta a su pregunta.
—¿No crees que necesitas bajar un poco la velocidad?
La pregunta es profunda y ronca. No quiero responder, pero lo hago.
—Nah, estoy bien. Es viernes —le digo sonriendo. Pero creo que mi
sonrisa está torcida.
Michelle atrapa mi atención cerca de tres personas más allá.
Murmura:
—Nos vamos. ¿Estarás bien sola? Puedes tomar un Uber con nosotros.
—No, estoy bien. Diviértanse. —Debo haberlo gritado muy fuerte
porque el Señor Misterioso está mirándome de forma extraña.
No quiero irme con ellos como una total perdedora. Sheridan la P-E-R-
D-E-D-O-R-A. Siempre la tonta. Les daré tiempo para irse de aquí, entonces
tomare mi propio Uber.
—Perdedora, ¿eh?
Me tambaleo en mis zapatos mientras lo miro. La habitación se inclina
un poco. Esas bebidas que tome me están pegando ahora.
—¿Qué quieres decir?
—Dijiste que eras una perdedora y una tonta.
Mi boca se abre, y entonces mi mano la cubre.
—¿Lo dije en voz alta? —Aunque suena más como:
“¿lodisheenvozalta?”
Su cabeza se mueve arriba y abajo en un movimiento. No era mi
intención decirlo en voz alta. ¡Qué demonios! Debo estar borracha. Está bien,
es hora de irme. Pero espera. Cuando busco mi bolso, recuerdo que no traje
uno. Todas mis cosas están en el de Michelle. Y Michelle ya se fue. Ahora
tengo un enorme problema.
—¡Jódeme fuerte y rápido!
—¿Disculpa?

46
Perdida en mi propio mundo de navegar un rio de mierda sin remos,
no le presto nada de atención al Señor Misterioso y sigo divagando.
—¿Qué voy a hacer? De todas las pollas podridas alrededor, ¿cómo fui
a joderme así? Apesta una polla gigante. —Mi puño golpea mi cabeza, pero
me rindo y levanto la mirada para ver sus gigantes orbes bloqueados en mí.
¿Me escuchó divagando en mi lenguaje callejero? Querido dios, dime que no.
—¿Hay algún problema, o es así como hablas con los niños de primer
grado?
Escuchó. Cada palabra. Mis mejillas queman como el noveno anillo del
infierno. Sudor cae por mi frente y labio superior. Tomo un puñado de
servilletas del bar y sin pensar, comienzo a secar furiosamente lo que estoy
segura escurre debajo de mis brazos. Cuando caigo en cuenta que lo estoy
haciendo en público, la mortificación me golpea. Y entonces comienzo a
vomitar palabras, y no se detendrán.
—Yo… yo… soy una idiota. Mi amiga se fue y tiene todas mis cosas, y
no puedo llegar a casa. Y no sé qué hacer. Vivo demasiado lejos para
caminar, e iba a tomar un Uber, pero ahora no puedo porque no tengo mi
teléfono, y no puedo llamar un taxi porque no tengo mi tarjeta o dinero, y no
tengo mi teléfono para llamarla y que me recoja, así que creo que solo me
iré. Pero me arrestaran ahora porque ni siquiera puedo cerrar mi cuenta
porque probablemente ella cerro la suya, pero tiene mi tarjeta, y se ha ido, y
estoy balbuceando como la idiota que soy. Oh, Jesús, ven a este bar en este
momento y salva mi culo de la completa humillación.
—Demasiado tarde para eso. —Su seca remarcación vuela sobre mi
cabeza.
Si esperaba que me rescatara, estaba mortalmente mal. Así que ¿qué
hago? Me doy la vuelta y me escabullo de aquí. Bueno, en realidad no me
escabullo. Mantengo la cabeza en alto y camino como si supiera exactamente
a donde voy. Solo que no tengo idea. Supongo que mi plan es caminar a casa
si tengo que hacerlo. Mi orgullo se rehúsa a permitirme rogar. No haría eso.
Estoy afuera y pasando varias cuadras, balanceándome de camino a casa en
estas malditas botas que decidí usar, cuando un auto se me acerca, y escucho
esa voz.
—Entra al auto.

47
Capítulo 9
Sheridan
Traducido por Lauzz y Brendy Eris

H
e pasado de sentirme muy bien, a un poco borracha, a
totalmente destruida en muy corto tiempo. Cuando escucho
su voz, hago lo mejor para no delatar mi borracho trasero.
—¿Yo? —Apunto el pulgar hacia mi pecho.
Su ventana del pasajero esta abajo, y se inclina hacia ella.
—¿A quién más le estaría hablando?
—¿A quién más de hecho? —murmuro—. El hombre de muchas
palabras.
—Entra.
Mi brazo hace esta cosa divertida mientras lo muevo frente a mí.
—Phhhf. Está bien. Puedo caminar. —Y mientras esas palabras dejan
mi boca, tropiezo y evito plantar la cara en el camino—. Oopsie —me rio.
—Señorita Monroe. Al auto. Ahora.
Con las manos en mi cadera, lo enfrento directamente.
—No eres mi jefe. Además, ni siquiera me gustas. —Estoy tan
orgullosa por enfrentarlo. Confianza en su lugar, procedo en mi camino a
casa. Hasta que una fisura en la banqueta atrapa el tacón de mi bota y tuerzo
mi tobillo. Jugué deportes en la preparatoria, y se lo que significa ese
tronido—. Aww, doble mierda con un enorme y gordo Dildo. Ahora mira lo
que he hecho. —El tacón de mi bota se quedó en la grieta, y estoy sentada
sobre mi culo. Escucho el motor detenerse y la puerta abrirse, pero estoy
tratando de descubrir cómo puedo caminar el resto del camino a casa con un
zapato roto y un tobillo lastimado. Esos pensamientos son interrumpidos
cuando dos brazos esculpidos se deslizan debajo de mí, levantándome del
suelo.

48
—Dios, debes ser muy fuerte para ser capaz de levantar mi enorme
culo. —Lo próximo que sé es que estoy sentada en un cómodo auto que
huele a cuero pulido—. Esto es mucho más lindo que el Uber en el que me
hubiera ido. Pero no quiero ir en tu auto. Te odio. Eres un idiota.
—¿Dónde vives? —pregunta.
—¿Que si no te digo? Entonces no puedes llevarme a casa.
—Señorita Monroe. —Su tono no es demasiado amigable y cálido, así
que me rindo.
—Cerca del Publix.
Bufa algo, pero no estoy segura de qué. Cierro los ojos, porque los
asientos de su auto son tan lindos que no puedo evitarlo. También estoy muy
cansada.
—Señorita Monroe, ¿cuál es su dirección?
Murmuro mi dirección, y conducimos un poco más. Pronto, está
sacudiéndome.
—Ya llegamos.
Parpadeando para alejar el sueño, miro por la ventana y digo.
—¿Dónde?
—Tu casa.
—Esta no es mi casa.
Debe estar enojado ahora. Suena como si estuviera rompiendo sus
dientes.
—Esta es la dirección que me diste.
—Oh, pero no hay un Publix por aquí. —Gesticulo con mi pulgar
encima de mi hombro—. Y la casa que rentamos es blanca.
—¿Cuál es tu dirección? —suena como un gato siseándome.
Le digo.
—Eso no es lo que dijiste antes.
Eventualmente llegamos a mi casa, pero no tengo llaves para entrar.
Odio decirle eso, así que lo miro y hago una de esas caras que dice todo.
—¿Qué pasa ahora?
—No tengo llave para entrar.

49
Golpea las manos en el volante. Entonces me mira y sonríe.
—Tal vez tu compañera está en casa.
—Oh, no había pensado en eso.
Abro la puerta, y cuando voy a pararme el dolor sube por mi pierna
hasta mi cabeza.
—¡Ow! —Caigo en mis manos y rodillas—. Estoy bien, todo bien ¿vez?
—Comienzo a gatear hacia la puerta.
—Señorita Monroe, ¿puede detenerse?
Cuando lo hago, dos largas piernas están frente a mí. Parece que tengo
que mirar tan arriba como si fuera el monte Everest hasta que alcanzo sus
ojos.
—Bueno, hola ahí, largo. —Ni siquiera me sonríe. Es demasiado para
el Señor Personalidad.
—Quédate quieta. Revisare por ti. —No tiene nada de suerte.
—¿Porque no tratas de colarte?
Me mira como si fuera tonta, lo que aparentemente soy.
—No voy a hacer eso. —Me da su teléfono—. Llama a tu amiga.
—No puedo.
—¿Por qué?
Hago una mueca y suena tan estúpido, pero es verdad.
—No me sé su número.
Su mano pasa por su cabello.
—Increíble.
—Está en mis favoritos, y nunca lo he memorizado.
—Eso es ridículo. Incluso mi hija de seis años tiene mi número
memorizado.
—Sí, sí, entiendo. —Oh, mi cabeza está comenzando a doler tanto
como mi tobillo punza. Me paro y cojeo a mi porche—. Mira, estoy bien. Me
quedare aquí hasta que llegue a casa, y todo estará bien.
—¿Tienes que estar bromeando?

50
—No, pero no estoy demasiado bien ahora mismo. He bebido
demasiado, y mi cabeza y tobillo duelen. Solo quiero dormir. —Mis palabras
definitivamente están arrastradas, incluso aunque me estoy esforzando por
decirlas.
—¿Qué tal tus padres? ¿Seguramente recuerdas los números de mami
y papi? —su sarcasmo es tan cortante que salto.
—No —digo en voz suave.
—No puedes hablar en serio. ¿ni siquiera recuerdas el teléfono de tu
casa?
—No tengo padres, y esta es mi casa.
De repente, me siento aplastada. Incluso borracha, noto que no
reconoce eso. Usualmente, las personas me dicen que lo sienten o algo,
incluso si es falso. Él no dice nada.
—Vuelve al auto.
—¡No!
—No puedes quedarte aquí toda la noche. No es seguro.
—Entonces ¿a dónde voy?
—Tal vez debería llevarte al hospital a que revisen ese tobillo. No
puedes ponerle nada de peso.
Débilmente muevo el brazo.
No. Es un esguince. He tenido una tonelada de ellos cuando corría
campo traviesa. Estoy bien. Lo juro.
—Entonces te voy a llevar a casa conmigo. Parece que no hay otra
opción.
—No puedo ir a casa contigo. Tienes una hija. ¿y cómo se verá si su
maestra llega borracha?
—Si, ¿cómo se verá? —pregunta de manera grosera. Se que merezco
un buen regaño, pero él no tiene que agregar ese tono malvado a su
comentario.
—No iré. Además, eres malo.
Tenemos un concurso de miradas por unos segundos antes de que
admita:

51
—No tienes que preocuparte por English. Esta con sus abuelos este fin
de semana.
Rindiéndome, tropiezo hacia el auto un poco cuando me vuelve a
levantar.
—Si no vas a ir al hospital, entonces tienes que ponerle hielo a ese
tobillo.
No lo sé. En verdad espero no haberme roto la maldita cosa.
El movimiento del auto hace imposible que me mantenga despierta.
Me sacude cuando llegamos, y estoy sorprendida de ver el tamaño de este
lugar. Es una casa tipo artesanal adorable. Hay una entrada desde el garaje, y
me ayuda a entrar mientras insisto en caminar. Su enorme cocina se abre a
una sala con un enorme sofá. Me da una bolsa llena con hielo y deja caer mi
pierna en la mesa de café, diciéndome que le ponga hielo.
—Deberías llevar una de esas a la cama contigo.
—Um, puedo dormir justo aquí.
—No, tengo una habitación de invitados.
—No quiero incomodarte. —Sus cejas se levantan. Lo sé. Eso fue
tonto. Ya lo he incomodado—. En serio, el sofá es más grande que mi cama.
—¿En qué duermes? ¿Una cuna?
Es la primera cosa que ha dicho remotamente graciosa, y me rio.
Entonces me rio más fuerte, y es exagerado para lo que dijo, pero es una de
esas cosas que parece que no puedo detener. Lágrimas ruedan por mis
mejillas porque me estoy muriendo.
—No fue tan gracioso—. Su personalidad recta está de vuelta.
—Sí, lo fue. Porque rara vez hablas, y cuando lo haces, nunca dices
nada gracioso. Alguien debe haberte robado la diversión directamente de ti.
Luego se te ocurre eso, y aunque no fue tan gracioso, lo fue, porque salió de
tu boca sin gracia.
—Yo digo cosas graciosas.
—No.
—Hazlo tú, también.
—Cállate. Eso es estúpido —le digo.
Alcanza mi pie y me desabrocha la bota.

52
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy friendo un huevo. ¿Qué crees que estoy haciendo? Quitándote
este artilugio del pie.
—¿Artilugio?
—Sí. Si hubieras estado usando algo normal, no te hubieras lastimado.
—Normal, ¿eh? Supongo que quieres que camine con los zapatos de la
abuela.
Aleja su atención de mi pie y pregunta: —¿Estás tratando de pelear?
—English no sabía lo que eso significaba: comenzar una pelea.
—Hmm. Bueno, espero que ella nunca sepa lo que es que jodan fuerte
y rápido, las pollas podridas, que se las follen por el culo, chupar una
erección gigante y que es ser jodida por dos lados con un gran vibrador.
Mi rostro enrojece debido a la mortificación instantánea.
—Oh, por Dios. Eso fue horrible. No estabas destinado a escuchar
nada de eso. Lo siento mucho. E English nunca escuchará eso de mí. Lo juro.
—Hmm, sí, ¿los maestros siempre corren, se emborrachan y hablan
como marineros los viernes por la noche? ¿Tengo que preocuparme por mi
hija?
Mi mano vuela hacia mi pecho cuando prácticamente resuello.
—No. Oh, Dios mío, nunca haría nada para poner en peligro a esos
niños. —Y ahí es cuando veo las comisuras de su boca. —Oh mi. Él sabe
sonreír.
—Por supuesto que sabe sonreír. Tienes esta opinión de mí de que no
soy más que un ogro.
—Bueno, lo eres. La primera vez que te conocí casi me arrancaste la
cabeza.
—Porque básicamente me acusaste de usar palabras sexuales con mi
hija, y ahora vengo a descubrir que no eres más que una boca sucia. —
Estaba bromeando y es difícil para él mantener el rostro serio.
Pero, aun así, me dejo sin aliento. Mi boca se abre y se cierra varias
veces, pero no tengo una respuesta adecuada porque tiene razón. Le saqué
mis frustraciones por haber perdido el control de la clase. English jugaba el
juego del abecedario y gritaba palabras sobre las que no tenía segundos

53
pensamientos. Yo fui la que se puso nerviosa. Agarrando una almohada en el
sofá, me cubro el rostro.
—Ugh, ese día fue horrible. Ninguno de los niños había escuchado
esos términos, y todo se descontrolo.
Observo cómo se levanta y se mueve a la cocina, donde saca dos vasos
y los llena con agua helada. Entonces miro alrededor de la habitación y
contemplo los alrededores. Todo es líneas limpias, pero confort. Hay señales
de English aquí y allá: un conejito de peluche, zapatos, una sudadera y
algunos libros para colorear con crayones. Pero las paredes son las que me
llaman la atención. Foto tras foto de ella en un collage que se remonta a su
infancia. Y las fotos definitivamente no son amateur. Y luego la recuerdo
diciéndome que su papá le tomó fotos.
—¿Eres un fotógrafo?
Cabecea. Me entrega el vaso de agua.
—Escucha, hay una habitación de invitados arriba con un baño.
—No, realmente no quiero molestarte. Esto está más que bien.
—Haz lo que quieras. Me voy a la cama entonces. Te conseguiré una
manta.
Regresa poco después y me da una manta y una almohada antes de
caminar por el pasillo, pero luego se detiene.
—Hay un baño justo al lado de la cocina.
—Ah, bueno. Gracias. Buenas noches.
Hay algunas fotografías impresionantes en estas paredes cuando me
siento aquí y miro alrededor. Parece que ha viajado mucho y, haga lo que
haga, debe pagar bien porque es una casa muy bonita. Pero necesito
descansar, así que apoyo la cabeza sobre la almohada que me dio y el sueño
me lleva a la tierra de los sueños.
El olor a café flotando bajo mi nariz me despierta, y gimo porque me
palpita la cabeza. Me doy vuelta para ver unos ojos preciosos mirándome. Un
bostezo del tamaño de un pozo sin fondo me golpea, y sus párpados se
ensanchan a enormes proporciones, recordándome a un pequinés que
solíamos tener cuando era niña.
—¿Dejaste algo para mí?
—¿Qué?
—Oxígeno.

54
—Listillo —murmuro.
Me da la taza, y la tomo.
—Espero que te guste el café negro.
Arrugo la cara.
—Por la apariencia de tu rostro, supongo que eso es un no.
—Soy una chica de crema y azúcar.
Él agarra la jarra de mi mano y se aleja con ella, solo para regresar
momentos después.
—Aquí, princesa.
—Gracias—. Y es divino. Pero me sorprende lo incómodo que es todo
esto. —Um, gracias por rescatarme anoche. No quise arruinar tu fiesta —.
Me froto los ojos porque me queman como el infierno.
—Lo sé.
Levantando mi trasero, saco un conejito de peluche.
—Dile a English gracias por dejarme dormir con su amigo —le digo,
sonriendo.
Agarra la criatura rellena de mi mano y la coloca sobre la mesa. Sus
ojos se oscurecen, y su boca se endurece.
—No haré tal cosa, y ella no debe saber que estuviste aquí. ¿Está
claro? —Su tono es cortante, como si lo hubiera molestado.
—Lo siento si hice algo mal. —Y lo estoy porque no tengo idea de por
qué está tan enojado.
Nuestras miradas se fijan, pero él no dice nada más.
—Si no te importa demasiado, me gustaría ir a casa, por favor.
Su cabeza se inclina hacia arriba y hacia abajo una vez, y desaparece
por el pasillo. Necesito usar el baño, así que me levanto para irme, pero es
casi imposible apoyarme sobre mi tobillo. Haciendo mi mejor esfuerzo, salto
al baño, y cuando me miro a mí misma, casi lloro. Los ojos de mapache se
encuentran con el nido de pájaro. Mis ojos están ardiendo, y entiendo por
qué. Dormí usando mis contactos. Santa mierda. Me sorprende que no
gritara cuando me vio. Mi cabello es un enorme nudo. Está pegado a un lado
de mi cabeza y luego… Bueno, no estoy segura de qué diablos hice en ese
sofá, pero no pudo haber sido bueno. O seguro. Ni siquiera puedo pasar mis

55
dedos por los enredos para desenredarlos. Tengo el rostro un poco limpio,
pero oh, hermano, doy miedo.
Me lleva un rato regresar a la sala de estar. Está de espaldas a mí y me
dice:
—Pensé que habías caído.
—No, tuve que hacer el control de daños, y me tomó un tiempo. Olvidé
sacarme mis contactos y ahora se sienten como papas fritas.
Sin mostrar algún tipo de reconocimiento, se dirige a la puerta que
conduce al garaje. Yo salgo cojeando detrás de él. Tal vez fue el ruido de mi
caminar lo que lo alerto, pero finalmente se da la vuelta y dice:
—Cristo. Será mejor que mires esa cosa hoy.
¿De verdad? ¿Será mejor que mires eso hoy? Quiero darle la vuelta,
pero no puedo porque él me tiene que llevar a casa. Hay elementos en este
hombre que son agradables. Quiero decir, tiene que haber. Pero estoy
tratando de encontrarlos ahora mismo. La impaciencia lo cubre mientras me
espera junto a la puerta. Me apuro tanto como puedo, pero es un poco difícil
con este estúpido pie. Luego tengo que bajar varias escaleras. No hay una
barandilla que yo pueda sostener, y él ya se ha dirigido al auto. Ninguna
oferta de ayuda viene de él. Así que me siento en mi trasero y recorro los
escalones uno por uno. La puerta del garaje se abre, y él abre la puerta del
conductor de su costoso SUV. Un BMW, creo. No me interesan los autos,
principalmente porque soy pobre y estoy tratando de pagar mis préstamos
estudiantiles. Mi auto es viejo, y rezo para que me dure otros diez años.
Pero luego se vuelve hacia mí y parece cabreado. No estoy seguro si es
porque estoy tardando demasiado o qué. En unos cuantos pasos largos, está
al pie de los escalones y dice:
—No te muevas más. ¿Qué crees que estás haciendo?
—Ir al auto. ¿Qué más?
Él murmura algo y luego alcanza debajo de mí y me levanta.
—Lo siento, soy un inconveniente —le digo.
Él se queja de algo que no puedo descifrar, pero es algo sobre beber
demasiado. Y tiene razón. Nunca debí haber bebido tanto anoche. Chico, me
equivoqué.
Después de que él me deposita en el asiento, trota a su lado y luego
sale del garaje. Aprieto el puente de mi nariz. Es un mal hábito debido a usar

56
lentes. Normalmente lo hago porque mis lentes me vuelven loca después de
un tiempo, pero ahora es porque me está convirtiendo en un caso perdido.
Respiro hondo y luego digo:
—Lamento haber sido una carga para ti. Pero gracias de nuevo por
permitirme quedarme contigo.
Ninguna respuesta. Nos detenemos frente a mi casa y, antes de que
pueda salir, él está allí para ayudar. Después de llegar a mi porche, le
agradezco de nuevo. No quiero que se diga que no fui agradecida. Sin su
ayuda, me hubiera obligado a caminar a casa, y eso habría sido muy
peligroso.
—Realmente hiciste una buena acción, ya sabes.
De nuevo, nada. Me doy por vencida.
—Bueno, nos vemos.

57
Capítulo 10
Sheridan
Traducido por Brendy Eris

E
l Señor Misterioso se va, y eso es todo. Entonces me doy cuenta
que nunca nos llamamos por ningún nombre.
Cuando llego a la puerta, Michelle todavía no está en
casa. Genial. Excelente. ¿Cuánto durará mi espera? Nunca pensé mirar la
hora y no llevo reloj. Hay un pequeño sofá de mimbre en nuestro porche, así
que no tengo más remedio que sentarme y esperar.
Oliver la trae a casa, y la están pasando muy bien mientras los veo
salir de su auto desde mi pequeño lugar. Cuando me ve, pregunta:
—¿Qué estás haciendo ahí?
En este momento, mi sangre está hirviendo a fuego lento. Pensaría
que ella habría revisado su bolso y habría visto mi teléfono y mis cosas.
—No estoy segura de siquiera poder decírtelo. ¿Puedes abrir la
puerta, por favor?
Lo veo todo registrado en su cara.
—Oh, mierda. Tuve tus cosas. Lo siento mucho.
Me paro y casi me tropiezo debido a mi maldito tobillo.
—¿Qué pasó? — pregunta, mirando hacia abajo.
—Solo abre la puerta.
Cuando lo hace, me dirijo directamente a la ducha. La limpieza es el
punto número uno. El número dos es la comida, luego tres es la clínica
médica para una radiografía, donde recibo las malas noticias. Tengo una
fractura que acompaña a mi esguince severo, así que tengo que usar una de
esas botas estúpidas hasta que el ortopedista, a quien veré el lunes, decida
cuándo es el momento adecuado para que deje de usarla. Las mejores

58
noticias de todos los tiempos, a excepción de las muletas que acompañan a la
jodida bota.
Mientras conduzco hacia casa, Michelle y su nuevo amor, Oliver, se
están yendo. Tenía la esperanza de que ella se quedara por aquí para no
tener que ir a la tienda. Ahora ese plan está destruido.
—¿Y? —pregunta.
—Tengo una fractura, y estoy en muletas y usando una bota.
—Oh no. Eso es horrible.
—Sí. Qué suerte la mía. —Trato de reírme, pero el hecho es que me
enoja, y cuando estoy enojada así, lloro. Y eso me enoja aún más.
Ella mira a Oliver y le dice:
—Vamos a ver una película, así que estaremos fuera. Llama si me
necesitas.
¿Llama si me necesitas? Quiero que ella diga: “Oye, Oliver, cancelemos
nuestros planes para esta noche. Mi compañera de cuarto me necesita y
podemos ir a ver una película en otro momento.” Pero ella no lo hace, así que
debo volver a salir para ir a la tienda, sintiéndome abrumada con estas
muletas y botas. Al menos es mi pie izquierdo, así que puedo conducir.
Es muy difícil navegar por tu cuenta con un carrito de compras y un
par de muletas. Llego al Publix y trato de resolver todo esto cuando casi me
caigo sobre el carrito de manzanas. Literalmente. Estoy de pie allí, tratando
de hacer malabares con mis muletas y la bolsa en la que quiero dejar caer
mis manzanas cuando una de mis muletas comienza a caer. Cuando lo
alcanzo, mi carrito de compras se mueve un poco. Entro en pánico, salto
para que se detenga, y comienzo a caer. Mi mano se engancha al anaquel de
las manzanas para detenerme, y todo esto se estrella. Las manzanas ruedan
en todas direcciones, y todas las personas que tienen productos vienen
corriendo para ayudar. Pero lo peor de todo es que miro hacia arriba y ahí
está. El imbécil del siglo. Él se queda allí, sacudiendo la cabeza. ¿Y no parezco
una tonta?
Dos manos fuertes alcanzan mis axilas, que estoy segura que están
sudorosas, y me ponen de pie. Luego me entrega mis muletas y tira de mi
carrito hacia mí.
—Gracias. Siempre estás en el lugar equivocado en el momento
adecuado —murmuro.

59
Él se aleja mientras miro. Es toda una vista, y realmente desearía que
no lo fuera. Ojalá fuera un hombre feo. Una cosa muy fea y desagradable con
aspecto vergonzoso, con verrugas y espinillas, y me gustaría que oliera mal.
Como caca. O pedos. Y ahora sus manos huelen como mis axilas sudorosas.
Gawd. ¿Qué más puede pasar?
Los pobres trabajadores de los productos agrícolas vuelven a armar el
anaquel de manzanas, y paso a la ensalada y los plátanos, con cuidado de no
dejar que las cosas se me escapen. Para cuando tengo todo lo que necesito,
estoy agotada.
Cuando me pongo en línea en la caja, ya sabes quién está justo delante
de mí con su carrito lleno hasta el borde. Dios mío, tiene suficiente comida
allí para todo el vecindario.
No voy a mentir. Miro todo lo que está comprando, y tengo que decir
que el hombre no cargó su carrito con comida chatarra. Puntos extras para
él.
—¿Hambrienta? —pregunta—. Creo que tienes un poco de baba en la
barbilla.
Sabelotodo. En realidad, no he comido desde las seis de la noche
anterior, y son aproximadamente las dos.
—Muriendo de hambre. No he comido desde anoche.
Un bonito rubor rosa florece en sus mejillas. Lo he avergonzado. No
quise insinuar que fue su culpa. No me molesté en agarrar nada cuando salí
de la casa.
—¿Por qué tu compañera de cuarto no vino contigo?
—Tenía una cita.
Solo un cabeceo, como siempre.
Él paga y se va. Sin saludar con su mano, sin despedirse, o un simple
vete a la mierda, lo que sea.
Una cosa acerca de Publix es que siempre te ayudan con tus compras.
Así que una vez que mi auto está cargado, estoy camino a casa. Ahora estoy
tratando de averiguar cómo los meteré dentro. Tal vez pueda colgarlos
alrededor de mi cuello. Para mi sorpresa, el señor Bridges me está
esperando cuando llego.
—Pensé que podrías necesitar una mano.

60
Salgo del auto con la intención de abrir la puerta principal, pero él me
tiende la mano. El hombre simplemente no habla. Dejo caer mis llaves y se
va con varias bolsas. Abre la puerta y, cuando subo las escaleras, vuelve para
la siguiente y última carga. Colocó todo en la cocina, luego me entregó mis
llaves y me dijo que cerrara, y se fue antes de que pudiera agradecerle.
Extraño.
Unos treinta minutos después, mi teléfono zumba.
He cerrado tu auto.
Fue de Mr. Bridges.
Le envío un gracias por tu ayuda.
Esto de las muletas va a ser realmente una gran calamidad para mí.

61
Capítulo 11
Sheridan
Traducido por Walezuca Segundo

E
l lunes por la mañana comienza con el ortopedista. Espero que
me diga que solo tengo que usar las muletas y la bota durante
una semana más o menos. Oh, no.
—Señorita Monroe, lamento decirle, pero el descanso es tal que
necesita estar sin usar ese pie por lo menos cuatro semanas. Con eso, me
refiero a no ponerle peso en absoluto.
Lo miro fijamente.
—No lo entiendo. Ni siquiera pensé que estaba roto.
—Las rupturas pueden ser así a veces, pero si no sanan bien, puede
perder el rango de movimiento de ese tobillo.
Suficiente dicho. Las muletas serán usadas, aunque las odiaré. Y eso se
traduce en cuatro semanas más otras dos para la bota. Entonces lo
reevaluará. Prescribe más pastillas para el dolor, pero las cosas me marean
demasiado para tomar durante el día, así que tengo que aguantarme con
ibuprofeno, que es como matar a un elefante con matamoscas.
Son como las nueve y media cuando llego a la escuela y relevo al
profesor sustituto. Todos mis alumnos quieren tocar mi bota y hacerme
preguntas, así que me tomo quince minutos para satisfacer su naturaleza
inquisitiva. Entonces, volvemos al plan de estudios. Por la tarde, estoy tan
cansada que necesito palillos de dientes para no cerrar los ojos de golpe.
Cuento los minutos hasta la salida.
Todavía nos queda una hora para irnos, cuando me disculpo por un
breve descanso para ir al baño. A falta de diez minutos, me doy cuenta que
mi teléfono no está. Siempre lo dejo en mi escritorio por si recibo un
mensaje del director. Y estaba ahí cuando fui al baño, pero ya no está.
—Estudiantes, ¿alguien ha tocado mi teléfono?

62
Cada uno de ellos giran para mirar a English, pero ella se queda
callada.
—¿Alguien? ¿Pueden decirme dónde está mi teléfono?
Nadie dice nada. Nos sentamos ahí, y se acerca la hora de la salida.
Decido una táctica diferente y le pregunto a cada estudiante
individualmente. English es la sexta persona en la fila, y cuando digo su
nombre, al principio se retuerce, y luego admite que lo tomó.
Suena la campana y los niños saltan para irse.
—English, me gustaría que esperaras, por favor.
—Pero mi papá me estará esperando.
—Sí, lo sé. ¿Puedo tener mi teléfono, por favor?
Ella busca en su mochila, que, como la mayoría de los estudiantes, es
de colores brillantes, y lo entrega.
—¿Por qué tomaste esto?
Está extrañamente callada mientras se para allí y se mueve de un pie
al otro. Después de un par de minutos, decido enviarle un mensaje al señor
Bridges.
¿Estás fuera de la escuela?
Señor B: Sí
¿Puedes venir a mi clase, por favor? English está aquí conmigo.
No espero una respuesta y no la obtengo. Un poco más tarde, sus
largos pasos lo llevan a la habitación.
—¿Qué pasa? English, ¿estás bien?
—Ella está bien. Tomó mi teléfono celular y no me dijo por qué —dije.
Su frente se arruga, y casi puedo ver las ruedas girar. Este no es su
comportamiento normal, así que estoy segura que está tan desconcertado
como yo.
—Oye, English, ¿por qué tomaste el teléfono de la señorita Monroe?
Ella junta sus manos y las mantiene alejadas de su pequeño cuerpo y
luego levanta sus hombros en un exagerado encogimiento de hombros.
Su voz es suave, no la ronca que espero.
—Sí, lo sabes. Ahora dinos por qué, Pequeña.

63
Los rizos rubios se mueven mientras su cabeza se inclina, y dice con el
labio inferior hacia afuera:
—¿Recuerdas cómo dices que cuando estás triste, miras mi foto y eso
siempre te pone bajo el arcoíris?
—Sí —responde.
—Solo quería tomarme una foto en el teléfono de la señorita Monroe
para que pudiera mirarla y estar bajo el arcoíris. Hoy ha estado triste.
Oh. Mi. Dios. Esta niña. ¿Puedo abrazarla ahora?
Él se agacha frente a ella, y con esa misma voz suave dice:
—Qué considerado de tu parte, Pequeña, pero ¿sabes qué habría sido
mejor? Decirle que querías hacer eso. ¿Entiendes por qué? ¿Recuerdas que
hablamos sobre tomar las cosas de otras personas sin preguntar?
—Sí, pero entonces no habría sido una sorpresa. Solo que después de
que tomé su teléfono, no supe cómo abrirlo.
—¿Qué tal esto? —pregunto—. ¿Por qué no nos tomamos una foto
juntas, y luego siempre puedo tenerla para hacerme feliz y ponerme bajo el
arcoíris?
Su cabeza se sacude vigorosamente.
—Señor Bridges, ya que usted es el fotógrafo, ¿hará los honores? —Le
ofrezco mi teléfono. Me lo quita y tengo que sentarme en una silla porque no
puedo agacharme con un tobillo roto. Toma la foto y me devuelve el
teléfono.
—Gracias. Y, English, gracias por darte cuenta que estaba triste.
—No esté triste, señorita Monroe. Su pie estará mucho mejor. Tal vez
mi papá debería besarlo por ti. —Mira a su padre y él me mira a mí.
—Gracias, pero se supone que debo mantener mi bota puesta todo el
tiempo.
—Papá, bésale los dedos de los pies. Puedes besarlos.
Oh, querido Señor.
—No, en serio, no me duelen los dedos de los pies.
—Pero, señorita Monroe, los besos de mi papá son mágicos. Hacen
que todo se sienta mejor.

64
Ahora me muerdo los labios para no reírme, y creo que también el
señor Bridges.
Finalmente dice:
—English, eso podría funcionar solo en niñas rubias. Con muchos
rizos. Que hablan mucho más de lo que deberían.
—Oh —dice mientras su pequeña boca forma una O perfecta.
—Adiós, English. Nos vemos mañana.
Ella saluda mientras el señor Bridges toma su mano, y se alejan. Cada
uno de los órganos reproductivos de mi cuerpo se aprieta y se estruja al
verlos. Es tan precioso con ella. No entiendo cómo puede ser tan taciturno en
todas partes.

65
Capítulo 12
Beck
Traducido por Walezuca Segundo

D
ejamos la escuela, y de lo único que habla English es de que la
señorita Monroe tiene que venir a cenar. No se detiene desde
el momento en que salimos por la puerta hasta que me ve
enviando un mensaje de texto. En realidad, no estoy deseando tener a la
señorita Monroe de vuelta aquí. Era bastante agradable, pero tengo
demasiadas cosas de qué preocuparme, demasiadas en mi mente, sin la
intrusión añadida de la entretenida profesora de English.
—Papá, hagámosle una linda foto para llevar a casa. Tal vez con Anna
y un castillo.
Siempre es Frozen con ella.
—¿Qué tal si le haces un dibujo cuando esté aquí?
—Creo que le gustaría más que fuera de los dos.
Ella está ahí parada y tiene sus pequeñas manos juntas, ¿y cómo
diablos puedo decir que no?
Extendiendo mi mano, le digo:
—Vamos. —Se agarra a la mía y casi me lleva a rastras hasta su
habitación donde hacemos una foto de Anna y de English bajo el arcoíris.

66
Capítulo 13
Sheridan
Traducido por Walezuca Segundo

M
ás tarde esa noche, mientras trabajo en mis lecciones para la
semana, me llega un mensaje. Me sorprende ver de quién es.
A English le gustaría invitarte a cenar mañana por la
noche a las 6:30.
La invitación me sorprende. Es un poco raro. ¿Estará allí? Por
supuesto, lo hará, y tengo que ir. Le rompería el corazón a English, aunque
me importa un bledo su padre. Creo que es un imbécil. Tal vez cerca de ella
sea más amable.
Me encantaría ir. ¿Qué puedo llevar?
Como siempre, no hay respuesta. El hombre necesita una lección de
etiqueta de mensajes de texto. Es tan grosero. Decido hacer mis galletas
especiales con chispas de chocolate, sin gluten y sanas, por supuesto. Uso
nibs de cacao y azúcar de coco, harina de coco y mantequilla. Pero nunca se
sabe por el sabor. Son tan deliciosas. A mis amigos les encantan, pero no
saben que son sanas.
Al día siguiente le mando un mensaje de texto al señor Bridges de
nuevo y le pregunto por las direcciones, porque honestamente no recuerdo
cómo llegar a su casa. Me envía su dirección, que no está lejos de mi casa,
con un corto: y no traigas nada. Ya está arreglado.
Llego unos minutos antes de las seis y media, pero cuando salgo del
auto con todas mis porquerías, ya es hora. Y luego tengo que enviarlo al auto
por las galletas.
—Te dije que no trajeras nada. —Suena irritado y no lo aprecia en lo
más mínimo.
—Como no respondiste, pensé que sería bueno que trajera el postre. Y
son solo galletas. —Sonrío.

67
Se queda mirando y luego hace eso del parpadeo lento. Un
asentimiento más tarde, menos cualquier palabra, se da la vuelta, y yo me
quedo ahí de pie.
—¡Señorita Monroe! —English se me acerca y me abraza la pierna—.
¿Todavía te duele el pie?
—Sí, un poco, pero está mejorando, gracias.
—¿Quieres ver mi habitación?
—Si a tu padre le parece bien.
—¿Por qué no iba a estarlo?
Bueno, no lo sé. ¿Quizás porque es un idiota?
Unos tirones en mi muñeca y nos vamos. Su habitación es un mundo
de fantasía. Es lo mejor que he visto en mi vida. Una de las paredes es un
mural escénico que contiene todo tipo de figuras imaginarias: hadas,
unicornios, una princesa y otras criaturas místicas. Pero en el centro, a su
altura, hay una pizarra; solo que está pintada directamente en la pared, para
que pueda dibujar allí.
Un dosel que cuelga sobre la parte superior enmarca su cama, dándole
una sensación de fantasía, y todos los colores del arcoíris están presentes
aquí. Todo está bien organizado y en su lugar, con muchos estantes y
rincones para guardar. Fotos enmarcadas de English con su padre y sus
abuelos salpican la mesita de noche, el tocador y los estantes.
—Me encanta tu habitación. ¡Esto es increíble!
—Sí, tengo una igual en la casa de mi abuela y abuelo.
Wow. Eso es impresionante. Han duplicado su habitación para que se
sienta como en casa.
—¿En serio?
—Umm ummm. Vamos a jugar. ¿Quieres dibujar algo?
—De acuerdo.
Saca unos cuadernos y dibujamos un rato hasta que llega el señor
Bridges.
—Oye, English, ¿crees que la señorita Monroe querrá entrar al salón y
sentarse en el sofá para que pueda poner el pie en alto?
Su pequeña boca forma esa linda O, luego asiente con la cabeza y hace
que sus rizos reboten. Vamos a la sala de estar. Y pronto se sirve la cena, que

68
es: camarones, ensalada y una variedad de vegetales. Veo con sorpresa como
English devora todo. Siempre he entendido que los niños son quisquillosos
al comer, pero esta niña parece comer lo que se le pone por delante.
El señor Bridges me ofrece café, y le recuerdo las galletas que traje de
postre, pero English grita:
—No se nos permiten esas cosas aquí. No comemos muchas cosas
dañinas.
—Ah, entonces te alegrará saber que estas son galletas saludables,
porque yo tampoco como comida chatarra y dulces. Estas están hechas con
ingredientes saludables.
English me mira a mí y luego a su padre. Yo hago lo mismo y veo una
sonrisa en su rostro. Bueno, gloria ser. Y qué sonrisa es.
—Puedes comer una, English. Y, para que conste, no soy un nazi de la
comida chatarra.
—Oh, no sé nada de eso. Un día llevé galletas a la escuela y ella no
quiso tomar una.
Sus ojos se abren un poco, y pregunta a English sobre ello. Ella
confirma lo que le dije, y él le dice que está bien que disfrute en la escuela.
—En realidad estoy de tu lado con esto. Tiendo a evitar los alimentos
procesados cuando puedo. Y tengo una confesión. Miré lo que había en tu
carrito el otro día y me impresionó.
—¿Es por eso que estabas babeando? —bromea.
—Bueno, eso y tenía mucha hambre.
—Dime el veredicto en tu pie.
—Es mi tobillo, y necesito hacerme amiga de esta bota.
Le doy los detalles y él me dice:
—Esos zapatos. —Mientras sacude la cabeza.
—Papá dice que las chicas no usan zapatos sensatos.
—Pero las chicas tienen que mantener el estilo —protesto.
El señor Bridges me frunce el ceño. Mejor mantengo la boca cerrada
sobre el tema. Se levanta y recoge los platos.
—¿Puedo ayudar?

69
Él inclina la cabeza, y esas cejas lo dicen todo, dándome una mirada
que dice: ¿de verdad? Sus ojos se dirigen a mi bota y luego a mis muletas.
Solo quiero ayudar. ¿Qué puedo decir?
—English.
Ella se levanta de su silla y comienza a ayudarlo. Pronto, todo se
limpia, y me trae una taza de café caliente, diciendo:
—Crema y azúcar. —Recordó.
—Gracias.
Luego coloca el plato de galletas sobre la mesa. Todos agarramos una
y lo observo mientras muerde.
Sus párpados revolotean, luego se abren y me penetran mientras
mastica lentamente. Mi aliento se engancha en mi pecho como si un
hipopótamo de dos toneladas estuviera sentado allí. No puedo comerme la
mía porque mirarlo es más que una vista. Es una experiencia, una visión
demasiado erótica para exhibirla en la mesa de la cena. ¿Siquiera sabe qué
efecto tiene en mí? Necesito abanicarme, pero eso parecería estúpido, pero
si no hago algo rápido, voy a estar goteando de sudor.
—Estas galletas son buenas. Papá, ¿me das otra? —La voz de English
atraviesa la barrera de la tensión sexual que amenaza con hacerme quedar
como una tonta.
—Sí, Pequeña —responde esa voz ronca—. Adelante. —Agarra una
mientras yo dejo la mía y tomo un gran trago de mi café y luego casi me
ahogo. La cosa está caliente. Puede que haya tragado lava.
—¿Estás bien? —pregunta él.
—Sí —jadeo—. Solo un poco de calor. —Inhalo y abanico mi rostro,
tratando de refrescar mi boca. No puede quedar piel en mi lengua—. ¿Tienes
hielo? —Me muero de la risa.
—Claro. —Me trae un poco y me pongo un cubo en la lengua.
—Es el café más caliente que he tomado —murmuro alrededor del
hielo.
—Tal vez deberías intentar beberlo la próxima vez.
Listillo.
Después de terminar mi café, digo:
—Supongo que debería irme.

70
English salta y dice:
—Aún no puede irse, señorita Monroe. Tenemos una sorpresa
especial para ti.
Mirando al señor Bridges, levanto mis cejas, pero él solo se encoge de
hombros. English sale corriendo de la habitación y regresa un minuto más
tarde, llevando una foto grande. Con una enorme sonrisa que se extiende por
su hermoso y fresco rostro, dice:
—Esto es para ti. Papá y yo lo hicimos especialmente por tu pie roto.
Tengo que sonreírle. Está obsesionada con mi pie y no con mi tobillo,
pero no la corrijo. Está muy emocionada con esto, pero el señor Bridges, no
tanto. De hecho, se está retorciendo. Luego miro la foto y casi jadeo. Es casi
una interpretación perfecta de Anna de Frozen, con English, el señor Bridges
y yo añadidos bajo un arcoíris por encima el castillo de hielo de la película.
—Esto es increíble, English.
—¿Te gusta? Quería que estuvieras bajo el arcoíris con nosotros.
—Creo que hiciste un trabajo fantástico para que eso ocurriera.
El señor Bridges dice, aún actuando incómodo:
—Por si no lo sabías, a English le encanta esa película.
—No es difícil de adivinar. —Mirando a English, digo—: Voy a
atesorar esta hermosa obra de arte para siempre. Muchas gracias por esto.
—Lo abrazo contra mi pecho. Y, honestamente, el ardor de las lágrimas
amenaza, porque no recuerdo que nadie me haya ofrecido antes algo tan
precioso.
English sostiene mi nueva obra maestra mientras los tres caminamos
hacia la puerta.
—Gracias por la invitación a cenar, señor Bridges. Estuvo delicioso.
—¿No crees que es hora de que me llames Beck? —pregunta. Esto me
parece un poco extraño, porque podría haberlo mencionado antes, pero no
lo hizo.
Al no saber cómo responder, solo levanto la mano.
—Beck, gracias. Y llámame Sheridan.
—Lo estaba planeando.
—English, te veré mañana.

71
—Adiós, señorita Monroe. Gracias por las galletas.
Me ayudan a llegar a mi auto y me voy saludando. Eso fue
interesantemente extraño. Beck fue más amable esta noche, pero a veces
parecía como si no estuviera a gusto conmigo allí. Es una persona difícil de
entender.

72
Capítulo 14
Beck
Traducido por Walezuca Segundo

E
l tráfico es una mierda cuando me dirijo a mi sesión de fotos. Y
estoy de mal humor para completar el panorama. El idiota me
canceló cuatro veces y llamó ayer diciendo que necesita las
fotos para la semana que viene. Hoy fue el único día en que pudimos
solucionarlo. Sábado. El día que me encanta pasar con mi hija. Ahora tengo
que renunciar a medio día entero, tal vez incluso más, dependiendo de si
este tipo con el que me voy a reunir tiene sus cosas en orden.
Mientras conduzco, no puedo evitar darme cuenta que este auto está
entrando y saliendo del tráfico a una velocidad inusualmente alta para la
carretera en la que estamos. La velocidad es bastante mala, pero si a eso le
sumamos que el conductor se desvía constantemente y casi causa varios
accidentes. Mi teléfono está en el tablero, así que presiono en la aplicación
de fotos y pulso el botón de vídeo. En cuestión de segundos, estoy grabando
a este loco hijo de puta.
Pero luego veo su viejo trozo de metal cuando él se acerca por detrás
de ella. Ella no sabe lo que está a punto de pasar. Maldita sea. ¿Por qué ese
imbécil tiene que conducir así, y por qué diablos ella no está prestando
atención a lo que pasa a su alrededor? ¿Nadie le enseñó a conducir por el
carril lento?

73
Capítulo 15
Sheridan
Traducido por Myr62 y Lauuz

S
in lugar a dudas, me he convertido en la mayor gruñona del
mundo. Esta cosa del tobillo ha tomado cada trozo de paciencia
en mi tarro y lo ha drenado. Michelle y yo nos mudamos aquí en
julio pasado para aceptar nuestros nuevos trabajos, así que todavía estoy
tratando de encontrar mi camino en esta gran ciudad de Atlanta. Elegimos
Brookhaven como un lugar para vivir porque es conveniente para el trabajo
y ofrece todo lo que necesitamos. Sin embargo, el tráfico puede ser malo
dependiendo de la hora del día, y cuando tengo que aventurarme fuera de
esta área o Buckhead, estoy perdida. Uso el GPS en mi teléfono, porque mi
auto es tan viejo que no tiene uno, pero todavía me desconcierta. Crecí en
una ciudad pequeña y fui a UGA, que no está en una ciudad grande, así que
todo esto es nuevo para mí.
Mi Honda Accord de diez años de edad comenzó a comportarse mal,
así que programé una cita el sábado para que me lo revisaran. Mientras
estoy conduciendo en el tráfico loco, me enredo, escuchando las
instrucciones que vienen de mi teléfono. Al darme cuenta que necesito
cruzar tres carriles para girar a la derecha, termino en un choque. Esto no es
lo que necesito. Y si Michelle no se hubiera quedado con Oliver anoche, ella
habría estado conmigo y esto no habría pasado, o eso es lo que mi
ridículamente irracional cerebro me dice.
Después de sacar mi auto de la carretera, alcanzo mis muletas para
salir, y cuando lo hago, un hombre aterrador me confronta. Es perturbadora
la forma en que se pone frente mío y me grita. Estoy tan conmocionada por
el incidente que no se me ocurre llamar a la policía. Se para allí y me
reprende por mi horrible conducción y mi estúpido movimiento de cortarle
el paso y causar una situación que pone en peligro mi vida. Presiona mi
espalda contra el costado del auto, y me alejo de él con miedo. Levanta las
manos y, justo en el momento en que creo que va a golpearme, alguien me lo

74
quita. Me desplomo, aliviada, y me apoyo en mis muletas para evitar que
caerme sobre la grava bajo mis pies.
Entonces oigo su voz.
—¿Estás bien?
Con los dedos pegados en la frente, levanto la cabeza y lo miro. Mi voz
está bloqueada en algún lugar entre mi laringe y la boca. Nada emerge.
—La policía está en camino.
Se interpone entre el hombre enfurecido y yo. Por una vez, parece
como si tuviera un corazón en lo que respecta a alguien que no sea English.
Pero luego mi ilusión se dispersa como polvo en el viento cuando dice:
—No deberías dejar que la gente te trate de esa manera. ¿Nadie te ha
dicho alguna vez que deberías defenderte? Y deberías haber estado
conduciendo por el carril lento.
Mi salvador potencial se ha convertido en un idiota. Odio a este
hombre.
Pero no se rinde.
—Podría haberte lastimado.
Y entonces sucede lo peor. Mi labio inferior tiembla. Esto no puede
estar sucediendo. Soy mucho más fuerte que esto. He pasado por mierda
peor que este incidente. No lloraré. Repito. No lloraré. Sin lágrimas, ¿oyes eso,
Sheridan? Arriba ese ánimo, gallina.
Ni todos los cánticos de aliento pueden detenerlas. La jodida
catástrofe golpea, y me quedo allí como una idiota, lágrimas rodando por
mis mejillas mientras él me mira. Me las quito con furia, con la esperanza de
hacer que se vayan.
—No le dejes ver que te tiene. No necesita saber que tiene ese tipo de
poder.
Eso es. He terminado con esta idiota. Entre mis sollozos, hipo:
—No estoy llorando por él, imbécil.
Una V se forma entre sus cejas cuando su cabeza se inclina, y estoy
atrapada por orbes azul verdosos que parecían seguir creciendo.
Me niego a darle la oportunidad de hablar.

75
—No podía defenderme porque temía que me fuera a pegar. Es mucho
más grande que yo, ¿o no te diste cuenta cuando te interpusiste entre
nosotros? —Para entonces, mi hipo se convierte en lo que suena más como
un maullido de gato, y termino la pregunta con un gemido—. No digas ni una
palabra más. Me gustaba más cuando mantenías la boca cerrada. —Finjo
cerrar una cremallera en mis labios en una imitación de lo que él debería
hacer.
Sus labios forman una línea recta, y el pequeño músculo de su
mandíbula se flexiona. Él también está enojado, pero no me importa. Coloco
mis muletas en su lugar y me paro, lo aparto del camino y me coloco frente al
otro hombre.
—Usted, señor, es un matón imbécil gigante. Tienes que ir a chupar la
polla de un cerdo. —Entonces me quedo allí, y tenemos un duelo de miradas
hasta que llegue la policía.
Cuando lo hacen, es un combate de gritos hasta que nos separan. Beck
finalmente les muestra el video de lo que pasó. Evidentemente, él estaba
detrás nuestro y grabó todo. El accidente que creí haber causado no fue
culpa mía. Fue del cabrón enfadado. Estaba pasando autos a derecha e
izquierda y me rozó la parte trasera, pero actuó como si fuera yo quien le
cortó el paso. Junto con su furia al volante, terminan acusándolo de agresión.
Le debo a Beck un gran favor. Si no hubiera sido por él, no sé qué
habría pasado.
El oficial de policía regresa y le pregunta a Beck si puede enviar el
video a su computadora. Y luego le da una charla a Beck.
—Tienes suerte, jovencito. Aunque no es ilegal usar el teléfono
mientras se conduce, es una distracción filmar un video, así que no lo
conviertas en un hábito.
—Sí señor. Normalmente no hago nada como esto. Fue un caso
especial.
—Bien. —Luego, él y Beck caminan hacia el auto de policía. Me hace
darme cuenta de mi afortunado momento.
Cuando Beck regresa, yo digo:
—Gracias. Lo siento por la forma en que te hablé. Obviamente no ha
sido un buen día. Pero me equivoqué al decir esas cosas. ¿Cómo supiste que
era yo?
Levanta un hombro.

76
—Tu auto. Lo recordé. Sabía que ese conductor iba a causar un
accidente. Esperaba que no fueras tú.
Frotándome los ojos con las palmas de las manos, digo:
—Mi suerte no funciona así. Mejor me voy. Tengo una cita con el taller
mecánico. Gracias de nuevo.
Ya que mi parachoques trasero está ligeramente abollado, decido que
ni siquiera me preocuparé por esa reparación ya que mi auto es tan viejo.
Pero hay más malas noticias. El pequeño ruido proviene de mi
transmisión, y será una reparación costosa, por una suma de dos mil dólares.
Les pregunto sobre cómo arreglarlo, pero dicen que no pueden hacerlo. Es
arreglarlo o conducirlo hasta que se rompa.
Ahora realmente quiero llorar como un maldito bebé. El dinero que
tengo en mi cuenta bancaria no se acerca a eso, así que supongo que tendré
que usar mis tarjetas de crédito. Mis préstamos estudiantiles son mi primera
prioridad, por lo que hago pagos adicionales cada mes, lo que limita mi
capacidad de ahorrar.
Michelle está en casa, finalmente sola, cuando entro.
—Oye, chiquita, ¿Qué se está cocinando? —pregunta. Cuando termino
de ponerla al tanto, permanece en silencio por tanto tiempo que me
pregunto si me escucho. Entonces se sienta a mi lado y me abraza—. Has
tenido una suerte horrible últimamente. Creo que necesitamos salir esta
noche.
¿Qué? ¿salir? ¿Dónde está Oliver?
—Tiene una cosa familiar. —Sus ojos se mueven alrededor, y sé que
algo la está molestando.
—¿Qué está mal?
Cruza los brazos y hace un puchero.
—Este es el asunto. Pasamos todo este tiempo juntos, y me dice
cuanto le gusto. Entonces tiene ese asunto familiar, lo que sea que signifique,
y no me invita. ¿Crees que es raro?
—Hmmm. Tal vez no fue él, sino su familia, sabes. Tal vez dijeron que
sin invitados o algo así. ¿ha hecho tu familia algo así… decirte que no lleves
una cita?
—Si, supongo. —Sigue haciendo pucheros.

77
—Entonces no me preocuparía. No es como si llevaran un año
saliendo. ¿Solo han estado viéndose por cuánto? ¿un mes?
—Si, un mes este fin de semana.
—Es correcto porque tengo mi revisión de las cuatro semanas de mi
tobillo el lunes.
—Entonces no me preocupo. Así que, ¿cómo esta? Tu tobillo. —Se
agacha para dar un vistazo, aunque no estoy segura de porqué. No es como
si pudiera ver algo a través de mi enorme bota.
—Mejor. Espero que me diga que puedo dejar estas malditas muletas.
Es difícil ir a comprar comestibles y hacer otras cosas cuando no tengo las
manos libres. —Todo sale antes de que siquiera pueda pensar en ello.
Su rostro pasa de confundida a feliz, entonces es como ver una torre
de bloques derrumbarse.
—Oh Dios, he sido tan egoísta estas semanas. Te he dejado sola para
valerte por ti misma. Soy la peor mierda. La peor compañera del mundo.
—Detente. No es gran cosa. —Pero lo es y lo ha sido, y es demasiado
tarde para que me retracte—. Pero tengo que averiguar qué voy a hacer con
mi auto. Voy a pedirle al director algunas tutorías después de la escuela.
—Eso suena como una idea.
—Tal vez algún trabajo de fines de semana también. Los centros de
aprendizaje siempre están contratando.
Ella truena los dedos.
—He querido preguntarte. Oliver y su compañero van a hacer una
fiesta de Halloween y te invito. Di que vendrás.
—Es la próxima semana, ¿verdad?
—Si, las fiestas de Halloween suelen ser en Halloween —dice con una
sonrisa.
—Listilla. Iré si ya no tengo estas. —Apunto a mis muletas.
—¿Estas dispuesta a salir esta noche?
Le doy una mirada de estás loca.
—Navegar en un club usando muletas mientras equilibro mi bebida
sería una total pesadilla.
—Lo entiendo. ¿Qué piensas de una película y palomitas?

78
—Ahora eso puedo hacerlo.
Es media tarde cuando salimos y nos dirigimos al cine más cercano,
uno de esos complejos con muchas opciones, y nos acomodamos para un
tiempo de relajación. Al salir, estamos hablando de nuestros gustos y
disgustos cuando alcanzo a escuchar.
—Señorita Monroe.
Mirando a mi derecha, ahí están English y Beck dejando el cine
también.
—¿Comiste palomitas? —Quiere saber ella.
—Lo hice. Esta es mi compañera, Michelle. Michelle, esta es una de
mis estudiantes, English, y su papá Beck.
Nos detenemos y hablamos un poco, pero Michelle babea por Beck.
Beck es su usual inarticulado ser, y después de unos cuantos intercambios
extraños, decimos adiós. Pero mientras nos alejamos lanza una pregunta.
—¿Te dieron un estimado de tu auto?
—Si, y también malas noticias. Mi transmisión está rota. Creo que mi
pobre viejo auto está terminado. —Frunzo el ceño.
Él asiente y se van.
Michelle jala mi brazo tan fuerte que siento que sus uñas van a
enterrarse todo el camino a través del suéter que estoy usando.
—¡Ow!
—Lo siento. Pero es un hombre muy guapo.
—Lo es, pero es muy extraño. No puedo descifrarlo, aunque lo intente
toda mi vida.
Estamos caminando de nuevo, y pregunta:
—¿Qué quieres decir?
—Un minuto es lindo, y entonces es retraído, después un idiota. Pero
verlo con su hija destruye cada teoría de idiota que tengo sobre él.
—Tal vez es tímido —sugiere Michelle.
—No creo que sea eso. —Estamos delante del auto ahora, y ambas
entramos.
—¿Entonces qué?

79
—Como dije, no lo sé. No puedo descubrirlo, pero puede ser un
trabajo difícil.
—Una hermosa pieza de trabajo difícil.
—Una para la que no tengo tiempo. Pero sus ojos. Cuando me mira,
cavan tan profundo que me hacen estremecer.
—Una cosa es cierta, esa pequeña niña es la cosa más linda desde que
se inventaron los cachorros.
Tengo que estar de acuerdo con ella en eso. English es la niña más
adorable. Cuando le digo a Michelle sobre la vez que tomo mi teléfono, casi
tenemos un accidente.
—¡Oye, mira el camino!
—Lo siento, pero es la historia más dulce que he escuchado.
Ya en casa, recibo un mensaje de texto. Es de Beck.
Puede que conozca a alguien que puede ayudar con tu transmisión.
Wow. Eso es muy agradable de su parte.
¿En serio? Es genial. ¿Qué tengo que hacer?
Me imagino que le tomara varias horas o un día que me responda.
Pero no es así esta vez.
¿Puedes llevarlo a su tienda el lunes a la mañana para que lo revise?
Eso me pone en una encrucijada. Tengo una cita con el ortopedista y
después debo ir a la escuela. ¿Cómo me voy a mover? Tal vez si puedo ir muy
temprano, puedo pedir un Uber desde ahí.
¿Puedo ir alrededor de las siete o las siete treinta? Tengo una cita
médica a las ocho treinta, y necesito tiempo suficiente para pedir un Uber.
No responde por unos minutos, pero después lo hace.
Si, y puedo llevarte a tu cita.
Eso es raro. ¿Por qué haría eso? Otro mensaje suyo llega.
Te veré allí después de dejar a E en la escuela. Aquí está la dirección.
Decidiendo no rechazar su regalo, acepto. Michelle está sobre
analizando este asunto, leyendo mucho más de lo que debería. La razón es
que no ha estado mucho alrededor de él. No puede posiblemente entender
sus cambios de humor.

80
El domingo a la noche, mi cuerpo actúa como si hubiera bebido varios
tragos de café. No me es posible dormir porque todo lo que veo son enormes
ojos azul verdoso mirándome intensamente, así que finalmente me rindo y
decido abrir mi iPad y leer un libro. A las cinco de la mañana, me ducho y
tomó una taza de café. Este va a ser un día extenuante. Lidiar con una
habitación llena de niños de seis años después de una noche de insomnio
será brutal.

81
Capítulo 16
Sheridan
Traducido por Lauuz

L
a tienda de transmisiones está bastante cerca de mi casa, y llego
a las siete quince con los papeles del taller. Un hombre mayor,
quizás en sus cincuenta, me saluda. Me presento, y me dice que
su nombre es Joe. Ha estado esperándome, así que está bien. Escanea los
papeles y dice que quiere hacer una revisión exhaustiva. Puede que haya
algo que pueda hacer que no implique el reemplazo de la costosa
transmisión. Si es costeable, puedo sacarle unos kilómetros más a mi viejo
auto.
—No puedo hacerte ninguna promesa hasta que vea que está
pasando, ¿entiendes?
—Si, pero si puedes hacer eso, sería genial. No estoy en posición de
comprar uno nuevo en este momento. ¿Sabes de cuanto estamos hablando?
—No puedo decirlo, pero ni de cerca lo que dice aquí. —Levanta los
papeles en su mano—. ¿Puedo tener tu número así puedo llamarte?
Después de que lo escribo, le digo que soy maestra, y si no respondo,
que por favor deje un mensaje. Mientras estamos hablando, Beck estaciona y
se dirige a nosotros. Joe le explica lo que está pasando. Unos minutos
después, estamos camino a la oficina del doctor después de que le doy la
dirección.
—Gracias por esto. No tenías que llevarme.
—Lo sé.
Bam. Eso es todo.
Tomo el golpe y pregunto antes de que pueda pensar en ello.
—¿Por qué eres tan cortante?
Mueve los ojos hacia mí y entonces de nuevo al camino.

82
—¿Cortante? Digo lo que pienso, es todo.
—Algunas veces no es lo más placentero de escuchar. Y también están
esas veces que no dices nada.
Me mira de nuevo y me da un breve asentimiento.
—Señorita Monroe, no soy de los que dicen un montón de cosas
floridas solo por gusto.
—¿Señorita Monroe?
Después de una ligera sacudida de su cabeza dice:
—Sheridan.
La temperatura dentro del vehículo ha escalado a un nivel incómodo.
—No estaba pidiendo cosas locas o floridas. Tal vez debamos dejar el
asunto.
Suelta un suspiro.
—Tu comenzaste. Eres exasperante.
—¿Yo? No he hecho nada —bufo.
—Lo haces. Sacaste todo eso a colación, y ahora quieres dejarlo. Y
estas equivocada sobre mí. Digo cosas. Muchas.
Lo hace ahora, y desearía que no lo hiciera.
Levanto las manos, palmas hacia arriba y digo:
—Mira, yo creo que la mayoría del tiempo bordeas lo grosero.
—Entonces, ¿enviarte un mensaje sobre mi amigo que repara
transmisiones es grosero, e invitarte a cenar es grosero?
Mierda. Cuando lo pone así, me siento como la más grande idiota.
—No, tienes razón. Soy malagradecida. Gracias. —Es momento de que
cierre la boca y siga adelante.
Solo que no lo dejara.
—Me alegra que comiences a ver las cosas a mi manera.
¡Oh. Por. Dios! Como se atreve. Aprieto los dientes tanto, que juro que
deben haberse roto. Justo ahora podría masticar piedras. ¿En verdad piensa
eso? ¡Totalmente lo piensa!

83
La oficina del doctor esta justo enfrente, y no puedo esperar a salir
corriendo de su auto. Cuando entra, espero que me deje en el frente, pero se
estaciona y sale. ¿Qué está haciendo? Da la vuelta y abre mi puerta.
—¿Vienes o no?
¿Va a venir conmigo?
—Puedo ir por mí misma y tomar un Uber a la escuela.
—Te llevare. —Y eso es todo. Su boca en una línea rígida, así que no
tiene caso discutir con él.
El doctor es un completo fracaso. Después de otros rayos X, está
determinado en que necesito usar la bota por dos semanas más y seguir con
las muletas, también. De acuerdo a él, los tobillos son de cuidado por todos
los huesos que tienen, y quiere asegurarse de que se han unido
apropiadamente antes de ponerle peso de nuevo. Fóllame de todas las
maneras posibles, y luego fóllame la vida también.
Cuando le digo al señor Enojado, actúa como si no fuera gran cosa. Y
eso me hace lanzar un berrinche.
—Es una gran molestia. La tienda de comestibles, tratar de lavar, no
puedo ejercitarme ni cargar nada. Cambiar las sabanas es una maldita
pesadilla. Cada jodida cosa en mi vida esta arruinada hasta la maldita luna y
de regreso.
Me mira, su rostro completamente serio y pregunta:
—¿Por qué no me dices como eso te hace sentir?
Si alguien más me hubiese preguntado eso, habría sonado estúpido,
pero la forma en que lo dice, junto a su expresión compuesta, me tiene
estallando en risas.
—¿Mejor ahora?
—Mucho, gracias.
Entonces dice.
—Por cierto, de verdad tienes una boca sucia a veces.
—Si, usualmente pasa cuando estoy super molesta o el alcohol está
involucrado.
—Anotado. Sé que te lo he preguntado antes, pero por favor dime que
no hablas así frente a tus estudiantes.
—Solo los viernes.

84
Una profunda risa sale de él, y estoy tan sorprendida que lo miro con
la boca abierta.
—¿Qué?
—Nunca te había escuchado reír.
—Me rio todo el tiempo.
—No, a mi alrededor no lo haces —le digo.
—Si quieres ser específica, no estamos alrededor del otro demasiado.
—Verdad, pero admítelo. No eres la persona más relajada.
Su boca se frunce, diciéndome que he golpeado un nervio.
—Hay cosas pasando en este momento que… —se detiene, un
pequeño musculo en su mandíbula comienza a torcerse.
—Oh, lo siento.
La mano en el volante tiene un agarre tan apretado que sus nudillos
son blancos. No quiero meterme, pero tal vez necesita una amiga.
—Si necesitas hablar, tengo buenos oídos.
—¿Qué se supone que significa eso?
Su ladrido me hace saltar en mi asiento. Levantando una palma,
rápidamente digo:
—Nada. Solo una amiga tratando ayudar.
—Estoy bien, y aprecio la oferta. —Entonces se cierra, tan apretado
como un frasco nuevo de pepinillos que no se abre. Lo miro fijamente
mientras trato de descifrarlo.
—¿Está todo bien con English?
Nos detenemos en un semáforo, y cuando me enfrenta, sus fosas
nasales flamean.
—English está bien. No la metas en esto —espeta.
—Vaya, solo estaba tratando de ayudar. Lo lamento.
Un par de minutos después, entramos al estacionamiento de la
escuela, y si estas malditas muletas no fueran mi bola y cadena, hubiera
corrido al edificio.
—No puedo decirte cuanto aprecio que hicieras esto por mí.
Realmente te pasaste. —Y lo hizo. Incluso aunque fue un imbécil.

85
—Lamento hablarte así. He estado un poco estresado últimamente.
Me detengo antes de abrir la puerta y suavizar mi voz cuando digo.
—Es muy obvio. Como dije antes, si necesitas hablar, soy buena
oyente, y nunca chismoseo. —Es la verdad.
Ofrece un ligero asentimiento y sale a ayudarme.
—Te veré el viernes.
—¿Viernes? —pregunto desprevenida.
—La fiesta de Halloween de la escuela, ¿recuerdas? —me recuerda.
Mi mano vuela a mi frente.
—Oh, mierda. —Entonces mis ojos se vuelven como de pug casi
saliendo de mi cabeza. Rápidamente escaneo el área para asegurarme de que
nadie me escucho.
—Estás a salvo.
—Phew, olvide mi disfraz. Y ahora con muletas.
—Ve como la víctima de un accidente.
Mi sarcástico ser dice:
—Bueno, eso es original.
—Podría serlo. Puedes momificarte, pero usar las muletas.
Ahí hay una idea.
—Si, pero usar el baño sería difícil.
—Vamos, eres brillante. Puedes arreglar eso.
Tendré que trabajar en ello, pero por ahora, la escuela está en la
agenda. Le digo adiós con la mano y entro.
Cuando entro al salón de clases la sustituta sonríe, y le agradezco.
English saluda y quiere saber si tendré que usar muletas hasta Navidad.
En la voz más alegre que puedo lograr, digo:
—Espero que no. Dos semanas más y me revisan de nuevo. Tal vez
entonces haya terminado con ellas.
—¿Tal vez hasta Acción de Gracias? —pregunta.
—Si. Acción de Gracias. —Sonrió, pero no me siento muy alegre.

86
Entonces camina hacia mi escritorio y me pasa algo.
—¿Qué es esto?
—Sabía que ibas a ir al doctor hoy y tal vez te inyectarían. Odio las
inyecciones, así que te hice un dibujo —dice
Abro la pieza de papel doblada, y es un dibujo de una pequeña niña
parada entre una mujer y un hombre debajo de un arcoíris coloreado con
colores brillantes. Mi corazón quiere cantar por esta niña parada frente a mí
con la sonrisa más dulce.
Estoy sentada en mi escritorio, así que extiendo los brazos y digo:
—Un dibujo así de adorable merece un abrazo, ¿puedes darme uno?
Ella pone sus lindos bracitos a mi alrededor y me da un apretón.
—Es el mejor regalo que he recibido después de ir al doctor. Gracias
por pensar en mí.
—De nada, —Vuelve a su asiento.
Los otros estudiantes nos están mirando con curiosidad, así que
levanto el dibujo y les muestro.
—English estaba preocupada de que me dieran una inyección en el
doctor el día de hoy, así que me dibujo esto.
Un mar de rostros horrorizados me mira.
—Pero está bien —les aseguro rápidamente—. No tuvieron que
inyectarme.
Madison, una pequeña a la que le faltan dos dientes frontales, grita:
—A mí me ponen dos inyecciones todo el tiempo. —Tiene alergias, así
que tiene que tomarlas.
—Madison, ¿Por qué no nos cuentas al respecto? —Ella da esta larga,
extensa explicación de sus visitas al doctor y como mutilan sus brazos cada
vez. Me doy cuenta de mi error a la mitad de su explicación y la apresuro.
Cuando termina, ruego que ninguno de estos niños desarrolle alergias algún
día. Sería como arrastrar a una vaca fuera del barro tratar de llevarlos al
doctor.
Rápidamente les recuerdo que, aunque las inyecciones duelen, nos
hacen sentir mejor al final. No me creen ni un poco. El resto del día va mucho
mejor.

87
Mientras estoy recogiendo mis cosas para ir a casa, alcanzo el dibujo
que hizo English. Es difícil negar como se derrite mi corazón cada vez que
pienso en esta preciosa niña. Y entonces, pienso en su papá. No estoy segura
qué pensar de él. Su oferta para ayudarme con mi auto fue más que amable,
y, aun así, su grosera e irritable disposición me deja rechinando los dientes.
¿Cómo pudo este hombre haber criado a una niña tan adorable?
Mi auto está listo para ser recogido, así que Susan se ofrece a llevarme
ahí. Gracias a Dios, Joe solo va a cobrarme doscientos dólares. No tendré que
trabajar extra para pagarlo, y será lindo tener mis propias ruedas de nuevo.
Esa tarde, Michelle y yo ideamos cómo hacer mi disfraz de momia.
Usaremos vendajes, así seré capaz de ir al baño. Dado que estaré usando la
cosa todo el día, espero que no se deshaga.
—Solo usa un top y short debajo, y lleva papel extra por si acaso —
sugiere ella.
—Si, supongo que eso funcionará.
Juntamos mis cosas, así que estoy lista para mi disfraz el jueves.
—¿Puedes envolverme en la mañana? —pregunto.
Accede, pero decidimos levantarnos extra temprano.
Al final, no estoy segura de sí luzco más como un trabajo de papel
higiénico que salió mal, o una momia con mala suerte. Ambas nos reímos
demasiado fuerte. Tomo un rollo extra de papel, cinta blanca y más vendas
por si acaso.
Mientras estoy saliendo por la puerta, escucho a Michelle riéndose
detrás de mí. No estoy segura de sí es algo bueno o malo.

88
Capítulo 17
Beck
Traducido por Lauuz

—¿L
e preguntaste?
—No papá, no lo hice. Desearía que
retrocedieras. Salí como lo pediste. Déjame
corregir, tu y mamá no lo pidieron, me
acosaron hasta que finalmente me rendí. —Estoy tan cansado de esta
conversación que quiero salir de aquí, pero no puedo porque necesito que
cuiden a English mientras voy a esa sesión hoy.
—Si, y mira lo que paso. Terminaste con una adorable mujer en tu
casa.
—No fue así. Le di una mano cuando la necesitaba. ¿Y cómo sabes que
es adorable? Ni siquiera la has visto.
—Solo voy con lo que dijo tu madre. Sucede que creo que tiene un
muy buen gusto. —Tiene el nervio de presumir.
—Ríndete, papá —digo gruñendo.
—Crees que es adorable, ¿no?
—Jesús.
—¿Bueno?
—Está bien, si, ella está bien.
—Hmmmph. Entonces pídele salir a cenar. Sabes lo que dijo John. No
estoy tratando de presionarte.
Mirándolo, le digo:
—Entonces, ¿cómo le llamas a esto? Mira, tengo que llegar a un lugar.
—Y me alejo pisoteando, cerrando la puerta demasiado fuerte. Estoy seguro

89
que me dará un sermón cuando vuelva, pero no quiero pensar en lo que
menciono. No hoy de todos modos.

90
Capítulo 18
Sheridan
Traducido por Lyla

M
is alumnos llegan al aula y ninguno de ellos sabe lo que se
supone que debo ser. Cuando les digo, no saben qué es una
momia. Todos los otros maestros se burlan y se ríen de mí.
Susan no puede mirarme de manera seria. Otra maestra está vestida como
Tinker Bell, y aquí estoy pareciendo algo que pertenece a un basurero. Esta
fue una muy mala idea.
Las clases se retiran temprano para que podamos celebrar la fiesta
escolar que comienza a las dos en punto. Todos los padres están invitados,
pero la mayoría no va a venir. Me sorprende cuando Beck entra.
English está vestida como Elsa de Frozen, lo que parece apropiado, y
su disfraz es increíble. Incluso su cabello trenzado es perfecto.
Beck me mira, y levanta la frente. Me escanea de pies a cabeza, y luego
espero a que siga el comentario sarcástico. Pero todo lo que obtengo es:
—Momia, ¿eh?
—Papá, ¿no se ve la señorita Monroe graciosa?
—Ella seguro que lo hace.
Inclino mi boca hacia un lado y asiento, agradecida.
—Señorita Monroe, debería haberle pedido a papá que le hiciera su
disfraz. Él es bueno con los disfraces.
Antes de que pueda formar una respuesta descarada, se hace un
anuncio para que todos los maestros se reúnan para una foto de grupo. Oh,
hermano. Tengo papel higiénico colgando de mí en todas partes, y todo lo
que quiero hacer es quitármelo, pero no puedo porque solo llevo pantalones
cortos y una camiseta sin mangas debajo. Esta idea mía no fue buena en
absoluto.

91
Cuando llego al grupo, trato de escabullirme en la parte de atrás, pero
no. Susan me hace pararme en la primera fila, afirmando que el mío es un
disfraz para recordar a lo largo de los siglos.
Necesito una bebida, y no el tipo de ponche que sirven aquí.
—Te ves estresada. —Es Beck otra vez. Estoy segura que tendré que
soportar más de sus burlas.
—¿Puedo desahogarme sin ningún sarcasmo a cambio?
Una media inclinación de cabeza más tarde y estoy a plena marcha
acerca de mi ropa de momia. A mitad de camino, él tira sus labios entre sus
dientes, y luego veo que hace todo lo posible para contenerse.
—Está bien, solo sigue adelante y ríete. Todos los demás lo hicieron.
—Tienes que admitirlo, es muy gracioso. —Y una carcajada se escapa
de él que hace que cabezas giren hacia nosotros.
No digo una palabra. Decidiendo que el mejor curso de acción es dejar
que él lo saque todo, solo lo miro. Por fin, dice:
—Vamos, Cookie. Vamos a conseguir un poco de dulces.
—¿Cookie? —¿De dónde diablos vino eso?
—Hmm. No puedo dejar de pensar en esas galletas que hiciste para
nosotros. —Sostiene mi codo mientras caminamos. No pasa desapercibido
que otros nos miren.
Llegamos a una de las estaciones de dulces, y pregunta:
—¿Cuál es tu veneno? ¿Snickers o Kisses?
—Kisses, por supuesto —lo digo con tanta despreocupación, que casi
me pierdo la forma en que sus ojos se posan en mí. Casi. Pero cuando veo
cómo me está mirando, no puedo detener el escalofrío que me recorre. O el
calor que dispara a través de mis venas. ¿Por qué tiene que ser tan caliente?
¿Y por qué tiene que ser tan jodidamente raro? Rápidamente, agrego—: Si
hubiera habido Reese’s Peanut Butter Cups, mi elección habría sido
diferente.
Arrastra sus pies por un segundo mientras el lugar entre sus cejas se
frunce.
—English está con mis padres mañana. Truco o trato es lo que les
gusta hacer con ella. ¿Estarías interesada en ir a cenar? —Antes de que
pueda responder, toma un pedazo de papel higiénico descarriado y lo mete

92
de nuevo en el borde de mi musculosa. El roce de su dedo contra mi piel
envía un ligero cosquilleo por mi columna vertebral.
—Yo, eh, sí, claro. —¿Cenar? ¿Solo nosotros dos? ¡Mierda! Me tomó por
sorpresa, ¿y qué más podía decir?
Mete sus manos en los bolsillos de sus jeans gastados, y sus ojos se
mueven por la habitación antes de que vuelvan a mí. Se aclara la garganta y
dice:
—Correcto. Bueno. ¿Qué tal si te recojo digamos a las siete?
—Sí, está bien.
—Sheridan, creo que debes saber que te has ganado a English. Habla
de ti sin parar.
Una sonrisa se extiende a través de mi rostro mientras me relajo. Ni
siquiera era consciente de lo rígida que había estado.
—¿Eso está bien?
—Está bien. Si le enseñas algo, ella lo retendrá si le gustas. No estoy
seguro si los otros niños son así, pero así es como funciona English. Y si no lo
hace, no la convencerás de que el sol sale cada día.
—¿Sabías que me hizo un dibujo cuando supo que iba al médico?
—No, nunca me lo dijo.
Me reí entre dientes y le conté lo de la inyección.
—Oh, ella las odia.
Entonces le cuento lo de la foto.
—Hmm. Eso es interesante. Debe estar muy encariñada contigo.
Nunca he sabido que haya hecho eso antes.
—Fue adorable.
Una expresión de dolor distorsiona sus rasgos mientras sus ojos se
nublan. Mira directamente a su hija, y veo a un hombre que parece estar en
agonía. Y no tengo idea de por qué.
—¿English está enferma? —Eso es lo primero en lo que puedo pensar
con la forma en que tenía tanto miedo a las inyecciones.
—¿Qué? ¡No! ¿Por qué me preguntas eso?
—Lo siento. No quise ofenderte, sino la forma en que la estabas
mirando en este momento. Me asustaste por un segundo.

93
Su postura decae momentáneamente, pero luego sus hombros se
enderezan, y me da una sonrisa completa. Aunque no está al cien por cien
aquí, esa amplia sonrisa me hace darme cuenta de la potencia detrás de las
miradas de Beck Bridges. El hombre es impresionante, y si presionara un
dedo en mi pecho en este mismo segundo, lo más probable es que me pueda
derribar.
—Será mejor que haga mis rondas a los otros estudiantes y padres.
Espero con ansias la noche de mañana. —Tal vez se abra más en la cena.
—Sí. Mañana —dice distraídamente.
Para el resto de la fiesta, él realmente no se involucra, pero observa a
English mientras ella interactúa y juega. Hay algo completamente mal en
todo esto, y quiero ayudar, pero no puedo. Quizás mañana.

94
Capítulo 19
Sheridan
Traducido por Smile.8 y Tori

—N
o puedo creer que no vayas a la fiesta de
Halloween por una cena.
—Sí, si puedes. Tú también lo harías.
Además, ese disfraz de momia era un
desastre. Para el final del día, el papel higiénico se arrastraría detrás de mí
haciéndome parecer como si tuviera docenas de molestas colas. Fue
horrible, y nunca nadie se ha burlado tanto de mí.
Michelle me agarra el hombro un poco demasiado fuerte.
—Oye. Cuidado. —Me tropiezo un poco.
—Vaya. Lo siento. Estaré tan contenta cuando puedas deshacerte de
esas cosas. Son tan molestas.
Voy a estrangularla.
—¿De Verdad? ¿Y cómo lo sabes?
—Está bien, me tienes ahí, pero quiero que vengas a lo de Oliver. —
Está usando su voz quejumbrosa y pedigüeña.
—Y estar de pie con muletas en un disfraz que se ve idiota,
sosteniendo una bebida no es divertido. Créeme.
Saca su lengua y finalmente está de acuerdo conmigo.
—Bueno, al menos conseguiste una cita caliente.
—En efecto. Solo espero que hable.
Y ahora me estreso sobre qué ponerme. Michelle lee mi mente.
—Tus pantalones negros con ese suéter blanco que amo.
—¿Tú crees?

95
—Ajá. —Y desaparece en su habitación para prepararse, supongo.
Michelle se va alrededor de las seis y media, todo cubierta como
Raggedy Ann.
—¿De dónde sacaste el traje? —pregunto.
—Oliver. Él se viste de Andy.
—No, ¿ya están haciendo esas cosas?
—Él insistió.
Arrugo mi nariz como si acabase de oler algo en mal estado.
—No —se queja.
—De toda la gente que conozco, eres la última de la que sospecharía
que haría eso.
Su expresión se derrumba.
—¿Me veo rara?
—Como la mayor idiota del mundo, pero aún te amo. Que te diviertas.
—Ahora quiero ponerme el disfraz de Elvira o algo. Y esta peluca de
hilo pica.
Solo por diversión y por provocar, digo:
—¿Sabe quién llevaba esa cosa antes? Espero que no tuviera piojos.
Se la arranca de la cabeza y comienza a rascarse como una loca.
—¡Eeecs! Eso es asqueroso. ¿Y si lo hicieron?
—Solo estaba bromeando. Ponte la maldita cosa y sal de aquí.
Se da la vuelta mirándome con ojos de cachorro y pregunta:
—¿De verdad?
—Por Dios. Sí, de verdad. Ahora ve, o tu Ollie-Andy se estará
preguntando si te liaste con Bob Esponja.
—Eres mala. Que te diviertas.
A las siete en punto, suena el timbre, y Beck está parado en el porche.
Está… vaya. Lleva jeans oscuros y una camisa negra con las mangas
enrolladas. Es una noche calurosa, así que no lleva chaqueta. Tomo mi bolso
y lo cruzo sobre mi cuerpo, agarro mis muletas, y abro la puerta. Él se inclina
y presiona sus labios contra mi mejilla. Estas muletas se han convertido en

96
mis mejores amigas. Estoy bastante segura que, si no estuvieran
soportándome, habría caído al suelo.
—Te ves muy bien. Mucho mejor que en tu atuendo de momia. —Las
comisuras de su hermosa boca se elevan.
Oh, qué buen olor. Como si acabara de llegar de la playa. ¿Pensaría
que es raro si pongo mi nariz en su cuello y huelo? Diablos sí, lo pensaría.
Para, Sheridan. Él es tan perfecto que quiero estar allí de pie y mirarlo
boquiabierta. O quizás tocarlo para asegurarme de que es real.
—¿Estás lista?
—Ajá. —Mi vasto vocabulario acaba de tomar una caminata por la
puerta trasera. Lo sigo hasta el auto, y él pacientemente me asiste. Vaya,
debe haber tomado una pastilla de sé amable con Sheridan.
—Pensé que podíamos ir a uno de mis lugares favoritos. Sirven todo
tipo de comida, pero su especialidad son las carnes ahumadas, carne de
cerdo, carne de res, pollo. Espero que no seas vegetariana.
—De ningún modo. Como carne como una loca. Solo trato de
mantener un control sobre las otras cosas. Como hemos hablado antes.
—Está bien. Lo recuerdo de cuando viniste a cenar. —Se ríe—.
Excepto los dulces de Halloween. Kisses.
—No puedo dejar pasar un beso, ¿verdad?
Me mira fijamente.
—Tú dirás. —¿De dónde vino eso? Siento mis axilas empezar a sudar.
Su voz profunda de repente me hace desear un beso, y no de
chocolate. Parece mucho más relajado hoy, así que pregunto:
—¿Tuvieron tú e English un buen día hoy?
—Sí. Tomé algunas fotos de la ciudad, y ella vino conmigo.
—¿Qué haces exactamente?
—Soy fotógrafo.
—Sí, lo sé. Ella dijo que tenías una cámara muy grande.
Él ríe.
—Lo hizo, ¿verdad?
—Sí.

97
—Hago todo tipo de fotografía. Fotografías para publicidad, pero
también al aire libre y en la naturaleza, más cosas escénicas. Fotografías de
revistas de viajes, de naturaleza, también el tipo de cosas que ves en Nat Geo.
Viajo bastante, también.
—Vaya. ¿Cómo te metiste en eso?
—Pura suerte. La fotografía era una de mis aficiones, y mientras
estaba en Georgia Tech, hubo un anuncio para un trabajo a tiempo parcial al
que respondí. Después de enviar algunas fotos, todo se convirtió en una bola
de nieve. Terminé saliendo de Georgia Tech y solo conseguí un grado de
asociado por mi hija, pero mi negocio despegó como un cohete, por lo que
realmente no importaba. Ahora tengo bastante demanda, lo cual todavía me
es difícil de creer.
—¿Alguna vez fotografías a gente?
—Algunas veces. ¿Quieres que te fotografíe?
—Oh, Dios, ¡no! Tenía curiosidad por si habías fotografiado a alguien
famoso.
Estamos entrando en el estacionamiento, y dice:
—Me encantaría fotografiarte. English lo ama, pero sabe hacerlo muy
bien. Se conoce todas las poses de memoria. Le encantaría que vinieras y
tuviéramos una sesión. Ya puedo escucharla diciéndote lo que tienes que
hacer. “Inclínate hacia allí. Humedece tus labios. Gira tu cabeza. Deja caer tu
barbilla”. Sería divertido.
Entramos al restaurante, y la maître nos lleva a nuestra mesa, que
resulta estar cerca de la parte trasera. Después de darnos los menús, se vaya.
En tiempo récord, nos han servido las bebidas y llegan nuestros aperitivos.
—El servicio es rápido.
Sonríe.
—Vengo mucho por aquí con English. Creo que me conocen.
Estoy seguro que lo hacen. ¿Cómo no notar a este espécimen alto,
magnífico caminando con su adorable hija?
—Ya veo. Así que dime, ¿las cosas están de verdad bien con English?
Soy una persona muy perceptiva.
La curva de su boca se transforma en un ceño fruncido.
—English está bien por ahora.

98
—¿Qué significa eso?
Raspa sus dientes sobre su labio inferior como si estuviera sopesando
sus opciones.
—Si te hace sentir mejor, me digas lo que me digas, prometo no
compartirlo con nadie.
Toma un bocado de un aperitivo y traga.
—Tiene que ver con su madre biológica.
—Oh. —Eso me choca, pues es lo último que esperaba.
—Tenía diecinueve años cuando nació English. Ella llegó a mi puerta
en una caja con los papeles de la custodia y una carta. No sabía nada de ella
hasta entonces. Ahora, después de todos estos años, su madre quiere verla,
pero tengo reservas.
Mi silencio se expande durante mucho tiempo hasta que finalmente
dice:
—Puedes cerrar la boca ahora, Sheridan.
—Por Dios. Lo siento —digo, sacudiendo la cabeza
—Está bien. No es exactamente la típica historia. English no sabe la
verdad. Solo sabe que su madre tuvo que irse, y eso es todo. Nunca tuve el
corazón para decirle que no quería a esa hermosa niña.
—¿Dijo por qué? —pregunto, porque estoy realmente curiosa.
—Dijo que no podía. Sinceramente, no me acuerdo mucho de esa
noche. Fue un momento de embriaguez, y no estoy demasiado orgulloso de
ello, pero maldición, no cambiaría a English por nada en el mundo. Lo
extraño es que después de conseguirla, mi padre hizo que uno de sus
amigos, que es abogado, verificase los antecedentes de la madre, y ella viene
de una muy buena familia en Macon. Era una chica que salía mucho de fiesta
en la universidad, drogas y alcohol, pero eso es todo lo que puedo recordar
de ella.
—Quizás la han echado. Algunas familias creen en eso de la
reputación. Es ridículo, pero ¿quién puede decir qué pasó?
—Es verdad, pero estoy preocupado ahora, y voy a hacer que
comprueben sus antecedentes de nuevo para ver cuál es su problema.
—Eso es inteligente. — Me volvería loca, también, si alguien quisiera
tener acceso a mi hija después de todo este tiempo.

99
—Mi abogado también me está asesorando —dijo.
—Si hay algo que pueda hacer, déjamelo saber.
—Gracias. English no tiene ni idea. Me preocupa lo que pueda pasar si
tiene que conocer a esa mujer.
—Puede que estés saltando a conclusiones. Pero si el corazón de la
madre está en el lugar correcto, puede que sea algo bueno.
—Eso espero, pero por alguna razón, las vibras que esto sintiendo no
son buenas.
Toco su muñeca.
—Eso es porque quieres protegerla de cualquier posible daño. Eres su
padre.
Nuestro camarero aparece para dejar nuestra comida, y empezamos a
comer. Entonces me viene una idea.
—Beck, ¿te está amenazando de alguna forma? ¿La madre de English?
Baja su tenedor.
—No he hablado con ella. Mandó una carta, y todo el mundo estuvo de
acuerdo en que no era exactamente una manifestación cariñosa del tipo oye,
me encantaría una oportunidad para ver a mi hija.
—Ay.
—Sí, me ha dado hasta Acción de Gracias para preparar a English, y si
no dejo que la vea, dice que emprenderá acciones legales. Mi abogado me
aconsejó no responder, que es lo que he hecho. Con todo lo que estamos
descubriendo, cree que está en esto por el dinero.
¿Y si la mujer había cometido un gran error, y le temó un poco llegar a
aceptarlo? Tomo un enfoque moderado en esto.
—Puede que esto no sea fácil de oír y que no sea lo que quieres oír,
pero como mujer, no puedo imaginar llevar a un bebé durante todo ese
tiempo y renunciar a él fácilmente. Casi debe haberla matado. Así que me
pregunto si quizás, solo quizás, creció y se dio cuenta de lo que hizo, y ahora
quiere arreglarlo.
Me mira fijamente mientras su expresión se tensa.
—Eso es lo que, al principio, mi abogado quería pensar. Yo, por otra
parte, quise luchar contra ella con uñas y dientes. Pero después de mucha
investigación, descubrimos cosas que me aterran. Hay una historia de

100
rehabilitación de drogas, y estoy a favor de la rehabilitación, pero ¿qué pasa
si quiere dinero para más drogas? Lo hizo en la universidad, y fue lo
suficientemente malo para que acabara en rehabilitación. Me alegra que
fuera lo suficientemente inteligente para buscar ayuda. Pero la pregunta me
molesta, ¿qué pasa si las está utilizando otra vez? Eso es lo que nos preocupa
a todos. No quiero a mi hija expuesta a ese tipo de ambiente.
—Si ese es el caso, ¿no sería entonces difícil para ella obtener la
custodia?
—No necesariamente. La Corte tendría que probar que está
consumiendo otra vez, y si no tenemos pruebas concretas de ello, estamos
acabados.
Mi naturaleza inquisitiva quería investigar más, pero me contengo.
Aun así, no puedo dejar de sentir algo de simpatía por la madre. Poniéndome
en su lugar, ¿y si me hubiera pasado a mí? Mis padres nunca me habrían
echado, pero estaba sola en la universidad, apenas podía cuidarme.
—Cuando estaba en la universidad, era muy pobre. Como en comer
una o dos de las comidas al día. Si me hubiera quedado embarazada, no sé
qué habría hecho.
Sus ojos se estrechan, y su voz casi es un gruñido.
—Sheridan, no te dije esto para que defiendas a la madre de English.
Te lo dije para que pudieras entender la situación en la que estoy. La madre
biológica no estuvo en la misma posición en la que tú estuviste obviamente.
Estaba en una hermandad, fue a una universidad de prestigio, y viene de una
familia acomodada. El dinero no era el problema. Quizás su familia no quería
su nombre mancillado por una madre soltera, o un embarazo sin un padre
cerca, pero no puedo responder a eso. En cualquier caso, mi hija acabó en mi
puerta hace seis años, y no he oído nada de esa mujer en todos esos años.
Hasta ahora. Y lo encuentro extraño.
—Perdona. No debería haber dicho eso. No era de mi incumbencia.
Se inclina hacia atrás, se frota los ojos, y suspira.
—La idea de English yendo por ahí, y de mí sin saber cómo está
siendo tratada simplemente…
—Lo entiendo totalmente. —Eso me pondría en picada, también. E
English ni siquiera es mi hija, así que no puedo imaginar cómo se siente.
De repente, se incorpora y dice abruptamente

101
—Probablemente no debería haberte dicho todo esto. —Sus manos
alcanzan su bebida, y toma un largo trago.
—Algunas veces ayuda el hablar con un extraño.
En la iluminación tenue, sus ojos han perdido su tono verdoso. Se han
convertido en oscuros como el color de la medianoche cuando me perfora
con su ferocidad. Es como si me estuviera evaluando. ¿Por qué tiene que ser
tan agradable a la vista?
Vuelvo mi atención a mi plato y tomo otro bocado. Cuando levanto la
cabeza, sigue mirándome.
—¿Qué estás mirando?
—A ti.
—Lo sé. Pero, ¿por qué? ¿Tengo un trozo de comida entre los dientes?
—Hago un repaso con mi lengua y no encuentro nada, pero su mirada sigue
clavada en mí.
Por unos pocos segundos más, nuestros ojos están fijos en los del otro,
pero entonces rompe la conexión para terminar de comer. De camino a casa
desde el restaurante, me dice que se irá el lunes al norte de Canadá. Se irá
una semana para una sesión de fotos de osos polares.
—¿Qué? ¿Osos polares?
—Sí.
Si pudiera envolver mis manos alrededor de su cuello y estrangularlo,
lo haría. Esto es enorme, y todo lo que hace es decir sí.
—¿Podrías al menos darme más información?
—¿Cómo cuál?
—¿Qué hace uno cuando fotografía osos polares? ¿Es peligroso? ¿Te
asustas incluso? ¿Es tu primera vez? ¿Has estado alguna vez en alguna
situación en la que hayas temido por tu vida? ¿No va a hacer un frío del
carajo allí arriba? ¿Qué vestirás? ¿Cómo llegarás hasta allí?
—¿De verdad esperas que responda a todo eso? — pregunta
amargamente.
—Claro que sí.
—Me tumbo en la nieve, en un sendero seguro fuera del paso, y
espero. Puede ser peligroso, pero estoy lo suficientemente lejos porque
tengo lentes de aumento. No es mi primera vez. Tengo a un guía que me

102
lleva. Nunca antes he tenido que preocuparme por ser perseguido.
Entramos, nos instalamos y esperamos, y el guía sabe exactamente cuándo
vendrán porque ha estudiado sus movimientos durante semanas, puede que
incluso meses. Y, sí, hace mucho frío. Estaré cerca del Círculo Ártico, pero
tengo el equipo adecuado. Vuelo a un pueblo pequeño, y el guía me recoge.
—Eso es demasiado genial.
Mi burbuja entusiasta explota cuando dice tajantemente.
—Es mi trabajo. Se vuelve aburrido muy rápido.
Muerdo mi labio superior durante un segundo, entonces digo:
—Sí, pero no puedes negar que supera a la enseñanza.
—Preferiría enseñar a mi hija cualquier día que volar para fotografiar
osos polares.
—Tienes razón, pero un día tal vez puedas enseñarle sobre fotografía,
y pueda ir contigo.
Paramos delante de mi casa, y sale para ayudarme.
—Lo he pasado bien—digo mientras alcanzo mis muletas.
—Cierto. Hasta que me convertí en un gruñón —dice secamente. Me
toma del codo y me ayuda hasta la puerta.
—Está bien, y no lo arruinaste. Tienes mucho en tu cabeza, y es
comprensible.
—Sí, espero que todo vaya de la manera correcta. —Se inclina para
besar mi mejilla y se aleja.
—¿Beck?
Se vuelve en los escalones.
—Ten un viaje seguro.
Un asentimiento después y está en el auto.

103
Capítulo 20
Sheridan
Traducido por Anabel-Vp, Myr62 y Lyla

E
s miércoles por la tarde, e English está un poco apagada, pero
me imagino es que porque Beck está fuera de la ciudad. Decido
preguntar, solo para asegurarme:
—Oye, pequeña, ¿está todo bien?
—No estoy bajo un arcoíris esta semana, señorita Monroe. Papá se ha
ido a ver los osos polares, pero no me ha llevado con él.
Está vestida con unos leggins de rayas horizontales, negras y rosas, y
un vestido a cuadros, naranjas y blancos. Quiero abrazarla y hacerle
cosquillas hasta que no pueda parar de reír, de lo linda que es.
—Así que osos polares, ¿eh? ¿No viven en lugares muy fríos?
—Sí, tienen que vivir en sitios con mucha nieve, porque su cabello es
blanco y muy grueso.
—¿No crees que tendrías mucho frío si fuese allí? —pregunto.
Ella se muerde el labio inferior, mientras piensa.
—Puede que sí, si hay nieve.
—Podría hacer tanto frío, que tus dedos se volverían helados.
—¿Eh?
Me rio.
—Ya sabes, tus dedos se convertirían en helados, porque se
congelarían.
—¿De qué sabor? —Y también se ríe—. Pero no, porque me pondría
dos calcetines y botas. Como cuando papá me llevó a esquiar.
Ella tiene respuesta para todo.

104
—Bueno, quizá algún día, cuando seas mayor, tu papá te llevará con él.
—Pero quiero ir ahora. —Saca su labio inferior, haciendo un puchero.
—Claro, pero tu papá quiere que vayas a la escuela, y que te vuelvas
muy inteligente.
—Pero él dice que ya soy muy inteligente.
Necesito hablar con él sobre eso.
—Sí, pero hay muchas cosas que aún debes aprender; así, cuando seas
una adulta, sabrás todas las cosas que saben los adultos.
—¿Así que no soy idiota? Papá llama eso a mucha gente cuando está
conduciendo.
—No, aunque es un poco diferente. —Definitivamente, necesito hablar
con él.
Suena el timbre del recreo, y todos los niños se ponen sus chaquetas,
para salir al patio. Recojo mis cosas, organizo rápidamente mi escritorio, y
me uno a los niños en el patio. Otra maestra también está fuera, con su clase,
junto con algunos monitores; estamos charlando cuando me doy cuenta que
English está junto a la verja, hablando con una mujer.
La señalo, y le pregunto a la otra maestra:
—¿No es extraño que esa mujer hable con English?
Ella sigue la dirección de mi dedo, y dice:
—Oh, Dios mío, sí. Nunca había visto algo así antes.
—¿Qué deberíamos hacer?
Antes de poder hacer algo, English se da la vuelta, y mira
frenéticamente a su alrededor, hasta que me ve; luego, corre hacia mí a toda
velocidad, envolviendo sus brazos alrededor de mis caderas. Llora
desconsoladamente, lo que no es normal en ella. Es incómodo, porque no
puedo moverme sin las muletas, y me gustaría llevarla dentro, pero ella me
sujeta demasiado fuerte como para que yo pueda moverme. Mi única
alternativa es andar sin las muletas, así que se las paso a la otra maestra, que
levanta las cejas al mirarme. Sacudo la cabeza, y hago un gesto hacia las
puertas. Ella me sigue, y nos dirigimos hacia la oficina de Susan.
—¿Qué ha pasado? —pregunta Susan.
Me siento, poniendo a English en mi regazo, mientras sus brazos
rodean con fuerza mi cuello. Le explico a Susan lo que ha pasado.

105
—Cariño, ¿puedes contarnos lo que ha pasado para que podamos
ayudarte? —le pregunto a English cuando termino de explicar lo que vi.
—No dejarás que me lleve, ¿verdad? —Se oye su voz apagada junto a
mi pecho.
—¿A quién? ¿La mujer con la que estabas hablando? —pregunto.
English mueve la cabeza tan fuerte y rápido que sus rizos vuelan de
arriba abajo, y cubren mi rostro. Tengo que empujarlos fuera de mi rostro
para poder ver.
—Nadie va a llevarte a ningún lado.
Puedo sentir algo de tensión dejar su pequeño cuerpo.
—Ella dijo que me iba a alejar de papá, y que era mi mamá. Le dije que
mi mamá se fue cuando yo nací, y que no era ella. Ella dijo que lo era, y que
había vuelto. Que yo iba a vivir con ella porque así era como debía ser. No
quiero vivir con ella. Quiero vivir con papá. Se lo dije, y ella dijo que lo que
yo quisiese no importaba. Que iba a vivir con ella.
Susan y yo compartimos una mirada, y luego le pregunto:
—English, ¿dijo algo más?
—No, porque me fui corriendo. Me asustó.
—No tengas miedo, cariño. Ella no puede llevarte si estás aquí, pero
vamos a llamar a Banana para estar seguros, ¿de acuerdo?
—Pero llama también a papá.
—Está bien. Voy a llamar a tu papá después de llamar a Banana.
Susan me mira con curiosidad, me imagino que preguntándose quién
es Banana.
—Banana es su abuela.
—Oh. —Entonces asiente—. Voy a revisar una cosa. —Sale de la
oficina, y regresa unos minutos más tarde—. English, quiero que te quedes
con la señorita Sanders un momento, ¿puedes hacerlo?
English asiente. La señorita Sanders es la subdirectora. English me
mira, buscando mi aprobación.
—Está bien, cariño. Estaré aquí si me necesitas.
Ellie se levanta de mi regazo, y Susan la lleva a la oficina de al lado,
donde está Linda Sanders. Cuando Susan regresa, dice:

106
—He llamado a Anna Bridges, pero deberías saber que una mujer vino
hace un rato a la escuela, y quiso llevarse a English, afirmando ser su madre.
Ella no llevaba documentación, ni una orden de custodia, así que,
evidentemente, fue rechazada.
—Oh, no. Debe haber sido ella. La madre biológica de English. Está
tratando de acercarse a English. ¿Deberíamos llamar a la policía?
—Ese puede ser nuestro próximo paso, pero veamos primero lo que
dice la Señora Bridges.
Cuando llegó Anna, decidimos que teníamos que decírselo a Beck.
—Se va a volver loco, ya lo sabes —le digo.
—Lo hará. Va a ser como un oso, y no uno polar. Llamaré a su
abogado, y le enviaré un mensaje. Nunca pensamos que ella trataría de
ponerse en contacto con English. Sheridan, ¿la has visto?
—Solo de lejos. Solo sé que tiene el cabello largo, negro y rizado.
— Nuestra recepcionista, y la cámara en recepción probablemente
puedan darnos una descripción mejor, si es necesaria una —dice Susan
—Si, ¿podríamos ver las imágenes? —pregunta Anna.
Vamos y observamos el vídeo del vestíbulo, y por supuesto, ahí está
ella. Mas o menos de mi tamaño, pero con el cabello largo y oscuro, muy
rizado, como el de English. Parece inofensiva, pero ¿Qué clase de persona le
dice cosas así a un niño? Una desesperada, obviamente.
Por curiosidad, me pregunto en voz alta:
—Me pregunto si ella está tomando drogas. Este no es un
comportamiento normal para nadie.
—Eso es lo que sospechábamos, y por eso todo el interés en English
ahora. Por el dinero para las drogas —dice Anna.
—Beck me lo dijo. —Ahora mi preocupación se enfoca en English.
Pensar en ella con esa mujer me enferma.
—Estamos haciendo todo lo posible para mantenerla alejada. —Anna
se ve enferma, que es exactamente como me siento.
El teléfono de Anna vibra.
—Es Beck—. Puedo escuchar la conversación entre ellos, y Beck está
preocupado por la seguridad de English. Está listo para saltar en el próximo
avión o chárter si es necesario.

107
—Ella está perfectamente a salvo. Esperemos a ver que dice John. Te
enviaré un mensaje con lo que dice. Mantén la calma, Beck. —Cuelga y me
mira. Su mueca lo explica todo.
Cuando el abogado llama, dice que necesitamos involucrar a la policía.
Si algo sucediese, ya estaría registrado. Anna le envía un mensaje de texto a
Beck, y él decide volar a casa. Sus tomas están lo suficientemente completas
como para que esté bien con las fotos que ya ha tomado. Ahora es cuestión
de tomar un vuelo.
Reviso el reloj y me doy cuenta que tengo que volver con mis alumnos.
Anna sabe dónde contactarme si es necesario, y regreso a mi salón de clases.
Cuando todos los estudiantes están reunidos, quieren saber qué pasó
con English. Les digo que un extraño se acercó a ella en el patio de recreo y
para recordar la lección sobre “cuidado con los extraños”. Durante el resto
de la tarde, mi mente está centrada en esa dulce niña y en sus temores de ser
alejada de su papá. También me preocupa que, de alguna manera, los
tribunales, en su visión a veces sesgada de que los niños siempre deben
estar con sus madres, tomen una decisión equivocada en este caso y
otorguen la custodia a esa mujer. Si eso sucede, temo que English tenga que
quedarse con ella. Después del evento de hoy, estoy de acuerdo con Beck.
Algo no está bien con ella. ¿Quién hace lo que hizo hoy y le dice cosas así a su
hijo? No una madre a la que realmente le importe.
La semana siguiente en la escuela, veo disminuir la personalidad de
English. No he sabido nada de Beck tampoco, y me preocupa que algo haya
salido mal. Le escribo un mensaje de texto, pidiendo que nos encontremos
para hablar sobre ella. Esta vez mi teléfono suena inmediatamente.
—¿Puedes venir? —pregunta.
Se me cae el corazón.
—¿Está todo bien?
—Si puedes llamarlo así —gime
Suena horrible, deprimido y apático.
—Iré después de que tenga todo organizado para mi día de mañana.
¿Está bien?
—Bien. Planea comer con nosotros. —No es una invitación. Es una
demanda.
—Bien.
—English habla de ti constantemente.

108
—Lo siento.
—No, eso es algo bueno. La pusiste bajo el arcoíris.
—Cielos. Supongo que eso es algo bueno. —Después de que
terminamos nuestra llamada, me siento y pienso en esa niña que me ha
robado el corazón. No sé cómo lo manejan los padres que enfrentan la
adversidad con sus hijos. Esta niña ni siquiera es mía, y mi corazón está
siendo golpeado por puños diminutos cada vez que pienso en que está
herida. Estoy segura que Beck ya está arrancándose el cabello. Y luego
arriesgarse a que la separen de él es un dolor insoportable que incluso hay
que entender.
Para cuando llego a su casa, mi nivel de ansiedad me está matando.
Abre la puerta, y su cabello desordenado y su rostro sin afeitar me dicen lo
suficiente. Me lleva a través de la casa, y sus padres están aquí. Nunca he
conocido a su padre, así que nos presenta. English no se me acerca como
suele hacerlo.
—Hola, señorita Monroe. —Su voz triste hace que mi corazón caiga a
mis pies.
—Oye, pastelito. ¿Qué estás cocinando?
—Pizza. Papá la está ordenando.
Eso hace reír a todos porque no entendió mi pregunta. Cuando se la
explico, ella también se ríe. Luego Anna dice:
—Pequeña, ¿qué tal si vamos a tu habitación por un momento?
—¿Por qué?
—Para que papá y la señorita Monroe pueden hablar.
—Está bien. —Nos da una gran sonrisa. ¿Qué fue todo eso?
—¿Y? —pregunta Beck, cuando se van.
—Ella ha estado muy retraída en la escuela. Su carácter burbujeante
se ha desvanecido.
Beck suspira.
—Pensé que eso era lo que querías. Tiene miedo de dormir sola. Si lo
hace, se despierta con una pesadilla y termina en mi cama.
Al tocar su brazo, le digo:
—La consejera de la escuela es genial. Deberíamos hablar de English
con ella. Creo que ayudaría con sus temores de perderte.

109
Mark, el padre de Beck, agrega:
—Creo que es una excelente idea. Y ahora, especialmente si ocurre lo
peor.
—¿Qué significa eso? —pregunto.
Los dos hombres comparten una mirada de dolor. Luego Beck dice:
—Mi abogado nos dijo hoy que hay una posibilidad de que la madre
pueda obtener derechos de visita.
Se siente como si Beck me hubiera golpeado. Todo el aire me sale a
borbotones, y tropiezo, silenciosamente, como un mimo, hasta que una furia
al rojo vivo se enciende dentro de mí, y luego no puedo callarme.
—¡Eso es… eso es una locura! ¿Esa mujer vino al patio de recreo y dijo
todo tipo de cosas horribles a English y la asustó mucho, y ahora dices que
los tribunales pueden considerar que es seguro que ella vaya con esa perra
loca?
Beck y Mark me miran fijamente, Beck con los ojos muy abiertos y
Mark con la boca abierta como un pez. Cuando me doy cuenta de lo que
acabo de decir, me tapo el rostro con la mano y murmuro:
—Lo siento — solo que es ininteligible.
—Realmente amo su espíritu —le dice Mark a Beck, y él echa la
cabeza hacia atrás y lanza una carcajada.
Presionando el dorso de mis dedos contra mis mejillas, digo:
—No me di cuenta de lo que dije. Deje que mi lengua enojada sacara lo
mejor de mí.
—Sí, ella tiene una boca bastante sucia, papá.
No puedo creer que Beck me tirara debajo del autobús de esa manera,
así que lo miro mal. Mark se ríe y dice:
—No es como si no hubiera escuchado nada de eso antes.
—Pero acabas de conocerme y soy la maestra de tu nieta por el amor
de Dios.
—Sí, iba a comentar sobre el sistema educativo. —Por un segundo es
tan franco que creo que es serio, pero luego se ríe y me doy cuenta que no es
más que una burla.
—Entonces, ¿puedo traerlos de vuelta al tema importante aquí?
¿English? —pregunto.

110
La cara de Beck se transforma en la de un padre angustiado una vez
más.
—Cualquier cosa que ella necesite. Lo que te parezca mejor. Sé lo
mucho que te preocupas por ella, por lo que, si crees que la consejera
ayudará, estoy de acuerdo.
—Creo que es una buena decisión.
—Beck, ¿has hablado con ella sobre…? —comienza Mark.
—Ahora no, papá.
—Pero, hijo, oíste a John. Tú eres el que…
El tono de Beck toma un tono de advertencia.
—Papá. Ahora no. Luego.
—¿Quieren que vaya con las chicas? —pregunto.
Un rápido no de Beck resuelve esa pregunta. Es más que un poco
incómodo estar en medio de esta conversación críptica, así que me siento
incómoda como el infierno.
—Sheridan, ¿qué te gusta en tu pizza? Voy a ordenar en el Pizza
Palacio —dice Beck.
—Todo. No soy exigente.
Hace el pedido, luego el silencio se expande hasta que casi se traga la
habitación. Tal vez pueda escaparme por la puerta trasera, y nadie se dará
cuenta.
—Entonces, Sheridan, ¿eres de Atlanta? —pregunta Mark.
—No, señor, soy del sur de Georgia. Un pequeño pueblo llamado
Morganville.
Asiente como si estuviera familiarizado con él.
—¿Ha estado? —pregunto.
—No, pero me imagino que es un lugar maravilloso —dice.
—Lo era. —No tengo idea de por qué dije eso. Nunca hablo de mi
ciudad natal porque ya no es mi hogar.
—Y terminaste aquí después de la universidad, ¿verdad? —pregunta.
—Sí, señor, este es mi primer trabajo como maestra. Me gradué de
UGA en la primavera, así que este es mi primer año.

111
—Mi nieta tiene la suerte de tener una profesora tan cariñosa como
tú. Habla de ti todo el tiempo.
Me siento ruborizada no solo por su cumplido, sino que los ojos de
Beck no me han dejado ni un segundo.
—Entonces estoy en compañía estelar porque ella habla de Banana y
Geepa todo el tiempo, también.
—Ella es especial, ¿no es así? —pregunta Mark.
—Ella seguro que lo es —afirmo.
Como si fuera una señal, un montón de rizos rebotan por la cocina, y
ella se aferra a mis caderas.
—Señorita Monroe, ¿se quedará a pasar la noche? Puede dormir
conmigo en mi cama, y entonces no tendré que acostarme con papá. —Sus
ojos brillantes me suplican, y quiero ponerla en mi regazo y abrazarla para
siempre. ¿Cómo este pequeño bichito se ha movido tan rápido en mi
corazón?
—Me temo que no. Tengo que ir a casa porque es noche de escuela.
—¿Puede venir y pasar una noche de fiesta conmigo el viernes
entonces?
—English, ¿no crees que la señorita Monroe es demasiado mayor para
pasar la noche contigo? —Me salvé de responderle cuando Anna hace la
pregunta.
—No, Banana, ella no es demasiado vieja. Las tengo con papá todo el
tiempo, y ella es tan vieja como papá.
Miro a Beck y él me sonríe. Le lanzo una mirada de ayúdame, pero
sacude la cabeza, haciéndome saber que estoy por mi cuenta. Él debe amar
esto.
Mark viene a mi rescate cuando pregunta:
—Entonces, Sheridan, ¿vas a ir a casa para el Día de Acción de
Gracias?
Dios mío. ¿Por qué tuvo que mencionar eso?
—No, señor, me quedaré aquí. —No agregué que me quedaría sola. No
necesitaban escuchar acerca de mis problemas. Tienen suficiente con los
suyos.
En lugar de alejarse de ese tema, profundiza más.

112
—¿Oh? ¿Por qué no vas a viajar a casa?
—Um, en realidad, este es mi hogar ahora.
Su boca se abre, luego se cierra con un chasquido. No hace más
preguntas, pero sería tonto no darse cuenta que quería hacerlas. Lo saqué de
su miseria.
—Mi madre falleció cuando yo tenía catorce años, y luego mi padre
cuando tenía dieciocho. —Bam. Fin de la historia.
—Oh, Sheridan, eso es terrible. —El brazo de Anna rodea mis
hombros—. Qué trágico para ti. —No quiero ser el centro de atención en
este tema. En absoluto. Todavía me sacude las entrañas pensar en ello.
Pero English no entiende, la dulce niña que es.
—¿Qué significa eso de morir?
Beck la levanta y la coloca en la isla en la que estoy sentada.
—Significa que fueron al cielo.
—¿Como lo hizo Boonie? —pregunta ella.
—Al igual que Boonie —dice Beck.
—¿Crees que están acariciando a Boonie y lanzando la pelota para él?
—Creo que sí —responde Beck. Me imagino que Boonie debe haber
sido un perro.
—Papi, dijiste que íbamos a conseguir otro Boonie. ¿Cuándo
podemos?
—Tienes que preguntarle a Banana y Geepa porque tienen que
cuidarlo cuando estoy fuera de la ciudad.
Gracias a Dios por Boonie porque ahora la atención se ha movido
hacia conseguir un perro.
—Tal vez la señorita Monroe pueda cuidar de él también.
¡Guau! Ahora la atención está de nuevo en mí, pero está relacionada
con el perro.
—Sí, bueno, no sé mucho acerca de cachorros. El único perro que tuve
ya era un adulto cuando lo conseguimos.
English arruga la nariz y dice:

113
—Creo que ella necesita un nuevo Boonie, papá. Cuando te vayas, ella
puede venir y dormir en tu cama y cuidar de él.
¡Doble guau!
Los adultos mayores se ríen, y Geepa, me refiero a Mark, dice:
—Creo que suena como una buena idea.
Anna le da un codazo y dice:
—Mark.
La cara de Beck se pone rosada, y no puedo empezar a imaginar de
qué color es la mía. ¿Granate?
Pero English no se detiene.
—La cama de papá es muy grande. Hay suficiente espacio para todos
nosotros. Ven. Te mostraré.
Después de salir de la isla, ella agarra mi mano y comienza a tirar de
mí.
—English, deja que la señorita Monroe descanse un poco —dice Beck.
—Papi, ella puede descansar en tu cama. Tal vez todos podamos ver
una película.
Mark baja la cabeza mientras mira a su hijo. No hay nada que pueda
hacer más que seguirla. Cuando llegamos a la habitación de Beck, me
sorprende lo organizado que está todo. Al igual que el resto de la casa, es de
líneas limpias y confort. Una cabecera tapizada de aspecto costoso cubre su
cama de tamaño King. Persianas muestran sus grandes ventanas, y una
pared está revestida con muebles empotrados. Hay un pasillo que supongo
que conduce a un baño o un armario. No lo sé, y no exploro, aunque me
encantaría. Una gran pantalla plana se encuentra entre los muebles
empotrados, y puedo imaginarlos a él y a English viendo películas aquí por la
noche. Todo parece tan perfecto.
Da un salto corriendo hacia la cama y comienza a saltar en la gran
cosa. Me hace reír cuando recuerdo que me regañaban cuando era niña por
hacer exactamente lo mismo.
—Lástima que su pierna esté rota, señorita Monroe, o podría saltar
conmigo.
El pensamiento me hace reír.
Luego agarra un control remoto y dice:

114
—Mire esto. —Presiona un botón y la parte superior del colchón se
mueve hacia arriba para una posición sentada—. ¿No es esto divertido? Papá
trabaja mucho en su computadora en la cama mientras veo películas.
—Veo que estás revelando mis secretos. —Una voz profunda proviene
de la puerta. Beck está de pie allí, apoyado en el marco de la puerta,
observándonos.
—Papi, juega a rodar para que la señorita Monroe pueda ver.
—No creo…
Lo interrumpo diciendo:
—Me encantaría verlo. —Es difícil contener mi risa.
Da un salto y aterriza, boca abajo, sobre la cama. Luego rueda hacia un
lado, e English salta sobre él, luego gira hacia el otro lado, y ella salta de
nuevo. Siguen haciendo esto de un lado a otro, mientras English gorjea con
risas todo el tiempo. Ver a estos dos juntos de esta manera me rompe el
corazón al pensar que se la podrían arrebatar. Los aplastaría a ambos.
Anna entra y rompe la fiesta para decirnos que nuestra pizza ha
llegado.
English me agarra la mano, aunque está en mi muleta, y dice:
—Cuando arregles tu pierna rota, tendrás que jugar a rodar con
nosotros.
—Me encantaría jugar a rodar con ustedes, English. —Y me doy
cuenta que lo hago.

115
Capítulo 21
Beck
Traducido por Lyla

—N
i una palabra más, papá.
—Hijo, sé que crees que te estoy
molestando, pero…
—¡Eso es porque lo estás haciendo!
—Si no se detienen de molestarme por esto, voy a sufrir un colapso—. Mira,
ni siquiera sé cómo actuar a su alrededor cuando estamos solos. Ama a
English. Pero yo, estoy seguro que ella piensa que apesto.
—Envíale flores.
—¿Flores? Eso sería como poner un círculo de curitas en una arteria
cortada. Solo déjalo estar.
—Beck. —Su tono detiene mis pasos. Papá tiene una mecha larga,
pero cuando escucho su tono, sé que él habla en serio—. Te estás quedando
sin tiempo. Amo a esa pequeña niña de allí. —Apunta su puño hacia el patio
trasero donde juega English—, y tú y tu maldita cabeza se arriesgan a
perderla.
—No. Es más que…
—No quiero escuchar más de tu mierda. —Se enfurece. Eso me hace
dar un paso atrás, también. Aunque maldigo todo el tiempo, desde que llegó
English, rara vez escucho a papá pronunciar una mala palabra. Ahora tengo
que suavizar las cosas, pero no sé cómo posiblemente pueda hacer lo que
ellos quieren.

116
Capítulo 22
Sheridan
Traducido por Smile.8, Anabel-Vp y Tori

L
a semana antes de Acción de Gracias, finalmente me libero de
mis muletas. El ortopedista dice que todavía tengo que llevar la
bota hasta Acción de Gracias, y entonces debería haber sanado
lo suficiente como para prescindir de ella. ¡Aleluya!
Beck llama y me invita a cenar de nuevo. Vamos a un restaurante
diferente en esta ocasión, uno pintoresco que nunca ha probado. Pide una
botella de vino, y por alguna razón, parece nervioso. Juguetea con todo sobre
la mesa.
—¿Qué está haciendo mi alumna favorita esta noche?
—Está con mis padres. Le encanta ir allí. La echan de menos, por
supuesto.
—Sería difícil no hacerlo.
Él bebe su vino bastante rápido, terminando su vaso antes apenas de
que haya probado el mío. Pedimos nuestra comida, y conversamos un poco.
Pero pasa algo, y no sé exactamente el qué.
Asumo que todo va bien con English y el calvario judicial porque no lo
ha mencionado desde la noche de pizza. Ella ha estado actuando mucho
mejor en la escuela y ha visto a la consejera un par de veces, por lo que me
imagino que todo sigue su curso en el buen sentido. Pero sus acciones
inquietas me hacen pensar que debo preguntar.
Mientras me estoy preparando para formular una pregunta, deja
escapar.
—Necesito que te cases conmigo.
Soy atrapada en una acción suspendida mientras el tenedor flota en el
aire, a medio camino de mi boca, y al instante olvidado. Las ruedas dentadas
giran en mi cerebro, y las cosas caen en su lugar. ¿Está loco?

117
—Perdona. ¿Acabas de decirme que necesitas que me case contigo?
Una franja de oscuras pestañas doradas pasa por encima del borde de
su mejilla mientras parpadea. Su pecho se expande mientras inhala antes de
claramente decir.
—Lo hice.
—¿Y lo dices en serio? —Porque suena como que acaba de ir en taxi a
la ciudad de los locos.
—Sí. —Su lengua toca un lugar en su labio inferior mientras
contempla qué decir—. Es complicado.
—Sí, el matrimonio normalmente lo es.
Apoya sus codos sobre la mesa y pone sus dedos formando un
triángulo, presionándolos sobre sus labios. El taciturno Beck ha regresado.
—Voy a necesitar que me digas algo más, Beck.
—Me imagino que sí. Tiene que ver con English. Te adora. Tanto que
eres de todo lo que habla. Bueno, eso y conseguir otro Boonie. Y mi abogado
está convencido que, si estuviéramos casados, se vería mejor en el juicio
para mí en lo que se refiere a la lucha por la custodia. —Su mirada abatida
tiene escrito culpa por todas partes.
Jódeme fuerte y rápido. Todo esto está envuelto alrededor de esa
pequeña pepita que se ha abierto camino a mi corazón y ha vertido un cubo
de amor en él. ¿Qué diablos voy a hacer?
—El matrimonio es una gran cosa. Siempre pensé que implicaría
amor.
—Lo hace. Amas a English, ¿verdad? Puedo verlo en tus ojos cuando la
miras —dice.
—Pero ¿qué hay de nosotros? ¿No se supone que dos personas que se
casan deberían estar enamoradas?
—Mira, sé que esto es pedir mucho más de lo que nadie jamás debería
pedir a otra persona. Pero tengo tanto miedo, no por mí. Si alejan a English
de mí, soy un adulto. Sobreviviré. ¿Pero que le hará eso a ella? Es una
pequeña niña que no sabe nada sobre cómo manejar las cosas. Podría
marcarla para siempre. Y esa dulce niña tiene tanto amor en ella que me
mataría más que nada ver la luz en sus ojos extinguirse. No estoy pidiéndolo
por mí. estoy pidiéndolo por ella. Yo haría cualquier cosa por ti. Cualquier
cosa. Vivirías conmigo, y no tendrías que pagar alquiler. Haría lo que
quisieras, te daría lo que quisieras. Puedes tener todo lo que quieras

118
mientras English tenga todo cubierto. Mi familia te aceptaría con brazos
abiertos. Ya sabes que English lo harías. Y si haces estoy por ella, estaré en
deuda contigo por siempre.
Mi escepticismo sobre su sinceridad se ha ido, pero todavía pienso
que es un loco.
—Hablas en serio sobre esto, ¿verdad?
—Muy en serio.
—No puedo hacer esto. El matrimonio se trata de compromiso y una
relación entre dos personas.
Se acerca más en su asiento, como si en realidad tuviera ganas de
tener esta conversación.
—Exactamente. Es por ello por lo que deberías hacerlo. Estaré
totalmente comprometido contigo e English. Ya lo estoy con ella, y me gusta
hablar contigo.
¿Me está tomando el pelo? Apenas habla. Esto es lo más hablador que
jamás le he escuchado. Así que saco el tema.
Su voz se vuelve un poco más agudo cuando responde.
—Me han estado pasando muchas cosas. Pienso mucho cuando estoy
bajo presión.
Agarrando un mechón de mi cabello, lo tiro con mi mano. Después me
muerdo el labio mientras pienso.
—Deja de hacer eso —dice en un tono áspero.
—¿Qué? —No sé a qué se refiere.
—Jugar con tu boca.
Sentándome más derecha, comento.
—Eso es algo extraño que decir.
—No lo pensarías si fueras yo.
—¿Qué se supone que significa eso? —pregunto, de repente enfadada
con él—. Mira, esto es otro ejemplo de por qué me enfureces.
—Eso es ridículo.
—No, no lo es. ¿Y si este matrimonio no funciona? Es decir, entre
nosotros. ¿Qué pasa si terminamos odiándonos? Como odiándonos con
malicia, considerando que no eres mi persona favorita.

119
—He pensado en eso, también. Te pediría que te quedases casada
conmigo hasta que English tenga al menos doce.
—¡Doce! ¡Eso es un mucho tiempo!
Pasa su mano por su cabello.
—La edad legal de este estado permite que el niño decida con cuál de
sus padres escoge vivir con catorce años, pero empiezan a considerar lo que
el niño quiere a los doce. Eso no quiere decir que su mamá biológica no vaya
a luchar, pero English será mayor y más capaz entonces, también. Tiene seis
años. Sé que estoy pidiendo mucho, pero rogaré si tengo que hacerlo.
Mi mente da vueltas, pensando que esto es tan absurdo, que salta a la
segunda mejor opción. Poner objeciones.
Usando la mano para contar, empiezo extendiendo el dedo índice:
—Sabes que ni siquiera me gustas.
—Si que te gusto. Pero no quieres admitirlo.
Maldita sea, es un arrogante. Me siento sexualmente atraída por él.
Tanto, que me arrastraría sobre esta mesa, y le mordería el labio, si pudiera.
Pero no podría hacerlo ni en un millón de años. Sigo enumerando mis
objeciones:
—Estás equivocado, pero adoro a tu hija. Sin embargo, tengo
escrúpulos. Y un contrato de arrendamiento.
Una media sonrisa levanta la comisura de su boca. La misma que me
encantaría besar.
—Voy a pagarte el alquiler. Tu compañera de piso podrá quedarse
todo el tiempo que quiera, incluso si eso son los seis años.
Doblo los brazos sobre mi pecho, y casi puedo escuchar el latido de mi
corazón contra mi caja torácica.
—No vamos a poder vivir juntos si no me hablas.
—¿Qué quieres decir? —Suena realmente desconcertado.
—A veces no dices nada, y, cuando lo haces, solo dices una o dos
palabras. Necesito algo más que eso.
Levanta los dedos, y se frota la barbilla.
—Me han acusado de aislarme cuando estoy estresado. Vas a
necesitar tener paciencia conmigo porque he estado solo, solos English y yo,
durante mucho tiempo. Y he estado bajo mucho estrés últimamente.

120
Y en voz baja, añado:
—Y nunca te disculpas.
—¿Nunca me disculpo?
—Si. Fuiste grosero conmigo en la reunión de padres y maestros.
Él resopla.
—Si, bueno. Tuve un largo vuelo hasta casa, perdí mi equipaje, llegué
tarde, y encima tiraste un montón de mierda sobre mí, por lo que pensé que
estabas loca.
—Bueno. Pero dímelo tranquilamente, no de forma irrespetuosa.
¿Hablarías con tu hija así?
—Excelente punto.
Pongo las manos sobre la mesa.
—Tengo que pensarlo. Quiero decir, ni siquiera nos hemos besado, y
ya estamos hablando de matrimonio. ¿Qué pasa si no me gusta la forma en
que tu…? —Mis ojos se agrandan, ante la idea de lo que he estado a punto de
decir.
Aparece una sonrisa arrogante en su rostro. Maldita sea. ¿Porque
tiene que estar tan seguro de sí mismo?
—¿Te gusta la forma en que yo…? —pregunta, sabiendo muy bien a lo
que me refería.
—No importa.
—No, quiero saberlo.
Me remuevo en mi asiento.
—¿Tiene algo que ver con follar duro y rápido? —pregunta,
enfatizando las últimas palabras, y sonriendo con suficiencia.
Mi mandíbula casi se estrella contra la mesa.
—Sheridan, no creo que tengas nada de lo que preocuparte en ese
sentido.
Mi copa de vino me está llamando, así que la agarro, y bebo el
contenido.
—¿Hay algo más que te preocupe? —pregunta, mientras mueve las
cejas.

121
No puedo responderle, así que él me sirve un vaso de todos modos. El
idiota. Luego, se inclina hacia delante, y dibuja un círculo en la parte
superior de mi mano. Ese círculo está directamente conectado a mis partes
femeninas, y no es para nada justo, porque de verdad que no me gusta el
hombre.
—Tienes que saber que me gustas y que me atraes. —¿Qué?—. No es
ningún secreto. No estaría rondándote o pasando tiempo contigo, si no fuese
así. Incluso si quisieses a English, yo habría hecho las cosas de forma
diferente, habría mentido, o algo. Pero no lo hice, porque me gustas. Creo
que eres hermosa. Y sexy. Y divertida. Y quiero besarte, y hacer otras cosas,
pero intento con todas mis fuerzas ser un buen padre, y un buen ejemplo
para mi hija. Así que ya lo sabes.
—¿Crees que soy hermosa y sexy? ¿Por qué piensas eso? —La
pregunta salió de mis labios, antes de que pudiera detenerla.
Su expresión se transforma de inmediato en exasperación—. ¿Por qué
no?
—Porque, chicos como tú, no se sienten atraídos por chicas como yo.
—¿Chicos como yo? ¿Qué se supone que significa eso? —No solo
parece sorprendido, sino también insultado por mi declaración.
—Mírame.
—Es lo que estoy haciendo.
—No, quiero decir, ¿me has visto? Y tú… tu eres muy… quiero decir,
podrías tener a cualquier mujer que quisieses.
—Primero, actúas como si estuviese ciego. Segundo, me gusta lo que
veo. Y tercero, quiero lo que veo.
—Eso no tiene sentido.
—Sheridan, soy fotógrafo. Tengo muy buen ojo.
—Puede ser, pero no me has visto desnuda. —Inmediatamente me
tapo la boca con la mano. ¿Por qué demonios siempre tengo que decir
mierda como esa? Siempre habló demasiado.
—¿Es eso una oferta? —pregunta, arqueando una ceja.
—¿Qué dirían tus amigos sobre mí?
Él deja escapar una risa burlona.

122
—¿Amigos? Soy un padre soltero de veinticinco años. Tenía
diecinueve cuando English prácticamente cayó en mi vida. Todos mis amigos
eran chicos de fraternidad, que estaban más interesados en follar con una
chica diferente cada fin de semana, y en emborracharse, que en cualquier
otra cosa. ¿Crees que se interesarían lo más mínimo en mí, y mi bebé? Mis
amigos me abandonaron como si tuviese la puta peste. Lo más cercano que
tengo a un amigo es mi padre. Los padres con hijos de la edad de English
son, generalmente, mayores que yo, están casados, tienen familia, y no
quieren salir con un padre soltero. Así que mis amigos son inexistentes.
Nuestros dedos se tocan, y su explicación, de repente, lo hace aún más
atractivo. Quiero a este hombre. En mi cama. Quiero saber si somos
sexualmente compatibles. Pero estoy bastante segura que él estará
decepcionado. Por otro lado, ¿qué tengo que perder? Está bien, el rechazo
podría ser difícil de soportar, pero él parece que está, más o menos, atraído
por mí. O, al menos, está haciendo un buen trabajo fingiéndolo. Tengo que
reconocer que es honesto sobre lo que quiere de mí, y que ha puesto todas
las cartas sobre la mesa.
—¿Viene English a casa está noche?
—No —dice sonriendo—. ¿Quieres probar mi enorme cama, y jugar a
rodar y saltar en ella?
Empiezo a reírme tan fuerte que no puedo parar—. No puedo.
—¿Por qué no?
—Tengo esta estúpida bota.
—Tengo una idea —dice, con un brillo malicioso en los ojos.
—¿Cuál?
—Puedes hacer el rodar, y yo haré la parte del salto.
Con la cara más seria que puedo conseguir, pregunto:
—¿A ti nunca te lo enseñó tu madre?
—¿Qué si me enseñó qué?
—A no saltar sobre la cama.
Sus ojos se estrechan, y dice:
—Si, pero es mi cama, y puedo hacer lo que quiera en ella.
—Voy a tener que consultarlo con la almohada.
—También podemos hacer eso, si quieres.

123
Me rio.
—No la de tu cama. Tengo que pensar en todo el asunto del
matrimonio. Es mucho para asimilar. Y por más que me gustaría jugar
contigo, creo que es mejor si esperamos hasta que esta bota sea cosa del
pasado.
—Gallina —dice, con los ojos entreabiertos.
Puede que tenga razón. ¿Qué pasa si terminamos casados, y yo siento
por él más de lo que él siente por mí? ¿O si él piensa que soy una perdedora?
¿Y que mis muslos parecen de elefante, y no de humano?
—¿Por qué no volvemos a mi casa, y vemos una película, o algo así?
Tengo una botella de vino allí, y podemos hablar un poco más de este tema.
Sacudo la cabeza.
—Tengo una idea mejor. ¿Por qué no vienes tú a mi casa? —Él sabe
muy poco acerca de mí, y si realmente quiere hacer esto, necesita conocer
más sobre la persona que soy.
—De acuerdo. Vámonos.
Michelle ha salido con Oliver, como siempre, así que tenemos el piso
solo para nosotros. Le ofrezco una bebida, y le dejo escoger entre algo que
parece whisky, vodka, y vino blanco. Ambos elegimos el vodka.
—Brindemos. Por una larga y feliz vida juntos —dice.
—Eres un optimista, ¿eh?
Se encoge de hombros, y luego camina por la sala de estar y levanta
una fotografía enmarcada de Michelle y yo, que tomamos en nuestro primer
año en la universidad.
—¿Te gustó? —pregunta, examinando la foto.
—¿El qué? —pregunto, confundida.
—La universidad.
—Creo que a Michelle le gustó más que a mí. Yo estaba demasiado
ocupada para disfrutarla tanto como mis amigos.
Deja la foto, y agarra otra.
—Son muy cercanas la una a la otra, ¿no?

124
—Sí. —Sonrío, mientras respondo—. Michelle y yo nos conocemos
desde la escuela primaria, pero nos hicimos amigas en la secundaria. Luego,
fuimos compañeras de cuarto en la universidad, y, bueno, aquí estamos.
—Y, ¿Por qué no pudiste disfrutar tanto como tus amigos?
—Tenía que trabajar. Necesitaba el dinero. —Este es, generalmente,
un tema tabú para mí. Hablarle de los momentos más difíciles de mi vida no
es algo que tenga intención de hacer esta noche. Él ya sabe algunas cosas,
pero no todo, y por ahora, quiero que siga siendo así.
Él me lanza una mirada de no—me—des—mierda, y no se mueve.
En este instante, parece que estamos en un punto muerto.
—Sheridan, ¿no crees que sería mejor si compartimos cosas sobre el
otro?
—Sí, lo creo, pero hay algunas cosas que no puedo soltar por ahora.
Me sobresalta cuando deja la foto y vuelve a moverse. Solo esta vez se
para justo frente a mí. Manos largas se envuelven alrededor de la parte
superior de mis brazos, y se inclina, susurrando cerca de mí.
—Algunas veces el pasado puede hacerte cosas que no son
necesariamente buenas. Dejarlas ir quizás sea lo mejor que puedas hacer.
—Y algunas veces dejarlo ir solamente originará que pierda lo que es
más importante para mí.
—Si es tan importante, debería valer la pena compartirlo.
Sus iris se oscurecen, más verde que azul ahora, una sombra profunda
que me recuerdan al bosque. Veo delgadas líneas azul marino en sus
profundidades, y su belleza me atrapa. Parpadea, una vez, dos veces,
esperando, imagino que esperando a que diga algo. Pero no estoy segura de
qué decir. Lo que he guardado en mi corazón debería valer la pena
compartirlo, pero no lo es. Es doloroso y no es algo de lo que quiera hablar.
Entonces su expresión se altera y adquiere un aspecto entristecido.
—¿No confías en mí?
—La confianza no tiene nada que ver con esto. —Y no lo tiene.
Desnudar mi alma ante este hombre sobre algo en lo que tengo muchas
dificultades para pensar no tiene nada que ver con confiar en él.
—No lo entiendo. Si no me lo dices, debe ser por la confianza. Pero te
lo prometo, probablemente soy una de las personas más honradas y fieles
que jamás conocerás. No traicionaré tu confianza. Lo prometo.

125
—No es por eso—insisto.
—¿Entonces qué es?
Juro que va a acabar conmigo si no para.
—Es sobre algo que es muy doloroso para discutir. Eso es.
Sus ojos continúan sobre mí hasta que hace un gesto exagerado, y eso
es todo. Fin de las preguntas. Una amplia mano se envuelve alrededor de su
vaso, y lo vacía en un trago cuando encuentra un sitio en el sofá. Me recuerda
a un grácil animal mientras estira sus largas piernas y luego las cruza por los
tobillos. Desearía que no fuera tan atractivo. Es un imán, y no es fácil
despegar mi vista de él.
—¿Tienes algo de helado? —pregunta.
La pregunta me empuja de vuelta al presente.
—Eh, puedo mirar.
Cuando abro el congelador, está desprovisto de cualquier producto
congelado, y es raro porque descubro que estoy decepcionada.
—Lo siento. No hay helado.
—Vamos a por algo.
—¿Ahora? —pregunto.
—Sí, ¿por qué no? Llevo a English por helado todo el tiempo.
—Pero hemos estado bebiendo.
—¿Cuántas te has tomado?
—He tomado un vaso de vino con la cena y después esta. Nunca me
bebí la segunda—levanto mi vaso, que apenas he tocado.
Me lanza una sonrisa torcida.
—Bien. Eso es solo una bebida. Puedes conducir mi auto. Es decir, si
estás de acuerdo con conducir.
—¿Quieres decir porque solo tomé una copa de vino?
—Eso es exactamente lo que quiero decir.
—Estoy bien. Estoy más preocupada por conducir tu auto.
—¿Por qué?
Froto mis palmas en mis muslos.

126
—Porque es un auto caro. Mi auto tiene diez años. Si rompo tu auto,
no podría pagar para que lo arreglaran.
—Jesús, Sheridan, para eso tengo el seguro. Para de preocuparte por
eso. Vamos a por algo de helado. Estoy de humor para ello.
Pum. No hay ningún ¿y tú que, Sheridan? ¿Lo estás? Es un
planteamiento sensato para lo que él quiere. Quizás ese es su lado masculino
haciéndose cargo. No lo sé. Sin tener mucho para comparar, ya que nunca he
tenido una relación sólida para basar mi opinión, quizás tengo que
preguntar.
—¿Tengo voto en esto?
Su expresión no tiene precio. Su rostro se transforma en una máscara
de shock total.
—¿Por qué demonios no querrías un helado?
—¿Tal vez porque soy intolerante a la lactosa?
—Eso es herejía. ¿No puedes tomar esas pastillitas antes de comer?
—No, no me funcionan —digo, mientras niego.
—No podría imaginar la vida sin los beneficios del helado. Sería como
un día sin aire —responde, mientras arruga la frente.
Le había tomado el pelo lo suficiente, así que cedí.
—Está bien, estoy bromeando. No soy intolerante a la lactosa.
Esos labios rosados y oscuros forman un círculo perfecto mientras me
mira.
—¿Por qué dirías eso?
—Porque tomaste una decisión unilateral sin preguntarme.
—Caray, Sheridan, solo era un helado —resopla.
—Lo sé, pero y si no me gustara el helado o algo. Me sentiría un poco
como si me estuvieras arrollando.
Inclina la cabeza y sonríe. Extendiendo su mano, pregunta:
—Oye, Sheridan, ¿qué tal si vamos y conseguimos algo de helado?
—Parece una gran idea.
Subimos a su auto, y de camino quiere saber mi sabor favorito.
—No tengo uno.

127
—¿No?
—Me gustan todos los no afrutados sin nueces.
—¿Chocolate? —pregunta.
—Sí. Y mantequilla de maní. Especialmente el tipo que lleva esos
pequeños trozos de mantequilla de maní.
—Tú e English. A ella igual.
—¿Y qué hay de ti? —pregunto.
—Mantequilla y pacana. Siempre. En un cucurucho.
—Un hombre de hábitos.
—Supongo—está de acuerdo.
—Realmente necesitas aventurarte fuera de eso.
Entro en el estacionamiento de los helados, y hacemos nuestros
pedidos.
—¿Nos quedamos o nos vamos? —pregunto.
—Vámonos. No está lejos. ¿Eres capaz de conducir con el tuyo? —
pregunta.
—Claro. —Volvemos a mi lugar, comiendo nuestros postres. Estoy
concentrándome en el mío cuando encuentro su mirada—. ¿Qué?
—¿No vas a compartir? —Parece dolido. No tenía ni idea de que se
suponía que debía.
—Oh, perdón. —Le doy mi cono para probarlo, y sus ojos nunca dejan
los míos mientras chupa el helado. Oh mis jodidos trozos de mantequilla de
maní. Mi garganta se tensa mientras trago, y todo el aire desaparece de la
habitación. ¿Está haciendo esto a propósito o qué? Porque si es así, está
funcionando. Mi pobre vagina está pidiendo un poco de Beck.
—¿Quieres probar el mío? —Parece presumido, lo que me dice que no
se está refiriendo a su mantequilla y pacana.
Oh, sí, pero no estoy hablando de tu estúpido helado.
—B-Bueno. —Me ahogo con las palabras, así como con el helado.
Tiene que golpear mi espalda varias veces para ayudarme a dejar de toser.
—¿Estás bien?
—Sí, —Toso una última vez.

128
Cuando finalmente levanto la vista, quiero quitar esa sonrisa diabólica
de él.
—Puedo ver que el mío era un poco abrumador para ti.
—Realmente no. No me interesan mucho las nueces. —Y cuando me
doy cuenta de lo que acabo de decir, mi rostro cambia a la temperatura de
un horno mientras se hornea un pastel.
—No eres fanática de las nueces, ¿verdad?
¡Mierda!
—No, me encantan las nueces. Las adoro, de verdad. Simplemente no
cuando están todas encajadas en la garganta.
—Hmm. Tenemos que tener cuidado entonces y asegurarnos de que
toda tu garganta se mantenga sin nueces.
Estoy sin palabras. Lame la última gota de crema dorada de la
comisura de su boca, y quiero seguirlo con mi propia lengua. Mis dedos
tocan mi barbilla solo para asegurarme de que no haya ninguna baba
corriendo por allí. ¿Qué tan embarazoso seria eso? Especialmente después
de que le dije que no quería sus nueces en mi garganta. Dios, ¿hay algo más
que pueda decir que impulse esta humillación?
—Entonces, ¿te gustaría ver una película? —pregunta.
—Por supuesto.
—¿Qué te gustaría ver?
—Oh, soy fácil. —¿Acabo de decir eso?
Su sexy media sonrisa reaparece, y pregunta:
—¿Qué te parece Rápidos y furiosos?
—Jódeme. —Esta vez ni siquiera me molesté en agregar lo de fuerte y
rápido.

129
Capítulo 23
Sheridan
Traducido por Umiangel y Lyla

E
l sábado es mi día favorito de la semana, principalmente
porque no tengo que trabajar. Y la clave para eso es dormir. Por
lo general, soy madrugadora, pero hoy quiero acurrucarme y
quedarme en la cama hasta las nueve o más tarde. Desafortunadamente, la
necesidad de orinar me llama. Quitándome las sábanas, me levanto cuando
una voz profunda llena de niebla matutina detiene mi progreso.
—Oye, ¿qué pasa?
—¡Ayyyyy! —grito. Entonces me impulso a entrar en acción. Solo que
mis pies están enredados porque las sabanas no se retiraron del todo. Mis
piernas están en la cama mientras mis brazos están en el piso mientras trato
desesperadamente de escapar de mi aspirante a asesino.
—¿Qué demonios estás haciendo? —pregunta el asesino.
Las puntas de mis dedos alcanzan algo, cualquier cosa que pueda usar
como arma, y lo único que se les ocurre es una almohada delicada con
volantes, del tipo con ojales en los bordes. Lo golpeo, esperando que
funcione. Mis piernas finalmente están libres cuando caen al suelo, y agarro
mi oso panda gigante, el que mi mamá me compró el año anterior a su
muerte. Es enorme. Me imagino que puedo usarlo como bloqueo de algún
tipo.
—Aléjate de mí o yo…
—¿Vas a qué? ¿Me pegarás con tu osito de peluche? —Luego se ríe—.
Espero que tenga un conjunto gigante de nueces. —Entonces se ríe de
verdad. Oh, mierda. Es Beck.
—¿Qué estás haciendo en mi cama?
—Enciende la luz, Cookie.

130
Hay una lámpara en la mesita de noche que enciendo. Él está en mi
cama, completamente vestido, y yo también.
—Te quedaste profundamente dormida durante la película y yo me
encontraba demasiado cansado para ir a casa. Pensé que no te importaría.
Te llevé a la cama. Eso es todo. ¿Por qué te levantaste?
—Tengo que orinar —le digo, luego de colocar a mi panda en su lugar.
—Bueno, ve a orinar y ¿puedo decir, bonita arma? —Se da vuelta, y
eso es todo. Pasan unos minutos cuando vuelvo a subir y me dice—: La
próxima vez que te levantes, no me quites las mantas.
—¿La próxima vez? ¿Quién dice que habrá una próxima vez?
—Cookie, va a haber un montón de próximas veces. Ya lo verás. —
Luego, su mano se extiende detrás de él en busca de la mía y me jala hasta
que mi brazo se enrolla a su alrededor. Eso me obliga a rodar de costado
hasta que estoy contra su espalda. Mi brazo no es muy largo, así que estoy
acurrucada justo al lado de su cuerpo. Su aroma fresco es casi más de lo que
puedo soportar. Me dan ganas de tocar más de él que solo su mano. Tengo el
deseo de explorar las curvas y las ondulaciones de sus músculos firmes,
pasar mis dedos por su espeso cabello, tocar los planos cincelados de sus
mejillas. Pero no soy esa persona. Soy de las que espera. Y esperaré a Beck,
para ver qué hará. Apoyando mi frente contra su hombro, pienso en cómo
sabrían sus labios, o cómo se sentiría tener su boca sobre mí, entre mis
piernas, y me trago el gemido que casi se escapa. Él hace que sea difícil
relajarse, ya que mi cuerpo está tenso por la lujuria. Y me pregunto de nuevo
cómo puedo sentirme así por alguien que no me gusta mucho en particular.
Es mucho más tarde antes de dejarme llevar por las suaves olas de sueño.
Algo roza la punta de mi nariz, haciéndome cosquillas. No me molesta
en absoluto, así que lo alejo. Pero no se va. Debe ser un mosquito, pero
entonces un pensamiento surge. ¿Qué hace un mosquito en mi habitación en
noviembre? Ya ha habido un congelamiento fuerte, por lo que esos bichos
que muerden deben desaparecer por un tiempo. Ahí va otra vez, así que esta
vez, finalmente aplaudí y atrapé al culpable. Es un dedo bastante grande y no
un bicho después de todo.
—Despierta, Cookie. Eres una perezosa.
—Cállate. Es sábado. Y deja de jugar conmigo. Pensé que eras un
insecto.
—Eso es lo que se suponía que era. Vamos. Levántate y brilla.
Tenemos que llevar a alguien a conseguir panqueques.

131
—¿Qué?
—English llamó y quiere saber dónde está su papá.
—¿Qué quieres decir? —pregunto, mientras me froto los ojos.
—Lo que quiero decir es que mis padres la trajeron a casa, y su papá
no se encontraba allí.
—Mierda.
—Sí, le dije que tenía una fiesta de pijamas contigo.
Eso me impulsa a sentarme.
—¿Por qué demonios hiciste eso?
Lleva una máscara de confusión.
—¿Por qué no?
—Ella va a pensar que soy terrible.
—Tiene seis años. Ella no sabe nada acerca de lo que los adultos hacen
en la cama, aparte de dormir y jugar enrollados. Estás asumiendo cosas que
no son.
—Sí, pero tus padres sí saben.
—Relájate. Son geniales. Han estado detrás de mí hasta la fecha de
todos modos. Ve a vestirte para que podamos recoger a English.
Conociéndola, volverá a llamar en poco tiempo.
Lo observo mientras se aleja de la cama, como un elegante bailarín, y
se dirige a mi baño. Está bien, si él está allí, ¿cómo me voy a bañar? Entonces
oigo que el agua se enciende. No mucho después, él grita:
—Oye, Cookie, ¿puedes traerme una toalla?
Cuando entro en el baño pequeño, abre la cortina y pregunta:
—¿Por qué no estás vestida?
—Porque alguien robó la ducha.
—Oh, eso. Toma una más tarde.
Con las manos en mis caderas, espero, solo que no espero echar un
vistazo cuando él jala la cortina.
—Eso es lo que obtienes por hacer tonterías.

132
—N-No soy quien hace l-las tonterías. Quiero tomar la ducha que
robaste —balbuceo.
—Báñate después de los panqueques. Ahora, lávate los dientes y, por
cierto, tomé prestado tu cepillo de dientes.
—¿También usaste alguno de mis tampones?
Su culo está hacia mí mientras se seca el cabello, pero ante mi
comentario, gira sin tener en cuenta su desnudez.
Intento con todas mis fuerzas no reaccionar, pero es imposible
ignorar a Beck. Mi aliento hace sonar mis labios cuando los atraviesa.
Grande. Delicioso. Agárralo ahora. Eso es lo que me viene a la mente. No
quiero mirar abiertamente, pero quiero mirar abiertamente. Porque Beckley
Bridges parece una de sus magníficas fotos, todo perfecto con cero defectos.
Mi mirada se fija en el gran pene rosa oscuro, y es inconcebible para mí
quitarle los ojos. Mis dedos se contraen con la necesidad de tocarlo mientras
cuelga allí en todo su esplendor.
—¿Sheridan?
—¿Eh?
—¿Estás bien?
—Ajá.
En dos pasos, se para frente a mí y pone sus manos en mis brazos.
—¿Estás segura que estás bien? —susurra con una sonrisa arrogante.
—Yo, uh, creo que sí. —Me trago la saliva que se acumula en mi
garganta.
—¿Necesito besarte y hacerte sentir mejor? —Él no espera mi
respuesta, pero baja su cabeza y roza mis labios con los suyos. Primero,
pellizca mi labio superior y luego se mueve hacia el inferior. Y finalmente se
acerca. Unos brazos gruesos me rodean, levantándome mientras su lengua
presiona a través de la abertura de mi boca. Sin ningún otro lugar donde ir,
mis manos se aferran a sus hombros.
No puedo detener el gemido que se filtra de mis labios. Mi corazón
golpea mi esternón mientras golpea el espacio detrás de él. Los impulsos
eléctricos se descargan por mis venas, calentándome a través de mi núcleo.
Este beso… su beso me lleva más allá de donde los besos deberían ir. Mis
manos se enredan en su cabello, y le devuelvo el beso. Mi lengua se desliza
contra su humedad, y quiero más que esto. Y también lo hace él por lo que
siento contra mi cadera. Pero ni siquiera me gusta el chico. ¿O sí?

133
—Por mucho que me gustaría continuar con esto, la pequeñuela nos
matará si no llegamos allí.
—Mmm.
Me pone de nuevo abajo y me golpea el culo.
—Muévete, Cookie.
—¿Por qué me llamas Cookie?
—Dos razones ahora. Como te dije, por esas malditas galletas que
hiciste. English no dejó de hablar de ellas durante días. Eran las mejores
cosas que he probado en mi vida. Cada vez que pienso en una galleta, pienso
en ti.
—¿Y el otro?
—Sabes cálido y dulce, como lo mejor del mundo, que es una galleta.
—Luego me da vuelta y me empuja hacia el fregadero.
Cuando me miro en el espejo, tengo la sonrisa más tonta y estoy
bastante segura que todavía está ahí cuando entramos en la casa de Beck.
Realmente necesito controlarme.
—¿Estás bien? —pregunta.
—Sí. —Luego se inclina y me besa de nuevo.
—Vamos a buscar a la pequeña.
Ni siquiera llegamos a la puerta antes de que un borrón de rizos
rubios salga volando para atraparnos.
—Nunca pensé que llegarían aquí. Estoy hambrienta. ¿Ven? —Se
levanta la camiseta para mostrarnos su barriga.
—Sí, toda muerta de hambre, ya veo —dice Beck—. ¿Dónde están
Banana y Geepa?
—Dentro. Buscando un nuevo Boonie.
—Los mataré —murmura para que solo yo pueda escuchar.
—Oigan —les dice Beck mientras caminamos dentro.
—Hola, ustedes dos —dice Anna.
—¡Hola! Beck, mira esto —dice Mark.
—Oh, no, ni lo pienses.
—Ni siquiera sabes…

134
—No puedo tener un Boonie.
—Lo mantendremos. Puedes tenerlo en alguna ocasión.
Beck resopla, y yo me rio porque es obvio que no hay forma de que
gane. English está saltando alrededor al estilo conejo, la emoción por todo su
rostro adorable.
—Papi, podemos llamarlo Boonior.
—¿Boonior?
—Sí, ya sabes. Como Boonie Junior. Boonior.
Me cubro la boca con la mano para no resoplar. Beck mira a Mark con
las cejas arqueadas, mientras que Mark le devuelve la mirada y se encoge de
hombros.
—Pequeñuela, ¿de dónde sacaste ese nombre?
—Lo inventé. ¿Podemos ir a comer ahora?
Beck mira a sus padres y dice:
—Cierren cuando se vayan, y gracias por cuidarla.
Les digo adiós, y luego Anna nos pide que vayamos a cenar.
—Poco tiempo de aviso, pero…
Beck me consulta, como si fuera a decir que no. Torpe.
—Suena genial —digo.
—Bueno. Los veremos alrededor de las seis entonces.
Nos dirigimos al lugar de panqueques y nos deslizamos en nuestro
reservado. Beck e English se sientan juntos, y estoy frente a ellos. Llega la
camarera, e English me hace reír.
English ordena primero.
—Me gustaría los panqueques con chispas de chocolate, por favor, y
por favor, ¿puedes pedirle al fabricante de panqueques que ponga una cara
sonriente en el mío con la crema batida? ¿Y puedes pedirle que haga algunos
dientes con las chispas de chocolate, por favor, también? ¿Crees que podría
conseguir dientes extra de chispas de chocolate? A papá no le gusta que yo
coma demasiados dulces, pero es para el desayuno, así que está bien. Sin
embargo, no quiero que el fabricante de panqueques tenga problemas.
—English, me haces sonar como un ogro.

135
—¿Qué es un ocre?
—No importa.
Beck y yo damos nuestras órdenes, y la camarera se va, estoy segura,
mareada.
—¿Tú y papá se divirtieron en la fiesta nocturna? ¿A papi le gustaron
tus pijamas? ¿Le gustó tu cama? ¿Tuviste que compartir tu almohada? Papá
ronca a veces. ¿Roncó anoche?
Beck se muerde el labio para no reírse. Abro y cierro la boca unas
cuantas veces antes de contestar.
—Nos lo pasamos muy bien, pero hubiera sido más divertido si
hubieras estado allí. Y tu papá durmió en el sofá.
Pequeñas arrugas se forman en la frente de English.
—¿Por qué tendría que hacer eso?
—Se quedó dormido y era demasiado grande para que yo lo llevara a
la cama.
—Oh. —Y gracias a Dios, ese es el final.
Cuando llegan nuestros panqueques, English es todo negocios, y no te
molestes en preguntar algo. Si lo haces, ella levanta un dedo y no responde.
Cuando llena su vientre con todo lo que puede contener, le pregunta a Beck:
—Papi, ¿podemos tener a Boonior?
Beck termina de tragar y dice:
—Ya veremos, pequeña. Sabes lo que he dicho antes.
—Sí, pero eso fue antes. Banana y Geepa dijeron que lo mantendrían
principalmente. Y si lo hacen, ¿por qué no lo haces tú?
Me mira en busca de ayuda, así que le pregunto:
—¿De dónde viene el nombre de Geepa?
Beck sonríe.
—Esta dijo que no le gustaba Abuelo, así que lo cambió. Es realmente
la letra G. Al igual que G barra PA. Pero luego se convirtió en Geepa.
—Ah, lo entiendo. Eso es bastante pegadizo.
—Entonces, ¿podemos conseguir a Boonior? ¿Podemos?
Mirando a Beck, digo:

136
—Es una causa perdida, ya sabes.
—Sí, y voy a estrangular a alguien.
—¿A quién, a Geepa? —pregunta English.
—¿Quién sacó todo el tema, pequeña?
—Yo. Quiero un nuevo Boonie.
—¿Alguna vez tomas un no por respuesta? —pregunta.
—Me dices que no todo el tiempo.
Paga la cuenta, y nos dirigimos de nuevo a su lugar. Por todas las
señales, me parece que Beck será el propietario de un nuevo Boonior.
English corre dentro, llena de energía como la que tiene a menudo una niña
de seis años, y ahora está alimentada por panqueques con chispas de
chocolate. Beck se detiene para agarrar el correo, y estoy persiguiendo a la
pequeña cuando entra a la casa como si hubiera visto un fantasma.
—¿Qué pasa?
No me responde, pero sigue moviéndose hasta que desaparece en su
oficina, supongo. English es ajena y brinca por todo el lugar y luego me llama
a su habitación.
—Vamos a hacer un dibujo, señorita Monroe, y el mejor gana un
premio.
—¿Qué tipo de premio?
—¡Caramelos! —Se quita los zapatos y salta sobre su cama—. Ojalá no
tuvieras esa cosa en tu pie todavía.
—Yo también. Entonces, ¿qué tipo de imagen quieres dibujar?
—Vamos a dibujar nuestro nuevo Boonior.
—Está bien. —Agarro dos cuadernos de dibujo y algunos lápices, y
comenzamos a trabajar en nuestras obras maestras. Soy la peor artista, así
que espero que mi perro sea perceptible. Sin embargo, mi mente no está
realmente en esto. Estoy pensando en Beck y lo que sucedió.
Las dos estamos casi terminando con nuestros bocetos cuando
escucho la apertura de la puerta principal y a Anna llamando a English. ¿Por
qué está de vuelta?
Entro a la sala de estar, y tanto Mark como Anna están allí.
—Oigan, pensé que no iríamos hasta las seis.

137
—Beck llamó. ¿No ha dicho nada?
—No, he estado jugando en la habitación de English.
Comparten una mirada que me dice que algo no está bien.
—¿Qué ha pasado?
—Vamos a volver a llevar a English con nosotros para que tengan un
poco de privacidad.
—Yo no…
Beck entra y dice:
—Gracias por venir.
Se ve como un hombre diferente que cuando llegamos a casa después
del desayuno.
—¿Qué está sucediendo? —pregunto.
—En un minuto, Sheridan —dice. Luego asiente a sus padres—.
Agradezco esto.
—Beck, querido, sabes que estamos aquí para ti en cualquier
momento.
La expresión en su rostro me aterroriza. Los músculos de sus mejillas
parecen saltar de su piel y, sin embargo, su comportamiento es casi el de un
hombre derrotado.
Mark dice:
—Vamos, English. Vamos a echar un vistazo a algunos Booniors esta
tarde.
—¿De verdad? —Mira a Beck, y él asiente. Ha sucumbido.
—Te veré esta noche. —Se inclina y la abraza.
Ella agarra su abrigo y sale por la puerta. Cuando todos se han ido, me
enfrenta y me entrega un sobre.
—Vino en el correo. Certificado hoy.
Cuando veo que es de un abogado, sé de inmediato de qué se trata.
—Mierda.
—Así es.

138
Rápidamente, escaneo el contenido y dice que la madre está buscando
sus derechos de custodia. Ella quiere la custodia compartida, y bla, bla, bla.
No puedo pasar esa parte de la custodia compartida. Ella no está empezando
de una manera pequeña o bromeando.
—¿Llamaste a tu abogado?
Hace una mueca.
—Sí, no respondió, así que dejé un mensaje. Esto no es bueno,
Sheridan. Esperábamos que ella fuera por un fin de semana aquí o allá.
Comenzar en pequeños pasos o algo así. Pero no la custodia compartida.
Se deja caer en el sofá y se frota el cuello. Estoy completamente
pérdida.
—¿Qué puedo hacer?
—¿Honestamente?
—¡Sí!
—Cásate conmigo. Sé que es mucho pedir, pero ahora más que nunca,
English necesita esto.

139
Capítulo 24
Beck
Traducido por Lyla

L
a carta fue un golpe devastador. Debería haberlo esperado,
haber estado mentalmente preparado, pero me atacó como una
maldita bomba nuclear, revolviéndome el cerebro hasta que no
pude pensar con claridad.
No creo que Sheridan acepte el asunto del matrimonio, y
honestamente, ¿cómo puedo culparla? Es algo difícil de preguntar, pero creo
que le empiezo a gustar. La cuestión es que esto la está presionando, y una
gran parte de mí se siente muy mal por eso. Pero esa parte es superada por
mi amor por English. No cometeré errores. Haré cualquier cosa por mi hija.
Cualquier cosa.

140
Capítulo 25
Sheridan
Traducido por Myr62 y Umiangel

D
ejar a Beck en su estado de angustia no es fácil, pero con lo
que propone, no tengo otra opción. No puedo estar cerca de él
y pensar con claridad. Esta no es una decisión a la que saltaré
sin sopesar todas las opciones.
—Acción de Gracias es el jueves. Podríamos irnos el viernes, fugarnos
a alguna parte.
—¿Qué pensará English? —pregunto.
—Cookie, está enamorada de ti. Si volviéramos a casa y le dijera que
nos casamos y que serás su nueva madre, ella estaría bajo el arcoíris al
respecto.
—¿Y el colegio? ¿Cómo crees que reaccionarían?
—¿Hay alguna regla en algún lugar que establezca que no puedes
casarte?
Me pellizco el puente de la nariz.
—No, y sabes que eso no es lo que quise decir. English es mi alumna.
—¿Hay algo que estipula que no puedes enseñar a tu propio hijo?
Pensaría que serías más dura con ella si fuera tuya.
—Tengo que pensarlo. Hay tanto en lo que pensar.
—Ya lo creo. —Las líneas de tensión alrededor de su boca y ojos
parecen haberse profundizado en el corto tiempo desde que regresamos del
desayuno. Ni siquiera puedo empezar a imaginar lo que está pasando.
—Beck, necesito estar sola para pensar en esto.
Él toma mis manos en las suyas.

141
—Entiendo. Si hay algo, cualquier cosa que necesites para ayudarte a
tomar una decisión, llámeme. Sheridan, haré cualquier cosa por ti. Espero
que lo entiendas.
Las palabras no son necesarias. Su corazón está siendo desgarrado,
pieza por pieza, y qué sucederá si English se entera. Cuando llego a casa, soy
un desastre. Michelle quiere saber qué pasa, pero apenas puedo hablar, así
que me dirijo a mi habitación y me ducho. Tengo un pequeño colapso
mientras estoy allí, pero necesito aclarar mi cabeza. Tal vez hablar con mi
mejor amiga ayude.
Cuando llego abajo, Michelle está allí, y sola.
—¿Dónde está Oliver?
—En la casa de sus padres. No creo que quiera presentármelos. —
Hace un puchero.
—¿Por qué dices eso?
—Nunca me los ha presentado.
—Hmm. Tal vez los esté escondiendo de ti.
—¿Tú crees?
—No lo sé, pero podría ser.
—¿Quién murió? Has estado llorando. Y mucho por lo que parece —
me pregunta, fijándose en mí por primera vez.
Es una historia tan larga que casi no quiero contárselo todo, pero
tengo que hacerlo. Ella es mi Michelle. Para cuando termino, ella está
sorbiendo sus propias lágrimas.
—Oh, Dios, no puedo imaginar a esa pobre niña. ¿Qué vas a hacer?
—No lo sé. Amo a esa niñita. Es adorable. Y cuando la madre apareció
en la escuela…
—Espera. ¿Qué? ¿Se presentó en la escuela?
Le explico lo que sucedió ese día y lo asustada que estaba English en
ese momento.
—Fue horrible. Le dijo a English que se la iba a quitar a Beck. Tuvimos
que llamar a la policía.
—Maldición, Sher, eso es terrible. ¿Qué crees que harás?

142
—No lo sé. Odio esta situación en la que estoy. Quiere que me
comprometa durante seis años —le digo gimiendo.
—¿Y si te enamoras de él?
—Eso es lo más ridículo del mundo.
—¿Por qué?
—Porque sí —le digo. —Apenas puedo tolerarlo.
—No es ridículo. Y deja de mentirte a ti misma. Parece que lo estás
tolerando bastante bien. Pero la pregunta más importante es, ¿qué pasa si él
se enamora de ti? —Su dedo hace círculos en el aire.
Agito mi mano en el aire frente a mí, desestimando su estúpido
comentario.
—Me preocupa que me odie después de una semana, tal vez dos, y tú
estás hablando de que nos enamoremos. —Toda la idea es absurda.
—Contéstame esto. ¿Te sientes atraída por él?
—¿Lo has visto?
—Sabes que sí, y es sexy, pero eso no significa que te sientas atraída
por él.
—Bueno, lo estoy. Y lo más loco es que dice que se siente atraído por
mí, pero enamorarse es algo completamente diferente.
—Está bien, Sher, escúchame. En primer lugar, no es una locura que él
se sienta atraído por ti. Eres guapísima. Como te vivo diciendo, mírate en el
maldito espejo. En segundo lugar, si haces esto, estarás viviendo con él y su
hija como una familia, probablemente durmiendo con él, y es una clara
posibilidad que pueda suceder de que te enamores.
—Entiendo lo que dices, y estaría de acuerdo contigo si las cosas
fueran normales, pero Beck es diferente. Es temperamental y taciturno. Creo
que es más probable que este cabreada que otra cosa. Le dije que no podía
actuar de esa manera, y dijo que lo intentaría, pero no estoy segura que lo
haga.
—Tienes una gran decisión que tomar. ¿Y qué pasa con la escuela?
¿Aún puedes tenerla en tu clase?
—Voy a hablar con mi directora esta semana. Como Acción de Gracias
es el jueves, nos iríamos el fin de semana. —La expresión de Michelle me
hace pensar en algo que no le mencioné—. Una cosa más. Beck me dijo que
pagaría mi parte del alquiler, así que no tendrías problema durante el

143
tiempo que quisieras vivir aquí o hasta que encontrases otro compañero de
habitación.
—¿En serio? Es muy amable de su parte.
—No, eso es lo mucho que él quiere que haga esto. Y, Michelle, no
puedes decirle una palabra de esto a nadie, y me refiero a nadie. Si la madre
se enterara de que nos casamos por conveniencia, esto realmente podría
significar un problema para Beck. Te confío todos mis secretos, incluso este.
—Te cubro las espaldas. ¿Sabe lo de tus padres?
—Sabe que murieron, pero no sabe cómo.
—¿Vas a decirle? —pregunta.
—Imagino que algún día lo haré, pero no ahora.
Michelle me lanza una sonrisa de complicidad.
—Vas a hacer esto. Amas a esa niñita. Durante las primeras dos
semanas de clases, solo hablabas de ella. Y ahora, lo último que quieres es
verla ser llevada por una extraña que crees que no se preocupa por lo mejor
para ella. Te conozco, Sheridan Monroe. Puede llamar a Beck ahora mismo y
planificar tu fuga. Acaba con la maldita cosa. Serás la señora Bridges,
madrastra de English Bridges, adorable niña de seis años de cabeza rizada
que te robó el corazón. Lástima que no puedas casarte con la niña.
Automáticamente me levanto la camisa para ocultar mi rostro. Tienes
razón, y lo sé, maldita sea. Soy una tonta.
Ella agarra mi camisa para liberar mi cabeza.
—¿Qué?
—Dije que tenías razón. Y estoy muerta de miedo. No sé cómo estar
casada, mucho menos como ser madre. —Una almohada me golpea en un
lado de la cabeza—. ¡Ay! ¿Por qué hiciste eso?
—Porque naciste para ser ambas cosas. Esposa y madre. Lo harás muy
bien. ¿Por qué crees que te dedicaste a la enseñanza? Adoras a esos
mocosos.
Tiene razón. Los niños, no importa lo molestos que puedan ser a
veces, son mi alegría en la vida.
—Está bien, te daré la razón con lo de los niños, pero ser esposa es
otra cuestión.

144
—Lo que sea. Haz una maleta y ve a casarte. Ve a amar a esa niña. Si
las cosas se ponen feas, ella te va a necesitar. —Se ríe de mí—. Me voy el
miércoles. Te vas de la escuela después del martes. Diviértete.
Michelle se da cuenta que no hago ningún movimiento para hacer
nada, así que agarra mi teléfono y me lo entrega.
—Llámalo, Sher.
—¿Cuál es tu prisa?
—Te conozco. Vas a sentarte aquí y convencerte de no hacerlo. Y
luego te perderás la cosa más importante de tu vida, sin mencionar que te
darás una palmada en la frente durante no sé cuánto tiempo, cuando esa
niña sea llevada por una perra maníaca adicta a las drogas.
—Maldición. —Empiezo a marcar frenéticamente el número de Beck.
Suena cuatro veces antes de que él conteste.
—Cookie, esto no puede ser bueno.
—Lo haré —me apresuro a decir.
—¿Qué?
—Lo haré. Me casaré contigo.
Nada. Silencio mortal. Tal vez cambió de opinión.
—¿Qué? ¿Vas a rescindir la oferta?
—¡No! De ningún modo. Estoy en shock. Pensé que te llevaría al
menos un par de días decidirlo.
—Sí, bueno, no fue así. Y aclaremos algo en este momento. Estoy
haciendo esto por English. No por ti. Así que vamos a planear. Me tengo que
mudar, ¿y cómo se lo vamos a decir a English? ¿Y a tus padres?
—Mis padres ya lo saben. Eran parte del plan. Ellos te adoran.
—Hmm. ¿Y no creen que sea una idea loca?
—De ningún modo. Ellos piensan que es genial.
—¿Cómo le diremos a English? ¿Y lo haremos antes de casarnos o
después?
—Casarnos, ¿eh?
Miro a Michelle y tiene una sonrisa maliciosa en la cara. Esa mujer
ama esto. Por supuesto, ¿por qué debería sorprenderme? Siempre ha sido la

145
reina del drama entre nosotras dos, así que esto se está convirtiendo en una
de sus cosas predilectas. Puedo verla prácticamente frotándose las palmas.
—Cookie, ¿no crees que deberíamos discutir todo esto en persona y
no por teléfono?
—Probablemente sea una buena idea.
—Pasaré por ti en media hora. Y cenaremos con mis padres,
¿recuerdas?
—Jódeme. Lo olvidé.
—¿Qué pasó con duro y rápido?
—Estoy en un estado de ánimo lento y fácil hoy.
El no responde
—¿Hola? ¿Beck?
—Sí.
—Oh, pensé que había perdido la llamada.
—No te preocupes por eso. Nos vemos en treinta.
Michelle se sienta allí con esa sonrisa inteligente en su rostro.
—Vendrá por mí en treinta minutos. Tengo que prepararme.
—Y no puedo esperar a conocer personalmente a este tipo.
—Ya lo conociste. En el cine, ¿recuerdas?
—Sí, pero esto es diferente.
Cuando suena el timbre, Michelle corre y, literalmente, abre la puerta.
Beck salta hacia atrás de lo fuerte que la abrió.
—Dios mío, chica. ¿Has estado levantando pesas o algo así? —
pregunto.
Ella se ríe y luego mira a Beck con dureza mientras lo llamo desde
dentro.
—Adelante, Beck.
Beck dice:
—Hola, soy Beck. Nos conocimos brevemente en el cine. —Le extiende
la mano, pero ella lo mira aturdida. ¿Qué diablos está mal con Michelle? Y
luego me golpea. Está en un estupor.

146
Estás babeando, Michelle —le susurro, mientras me inclino hacia su
oreja.
Su mano recorre su barbilla, y luego me da una mirada asesina porque
solo bromeaba.
—Beck, te acuerdas de Michelle.
—Me alegro de verte de nuevo. —Ella se recompone y dice—: ¿Darte
mis felicidades es lo más apropiado?
—Supongo que sí —dice, sonriendo. Beck mira hacia mí y pregunta—:
¿Has empacado una maleta?
—No, tengo que volver aquí. Es noche de escuela.
—Bueno. Vamos. —Cuando se da vuelta, Michelle me levanta dos
pulgares y una gran sonrisa. Sabía que lo aprobaría.
Cuando subimos a su auto, él dice:
—¿Tu compañera de cuarto siempre es así de extraña?
—Se encontraba un poco muda.
—¿Por qué?
—No importa. —Los hombres no tienen ni idea—. Regresando a
nosotros. ¿Cómo deberíamos hacer esto?
—Las Vegas. Este fin de semana.
—¿Las Vegas? —¿Qué demonios?
—Sí. ¿Por qué no?
—¿Te refieres a la capilla de Elvis y todo eso?
Una gran risa brota de él.
—Estoy bastante seguro que hay otros lugares para casarse, además
de la Capilla de Elvis.
—Oh.
—Por favor, dime que no pensaste que eso es todo lo que Vegas tiene
para ofrecer.
—Nunca he ido, así que, ¿cómo iba a saberlo? —pregunto a la
defensiva.
Sigue riendo intensamente. De hecho, veo lágrimas en las esquinas de
sus ojos.

147
—¡Basta! Te estás burlando de mí. —Es muy gracioso, pero no puedo
dejar que lo sepa.
—Bueno, maldita sea, Cookie, Las Vegas es enorme. No es que no
tengan nada más que Elvises falsos que casan a la gente en cada esquina. Eso
mataría su negocio matrimonial rápido.
—Como sea.
—Estás enojada conmigo.
—No, no lo estoy. —Mi labio inferior casi se arrastra en el piso del
auto.
—Sí lo estás.
—No lo estoy, pero lo estaré si sigues molestándome.
Él se ríe todo el camino de regreso a su casa.
—Pensé que iríamos a casa de tus padres.
—No hasta alrededor de las seis. Necesitamos hacer planes.
—Correcto. Así que este fin de semana. Las Vegas, ¿no?
—Sí, salgamos el miércoles y regresemos el sábado.
—¿Qué hay del Día de Acción de Gracias e English?
—Aquí está la cosa. El abogado de Abby ha solicitado una visita con
English ese día.
—Supongo que Abby es la madre de English.
—Sí. Así que mamá y papá llevarán a English a Disney World el
miércoles. La traerán de vuelta el sábado por la noche. Podemos decirle en
ese momento. Mi abogado entregará una carta diciendo: Lo siento, ella no se
encuentra aquí. Pero es estúpido porque no es orden de la corte ni nada. Es
solo una carta de su abogado solicitando que lo hagamos.
—¿Por qué lo haría en Acción de Gracias? No tiene sentido.
—Eso es lo que dice mi abogado, también. Pero ella persigue su
custodia a través de los tribunales. Este es solo el comienzo.
—Ya veo. Entonces, ¿debo avisarle a la escuela cuando regresemos?
—Depende completamente de ti. Lo que creas que funcione mejor.
—Beck, ¿la madre no se dará cuenta? Quiero decir, nos vamos y luego
nos casamos. ¿No dirán que lo hicimos solo por esto?

148
—Posiblemente, pero no pueden probar nada. Mientras actuemos
como una pareja amorosa frente a ellos y mientras English te ame, lo que
ella haga, no importará.
Habla en serio, pero a pesar de eso me asusta. ¿Y si me llaman a
testificar y tengo que decir la verdad?
—¿Por qué estás preocupada? —pregunta. Explico mis inquietudes.
—No hay necesidad de preocuparse. Mi abogado no les permitirá que
lo pongan en el estrado a menos que tú lo aceptes. Eso es todo.
Una vez que todo está decidido, Beck hace nuestras reservas de avión
y hotel. Como él es viajero frecuente, se encarga de todo. Dudo en decirle que
nunca he volado antes.
—¿Cuánto dura el vuelo? —pregunto.
—Unas cuatro horas y media.
—¿Tanto tiempo?
—Si. Las Vegas no está tan lejos de la costa oeste.
—Lo sé, pero yo… bueno, nunca he volado antes, así que me lo
preguntaba.
Su cabeza se inclina y sus ojos se abren como platos cuando me
pregunta:
—¿Nunca has volado?
—No, nunca.
—¿Cómo sucede eso en la actualidad?
Este no es un tema cómodo para mí.
—Simplemente pasa.
—¿Hay algo que necesito saber?
—Realmente no.
Su voz se vuelve suave y ronca.
—Mira, Cookie, estás haciendo mucho por English y por mí. Puedes
decirme cualquier cosa, y se quedará justo en esta habitación. Lo prometo.
—No es tan importante. Mi papá no volaba en avión porque tenía
miedo, por lo que nuestras vacaciones familiares fueron a lugares donde

149
podríamos conducir. Eso es todo. —Eso no es todo, pero es suficiente por
ahora.
—¿Estás segura?
—¿Por qué no lo estaría? —Él no me cree del todo, pero tendrá que
hacerlo por ahora. No estoy lista para compartirlo todavía. ¿Y quién sabe
cuándo estaré?
—Oh, no lo sé. Porque no te sientes cómoda conmigo. No quieres
dejarme entrar en tu santuario interior. Y lo entiendo. Pero espero que lo
hagas algún día porque creo que te mostraré que puedo ser un excelente
amigo.
Estamos a pocos centímetros de distancia, y lo que quiero hacer es
besarlo. Es difícil pensar en otra cosa cuando está tan cerca. Pero él cambia
de tema cuando me pregunta:
—Entonces, ¿cuántas cosas tienes?
—Todo lo que está en mi habitación y algunas de las cosas de la cocina
son mías.
De una manera brusca, a la que me estoy acostumbrando más, él dice:
—No necesitarás nada de eso. Déjaselo a tu compañera de cuarto.
—No.
—¿No?
—Eso es lo que dije.
—Cookie, has visto la cocina. Tengo de todo.
—Beck, las cosas que tengo son de mi mamá. No me voy a separar de
ellas.
—Bien. Los recogeremos cuando podamos. ¿Tu compañera de cuarto
necesita reemplazarlos?
—Voy a consultar con ella —resoplo.
—No te enojes —dice.
—Entonces no me des órdenes.
Después de una buena y dura mirada, él asiente.
—¿Qué tal esto? ¿Por qué no solo empacamos una o tres bolsas y
puedes quedarte hasta las vacaciones de Navidad cuando podemos
tomarnos unos días para mudarnos?

150
—Eso estaría perfecto. Gracias. —Le ofrezco una dulce sonrisa.
—Me alegra que lo apruebes. ¿Estás lista para decírselo a mis padres?
—Por supuesto.
—No te olvides. No le diremos a English hasta que regresemos —me
recuerda.
Estoy de acuerdo mientras nos dirigimos al auto de Beck. Espero que
English sea tan feliz como Beck cree que lo será.

151
Capítulo 26
Sheridan
Traducido por Kalired y Brendy Eris

C
uando llegamos a la casa de los padres de Beck, no puedo evitar
quedar con la boca abierta. Viven en Buckhead en una de esas
codiciadas casas antiguas que la gente sueña. Hay una puerta de
hierro forjado que Beck tiene que ingresar un código para que podamos
pasar. El viaje a la casa no es largo, pero el césped bien cuidado es
pintoresco.
—Después que dejaron a English en una caja, papá instaló esta puerta.
Viví aquí con ella durante un año, y el abuelo se volvió un poco
sobreprotector—explica Beck.
—Es tan bonito aquí.
—Sí, es agradable.
Es mucho más que agradable, pero supongo que está tan
acostumbrado a eso, que no le afecta como a mí. Nos estacionamos en el
camino circular que está enfrente y caminamos por la puerta hasta un gran
vestíbulo que sube directamente al segundo piso. Hay una enorme araña que
cuelga sobre nosotros, y aunque estoy parada en una casa multimillonaria,
no es presuntuosa. Es muy cómoda y acogedora.
—Vamos. —Beck hace un gesto, y lo sigo. Caminamos por un largo
pasillo hacia una sala de estar combinada con la cocina que está en la parte
posterior de la casa. La habitación es impresionante, con ventanas de vidrio
que recubren la pared trasera y con vistas a una terraza. No quiero mirar
embobada, pero soy incapaz. Entonces una niña de seis años emocionada
desvía mi atención.
English salta alrededor porque aparentemente han encontrado un
nuevo Boonior. No puede venir a casa hasta Navidad, pero es un cachorro de
Boykin Spaniel. Beck sacude la cabeza.
—¿Qué? —pregunta Mark.

152
—Es un perro con mucha energía. Sabes que tendrás que jugar mucho
con él. Lanzar la pelota todo el tiempo. Sacarlo afuera para hacer ejercicio.
¿Entiendes lo que quiero decir?
—Lo hago, y me encargaré.
—Eso ya lo veremos. Um, creo que necesitas llevar a English a Disney
World el miércoles por la noche.
Mark le pregunta a Beck por qué.
—Porque con Sheridan volamos a Las Vegas esa noche.
Sin decir una palabra, Mark sonríe ampliamente, se acerca y me
envuelve en el abrazo más fuerte que puedo recordar desde que murió mi
madre. Se me llenan los ojos de lágrimas.
—No sabes lo mucho que esto significa para nuestra familia —
murmura—. Iré a distraer a la pequeña mientras tu madre cambia nuestras
reservaciones. ¿Se lo vas a decir?
—No hasta que volvamos —dice Beck.
Mark asiente mientras va y agarra a English. Un par de minutos más
tarde, Anna entra en la habitación y casi me derriba con un abrazo. Está casi
tanto, si no más, emocionada que Mark.
—Oh, Sheridan, estamos muy emocionados por esto. No puedes saber
cuánto significa esto para nosotros. Gracias.
No estoy segura de qué decir. No hay nada que suene realmente
apropiado.
—Adoro a English, y estoy feliz de ayudar. —Eso suena como la cosa
más patética del mundo. Miro a Beck y hago una mueca.
—Solo tenemos que ocultarle esto a English. Es lo que hay, Sheridan.
Ambos saben la razón por la que lo estamos haciendo —dice, luego de reírse.
La tensión se escapa.
—Sí. Lo hacemos. Formamos parte de este plan. Y si hay algo que
podamos hacer para ayudar, avísanos.
—Gracias. Pero la verdad, adoro a esta niña. Es preciosa, y quiero
hacer todo lo que pueda para ayudar.
—Con suerte, esto será exactamente lo que necesitamos para
mantener lejos al lobo —dice Anna.

153
—Yo espero que sí. Lo último que quiero es que English salga
lastimada.
La expresión de alegría de Anna se convierte en dolor mientras
procesa mis palabras. Pero luego English entra en la habitación, poniendo
las cosas patas arriba con sus payasadas, y Anna dice:
—Iré a ver la cena.
Como de costumbre, la cena es entretenida, con las incesantes
preguntas de English. Sus noticias son la navidad y su mascota. Ahora que el
cachorro es algo seguro, está tratando de averiguar qué le traerá Santa al
cachorro como regalo.
Beck la interrumpe y le dice:
—Pequeña, estás un poco confundida. Tu regalo de navidad es el
cachorro. ¿Cómo puedes estar preocupada por lo que tu presente recibirá de
regalo?
Eso funciona por un tiempo mientras sus ruedas se mueven, pero
luego se enciende la bombilla.
—¡No! ¿Cómo puede ser Boonior mi regalo? Santa todavía no ha
llegado.
Beck nos mira largamente a cada uno de nosotros. Mark y Anna solo
se encogen de hombros mientras vengo a rescatarlo.
—English, Santa no es el único que te trae regalos en Navidad. Lo
sabes, ¿verdad?
—Ajá —dice, mientras forma un adorable puchero.
—Bueno, Boonior no es un regalo de Santa.
—Está bien.
—Entonces, ves, como es un regalo, no recibe un regalo. Tal vez lo
haga el año que viene.
Sus rizos se agitan mientras mueve la cabeza en acuerdo. Punto para
Sheridan.
Esa noche, cuando Beck me lleva a casa, le digo que planeo informar a
Susan, mi directora, sobre nuestros planes.
—Creo que hablaré con ella después de la escuela el martes. Eso me
dará un día para comprobar si todavía puedo mantener a English en mi
clase. Si no, tendrá que hacer arreglos para transferirla a otra.

154
—Hmm. Espero que no sea un problema, pero si es así, English tendrá
que lidiar con eso. Creo que saber que eres su madre lo compensará con
creces.

Cuando llega el martes, soy un manojo de nervios. Me detengo en la


oficina de Susan para preguntar si puedo hablar con ella después de la
escuela, y me dice que venga cuando los alumnos se han ido.
El día pasa sin problemas, y cuando llego a la oficina de Susan, su
secretaria me dice que está hablando por teléfono y que le dé un minuto. Un
minuto se convierte en un tiempo bastante largo, así que vuelvo a mi clase
para recoger mis cosas y cerrar la puerta. Cuando vuelvo, todavía está en el
teléfono. Finalmente, me indica que entre.
—Toma asiento. Tenemos un problema.
—¿Un problema? —pregunto.
—Ese era el superintendente. Al parecer, English le está diciendo a
todos sus compañeros de clase que tú y su padre tuvieron una fiesta de
pijamas y que pasó la noche en su casa.
—Oh, Dios. —Dejo caer la cabeza en mis manos por un segundo, luego
digo—: No fue así en absoluto. Salimos, y ambos nos quedamos dormidos. Se
quedó en el sofá.
—No importa. Ambos sabemos cómo las cosas se malinterpretan, y la
percepción es más importante que la realidad a veces. Algunos padres me
pasaron por alto y llamaron directamente al superintendente para presentar
una queja. Por eso, deben ponerte en suspensión.
—¿Tienes que estar bromeando?
—Ojalá lo estuviera —dice.
Una risa burlona se me escapa.

155
—Irónicamente, quería verte porque con Beck nos vamos a casar este
fin de semana. English no lo sabe, pero sus padres lo saben.
—Tal vez cuando la junta escolar se dé cuenta de esto, retirarán todo.
Pero el asunto es que los padres tienen que estar satisfechos.
—¿Cuántos días estaré suspendida?
Susan se frota la frente.
—Honestamente no lo sé. Nunca he tratado con algo como esto antes.
Supongo que hasta que te consideren segura para que los niños estén cerca.
—Oh, esto es una locura. Nunca haría nada para dañar a los niños.
—Lo sé, Sheridan, y voy a hacer todo lo posible para que comprendan
esto.
—Si no me despiden y regreso, ¿puedo enseñar a English o será
trasladada a otra clase?
—Todavía puedes enseñarle. No hay nada que diga que no puedes. De
hecho, antes varios padres les han enseñado a sus hijos. Hemos descubierto
que suelen ser más estrictos con los propios que con los otros estudiantes.
—Entonces, después de las vacaciones, ¿no puedo regresar hasta
obtener una respuesta sobre este tema?
Susan frunce el ceño.
—No, te quiero aquí. Estoy tomando una posición en contra de esto.
Todo es absurdo, y quiero que todos lo sepan.
—Te agradezco que confíes y creas en mí.
Sus ojos miran hacia abajo, y dice:
—Entonces, esta es tu última semana con la bota, ¿eh?
—Sí, creo que voy a quemar esa maldita cosa. En realidad, en lugar de
celebrar, en este momento tengo ganas de llorar.
—Oye, aguanta, Sheridan. Te vas a casar. Tienes mucho que celebrar, y
esto es solo un pequeño obstáculo en el camino.
—Gracias por su apoyo.
Tan pronto como subo a mi auto, llamo a Beck y le cuento lo que pasó.
Él no puede creerlo. Luego dice:
—No te preocupes por nada.

156
—Podría potencialmente perder mi trabajo.
—Si lo haces, puedes ir a trabajar para mí. Necesito algo de ayuda.
—Beck, gracias por eso, pero quiero enseñar. Amo mi trabajo. Amo a
esos niños. Por eso fui a la escuela. Además, ¿qué pasaría si los abogados de
esa otra mujer se enteraran de mí?
Él no dice una palabra.
—¿Podría eso causar un problema para ti?
—No lo creo. Nunca dormimos juntos.
—No podemos probarlo. Será mejor que llames a tu abogado.
—Tal vez debería —dice.
—Y luego tienes que decidir si todavía quieres casarte conmigo.
—Oh, eso es definitivo. Nos vamos en avión por la mañana. No me
importa una mierda si te despiden o no. ¿Lo entiendes?
Mi cabeza gira con tantas cosas, no estoy segura de qué es lo correcto
y qué no lo es.
—Cookie, contéstame.
—Sí, lo entiendo.
—Ve a casa y haz las maletas, cariño. Pequeñuela está con mis padres.
Se van por la mañana, así que ella se queda con ellos esta noche. Y te vas a
quedar conmigo.
Es tan determinado que solo puedo asentir. Las palabras están
atrapadas en el nudo que está atascado en mi tráquea.
—Sheridan, ¿estás ahí?
—Oh, sí.
—Bueno. Iré a tu casa alrededor de las siete y media, e iremos a cenar.
¿Eso está bien para ti?
—Bueno. Genial.
Me doy cuenta que a partir de esta noche dormiré con este hombre.
Beckley Bridges. ¿A qué diablos me he comprometido? Oh mi puta mierda.
Necesito comprar bragas nuevas. Las mías parecen algo que usé en el
décimo grado. Mis neumáticos chirrían cuando salgo del estacionamiento de
la escuela y me dirijo a Target. Mi tarjeta de crédito, que rara vez utilizo
porque ya tengo suficientes deudas, se va a quemar hoy.

157
Primera parada, departamento de lencería. A continuación, necesito
un par de tops. Por último, me dirijo al equipaje donde consigo un bolso
lindo que puedo guardar en la bodega o llevar conmigo. Luego, cuando me
dirijo al cajero, me doy cuenta que necesito una nueva bolsa de maquillaje.
Hago un rápido desvío y tomo una. Ah, y casi me olvido del champú, el
acondicionador, la loción y esos artículos del tamaño de un viaje.
Michelle está entrando cuando llego a casa.
—¿Por qué llegas tan tarde? —pregunta.
Le explico, y ella echa un vistazo a mis cosas. Después de obtener su
aprobación, explico lo que sucedió en la escuela con mi suspensión. No
parece en absoluto preocupada.
—Ah. —Su brazo vuela en el aire—, van a encontrar que no fue nada
más que algunos niños pequeños hablando sobre cosas que no entienden. —
Luego se ríe—. Es bastante divertido, sin embargo. Tú y Beck teniendo una
fiesta de pijamas.
—Bueno sí. English quería saber si a su padre le gustaban mis
pijamas.
—¿En serio?
—Sí, pero le dije que durmió en el sofá.
Michelle chasquea los dedos.
—Entonces eso es todo. Todo lo que tienes que hacer es que English
les diga eso.
—Supongo que sí, pero los niños son tan inconstantes. A veces se
olvidan de las cosas de un minuto para otro.
—Entonces todo irá bien.
—Mi directora dice que ella me apoya, así que tal vez.
—Deja de preocuparte por eso. Te vas a casar con la cosa más caliente
desde el pan de molde.
—El pan no está caliente a menos que esté tostado —le recuerdo.
Ella me lanza una sonrisa astuta.
—Lo está cuando los bollos están recién salidos del horno. No solo
eso, mereces totalmente tener sexo. ¿Cuándo fue la última vez, por cierto?
—No quieres saber la respuesta a eso. —Hace tanto tiempo, incluso
no recuerdo cuándo.

158
—Mira, necesitas aprovechar eso.
—Pero, Michelle, no estoy segura que pueda.
Si una mirada pudiera deletrear horrorizada, la suya lo haría.
—¿Qué diablos quieres decir? Te estás casando con el chico. ¿Por qué
no harías lo sucio con él?
—Porque sí. ¿Y si él no quiere hacerlo conmigo?
Ella me apunta un dedo.
—Ya es suficiente. Ve a empacar. —Se da la vuelta y se aleja.
Beck estará aquí en una hora y media, y no tengo idea de qué llevar.
Las Vegas es caluroso, ¿verdad? O espera. Es noviembre, tal vez no. Mejor lo
compruebo Así que lo hago y veo que está fresco. Menos mal que lo hice, o
me habría congelado hasta morir. Parece que huracán hubiese arrasado mi
armario cuando termino, pero creo que estoy lista. O no. No lo sé.
—Michelle! ¡Necesito ayuda! ¡Deprisa!
Ella entra a mi habitación y quiere saber qué está mal. Revisa mi bolso
y me da su sello de aprobación.
—¿Qué pasa con los zapatos?
—Estoy tomando mis botas y un par más. ¿Es suficiente?
Ella tira otro par de tacones.
—Para el día de tu boda.
—Oh, no creo que pueda caminar en eso todavía. Esta es mi primera
aventura sin la bota, ¿recuerdas?
Los quita y me entrega un par diferente que no tiene tacones.
—¿Mejor? —pregunta.
—Sí.
—Ahora estás bien.
—Oh, Dios mío, estoy nerviosa.
—¿Por qué?
—¿En serio? —pregunto.
—No, solo bromeo. —Luego me abrazo y me dice—: Vas a ser la mejor
mamá de la historia. Sin mencionar la mejor esposa. Y es mejor que seas un

159
buen polvo, también. Y recuerda, sin dientes cuando lo chupas. A menos que
él quiera un poco. Pero si lo hace, solo un poco.
—Gracias. Dios. Lo último no ayudó en nada. —Le toco el hombro.
—¿Qué? Acabo de darte el curso de actualización de treinta segundos.
—Toma mi bolsa mientras yo agarro mi bolso de viaje—. Déjame llevar esto
por ti.
Mi vientre está atado en nudos, y dejo escapar:
—Oh, Dios, esta ansiedad me está matando.
—Cálmate. ¿Necesitas un trago?
—No estoy segura. Necesito algo. ¿Cómo voy a comer?
—Solo mira al hombre sentado frente a ti, y todas tus preocupaciones
se desvanecerán —dice.
—¿Lo dices en serio?
—Lo hago.
El timbre suena.
—Esto es todo. —Le doy a Michelle un abrazo espontáneo—. ¿Quién
sabe? En seis años, podemos volver a ser compañeras de habitación. —Una
risa nerviosa que se asemeja a una carcajada maníaca brota de mí.
—Tienes que tener control de ti misma. Él va a pensar que se va a
casar con una loca que recibió un pase del manicomio local.
Mis manos se deslizan hacia arriba y hacia abajo en mis jeans para
eliminar la humedad acumulada.
—Está bien, sí, tienes razón. Abre la puerta.
La oigo decir:
—Hola, Beck, es un placer verte de nuevo. —Me alegra saber que esta
vez puede hablar con él.
Beck le responde, y finalmente me muevo hacia la puerta. Eso es todo.
Mis primeros pasos en la dirección de convertirme en la señora Bridges.
—Hola, Cookie.
Michelle levanta una ceja ante el uso de su pequeño apodo para mí. No
me molesto en explicar.
—Estoy lista —le digo, indicando mis maletas.

160
—Genial. Vamos —dice mientras las comisuras de su boca se doblan
hacia arriba.
Michelle me sorprende cuando dice:
—Sheridan, ¿puedes ir al auto? Me gustaría hablar con Beck.
Mi cabeza se mueve hacia adelante y hacia atrás entre los dos. Es
obvio que él tiene curiosidad, al igual que yo. Ella me da esa mirada especial.
Beck extiende las llaves y dice:
—Te traeré el bolso y te veré allí.
—Bueno.
—Solo lo retendré un minuto o dos — agrega Michelle.
Ella cumple su promesa, y Beck se une a mí en el auto un par de
minutos más tarde.
—Esa chica te cubre totalmente las espaldas —dice.
—¿Qué dijo?
—No puedo decirte todo, pero tengo órdenes de tratarte como a una
reina.
Será mejor que no haya revelado ninguno de mis secretos.
Él toma mi mano y pregunta:
—¿Estás lista, Su Majestad?
Respirando hondo, digo:
—Supongo que sí. —Observo la casa en la que he vivido con Michelle
desapareciendo de la vista cuando salimos, y comienzo una nueva página en
mi vida.

161
PARTE DOS
Señora Bridges

162
Capítulo 1
Sheridan
Traducido por Brendy Eris

A
bordamos el avión y Beck me toca el codo.
—Aquí.
Miro nuestros asientos de primera clase con asombro.
Como nunca he volado antes, no tengo nada con qué
compararlos que no sea lo que he visto en la televisión y en las películas. Y
estos son buenos. Muy agradables. Detengo las ganas de reír. Por la razón
que sea, tengo la sensación de que Beck no tendría la paciencia para una
mujer risueña a su lado.
Él me quita el bolso y lo guarda en el compartimento superior cuando
me deslizo en el asiento de la ventana. Echando un vistazo a través del
pequeño cuadrado, reviso a los muchachos en la pista que están trabajando
para preparar nuestro vuelo. Mi emoción florece cuando me doy cuenta que
estoy a punto de tomar mi primer viaje en avión.
—¿En qué estás pensando? —pregunta Beck.
—Que estoy un poco asustada y muy emocionada.
—Sobre volar?
Sintiéndome un poco tonta, arrugo el rostro y digo:
—Sí, ¿es raro? Tener miedo, quiero decir.
—De ningún modo. Lo doy por sentado porque se requiere para mi
trabajo, pero para alguien que nunca lo ha hecho, puedo ver que sería un
poco intimidante. Sin embargo, creo que es extraño que nunca hayas volado.
Me concentro en los dedos anudados que tengo en mi regazo.
—Como te explique antes, a mi padre no le gustaba volar, y después
de que mi madre muriera, no tomamos muchas vacaciones. —La verdad es

163
que no tomamos ninguna. No queriendo insistir demasiado en eso, desvío su
atención—. ¿Exactamente con qué frecuencia viajas?
—En condiciones normales, me voy una o dos veces al mes —dice.
—¿Condiciones normales?
—He estado trabajando mucho en la ciudad últimamente debido a lo
que está pasando con English. Me niego a irme porque me preocupo mucho
por ella.
Eso tiene mucho sentido, y lo digo. También demuestra el hecho de
cuán grandioso padre es. Familia antes del trabajo y todo.
—Me impresionas —le digo.
—¿Lo hago? ¿Por qué?
—Debido a cómo has puesto tu vida en espera por ella.
—Harías lo mismo
—Tal vez. Pero estoy orgullosa de ti por hacerlo.
Su hermosa y sexy boca se curva en una sonrisa, y mi cuerpo se
calienta. Sería mucho más fácil si no fuera tan hermoso.
—Gracias.
La azafata comienza a hablar sobre los cinturones de seguridad y
todas esas cosas. Beck se acerca a mi regazo y abrocha mi cinturón.
El avión comienza a moverse, y me hace preguntarme algo.
—Beck, ¿estás nervioso?
—¿Acerca de?
—¿Casarse?
—De ningún modo.
Sus ojos azul verdosos queman a través de mí como si él supiera algo
que yo no. Luego toma mi mano y la besa. Es un gesto tan entrañable, y uno
tan poco característico de él, mi corazón se derrite un poco.
—¿Puedo darte algo para beber? ¿Una mimosa tal vez?
Mi cabeza gira. Tal vez una bebida es exactamente lo que necesito.
—¿Puedo tomar una ahora? ¿Antes de que partir?
Él se ríe.

164
—Sí, en primera clase puedes. ¿O preferirías tomar algún café?
—No, una mimosa sería genial. Tal vez me ayude a dormir.
—¿Estás cansada?
—Un poco.
Me mira con curiosidad.
—¿No dormiste bien en mi cama?
No me atrevo a decirle que su cuerpo semidesnudo yaciendo junto al
mío me hizo imposible dormir siquiera una hora.
—Demasiado en mi mente. Sabes, ya que nunca antes había volado o
ido a ningún lugar tan extravagante. —O me he casado con alguien que se
está portando muy bien conmigo, pero que en el pasado ha sido todo un
imbécil.
Él asiente muy lentamente, y no estoy segura que me crea. Lo bueno
es que no me sigue cuestionando. Francamente, estoy un poco sorprendida
porque estoy segura que él puede ver el rubor en mis mejillas.
Mi mimosa es exactamente la diversión que necesito. Sin embargo, el
avión despegando me hace engullir la maldita cosa. Cuando me pongo a
pensar en el gran tubo de metal en el que estoy montando, y que desafía
toda lógica de que pueda permanecer suspendido en el aire, viajando a Dios
solo quien sabe qué velocidad. Mierda. ¿Qué demonios estaba pensando? No
es de extrañar que mi padre nunca voló a ninguna parte después de…
—¿Estás bien, Cookie? Estás blanca agarrando el apoyabrazos.
—Um, ¿estás seguro que esto es seguro?
—Todo está bien. Sabrás si las cosas están mal. No te preocupes
—¿Qué diablos significa eso? —prácticamente grito.
—Shhh. No tienes que gritar.
—No estoy gritando. —Pero creo que debo hacerlo porque el hombre
frente a nosotros se da vuelta. Beck le dice que soy una novata que sufre de
un ligero ataque de pánico. Puedo ver su globo ocular entre los asientos, y
quiero devolverle la mirada, pero ahora mismo estoy demasiado asustada.
—Toma una respiración lenta y profunda y mantenla cuatro veces.
—¿Qué demonios va a hacer eso? ¿Aterrizar el avión?
Beck, en una voz extremadamente tranquila, dice:

165
—No, ayudará con tu ansiedad. Vamos. Dale una oportunidad.
Inhalo lentamente y lo sostengo. Luego dice:
—Ahora suelta cuando llegues a cuatro. —Sigue instándome a hacerlo
hasta que casi me siento bien.
—¿Mejor? —Quiere saber.
—Algo. Necesito otra mimosa.
—Tienes que esperar hasta que lleguemos a los diez mil pies.
—No sé lo que eso significa.
Explica cómo los asistentes de vuelo tienen que permanecer en sus
asientos hasta que el piloto les dé el visto bueno para moverse. Eso sucede
cuando alcanzamos los diez mil pies, a menos que sea realmente turbulento,
lo que no parece ser hoy.
—Oh. —Y eso es todo lo que puedo decir a eso—. ¿Cómo puedes hacer
esto todo el tiempo?
Sonríe, y por un minuto creo que si tal vez pudiera sentarme en su
regazo me sentiría mejor. Pero entonces me vería como una gran imbécil, y
¿quién quiere una imbécil por esposa?
—Te acostumbras a eso. —Toma mi mano y trato de sonreír, pero se
parece más a una mueca—. Puedes hacerlo mejor que eso, Cookie.
—Esto un poco espeluznante, ¿no crees? Quiero decir, estamos en un
pedazo de metal, disparado a través del aire a la velocidad de la luz.
Se inclina hacia mí y dice:
—Ni siquiera cerca. ¿Velocidad de la luz? —Sus cejas se menean, y
luego una risa ronca sale de él.
—Sabes lo que quise decir. —Mi labio inferior sobresale.
—Ahora estás actuando como English cuando no se sale con la suya.
Saco el pecho y digo:
—Definitivamente no lo estoy.
Beck de repente tira de mi mano, y encuentro su boca en la mía,
mientras me captura en un beso caliente. Todo el aire con el que había
inflado mi pecho sale apresuradamente cuando sus dedos se enredan en mi
cabello. Hace un ángulo con mi cabeza mientras profundiza el beso, y esos
labios de forma perfecta se mueven, me acarician, me mordisquean y me

166
prueban hasta que me olvido de dónde diablos estoy. Se abre camino de una
esquina de mi boca a la otra y finalmente declara que soy la mejor mimosa
que jamás haya probado.
En un movimiento valiente que no me atrevo a diseccionar, agarro la
parte delantera de la camisa y lo empujo más cerca. Mi mano agarra la parte
posterior de su cuello, y esta vez soy la iniciadora del beso. Si estuviéramos
en algún lugar además de este maldito avión, me subiría a él y me dejaría
llevar. Puedo sentir las comisuras de su boca curvándose hacia arriba en una
sonrisa. Esa es una buena señal, ¿verdad? Me digo que lo es. Él me devuelve
el beso, empujándome hacia mi asiento. Este hombre sabe besar. Eso es
seguro. De repente, escucho a alguien aclarar su garganta. Beck se retira, y la
azafata se para allí con una sonrisa astuta en su rostro.
Beck se vuelve hacia mí y me pregunta si quiero algo. Opto por otra
mimosa. Pide un zumo de naranja y vodka. Cuando ella se va, él agarra de
nuevo mi mano y la besa.
—Me gustó eso, Cookie.
—A mí también —le digo. Con mi miedo a volar momentáneamente
olvidado, nos sentamos juntos con los brazos entrelazados, bebiendo
nuestras bebidas, y escucho su profunda voz mientras me cuenta historias
sobre sus viajes. Pronto me quedo dormida con la cabeza apoyada en su
hombro, sintiéndome completamente a gusto con este hombre, a quien
realmente no me gusta, pero que pronto se convertirá en mi marido.

167
Capítulo 2
Sheridan
Traducido por Brendy Eris y Umiangel

L
as Vegas me recuerda a un Myrtle Beach de gran tamaño menos
la costa. Fuimos varias veces de vacaciones cuando yo era una
niña. No era nada más que millas y millas de hotel tras hotel.
Eso es lo que es Las Vegas, solo mucho más ostentoso y superior. Nuestra
limusina, porque Beck no quería tomar un viejo taxi regular o incluso un
Uber, llega a uno de los hoteles más lujosos que he visto en mi vida. Mientras
conducimos, hay una enorme característica similar al agua en el frente.
—¿Son esas las fuentes de las que me hablaste? —pregunto.
—Sí, vamos a cenar en el restaurante desde donde se las puede ver,
para que puedas disfrutar del espectáculo —dice Beck.
—Suena asombroso.
—También he reservado boletos para ver Cirque du Soleil mientras
estamos aquí. Tienen un espectáculo en el hotel.
—¿De verdad? Siempre quise verlos, pero nunca tuve la oportunidad.
—Te encantará —dice mientras me ayuda a salir del auto. Cuando
entramos, no puedo evitar mirar todo boquiabierta. Hay hermosos arreglos
florales en todas partes, y obras de arte de cristal que también se asemejan a
flores que cuelgan del techo. Las flores crecen en todas partes: alrededor de
pasillos, en macetas, casi en cualquier lugar donde se mire. Es un jardín vivo.
Beck se registra y actúan como si lo conocieran. Es muy amigable con el
personal y confirman todas sus reservas de restaurantes y actividades. Un
ayuda de cámara nos lleva a nuestra habitación y luego se va. Sigo
preguntándome si se volverá incómodo entre nosotros, pero estoy tan
enamorada de este lugar que ese pensamiento es fugaz.
—¿Estás cansada? Como en ¿necesitas una siesta, o estás dispuesta a
explorar un poco?

168
—Estoy lista para explorar. ¿A qué hora es la cena?
—No hasta las nueve. —Se acerca a mí y toma mis manos—. Pensé
que podríamos casarnos hoy. ¿Estás de acuerdo con eso?
Una risa nerviosa brota de mí.
—Oh, por supuesto. ¿Como si lo quitáramos de en medio?
Su frente se arruga.
—No, eso no es lo que quise decir en absoluto. Quiero que estas
vacaciones sean nuestra pequeña luna de miel.
—Oh. —Me toma por sorpresa. ¿Qué ha pasado con el idiota que solía
ser? Pero me sorprende que esté totalmente interesado en hacer lo correcto,
y mi corazón se contrae un poco. Una sonrisa se extiende en mi rostro
cuando digo:
—Creo que eso sería muy bueno, Beck.
Él inclina su cabeza y mira mis manos por un segundo.
—Vamos. Hay un lugar al que tenemos que ir primero.
Llegamos a La Franja, y es un día hermoso, un poco fresco, pero con
un cielo azul y sin nubes. Beck toma mi mano mientras caminamos, y él tiene
una tendencia a dar largos pasos con esas piernas. Tengo que recordarle
sobre mi dolor de tobillo.
—¿Necesitas descansar? Puedo pedir un taxi.
—No, estoy bien siempre y cuando lo hagamos lento.
Él dice que no vamos a ir muy lejos. La zona comercial está justo
delante.
—¿Compras? —No soy una gran fan.
—Está bien. Hay algo que necesito conseguir.
Tal vez esté pensando en English, así que sigo disfrutando de las
vistas. Hay muchísimos casinos aquí.
Beck finalmente me empuja dentro de una tienda, y cuando me doy
cuenta de dónde estamos, me sorprende. Es una joyería.
—Necesitamos anillos.
—Oh, supongo que sí. —Ese pensamiento nunca cruzó mi mente, y me
hace sentir un poco culpable.

169
—¿Qué es lo que quieres, Cookie?
—Dios mío, no lo sé. Solo un anillo de plata, supongo. ¿Podemos tener
la fecha grabada en el interior?
—Estas recibiendo más que un simple anillo de plata. Ahora, o eliges
algo o lo haré yo.
Hablando de raro. No sé por dónde empezar ni qué buscar. Entonces
tomo una decisión.
—Escoge tú.
—¿Estás segura?
—Sí, entonces podré decir que fue una verdadera sorpresa.
—Está bien, espera aquí.
—Y, Beck, también necesitas un anillo. Tal vez uno que coincida con el
mío.
—Lo tengo —dice mientras asiente.
La tienda es bastante grande, y parece que se ha ido para siempre.
Finalmente, un hombre se acerca a mí y me pone unos medidores de anillos
para medir el tamaño de mi dedo. Sonríe y me agradece, y estoy sola de
nuevo. Beck se une a mí un poco más tarde, y nos vamos.
—¿Todo listo? —pregunto.
—Todo listo. Estamos listos. Pensé que podríamos vestirnos para la
cena alrededor de las siete, luego tomar un taxi a la capilla, casarnos y volver
al hotel para tomar champán e ir a cenar.
—Suena romántico.
—¿Crees?
—Bueno, sí, lo hago.
—Bien. Entonces, ¿alguna vez has estado en un casino?
—Sí, pero solo de los que son baratos.
—Vamos.
Estamos justo al lado del Caesar’s Palace, así que vamos allí, y Beck me
acompaña y me muestra todo.
—¿Quieres jugar?
—Creo que prefiero mirar.

170
Juega a los dados y me explica el juego, lo que me confunde sin fin. El
póker es el siguiente en la lista, y termina ganando un poco. Luego vamos a
tomar algo para el almuerzo. Me dice que disfruta jugando un poco, pero no
está enamorado del juego.
—Me asustaría demasiado gastar esa cantidad de dinero y pensar que
podría perderlo en un abrir y cerrar de ojos. Creo que soy demasiado barata
para apostar.
—La clave es establecer una cierta cantidad a un lado, y cuando gastas
esa cantidad, renuncias. Ahí es donde mucha gente se mete en problemas.
Siguen intentando recuperar sus pérdidas porque nunca ponen esa cifra a
un lado.
—Tiene sentido. Pero mi monto sería tan pequeño que no valdría la
pena gastarlo.
Beck se ríe.
—Sí, tienes que gastar al menos un par de cientos de dólares.
—Umm. De ninguna manera. Ese es el dinero del mes para el
supermercado. Si hiciera eso, no comería.
—Ya no, Cookie. Puedes gastar lo que quieras.
La idea de eso es completamente extraña para mí.
—Nunca podría hacer eso.
—Tendrás que volver a entrenarte.
Esto es algo que nunca hemos discutido antes de hoy. Nunca se me
ocurrió que debiéramos, pero puedo ver que necesitamos tener esta
discusión.
—Beck, no puedo gastar tu dinero libremente. De hecho, me gustaría
contribuir a la olla, por así decirlo. Todavía tengo un alquiler que pagarle a
Michelle, y tengo préstamos escolares, más los gastos de mi automóvil, pero
no me casé contigo para cuidar mis cuentas. Realmente no lo hice, y no
quiero que pienses que lo hice.
—Déjame explicarte algo, Sheridan. Cuando mi abuela murió, heredé
una gran cantidad de dinero en forma de fondo fiduciario. Puedo decirle la
cantidad exacta, pero es irrelevante ahora debido a mis inversiones. Ha
crecido sustancialmente. También lo he hecho bastante bien como fotógrafo.
Por lo tanto, el dinero no es un problema para mí. Sé que no te casas por mi
dinero. Si lo hicieras, no habría tenido que preguntarte más de una vez. No

171
quiero que tengas que arreglártelas. Yo no vivo así, y ciertamente no quiero
que mi esposa viva así. ¿Tengo sentido?
—Lo tienes, pero me hace sentir culpable al usar tu dinero de esa
manera.
—No debería. Ahora, si vas a la tienda de comestibles y no usas la
tarjeta de crédito del hogar, te haré devolver cada último artículo que
compres. ¿Estoy siendo suficientemente claro en esto?
—Sí. Está bien, aunque todavía quiero contribuir.
—Lo harás siendo la madre de English. Necesitamos que tus deudas se
paguen, y quiero que te concentres primero en eso. Y otra cosa, te
conseguiremos un auto nuevo.
—Oh no. No estoy… no puedo pagarlo.
—Me encargaré de ello. —La forma en que me mira me dice que no
está preparado para ningún argumento. Sin embargo, tampoco voy a ser
arrastrada a esto.
—Beck, compraré un auto nuevo cuando lo necesite.
—Hace mucho que has pasado el día en que lo necesitas, Cookie.
—Sé que puede que no parezca mucho, pero es todo lo que puedo
pagar.
—No quiero discutir este punto, pero tendrás que volver a entrenarte
aquí. Escúchame. Serás responsable de llevar a English hacia y desde la
escuela. Y, sin ofender, tu auto no parece lo más seguro en la carretera.
Quiero que esté a salvo cuando se trata de transportarla. Entonces, te
comprarás un auto nuevo, te guste o no.
Es difícil discutir ese punto cuando lo expresa así.
—Está bien, pero no estoy segura de poder hacer el pago. Puede que
tenga que ir a medias contigo.
—Me encargaré de la maldita cosa —me tranquiliza.
—¿Qué pasa si lo nuestro no funciona?
Frunce el ceño.
—Entonces te llevarás el auto contigo. Estará a tu nombre. No te voy a
comprar un auto y quitártelo luego.
—Si tú lo dices. Simplemente no quiero que nadie piense que me estoy
aprovechando de ti.

172
—Primero, yo no creo que te estés aprovechando de mí. Y segundo, no
me importa lo que piensen los demás.
Salimos un rato más tarde para volver a nuestra habitación y
cambiarnos. Quiero darme una ducha y Beck piensa lo mismo, así que lo dejo
entrar al baño primero, ya que me llevará más tiempo peinarme.
Estoy de pie junto a uno de los lavamanos cepillándome los dientes,
mi cabello mojado cuelga de mi espalda en apretadas ondas y mi cuerpo está
envuelto en una toalla de felpa cuando entra.
—Me preguntaba si tú… vaya, te ves… hermosa. —Me quita el cepillo
de dientes de la mano y lo pone en la repisa—. Escupe.
—¿Qué?
—Escupe —repite. Escupo el desorden espumoso y me enjuago la
boca justo antes de que me agarre, me gire en sus brazos y me diga—: He
querido hacer esto todo el día. —Al principio sus labios cosquillean cuando
rozan los míos, luego chupa mi labio inferior mientras que suavemente
hunde sus dientes en mi labio. Su lengua se mueve sobre los bordes justo
antes de que la presione más allá de la abertura de mi boca. Me inclino hacia
él, suspirando, estirando mis brazos para pasar mis dedos a través de las
gruesas ondas de su cabello. Él gime y se aleja de mi boca, haciendo un
camino de besos hasta mi oído—. ¿Puedo quitarte esta maldita toalla?
En lugar de responderle, deslizo mi mano entre nosotros y separo la
cosa de donde torcí los extremos juntos. Aterriza en el suelo. Nuestros ojos
están conectados, pero cuando la toalla desaparece, Beck se mueve
instantáneamente hacia abajo y yo cierro los míos, la timidez me supera.
—Cristo, Cookie. Mírate. Desearía tener mi cámara aquí. Tus tetas son
perfectas. —Su mano se desliza sobre uno de mis pechos, y mi pezón se
frunce. Luego su boca se engancha a él mientras chupa. El aire queda
atrapado en mi pecho mientras tiro de su cabeza. Sé que voy a hacer el
ridículo porque ha pasado demasiado tiempo para mí. Y tampoco soy
exactamente la más experimentada en esto. ¿Pensará que soy una tonta? ¿O
hará algún comentario inteligente que me haga salir corriendo de la
habitación llorando? Pero luego hace algo con los dientes y la lengua, ¿qué es
eso? Es tan bueno que me olvido de todas mis inseguridades y quiero
follarlo.
—Beck, yo… ¿podemos…? —¿Cómo le pido a este hombre que me
folle? ¿O que frote entre mis piernas? ¿Qué es apropiado y qué no?
—¿Duro y rápido?

173
—No, suave y lento. Así puedo ver. —¿Acabo de decir eso?
Con una sonrisa en su rostro, dice:
—Guau. Sí. Bueno. Puedo hacer eso.
¿Estoy leyendo demasiado en su reacción, y debería importarme en
este momento? Creo que estoy sudando por estar demasiado ansiosa.
Mierda.
Él toma mi mano y me lleva a la enorme cama donde lo veo
desnudarse. Si su cuerpo era una delicia vestida, es precisamente un milagro
desnudo. ¿Cómo conseguí un hombre que se parece a Beck? Oh, espera, la
realidad me golpea. Me está utilizando para que se vea bien en la corte. Pero
en este momento, no me importa.
Retira las mantas y, mientras me preparo para meterme, me detiene
con una mano en la cadera.
—Todavía no. —Su mirada penetrante me hace retorcer, pero aprieto
los muslos porque la presión hacia abajo ha aumentado hasta el punto en
que necesito hacer algo al respecto. Él me da un suave empujón para que
caiga en la cama, mi trasero en el borde—. Muévete un poco hacia atrás. —
Se pone de rodillas frente a mí, y parece un poco extraño por un segundo,
pero tan pronto como comienza a besarme de nuevo, la rareza es secundaria
al calor de sus labios. Su boca es como droga. No puedo tener suficiente. No
es que alguna vez me haya drogado, sino que así lo imagino. Es cierto que
soy un poco, de acuerdo, bastante, agresiva, cuando me inclino en su beso,
accidentalmente chocando mis dientes contra los suyos. Pero en este punto,
he perdido el temor y no dudo ni un segundo. Lo hago. Cuando sus labios
dejan los míos, me quejo un poco, pero ellos descienden por mi cuello hasta
el hueco de mi garganta. Ahora me quejo en serio.
Sus manos grandes separan mis piernas, lo suficientemente para que
pueda moverse entre ellas, y él dobla mis rodillas y coloca las plantas de mis
pies sobre la cama. Cuando llega a su objetivo, mi vagina, quiero gritar y ni
siquiera sé por qué. Demonios, ¿qué estoy diciendo? Por supuesto, ¡sé por
qué! Mi piel se estremece de la cabeza a los pies, y la ascendente presión
entre mis piernas es casi demasiado para soportar. Es tan feroz que no
puedo respirar. Si bien he tenido relaciones sexuales antes, aunque no muy a
menudo, nunca reaccioné así. Incluso cuando usé mi propia mano no tuve
esta reacción, me avergüenza decirlo.
Se instala en el vértice de mis muslos, me mira por encima del
horizonte de mi cuerpo y dice:

174
—Cookie, eres un dulce postre y tu coño es precioso. Me encanta que
esté perfectamente afeitado. —Michelle tenía razón. Gracias a Dios seguí su
sugerencia y me hice la cera. Mi corazón despega en un galope que
impresionaría a la multitud en la Carrera por las Rosas. Siento que la
humedad se acumula, y me da ganas de apretar los muslos, solo para aliviar
la tensión, o tal vez agregar algo de fricción a mi clítoris. Pero cuando su
boca cae sobre mí y comienza a acariciarme, me viene a la mente que esto es
lo que debería ser el sexo oral. Todos los libros que lo describen, todas las
escenas de sexo que se escriben al respecto, todas las chicas que lo discuten
a puerta cerrada, hablan de esto. Y en este preciso momento, me doy cuenta
que nunca conocí el verdadero sexo oral. Solo he experimentado una
imitación absurda de ello. Su lengua talentosa se desliza de mi clítoris hasta
mi abertura, tentándome, luego entrando, y repite esto una y otra vez,
eventualmente posándose en mi clítoris, chupándolo y mordiéndolo
suavemente. Dando vueltas, masajeando, y cuando él inserta no uno, sino
dos largos dedos, presionando en un lugar profundo que no sabía que
existía, quiero destruir las sábanas con las palmas de mis manos. Puede que
haya gritado, o chillado, o tal vez haya gritado su nombre. Repetidamente.
Una cosa que sí sé. Jalé de su cabello. Y tal vez incluso golpeé su rostro
contra mí mientras lo acariciaba.
—Eres una cosita codiciosa. Y maldita sea, mujer, te corriste como un
maldito cohete.
No me atrevo a decirle que nunca me he corrido así antes. De hecho,
no suelo tener orgasmos durante los encuentros sexuales, a menos que lo
haga yo misma. Qué triste. Siempre pensé que yo era el problema. Supongo
que no.
Agarrando una almohada, escondo mi rostro mientras la vergüenza
me consume.
—¿Eso es malo? —pregunto, la almohada amortiguando mi voz.
¿Debería avergonzarme de lo duro que me vine?
Se sube sobre mí, pero su polla está apuntando hacia arriba. Es tan
bonita, todo lo que quiero hacer es ponerme la cosa en la boca.
Frota su mejilla contra la mía y dice:
—¿Malo? ¿Por qué piensas eso? Estuviste perfecta.
Sigo mirando su polla, y de repente las palabras salen de mi boca:
—Quiero chupártela. —¿Por qué le dije eso? En serio solo le dije eso.
Nunca le he dicho eso a ningún hombre en mi vida. ¿Por qué él?

175
—Soy todo tuyo, Cookie. —Su voz ronca ha aumentado mi deseo de
nuevo. La presión ya está aumentando, y acabo de tener el mejor orgasmo de
mi vida. ¿Como puede ser? Y, oh, mierda. ¿Qué pasa si apesto al chupar? No
puede ser tan difícil, ¿verdad? Voy a dejar salir un poco de honestidad.
—Dime que te gusta. Y si lo hago mal o algo así. No quiero joderla.
Quiero decir, sí quiero, pero, bueno, ya sabes.
Su cuerpo tiembla mientras se ríe.
—No lo harás, pero, oh sí, lo harás. —Su mano frota mi mejilla,
mientras lo miro justo antes de que lo lleve a mi boca. La sonrisa que tiene es
tan sexy que juro que casi me corro de nuevo. Necesito acabar con esto para
que él pueda correrse sobre mí.
Con ese pensamiento, pongo mis labios alrededor de él y hago mi
mejor imitación de una aspiradora. Arriba, abajo, arriba, abajo, agrego un
poco de lengua en la punta, pasándola por esa parte súper sensible y luego
hacia abajo a lo largo de la parte inferior. Lamo todo el camino hasta sus
bolas y hago mi mejor esfuerzo para chuparlas, también. Gracias a Dios no
tiene vello púbico. No puedo soportar el pensamiento si tuviera. Y luego lo
hago todo en reversa. Punta, lamer, lengua, chupar. Lo chupo lo más que
puedo hasta su base hasta donde está en lo profundo de mi garganta. Él gime
y me dice que lo apriete más fuerte. Esto es tan excitante que una de mis
manos se desliza entre mis muslos y encuentra mi clítoris para que pueda
aliviar mi incomodidad. Mi boca está tan llena como la presión abajo. Un
poco más tarde dice que está cerca de venirse. Me pregunto si le gustaría un
poco de juego anal. Siempre he escuchado a los tipos hablando sobre eso. Me
alivio sola y luego tomo mi dedo resbaladizo y lo presiono en el lugar justo
detrás de sus bolas.
—¡Jesús! —gruñe y agarra mi rostro con ambas manos mientras se
mete en mí. Él gime su clímax, y el calor líquido se derrama por mi garganta.
Sus manos frotan su rostro, y luego sus ojos azul verdosos se hunden
en los míos, casi como si estuviera buscando algo.
Luego vienen las palabras vacilantes.
—Jesús, Sheridan, yo… nunca he hecho eso antes.
—¿Qué parte? ¿La mamada o la otra cosa? —pregunto
escépticamente.
La esquina de su boca se riza.
—No. Nunca me han chupado hasta correrme en la boca de alguien.

176
Qué extraño.
—¿No es ese el punto de una mamada? —Supongo que debo ser muy
tonta.
—La mayoría de las mujeres no permiten que los hombres se corran
en sus bocas.
—Oh. —Mi rostro se calienta mil grados—. Supongo que podrías decir
que soy bastante ingenua en esta área. Y para ser honesta, ha pasado tiempo
para mí. —Bien, ahora ya lo dije. Tengo ganas de soplar en mis dedos y de
limpiarlos en mi hombro. Fui muy valiente.
Envuelve una gran parte de mi cabello alrededor de su mano y me
recuesta, apoyando su peso en sus antebrazos.
—¿Te encargaste de ti misma mientras me la chupabas?
—Um. Sí.
—Eres una cosita insaciable, ¿verdad? —Se ríe—. Me encanta eso de
ti. Y me encantan tus mamadas.
—¿Entonces estuve bien? —Dios mío, sueno como un cachorro
ansioso. Espera, los cachorros ladran y se quejan; ellos no hablan
—¿Realmente tienes que preguntar? —Un lado de su boca se alza.
—No, pero a una chica le gusta escuchar —le digo.
—Tengo que preguntar, ¿la cosa anal? ¿Te gusta eso? —Sus ojos me
perforan, haciéndome retorcerme. Tal vez no debí hacer eso.
—Realmente no lo sé —digo honestamente.
—¿Nunca has hecho eso?
—¡No! Solo escuché a tipos hablar de eso —digo.
—Lo hiciste, ¿eh? —dice, sonriendo.
—Sí. ¿Tú no? ¿Te gusta, quiero decir? —pregunto. Tal vez pensó que
era horrible.
—No necesitas que te conteste eso. Pero un día, y pronto, voy a
devolverte el favor. Pero tengo malas noticias.
—¿Malas noticias? —¿Se trata del anal? ¿Te hace algo horrible como
darte una diarrea eterna?
—Si no nos movemos, llegaremos tarde a nuestra boda.

177
Toda la idea me hace reír.
—Oh, eso. Pensé que me dirías algo sobre el anal. Bueno, al menos
rompimos el hielo del sexo oral. Ahora todo lo que nos queda por hacer es
follar.
Beck me mira y ríe hasta morir.

178
Capítulo 3
Sheridan
Traducido por Anabel-Vp y Kalired

Ll
egamos a la capilla de bodas del no falso Elvis, y estoy
gratamente sorprendida. Es una capilla pequeña y autentica,
encantadora y muy pintoresca por dentro. Tiene un cenador
de hierro forjado, cubierto con cada una de las flores que puedas imaginar.
Es absolutamente impresionante. Casi no llegamos a tiempo a nuestra hora
reservada, las siete y media, por lo que nada más llegar, el sacerdote y su
ayudante nos llevan dentro, donde firmamos todos los documentos que
hacen falta antes de realizar la ceremonia.
—No hay nada como llegar tarde el día de tu boda —le digo. Como
llegábamos tarde, no tuve tiempo de peinarme, por lo que mi cabello está
muy rizado, y no en el buen sentido, pero llevo mi vestido y zapatos
elegantes pero cómodos. Cómodos porque son planos. A Beck le encanta mi
cabello rizado, porque dice que le recuerda a English.
—Podrías ser su madre.
—El cabello de English es simétrico. El mío parece que es resultado de
un túnel de viento.
—Eres demasiado dura contigo misma, Sheridan. —Su mano atrapa
un mechón de rizos, y lo frota entre sus dedos.
La boda dura cinco minutos, pero cuando llega la hora de
intercambiar anillos, me sorprendo de ver el que está deslizando en mi dedo.
Beck compró un impresionante anillo de diamantes, con un enorme
diamante en el centro. Funciona como anillo de compromiso, y como anillo
de bodas. Él también se compró un sencillo, pero encantador, anillo de
platino. La fecha de nuestra boda está grabada en ambos anillos.
Pensé que me sentiría vacía durante la ceremonia, pero,
sorprendentemente, noto un calor que se extiende a través de mí. No tanto
por la boda, sino porque Beck, por lo general, un idiota, de repente se ha

179
vuelto alguien amable, y está intentando hacer de este momento algo
especial. Esto, junto a nuestro momento en la cama antes de venir aquí, está
haciendo que me ablande, en lo que a él respecta. Habrá que ver si, con el
paso del tiempo, sigue, o no, siendo amable. Pero, por ahora, lo es. Y eso me
hace feliz.
En el camino de regreso al hotel, no puedo dejar de mirar mi anillo.
—Es demasiado.
—Es perfecto para ti, y quiero que esto signifique algo, a pesar de que
esto no sea lo que habrías elegido para tu boda, o tu compromiso. Sé que
huir a Las Vegas no es la boda que la gente sueña, pero quiero que cuando
miremos hacia atrás, recordemos este día como algo que disfrutamos.
Me inclino, y lo beso.
—Gracias por ser tan considerado.
La cena es increíble. El espectáculo de las fuentes es tan hermoso
como Beck me dijo que sería. La comida es deliciosa, y Beck me cuenta la
historia de la primera vez que vino aquí. Era su primer viaje de trabajo, y
estaba muy nervioso. Joven e ingenuo, no sabía que esperar, pero la revista
había insistido, y no había querido que los demás supiesen lo asustado que
estaba. Le ordenaron fotografiar las fuentes, y querían ver que podía hacer,
así que les dio algo diferente. Fotografías en ráfaga, mientras el agua estaba
en el aire. Consiguió fotos excelentes, aunque le llevó bastante tiempo, y esas
fotos todavía estaban en el hotel, promocionando el espectáculo de las
fuentes.
La cena se alarga hasta después de las once, y le pregunto a Beck si le
importa que volvamos a nuestra habitación. Estoy cansada, y ha sido un día
muy largo, pero tengo un motivo oculto. Quiero estar desnuda con él.
Cuando salimos del ascensor, el ya conoce mis intenciones. Cuando
entramos en la habitación, pregunta:
—¿Rápido y duro?
—Como te dije antes, lento y suave. No estabas prestando atención.
—Oh, lo estaba, Señora Bridges. Solo pensé que, quizá, habrías
cambiado de opinión.
Me desabrocha el vestido, y me quita el sujetador. Luego, lo siguen mis
bragas, dejándome solo con las bailarinas.
—Creo que puedes quitártelas sola.
—Sí. Lo haré mientras te desnudo.

180
Con dedos torpes, le deshago la corbata. A continuación, me pongo a
trabajar en desabrocharle, primero la camisa, y luego los pantalones.
Finalmente, me doy cuenta que va sin ropa interior.
Torpemente, me quedo allí, apretando las manos, con ganas de
tocarlo, pero demasiado tímida para hacerlo.
—¿Y bien? —pregunta.
¿Quiere que dé el primer paso? Desearía no ser tan insegura.
—Y bien, ¿qué?
—¿No me vas a tocar?
—Sí. —Lo toco, mientras mi mano no para de temblar.
Con voz grave, dice:
—No tengas miedo. A estas alturas, ya deberías saber que no muerdo.
—Sé que no lo haces. Eres estupendo. —Es un eufemismo, pero no
quiero inflar demasiado su ego. Su piel es como el terciopelo; me recuerda a
unas plantas que solía cultivar mi madre, llamadas Orejas de Conejo. Solía
arrancar las hojas, y frotarlas contra mis mejillas, porque me encantaba la
sensación.
—Eso es una buena noticia, Señora Bridges, porque tu vagina y mi
polla van a llegar a conocerse muy bien. De hecho, se podría decir que van a
ser las mejores amigas.
—Suenas muy seguro —susurro.
—Lo estoy —dice. Su voz, rica y profunda.
—Entonces, deberíamos presentarlas, para que se conozcan —digo.
—Un par de cosas antes, ¿estás en control de natalidad? Porque no
quiero que te quedas embarazada sin planearlo.
Mi boca se abre, sorprendida.
—¿Estás diciendo que quieres planearlo?
—Para nada. Solo estoy diciendo que tenemos que ser responsables.
—Estoy de acuerdo. La razón por la que estamos aquí, después de
todo, es porque no usaste protección —digo.
—Tienes toda la razón, y no sé qué me sucedió. Siempre usaba
condones, y, la verdad, no sé lo que hice esa noche, por culpa del alcohol. Y,

181
aunque no cambiaría a English ni por todo el oro del mundo, creo que los
embarazos deberían planearse.
—Una vez más, estoy de acuerdo contigo. Y sí, estoy tomando la
píldora.
Él asiente.
— ¿Estás limpia?
—Nunca me he hecho las pruebas, y, quizá debería hacérmelas, pero
solo he estado con tres hombres. Y la última relación terminó hace más de
un año.
Lentamente, asiente con la cabeza.
—¿Qué hay de ti? —pregunto.
—No he tenido ninguna relación, aparte de las dos que tuve en el
instituto. He mantenido mi vida libre de ellas por English. Sin embargo, he
tenido parejas sexuales, incluida la madre de English. Me hicieron la prueba
después de que llegara English, y, con la excepción de esa, y de otra noche
que no sé con seguridad que pasó, nunca he tenido relaciones sin protección.
—Yo tampoco —digo.
Él sonríe.
—Bueno. Supongo que estamos en la misma página.
—Entonces, creo que la pregunta es, ¿seguimos usando condones?
¿Vas a ser fiel a este matrimonio? —Él se ve como si lo hubiese golpeado.
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Crees que voy a engañarte?
Oigo la ira en su voz, y me estremezco, porque, la verdad, asusta un
poco.
—Bueno, sé que esto es solo un matrimonio…
—Sí, es un matrimonio. Estamos casados, Sheridan. Las personas
casadas no se traicionan la una a la otra.
Las lágrimas pican en mis ojos, y me digo a mí misma que no voy a
llorar. Solo que no puedo evitarlo. Maldita sea.
—Sabes a lo que me refiero. Esto no es un matrimonio normal. —
Tengo que detenerme para limpiarme las lágrimas, y resoplar por la nariz
tapada—. No espero que tú…

182
—¿Bueno, pues yo si espero que tú me seas fiel! —Sus grandes manos
se envuelven alrededor de mis brazos—. No me lancé a este matrimonio sin
pensar. Sabía en lo que me estaba metiendo, e incluía fidelidad de mi parte. Y
esperaba que también de la tuya.
Muerdo mis labios, antes de hablar.
—Yo nunca te sería infiel. Solo lo dije porque pensé que, tal vez, tú no
querrías estar conmigo todo el tiempo. Cuando dije lo de los condones, solo
quería que superas que, si estabas haciéndolo con otras mujeres, tenías que
usar condón conmigo.
—Mierda, Sheridan. Tu y yo vamos a formar un hogar para mi hija.
Eso no quiere decir que me voy a acostar contigo, y que también tendré
asuntos extramaritales. Espero que sepas que soy mejor que eso. Me
gustaría que English nos viese actuar como si estuviésemos enamorados, lo
que incluye dormir en la misma habitación. Además, nunca te haría algo así.
—¿Vamos a compartir dormitorio? —Por supuesto que vamos a
hacerlo. ¿Qué tan estúpido es preguntar eso?
—Sí. ¿Qué más pensaste? No puedes compartir la de ella, y no puedes
dormir en la habitación de invitados. Los niños hablan, y ella se lo estaría
contando a toda la escuela.
—No sé por qué dije eso. Que idiota.
—Quiero que compartas mi habitación. Ahora eres mi esposa, y
aunque estoy seguro que esto no es exactamente como imaginabas que sería
tu matrimonio, me gustaría intentar que sea lo más agradable posible para
ti.
Podemos seguir y seguir discutiendo sobre esto, pero la conclusión es
que tiene razón. Así que extiendo mi mano en forma de tregua.
—¿Qué haces? —pregunta.
—Tienes razón, y estoy de acuerdo, así que vamos a darnos la mano y
darlo por terminado.
Su cálida palma se envuelve alrededor de la mía, y me empuja hacia su
pecho.
—Prefiero terminar por hoy y ver qué otros trucos es posible que
tengas bajo las sábanas con esa pequeña y sucia mente tuya.
Cuando mi boca se abre para protestar, sus labios chocan contra los
míos y se impacienta con su beso. No queda aire para respirar porque ha

183
consumido hasta el último trozo mientras nuestras lenguas luchan entre sí.
Con nuestras bocas apretadas, murmura:
—Fue bastante interesante discutir contigo desnuda. Me gustó ver tus
tetas con sus pezones duros, Cookie. —Toma mi culo y lo aprieta con
fuerza—. Ahora, vamos. A la cama.
Cuando me muevo sobre mi espalda, me detiene y dice:
—No, te quiero encima de mi cara.
—¿Qué? —pregunto, solo que no me responde ni una palabra.
Su mirada entrecerrada me deja tartamudeando.
—¿Q-Qué quieres decir? —Esto es algo nuevo para mí. La mayor parte
del sexo, a decir verdad. Me estoy dando cuenta que cada vez hay más, y solo
he estado con Beck este corto tiempo.
Mueve su dedo y me señala. Me siento a horcajadas sobre su cabeza y
observo con fascinación cómo sus dedos extienden mis labios y comienza a
lamerme. Su lengua debe tener polvo de hada o algo así, porque tan pronto
como me toca, me sobresalto.
—Agárrate a la cabecera, Cookie, y abre más las piernas.
Haciendo lo que me pide, miro hacia abajo para ver su mirada azul
verdosa. Entregándome a su lengua mágica, jadeo cuando sus dedos se unen.
Inserta uno, luego otro y empuja, enganchando uno para que golpee ese
lugar secreto. ¿Cómo lo encuentra tan rápido? He estado en una búsqueda
del tesoro por esa cosa durante años. Oh, Dios, y lo que viene a continuación
casi me hace caer de la cama. Saca uno de esos dedos y frota ese lugar
arrugado donde ningún hombre se ha atrevido a aventurarse. Tal vez
debería decirle que es como el capitán Kirk yendo a la última frontera. Está
bien, tal vez no. Cuando ese dedo entra lentamente, me olvido del Capitán
Kirk, porque en dos puntos cinco segundos, experimento el orgasmo más
fantásticamente épico que he tenido.
Beck me pone de espaldas y me pregunta:
—¿Condón o no? Mi plan es ser fiel.
—Igual que yo. Sin condón.
Tirando el paquete de papel de aluminio a un lado, lanza mi pierna
izquierda sobre su hombro y engancha la otra pierna alrededor de su brazo,
mientras lentamente, hunde lentamente su polla.
—¿Estás bien?

184
—Sí —jadeo.
—Bueno. Porque me estoy preparando para follarte fuerte y rápido,
así que prepárate. —Y luego procede a hacer exactamente eso. Estoy perdida
en el umbral de placer-dolor y gemidos mientras continúa bombeando.
Supongo que se olvidó de lento y con calma. No voy a mentir. Estoy
esperando que el coro de ángeles comience a cantar, es así de jodidamente
genial.
—No apartes tu mirada, Sheridan, y lo digo en serio. —Su vista
rápidamente va hacia su polla y vuelve a mis ojos.
Siguiendo su ejemplo, observo dónde estamos unidos y veo su pene,
brillante y resbaladizo con la humedad de mi orgasmo. Mi vagina se aprieta
a su alrededor. Oh, Dios mío, me voy a venir otra vez.
—Oh, Dios, tu pene merece una medalla de oro —jadeo. Verlo
bombear dentro y fuera con tanta delicadeza es mucho más de lo que
alguien debería pedir. Mis dedos agarran sus nalgas, y grito mi orgasmo. Tal
vez algo acerca de un momento aleluya. Realmente no me acuerdo. No se
detiene. El bombeo continúa. Mi esposo, santa mierda, estoy casada, es un
semental.
—Quiero uno más. Tócate. Vamos hazlo por mí, Cookie.
No tiene que preguntarme dos veces. Mi mano encuentra ese punto
hipersensible, y lo masajeo en un círculo algo rápido, pero antes de darme
cuenta, siento que su dedo vuelve a sondear mi trasero.
—Levántate —dice.
Levanto mis caderas, y un dedo se desliza hacia adentro.
—Puedo sentir mi polla aquí dentro.
—Oh, eso es… —No puedo hablar más porque continuo con el
bombeo. Y luego lo reduce a un movimiento de balanceo. Ese dedo, junto con
su pene, mi dedo, y ¡Bam! Estoy perdida.
De repente, se detiene. Su pene pulsa en mi vagina. Amo su calor
extendiéndose dentro.
Su boca está en la mía, tirando de mi labio inferior en su boca,
mordiéndolo suavemente. Marca un camino directo a mi pecho, y cuando
llega a mi pezón, no tiene piedad. Chupa fuerte y luego muerde. ¿Cómo es
posible que me enciendan de nuevo? Se mueve al otro pecho, y yo gimo.
Ruidosamente.

185
—Sobre tu estómago. —Hago lo que ordena. Luego su cuerpo cubre el
mío, y separa mis piernas con las rodillas. Siento su punta entrando, todo el
camino hasta la empuñadura. Mi espalda se arquea para acomodar el
movimiento. Luego, extrañamente, empuja mis piernas juntas y, oh Dios mío,
la fricción es jodidamente maravilloso.
Encontramos un ritmo, pero la presión aumenta demasiado rápido
porque pronto grito:
—Me voy a venir —jadeo como un perro en verano.
Una vez que mi orgasmo pasa, continúa como un hombre salvaje hasta
que obtiene el suyo, y luego se desploma sobre mí. No me importa el peso.
De hecho, me gusta. Me besa por todas partes que su boca puede alcanzar.
Luego su aliento se abanica en mi oreja mientras dice:
—Voy a follarte el culo un día, Cookie. Ese apretado trasero tuyo es
demasiado tentador.
—¿Qué pasa con los hombres y el culo?
—Es apretado. Nos gusta así —explica.
—Entonces, ¿mi coño no es apretado?
Se escapa una risa ronca que me aprieta el vientre.
—Tu coño es muy apretado. Me encanta tu coño. No podría ser más
perfecto.
—Pero ¿también quieres mi culo?
—Por supuesto. Es el mejor culo. ¿Por qué no lo haría? —Se quita de
encima y se pone de lado.
—Estás loco.
—Tuviste mi culo —contesta con una pequeña sonrisa.
—Eso no es lo mismo.
—Oh, y vamos a aclarar algo. Ningún otro tipo tendrá este coñito o
este trasero —se acerca y aprieta—, mientras seas mi esposa. ¿Lo entiendes?
—Lo entiendo. —Es muy serio acerca de este asunto del matrimonio.
Sonrío porque, en lo que respecta a los maridos, debo admitir que obtuve
una gran puntuación en este caso. Enorme en realidad.
—¿Qué pasa con esa sonrisa? Pareces el gato que se comió el canario.
—Se tragó.

186
Arquea una ceja y en voz baja pregunta:
—¿Disculpa?
—Se tragó. No comió.
Su lengua, la misma que me llevó a la cantidad de orgasmos, corre
sobre su labio inferior, y puedo sentir mi coño calentarse nuevamente. Cada
vez más húmeda.
—¿Por qué estás mirando así mi boca, Sheridan?
Ni siquiera me molesto en responderle. Envuelvo mis brazos
alrededor de su cuello y voy por ello. Al final, pensé qué demonios. Es mi
esposo. Puedo hacer lo que me dé la gana.
Dos días después, el sábado, esperamos en la fila del aeropuerto para
registrar nuestro vuelo de regreso a casa. Mis jeans me frotan en todos los
lugares equivocados. Estoy tan adolorida que apenas puedo caminar. Beck
se inclina y susurra,
—Prometo que te traeré de vuelta, y la próxima vez veremos el Cirque
du Soleil. —Presiona sus labios en ese punto sensible detrás de mi oreja. No
le tomó mucho tiempo descubrir todas mis zonas calientes. El hombre es
fuego en el dormitorio. Y en el suelo. La encimera. En la ducha. Y la bañera.
Pienso que tengo las piernas arqueadas.
—Está bien. Disfruté bastante de nuestro servicio a la habitación —
digo. Atravesamos la gran máquina de rayos X y caminamos hasta nuestra
puerta.
—¿Quieres algo antes de abordar?
—Una bolsa de hielo —le digo con un guiño.
Sus ojos muestran confusión, y le indico con el pulgar hacia abajo,
encerrándolo en mi problema. La bombilla se enciende, y dice:
—Hmm. Tengo todo tipo de ideas sobre qué hacer con el hielo, Cookie.
—Estoy segura que sí.
Me rodea con el brazo y caminamos hacia nuestra puerta. Momentos
más tarde, hacen la llamada de primera clase para abordar, justo cuando
suena el teléfono.
—¿Quién es? ¿English?
Frunce el ceño mientras lee el mensaje. Su expresión se convierte en
algo peor. Su estado de ánimo se oscurece por completo cuando las esquinas

187
de sus ojos se abren, recordándome la vieja versión de Beck. Estoy
instantáneamente en alerta.
—¿Qué ha pasado?
—Es John, mi abogado. Ella de alguna manera nos descubrió. Que
fuimos a Las Vegas.
—¿Como puede ser? No le dijimos a nadie.
—Debe tener un investigador privado investigándome. Pero hay algo
peor. Se enteró de la acción disciplinaria contra ti en la escuela. John te está
recomendando que renuncies.
Mi corazón se desploma a mis pies mientras mi mundo, el único
mundo que siempre he querido, se estrella a mí alrededor.

188
Capítulo 4
Sheridan
Traducido por Smile.8 y Umiangel

E
l vuelo a casa es miserable, y John nos espera en casa. No tiene
sentido, nada lo tiene. ¿Cómo podía haberse enterado de esto
tan rápidamente? Y renunciar a mi posición, en mi mente, solo
admite la culpabilidad. Pero según John, cubre la situación, les envía el
mensaje de que si, y dice esto como un enorme si, el tribunal lo considera
como comportamiento inapropiado, rectificaría la situación de inmediato.
Estábamos enamorados y nos casamos rápidamente porque sabíamos que
no podíamos vivir sin el otro. John sostiene que es así de simple. Yo digo que
es una mierda. Cualquiera con un cerebro lo vería y nos atraparía. Pero todo
cae en saco roto. Me mira con ojos condescendiente y espeta, sí, espeta, que
no tengo conocimiento de aspectos legales y no sé de qué estoy hablando.
La discusión sigue aumentando, y balbuceo con rabia.
—Sé una cosa. Si estuviera sentada en un jurado y hubiera escuchado
todo esto, no lo creería ni por un momento.
John, que ya ha terminado conmigo en ese momento, me ofrece una
mirada fulminante. Mi primer instinto es hacerme pequeña frente a él. Es
autoritario, pero estiro mi columna como si fuera de acero y me mantengo
firme. En un tono de burla, responde:
—Bueno, no serás el jurado, ¿verdad?
Beck, finalmente, sale de su trance y dice:
—John, ya es suficiente. Sheridan tiene un punto válido.
—No, ella…
La mano de Beck sale volando mientras dice:
—Escúchame. Si renuncia, tiene razón. Estará admitiendo nuestra
culpabilidad, que no es lo que necesitamos. No hicimos absolutamente nada

189
malo. Apenas nos besamos antes de casarnos. El hecho es que no hay
ninguna razón para que renuncie.
—¿Puedes probarlo?
El diminuto músculo en la mandíbula de Beck se mueve.
—Tu trabajo como mi abogado es hacer ver a esa mujer incompetente
como madre. Pensé que habías contratado a un investigador privado para
averiguar lo que estaba pasando en su vida. ¿Qué está pasando con eso? ¿Por
qué siento como si estuvieses poniendo a prueba a Sheridan aquí? ¿Y a mí?
John se frota la nuca y dice:
—Sí, necesito saber acerca de eso, pero si vamos a juicio, irán al
estrado, les harán estas preguntas. Y no tengo que decirte que
habitualmente los jurados fallan a favor de la mujer.
—Ni siquiera puedo creer que esto esté sucediendo. ¿Qué pasa con el
documento legal que firmó diciendo que renunciaba a todos los derechos de
custodia en mi favor? ¿Eso no cuenta para nada?
—Beck, sabes que ya hemos hablado de esto. Ella dice que estaba bajo
estrés mental cuando lo firmó, por lo que significa que sería nulo si el jurado
decide fallar en su favor. Y no podemos volver atrás y atestiguar su
estabilidad mental o cordura ahora.
—Mierda. Así que, Sheridan, ¿realmente crees que no debes
renunciar? —pregunta Beck.
—Sí. Creo que envía el mensaje equivocado. —El dolor en el rostro de
Beck me preocupa—. Pero haré lo que tú quieras. —Enfatizo el tú para que
sepa que confío en él, no en su abogado. Por alguna razón, no me gusta el
hombre.
Puedo sentir los ojos de John sobre mí, y no de una manera positiva.
Después de que se va, abro un tema muy delicado.
—Beck, ¿crees que John es el mejor abogado para ti?
—¿Qué quieres decir?
Escojo mis palabras cuidadosamente.
—Está bien, no sé mucho de estas cosas, y casi me siento como una
extraña aquí, porque no he estado involucrada desde el principio, pero me
pregunto si hay alguien en la ciudad que solo se dedique a este tipo de leyes.
Él aprieta su labio inferior y no habla por un momento.

190
—Sabes que John es amigo de mi padre. —Sabía eso, lo cual me
sorprende ahora que he estado alrededor de John por un tiempo. No puedo
ver a Mark hablando con nadie así. Básicamente, creo que John es un imbécil.
Nunca se me hubiera ocurrido que era amigo de Mark.
—Sí, pero ¿significa que estás atado a solo usarlo a él?
—No, pero cuando papá le pidió consejo, dijo que tomaría el caso. Así
que estamos agradecidos. Sería raro sacarlo del caso ahora.
—Raro, una mierda. Estamos hablando de tu hija. —Estoy
sorprendida y un poco molesta por su respuesta.
—Tienes toda la razón.
—Esta es mi humilde opinión, pero creo que está fuera de su reino, si
quieres verlo así. Y creo que está equivocado, Beck. Tal vez sea yo la que esté
equivocada, pero me sentiría mucho mejor si obtienes una segunda opinión.
—Tienes razón.
—Entremos al ordenador y comprobémoslo ahora. —Es una buena
sugerencia, porque hay un despacho de abogados que se especializa en esto,
e inmediatamente llamamos. Sabiendo que es fin de semana, no esperamos
que nos devuelvan la llamada, pero nos sorprende conseguir una. En
realidad, quieren tener una cita el domingo, al día siguiente. La pedimos por
la tarde, con la esperanza de que Mark y Anna cuiden a English.
A media tarde, regresan, y la casa se convierte en una entidad viva con
English corriendo por todo el espacio, contando historias de Disney,
hablando sin parar sobre ver a los personajes, tomarse fotografías con ellos,
y subir en atracciones. De repente, una gran punzada de remordimiento me
golpea en las costillas, haciéndome perder el aliento rápidamente, y mi
mano inmediatamente agarra el lugar donde está mi corazón.
Instantáneamente sé que quiero ser testigo de estos momentos. Quiero estar
allí cuando salte alrededor de Cenicienta y la Princesa Jasmine. Quiero tomar
fotos de ella cuando ponga su pequeño brazo alrededor de Mickey Mouse o
de Anna y Elsa. El picor de las lágrimas es tan punzante que me excuso y
corro a la habitación de Beck, donde me encierro en su baño. Esto es de
locos. No puedo estar rompiéndome en pedazos de esta manera a su
alrededor. Es demasiado perceptiva como para no darse cuenta.
Después de que salpicarme con copiosas cantidades de agua sobre la
cara y de reponerme, abro la puerta para ver a Beck allí de pie.
—Cookie, ¿estás bien?

191
—Lo dejaré. Haré lo que sea necesario, Beck. No me importa. —Y un
lote gigante de lágrimas caen mientras él envuelve sus brazos a mi
alrededor. Las palabras salen de mí, pero son irreconocibles.
Dos manos grandes acunan mi rostro, y él me mira desde su posición
ventajosa de más de quince centímetros. Luego su boca se estrella contra la
mía en un beso arrollador. Pero no es torpe o descuidado de ninguna
manera. Todo lo contrario. Es caliente e intenso. Es uno de esos tipos de
besos que llevan a otra cosa, que te deja rogar por más. Pero no hay tiempo
para eso, ya que escuchamos los pies de English golpeando, acercándose, y
justo a tiempo, Beck quita su boca de la mía y me deja luchando por aire
mientras la pequeña entra en la habitación, ajena a todo.
—Señorita Monroe, vamos. Tienes que ver mis fotos. —Agarra mis
manos y me tira detrás de ella mientras pongo mis dedos en mis labios,
todavía probando a Beck en ellos.
—Pequeñuela, ¿por qué no vas a la cocina? Tenemos algo que decirte.
—¿No puede esperar, papá? Quiero mostrarle a la señorita Monroe
mis fotos debajo del arcoíris.
Le lanzo una mirada desesperada a Beck, y él sacude la cabeza.
English habla a ochenta kilómetros por hora. No puedo seguirle el paso. Tal
vez si mi mente no estuviera preocupada, no sería tan malo, pero como es,
soy imposible en este momento.
—¿Qué piensas? Apuesto a que desearías haber estado allí.
—Oh, sí, no puedo pensar en algo que me gustaría hacer más. —Pero
no por la razón que ella piensa.
—Pequeña —llama Beck desde la puerta—, entra en la cocina. Banana
y Geepa tienen que irse pronto.
English me agarra y me besa.
—Andando, señorita Monroe. Vamos. Tengo que decirle adiós a
Banana y Geepa.
Nuestras manos se mueven de un lado a otro, y quiero apretar a esta
niña. Ella es adorable. Cuando llegamos a la cocina, Beck la agarra y la
levanta en el aire antes de dejarla en el mostrador.
—Tenemos una sorpresa para ti, Peque.
—¿Una sorpresa?

192
—Sí. —Coloca su brazo alrededor de mí y me coloca a su lado—.
Mientras te encontrabas en Disney World, Sheridan y yo fuimos a nuestras
propias vacaciones. Fuimos a Las Vegas. Y mientras estábamos allí,
decidimos casarnos. Lo que estoy diciendo es…
—¿Quieres decir que la señorita Monroe es mi mamá ahora? —suelta
English.
—Bueno, supongo que si —dice.
Una sonrisa tonta crece en mi rostro, y estoy segura que es tan grande
que puedes ver cada diente en mi boca.
English da palmadas y pregunta:
—¿Eso significa que todos podemos ver películas juntos en tu cama
grande, papá?
—Supongo que sí.
—¿Podemos comer palomitas de maíz, también?
—Sí, también podemos comer palomitas de maíz.
Ella sonríe, y quiero comerme su sonrisa. Luego, extiende los brazos y
dice:
—Quiero darte un gran apretón de amor, mamá.
La roca de emoción que se desarrolla en mi garganta se expande hasta
el tamaño de Gibraltar cuando entro en sus increíbles y pequeños brazos y la
envuelvo en un abrazo mientras las lágrimas corren por mis mejillas. Por un
breve momento, olvido lo que se avecina y me permito experimentar este
sentimiento de alegría cantando por mis venas, la alegría de ser amada por
esta increíble niña.
Mientras nos abrazamos, ella dice:
—Creo que estoy bajo el arcoíris más grande de todo el mundo. —
¿Puede esta niña posiblemente poseer más de mi corazón?
Mis ojos se encuentran con los de Beck sobre sus rizos rubios, y los de
él tampoco se ven exactamente secos.
—¿Qué tal si todos salimos a cenar esta noche a nuestro restaurante
favorito?
Anna y Mark se niegan, diciendo que tienen que desempacar. Tengo la
sensación de que quieren que tengamos un tiempo a solas. Antes de que se
vayan, Beck los aparta. La expresión en el rostro de Mark me dice de qué se

193
trata. Él asiente unas cuantas veces, y luego se despiden después de darles
un gran abrazo y un beso. English les agradece el viaje a gritos, y les
recuerda que recen sus oraciones esta noche y se laven las manos después
de usar el baño. Casi muero de la risa. Son realmente geniales para mantener
una cara seria.
Cuando se fueron, English pide jugar en su habitación con todos sus
nuevos juguetes de Disney. Me dejo caer en el sofá, solo para que Beck me
levante y me arrastre a su habitación. O tal vez debería decir nuestra
habitación. Todavía parece extraño.
—¿Sabes cuánto quiero abrazarte? Métete en la cama.
—¿Estás loco? —le susurro con voz alta—. No podemos hacer nada
con English en el pasillo.
—Tranquilízate, mal intencionada esposa mía. —Ríe—. Solo quiero
recostarme en la cama y acurrucarme contigo. Dios mío, ¿todo tiene que ser
jodidamente duro y rápido contigo?
Mi boca cuelga abierta en completo shock.
—Cariño, si no cierras la boca, voy a arrastrar ese pequeño y dulce
culo tuyo al baño y te meteré la polla en la boca.
—¿Cómo?
—Me escuchas. Te gustaría eso, ¿no?
Oh, Dios mío. ¿Mi coño se apretó cuando dijo esas palabras? Un dolor
se acumula entre mis muslos, y cruzo las piernas y aprieto.
—Te hice una pregunta, Sheridan. —Su voz envía escalofríos por mi
espalda.
—Um, sí, me gustaría eso —murmuro mientras aprieto mis muslos en
un débil intento de aliviar mi deseo creciente. Mierda. Miro alrededor de la
habitación porque no tengo idea de qué hacer.
—¿Qué pasa, cariño?
Él sabe exactamente cuál es el problema.
—Estás mojada, ¿verdad?
Mis ojos se mueven por la habitación, preguntándome si tengo tiempo
para correr al baño y masturbarme rápidamente.
—¿Estás pensando en correr?
—¿Cómo supiste eso? —chillé.

194
—Tus pezones están saludándome.
—No es así. Estoy usando un sujetador.
—Cookie, será mejor que te pongas unos sujetadores diferentes. Mira.
—Me lleva frente a un espejo y, maldita sea, mis pezones podrían usarse
como indicadores de dirección en la carretera. ¡Mierda!
Beck está detrás de mí y toma mi montículo y luego lo golpea a través
de mis jeans.
—Voy a necesitar un poco más que eso.
—¿Y eso? —Sin romper el contacto visual en el espejo, él presiona la
costura de mis pantalones vaqueros directamente sobre mi clítoris mientras
estoy allí de pie con las piernas abiertas. Su dedo medio trabaja alrededor de
la costura, creando una fricción exquisita, y estoy tan acalorada, en poco
tiempo, mi clímax golpea, mientras gimo su nombre.
Se agacha y me susurra al oído:
—Mi polla se pone dura al escuchar los sonidos que haces cuando te
vienes. Esa boca sucia tuya es la que más enciende, Cookie. Y me gustaría
poder caer sobre ti, pero es mejor esperar hasta esta noche. Ahora, acuéstate
para que pueda abrazarte.
—Está bien —le digo, sonando entrecortada. Me subo a la cama y
digo—: Ah, esta cama.
—¿Qué te parece?
—Se siente como una nube gigante esponjosa.
—Me alegra que te guste. —Me mira y me cubre la mejilla—. English
estaba tan feliz de que nos casáramos.
—Dios, Beck, ¿podría ser más dulce? Quiero comerme a esa niña. Cada
vez que ella dice algo, creo que mi corazón se abrirá de golpe y que las
mariposas volarán de inmediato. Suena muy raro, lo sé, pero me hace sentir
sensiblera por dentro.
—Sabía que esto la pondría debajo del arcoíris. —Él me besa la cabeza
y me empuja hacia su pecho—. Espero que mañana nos den buenas noticias.
—No me permitiré pensar en otra cosa que no sea buena. —Lo beso.
No mucho más tarde, una pequeña de cabeza rizada se mete en la cama
entre nosotros, y los tres tomamos una siesta juntos. Me recuerda a cuando
era una niña y mi mamá y mi papá todavía estaban vivos. Esos momentos
fueron especiales, solo que no sabía cuánto los atesoraría. Tener a English

195
con nosotros es una de esas cosas que mantendré cerca de mi corazón y no
descuidaré. Ella no pidió venir a este mundo como lo hizo, y ciertamente no
pidió estar en medio de la batalla que se avecina sobre ella. Mi promesa
silenciosa hacia ella, mientras yace a mi lado, es protegerla a toda costa, sin
importar lo que pase.

196
Capítulo 5
Sheridan
Traducido por Umiangel y Anabel-Vp

E
l domingo por la mañana tenemos que encontrar una manera
de llevar a English a la iglesia sin nosotros. Ella es tan
inquisitiva; no es fácil inventar una excusa, aparte de inventar
una. Beck le dice que tengo que volver a mi casa y conseguir algunas cosas y
luego ir a trabajar un poco. Su frente se arruga con una masa de
preocupación.
—¿Por qué no puedes ir al trabajo mañana, mami?
Dios mío, ya me está llamando mamá.
—Porque tengo que ponerme al día. Pero puedes ir con Banana y
Geepa, y luego te recogeremos.
—Pero quiero estar contigo.
Beck se agacha frente a ella y le dice:
—Y queremos que lo hagas, Peque, pero tenemos cosas de adultos que
hacer. Te prometo que, tan pronto como terminemos, vendremos a buscarte
y divertirnos juntos. ¿Qué tal si vamos al cine más tarde?
—Bueno. ¿Puedo tener palomitas de maíz y M & M's?
—Puedes apostarlo. —Él le da un gran abrazo. Debe sentirse tan
culpable como yo si le permite comer dulces y palomitas de maíz.
Lleva una tiara de diamantes de imitación y gafas de sol con forma de
corazón que Banana le compró en Disney, y se ve muy bien.
—Está bien, pero ¿crees que puedo llevar esto a la iglesia? —Está
apuntando hacia su tiara.
Beck mira hacia el techo, y tengo que cubrirme la boca.
—¿Sabes qué? Déjalo aquí, pero puedes llevarla al cine.

197
Ella extiende su pequeño puño esperando que Beck haga el saludo de
puño antes de salir corriendo para prepararse para la iglesia.
—Necesitas fotografiarla en ese vestuario. Es tan jodidamente linda.
Sacude la cabeza con una risa.
—Sí, y ella también lo sabe.
Cuando sale de su habitación, lleva unas mallas de rayas rojas y
blancas, una falda a cuadros en blanco y negro y un suéter verde brillante.
Con todo, es un aspecto super lindo. Beck pasa su mano sobre su cabello.
—Ah, te ves increíble. Y como una especie de Navidad. Me encanta,
English —le digo.
—¿De verdad?
—Sí, veo la moda en tu futuro.
Una sonrisa con hoyuelos se extiende por su dulce carita.
—Mami, te quiero. Siempre me pones bajo el arcoíris.
—¿Quieres saber algo? Tú también me pones bajo el arcoíris.
Un tornado de rizos rubios se estrella contra mí, y estoy encerrada en
un abrazo de English. Entonces me besa en la mejilla, y estoy absolutamente
loca en las manos de esta niña. Tal vez sería buena idea si fuera transferida a
otra clase. No creo que alguna vez pueda reprenderla. Ella también es
jodidamente linda.
La dejamos en casa de Mark y Anna, y cuando regresamos al auto,
Beck se queda en silencio mientras conduce.
—¿Estás bien? —pregunto.
—Sí, nunca pensé que ella te tomaría así. Es… significa más de lo que
puedo decir, Sheridan.
—¿Cómo no amar todo de ella? Es una niña especial, y esa es la
verdad. Has hecho un trabajo maravilloso con ella.
—No, ella siempre ha sido así. Desde el primer día fue un pequeño
bulto de amor que nunca hizo nada malo. O apenas de todos modos. ¿Sabes
cómo se oye estas cosas? ¿Perros que nunca mastican o se portan mal?
¿Niños que son de oro? Eso es English. Sin embargo, me preocupa mucho.
—¿Qué quieres decir?

198
Sus ojos se mueven hacia mí por un segundo y luego regresan a la
carretera.
—Como si no fuera lo suficientemente bueno para tener una hija
como ella.
—Eso es ridículo. No puedes pensar de esa manera.
—A veces soy de la opinión de que ella es un ángel. Y tal vez solo se
supone que debe estar conmigo por un corto tiempo. Por eso estoy tan
asustado con esta batalla por la custodia. Como si tal vez mi tiempo con ella
se hubiera acabado. ¿Me entiendes?
—Sí, pero no estoy de acuerdo. Te dieron a tu propia hija porque su
madre no la quería. La abandonó en tu puerta en una caja, Beck, con una
carta diciéndote eso. No es como si English apareciera mágicamente en una
hoja de col sin ninguna explicación. Había evidencia de ADN. No fue un
misterio. Tú eres su padre y has pasado los últimos seis años criándola. No te
rindas. Cree en ti mismo. Mira lo que has logrado. Es, con mucho, una de las
mejores niñas de mi clase, y eso la pone en contra de los que se crían en un
hogar con dos padres. Nunca apartes de ti lo que has hecho con ella.
—Desearía no estar conduciendo para poder besarte por decir eso.
—Solo es la verdad.
Su estado de ánimo se aligera hasta que consultamos con el abogado.
Entonces nuestros dos mundos chocan en miles de piezas.
—Creo que es un error que se hayan casado. La forma en que el
tribunal puede verlo es que fue apresurado y parece como una cubierta.
Parece como si el señor Bridges estuviera buscando una esposa y usted
encaja perfectamente con el papel de la joven, atractiva, maestra de escuela
a la que niña le tiene cariño. ¿Me siguen?
Ambos asentimos. Siento que el hombre me acaba de golpear.
Él es muy intimidante con sus ojos brillantes y cejas gruesas.
—¿Puedo preguntarte algo? —La pregunta está dirigida a Beck.
—Por supuesto —responde Beck.
—¿La amas? —pregunta, moviendo la cabeza en mi dirección.
Beck no dice nada por un momento, y el señor Morgan dice:
—Entonces, ¿qué dirás si te lo preguntan en el tribunal?
—Haré lo que tenga que hacer.

199
—Así que vas a llamarte a ti mismo mentiroso.
Beck se remueve en su asiento, y le pregunto:
—¿Deberíamos anular nuestro matrimonio, o deberíamos
divorciarnos?
El Señor Morgan sacude la cabeza.
—Eso causaría aún más daño. No sé quién los ha estado asesorando
hasta ahora, pero no lo ha hecho demasiado bien.
—¿Qué pasa con mi trabajo? —pregunto.
Él parece no saber de lo que estoy hablando, así que se lo cuento.
—Hagas lo que hagas, no renuncies. Primero, te hace parecer culpable,
y segundo, da la impresión de que te has casado con el Señor Bridges por su
dinero. Y no queremos eso.
—¿Y si me despiden?
—Pueden suspenderte, pero dudo que te despidan. Solo tienen un
rumor, y no pueden usar como argumento el comentario de una niña de seis
años, cuando ni siquiera estaba allí.
Mirando a Beck, me doy cuenta que le tiemblan las manos. Lo está
pasando mal con esto.
—Beck, es mejor saber esto ahora, a no saberlo en absoluto.
El asiente, pero sigue sin hablar.
El señor Morgan mira los papeles de custodia que Beck le dio.
—Estos parecen estar en orden, pero puedo decirles que ella
declarará haber estado bajo mucho estrés, y ser demasiado joven cuando
tomó esta decisión.
—Ella toma drogas. Lo sé —se queja Beck.
—¿Puedes probarlo? ¿Qué ha conseguido tu investigador privado?
—Nada.
—¿Cuánto tiempo hace que lo contrataste, y quién es?
Beck le responde, y él nos dice:
—Tienes que despedirlo, y contratar a otra persona. Ya debería tener
algo, aunque solo fuese una lista de personas que entran y salen de su casa.
—Abre su portátil, y, después de unos pocos clics, le pide a Beck su correo

200
electrónico—. Acabo de enviarle una lista de nombres con los que me
pondré en contacto, en su nombre, si me contrata. Si no lo hace, puede
contactarlos usted mismo. Son las personas que suelo contratar en estos
casos, y son excelentes. Dígame, señora Bridges, ¿cuál es su relación con
English, aparte de ser su maestra?
—La adoro.
—Necesito detalles.
Él me confunde.
—No estoy segura de lo que quieres decir.
—Si el Señor Bridges se fuese de viaje durante una semana, ¿qué
harían usted e English?
—Me encargaría de hacer todo lo que él hace normalmente.
Prepararle la comida, ayudarla a bañarse, y asegurarme de que haga su
tarea. Cantaría con ella, dibujaríamos, veríamos películas, jugaríamos afuera,
iríamos al parque, y haríamos todas las cosas que les gustan hacer a los
niños. Como soy maestra, no me cuesta encontrar cosas que le interesen.
—En otras palabras, usted es su madre. Podría haber dicho eso,
directamente.
—Usted me pidió que fuese específica, y eso fue lo que hice.
—¿Cómo es ella con usted?
—Yo diría que el hecho de que ella me llame mamá, da una idea
bastante buena de cómo es —le respondo.
—Si es posible, me gustaría observarla mientras estén juntas, pero sin
que ella sepa que estoy ahí.
—Por mí no hay problema —le respondo—. ¿Beck?
Él se encoge de hombros.
—Me parece bien —responde.
—Señor Bridges, sé que parece que esto es una invasión a su
intimidad, pero puedo asegurarle que solo va a empeorar. Si de verdad
quiere la custodia exclusiva de su hija, va a tener que pasar por más aros de
los que puedo contar. Nuestro sistema judicial puede ser brutal. En los
próximos dos días, piense en lo que hemos hablado, y hágame saber si
quiere o no contratarme. Pero, como la madre quiere seguir adelante, no
tiene mucho tiempo para pensarlo. Si usted no tiene representación legal,
tendrá que llegar a un acuerdo con ella usted mismo.

201
—No. Ya he tomado una decisión. Te quiero a bordo. Ahora. No puedo
esperar. Cada día que pasa, es una oportunidad más de perder a English, y,
por lo que parece, ya la he cagado bastante.
—Lo primero, vamos a hacer un control de daños, y después,
planificaremos nuestra estrategia contra ella. Pero antes, debe despedir a su
actual empresa de investigadores privados, y contratar a otra persona. Me
encargaré de preparar el papeleo necesario, para poder tener mañana todo
en movimiento. ¿Quieres que me encargue de despedir a la empresa, o
prefieres hacerlo tú mismo?
—¿Te refieres al bufete de abogados? —pregunta Beck.
—A ambos, en realidad.
—Será mejor que me encargue yo del bufete. John es un amigo de la
familia, y va a ser difícil.
—Entiendo. También necesito su número de móvil, y el suyo, señora
Bridges.
Le damos nuestros números, y después de intercambiar algún
comentario más, nos vamos. Beck está tranquilo, y no dice nada en el camino
a casa. Nada, salvo:
—Lo siento, por arrastrarte a todo esto. —Después de eso, no dice
nada más, a pesar de que trato de involucrarlo en una conversación.
—Todo va a salir bien. Tengo un buen presentimiento sobre el señor
Morgan. Es tan intimidante con esa nariz afilada, y esa mandíbula angulosa.
Me recuerda a un vampiro, o a algo así.
Yo estaba tratando de sonar alegre, pero Beck no mordió el anzuelo.
—Vamos Beck, tienes que cambiar la cara; porque cuando recojamos
a English no quiero que piense que pasa algo malo. Ella pensará que hay un
problema entre nosotros dos, y eso no será bueno.
Inhala, lenta y profundamente, pero asiente.
—Tienes razón, pero es difícil ignorar el miedo.
—Lo sé. Y yo también me siento igual. Pero este hombre… Sabe lo que
está haciendo. Y no será fácil, pero vamos a avanzar poco a poco. —Tomo su
mano, y la aprieto.
—Sheridan, quiero que sepas algo.
—¿Qué?

202
—Aunque no estoy enamorado de ti, y tú no estás enamorada de mí,
no me arrepiento de habernos casado. Y sé que English tampoco.
La pesadez en mi corazón se volvió un poco más ligera tras sus
palabras.

203
Capítulo 6
Sheridan
Traducido por Lyla, Myr62 y Arcy Briel

M
i suspensión de la escuela solo duró un día, y eso fue porque
la junta escolar no pudo reunirse hasta el lunes por la noche.
Determinaron que era ridículo y que requerían algo más que
las divagaciones de un niño de seis años sobre pijamas y una fiesta de
pijamas para remover a una maestra de su trabajo. Me permitieron volver a
mi trabajo al día siguiente. El hecho de que estuviera casada ahora ni
siquiera entró en juego. También se permitió que English permaneciera en
mi clase.
Beck y yo caemos en una especie de incómoda convivencia las
primeras semanas de nuestro matrimonio. Por supuesto, ninguno de
nosotros está acostumbrado a compartir un baño, lo que solo se suma a ello.
Como el momento en que me interrumpe orinando, a pesar de que tenía la
puerta cerrada. O el momento en que lo interrumpo a él, porque no se
molestó en cerrar la puerta en absoluto.
Y luego está el tiempo en que llega mi período. ¿Dónde diablos guardo
mis tampones? ¿Hago a un lado la crema de afeitar? Y él no demasiado
tímido acerca de su desnudez. Yo, por otro lado, todavía estoy corriendo
para cubrirme cuando me ve desnuda. Una mañana, estoy bajo el chorro de
ducha, enjuagando el champú de mi cabello cuando escucho el clic de la
puerta de la ducha abriéndose.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto.
—Tomando una ducha.
—¿Ahora? —chillo.
—Ajá.
Luego, un brazo caliente se envuelve alrededor de mi cintura, y antes
de que pueda limpiar mis ojos de jabón, sus labios aterrizan en los míos. No
es una mala manera de empezar el día.

204
Las próximas semanas pasan volando, y preparándome para la
Navidad, tengo que hacer compras, junto con decorar el aula y la casa.
Desafortunadamente, una tarde después de la escuela, English se
queja de que le duele la barriga. Para la cena, se convierte rápidamente en
un dolor estomacal en toda regla. Pobre bichito, es uno de esos horribles
virus que pescó que está rondando por la escuela. Está llorando y, según
Beck, nunca se enferma. Mientras él me explica esto, ella vuela a mis brazos
y procede a vomitar sobre mí.
La llevo a su baño, donde nos quitamos las dos nuestras ropas, pero
mientras lo hago, otro episodio la golpea. Llego a mitad de camino del
inodoro, pero soy un completo desastre. Beck viene corriendo con toallas
para ayudar, pero no hay mucho que pueda hacer hasta que pase. Cuando
termina, termino de desnudarme y lo veo mirándome fijamente. Sus ojos son
suaves, pero tiene una mirada extraña en ellos.
—¿Qué? —pregunto.
—Nada. —Se queda mientras me baño con English, tomándome el
tiempo para asegurarme de que todo esté limpio en las dos.
Cuando salimos de la ducha, él la envuelve en una toalla y luego me da
una.
—Gracias —le digo.
A pesar de que la sostiene, me tira hacia él y me besa suavemente.
—Gracias por cuidar tan bien de ella.
Le sonrío antes de decir:
—Necesitamos controlar su temperatura y tratar de mantener los
líquidos en ella.
Me devuelve la sonrisa.
—Sí, lo sé. —Y lo sabría. Probablemente haya pasado por esto antes.
Por la mañana, ella está mucho mejor, pero todavía está pálida, así que
la mantenemos con líquidos hasta la tarde. Al día siguiente, vuelve a la
normalidad.
Beck compra un árbol enorme, y olvidé cómo es estar con un niño
pequeño durante las vacaciones, pero English me lo recuerda a diario. Beck
cuelga las medias y todos los días mete un poco de algo en las de ella por la
noche antes de irnos a la cama. En la mañana después de que ella se

205
despierta, corre hacia la chimenea y agarra su media, aplastándola para ver
si hay más dentro de la suya.
—¿Crees que los elfos pararon durante la noche?
—¿Qué piensas? ¿Sientes que tiene más en ella? —pregunta.
—Tal vez. Siente —dice ella en un remolino de rizos rubios, apretando
con fuerza la media. Gracias a Dios no hay nada que se pueda romper allí.
—Mami, ¿ves?
—Sí, creo que se ve más gorda. Pero mejor ve a lavarte la cara y
cepillarte los dientes. Es hora de prepararse para la escuela.
Su frente se arruga.
—Pero ¿qué pasa con el desayuno?
—Podemos comer antes de ir a la escuela.
—Está bien. —Va saltando hacia su baño.
—El señor Morgan me llamó ayer —dice Beck de la nada.
—¿Qué? —Estoy un poco sorprendida de que no me dijera.
—Lo siento, tanto pasó anoche que se me olvidó.
—Supongo que eso es algo bueno si lo olvidaste.
Un hombro se levanta, luego baja.
—Dice que el investigador está recibiendo algunas cosas. Mucha gente
entra y sale de su casa en horas inusuales.
—¿Crees que está vendiendo drogas? —pregunto.
—Hay un chico que vive con ella que puede estarlo, pero eso no tiene
sentido si quiere dinero.
—Eso es lo que estaba pensando.
—Esto me molesta aún más ahora que hay un hombre involucrado.
—¿Está casada?
—No, no estoy seguro si están juntos o si él simplemente se queda allí.
—Tal vez está dejando que él se quede allí para ayudarla con el
alquiler.

206
—Podría ser. Pero cualquiera que sea el caso, todavía representa
problemas de cualquier manera. —Camina hacia la cocina y comienza a
preparar el desayuno para nosotros.
—¿Huevos está bien para ti? —pregunta.
—Sí, tengo que terminar de prepararme. Volveré a ayudar en un
minuto. —Todo esto sobre el tipo me tiene preocupada. Eso pone a English
en más peligro si perdemos. ¿Qué pasa si tiene que quedarse allí y ellos están
consumiendo drogas o algo así? Ninguno de nosotros descansará si ese es el
caso. El investigador tiene que encontrar algo.
Todo el día, eso es lo único en lo que puedo pensar. Incluso los
estudiantes notan que mi mente está en otra parte. English me pregunta
varias veces si tengo dolor de barriga. La tranquilizo, estoy bien y trato de
concentrarme en mi tarea de enseñar.
Al final del día, estoy tan contenta de aprender con English y volver a
casa que me siento tan agotada como un cable eléctrico deshilachado.
Tenemos que hacer una parada rápida en la tienda para recoger
algunos artículos. Mientras navegamos por los pasillos, miro hacia el final
del que estamos, y juro que Abby está parada allí. Cabello largo, marrón y
súper rizado, como el de English, y no hace más que mirarnos fijamente. Doy
vuelta a mi carrito y tomo la mano de English.
—Vamos, cariño. Creo que olvidé algo aquí atrás.
Me apresuro a terminar y conducir a casa tan rápido como pueda.
Beck nos saluda mientras English lo abraza, como suele hacerlo, pero
una mirada a mí, hace que la envié a jugar a su habitación.
—¿Qué pasó? —pregunta, abrazándome.
Cuando le digo a Beck, se pregunta si realmente era ella.
—Tenía que serlo. ¿Quién más se pararía y nos miraría así? Ella debe
estar acosándonos, Beck.
—Tal vez sea así. Tal vez debería empezar a hacer que la siguieran.
—Eso podría ser una buena idea. También he estado pensando sobre
lo que dijo el detective privado.
—Cookie, lo último que necesito es preocuparme por ti, también. —
Sus manos palmean mi trasero mientras me levanta para que estemos a la
altura de los ojos—. No te hagas esto a ti misma. Necesito que mantengas tu
cabeza despejada.

207
Antes de que pueda responder, su boca reclama la mía en un lento y
apasionado beso, y todos los pensamientos de todo menos sus labios vuelan
directamente por la ventana. Él agarra mis piernas y las coloca alrededor de
sus caderas, y en un instante sé que quiero a este hombre, aquí mismo.
Como si hubiera leído mi mente, dice contra mis labios:
—Necesito estar dentro de ti, nena.
—Sí, pero ¿cómo?
Una profunda risa me hace vibrar.
—Es un poco gracioso. Solía temer que mis padres me atraparan.
Ahora tengo miedo de ser atrapada por mi hija.
—¿Qué tal el baño?
—¿Aquí mismo? —Él mira por encima de mi hombro al tocador justo
frente a la cocina donde estamos parados.
—Ajá. —Le clavo los dientes en el labio inferior. Eso lo pone en
movimiento. Unos seis pasos más tarde, cierra la puerta con llave.
—Quítate los pantalones.
—También tengo que quitarme las bragas.
—Sí, puedo hacerlas a un lado.
Tan pronto como me desabrocho y abro mi cremallera, me baja los
pantalones y hace lo mismo con los suyos. Luego mueve mi tanga hacia un
lado, toma su punta y la desliza a mí alrededor hasta que me presiono contra
ella.
—¿Estas un poco ansiosa?
—Eso y me preocupa que nos atrapen.
—¡Mierda! Lo olvidé. —Empuja profundamente—. Maldición, olvidé
comprobar si estás lista, pero me alegro que lo estés.
—Oh, estoy lista. Ahora date prisa.
Me lanza una mirada entrecerrada que casi me hace venir. Le meto los
talones en el culo, y eso es todo el aliento que necesita. De repente me siento
como el anunciador del Indy 500. Pero en lugar de “Caballeros, enciendan
sus motores”, tengo ganas de decir: “Que empiecen los golpes”. Porque el
chico siempre lo hace. Nuestros cuerpos se golpean entre sí, y su polla me
golpea en cada lugar que es perfecto.

208
—Usa tu mano, Sheridan, porque me voy a venir.
Deslizo una mano entre nosotros y froto mi clítoris, pero no tardo
mucho en llegar al clímax, y él se deja ir.
Es un buen momento porque tan pronto como nos abotonamos,
escuchamos que English decir nuestros nombres. Beck corre primero, y
luego yo lo sigo.
Al día siguiente, el abogado llama y nos dice que ha rechazado
cualquier tipo de comunicación con la madre biológica hasta después del
primero de enero. Más o menos son buenas noticias. Al menos podemos
pasar las vacaciones sin la amenaza de que una nube oscura llame a nuestra
puerta.
En Nochebuena, vamos a cenar con Mark y Anna. En el pasado, Beck
pasaba la noche allí e English abría sus regalos por la mañana en su casa.
Pero todos decidimos que sería mejor comenzar una nueva tradición de
tener Navidad en casa de Beck, y supongo que mi casa, de ahora en adelante.
English está un poco triste porque Boonior vuelve a casa en Nochebuena y
quiere quedarse con él. Para ser honesta, no puedo culparla. Ese cachorro es
precioso. El pelaje ondulado marrón chocolate que se siente como seda
cubre su cuerpo regordete, y sus ojos dorados simplemente funden la
escarcha de tu corazón. Es la cosita más dulce, y ¿qué es lo que puede no
gustarte de un cachorro?
—Banana y Geepa lo traerán por la mañana. Además, ¿no quieres ver
lo que te trae Santa?
—Pero Santa siempre trajo mis regalos aquí —insiste ella,
arrastrando el aquí.
—Eso era antes de que tu papá se casara. Ahora que tienes una mamá,
Santa sabe que debe ir a tu casa — dice Anna.
English pone su índice en la mejilla como si estuviera pensando en
esto. Debe decidir que es una respuesta lo suficientemente buena, así que
dice:
—Buenas noches, Boonior. Nos vemos en la mañana. Ahora no te
olvides de sacarlo a hacer pis, Banana.
—Ese es el trabajo de Geepa, cariño.
—Geepa, no lo olvides porque los cachorros no usan pañales como los
bebés —le recuerda a Mark.
—Sí, señora —dice Mark seriamente.

209
—Vamos, Pequeñuela. Vamos —dice Beck.
Damos abrazos a todos y salimos. Tengo una idea de que mañana va a
ser un día muy largo.
Cuando llegamos a casa, English salta a la cama después de lavarse los
dientes. Está ansiosa por que llegue la mañana. Después de esperar a que se
duerma, Beck y yo sacamos sus regalos de Navidad. Esto es muy
emocionante porque es algo completamente nuevo para mí. Salto por la
habitación, pongo cosas debajo del árbol y creando bonitas escenas con
animales de peluche y otros juguetes. Quería un horno para poder hacer
pasteles y galletas. Beck lo ensambla, junto con el castillo de Cenicienta y
una escena de Frozen. Es imposible para mí contener mi emoción mientras
salto como un saltamontes.
—Actúas como si tuvieras cinco —comenta Beck.
—No puedo esperar. No he tenido una Navidad así en años. Esto es
como el mundo de la fantasía. —Yo ando por ahí, dando toques extras aquí y
allá, tratando de hacer que las cosas parezcan especiales. No he notado que
me mira fijamente hasta que me agacho para recoger algo—. ¿Qué?
—Nunca hablas de tu familia.
Crash, boom. Mi corazón que había estado volando ahora yace en
rodajas a mis pies. No lo decía en serio, pero son los recuerdos los que
siempre me aplastan.
—No, porque no tengo familia. Están muertos, ¿recuerdas?
—Es cierto, pero nunca los mencionas. La mayoría de las personas
hablarían de su pasado. Nunca lo haces.
—No hay nada que decir, Beck. —Mi voz suena muerta, incluso para
mí.
No me di cuenta que se acercó a mí y se puso delante. Sus brazos me
envuelven en un enorme abrazo como si supiera que lo necesito.
Apoyándome en él, me permito sentirme reconfortada y luego me doy
cuenta que es la primera vez que me he sentido segura desde que mi padre
murió. La primera vez que no he sentido la necesidad de preocuparme por la
supervivencia. Y si no fuera por toda la situación de English, llamaría a esta
vida casi condenadamente perfecta.
—Lo que sea que pasó debe ser muy difícil para ti. La luz se apagó
cuando lo traje. Pero te equivocas en algo, Cookie. Tienes una familia. Eres
parte de esta ahora y no lo olvides.

210
Su dedo levanta la parte inferior de mi barbilla para que pueda
presionar sus labios llenos contra los míos. Aunque es breve, el calor se
dispara a través de mis venas y deslizo mis manos debajo de su camisa.
Deslizo mis manos debajo de la cintura de sus jeans y hundo mis dedos en
sus glúteos. De repente rompe el beso y gimo en protesta.
—Tenemos que sacar el resto de estos regalos y luego te llevaré a la
cama para poder follarte adecuadamente. Sin embargo, primero quiero
probar tu coño, así que vamos a movernos aquí.
La forma en que suena cuando dice esas palabras me dan ganas de
presionar mi mano entre mis piernas. La presión es tanta que sé que me
llevaría muy poco correrme. Cruzo una pierna sobre la otra y aprieto.
Cuando se da cuenta que todavía estoy parada allí, pregunta:
—¿Qué? —Me mira con suspicacia. Luego me mira las piernas—. Ni
siquiera lo pienses. Ese orgasmo es todo mío. —Una mano se envuelve
alrededor de mi brazo y me empuja hacia donde están los juguetes y me
pone de vuelta a trabajar. La idea de tener sexo nos impulsa a actuar y
ambos trabajamos como locos, terminando en tiempo récord. En un
movimiento sorpresa, Beck me levanta y me tira por encima del hombro
mientras camina hacia el dormitorio.
Cuando entramos, cierra la puerta y me tira suavemente sobre la
cama. Nuestra ropa sale volando y me tira hacia el borde de la cama, dobla
mis rodillas, los pies apoyados en la cama.
—Ahora, respecto a ese orgasmo que intentaste conseguir detrás de
mi espalda. ¿En qué estabas pensando, Cookie? ¿Estabas pensando en esto?
—Desliza un dedo dentro de mí y me siento cada vez más mojada—. ¿O esto?
—Baja su boca y agrega algo de acción de lengua a mi clítoris—. ¿O tal vez
incluso esto? —Toma su pulgar, lo mete dentro de mi coño para que quede
resbaladizo y luego lo frota sobre el botón de mi culo. Un largo gemido se me
arranca cuando repite todo mientras pregunta—: ¿Qué es? No me has
respondido.
—Sí. Todo ello. Bueno, tal vez no la cosa del trasero.
Una profunda risa sale de él y dice:
—Un día te voy a dar la verdadera cosa del trasero. O tal vez me lo des
de regalo en mi cumpleaños. ¿Qué piensas?
—Sí. Joder. Cualquier cosa. No que jodas cualquier cosa. Oh, diablos.
Solo joder —jadeo porque es verdad. Le dejaría hacer lo que quisiera.
Otra risa profunda.

211
—Hmm. ¿Sabías que pienso en esto todo el tiempo? ¿Cómo puedo
hacerte correr? ¿Cómo puedo excitarte? Veamos lo que quiero hacerle a este
hermoso coño rosa ahora. —Un dedo se desliza profundamente y dice—:
Estás tan apretada. No puedo esperar a sentir esta elasticidad apretada
alrededor de mi pene. —Su lengua me lame sólidamente hacia arriba y hacia
atrás, solo deteniéndose para prestar mucha atención a mi precioso clítoris.
Me cubre completamente con su boca y chupa, pero hace esta cosa de lamer
al mismo tiempo, mientras su dedo trabaja dentro de mí, presionando mi
punto G. A estas alturas estoy goteando y gimiendo su nombre. Esto se está
convirtiendo en una locura de orgasmo. Agarro su cabello y con un grito
cercano, me vengo con profundos espasmos disparándose en mi núcleo.
—Maldición, Sheridan, me encanta cuando haces eso. Di mi nombre
así una y otra vez cuando te vengas.
Ese orgasmo fue super intenso. Todavía estoy sintiendo las ondas
disparándose a través de mí. Enrollando mis brazos alrededor de su cuello,
lo beso y me pruebo en su boca y lengua. Inmediatamente profundiza el beso
como si estuviera follando mi boca. Una vez más, siento la humedad
acumulándose entre mis piernas.
Podría besar a Beck durante horas y horas y nunca tener suficiente. Y
no es que él asuma el control, sino que me convence de algunas cosas,
explora de una manera que es intoxicante. Los sonidos que hace, el raspado
de su barba contra mi mejilla, cómo su lengua traza mis labios inferiores y
superiores y cómo usa sus dientes para hacerme gemir. Encajamos
perfectamente juntos, no un conflicto, sino una verdadera armonía.
—Señora Bridges, mi pene necesita urgentemente follarte. Si tu vagina
fuera tan amable como para acomodarme.
Una risita brota de mí.
—Creo que eso se puede arreglar.
—No estarías interesada en un poco de follar por el culo en Navidad,
¿verdad?
Mis ojos se abultan de manera cómica y él se ríe tan fuerte que sacude
la cama.
—Lo que habría pagado para tener una cámara a mano para capturar
esa expresión. Oh, fue sin duda invaluable.
—Bueno, eso, en cierto punto, salió de la nada.
—No lo hizo. He estado acariciando tu trasero toda la noche.

212
Mi rostro se arruga.
—Sí, lo has hecho, ¿verdad?
—Y por lo que parece, te gustó por completo. Completo. ¿Lo pillas?
Oh Dios mío. Intento esconder mi cabeza en su axila.
—Eso es tonto. —Mi voz es apagada.
—¿A dónde vas, Cookie? No es que no pueda ver al resto tuyo.
Además, ¿cuál es el problema?
—Porque sí.
—Oh, vamos. Tienes que saber que cada chico quiere meter su pene
en el culo de su chica. ¿Qué hay que esconder? No es gran cosa.
—Lo es si es tu culo.
—¿Puedo recordarte, pequeña niña sucia, lo que me hiciste en Las
Vegas?
—Eso es un dedo, no un pene.
Saca mi cabeza de mi escondite secreto y frota su mejilla sobre la mía.
En esa voz profunda, murmura:
—¿Crees que solo voy a embestir mi pene en tu trasero? Me lo
tomaría con calma —pasa el dedo por mi mejilla—, y comenzaría con mi
dedo primero, te estiraría, usaría una tonelada de lubricante y si te doliese,
me detendría. —Su dedo dibuja pequeños círculos en ese pequeño lugar
detrás de mi oreja—. No estoy en el juego de verte sufrir, amor. Pero lo
prometo, no te haría daño. Y me rogarías que no me detuviera.
Estoy mojada de nuevo. Así de rápido. Tragando el grueso bulto del
deseo, digo:
—Está bien, no me opongo a eso cuando dices cosas así. ¿Pero
podemos tener sexo habitual en este momento y quizás guardarlo para una
ocasión especial o algo así? ¿O nuestro aniversario? De esa manera tengo
once meses para preparar mi trasero.
Escupe mientras se ríe.
—¿Qué vas a hacer? ¿Poner tu músculo del trasero en un plan de
ejercicios?
Pienso en eso por un segundo.
—Sabes, ¿hacer eso arruinará mi trasero?

213
—¿Qué quieres decir?
—¿Me dañará de alguna manera?
—Millones de personas tienen sexo anal. Dudo seriamente que te
dañe, especialmente si lo hacemos de la manera adecuada.
—Tal vez deberíamos buscarlo en Google.
—Está bien, eso es lo que haremos —dice con sarcasmo. Se está
burlando de mí, pero actualmente quiero que me folle, así que agarro su
pene y lo aprieto fuerte.
—¿Quieres un poco de mí? —pregunto con voz ronca.
Se levanta y desliza su punta dentro mi coño y luego de nuevo afuera,
dentro y fuera hasta que está asentado profundamente. Mis piernas sujetan
sus caderas y él empuja fuerte y rápido, justo como me encanta.
—Dime. ¿Es esto lo que quieres, mi sucia esposa?
—Sssssí —siseo—. Tan bueno.
Con mis piernas aún enganchadas a su alrededor, se inclina hacia
atrás sobre sus talones y sigue golpeando dentro de mí.
—Agarra tus tetas y aprieta tus pezones. Quiero verte hacer eso.
—Eh, ¿qué? —jadeo.
—Sí. Tus tetas. Hazlo.
Mis palmas se deslizan sobre mis tetas y las masajeo mientras mira.
—Tus pezones. Tira de ellos.
Estoy tan excitada por la forma en que me mira, obedezco sin
cuestionarlo.
—¿Así? —Pellizco mis pezones. Parece un poco raro al principio, pero
luego estoy tan cerca de venirme que me olvido.
Él hace este movimiento donde se levanta un poco, pero frota un poco
mi clítoris mientras baja y empuja de regreso dentro de mí, y oh, mierda.
Luego toma la palma de su mano y presiona mi hueso púbico mientras lo
hace y me olvido de mis pezones. Hasta que se detiene.
—Tú paras. Yo paro.
—¿Eh?
—Tus pezones. Sigue pellizcándolos.

214
—Oh. —Voy hacia ellos otra vez y él comienza a bombearme fuerte—.
Ahhh. Justo ahí. Eso es tan bueno. —El placer es tan intenso que gimo. O tal
vez grito. Su mano extiende mis rodillas más separadas y continúa
deslizándose hacia adentro y hacia afuera.
—Me voy a venir. Me encanta ver mi semen salir de ti alrededor de mi
pene, Sheridan. Mierda, estás tan jodidamente apretada alrededor de mí.
Mi orgasmo me clava y él gime un segundo después cuando también
lo tiene.
—Esto es perfecto. —Ralentiza el movimiento, pero todavía está
dentro. Luego se retira y su sonrisa furtiva me dice que ama lo que ve. Usa su
mano para frotar su semen a mi alrededor, extendiéndolo sobre mi
montículo—. Jesús, Sheridan, tienes el coño más hermoso, pero se ve mejor
cubierto de mi semen. Te voy a follar varias veces al día solo para
mantenerlo viéndose así.
Su boca recubre la mía en un beso lleno de pasión, pero algo más.
¿Veneración, asombro, tal vez?
—Deberíamos dormir. English se despertará alrededor de las cinco.
Revisando el reloj, descubro que ya es más de medianoche. Los dos
nos reímos.
—Debería preguntarte si te importa estar sucia —dice.
—No, en realidad no. —Y es extraño, porque nunca he tenido sexo sin
condón, por lo que este es el primer hombre con el que alguna vez he estado
sucia.
—Bien, porque te amo de esta manera. Nos bañaremos por la mañana.
Nos besamos de nuevo antes de acurrucarnos y quedarnos dormidos.

215
Capítulo 7
Sheridan
Traducido por Kalired

—¡P api! ¡Mami! ¡Despierten! ¡Santa estuvo aquí! —


English se mete en nuestra habitación, gritando a
todo pulmón y dándome un susto de mierda. Me
levanto rápidamente de la cama, olvidando que estoy completamente
desnuda, salgo corriendo de la habitación con English gritando—: ¡Mami
está desnuda!¡Mami está desnuda!
Para entonces, ya estoy en la sala de estar, así que tomo dos cojines en
un débil intento de cubrirme. English se ríe y me señala con el dedo
diciendo:
—Veo tus senos y vagina.
—Jesucristo —murmuro entre dientes cuando Beck aparece detrás y
me envuelve con una bata grande que es sin duda suya.
—¿Mejor? —pregunta.
—No, nunca me recuperaré de esto.
Mientras tanto, English todavía se ríe, y Beck también se está riendo.
—Cookie, dúchate. Voy a preparar el desayuno.
—Gracias, capitán.
—Debiste haberte visto, mami. Es gracioso No puedo esperar para
contarle a Banana y al abuelo.
Genial. Justo lo que necesito. Levanto la mano y les muestro el signo
de paz mientras me dirijo al baño. Nota personal: nunca saltes de la cama.
Jamás.
Mi ducha es la más rápida de la historia porque quiero estar ahí afuera
cuando llegue el resto de la tripulación. Anna y Mark traerán a Boonior para

216
pasar el día con nosotros. No me molesto en secarme el cabello, así que hoy
estará ondulado.
Cuando vuelvo a salir, Beck está cocinando e English está revisando en
la habitación, todos los juguetes.
—Entonces, ¿qué recibiste de Santa? —pregunto. Ella me muestra, y
me rio.
—Tuviste mucha suerte.
—Sí, y el año que viene le voy a pedir que te traiga pijamas extra. De
esa manera no tendrás que dormir desnuda.
—Gran idea. —Nunca lo va a olvidar. Espero que al menos no lo tenga
tan presente en su mente cuando terminen las vacaciones de Navidad o
todos los niños de la escuela lo sabrán.
Recorro la cocina para ver si Beck necesita una mano. Tiene los
huevos, salchichas y tocino en marcha.
—Si no te molesta, puedes tomar el pan y ponerlo en el horno para
tostar.
—Por supuesto. ¿Cuándo vendrán tus padres?
—Deberían estar aquí en cualquier momento.
—Beck, dúchate y terminaré.
Se inclina para besarme y se dirige al baño. Termino todo, lo coloco en
el calentador y pongo el pan en el horno.
English chilla cuando Banana y Geepa entran porque llevan a Boonior
en su pequeña transportadora. Beck sale con el cabello mojado, y es un circo
con el cachorro, English y todo lo demás. Finalmente, atraigo la atención de
todos con el anuncio del desayuno, así que todos nos dirigimos a la cocina,
con la excepción de English. Ella está tan emocionada, no creo que
consigamos que se relaje lo suficiente como para que pueda comer algo.
Beck tiene que decirle que, si no come, Boonior vuelve a la casa del
abuelo. Eso hace el truco. Se traga los huevos y el tocino, y se va otra vez.
—¿Están todos listos para abrir regalos? —pregunta Beck.
Todos gritamos. Por supuesto, English empieza. Aparte de Boonior y
sus regalos de Santa, le damos ropa porque la que tiene le está quedando
pequeña. También consigue zapatos y botas.

217
Beck recibe un par de orejas de Mickey Mouse parte de English y ropa
interior también con Mickey en ellas. Recibo un libro para colorear y unas
braguitas de Frozen. Creo que son de tamaño de niña. Anna me da una
sonrisa conspiradora. Dicen que la intención es lo que vale, y eso es cierto
con este regalo. Me emociona ya que realmente me siento especial debido a
que escogió algo con sus personajes favoritos para darme.
—Gracias, English. Me encantan. —Le doy un gran abrazo y la beso.
—Asegúrate de no usarlos con blanco, porque podrían verse, y luego
la gente podrá ver tus bragas —dice.
—Voy a tener cuidado con eso. Gracias.
Con Beck les damos a sus padres los regalos que él escogió para ellos.
Una pintura realmente genial hecha por un artista algo famoso que les gusta,
una foto de English con su tiara y las divertidas gafas de sol que le
compraron, un nuevo palo de golf para su padre y un nuevo bolso para su
madre, que ayudé a elegir.
Nos dan una estadía de una semana en su casa de la montaña y
cuidarán de English durante las vacaciones de primavera.
Le doy a Beck sus regalos. Una foto enmarcada de English conmigo,
que él nos había tomado. No es una gran foto, pero la expresión en su rostro
me dice lo mucho que significa para él. Me tira a sus brazos y me besa.
—Este es el mejor regalo que me podrías haber dado.
—Pero todavía no he terminado. — Le entrego su próximo regalo y
observo mientras lo desenvuelve. Sus ojos expectantes, y sé que he anotado
con esta. Le he regalado un libro lleno de todas las ilustraciones que English
ha realizado el primer semestre del año. Lo hice fotografiar y luego lo
encuaderné en un libro. Resultó ser muy hermoso, y sus ojos se llenan de
lágrimas.
—¿Cómo…?
—Encontré una impresora local para hacerlo. Tengo un archivo de los
originales para enmarcar si lo deseas. Pero pensé que de esta manera serían
preservados para siempre.
Estamos sentados en el sofá, y me sorprende cuando me tira de su
regazo y me besa. Estoy hablando de un gran beso, con un poco de sondeo de
lengua, mientras sus padres observan. Cuando me libera, sus manos están a
ambos lados de mi cabeza y dice:

218
—Ese es el mejor regalo que he recibido. Gracias. —Luego lo vuelve a
hacer. No lo alejo porque besar a Beck es mi droga. Cuanto más lo hago, más
lo quiero.
Nos detenemos cuando Mark se aclara la garganta. Hace un gesto con
la cabeza, y Beck se levanta del sofá, casi tirándome al suelo.
—Oh, lo siento, Cookie. —Me vuelve a acomodar en el asiento y dice—
: No muevas ni un músculo.
—Bueno.
Mark, Anna y Beck comparten una mirada de soslayo, y Beck sale
corriendo por la puerta que conduce al garaje. Oigo el zumbido de la puerta
del garaje abriéndose y luego nada. Anna y Mark hacen pequeñas charlas
para distraerme, pero estoy tratando de averiguar qué demonios está
haciendo Beck afuera. Finalmente regresa corriendo, sin aliento, y sonriendo
como si hubiera ganado la lotería.
—Bien, ven conmigo —dice—, pero mantén los ojos cerrados. Yo te
guiaré.
Sus brazos me rodean cuando salimos con cuidado por la puerta
principal para pararnos en el porche.
—Abre.
Abro los ojos para encontrar un nuevo SUV, uno elegante como el de
Beck, pero plateado en lugar de negro, estacionando en el camino de
entrada. Hay un enorme moño rojo en el parabrisas.
—Feliz Navidad, Sheridan —murmura en mi oído.
—¿Qué? ¿Me has regalado un auto para Navidad?
—Sí, es la versión más nueva de la que tengo. Ve a echar un vistazo.
Entusiasmada, camino por los escalones hacia el auto, pensando en
este monstruoso regalo que no puedo aceptar. Hay dos cosas mal con este
escenario. Una es obvia. Esto envía alarmas, pareciendo que me he casado
por su dinero. Esa no es la imagen que queremos mostrar. Por supuesto, es
un poco adecuada, o lo fue en su momento. Ahora, no puedo decir que ese
sea el caso. Dos, estoy tan fuera de mi liga de emociones que, si estuviéramos
solos, probablemente correría y me escondería debajo de la cama o algo
igual de ridículo. Mis manos tocan la pintura plateada brillante, y aunque es
estúpido, cada molécula se siente como si estuviera en una olla de agua
preparándome para hervir, todo temblando y burbujeando por dentro.

219
—¿No quieres entrar y conducirlo? —Su voz sexy me golpea en el
corazón. Espera. ¿Qué? ¿Me golpea en el corazón? ¿Qué está pasando aquí?
¿Qué he hecho? Aclara tu mente, Sheridan, y actúa como la chica que juraste
que siempre serías: fuerte y resistente a toda la cosa llamada amor. English es
una cosa, pero endurece tu maldito corazón en lo que concierne a Beck.
—Claro —mi voz sale con un sonido ronco.
—¿Estás bien?
—Bien. Estoy bien ¿Pero no es esto un poco exagerado?
—No. ¿Recuerdas esa charla que tuvimos? Necesito que mis dos
chicas estén seguras cuando viajen, y este bebé se va a asegurar de todo eso.
Correcto. Ahora recuerdo. Eso alivia un poco la culpa. No hizo esto por
mí. Hizo esto por English, porque la llevo a la escuela todos los días. Tiene
sentido ahora.
—Bueno. ¡Vamos!
Fuimos a dar una vuelta, y no se puede negar. Este BMW Serie 6, o
como se llame, es un encanto. Como el suyo. El motor suena profundo, y
ronronea. Repasamos todos los artilugios de lujo que tiene, y hay un montón
de ellos.
—¿Qué pasó con los autos antiguos? —pregunto.
Se ríe.
—Te vas a convertir en una malcriada.
—Ya estaba conduciendo el tuyo.
—Este es aún mejor.
Sintiéndome desagradecida porque lo dejé pasar, le dije:
—Gracias. Podrías haberme conseguido un Corolla, y me hubiera
encantado de todos modos.
—Lo sé, pero quería que tuvieras esto. Ahora, disfruta al máximo.
—Gracias, Beck. Es hermoso. Mi regalo no se compara.
—Cookie, tu regalo está a kilómetros de esto. Está lleno de recuerdos
que durarán toda la vida, y no hay suficiente dinero para comprarlos. Este
auto. —Golpea su puño ligeramente en la consola—, solo durará tal vez diez
años, si tienes suerte. Pero ese libro será mío hasta que muera. —Sus labios
se presionan en mi mejilla, y estoy feliz de haber elegido ese regalo.

220
Cuando llegamos a casa, English corre alrededor de la casa con
Boonior persiguiéndola, y la sala de estar parece como si una bomba hubiese
explotado con todo el papel de regalo desparramado. Pero tengo la mejor
sensación en mi corazón que he tenido en años. El brazo de Beck está a mi
alrededor abrazándome, y sus padres también se están riendo y jugando con
el cachorro. Boonior es tan lindo que es difícil no levantarlo y dejar que te dé
sus besos de cachorro.
Alrededor de las diez, Mark y Anna deciden que es hora de irse, y se
llevan a English con ellos, junto con Boonior y algunos de sus nuevos
juguetes. Vamos a tener una cena de Navidad en su casa esta tarde. Pero en
este momento, quiero una siesta larga porque las cuatro horas de sueño que
tuve no fueron suficientes.
Nos despedimos con la promesa de estar ahí alrededor de las tres y
media. Después de una limpieza rápida, miro a Beck y le digo:
—Necesito una siesta.
—Estoy de acuerdo.
Nos metemos en la cama, y después de que se enrosca a mí alrededor
como un capullo, nos dormimos profundamente.

221
Capítulo 8
Sheridan
Traducido por Tori y Smile.8

D
urante las vacaciones de navidad, nuestras vidas se volvieron
idílicas. Beck toma algo de tiempo libre así puede pasarlo con
English y conmigo. Supongo que es para fortalecer los lazos
familiares o algo así. Pero no parece necesario ya que todos caemos en esta
vida cómoda y acogedora juntos. English se lleva conmigo como pez en el
agua, y por la noche después de la cena se arrastra hasta mi regazo y se
queda dormida mientras vemos sus programas favoritos en la tele. Unas
pocas veces pillo a Beck mirándonos, e incluso toma unas cuantas fotos.
También trasladamos el resto de mis cosas, excepto los muebles.
Michelle decide no conseguir otro compañero de piso ya que ella y Oliver
están pasando mucho tiempo juntos. Así que, por el momento, me ha pedido
que deje los muebles de mi dormitorio en caso de que su familia venga de
visita. Eso está bien para mí porque tendría que haber pensado qué hacer
con ellos.
Cuando estamos allí, Michelle nos invita a una fiesta post vacaciones
de navidad que ella y Oliver van a hacer. Es unos pocos días antes de año
nuevo, y nos pide que vayamos, así que aceptamos. Estoy emocionada
porque no hemos ido a ninguna fiesta de vacaciones, y será divertido
conocer a los amigos de Michelle y Oliver.
Beck y yo ofrecemos ayuda, y traemos comida de una de las parrillas
locales. También les ayudamos montando el bar.
Los amigos de Oliver son muy amables. Algunos de ellos son muy
nerds, y todo lo que quieren hacer es hablar sobre cosas tecnológicas. Beck y
yo nos reímos porque ninguno de los dos entendemos nada de lo que dicen.
Están discutiendo sobre hackers, falsificadores, títeres de calcetín, gusanos y
todo tipo de cosas mientras nosotros permanecemos allí y actuamos
interesados. Cuando pasamos al siguiente grupo, digo:

222
—Siento como si estuviera en un país extranjero y no hablara su
lengua.
—He entendido algo —dice Beck— pero hablaban tan rápido que en
un momento me perdí.
Michelle salta hacia nosotros, riendo.
—¿Se están divirtiendo?
—Sí, pero ¿Oliver habla de tecnología contigo? Algunos de estos
chicos son demasiado para mí.
—Oh, lo intenta, pero lo callo. No entiendo nada de eso.
—Me siento mejo —le digo.
Michelle agarra el brazo de Beck.
—Oye, ¿puedes salir un momento? Oliver está intentando encender
un fuego en el foso, y no puede conseguirlo.
—Claro. —Beck se inclina y me besa y sigue a Michelle a través de la
casa.
Quedándome allí sola, me muevo a un lado para no parecer una
completa tonta, y miro a la gente. Hay una multitud bastante grande a
medida que empieza la fiesta. La gente se está mezclando, y parece que
todos lo están pasando bien. Me sorprendo cuando siento un brazo
serpenteando alrededor de mi cintura, y alguien se inclina hacia mi odio
para decir:
—¿Qué hace una cosa pequeña y linda como tú aquí parada sola?
Dándome la vuelta para ver quién es, me doy cuenta que nunca antes
he visto al tipo.
—De hecho, no estoy sola. Mi marido está fuera haciendo el fuego.
—Hmm. Si fuera tu marido, nunca te dejaría sola.
Empujándolo y alejándome, digo:
—Imagino que no tienes que preocuparte por eso, ¿verdad? —Las
palabras del hombre salen en un balbuceo, así que definitivamente ha
bebido bastante.
Qué irónico. Antes de casarme, apenas ligaba. Y ahora este tipo
persistió incluso después de decirle que tenía marido.

223
Cuando Beck vuelve, le pregunto cómo va el fuego, y me dice que va
bien. Entonces quiere saber cómo me está yendo. Le cuento sobre mi
aspirante a pretendiente, y se enoja.
—Tranquilízate, Señor Celoso. Lo manejé.
—Quiero saber quién es.
—Olvídalo. Si te lo digo, harás el ridículo y tendremos que irnos.
Su mirada azul verdosa me sorprende, pero me mantengo firme.
—Soy una chica grande, Beck. Está bien.
No le gusta, pero no hay nada que pueda hacer. Él hace un puchero
por un momento, pero luego lo supera. El resto de la noche está bien.
Cuando nos vamos, Michelle dice que algunas de las chicas que conoce se
reunirán el próximo viernes para una salida nocturna de chicas y quieren
saber si puedo unirme a ellas. Beck me anima a ir.
—Deberías hacerlo. El hecho de que estés casada no significa que no
puedas salir y divertirte con tus amigas.
Así que el siguiente viernes todas decidimos ir a un bar. Hay una
banda en vivo que empieza a las nueve, así que quedamos a las ocho. Es
divertido conocer a algunas de las amigas del trabajo de Michelle que no
conocía de antes. Bebemos bastante, y cuando la banda comienza a tocar,
vamos a la pista de baile, las ocho. Tocan rock, y todas saltamos como un
montón de asnos bobos. Pero algo sucede, extraño a Beck. Sigo pensando en
él. Y cuando un brazo rodea mi cintura, he bebido lo suficiente para pensar
que es él. Así que me inclino hacia atrás y me balanceo un minuto hasta que
veo la expresión de Michelle. Me vuelvo para descubrir que es un tipo
extraño, y estoy horrorizado por mi comportamiento. ¿Qué demonios estaba
pensando? Salgo corriendo de la pista y me apresuro a nuestra mesa, casi
llorando. Michelle me sigue, tratando de calmarme.
—Fue un error inocente —dice ella.
—Necesito ir a casa. Eso fue horrible. Si Beck hiciera eso, lo mataría.
Michelle dice, poniendo su brazo sobre mis hombros.
—Pero él no lo instigaría. Estabas metida en la música y no estabas
pensando.
—Entonces ¿por qué me miraste de esa manera?
—Estaba sorprendida porque no sabía que desconocías lo que estabas
haciendo —explica.

224
—Uf, me siento horrible.
—Estás actuando como un bebé. Como si lo hubieras engañado o algo.
Fue un error, Sher —insiste Michelle.
—Lo que sea. Voy a pedir un Uber así me puedo ir. Siento arruinar tu
fiesta.
—Está bien. No vale la pena quedarse si vas a sentirte mal. Deberías
irte.
Le dio un abrazo y me voy. Cuando entro por la puerta, Beck sabe de
inmediato que algo anda mal.
—¿Qué ha pasado? —pregunta.
—¿Está English durmiendo?
—Sí.
Comienzo con mi explicación, y se ríe. Me tira a sus brazos, y su pecho
retumba con sus risitas.
—Cookie, siento que arruinara tu noche y que te hiciera sentir mal,
pero deja de torturarte a ti misma. Fue un error tonto. Pensaste que era yo, y
no lo era. Fin de la historia.
—¿No estás enojado conmigo?
—¿Qué? ¿Por qué demonios estaría enojado?
—Después de lo que pasó con ese chico en la fiesta de Michelle y
Oliver, pensé…
—Esto es completamente diferente. Es algo gracioso. Desearía haber
visto tu cara cuando te diste cuenta que no era yo.
—Mucho para la noche de chicas. Fallo épico. Apesto.
Él tiene una mirada diabólica en su rostro.
—Si realmente quieres chupar….
Le pego en la cabeza con una almohada.
La semana después de que English y yo regresamos a la escuela, Beck
se va a un viaje de diez días a Tierra del Fuego, que se encuentra en el
extremo sur de Sudamérica. Estoy muy nerviosa ya que se ha ido a un lugar
muy remoto, pero me ha asegurado que todo está bien. Viajará en unos
aviones pequeños para la última parte de su viaje porque las carreteras son
prácticamente inexistentes. Ha estado antes, así que eso me alivia un poco,

225
pero, aun así, mis nervios están intactos. El servicio móvil normal está fuera
de discusión, y sus llamadas serán poco frecuentes. El lugar es un
archipiélago, por lo que fotografiará la vida silvestre.
—¿No tendrás miedo? —pregunto mientras lo ayudo a empacar.
—No, no es mi primer rodeo, Cookie. Está bien. Además, hay un
pueblo real en el puerto, y no voy solo. Hay todo un equipo conmigo. No te
preocupes. Eso solo hará que English tenga miedo, y no quiero. —Levanta mi
barbilla con su dedo, obligándome a mirarlo a los ojos—. ¿Promesa?
—Mierda, no, no te lo prometo.
Su risa profunda sacude mis hormonas. ¿Cómo puede tener este
efecto en mí? Aprieto los muslos para aliviar la presión. Por supuesto, no
ayuda.
—¿Por qué estás cruzando las piernas? —Tiene una mirada astuta en
sus ojos.
—Sabes muy bien por qué.
—¿Dónde está la pequeña?
—Viendo una película. Ni siquiera lo pienses.
—Oh, Cookie, voy a hacer mucho más que pensarlo. —Y maldita sea, si
no lo hace. Me levanta, me lleva al baño, cierra la puerta, y tenemos el
rapidito más caliente, conmigo inclinada sobre el fregadero, imaginable.
Cuando hemos terminado, no puedo evitar la pregunta que sale de mi
boca.
—¿Planeaste eso? Porque obtienes la mejor calificación en rapiditos.
—No, y obtienes una A más en coño caliente.
Ya estamos de vuelta en el dormitorio, y tomando con mis puños su
camisa, lo atraigo hacia mí y le digo:
—Solo prométeme que tendrás cuidado, Beck. Lo digo en serio.
Sus ojos azul verdosos se dirigen a los míos, y su cabeza se mueve
hacia arriba y hacia abajo.
—Lo juro. —Luego me besa como si su vida dependiera de ello.
Cuando se detiene, dice—: Has traído más sentido a mi vida de lo que creí
posible. —Observo cómo se mueve su manzana de Adán mientras traga.
Siento que quiere decir más, pero luego sacude la cabeza levemente y

226
agrega—: Cuídate y cuida a Pequeñuela mientras me estoy fuera. Volveré
antes de que te des cuenta.
—Lo haré —le susurro—. Y date prisa.
Durante su ausencia, las cosas están bien. Es capaz de llamar un par
de veces cuando van al pueblo a obtener suministros. Pero aparte de eso,
solo oímos de él cuando llega al aeropuerto central de Argentina.
El día antes de que llegue a casa, el abogado llama, tratando de
contactar con Beck. Pide que Beck le llame tan pronto como le sea posible, y
que es urgente.
—¿Hay algo en lo que te pueda ayudar? —pregunto.
—No, pero debo advertirle, señora Bridges, se va a poner feo.
Su tono me hace desconfiar. No creo poder dormir esta noche. English
pregunta si ha pasado algo. Es tan perceptiva que debo tener cuidado a su
alrededor.
Recogemos a Beck la noche siguiente y es todo ojos cálidos y sonrisa
feliz. English es todo brazos y rizos mientras vuela hacia su abrazo, pero él
me mira una vez e instantáneamente sabe que algo anda mal.
Me cuestiona con su mirada, pero le respondo con un ligero
movimiento de cabeza. Me niego a arruinar el encuentro de English con su
papá. No ha dejado de charlar incesantemente todo el día sobre lo
emocionada que está de verlo, y nuestra discusión sobre el señor Morgan
puede esperar un poco más.
—Así que, Beck, dado que es tu noche especial, ¿dónde te gustaría
comer?
—Sí, papá. ¿Tu restaurante favorito?
—Te dirá qué. ¿Qué tal que comemos mi pizza favorita en mi lugar
favorito? Casa.
—¡Sí! —English aplaude mientras vamos en esa dirección. El tráfico
no es demasiado malo para ser las seis y media de la noche en Atlanta, y en
unos cuarenta y cinco minutos, estamos entrando en el garaje. Cinco
minutos después de eso, llega nuestra pizza. Beck llama a sus padres para
hacerles saber que está en casa seguro, y nos sentamos alrededor de la mesa
de café, comiéndonos nuestra pizza de pepperoni.
—Oh, es lo mejor del mundo —gime.
—Dice el hombre que normalmente come sano —digo.

227
—Lo sé, pero al menos no tiene gluten. La comida fue horrible en este
viaje. El material deshidratado se volvió aburrido y no pudimos ir al pueblo
lo suficiente como para comer. Creo que morí de hambre. Era tan malo, que
la primera oportunidad que tuve comí comida rápida en un aeropuerto.
Debió haber sido terrible para él hacer eso. Solo come esas cosas en
caso de emergencia.
—No te preocupes. No te va a matar si lo comes un par de veces.
—Molesta a mi estómago, sin embargo. Fue como una bola de grasa
gigante sentada ahí.
English hace una mueca y grita.
—Iugh, papá. Eso es repulsivo.
—Lo sé. Es por eso por lo que no debes comer mucho.
Le lanzo una servilleta y digo.
—Lo puedo escuchar la semana que viene. —Dado que es viernes,
espero que English lo haya olvidado para entonces, pero probablemente no.
Después de la cena, Beck va a la ducha y luego sugiere que veamos
una película en la “cama grande”. Saca la película de Mi Villano Favorito, y
nos estiramos en la cama. English se queda dormida a media película, por lo
que él la lleva y la mete en la cama.
Cuando vuelve, sé que quiere respuestas.
—El señor Morgan llamó y dijo que necesitaba que le llamases. Es
urgente. Dice que las cosas se van a poner feas.
—¿Te dijo algo?
—Nada y pregunté.
Dos profundas arrugas surgen entre sus ojos.
—Me pregunto por qué.
—Yo también. Pero no presioné.
—Le llamaré por la mañana. —Entonces me da una sonrisa
soñolienta—. Te extrañé, Cookie. —Dos fuertes brazos me lanzan encima de
él. Tiene esta manera de deslizar sus manos por mi cabello y sostener mi
cabeza, guiándome para que nuestros labios se amolden a la perfección.

228
Me hace pensar en algo que Michelle me dijo justo antes de empezar
las clases de nuevo. Me encontré con ella para almorzar porque no la había
visto desde que Beck y yo fuimos a buscar mis cosas a casa.
—Te has enamorado de él, Sher. Puedo vértelo escrito por todas partes.
Está incluso en la forma en que dices su nombre. Beck —me imitó.
—Basta. —Me reí.
—Lo digo en serio. Tienes ésta, oh, no sé, manera soñadora de decirlo.
Más suave que antes. Así que cuéntamelo.
—No lo sé. La forma en que me siento por él es inesperada. Es muy
amable y cariñoso. No es el idiota que conocí por primera vez. Puedo ver
porqué English es como es. Y a veces lo sorprendo mirándome con esta
profunda mirada en sus ojos. Como que hay algo más de lo que muestra en lo
que a sentimientos se refiere.
—Está enamorado de ti. O al menos loco por ti. Sus ojos te siguen a
todas partes. Es verdad que no he estado mucho a su alrededor, pero por lo
poco que he estado, te lo digo, son una pareja perfecta.
—¿Dónde has ido, Cookie? —pregunta Beck.
—Estaba pensando en algo —le digo.
—¿Querrías compartirlo?
—Tal vez algún día. Pero no esta noche.
—¿Era sucio? Porque quiero ponerme sucio contigo. Como ahora
mismo. —Sus manos tiran de mi camisa hacia arriba—. He echado de menos
tu coño rosa, y quiero hacer todo tipo de cosas con él.
—¿Quieres contármelo?
—No, te lo quiero mostrar. —Me da la vuelta y baja mis pantalones de
yoga. Cuando llegan a mis pies, pregunta—: ¿Qué es esto?
—Calcetines.
—Eh, ya. ¿Pero de los Minions?
—¡Oye! También soy fan.
—Entonces pon esos pies cubiertos de Minions en la cama y abre tu
coño para mí. soy un hombre hambriento. Quiero ver cómo te metes los
dedos.
—¡No! Hazlo tú.

229
—No esta noche, bebé. O por lo menos durante unos minutos. —Pasa
los dedos por el área donde mis piernas se encuentran con mi coño y para,
abriendo mis labios—. Toca. Ahora.
Me meto los dedos lentamente, y estoy tan mojada, mis dedos se
deslizan sobre mi clítoris.
—No te detengas hasta que te diga.
El sonido de él quitándose sus pantalones me golpea, y estoy tan lista
para que me folle, me retuerzo.
—Date prisa.
—No, este es mi momento. Y va a ser lento.
Entonces me da la vuelta, y me siento como un panqueque. Estoy en
cuatro, y abre incluso más mis rodillas hasta que siento su boca sobre mí.
Maldición, esto es bueno. Me folla con su boca y sus dedos, mientras arqueo
mi espalda y gimo mi orgasmo. No se detiene hasta que mis gemidos se
convierten en pequeños suspiros.
—Mi cumpleaños es el próximo mes, Cookie, y ¿sabes lo que quiero?
—Eh, sí —contesto todas entrecortada.
—Quiero esto. —Frota un círculo alrededor de mi culo y lo empuja
con su dedo, o pulgar, no tengo ni idea, pero gimo mientras lentamente
empuja su polla y pulgar dentro de mí a la vez—. Te prometo que te va a
gustar.
—Si, bien. Lo haré. —Infiernos, podía hacérmelo ahora mismo si
quisiera. Estoy excitada, casi sin sentido por este tipo, y me acabo de
correr—. Solo fóllame, Beck.
Se inclina sobre mi espalda, y siento su aliento en mi mejilla.
—¿Cómo lo quieres? ¿Duro? ¿Suave? Pero va a ser lento en ambos
sentidos.
—Duro. —Tan pronto como la palabra sale de mis labios, entra en mí.
Después sale casi del todo y repite hasta que estoy jodidamente loca con la
necesidad de correrme. No me doy cuenta que lo he dicho en voz alta hasta
que dice:
—Tranquila nena. Te tengo.
Esta follada continúa hasta que estoy respirando entrecortadamente
y, finalmente, pregunta:

230
—¿Preparada?
Creo que se me cae baba de mi boca cuando le respondo.
—Sííííí.
Y lo hace. Sigue y sigue, hasta que caigo como un montón de ropa
sucia, un montón de tierra que necesita ser recogida porque ciertamente no
podría moverme por mi cuenta.
—No te muevas.
—Como si pudiera. Creo que mi coño está roto. —¿Quién se cree que
soy? ¿La Mujer Maravilla?
Escucho el agua del baño corriendo, y regresa con un paño caliente
para limpiarme. Todavía soy un fideo flojo e inútil. Cuando vuelve a la cama,
me mete contra el hueco en su lado y me abraza.
—Eso fue más de lo que cualquier hombre podría pedir.
Esa pequeña frase corta me hace querer saltar alrededor de la cama,
agitar mis brazos como un pollo, y cantar en alto como una niña porque
nunca me he sentido tan amada desde que murió mi padre. E incluso si no
dijo las palabras, mi corazón está lleno de inmenso jubilo mientras se agita
contra mi esternón. Agarro su brazo, el que me está sosteniendo cerca, y
beso su mano.
—Lo mismo te digo, Beck. Y estoy tan contenta de que estés en casa.
No me gusta estar aquí sin ti.
Sus labios besan mi nuca, y murmura:
—Duerme bien, amor.

231
Capítulo 9
Sheridan
Traducido por Anabel-Vp y Arcy Briel

S
e supone que Beck debe llamar al señor Morgan por la mañana,
así que no me sorprendo al recibir su mensaje de texto. Cada vez
que sus SMS comienzan con un 911, sé que son serios.
Cita con Morgan a las 16:30. ¿Puedes venir?
Respondo con: ¿Puede Anna cuidar a English?
Unos minutos más tarde, el teléfono vibra, con su respuesta.
Sí. Solo tienes que dejarla en su casa después de la escuela.
Miro el mar de cabezas inclinadas mientras dibujan sus cosas
favoritas. Estamos en clase de arte en este momento, pero me fijo en una
cabeza en particular. La lengua de English se asoma, mientras se esfuerza en
conseguir que su dibujo sea perfecto. Ella es una buena artista. Sus dibujos
son mejores que cualquier cosa que yo haya dibujado alguna vez, y tiene un
gran ojo para los detalles. Mi corazón se tambalea, cuando pienso en lo que
puede pasar en un futuro cercano.
Te veo pronto. <3
Lo último que debo hacer es dejarle ver lo asustada que estoy. Y es
muy difícil, porque el día cada vez parece más y más largo. Cuando le digo,
después que la escuela ha terminado, que va a casa de Banana, ella aplaude.
—Me pregunto si Boonior ha crecido.
—Como lo viste hace dos días, no creo.
—Mami, ¿cuándo crees que podrá mudarse Boonior con nosotros?
Vaya, me preguntaba cuando iba a salir el tema.
—Creo que papá te dijo que cuando estuviese entrenado para ir al
baño afuera, y no tuviese accidentes dentro de casa.

232
—Geepa dijo que la semana pasada solo hizo caca dentro de casa una
vez.
—Sí, pero lo hizo en los zapatos de Banana. ¿Quieres que haga caca
dentro de tus zapatos?
Ella se ríe como loca.
—¡Noooooo! Eso sería asqueroso.
—Lo sé. Y por eso vamos a esperar hasta que ya no haga caca en los
zapatos. A eso, y a que deje de comerse las zapatillas —digo.
—Sí, para que no vomite por todas partes.
—Buena idea.
Anna nos abre la puerta, y compartimos una mirada. Ella debe saber
más que yo acerca de la cita de esta tarde, porque sus ojos están llenos del
mismo terror que yo siento. Agarra mi brazo, y quiero preguntarle que sabe,
pero niega ligeramente con la cabeza, lo que me dice que debo irme. Beck
también debe de estar lleno de miedo. Mi corazón late como si estuviese
siendo golpeado. Me tranquilizo a mí misma, diciéndome que Beck me
necesita, por lo que reprimo la ansiedad, y me mantengo todo lo fuerte que
puedo. ¿Qué narices podría haber ido mal?
Cuando entro en casa, él es un desastre. Me abraza, y está temblando.
—Cuéntame, ¿qué ha pasado?
—Vamos a la corte mañana. Morgan cree que el juez va a fallar a su
favor. Que le otorgaran derechos de visita. Al menos una noche cada dos
semanas. Es lo que ella estaba buscando.
—Jesús. Mierda, mierda, mierda, ¿qué ha pasado?
—No lo sé. Pensé que él tenía todo bajo control. Vámonos.
Nuestras manos están unidas, y le digo:
—Yo conduzco. —No está en condiciones de ponerse tras el volante. Y
él no discute. Hay mucho tráfico, pero llegamos a tiempo. El secretario del
señor Morgan nos hace pasar.
—Señor y señora Bridges, siento avisarles con tan poco tiempo. El
juicio se ha fijado para mañana a las diez. Es solo una audiencia.
Presentaremos nuestro caso. Presentaran el suyo. El juez emitirá un fallo
preliminar. Algo temporal.
—¿Tu investigador privado ha encontrado algo sobre ella?

233
—Por lo que sabemos, está limpia. O es muy buena escondiendo su
consumo de drogas.
Esto es increíble. No me creo que esté limpia. No puedo. Tal vez ella
haya aprendido a esconder sus adicciones muy bien, debido a como fue
criada. Bueno, puede que sea un poco rebuscado, pero como sea.
—No lo acepto —le digo.
—Señora Bridges, no importa si lo acepta o no. Lo que importa es lo
que diga el juez. Mi sugerencia es que preparen a su hija para el peor de los
casos, porque hay un noventa por ciento de probabilidades de que, dentro
de poco, tenga que pasar la noche en casa de su madre biológica.
—¿Y no podríamos comprarla? —pregunta Beck.
—Estoy bastante seguro que podríamos, pero eso te haría ver
extremadamente mal, si ella decidiese contarlo. El soborno no está bien visto
en un tribunal de justicia.
Beck golpea su mano en el escritorio del señor Morgan.
—Entonces, ¿qué demonios se supone que tenemos que hacer ahora?
El señor Morgan se inclina sobre su escritorio, y dice:
—Lo que se supone que debes hacer ahora es esto. Ve a casa y prepara
a English para lo peor. Dile que su madre biológica quiere tener contacto con
ella. No espere hasta que suceda, porque eso sería traumático para su hija. Y
luego, déjeme hacer mi trabajo. Estoy haciendo todo lo que puedo, pero debe
comprender algo, señor Bridges. Los tribunales siempre favorecen a la
madre. Es como es, y como ha sido siempre, sin importar qué. Lo siento.
La cabeza de Beck cae, derrotado; pero yo aún no estoy dispuesta a
rendirme. Tiene que haber una manera. Y tal vez English tenga que ir con
ella una o dos veces, pero sé que encontraremos algo.
Mi mente gira, buscando formas de ayudar, pero Beck está tan
deprimido que sé que tengo que céntrame en él. Entramos en el ascensor, y
tiro de él hacia mí.
—Te prometo que vamos a arreglar esto. Aún no sé cómo, pero lo
haremos.
Su rostro está enterrado en ese lugar donde mi cuello se encuentra
con mi hombro, y dice:
—No sé cómo voy a poder decírselo.
—Yo se lo diré. Puedo hacerlo.

234
—Oh, Cookie, la va a matar.
—No, estará asustada, pero eso no la matará. Y la vamos a armar.
—¿Qué quieres decir?
Las puertas del ascensor se abren y digo:
—Vamos. Tengo una idea.
Conducimos a la tienda de teléfonos celulares y le compramos un
teléfono. De camino a casa, explico mi idea.
—Esta puede ser nuestra manera de sacarla de allí para siempre.
Beck parece escéptico.
—¿Grabaciones de voz?
—¡Sí! Si graba cosas mientras está allí, cuando la gente viene o lo que
sea, tal vez podamos obtener lo que necesitamos. Todo lo que necesitamos
es una mención de drogas ilegales.
Beck está de acuerdo y después de que llevemos a English a casa, le
comunicamos la terrible noticia. Sentándola con nosotros, le explico lo que
está pasando.
—¿Recuerdas que tu verdadera madre se fue cuando tú naciste?
Su cabeza se mueve hacia arriba y hacia abajo. Intento sonar feliz
cuando sigo.
—Bueno, ella ha vuelto y quiere conocerte. No sabemos exactamente
cuándo, pero puede que sea realmente pronto.
Sus preciosos ojos se convierten en platillos mientras nos mira a los
dos.
—Pero ya tengo una mamá ahora, así que no necesito otra.
—Eso es cierto, pero a veces los niños tienen dos y a ella le encantaría
verte de nuevo. Sé que puede que no quieras ir, pero podría ser lo mejor. Y
solo sería por poquito tiempo. Esta es tu casa y siempre será tu casa.
—¿Es esa mujer del patio de juegos?
—Sí, lo es. —Esta es la parte que más odio.
El rostro de English palidece.
—Pero ella dijo que iba a alejarme de papá.

235
Los músculos de la mandíbula de Beck se contraen. Está tan tenso que
parece una bobina bien enrollada a punto de soltarse.
—Nunca dejaríamos que eso sucediera, cariño. Pero ella es tu madre y
quiere conocerte.
—Entonces, ¿no tengo que ir allí por mucho tiempo? —Nos mira a los
dos con escepticismo.
—No, solo por un rato.
Su labio sobresale mientras piensa.
—¿Por qué me dejó?
Beck empieza a decir algo, pero extiendo mi mano.
—Cariño, creo que eso es algo que solo ella puede responder. Pero
siempre recuerda esto. Tu papi y yo te amamos más que a nada en el mundo
entero. Ahora, ven aquí para que podamos abrazarte.
Corre y vuela a nuestros brazos y digo:
—Este es el mejor azúcar de todo el mundo.
—No soy azúcar. Soy English.
—Sí, pero seguro que eres dulce. —Le echo una pedorreta en el cuello
y se ríe a carcajadas. Beck guarda silencio mientras absorbe la escena. Sé que
está pensando en cómo manejará su salida, pero tiene que ser más alegre
que esto. Su actitud malhumorada le indicará el hecho de que algo no está
bien con todo esto.
—Entonces, ¿cómo estuvo Boonior? ¿Algún accidente? —pregunto.
—Hoy no. Sin embargo, Banana ya no mantendrá los zapatos fuera.
Tiene miedo de poner sus pies en caca.
—Ew, no puedo culparla. —Pero luego me rio porque realmente es
gracioso.
—Geepa dice que Boonior podría tener que ir a la escuela. Ya sabes,
escuela de perros.
—¿Como entrenamiento de obediencia?
—Creo. ¿Dónde le enseñan cómo sentarse y esas cosas?
—Sí, eso estaría bien. Entonces, ¿tú y Banana terminaron tu tarea?
Su cabeza rebota hacia arriba y hacia abajo tan vigorosamente que me
sorprende que no se maree.

236
—Estupendo, bebé. Entonces, tenemos una sorpresa para ti. Papá y yo
queríamos conseguirte algo para que pudieras tomar fotos y otras cosas. Te
conseguimos un teléfono.
—¿Un teléfono? ¿Uno real?
—Sí. ¿Ves? —Se lo extiendo. Lo toca como si fuera una mascota o algo
así—. No puedes llevarlo contigo todo el tiempo, solo algunas veces, pero te
vamos a enseñar cómo hacer algunas cosas con él.
Su frente cruje cuando dice:
—Pero ya sé cómo tomar fotografías.
—Lo sé, pero ¿sabes cómo hacer videos? ¿Tal vez cuando nadie está
mirando?
—¿Como en la tele?
—¡Sí!
Sus brazos tiemblan cuando dice:
—Muéstrame. Muéstrame por favor.
—Está bien, deslizas esto y ¿ves esto? —Le muestro—. Dice video.
Ponlo ahí y luego presiona el botón rojo. ¿Puedes recordar eso?
English es muy brillante, así que no me preocupa que lo olvide. Toma
muchas fotos de Beck y de mí y luego toma algunos videos. Mi otro objetivo
es enseñarle cómo usar la aplicación de notas de voz. Si hay una posibilidad
de que algo esté pasando, quiero que lo grabe.
—English, es muy importante que no hables sobre tener un teléfono
con nadie, ¿entiendes?
—¿Por qué?
Beck la sitúa frente a él para que pueda mirarla a los ojos.
—No muchos niños de tu edad tienen teléfonos, Peque. Es mejor si lo
mantenemos en secreto solo entre los tres por ahora, ¿de acuerdo?
—¿Ni siquiera se lo cuento a Banana o Geepa?
—Bueno, creo que puedes mostrárselo a ellos, pero a nadie más. Y lo
digo en serio. ¿Está bien? Cuando te permitamos tenerlo contigo, debes
guardarlo en un lugar muy seguro. ¿Promesa?
—Lo prometo. —Tiene una expresión muy seria.
—Y no llevarlo a la escuela. Nunca.

237
Sus rizos rebotan mientras asiente con la cabeza hacia arriba y hacia
abajo.
A la mañana siguiente, llevo English a la escuela, pero luego salgo
alrededor de las ocho. Nos reuniremos con el señor Morgan en su oficina y
luego iremos juntos a la corte. Beck y yo nos agarramos las manos
sudorosas, nerviosos y asustados.
—Esto no debería tomar mucho tiempo —dice el señor Morgan.
El área del tribunal de familia está abarrotada, pero nos dirigimos
directo a la sala del tribunal del juez Clarion. No es como un tribunal que
pensé que sería. Es pequeño y no hay espacio para un jurado, solo un área
para nuestro abogado, nosotros y su equipo.
Miro alrededor y ella se sienta allí actuando presumida. Tiene cabello
rizado castaño claro, como el de English y es pequeña en estatura. Es
bastante bonita, aunque la examino objetivamente, pero eso está en la
superficie. No puedo concebir cómo puede poner a su hija a través de esto.
Tiene que haber otra manera.
—Todos de pie —dice el alguacil cuando el juez entra a las cámaras.
Una mirada y sé que estamos jodidos. El juez es una mujer.

238
Capítulo 10
Sheridan
Traducido por Lyla y Myr62

—B
eck, no puedes perder la esperanza. Si lo haces,
entonces no tenemos nada. English lo sabrá.
—Pero no hay nada más que hacer. Ella ha
ganado, Cookie.
—Como el infierno que sí. ¿Honestamente crees eso?
—Sí, lo hago. Tenemos que permitir que English pase el día con ella
este sábado. Y si el juez considera que va bien, entonces puede ir a una visita
nocturna.
—Está bien, está bien, pero ¿qué? ¿Vas a acostarte y aceptarlo? Bueno,
yo no. Voy a encontrar una manera de pelear. Encontraré esa grieta en su
armadura y descubriré qué es lo que realmente quiere. Sé que hay algo, y no
me detendré hasta que lo descubra.
—Admiro tu energía, pero creo que te estás preparando para el
fracaso.
Ya que estoy manejando no puedo darle la atención completa que me
gustaría. Pero sí digo:
—Es genial si piensas eso. Pero al final, cuando gane, voy a hacer
alarde de mi victoria en tu cara y te diré “Te lo dije” tantas veces que vas a
querer ahogarme.
Se encoge de hombros y dice:
—No sé cómo puedes estar tan entusiasmada con esto.
—No lo estoy, pero tampoco voy a dejar que ellos caminen sobre
nosotros. Esto solo ha comenzado. Entiendo que ella quiere una parte de
English. Piénsalo, Beck. ¿Qué pasaría si la hubieras abandonado por una
decisión estúpida? Y luego llegaste a tus sentidos y te diste cuenta de lo que

239
habías hecho. Pero no creo que eso sea lo que le ha sucedido. Si lo fuera, creo
que no estaría tan recelosa de ella.
—Sí, quizás.
—Ahora muestra una cara mejor para que podamos decirle a English
y ella no va a pensar que el mundo se está acabando.
Los niños son increíbles. Cuando le decimos, es como si le dijéramos
que iría al zoológico o algo así. Le explicamos que habrá alguien más allí para
que no esté sola y solo se encoge de hombros.
El sábado, la llevamos a la sala comunitaria de la sucursal local de la
biblioteca, y hay una tutora ad Litem designado por el tribunal esperando.
Ella se presenta como Millie Schafer y dice que estará presente durante las
dos horas de la visita. Se quedará y observará, y si ocurre algo que amenace
a English, sacará a English de inmediato. Se nos permite permanecer
presentes hasta que llegue la mamá biológica, y luego debemos irnos
durante el tiempo designado por el tribunal.
English salta por la habitación como si no le importara el mundo…
hasta que Abby entra. Una mirada a ella y corre a mis brazos.
—No quiero ir con ella, mamá. Esa es la señora mala de la escuela.
Los ojos de la tutora se amplían, y Abby comienza a llorar. Excepto
que cero lágrimas fluyen.
English no se detiene.
—Por favor, no me hagas ir. Me dijo todas esas cosas malas en el patio
ese día. Dijiste que no me haría daño. —Sus brazos se aferran a mí, y estoy
haciendo todo lo que puedo para mantener la compostura. Una mirada a
Beck y me doy cuenta que está a punto de deshacerse. La señora Schafer no
ha dicho una palabra todavía. La mujer debe estar en shock.
Entonces Abby dice:
—Lo siento mucho, English. Quería verte tanto que hice algo estúpido.
—Fuiste mala conmigo —dice English—. Dijiste que me ibas a alejar
de mi papá para siempre.
La cara de Abby se arruga, y ella sabe que cometió un gran error.
—Estaba en un mal lugar ese día.
—¿El patio de juegos? —pregunta English.

240
—No, no ese lugar —espeta Abby. Su rabia crece. Este es el lado de
ella que sospechaba que había estado escondiendo de todos—. Lo que
quiero decir es que he estado sola sin ti y quiero que vengas a casa conmigo.
—Tengo mi habitación en casa de papi y Geepa y Banana. Y ya tengo
una mami.
Abby frunce el ceño, y en tono desagradable dice:
—Ella no es tu madre.
—Sí, lo es.
—Todos, por favor, cálmense. —La señora Schafer finalmente
encuentra su voz—. ¿Qué tal si todos nos sentamos allí?
English todavía tiene sus brazos envueltos alrededor de mí en un
apretón de muerte, por lo que dudo que se vaya a soltar pronto. Nos
arrastramos a la mesa y me desplomo en una silla, sosteniéndola en mi
regazo.
La señora Schafer comienza.
—Señora LaMont, ¿por qué fue a la escuela de English?
—Quería ver a mi hija.
—Pero la asustaste.
—Lo sé ahora, y fue un error —admite Abby.
—Ella dijo que le dijiste algunas cosas bastante serias.
Abby me mira primero y luego a Beck.
—Ella lo está inventando. Ya saben cómo son los niños.
English casi vuela fuera de mi regazo.
—Yo no miento. Eso es lo que me dijiste. Papá dice que nunca mienta.
—Señora Schafer —interrumpo—, el día que ocurrió, me encontraba
allí dado que doy clases en la escuela de English. De hecho, en realidad
enseño en su clase, y ella estaba completamente asustada por el incidente.
English no miente ni inventa cosas. Esta mujer se presentó en el patio de
recreo y se enfrentó a English. Fue una circunstancia muy inusual, tanto que
incluso informamos a la policía.
La señora Schafer está claramente incómoda con esta información.
—Esta es una circunstancia inesperada. Debo cancelar la visita de hoy
e informar sobre esto a la jueza Clarion. Les haré saber a cada uno lo que ella

241
decida. Mientras tanto, le sugiero, señora LaMont, que se mantenga alejada
de English hasta que se tome una decisión.
—Pero… —comienza Abby a protestar.
—Señora LaMont, como dije, obviamente English está molesta por su
presencia, y esto debe evaluarse más a fondo. La contactaremos tan pronto
como la jueza Clarion tome una decisión.
—Se notificará sobre esto a mi abogado, y él se contactará
directamente con la jueza Clarion. —Abby se va enojada y Beck niega con la
cabeza con disgusto. Sé exactamente lo que está pensando. Sus motivos no
son puros.
La señora Schafer se prepara para irse, así que le digo:
—Gracias, pero lamento lo que pasó.
—Yo no. Es mejor descubrir estas cosas ahora que cuando es
demasiado tarde. —Nos ofrece una mirada compasiva.
Beck recoge a English, y nos vamos. Abby está parada fuera de la
biblioteca.
—Crees que has ganado, pero esto es solo el comienzo, Beck. Tarde o
temprano me saldré con la mía. —Luego, se va a su auto.
—¿Por qué es tan mala? —pregunta English.
—No estoy seguro —responde Beck.
—No quiero ir a su casa nunca. Por favor, no me obligues, papá —
suplica English.
—Voy a hacer mi mejor esfuerzo, cariño. Lo prometo.
Jesús. No estoy segura que mi corazón pueda soportar esto. ¿Qué clase
de mujer le haría eso a su propia carne y sangre? A ella no le importa
English. Si lo hiciera, se echaría atrás y haría pequeñas cosas para hacer que
English se encariñe con ella, y luego establecer algún tipo de relación. No
llegar y decirle cosas horribles.
Cuando llegamos a casa, Beck desaparece para llamar al abogado y
luego a sus padres. El señor Morgan quiere presentar algún tipo de acción
legal para impedir que Abby vea a English debido al efecto traumatizante
que la visita tuvo en ella. Estamos todos al cien por cien. Beck también
quiere que el investigador privado intensifique sus esfuerzos. Tal vez
aumentar sus actividades nocturnas. Ella tiene un novio que vive con ella,
pero eso no es ilegal. El tipo tiene trabajo y Abby también. Parece que tiene

242
una respuesta para todo, pero su lado desagradable deja un sabor amargo en
mi boca y una sensación perturbadora en mi cuerpo. Todo sobre ella grita
mal.
El domingo por la noche, estoy tratando de reunir mis planes para las
clases de la semana, pero no estoy concentrada. El rostro de Abby se
vislumbra en mi mente, y ojalá pudiera averiguar el juego que está jugando.
No tengo ninguna duda de que hay uno. La forma en que ella evitó mirarnos
a los ojos fue mi mayor pista. Estoy sentada en nuestra cama, con papeles
dispersos a mí alrededor y con un lápiz en la boca cuando entra Beck. Mi
iPad, el que usamos para la escuela, está abierto y estoy ingresando mis
planes.
Se sienta y me toca el muslo con el dedo.
—¿Estás bien? —pregunto.
—No, pero lo voy a estar. Esta espera es ridícula. Estaba pensando. Tal
vez necesitamos una evaluación psicológica de English para probar que no
debería estar cerca de Abby.
—Si funciona, estoy dentro.
Se ve como la mierda, como si hubiera estado bebiendo, cuando no ha
tomado una gota en días. Descanso mi palma sobre su mano.
—Va a funcionar. Tenemos que tener fe, Beck.
—Lo sé. —Se pone de pie, baja la cabeza hacia atrás y tuerce el cuello
de un lado a otro. Luego arrastra sus pies fuera de la habitación.
El lunes por la tarde, Beck recibe una llamada del señor Morgan. La
jueza Clarion quiere que volvamos a su juzgado. Está programada para el
viernes a las diez. Casi deseo que sea mañana, en lugar de tener que esperar
los cinco días. Es una semana de nerviosismo. Y tener que actuar feliz y
normal con English, no es fácil. Es demasiado perceptiva.
Para cuando llega el viernes, parece que los dos hemos pasado por un
huracán. Mi cabello parece un nido de pájaro, y el de Beck parece que metió
el dedo en un enchufe. Ninguno de nosotros ha dormido en días.
—Mierda, Cookie, no creo que pueda soportar mucho más de esto.
—Lo sé. Míranos. Parecemos dos personas sin hogar. Vamos a
calmarnos.
Sus manos corren a través de su cabello. Ahora se quedan allí.

243
—Para de hacer eso. Por eso nos vemos tan mal. Yo también lo estoy
haciendo ahora.
—Supongo que necesitamos tomarnos de las manos entonces —
sugiere.
—Buena idea.
El señor Morgan se encuentra con nosotros y por su mirada, también
debe pensar que nos vemos horribles.
—¿Pueden arreglarse ustedes dos? Si el juez te ve así, nunca
conseguirás la custodia. Señora Bridges, vaya a cepillarse el cabello. Señor
Bridges, haga lo mismo.
Nos dirigimos a los baños, y tomo un elástico de mi bolso y me
retuerzo el cabello en un moño desordenado, con la esperanza de que
funcione. El señor Morgan parece complacido cuando me ve. Beck también
se ve mejor. Debe haber salpicado agua en su rostro porque en realidad se
ve más fresco.
La jueza Clarion no es lo que yo llamaría una mujer de aspecto feliz.
Ella no sonríe mucho. Hoy no es diferente. Cuando todos estamos
acomodados, va directamente al meollo del asunto. No endulza nada y ataca
a Abby por aparecer en el patio de recreo. Me recuerda a la jueza Judy en
este respecto. Pero ahí es donde termina el parecido. Le gusta que los niños
estén con sus madres y no se anda con rodeos.
El señor Morgan trata de señalar lo perjudicial que esto podría ser
para English, indicando cómo tuvo que ir a terapia después del incidente en
el patio de recreo.
—No creo que esto sea comparable, señor Morgan —afirma la jueza
Clarion.
Él argumenta que el psicólogo considera que no sería prudente que
English pase tiempo a solas con Abby.
—En este punto, no estamos discutiendo eso. Estamos discutiendo las
visitas supervisadas —contesta. Esto sigue y sigue durante varios minutos
hasta que la jueza Clarion dice—: Según mi experiencia, muchos niños a
menudo reaccionan de manera exagerada a cosas que no quieren hacer. Por
ejemplo, cuando les dices que se vayan a la cama, a veces lloran y se quejan.
No me preocupa que esto no sea un escenario similar.
Estoy segura que mi mandíbula golpea el suelo.

244
Mi silla se mueve hacia atrás mientras me pongo de pie, y estoy
hablando antes de pensarlo.
—Jueza Clarion, yo estaba allí. Vi la reacción de English, y no fue su
respuesta habitual a las cosas. Claramente estaba conmocionada por lo que
sea que dijera la señora LaMont. Incluso los otros profesores hicieron
comentarios al respecto. Entonces su personalidad cambió hasta el punto
que le sugerí que visitara a un psicólogo. Fue traumático para ella.
—Sí, señora Bridges, ya escuché ese argumento. ¿Y hace cuánto que
conoce a English?
—Desde agosto pasado.
—Y supongo que eso te hace una experta en su comportamiento. La
conoces desde agosto como su maestra y desde noviembre como su
madrastra. Estamos es marzo. Es menos de un año. No es mucho tiempo
para mí, señora Bridges. —El tono de la juez Clarion está fuertemente
marcado por el desdén.
—No, Su Señoría, pero eso demuestra que tengo experiencia en este
asunto.
Ella no está contenta con mi respuesta. El señor Morgan me pasa una
nota que me dice que deje de discutir. Beck me aprieta la rodilla, pero estoy
muy enojada. Parece que esta mujer está en nuestra contra, y no sé por qué.
Cerrando los ojos, trato de concentrarme en un lugar más verde,
donde el sol brilla y el cielo es azul, porque en esta sala oscura, solo hay
nubes oscuras colgando sobre nosotros. Apenas escucho el resto de lo que
dice la jueza loca, excepto por el hecho de que el próximo sábado, English
tendrá que volver y estar nuevamente expuesta con esa mujer. Gracias a
Dios que seguirá siendo supervisada por la tutora ad Litem.
Tan pronto como terminamos, el señor Morgan nos empuja a algún
tipo de habitación. Me señala con el dedo y dispara como un cañón.
—¿Qué demonios fue eso? No puedes hablar así con un juez. Me
sorprende que no te echara de allí o te acusara de desacato. Si no puedes
controlar tus emociones, te voy a sugerir que te abstengas de asistir a estas
sesiones.
Vaya. No pensé que fuera tan malo. Cuando abro la boca para decir
algo, él dice:
—No estoy buscando una respuesta de usted, señora Bridges. Si no
puede seguir mis instrucciones, no asista. Estamos en una situación delicada,
y usted acaba de empeorarla.

245
Sus palabras son una bofetada en la cara. Aquí pensé que estaba
ayudando a English y solo estaba dañando el caso.
—Mierda.
—Precisamente. Ahora tengo que volver a la oficina y tratar de idear
algún tipo de plan para arreglar esta mierda, como la llamaste. Y, para ser
honesto, no estoy seguro de poder hacerlo.
Me cubro la boca con la mano mientras proceso sus palabras. Lo he
arruinado todo. ¿Y si es irreparable? ¿Y si he destruido alguna esperanza
para English? No creo que pueda vivir con eso.
De repente estoy siendo abrazada por Beck, apretada contra su fuerte
pecho.
—Señor. Morgan, sé que estás haciendo lo mejor para English, pero
seamos claros sobre algo. Nunca vuelva a hablarle así a mi esposa. Sí, ella
cometió un error, pero ama a English tanto como yo. Ten eso en cuenta la
próxima vez que pienses en arremeter contra ella. Y no olvidemos algo.
Somos tus clientes. No te estamos pagando para que nos trates como a una
mierda.
—Bien, señor Bridges, pero si tiene tiempo, me gustaría verlo en mi
oficina mañana. Tenemos que idear una estrategia para luchar y ganar este
caso. Eso es, si todavía quiere eso.
Tan molesto como está Beck con todo esto, él me defiende. Realmente
me defiende, y estoy bastante segura que me enamoré un poco más de mi
marido por eso.
Cuando llegamos al auto, lo tomo de la mano y le pido que me
perdone.
—No hay nada que perdonar. Cookie, estás olvidando algo. Estoy
contigo cuando pasas tiempo con English. Veo como ustedes dos están
juntas. Me doy cuenta de la forma en que la miras, y el amor sale por todos
los poros de tu cuerpo. Nunca harías nada en el mundo para hacerle daño,
así que no hay necesidad de disculparte porque lo que hiciste allí fue tratar
de protegerla. A mis ojos, fue culpa de Morgan. Debería haberte advertido de
que no dijeras nada. Y no toleraré que nadie te hable de esa manera. Nunca.
—Su mano envuelve mi cuello y hace círculos con su pulgar sobre la línea de
mi mandíbula. Por alguna extraña razón, hace que me duela aún más el
corazón. Siento que lo he decepcionado.

246
Capítulo 11
Sheridan
Traducido por Arcy Briel y Smile.8

—T
e he fallado, Beck. Pero peor, le fallé a
English.
—Nunca. El sistema nos falló.
—Sí, al menos esa jueza hará que la
visita sea supervisada otra vez. —Poniendo mi mano sobre la suya, le digo—
: Me gustaría poder ayudarte más. Me siento tan jodidamente inútil.
—No lo eres. Has hecho mucho más de lo que esperaba.
Me golpea con toda su fuerza. Beck está más tranquilo de lo que lo he
visto en días. No lo entiendo Es casi como si un velo hubiera descendido
sobre él y es una persona diferente.
—Oye, ¿qué sucede? —Mi mirada se estrecha cuando lo miro con
sospecha.
—¿Qué quieres decir? —Es el rostro de la inocencia.
—Hace una hora estabas enloqueciendo y ahora eres el Señor Calma.
Parpadea lentamente y no habla por un largo momento. Pero luego
dice:
—Te escuché luchar apasionadamente por English contra esa jueza y
luego escuché a ese imbécil intentar hacerte pedazos y creo que me di
cuenta de lo importante que eres para mí. No me entiendas mal, nena.
Lucharé con uñas y dientes por nuestra hija, pero si perdemos, sé que, sin
duda alguna, hicimos todo lo que pudimos. Y eso es porque protegías mi
espalda y la de ella. Así que pensé para mí mismo, puedo estar molesto,
puedo darle una patada al suelo, pero ¿qué lograré? Solo alterará a English
más de lo necesario. Y eso es lo último que quiero. Así que he adoptado una
nueva actitud. Si Abby va a ganar, entonces lo mejor que podemos hacer por
English es cooperar.

247
—Me da vueltas la cabeza.
—No estoy diciendo que me guste esta situación, porque no me gusta.
Tampoco estoy diciendo que confío en ella porque no lo hago. Pero tal vez,
solo tal vez, si actuamos en conformidad, meterá la pata y sus verdaderas
intenciones saldrán más rápido. ¿Sabes?
Lo que dice tiene sentido y estoy empezando a seguir su lógica. Pero
es más fácil decirlo que hacerlo.
Decido que no voy a poder regresar a la escuela, así que Beck nos lleva
a casa. Todo lo que realmente quiero es que él me sostenga, así que me lleva
a la cama y eso es lo que hace. Este es un lado de Beck que es nuevo para mí,
pero estoy descubriendo que la suavidad en su corazón está haciendo que el
mío se apegue más al suyo.
—Entonces, ¿qué sigue?
—Iré a ver a Morgan mañana y descubriré cuál es nuestra estrategia.
Estoy bastante seguro que intentará castigarte a ti y a mí de nuevo, pero no
lo permitiré. La jueza no va por nosotros. Eso está claro y Morgan debe
encontrar algo que nos ayude a ganar este caso.
El sábado por la mañana, Beck llama al abogado y hago planes para
llevar a English al acuario. Luego Beck me dice que la deje en la casa de sus
padres después para que podamos discutir lo que el señor Morgan tiene que
decir.
Esa misma tarde, camino de un lado a otro, esperando que Beck
regrese. Cuando lo hace, sé que es malo por la tensa línea de sus labios.
—¿Qué pasó?
—Tenemos que sentarnos. —Su seca respuesta me sorprende un
poco, pero lo desestimo porque está molesto.
Tomando asiento en el sofá, no pierde el tiempo.
—¿Por qué no me contaste sobre tu padre? ¿Que mató a alguien en un
accidente mientras conducía ebrio? —Su pregunta es acusatoria.
—¿Qué? ¿Mi padre? —Su línea de preguntas me confunde.
—Necesito respuestas, Sheridan. —Su tono áspero me sorprende,
pero la ira ardiente en sus ojos es aún peor.
Balbuceo mi respuesta.

248
—P… porque nunca hablo de eso. Nunca. Él se volvió loco después de
que mi madre muriera. Tenía catorce años en ese momento. Realmente no
sabía lo que estaba pasando con él. Él era el superintendente del…
—Lo sé. Del distrito escolar. Llega al punto.
Aturdida. Conmocionada. Herida. Parpadeando furiosamente para que
las lágrimas punzantes que me queman los ojos en realidad no aparezcan,
cuento la horrible historia.
—Se convirtió en un alcohólico. Una semana antes de graduarme de la
preparatoria, se emborrachó, estaba conduciendo a casa y tuvo un accidente.
Fue asesinado junto con las otras personas. Una mujer y su hijo murieron. —
Estallo, la explosión de lágrimas que intento contener estalla. Siempre estoy
mal por esto porque duele. Terriblemente. Sabiendo que mi padre hizo algo
como esto. Pero en mi corazón, aún creo que no era un hombre malo.
Simplemente no pudo superar la muerte de mi madre. Sin embargo, cuando
sucedió, fui tratada como la paria de la ciudad.
—¿Y qué más?
—Qu… qué más? ¿No es suficiente? —Me froto el rostro con mi
camisa.
—¿Qué pasa con el dinero? —acorta.
—¿El dinero?
—¡Sí! El dinero, ¿Sheridan?
—No hubo ninguno después de que la familia de la mujer demandó al
estado. Se llevaron todo y algo más. Mi madre era hija única y sus dos padres
habían fallecido. Mi padre tenía un hermano y una hermana, pero se
mantuvieron alejados como si tuviera una temible enfermedad contagiosa.
Mi abogado tuvo que liquidar todo y cada centavo fue a la familia. Pero, de
todos modos, se lo habría dado a ellos. —Me froto los ojos con la parte
inferior de las palmas.
—¿No te detuviste a considerar algo de esto? —Se para y se pasea de
un lado a otro.
—¿Qué quieres decir?
—¿Cómo se ve esto, Sheridan?
Está tan enojado, sus palabras cortadas y honestamente no entiendo
por qué.
—No sé a qué te refieres, Beck.

249
—Lo que quiero decir, Sheridan, es que el abogado de ella dice que
compré y pagué por una esposa. Para liberarte de las deudas y a cambio tú
me ayudarías con mi maldito fiasco. Quid pro quo. ¿Me estás siguiendo? Y
ahora Abby ha propuesto algo. Quiere reconciliarse. Si lo hacemos, dice que
retirará todos los cargos de custodia.
—¿Reconciliarse? Pero estamos casados.
—A ella no le importa. Quiere reclamarme. En sus palabras,
exactamente como lo hiciste. Para rescatarla de las deudas, estoy seguro. Han
hecho su investigación, Sheridan.
Sus ojos me apuñalan, justo a través de mi corazón, cortándolo y
dejando allí un desastre sangriento. Cree que soy una persona de mierda.
Que le oculté esta información a propósito.
—Nunca quise nada de ti. Tú viniste a mí, ¿recuerdas?
—Sí. Y mira cómo funcionó para mí.
Tragando sus odiosas palabras, estoy demasiado herida para hablar
por un momento. Otra lágrima se desliza por mi mejilla, pero no me molesto
en limpiarla.
—¿Puedo preguntar qué hiciste con mi viejo auto?
—Lo cambié. ¿Por qué?
—¿Cuánto obtuviste por él?
—Mil. ¿Por qué?
Jesús. Estoy tan jodida. Otro préstamo, supongo, si puedo calificar
para uno.
—¿Puedo tener el dinero, por favor?
Él frunce el ceño y dice:
—Lo tienes. En el otro auto.
—No quiero el otro auto. —Tragando mi nudo, continúo—: De hecho,
no quiero una sola cosa de ti.
Cuando digo las palabras, mi mano cubre mi pecho doliente, como si
pudiera alejar el dolor al frotarlo. Es entonces cuando la roca que llevo
puesta me llama la atención. Quitándomela, la coloco suavemente sobre la
mesa. Con visión borrosa, camino directamente a la habitación. No me toma
mucho tiempo empacar un bolso. Arrojando un montón de cosas dentro de
la maleta más grande que tengo, la lleno hasta que está a punto de estallar.

250
Luego saco todas mis cosas del baño y las pongo en una bolsa de lona. Mi
maletín todavía está lleno con mis cosas de la escuela. Tendré que volver y
recoger mis otras cosas más tarde. Tal vez Michelle ayudará. Pero salir de
aquí es mi primera prioridad. La idea de quedarme en esta casa con el
hombre en quien confié, pero quien piensa que soy una persona
despreciable, me pone enferma.
Mientras arrastro toda mi mierda a la sala, se para y mira.
—¿A dónde vas?
—A algún lugar para hacer tu vida más fácil. Presenta el divorcio. No
voy a impugnar. Pero que te jodan, Beck Bridges. NO soy, ni nunca he sido la
persona vil que me estás pintando. Los últimos cuatro años no he hecho
nada más que romperme el culo para ganarme mi título y pagar los
préstamos. Tú viniste a mí. Nunca pedí esto. Así que ve y vive tu vida. Le
deseo a English toda la felicidad del mundo. En este momento, estoy
demasiado enojada y herida para decir lo mismo por ti.
El Uber que pedí llega, y arrastro mis cosas dentro del auto. Para
cuando llego a mi antigua casa, soy un desastre total. El pobre conductor
tiene que llevar mis maletas al porche por mí porque apenas puedo caminar.
Michelle sale y no puede averiguar lo que está pasando.
Me toma una hora calmarme lo suficiente para contárselo, y ella está
casi tan sorprendida como yo.
—No puedo entender cómo pasó de estar todo acaramelado a tú has
jodido mi vida en unas pocas horas.
—Lo mismo digo. Era como un extraño en casa. Y si hubieras visto la
forma en que me miraba.
—¿Quién es esta mujer, Abby, de todos modos? Es decir, ¿quién le
sugeriría eso a alguien, sabiendo está casado con otra persona? —pregunta
Michelle.
—Debe estar desesperada. Y tal vez hay una pequeña parte de mí no
la culpa. English es una niña increíble. Va a matarme no estar con ella todos
los días.
—¿Cómo vas a manejar la parte de la enseñanza?
—Tan profesionalmente como pueda.
—Sé que será duro para ti. —Sus brazos vienen a mi alrededor en un
gran y cálido abrazo—. Lo siento, Sher. Pensé que era tú amor verdadero.

251
—Yo también. Supongo que somos compañeras de piso nuevo. —
Olfateo—. ¿Oliver va a venir esta noche?
—No —hace pucheros—. Es el cumpleaños de su padre, y tiene alguna
cosa familiar.
—¿Aún no has conocido a su familia? —Esto me sorprende porque es
simplemente extraño, solo que no digo nada.
—No, hablamos un poco sobre ello en Navidad, pero luego no
funcionó porque me fui a casa.
—Hmm. Bueno, tal vez solo te lo está ahorrando.
—O se avergüenza de mí.
—¿En serio? ¿Cómo es posible que se avergüence de alguien tan
hermosa como tú?
—Oh, solo lo dices porque eres mi mejor amiga.
—No, no lo soy, y deja de mendigar por cumplidos. Además, esta
noche es todo sobre mí —digo.
—Cierto.
Mi teléfono vibra, y creo que puede ser Beck, pero cuando compruebo,
veo que es Mark.
—Es el padre de Beck —digo a Michelle.
—¿Vas a contestar?
—No lo sé.
—Creo que deberías escuchar lo que tiene que decir.
Así que contesto.
—Hola, Mark.
—Sheridan, ¿puedo ir a verte? Sé que este es un momento terrible
para ti, pero me gustaría hablar contigo si me lo permites.
—Bueno.
Dejando caer el teléfono en mi regazo, digo.
—Va a venir. Es un hombre tan amable que no podía decirle que no.
—Iré a mi habitación.

252
Mark debía haber estado en mi barrio o muy cerca porque el timbre
de la puerta suena cinco minutos después de su llamada. Cuando abro la
puerta, me mira, y su postura se hunde.
—Oh, Sheridan. —Entonces estoy envuelta en sus brazos, pero quiero
empujarle porque me recuerda mucho a Beck. Y toda la cosa vuelve a mí, las
palabras enfadadas, el tono de su voz, cuán mal me hizo sentir, y mi corazón
solo colapsa en mi pecho mientas me aprieta. Es tan horrible esta vez; es
como si no pudiera respirar.
—Vamos, cariño. Respira por mí. todo irá bien. Solo una respiración
agradable y fácil. —Insegura de cuánto tiempo ha pasado, noto que estamos
dentro, y no recuerdo haber entrado.
—Nunca quise nada de él, Mark. No lo hice. Lo juro. Después de la
muerte de mi padre, no podía hablar de ello con nadie. Solo Michelle y su
familia. Yo… era como si una parte de mí hubiera muerto con mis padres. No
lo sé. Estaba sin dinero y tratando de sacar adelante las cosas. Ya sabes. Fui a
la escuela y trabajé sin parar. Casi funcionando fuera de eso y solo tratando
de vivir. Eso es todo.
—Lo sé, cariño. Beck solo está tratando de resolverlo todo, y no está
pensando bien. Tiene miedo de perder a English así que se ha metido con la
única persona por la que realmente se preocupa.
Eso no es verdad.
—No puede preocuparse por mí. Si le hubieras oído. Fue odioso.
—Lo sé. Puede ser así a veces. Se parece a su padre. Por favor, no
renuncies a él. English te ama. Habla de ti constantemente. Y Beck, nunca lo
he visto mirar o actuar de la manera en que lo hace contigo con ninguna otra
mujer. Todo esto es un desastre, lo sé, pero lo conseguiremos arreglar.
—No creo que pueda. Lo siento. Si él está más preocupado porque la
gente piensa que me casé con él para salir de mis deudas, entonces, nunca
funcionará. Por no mencionar que Beck es un hombre adulto. Creo que es
infantil que tengas que venir aquí e interferir por él, francamente. Mi respeto
por él ha tocado fondo.
Mark se pasa la mano por su rostro, algo que Beck hace mucho cuando
se siente frustrado y está pensando. Es extraño cómo no me di cuenta de la
cruda semejanza entre estos dos antes.
—¿Puedo decir esto? Beck se va a despertar y se dará cuenta de lo que
hizo. Es probable que no sea hoy porque su cabeza es un bloque de cemento.
Pero cuando lo haga, tal vez mañana o al día siguiente, será un desastre

253
completo porque su corazón es como el de su madre, suave y amable.
Créeme, Sheridan. Conozco a mi hijo. Cuando English fue dejada en nuestro
porche en esa caja de cartón, desde el primer momento en que la sostuvo, no
hubo vuelta atrás. Nunca fue una cuestión de ¿puedo hacer esto? Fue un: voy
a ser el mejor padre que pueda ser, aunque solo soy un niño. Y lo fue y
todavía es, en mi opinión, el mejor padre. Sacrificó todo y lo hizo todo. Solo
entramos cuando tuvo escuela o trabajo. Aparte de eso, fue Beck quien se
levantaba por la noche para alimentar y cambiarla, Beck quien la sostenía
cuando estaba enferma, Beck quien hacía todo. No nos dejó interferir,
Sheridan. Era su responsabilidad, y así era como lo veía.
Ese es el lado de Beck que conozco, pero el hombre que fue tan
grosero e insultante conmigo, ha dejado mi corazón aplastado de manera
que no puedo pensar en él más de esa manera.
—Entiendo que es tu hijo y crees en lo mejor de él. No puedo pensar
de esa manera en este momento. Tal vez algún día lo superaré, pero en este
momento… —Incluso pensar en él trae en otra ronda de malditas lágrimas.
Sus palabras me han tocado tan profundo, que fue como si supiera
exactamente dónde y cuán fuerte golpear.
—Muy bien. Pero Anna y yo estamos comprometidos a ayudarte, de
cualquier manera. Ella está fuera en el auto. Lo dejaremos aquí porque es
tuyo. Beck te lo compró, y está a tu nombre.
—No lo quiero. No me puedo permitir un auto como ése. Ni siquiera
podría permitirme el lujo de mantenerlo.
—Nos ocuparemos de eso por ti.
—No, no voy a hacer eso.
—Bueno, si las cosas no se subsanan entre ustedes, entonces puede
venderlo por otra cosa. Incluso te ayudaremos, Sheridan. Anna y yo te
consideramos parte de nuestra familia, y no importa lo que suceda siempre
lo haremos.
Una sonrisa triste y descuidada aparece en mi rostro.
—Gracias. Aprecio lo que estás tratando de hacer. De verdad.
Me abraza de nuevo, y en momentos como estos me gustaría que mi
padre estuviera vivo. Y ese pensamiento da rienda suelta a otra ronda de
llanto. Por Dios, ¿esto tiene fin?
Cuando mis sollozos se convierten en estornudos, se levanta y dice
que estará de regreso con la llave. Cuando regresa, Anna está con él, y su
rostro está rojo e hinchado. Me abraza inmediatamente, y ambas lloramos.

254
—Oh, Sheridan, me gustaría poder darle una buena patada en el culo.
Una pequeña risita escapa, y agrego.
—A mí también.
Se aparta y me sostiene de los hombros.
—Por favor, llámanos si necesitas algo. Te queremos, querida.
Solo asiento en respuesta.
Cuando los dos se van, Michelle se entra de nuevo en la habitación.
—¿Estás bien?
—Ya no lo sé.
—Yo sé una cosa. Esos padres, seguro piensan un montón en ti. Y
conocen a su hijo. Quizás tengan razón sobre esto. Simplemente está
abrumado, Sher.
—Bien. Pero si la vida con él se llena de este tipo de locuras, no estoy
segura que pueda vivir de esa manera. ¿Qué pasará cuando English sea
adolescente y la descubra teniendo relaciones sexuales con un chico?
¿Matará al niño o algo?
Michelle empieza a reírse.
—No estoy bromeando.
—Lo sé, pero es como uno de esos anuncios en la televisión. Esperaría
que no hiciera nada tan drástico. Pero si estuvieras allí, no lo dejarías.
—Pero no puedo soportar el peso de las locuras, tampoco. Mira, no
quiero hablar más de esto. Está haciendo que me duela la cabeza.
—¿Qué hay de palomitas de maíz y una película?
—Tiene que ser aquí porque mi rostro está demasiado hinchado para
salir de casa.
—Muy bien. Tú eliges.
Le doy mi sonrisa malvada, y grita.
—¡Oh, no, no Los Minions!
Pues resulta que, no duro mucho antes de dormirme. Todo el asunto
con Beck me ha drenado, y me despierto en el sofá, cubierta con una manta,
el domingo por la mañana. Hay algo que sé. La vida continúa. Lo hizo
después de la muerte de mamá, y después de papá. Y estoy segura que lo

255
hará tras esto. No dejaré que esto me arruine para siempre. Tendré mi fiesta
de compasión, pero después me pondré las botas, recogeré las piezas, y
continuaré adelante. Una cosa más que añadir a la lista de lecciones
aprendidas de la vida jodida de Sheridan.

256
Capítulo 12
Sheridan
Traducido por Doncella de Lorde

V
er a English en la escuela me desgarra las entrañas. Cuando
entra en la habitación, se me tira encima y casi me noquea.
—Te extrañé mami.
Oh, maldición. No pensé acerca de cómo manejaría esto. Bueno, lo
hice, pero pensé que podría ser más fuerte de lo que soy.
—Ni de cerca tanto como yo te extrañé, princesa. —Acaricio su cuello
con mis labios y no quiero soltarla. Su dulce aroma a fresas inunda mi nariz y
trae lágrimas a mis ojos, y quiero maldecir de nuevo a Beck por su idiotez—
Déjame verte. —Me hago hacia atrás y sonrío— Me encanta el atuendo, y
creo que has crecido. ¿Condujiste hasta aquí hoy?
—Mami, sé realista. Banana me trajo. Me quedé a dormir, y Boonior se
comió mis zapatillas otra vez.
—No lo hizo.
—Ajá, y luego las vomitó sobre toda su caja. Fue asqueroso.
Su pequeña boca se retuerce y me hace reír.
—Bueno, tal vez eso le enseñará que las zapatillas saben mal.
—Eso espero. Como sea, ¿cuándo vendrás a casa? ¿Tu amiga se siente
mejor?
—Um, todavía no. —Así que eso fue lo que le dijeron. Me lo estaba
preguntando— Todavía no se siente bien, pero quizá pronto.
El resto de la semana es básicamente lo mismo, English viniendo cada
día y preguntando por Michelle. Cada día su rostro se ve un poco más triste,
como si estuviera comenzando a sospechar que algo no está del todo bien.

257
El viernes, Susan me lleva aparte durante el almuerzo y quiere saber
qué está sucediendo.
—Has estado triste toda la semana. Y no lo niegues, Sheridan.
—Sí, bueno, las cosas no están yendo tan bien.
—¿Quieres hablar de ello? —pregunta.
—No realmente.
—Está bien, si cambias de opinión, mis puertas están abiertas —dice.
Después de agradecerle, me doy cuenta que necesito arreglar mis
asuntos. Mi semana de luto terminó.
Esa noche cuando llego a casa le pregunto a Michelle:
—¿Qué harás esta noche?
—No tengo planes.
—¿Qué tal si cocinamos la cena, bebemos un poco de vino y pasamos
el rato?
—¡Sí! ¿Sabes? La vida es demasiado jodidamente corta para estar
triste acerca de mierda como esta —dice Michelle.
—Sí, pero ¿cómo lo supero a él?
—Actitud, amiga mía. Bueno, eso, y vino. —Levanta su copa y la choca
contra la mía— Ahora escucha. Esto es un simple bache en el camino para ti.
Apúntate algo de sexo caliente con algún tipo y sigue adelante. Cada relación
es una experiencia de aprendizaje. Ahora ya sabes que no quieres un
hombre que no puede pensar fuera de su propio ámbito. Tú deberías estar
primero siempre. Incluso la Biblia lo dice. Cuando un hombre se casa con
una mujer, ella viene antes de todo, y eso incluye a los hijos. Entiendo que
adore a su hija, y le aplaudo por eso, pero te puso no solo en el asiento
trasero, sino en el maldito patio trasero.
—Sin embargo, amo a English, y eso es un problema para mí.
Agita su copa de vino.
—No, no, no. No estás pensando bien en esto. Ese no es el problema.
Nunca lo fue. El problema fue que cuando te pidió que hicieras esto, omitió
pensar acerca de los sentimientos, los suyos y los tuyos, y cómo afectarían a
las decisiones que tomaba. No puede simplemente culparte por alguna
mierda al azar. Si hubiera hecho su debido trabajo contigo y te hubiera
investigado, habría sabido al menos eso acerca de tu padre. No trataste de

258
ocultarle nada. Solamente no hablaste sobre ello. Así que puedes amar a
English todo lo que quieras, pero Beck es el verdadero malnacido aquí, y
únicamente se tiene a sí mismo para culpar por este desastre.
—Me gusta cómo estás pensando, Michelle. Pero eso sigue sin
resolver mi problema con English. Quiero verla fuera del salón de clases.
—Entonces ve a verla. Marcha hasta su puerta y dile que quieres
tenerla durante el resto del día. Así de fácil. ¿Realmente crees que te
rechazaría?
—Probablemente no.
—Hazlo chica. Y quiero estar sentada en tu auto viendo su cara
cuando lo hagas.
Ambas reímos mientras planeamos mi camino de regreso a la vida de
English. Pero entonces digo:
—No crees que estoy haciendo algo que perjudique a English ¿o sí?
—Sheridan, amas a esa niña como si fuera tuya. Solo veo cosas buenas
saliendo de esto. Por el amor de Dios, ¡ella te dice mami!
—Sí, cierto. Simplemente no quiero lastimarla de ninguna forma. Eso
es lo último que querría.
Me da un abrazo.
—Sheridan, no podrías lastimar ni a una pulga si te mordiera en el
trasero durante toda la noche.
El día siguiente, reúno todo mi valor y conduzco a casa de Beck.
Cuando atiende la puerta, no disimula su sobresalto al verme de pie en su
porche.
—Hola, ¿está English en casa? —pregunto tranquilamente, aunque
mis entrañas están temblando como una hoja al viento.
—Um, sí.
—Me gustaría llevármela por el día. A LEGOLAND.
Inclina la cabeza y dice:
—Um, está bien. —Pero no se mueve. Solo se queda ahí parado, y esos
malditos ojos azul verdosos me perforan. Mantente firme, Sheridan. No lo
dejes ver tu debilidad.
—¿Y bien? —pregunto. No estoy tratando de ser amable aquí.
Solamente quiero tener a la niña por hoy.

259
—Sí. —Parpadea dos veces, lentamente, y luego dice en esa voz
rasposa suya—: Luces bien, Coo…
Lo interrumpo.
—No vuelvas a llamarme así nunca más. Perdiste tu derecho a
cualquier pequeño lindo apodo el día que me golpeaste verbalmente ahí
adentro. —Señalo por encima de su hombro— Mi nombre es Sheridan.
Recuérdalo. Ahora, ¿puede ir English o no? Si no puede, seguiré mi camino.
—Mi tono no es en lo absoluto amigable, solo cortante y enérgico.
—Yo… yo…
—Tú ¿qué?
—Nada. La traeré.
—Gracias.
—Puedes pasar. —Abre más la puerta para que pueda entrar.
—Prefiero no hacerlo. Tráela fuera hasta el auto, si quieres. —Bajo los
escalones, sus ojos ardiendo a través del suéter que estoy usando. Misión
cumplida, y debo decir que estoy orgullosa de mí misma.
Unos pocos minutos más tarde, English sale corriendo hasta el auto, y
casi la desarmo con un fuerte abrazo. No tengo que mirar para saber que
Beck está observando desde el porche. Pero realmente no me importa. Le
abrocho el cinturón en su asiento y ahí vamos. Estoy emocionada, y ahora
ella también lo está porque ninguna de las dos ha ido nunca a LEGOLAND.
El día es un éxito. Montamos las ruedas, vemos la película 4D tres
veces porque English la ama demasiado, construimos torres y las vemos caer
en un terremoto, y hacemos toda clase de otras cosas. Para la hora de irnos,
se está quedando dormida en el camino a casa. Me duele el corazón al pensar
en dejarla, pero también estoy llena de alegría de cuánta diversión tuvimos
juntas. Si está triste acerca de que no estoy ahí, no lo demuestra. Cuando
estaciono en la entrada, Beck sale hacia el auto.
—¿Te gustaría entrar a cenar?
—No.
English está profundamente dormida, así que tiene que levantarla del
asiento. Luego me mira sobre su cabeza.
—Realmente lo arruiné todo, ¿verdad?
—Sí. —Pongo el auto en reversa y me alejo conduciendo mientras él
permanece ahí con el rostro inexpresivo. No es que no me importe. Lo hace,

260
pero no lo demostraré. Nunca. Tendré un pequeño colapso cuando llegue a
casa, pero sigo recordando lo que dijo Michelle, y me siento más fuerte que
nunca.
No debería ser una sorpresa, pero a la mañana siguiente, lo es. El
sonido del timbre me tiene arrastrando mis pies cansados hacia la puerta, y
cuando la abro, Beck está ahí de pie luciendo avergonzado.
—¿Podemos hablar?
No tiene sentido excluirlo para siempre, así que extiendo mi brazo
permitiéndole la entrada. Se arrastra dentro y se detiene cuando llega a la
sala de estar. Nota los pañuelos desechables que me olvidé de tirar, junto a la
caja, evidenciando mi pequeña crisis de llanto de la noche anterior. Sus
párpados se cierran con fuerza, quizá porque se siente mal, pero es un poco
demasiado tarde para mí.
—Fui un idiota contigo, y lo siento.
—Me parece que podrías haberte dado cuenta de esto hace una
semana.
Se pellizca el puente de la nariz y continúa:
—Merezco tu odio y tus comentarios sarcásticos, pero por favor
déjame terminar.
Me encojo de hombros.
—Cuando estaba sentado en la oficina de Morgan, él no dejaba de
hablar sobre lo mal que se veía todo esto, y que nunca nos deberíamos haber
casado. Venía hacia mí desde todos los ángulos, sin mencionar que estaba
asustado. Fue absolutamente incorrecto de mi parte, y lo admito. Nunca debí
decir esas palabras.
—No, no debiste. No sabes nada acerca de mi vida, Beck. Sobre cómo
viví o cómo era, fuera de lo que ese abogado de mierda te dijo. Pero déjame
ponerte al tanto. Mi mamá se levantó una mañana y creyó que tenía gripe.
Murió debido a un tipo agresivo de leucemia dos semanas después. Yo tenía
catorce años. Para ese punto, todo se fue al diablo. Mi papá dejó de hablar y
comenzó a beber. Tuve que mantener una casa, cocinando, limpiando y
comprando los alimentos, mientras él ahogaba sus penas en una botella. No
lo culpo, porque ellos tenían esa clase de relación que no encuentras a
menudo. Simplemente no podía lidiar con su muerte. Pero eso me dejó…
sola. A la edad de catorce años. Luego lo asesinan, y tengo que recoger los
pedazos de nuevo. Esta vez sin el beneficio de ninguna clase de dinero en
absoluto. Nunca has tenido que preocuparte por eso, así que no sabes cómo

261
es estar sin comer por un día. Bueno, yo sí. Y entonces tú… —Tomo mi dedo
índice y lo golpeó con él— tienes el maldito atrevimiento de acusarme de
mierdas que me hacen pedazos sin ni siquiera darme el beneficio de la duda.
Me tomaste y me arrojaste como un pedazo de basura arrugada e inútil,
antes de tener todos los hechos.
—Vaya. Si lo pones de esa forma, supongo que lo hice.
—¿Y sabes qué más? ¿Sabes qué es todavía peor? Fuiste tú el que vino
a mí por ayuda. Debiste haberme comprobado, hecho tu investigación y
debida diligencia antes de siquiera pedirme que me casara contigo. Podrías
haberme ahorrado todo este problema.
—Tienes toda la razón —admite.
—Me gustaría que te fueras ahora.
—Pero Sheridan, quiero…
—Parece que no entiendes algo aquí. Esto ya no tiene nada que ver
con lo que tú quieres. Esto es lo que Sheridan quiere.
—Está bien. Pero English…
—Veré a English en la escuela. Y la tendré los fines de semana, como
ayer. Pero te sugiero que le digas la verdad y no que mi compañera de
habitación está enferma. —Cuando llego a la puerta, la abro y espero por él.
Permanece ahí de pie por un minuto, mirándome fijamente. Finalmente,
camina hacia fuera, pero se vuelve hacia mí cuando alcanza el porche.
—Teníamos algo tan maravilloso, ¿Ni siquiera puedes considerar
darle otra oportunidad?
—Si era tan maravilloso, ¿por qué fuiste capaz de destruirlo en
cuestión minutos? No debió estar tan alto en tu lista de prioridades, Beck. —
Cierro la puerta de golpe y me encuentro con el rostro húmedo de nuevo.
Maldito sea

262
Capítulo 13
Sheridan
Traducido por Walezuca Segundo y Kalired

E
l lunes en la escuela, recibí un mensaje urgente de Beck.
Necesito hablar contigo. Por favor. Es sobre English.
Si esto es algún tipo de estratagema, lo repudiaré para
siempre.
Cuando pueda escaparme, te llamo.
—Qué pasa, y más vale que esto sea real.
—Lo es. —Hay un borde desesperado en su voz que no había
escuchado antes—. El abogado de Abby ha sugerido una visita a domicilio
para asegurar que English este viviendo en un ambiente seguro y saludable.
Quieren hacerlo mañana por la noche. ¿Puedes estar aquí, por favor?
Sheridan, haré todo lo que quieras. Lo que sea. Me arrastraré si eso es lo que
hace falta. Esto tiene que ir bien por el bien de English.
—Por supuesto, lo haré.
—Gracias. —Su alivio es palpable—. No hay manera de que pueda
pagarte.
—No estoy haciendo esto por ti, Beck. Lo hago por tu hija. ¿A qué hora
necesito estar allí?
—¿Puedes traerla directamente de la escuela? ¿Y hay alguna forma de
que puedas traer ropa esta noche, para que parezca que en realidad vives
aquí?
Eso tiene sentido, así que estoy de acuerdo. Al día siguiente, estoy
bastante nerviosa por hacer esto. No es que la casa no sea un buen lugar
para ella. Es la forma en que tengo que actuar hacia Beck. Esta será la
primera vez que he estado cerca de él desde ese horrible día que me fui. Mi

263
estómago es un desastre nervioso, que me hace sentir como si estuviera en
un constante viaje de carnaval.
English y yo llegamos a casa alrededor de las tres y media para
encontrar a Beck paseando por la sala de estar.
—Papi, ¿qué estás cocinando? —English camina como si no hubiera
nada malo en el mundo.
—Tendremos compañía en un rato. Alguien vendrá y te hará algunas
preguntas, ¿de acuerdo?
—¿Sobre qué?
—Cosas. Cosas normales. Como tal vez Boonior.
Ella sonríe.
—¿Puedo decirles cómo se comió mi zapato?
—Si quieres. —Beck se ríe de su respuesta—. Pero tal vez quieras
dejar la parte de la diarrea fuera.
—¿Por qué?
—Es bastante asqueroso.
—Ew, y Geepa tuvo que limpiarlo. —Se ríe como una loca. No puedo
evitar unirme a ella. Su risa es muy contagiosa. Me recuerda al agua
ondulando sobre las rocas.
—¿Por qué no llevas tu mochila a tu habitación, cariño? —digo.
Sigue las órdenes como un soldado.
—¿Todo está bien? —pregunto.
—Sí, solo estoy nervioso.
—Beck, va a ir bien.
Cuando llega la visita, es una mujer de mediana edad con ojos
marrones amables. Su nombre es Margaret Pearson, y parece ser muy
amable y considerada. Sonríe mucho mientras English habla sobre Boonior y
la escuela, su viaje a Disney, Legoland, y cómo le encanta dibujar. Luego le
pide a English ver su habitación.
Desaparecen por un tiempo, y Beck se levanta y camina de nuevo. Su
frente brilla aún más, así que lo tomo de los brazos y le digo:
—Cálmate. No quieres que vea lo asustado que estás. —Cuando veo
mis manos en sus brazos, me doy cuenta que no tengo mi anillo puesto.

264
Mierda. No me atrevo a decírselo porque eso lo asustará aún más. Así que
meto mi mano en el bolsillo.
—Cierto. Cierto. —Inhala larga y lentamente unas cuantas veces. Sé
que es más fácil decirlo que hacerlo.
Pronto, la señora Pearson e English reaparecen. English me salta
encima y se arrastra hasta mi regazo. Me aseguro que mi mano izquierda
esté un poco escondida.
—Mami, le conté a la señora de nuestro viaje a Legoland y lo bajo que
estaba el arcoíris. Luego le mostré los dibujos que hicimos.
—Qué amable de tu parte, cariño. ¿Qué más hiciste?
—Le conté sobre la escuela y cómo dijiste que me gustaría, y lo hago.
Y que me gusta hacer la tarea.
—Buena chica.
Beck se sienta a mi lado en el sofá y me rodea con su brazo,
desestabilizándome. Maldita sea, tengo que agarrarme con la mano
izquierda, pero inmediatamente la deslizo por debajo de la pierna. Me
empuja contra él y me besa la mejilla. Quiero alejarme, pero no lo hago. El
imbécil. Ya le diré sobre eso.
—Tiene un hogar encantador aquí. Señora Bridges, ¿y su familia? —
pregunta.
—Desafortunadamente, no tengo ninguna. Todos están muertos.
Su frente se arruga mientras sus ojos toman una mirada de dolor.
—Lo siento tanto, querida, y tan joven.
—Sí, bueno, fue difícil, seguro.
—¿Señor Bridges?
—Mis padres viven muy cerca de aquí, e English pasa bastante tiempo
con ellos.
English dice:
—Ahí es donde vive Boonior. Donde se comió mis zapatillas y mi
zapato y vomitó y tuvo diarrea por todas partes.
—Oh, querida. —Parece horrorizada.
—Me temo que Boonior tiene el hábito de comer cosas que no debería
—dice Beck—, por eso vive con mis padres.

265
—Bueno, creo que es una idea maravillosa —dice la señora Pearson
con un guiño—. ¿Quién se ocupa de English después de la escuela?
Yo respondo a esta.
—Es una especie de esfuerzo conjunto entre Anna, que es la madre de
Beck, Beck, y yo. Como enseño en su escuela, me es fácil traerla a casa
conmigo. Y llevarla también.
A estas alturas, English ya está cansada de estar sentada, así que se
baja de mi regazo y me dice:
—¿Alguien quiere hacer un dibujo?
—Ahora no, cariño. ¿Por qué no vas a tu habitación y dibujas? —
sugiere Beck, pero luego se dirige a la señora Pearson con las cejas
levantadas para ver si está bien. Ella da una ligera inclinación, y la pequeña
criatura se va corriendo.
—Gracias. Tiene mucha energía, y odio sofocarla cuando necesita
actividad.
—Lo entiendo.
—Ahora que estamos solos, me gustaría decir que estoy
impresionada. Han hecho un buen trabajo con ella. Parece muy bien
adaptada. Entonces, ¿cuánto tiempo llevan casados?
Beck responde, y mientras habla, me acerca a su lado y, con su otra
mano, toma la mía. Nos sentamos ahí como si fuéramos la pareja más
adorable de la Tierra. Acaricia pequeños círculos en mi mano con su pulgar y
se inclina para besar mi sien cuando está lo suficientemente cerca. Quiero
darle un codazo en las malditas costillas, pero no me atrevo. Podría ser
demasiado peligroso para English, y nunca haría nada para comprometer su
situación. Ciertamente se está aprovechando de esta situación, algo que haré
que pague más tarde. Rata bastarda.
Mierda. Ahora está pasando su nariz por mi mejilla mientras la señora
Pearson está hablando. Esto es ridículo. Está haciendo que sea
extremadamente difícil concentrarse. No voy a mentir. Está encendiendo mis
motores sexuales, y quiero que se detenga. Pero, ¿qué puedo hacer, además
de hacer explotar toda esta charada?
—Entonces, entregaré mi informe final al final de la semana, y su
abogado recibirá una copia después. —Se inclina un poco hacia nosotros—.
Se supone que no debo mencionar esto, pero está claro para mí cuánto
English la ama, señora Bridges, y por supuesto, a usted señor Bridges.

266
Todos nos ponemos de pie y la acompañamos a la puerta mientras nos
despedimos. Cuando sé que está lejos para oírnos, me vuelvo.
—¿Qué demonios ha sido eso? —grito susurrando, queriendo que
English no escuche.
—¿Qué quieres decir?
—Toda esta mierda de las caricias.
—¿Te refieres a esto?
Me tira sus brazos mientras abofeteo sus manos.
—Basta, Beck. Eso estaba fuera de lugar.
—Vamos, Cookie. Te ha gustado un poco. Me di cuenta.
Lo empujo con ambas manos contra su pecho.
—Te aprovechaste de la situación, y eso no es justo.
Una sonrisa maliciosa sube las comisuras de su boca.
—Lo sé. Y debería decir que lo siento, pero no puedo. Te extraño. Echo
de menos estar todos juntos, y también lo hace English. — Luego, la
sinceridad le pone los ojos brillantes—. Por favor vuelve a casa.
—No puedo. Mi corazón aun duele, Beck.
El brillo en sus ojos se atenúa al instante. Comienza a hablar, pero
English corre en la habitación, interrumpiéndolo.
—Papi, tengo hambre. Mami, ¿comerás con nosotros?
La mirada expectante en su rostro casi me da ganas de ceder, pero no
puedo. Si lo hago, será por las razones equivocadas, y por mucho que la
quiera, esta vez tengo que hacer lo que es correcto para mí.
— No, cariño, me tengo que ir. Quizás la próxima vez.
Mira entre Beck y yo, y es fácil ver la decepción.
—Está bien. —Entonces me abraza, y me voy. Mi pesar crece con cada
minuto que estoy fuera, pero me mantengo firme.
Michelle me pregunta al respecto más tarde esa noche, y es imposible
tratar de hablar de esto. Mi corazón se siente tan dividido. Quiero estar con
él, pero ¿puedo perdonarlo por la forma en que me habló? Y si pasa algo
parecido, ¿se pondrá violento? Michelle piensa que ha aprendido su lección,
aunque todavía estoy tratando de curar mis heridas.

267
Con la visita a casa en el pasado, me las arreglo para pasar la semana,
los pensamientos de Beck e English ocupan la mayor parte de mi tiempo. El
sábado por la mañana, suena el timbre. Todavía estoy en la cama, leyendo, y
Michelle está en casa de Oliver. Decido ignorarlo, pero quienquiera que sea,
es persistente y mantiene presionado el timbre. Así que me pongo la bata y
abro la puerta con el ceño fruncido.
Beck está de pie ahí con una sonrisa tímida, sosteniendo una maqueta
de Legos en una mano y un ramo de globos en la otra.
—Hola, he venido con una ofrenda de paz.
—Parece interesante —le digo mientras inspecciono la maqueta.
—¿Te importa si entro? —Se inclina y me suplica en voz baja—. Por
favor, no me eches. English está mirando desde el auto.
Mirando por encima de su hombro, la veo en el asiento delantero,
tomando nota de todo.
—Está bien, entra.
Cruza el umbral y me entrega la maqueta Lego. Es un pedazo de
cartón corrugado que ha sido pintado con lavanda. Mordiendo mis labios,
reprimo mi sonrisa.
—¿Qué es? —pregunto.
—¿No puedes adivinarlo?
Después de unos minutos de tratar de averiguarlo, digo:
—No. Lo siento.
—Se supone que es de Frozen.
Eso tiene sentido. Si English tuvo algo que ver con esto, es una de sus
películas favoritas.
—Está bien, lo estoy entendiendo ahora. Ese es el castillo de hielo, ¿y
se supone que es una versión de Lego de Olaf?
—Sí. —Se ríe.
—Qué lindo. —No puedo evitar que la sonrisa se extienda por mi
rostro.
Sostiene el ramo de globos y dice:
—Estos también son para ti. —De nuevo, están los personajes de
Frozen: Elsa, Anna, Kristoff, Hans, Olaf y Sven.

268
—Entonces, ¿hay algún significado para esto?
Se frota la barbilla.
—En realidad, lo hay. Espero poder convencerte de que vuelvas a casa
hoy, porque sin ti en mi vida, en nuestras vidas, mi corazón está congelado,
Cookie. Nada ha sido igual desde que te fuiste. Soy el idiota más grande y el
mayor imbécil, y estuve tan equivocado. No estoy seguro si alguna vez me
perdonarás, pero espero que encuentres una manera de intentarlo. Por
favor, vuelve y descongela el hielo que se ha fijado dentro. Verás, yo… te
amo, y el día que te fuiste, también te llevaste mi corazón. Sé que rompí el
tuyo, pero haré todo lo que pueda para arreglarlo si solo me das la
oportunidad.
Alcanza uno de los globos y, atado al extremo de la cinta, está mi
anillo. Lo quita y toma mi mano. Pero antes de que lo haga, levanta las cejas
mientras espera mi respuesta.
—Beck, yo…
—No cometeré el mismo error dos veces, si eso es lo que te preocupa.
Desliza el anillo de nuevo en mi dedo y me abraza, y de repente estoy
llorando, llorando por todo otra vez, supongo.
—Eres lo más importante para mí ahora. ¿Oyes lo que estoy diciendo?
English crecerá y se irá, pero te quiero conmigo para siempre.
Su aliento sopla sobre mi oído, y lo escucho, pero apenas puedo
respirar, y mucho menos responderle.
—Nunca te lastimaré así otra vez, sino que te protegeré. Voy a hacer
todo lo que pueda para compensarte. Juro que lo haré.
Todo lo que dice es lo que siempre quise escuchar. Mis manos agarran
su camisa, y me aferro como a un salvavidas.
—Odiaba estar lejos de ti —admito.
—Ya no tienes que estar lejos.
—¿English? ¿Está bien en el auto?
—Las puertas están cerradas. Lo de Frozen fue idea suya. Te quiere en
casa tanto como yo. Me dijo que necesitaba hacer algo especial como una
maqueta.
La idea de los dos construyendo la maqueta me hace reír.
—Es una niña muy brillante.

269
—Por favor. Vamos a casa.
—Una cosa primero.
—¿Qué?
—Solo quería decir que también te amo.
Me derrite con una increíble sonrisa.

270
Capítulo 14
Sheridan
Traducido por Arcy Briel y Myr62

—¿T
e gustó? ¿Te gustó? —pregunta English,
rebotando dentro del auto.
—Me encantó. ¿Y cómo llegaste a ser
tan inteligente?
—No lo sé. Aprendo mucho en la escuela a veces. Quería que Olaf
fuera redondo, pero no podía.
Girándome en mi asiento, digo:
—Era perfecto, English. No podría haberlo amado más y voy a
mantener esa escena para siempre.
—Le dije a papi que tenía que ser amable contigo porque eres nuestro
arcoíris.
—¿Soy tu arcoíris?
Su cabeza se mueve hacia arriba y hacia abajo mientras sus ojos,
exactamente como los de su padre, me devuelven la mirada. ¡Oh mi corazón!
—¿Quieres saber algo? —le pregunto.
—Ajá.
—Tú también eres mi arcoíris. —Mi recompensa es la mejor sonrisa
del mundo.
—Ahora, papi, ¿podemos ir por panqueques?
Beck me mira y asiento.
—Claro, Pequeñuela. Te mereces un regalo ya que tu plan salió tan
bien.

271
Entonces comienza a cantar “Let it Go” a todo pulmón y Beck y yo no
podemos evitar unirnos. Las letras nunca me atraparon de alguna manera
antes, pero mientras cantamos, creo que la canción es empoderadora y
cuando llegamos a las líneas: nunca volveré, el pasado está en el pasado, sé
que soy de Beck para siempre.
—Oye, somos bastante buenos, ¿verdad? — pregunta Beck.
—Sí —responde English. Luego comienza a cantar “Try Everything” de
Zootopia y quiero reírme porque está tratando tanto de hacerlo con una
imitación de Shakira, pero una niña de seis años simplemente no puede
lograrlo. Echo un vistazo a Beck. Se está mordiendo el labio, así que agarro
su mano y la aprieto y estamos tan contentos cuando termina.
Respirando profundamente, le pregunto:
—¿Qué más tienes para nosotros, pequeña? —Mi voz se quiebra un
poco.
Tiene una obsesión con One Direction y comienza a cantar varias de
sus canciones. Cuando llegamos al estacionamiento de nuestro local de
panqueque, todavía está cantando. La niña tiene una voz excepcional, sin
duda.
Pero cuando abro la puerta trasera, sale volando y me envuelve como
una manta.
—Estoy tan contenta de que estés en casa, mami.
—Yo también, querida.
—Prométeme que no te irás de nuevo.
—Lo prometo —digo con un suspiro.
Golpea a Beck en el estómago y le dice:
—Y, papi, no hagas nada para que se vaya.
Mis ojos se abren porque no tenía idea de que hubiera sido tan
honesto con ella.
—No lo haré, Peque. Lo prometo. La amo y se lo voy a mostrar de
todas las formas que pueda.
—Vamos a dibujarle otra imagen cuando lleguemos a casa —dice
English.
—Buena idea —dice Beck mientras agarra mi mano y la de English.

272
Mientras comemos nuestros panqueques, English me informa que
iremos al parque con Boonior después del desayuno y luego ella irá a la casa
de Banana y Geepa para que Beck y yo podamos pasar un tiempo solos, en
sus palabras.
Cuando la dejamos, Mark y Anna están brillando. Los abrazos que me
dan son casi tan cálidos como el que recibí de Beck.
—Oh, Sheridan, no podemos decirte lo feliz que nos hace esto —dice
Anna—. Mark y yo hemos estado muy preocupados por ti, y por Beck, por
supuesto. Pero más enojados con él que preocupados. Estoy tan feliz de que
ustedes dos lo hayan resuelto.
— English tuvo una mano en ello, pero estamos bien. Aunque tiene un
poco de trabajo que hacer.
—No le dejes actuar como si fuera el dueño del mundo. Tiene una
tendencia a ser así con ese ladrillo de cabeza suyo. Esta fue una buena
lección para él, creo. Pero lamento que hayas tenido que sufrir por ello.
—Lo mismo aquí. No fue divertido, te lo concederé, pero si hace que
nuestro matrimonio sea más fuerte, entonces lidiaré con ello. Sé que tiene un
buen corazón, pero no volverá a hacerme eso otra vez.
Ella sonríe.
—Puedes decir eso otra vez. Nunca lo había visto tan miserable antes.
Jamás. Y a English tampoco.
Charlamos un poco sobre Boonior y sus mordeduras y ella dice que es
debido al trato de Mark.
—Le advertí, pero no quiso escuchar lo difícil que sería un cachorro.
—Tengo que decir que estoy feliz de que todos ustedes se queden con
él. Nunca crie un cachorro antes, sería un desastre para mí.
—Ustedes dos necesitan salir de aquí. Es hora de que estén solos y
tengan algo de tiempo juntos —dice ella con un guiño.
Beck la escucha y toma mi mano.
—Recogeremos a la Pequeña mañana. —Me apresura a salir de la
casa.
—¿Qué fue eso?
—Ese era yo que te estaba alejando de ellos para poder estar solo
contigo. Estoy hambriento por algo de tiempo con Cookie.

273
—Oh, ya veo cómo es esto.
—No, no creo que lo hagas.
Sus neumáticos chirrían cuando se marcha.
—Creo que perdiste unos pocos miles de millas de tus neumáticos allá
atrás.
—¿Crees que me importa?
Entramos en el garaje y antes de que podamos entrar, ya me está
besando. Sabe a panqueques de arándanos y un toque de moca, su bebida
favorita. Me pone aún más hambrienta por él. Antes de Beck, solía
preguntarme qué era tan importante con los besos. Para mí, no era más que
una mezcla de lenguas descuidadas y bocas uniéndose. Pero no con Beck. No
hay descuidos en sus besos. Son folladas bucales perfectas y bien
orquestadas, diseñadas para rizar cada uno de mis dedos. No solo logran
eso, me estremecen la espina dorsal, hacen que mi útero se estremezca y ni
siquiera mencionamos lo que le hacen a mi vagina. Chocamos contra la casa
y casi nos caemos, pero Beck me levanta por la parte de atrás de mis muslos
y me lleva el resto del camino hacia el dormitorio.
Su rastrojo raspa mi barbilla cuando me pellizca el labio inferior y
luego baja hacia mi cuello.
—Maldición, Cookie, necesito sentir tu dulce coño envuelto alrededor
de mi polla. Me han dolido las bolas desde que te fuiste.
Mi cuerpo zumba con deseo y necesidad ante sus palabras.
Pantalones, camisas y ropa interior van volando. Ni siquiera llegamos a la
cama antes de que vuelva a estar en sus brazos, con las piernas alrededor de
sus caderas y su polla enterrada dentro mío.
—Háblame nena. Necesito escucharte gritar mi nombre. Ruega por mí.
—Por favor, fóllame duro, Beck. Necesito esto tanto.
—¿Esto? —Se hunde hasta sus bolas dentro mío.
—Otra vez. Más.
Se retira y lo hace de nuevo. Mi espalda está atascada contra la pared,
y su pelvis me está magullando con cada empuje, pero no me importa nada.
Me hace quererlo aún más.
—Estas tan jodidamente apretada, Sheridan. Te extrañé tanto. —Me
golpea otra vez, y nos golpeamos uno contra otro, todos resbaladizos por el
sudor y la humedad de mi deseo.

274
—Necesito que te vengas porque no voy a durar. —Él empuja otra vez
en mí, moliendo sus caderas a mí alrededor, tocando todos los lugares
imaginables que me ponen en camino hacia un orgasmo explosivo. Su polla
comienza a palpitar, y me da una pista del hecho de que está obteniendo el
suyo, y con un empujón final, gime su orgasmo mientras encuentra mi boca.
Cuando finalmente deja de besarme, la esquina de su boca se
transforma en una sonrisa arrogante.
—Diría que lo siento por follarte así, pero sería una maldita mentira.
Soñé con hacer esto durante días, no solo noches, hasta que me sacudí la
polla como un novato. Nada se compara a la realidad. Me has arruinado,
nena.
—Bien. Porque estamos en igualdad de condiciones.
Me acompaña a la cama y no sé cómo pueden funcionar sus piernas.
Siento que mis huesos se han derretido. Cuando se sale, su semen gotea, así
que paso mi mano y froto alrededor.
—Oh, maldito infierno, eso es sexy. —Agrega un dedo a la mezcla, y
estoy lista para un poco más de acción—. Cookie mueve tu mano.
—No, yo necesito…
—Sé exactamente lo que necesitas. Mueve tu mano.
Haciendo lo que él dice, lo miro con ojos ansiosos. Su mano presiona
mi montículo, presionando y frotándolo en un movimiento circular. Cuando
me estoy retorciendo, él se aleja y me sorprende abofeteando mi clítoris.
—¡Jesús!
—Shh. —Repite eso unas cuantas veces más hasta que finalmente
arqueo mi espalda en un clímax infernal.
—¡Maldita sea! Me abofeteaste.
—Ahora voy a follarte. De rodillas. —Me voltea, y cuando creo que se
va a deslizar dentro de mí, me equivoco. Juega conmigo, probándome.
—Beck —me quejo—. Te quiero dentro de mí.
—Silencio.
Frota su polla alrededor de mi coño, subiendo y bajando, una y otra
vez, y luego, cuando lo empuja, al mismo tiempo empuja su pulgar contra mi
trasero. Mis ojos virtualmente giran hacia atrás en mi cabeza. Las
sensaciones de los dos frotándose entre sí son una locura.

275
—Jesús, Cookie.
Sus bolas me abofetean cada vez que empuja, tocándome
profundamente. Mis manos golpean las sábanas mientras digo su nombre
una y otra vez cuando llego al clímax. ¿Son todos los orgasmos así? Los míos
nunca lo fueron cuando me masturbaba. No pensé que pudieran ser tan
poderosos. Incluso cuando usé ese estúpido conejo, nunca estuvieron tan
cerca.
—¿En qué estás pensando, nena? Estás muy callada.
—Sí. Um, estos orgasmos son una locura, ¿cierto?
Él se ríe.
—Sí.
—Pensé que los que tenía con mi conejo eran buenos, pero éstos los
destruyen.
—¿Tu conejo?
—Sí. Mi vibrador.
—Ya veo. ¿Tu conejo hace un viaje por tu culo?
—Por supuesto que no. —Entonces me rio de la idea de ello.
—¿Que es tan gracioso?
—Yo metiendo un vibrador en mi trasero.
Nos tendemos de costado uno frente al otro y pregunta:
—¿Por qué es tan gracioso? Creo que sería sexy y divertido meterte
un dilatador anal.
—¿Un dilatador anal?
—Aja. —Me pellizca el pezón—. Es para el trasero, de ahí el término.
—Lo haré si quieres.
—¿Eso es un desafío? —pregunta, sonriendo.
—Tal vez.
—Está bien, pero solo si me dejas follarte el culo.
—Tú y tu fetiche por el culo.
—¿Qué puedo decir? Pero todos los chicos lo hacen. Simplemente no
son lo suficientemente honestos como para admitirlo.

276
Mi experiencia con los hombres es tan limitada que no puedo
responder a eso.
—Está bien, sabes que estoy lista para eso. Pero no me arruinará,
¿cierto? ¿Cómo darme hemorroides gigantes o algo así?
Una gigantesca sonrisa sale de él.
—No si lo hacemos bien, pero lo investigaré por ti si quieres.
—¿Hay investigaciones para follar culos? —Estoy sorprendida.
—Hay investigaciones para todo. Estoy seguro que puedo aportar
algunos datos superiores y las estadísticas adecuadas para satisfacer tu
trasero.
Se me escapa una risita. —
¿Solo el mío?
—El mío también, aunque el tuyo es el que será jodido de verdad.
—En más de un sentido si tu investigación es errónea.
Los dos nos reímos, y él dice:
—Oh, este tema me hace reír.
—Oh, ¿En serio, hombre gracioso? —Intento hacerle cosquillas, pero
él me agarra las manos antes de que pueda penetrar en sus costillas.
Él las tira sobre mi cabeza y dice:
—¿Y ahora qué?
—Soy tu prisionera para hacer lo que quieras.
La alegría desaparece y es reemplazada por el calor y la intensidad.
—Estás equivocada, Sheridan. Soy yo el prisionero. Nunca me he
considerado un tipo particularmente cruel. Un imbécil a veces, sí, pero no un
imbécil despiadado que quería aplastar a la gente. Yo te hice eso. Te tiré al
suelo y te aplasté con el tacón de mi zapato como si no fueras nada más que
una mota de tierra. No sé si alguna vez podré compensarte, pero, maldita
sea, lo intentaré.
—Oh, Beck. —Lo empujo sobre su espalda y me siento a horcajadas.
Entonces nuestras bocas se estrellan en una ráfaga de labios y lenguas
calientes. Es como si ninguno de nosotros pudiera tener suficiente—. Esta es
la última vez que alguno de nosotros hablará de esto —le digo.

277
—Te amo, Sheridan. Con todo lo que tengo. Espero que entiendas lo
imperfecto que soy y que puedas vivir con eso.
—Todos tenemos defectos, Beck. Pero mientras reconozcas tus
errores, eso es lo importante.
—No te preocupes, bebé. Reconozco mucho más que eso, y nunca
volveré a dar por sentado lo que tenemos.

278
Capítulo 15
Sheridan
Traducido por Leah Hunter, Kalired y Naomi Mora

E
l lunes, el señor Morgan llama y dice que estamos citados de
nuevo en la corte a la tarde siguiente. No suena optimista.
Tampoco nosotros. Entramos, listos para meter algo de
presión, pero nada de lo que dice o hace parece persuadir a la jueza en lo
mínimo, y Abby gana de nuevo. Ahora nos vemos enfrentados a darle las
noticias a English.
Anna recoge a English en el colegio y la lleva a casa, y le explicamos lo
que sucede. Al principio, llora. El temor se abre paso, y entonces hace un
berrinche, algo que nunca le he visto hacer. No dura mucho antes de que se
quede en silencio. Regresa al miedo de nuevo.
—Tengo miedo.
—La señorita agradable estará allí. No estarás sola —le prometo.
—Pero, ¿y qué si es desagradable de nuevo?
Beck dice:
—No lo será. Escucha, ¿sabes que las personas cometen errores? ¿Y
que a veces hacen cosas que no quieren?
English mira a Beck, luego a mí.
—Creo que sí.
—Tal vez eso es lo que hizo tu madre —dice.
Ella alarga el brazo, con el dedo índice extendido, y me apunta.
—Ella es mi mamá.
Beck sonríe.
—Claro que lo es. Pero a veces, los niños tienen dos mamás. Y tal vez
tú también las tengas.

279
English lo piensa por un momento y dice:
—Sydney, de la escuela, tiene dos mamás.
—Ves, no serás la única. Y podrías tener suerte de tener dos mamás.
Sus cejas se juntan con firmeza, y en serio dudo que esté creyendo las
palabras de Beck por siquiera un segundo.
Tal vez necesito decir algo.
—Mira, cariño. Tu madre quiere una oportunidad, y tú eres una niña
demasiado especial. Yo, por ejemplo, no puedo imaginar cómo sería mi vida
si no fueras parte de ella. Así que, puedo ver por qué quiere conocerte.
English mete el dedo en su cabello y lo envuelve a su alrededor.
—¿Crees que tenga un perro?
—Necesitas preguntarle.
—Tengo miedo.
—Lo sé, cariño, pero nada pasará. Te lo prometo —le digo. Espero que
no sea una visita sin supervisión.
El sábado siguiente llevamos de nuevo a English a la biblioteca, y
espero que eso no instale un odio a los libros en ella. La tutora judicial, la
señorita Schafer, nos está esperando, y sus ojos lucen optimistas. Beck actúa
así, pero creo que es por English. Mis entrañas me gritan que esto está mal.
Unos cuantos minutos después, Abby llega, actuando toda feliz
consigo misma. No hay un hueso humilde en el cuerpo de esa mujer. No le
importa una mierda English. Lo siento en mi alma. Sentándome, observo la
interacción entre ella y la señorita Schafer. Abby lleva una sonrisa plástica,
del tipo que las personas plasmaron en sus rostros después de que papá
muriera, y quiero gritarle que no es nada más que una imitación, una falsa,
pero no lo hago. Me mantengo en silencio. Entonces Abby saca un libro para
colorear y una caja de crayolas de su cartera gigante y se los ofrece a English.
—Mira. Tómalos. —Los empuja hacia ella.
English se queda allí, quieta como una roca.
—¿No los quieres?
En una voz pequeña, English responde:
—No me gustan los libros para colorear. Preferiría dibujar mis
propios dibujos.

280
Beck explica:
—El arte es lo suyo, y es bastante buena.
—Oh, bueno, la próxima vez traeré un lienzo y algunas pinturas al
óleo —dice Abby en un tono amenazador.
English, en su inocencia, no lo escucha así, y solo sonríe y dice:
—Me encantaría. Me encanta pintar y dibujar.
La boca de Abby cuelga abierta, y no sabe cómo responder. La
señorita Schafer interfiere y dice:
—English, ¿puedes dibujarnos algo con las crayolas?
—Puedo intentarlo.
La señorita Schafer busca una página en blanco a través del libro para
colorear y se lo extiende a English. English se sienta y comienza a dibujar.
Esa es nuestra señal para irnos. La señorita Schafer levanta dos dedos, y
asentimos, sabiendo que podemos regresar en dos horas. Pero son las dos
horas más largas de nuestras vidas. Incluso Beck, que ha estado todo
animado y alegre, está volviéndose un poco loco para el momento en que
regresamos a la biblioteca.
Pero cuando llegamos a la entrada, English y Abby están sentadas en
la mesa, con las cabezas inclinadas sobre el libro para colorear mientras
trabajan en un dibujo. Mi corazón se aprieta ante la vista. Por un lado, estoy
feliz de que todo esté tranquilo. Por el otro, sé que Abby está ocultando algo.
Soy buena juzgando a las personas. Mis primeras impresiones siempre
terminan siendo las correctas. Esta mujer está en busca de algo, y no es una
relación amorosa con su hija.
La señorita Schafer nos ve y nos hace un gesto para que entremos.
English nos escucha y levanta la mirada. De inmediato, se pone de pie,
hablando mil palabras por minuto.
—Miren. Le enseñé a la señorita cómo dibujar un perro.
English señala el papel y nos lo enseña. Es bastante buena dibujando
personajes de caricatura, y Beck no tiene idea de dónde lo sacó. Pensó que
tal vez lo había sacado de su madre, pero cuando miramos al papel,
claramente no tiene un hueso artístico en su cuerpo. Al menos, mantiene un
buen sentido del humor al respecto.
—Esta niña en serio puede dibujar —dice Abby.

281
—Sí, puede. Ha estado en varios campamentos de arte y se toma el
tema bastante en serio. No estaba tratando de ser molesta cuando dijo que
no coloreaba —dice Beck.
Por primera vez, Abby luce ligeramente interesada. Tal vez esto ayude
a romper el hielo.
English me agarra de la mano y dice:
—Vamos, mami. Vamos. Quiero ver a Boonior.
—¿Quién es Boonior? —pregunta Abby.
—Su cachorro —responde Beck.
—Ya veo. Bueno, ¿nos vemos en dos semanas? —Abby mira a la
señorita Schafer.
—Sí. Si están de acuerdo con este sitio, podemos mantener el acuerdo
—dice, sonriendo.
—Está bien. —Abby mira a Beck mientras responde, y él asiente.
De camino al auto, English habla sobre cómo la señorita no podía
dibujar. Quiero reírme, porque va a tener que buscar otro nombre aparte de
“la señorita”.
—¿Fue agradable contigo?
—Más o menos. Bueno, sí. Al principio, solo quería que coloreara. Pero
después de que dibujé el primer perro, seguía mirándolo y preguntándome
cómo hice para saber cómo hacerlo. Así que la eduqué. Como me enseñas tú
en el colegio.
—Le enseñaste —la corregí.
—¿Eh?
—Dijiste “la eduqué”. La palabra correcta es “enseñar”.
—Bueno.
Mantenemos un ojo en ella por el siguiente par de semanas para ver si
muestra cualquier anomalía de comportamiento. Pero actúa bien y ni
siquiera menciona la visita. El abogado dice que fue bien, que espera que
continúen e incluso aumenten a una vez por semana. Genial. Increíble.
Entonces pienso en Abby de la manera más objetiva posible. Si fuera ella,
también querría ver a English.
Beck. Tengo que darle el crédito. Nunca habría esperado que saliera
adelante con todo esto. Está igual de fuerte que siempre. Pero sé que se está

282
cayendo a pedazos por dentro. No sé cómo lo está haciendo. Todo lo que
puedo hacer es apoyarlo cada vez que puedo. Tiene un viaje pronto, pero
solo durará una semana. Ha decidido que, hasta que sepamos qué está
pasando, todos sus viajes serán de una semana a diez días. Y estará aquí
cuando English esté con Abby. Lo que me alivia, porque, ¿qué si estuviera en
África o en algún lugar lejano y algo pasara? No sabría qué hacer.
Beck lleva a English a su próxima visita. Decido quedarme en casa.
Cuando se va, comienzo a mezclar una tanda de mis famosas galletas con
chispas de chocolate. Cuando regresa, la casa huele tan deliciosa que lo
comenta desde la entrada.
—Cookie, ¿estás haciendo lo que creo que estás haciendo?
—Por supuesto.
Su figura enorme entra con gracia en la cocina.
—Mmh —dice mientras coge una galleta y le da un mordisco—. Y
encima están calientes.
—Acaban de salir del horno. —Meto otra bandeja.
—¿Cuántas más te quedan?
—Esta es la última. Mira. —Señalo el otro lado del mesón, que está
cubierto por galletas.
—¿Hiciste todo eso mientras no estaba?
—Ajá. Es una receta simple.
Entonces, un brillo ilumina sus ojos. Me agarra de las caderas y me
levanta sobre la isla.
—Creo que no hemos hecho esto en un tiempo.
Sus manos están a cada lado de mis muslos, y se inclina para besarme.
Poniendo una mano en su pecho, lo detengo.
—Creo que lo hicimos anoche, ¿recuerdas? Me llamaste “esposa
sucia”.
Saca la lengua, sonriendo un poco.
—Sí, pero no lo hemos hecho aquí. Sobre la isla. Quiero que seas mi
chica de la isla.
—Lo quieres, ¿eh? Pensaría que un viaje al Caribe sería algo más
coherente. —Solo estoy bromeando, pero tiene una expresión seria en su
rostro.

283
—¿Es lo que quieres? Porque podemos hacerlo totalmente. Estoy
dentro, Cookie.
—Beck, fue una broma.
—No, vamos. Mamá y papá pueden quedarse con ella. Vámonos.
—No puedo. Tengo clases.
—¡Vacaciones de primavera! —prácticamente grita—. Nos regalaron
una estadía en la casa de la montaña, ¿recuerdas? Podemos usarla más tarde
e ir al Caribe en su lugar. Pueden llevar a English a las montañas.
—Santa mierda, lo dices en serio.
—Sí, lo estoy. Nunca has ido, y me encantaría verte en una playa
nudista privada en algún lugar.
—¿Estás jodidamente loco? ¡No iré a una playa nudista! —exclamo.
—Um, creo que te perdiste la parte de privada. No me arriesgaría a
que nadie te vea, excepto yo, bebé.
—Oh. Tal vez en ese caso.
—Ahora cierra esa boca sexy porque quiero hacer cosas sucias
contigo. No tenemos mucho tiempo —dice.
El temporizador del horno emite un pitido, y empiezo a reír.
—Oh, mierda. ¿Ves? —dice Beck.
—Solo saca las bandejas y me quedaré aquí —le digo.
—Puedes apostar ese dulce trasero que lo harás.
Corre y agarra los guantes del horno y saca las bandejas tan rápido
que me rio.
Cuando regresa, pone mis pies sobre la mesada y dice:
—Levanta tu trasero. —Me quita los pantalones. Que terminan en un
montón en el suelo, junto con mis bragas, camisa y sujetador—. Ahora, esto,
me encanta. Tú, desnuda en la cocina. Piernas extendidas durante días sobre
la mesada. Maldición, Sheridan, te ves lo suficientemente bien como para
comer. Pero todavía no. — Se desabrocha y baja los vaqueros, que caen a sus
tobillos. Va de comando, por lo que su pene brota, largo, duro y listo. Lo
toma en su mano y lo acaricia. Arriba y abajo toda la longitud, y mis ojos
pegados a él. Mi boca se hace agua como lo hace mi sexo. Me muevo para
tocarle, pero su voz me detiene.

284
—Hoy eres toda mía, Cookie. No tocar.
¿Qué? No es justo.
La presión es casi demasiado para soportar, así que muevo mis
piernas juntas, pero su mano las detiene.
—Eres tan impaciente. Quiero mirarte, y si cierras las piernas, no
puedo hacer eso, ¿verdad?
Mueve la cabeza, y la mano sobre mi muslo se mueve hacia mis labios
y los abre de par en par. Sus dedos se sumergen en el interior y luego se
retiran cuando extienden mi humedad alrededor de mi clítoris. Me retuerzo,
deseando más. Su mano aún acaricia su duro pene, pero la quiero dentro, así
que de repente digo:
—Necesito que me folles. Ahora. —Trato de agarrarlo, pero solo se ríe.
—Codiciosa, ¿verdad?
Si mi corazón se acelera, saldrá de mi pecho y correrá por la puerta.
Deja ir su pene, extiende y separa más mis muslos. Toma un pie y lo pone en
su hombro. Tirando de mi culo hacia el borde de la mesada, corre su pene
arriba y abajo de mi coño.
—Mira. No quites la vista de esto.
Recubre su pene hasta que está lo suficientemente resbaladizo como
para entrar y luego dice:
—Voy a tener tu coño apretado y estirado a mí alrededor hasta que
grites mi nombre cuando te vengas. ¿Quieres eso?
—Sí.
Empuja lentamente, tan dolorosamente lento que quiero agarrarlo y
jalar, pero no puedo alcanzar. Me retuerzo, tratando de acercarme. Pero
presiona una mano en mi estómago, deteniéndome.
—Solo mira. —Cuando finalmente penetra del todo, me retuerzo, pero
se retira rápidamente. Luego comienza de nuevo el proceso. Lento, lento,
lento. Intento añadir mi dedo, pero lo golpea.
—Esto es todo mío, ¿recuerdas?
Estoy jadeando como un perro. El sudor gotea de mi frente, y no estoy
haciendo nada más que permanecer sentada.
—Mira, Cookie. Es tan jodidamente sexy.

285
Y lo hago y empiezo a quedar atrapada en la escena. Aumenta, crece y
crece y es tan bueno. El placer es abrumador, como nunca hemos tenido
antes y santa maldita mierda, un orgasmo monumental me golpea y sigue y
sigue. Escucho a alguien lloriquear, y me toma un tiempo entender que soy
yo.
—Creo que alguien necesita acostarse. —Me levanta y me lleva a la
cama.
—Qué demonios, Beck. Creo que me rompiste el coño de nuevo. —Me
pone en el suelo y presiona besos suaves en todo mi rostro, cuello, pechos,
estómago.
—Estuviste magnífica. Y la forma en que te sentías alrededor de mi
pene. Increíble.

Nos acostamos en la cama besándonos y acurrucándonos como dos


adolescentes cuando pregunta:
—Cookie, ¿alguna vez hablaste con alguien sobre lo que pasó después
de que tu padre murió?
Su pregunta me conmociona tanto que cada músculo de mi cuerpo se
pone rígido.
—Mmm no. Solo Michelle al principio y no mucho.
—¿Ni siquiera a su mamá?
—Tal vez un poco —murmuro—. Sin embargo, fue principalmente de
cosas para la universidad. Con Michelle éramos compañeras de cuarto, así
que su madre se encargó de conseguir todo. Incluso compró ropa de cama y
elementos que necesitaría, como contenedores de almacenamiento y ese
tipo de cosas porque no tenía dinero. Ella fue muy amable conmigo. —Me
trató como a una segunda hija. Me reí a medias—. Probablemente hubiera
ido a la escuela sin nada más que mi ropa si no hubiera sido por ella.
—¿Pero hablaste con ella sobre cómo te sentías?

286
Levanto mi cuello para mirar sus ojos azul verdoso.
—¿A qué te refieres?
—Pasaste por algo muy traumático siendo muy joven, no una, sino
dos veces. Tu padre no estaba ahí para ayudarte porque estaba perdido en
su dolor. Me pregunto si todavía estás sufriendo tu duelo.
—Probablemente. Había tanto que hacer que no había tiempo para
centrarse en su muerte. En ninguna. —Recuerdo cuando papá regresó a casa
del hospital después de que mamá muriese, pasaron horas hasta que me dijo
que ella se había ido.
—¿Qué estás pensando, Cookie? —dice, y sus brazos me acercan más
a él—. No puedo imaginar cómo te debiste sentir.
—Creo que enterré algunos de esos sentimientos. —El funeral fue
confuso ya que recuerdo a mi padre básicamente ignorándome. Apenas me
habló una palabra durante semanas. Me quedé en mi habitación y lloré. Y
entonces comenzó la bebida—. Era una buena persona, pero fue muy
embarazoso porque todos mis amigos me abandonaron. No sabían qué decir
después de que mi madre muriera. Todos excepto Michelle. Pero estaba
demasiado avergonzado de invitarla porque papá estaba borracho todo el
tiempo. Y luego el accidente. Cuando la policía se presentó esa noche, no me
sorprendió. Lo terrible fue que él mató a esas otras personas.
—Te puso en una situación terrible.
—Sí, pero él estaba tan perdido sin mamá. Me alegra que no hubiera
ocurrido el año anterior. Habría entrado en un hogar de acogida debido a mi
edad. Por lo menos tenía dieciocho años y me dirigí a la universidad para
entonces. Cuando perdí todo, incluida la casa, realmente no importaba
porque de todos modos ya me había ido.
—Hmm. Supongo que estas en lo correcto. Entonces, ¿liquidaron
todos sus activos?
—Ajá. No es que fueran muchos. Y la familia de las víctimas del
accidente lo consiguió todo. No los culpo. No debería haber estado
conduciendo. Yo también habría demandado.
—Pero, ¿tomaron en cuenta sus circunstancias?
—No lo puedo decir. No importa de todos modos. Era solo dinero, y no
les devolvería a la madre y su hija. Le habría dado a ese hombre todo lo que
tenía por compensación.

287
— Pero lo tuviste tan difícil. Todas esas deudas que tenías. —Trata de
discutir.
—Beck, no me importó. Pensé que iba a trabajar duro. Lo necesitaba
de todos modos.
—¿Por qué?
—Porque el tiempo ocioso me hacía pensar demasiado en lo que pasó.
—Pero estabas en la universidad. Era un momento en el que deberías
haber estado divirtiéndote.
Poniendo la palma de la mano en su mejilla, digo:
—Algunos de nosotros tenemos experiencias diferentes en la
universidad. Como tú, por ejemplo. Además, viví indirectamente a través de
Michelle. Eso fue suficiente para mí.
Sus dedos se deslizan en mi cabello, y acaricia las hebras entre sus
dedos. No habla, lo que no es inusual para Beck. Es cuando lo hace y lo que
dice me aturde.
—Sheridan, sé que nuestra boda en Las Vegas fue bastante cursi,
incluso si no fue en la Capilla de Elvis. Si hubiera sabido que me habría
enamorado tanto y tan rápido de ti, hubiera hecho todo lo posible por una
gran boda en la iglesia. Te mereces más de lo que te di. Te he defraudado de
tantas maneras. Pero cuando toda esta mierda con English haya terminado,
ya sea que ganemos o perdamos, me encantaría renovar nuestros votos, en
una iglesia o frente a las personas que nos importan, de la manera correcta.
No puedo decir que soy un hombre particularmente religioso, aunque creo, y
sabes que llevamos a English a la iglesia, pero quiero que elijas cómo lo
haremos, si es algo que te interesa.
¡Este hombre! Mi corazón se abre, y un océano lleno de amor se
derrama. Tirándome hacia él, aunque ya estamos en los brazos del otro,
todavía logro empujarlo. Luego me lanzo sobre él, y sin pensarlo, mi boca
está en la suya como si nunca antes nos hubiéramos besado. Mi cuerpo lo
cubre, bueno, más o menos porque es mucho más grande que yo, y lo beso
hasta que recibe el mensaje detrás de él.
Riéndose, dice:
—Lo tomo como un sí.
—No, solo tenía que mostrarte lo que estaba sintiendo. Pensé que
derramaría mi corazón en un beso. Tu padre tenía mucha razón sobre ti.
—¿Qué quieres decir?

288
—El día que te dejé. Después de… ya sabes. Se acercó y me dijo que tu
cabeza era como el cemento, pero que tenías el corazón muy suave. Dijo que
eras exactamente igual a tu madre.
—Hmm. No lo sabía.
—Por supuesto, no lo sabías. Pero lo haces. Tener el corazón más
suave, eso es. Y no, no quiero que se repitan nuestros votos. Me gustó Las
Vegas. Me lo pasé genial. Fue mi primer viaje en un avión, me compraste un
anillo fabuloso, nuestra ceremonia de boda fue dulce, nos hospedamos en el
hotel más lujoso que se pueda imaginar y tuvimos el mejor sexo del mundo,
lo cual fue completamente inesperado. No cambiaría nada de ese viaje que
no sea la llamada telefónica que recibimos al llegar a casa.
Beck levanta una de sus cejas.
—El sexo más ardiente del mundo, ¿eh?
—Bueno sí. Por lo menos lo fue para mí. ¿Y qué? ¿No lo fue para ti?
—Fue el sexo más ardiente del universo. Creo que hubo informes de la
NASA que decían que las grabaciones de temperatura en la Tierra podían
leerse tan lejos como en Andrómeda.
—No es gracioso.
—Entonces, ¿estás segura de esto? —pregunta.
—¿Qué, la renovación de votos?
—¿Mi beso te ha distraído hasta el punto en que tu memoria ya está
fallando? Sí, la renovación de nuestros votos. —Deja escapar una risa
gutural.
—Estoy segura. Pero tal vez podríamos tener una celebración de
algún tipo —sugiero.
—Me apunto. Y sabemos que English estaría encantada. ¿Puedes
verla? Usando esa loca diadema y esas gafas de sol con forma de corazón.
La idea de que use esas cosas me hace reír, y tengo esta imagen vívida
de ella en mi mente.
—Oh, Dios mío, pero, ¿quién fotografiará todo?
—Cookie, ¿no crees que tengo amigos en el negocio?
Dándome una palmada en la cabeza, digo:
—Duh, soy una idiota.

289
Inclina sus caderas contra las mías y me da una nalgada.
—Sin embargo, eres una idiota sexy.
—¡Uh! No puedes estar de acuerdo conmigo cuando digo cosas así. Se
supone que debes decir: “No, cariño, no eres nada parecido a una idiota, así
que detente”.
—No, nunca voy a hacer eso cuando lo que dices sea cierto, y ya
deberías conocerme mejor que eso. —Sus manos se hunden en mis nalgas y
presiona su polla contra mí, la cual se ha vuelto bastante dura de nuevo.
—Beck.
—¿Hmm?
Me siento firmemente sobre él, su polla rígida encajada entre mis
muslos.
—¿Vamos a hacer esto de nuevo?
—¿Por qué? ¿Querías sacar a Bugs Bunny? — se burla.
Su mirada entrecerrada y sus labios ligeramente separados me hacen
tragar el nudo en mi garganta. Haciendo una pausa por un segundo, absorbo
la escena de Beck, ya que supongo que está haciendo lo mismo conmigo.
Luego me levanto y poco a poco desciendo. Ah, diablos, se siente tan bien.
—No necesito a Bugs Bunny cuando te tengo a ti.
—Tienes los pezones más bonitos que he visto. Ciertamente soy un
hombre afortunado.
Inclinándome hacia atrás, inclino la pelvis y la muevo hacia adelante y
hacia atrás para encontrar la fricción perfecta. Encuentra con mi ritmo, pero
estoy en el momento, perdida en las sensaciones. Mi cabeza cae hacia atrás
cuando la presión se acumula en mi núcleo. Beck habla, dice cosas, pero no
tengo idea de lo que son. Estoy perdido en él, en esto, en todo lo que es Beck.
De repente, se sienta y su brazo rodea mi cintura.
—Abre los ojos, Sheridan. Comparte tu clímax conmigo. Eres tan
hermosa cuando te vienes sobre mí.
Su boca está tan cerca de la mía que nuestro aliento se mezcla. Sus
ojos son más azules que verdes, ahora un azul profundo, como el mar. Son
fascinantes cuando encuentro pequeñas estrías verdes y azules, pero luego
los cierra con un parpadeo perezoso. Suaves labios rozan los míos, primero
una comisura, luego la otra, y desliza un rastro de besos de luz por todo mi

290
cuello. Todo este tiempo ninguno de nosotros ha dejado de moverse. Su boca
vuelve a mi oído y murmura:
—Córrete por mí, mi esposa sexy.
Girando un poco sus caderas y luego meciéndose en las mías, sus
dedos encuentran mi clítoris. Esta es una buena mierda perezosa, y cuando
él se presiona suavemente contra mí, la presión finalmente se expande hasta
el punto de ruptura. Cuando mi orgasmo llega, él toma mis labios en un beso
y traga su nombre mientras grito. Mi cuerpo se hunde entre la fuerza de sus
brazos mientras me sostiene contra su pecho, y siento que se vierte dentro
de mí.
Cuando finalmente recupero el aliento, digo:
—Alguien me robó los huesos de nuevo. —Soy como una liga.
—Y me robaste el corazón, Cookie. Pero no lo tendría de otra manera.
—No robaste el mío. Creo que te lo di en bandeja de plata.
Nos acostamos juntos hasta el último minuto antes de tener que ir a
recoger a English. Trae mi ropa de la cocina y me mira un segundo, con un
puño presionado sobre su boca.
—Nunca pensé que me sentiría así con nadie de la forma en que lo
hago contigo. —Antes de tener la oportunidad de responder, sus pasos
largos lo alejan de la cama y escucho que la puerta principal se abre y se
cierra. Mi estómago se contrae mientras mi corazón se aprieta un poco. No,
haz eso más. Un montón. Beck Bridges es un hombre complicado, pero se las
arregló para envolver completamente mi corazón alrededor de él, y si
pudiera quedarme en la cama todo el día y no hacer nada más que
follármelo, encontraría la manera de hacerlo.
El próximo mes va increíblemente suave. Pero, como todo en la vida,
así es como están las cosas justo antes de que se caigan al fondo.

291
PARTE TRES
Señor y Señora Bridges

292
Capítulo 1
Beck
Traducido por Doncella de Lorde y Leah Hunter

—E
ntonces, ¿cómo es que reuniste el coraje para
invitarme a salir? —pregunta Sheridan. English está
en casa de mis padres, y estamos sentados,
disfrutando juntos de una copa de vino.
—Todo el asunto del matrimonio fue completamente idea de papá. Un
día estábamos hablando con John, y él mencionó que yo necesitaba una
esposa. Me burlé de la idea en ese momento. Pero insistió en que sería
grandioso para English y que yo era un solitario.
Sheridan me da un puñetazo en el brazo.
—No puedo creer que nunca me contaste esta historia.
Levanto un hombro.
—Honestamente, en cierto modo esto tiene una sensación del tipo
novia por correo. Y entonces papá seguía insistiendo en que estaba solo.
Mirando hacia atrás, lo estaba. Solo que yo pensaba que estaba demasiado
ocupado con English, y no lo vi en ese entonces.
Se inclina hacia adelante y descansa su cabeza en la palma de la mano,
el codo en su muslo. No puedo resistirme a tomar un mechón de su cabello y
enrollarlo en mis dedos.
—Puedo ver por qué pensabas eso. Tener una niña de seis años te
mantiene ocupado.
—Cierto. Pero ellos vieron que algo faltaba. Seguían animándome a
tener citas, a salir. Incluso quisieron que probara uno de esos sitios de citas
en línea. —No puedo evitar el estremecimiento que me atraviesa. Sheridan
se ríe.
—Oye, conozco varias maestras que conocieron a sus esposos ahí. No
son tan malos como podrías pensar.

293
—Como sea. De todas formas, John fue el que dijo que me ayudaría
con el caso en la corte, pero ya sabes eso. Y luego mamá comenzó a
mencionarte. Pero después de nuestro primer encuentro, supuse que estaba
condenado. —La primera vez que mis ojos se posaron sobre la señorita
Sheridan Monroe, estaba frito. Una mezcla de inocencia y fuego, su mirada
turquesa me arrasó como un incendio forestal alimentado por el viento de
Santa Ana.
—Sí, no fuiste precisamente amable.
Sonriendo, agrego:
—Sin mencionar que llegué tan tarde para esa cita, así que fue una
sorpresa que todavía estuvieras ahí. —Su descaro sureño me puso en mi
lugar un par de veces, aunque terminé siendo un gigantesco idiota— Pero lo
que me enganchó fue que realmente te preocupabas por English. Estaba
atado a tu tono de voz y marcado en tu condena hacia mí. —Y aunque la
traté como una mierda, me gustó. Como el infierno.
—No se podía negar que era mi estudiante favorita. Pero tú, fui a casa
y le gruñí a Michelle sobre ti. Y por la forma en la que hablé, pensó que eras
un anciano. La noche que me encontré contigo en el club, se preguntó qué
estaba haciendo ahí un hombre viejo.
Ambos nos reímos de eso.
—No pude evitar acosarte. La forma en que te balanceaste en la pista
de baile. Y luego ese dulce trasero tuyo envuelto en esos pantalones
ajustados.
—¿Por qué no me hablaste? —quiere saber.
—Porque temía que te traería a casa y te follaría hasta hacerte perder
el sentido. Y entonces mira lo que pasó. Te emborrachaste y esa sucia boca
tuya hablando sobre erecciones, penes, y consoladores, tomó todo lo que
tenía para no reírme en tu cara.
Su boca se abre.
—¿Por qué actuaste tan serio?
—Porque no quería delatarme. No quería que vieras cuán
jodidamente sometido estaba. Abrirme no estaba en las cartas
particularmente, ya que eras la maestra de English.
Me muestra una sonrisa descarada.
—Entonces, ¿qué? ¿estabas enamorado de mí?

294
—Oh, Cookie, te volviste mi fantasía. No puedo ni empezar a contar el
número de veces que me masturbé pensando en ti: tus ojos, tu boca, y ese
trasero. Y entonces fue cuando presenté mi plan a mamá y papá. Como
puedes imaginar, estuvieron totalmente de acuerdo.
Ahora mismo sonríe, pero voy a contarle la completa, y honesta ante
Dios, verdad.
Tomando su mano, digo:
—Espera un minuto. Tienes que escuchar toda la historia. Así que, al
principio quería una esposa para completar la familia, pero también quería
follarte. Y ahí está la peor parte. No era el más honorable de los hombres,
pero vivir con una erección siempre que pensaba en ti no era fácil. Estar
casado contigo sin el beneficio de follar, me mataría. Muerte por pelotas
azules. Así que planeé ganarte. No sería fácil. Tendría que hacer que te
casaras conmigo cuando ni siquiera te agradaba. Pero tenía un arma. Y su
nombre era English. Lo sé, fue un movimiento de imbécil desde el principio.
Enrolla su labio inferior dentro de su boca y lo succiona.
—Sí, ahora suenas como un completo acosador.
—Pensé que dirías eso. Déjame terminar. Algo más tuvo lugar durante
todo esto. Cambié. Soplaste en mi vida como un ciclón y reformaste a
Beckley Bridges. Cuando se trataba de English, yo era oro, pero fuiste tú
quien me hizo querer ser un mejor hombre, quien me convirtió en el mejor
esposo posible. Tú eres quien me convirtió en el hombre que soy ahora.
—¿Cómo hice eso? —Quiere saber.
—Sacaste lo bueno y amable de mí. Era algo que no sabía que tenía
hasta que llegaste. Me hiciste querer apoyarte en todas las formas y
protegerte a cualquier costo, y me enseñaste lo que amar a otra persona
verdaderamente significa. Porque caí perdidamente enamorado de ti cuando
no estaba mirando, cuando menos lo esperaba. Solía creer que English era lo
mejor que me había pasado nunca, pero no lo era. Tú lo eres. Tengo que
amar a English. Era la cosa natural por hacer, y no tuve elección. Pero
contigo, mi corazón se abrió, y lo llenaste con tanto amor. Sé que sin ti sería
menos que la mitad de un hombre.
No dice ni una palabra, solamente descansa sobre mí y presiona sus
dulces labios contra mi mejilla.
—No he terminado.
—¿Hay más? —pregunta.

295
—Solo un poco. —Sonrío—. Has sido mi vida, mi alegría y mi timón en
todo este desastre que estamos enfrentando. ¿Cómo alguna vez funcioné sin
ti?
—No lo sé. Eras gruñón, supongo.
—Por decir lo menos. Crees que soy tranquilo, pero la verdad es que
tú eres la razón por la cual soy capaz de mantener mi cordura. Todo lo que
se necesita es un único pensamiento sobre ti, y es como si estuviese mirando
en un estanque cristalino. Incluso aunque nuestro matrimonio inició como
una farsa, ahora está profundamente arraigado en mi alma. Solo espero que
te sientas al menos la mitad de cómo yo me siento.
Su sonrisa me dice más de lo que necesito saber, y su beso me deja ver
incluso más que eso.
—Oh Beck, gracias por decirme todo esto. Significa muchísimo. Y
espero que sepas que también eres una parte de mi alma.
Las vacaciones de primavera son en un mes, y como lo prometí, me
presento ante Sheridan con boletos para Anguila. Al no haber estado nunca
en ninguna parte del Caribe, ella no tenía idea de dónde es. Así que hago lo
único que sé y saco un mapa para enseñarle. Esta es la mejor parte. Sus ojos
parecen dos pelotas de golf cuando se agrandan.
—Está muy lejos ¿no es cierto?
—Sí, y espera a que veas el agua turquesa. Es tan perfecta.
Exactamente como tus ojos.
Mi recompensa es un beso ligero porque tenemos compañía, pero me
pagará luego. Y no puedo esperar.
English aplaude porque Geepa y Banana la llevarán a las montañas
por una semana. Boonior irá con ellos. Ese pequeño lindo hijo de puta. Dios,
sabía que mi vida sería un caos con él. Siempre masticando y defecando en
todas partes donde no debería. Mi papá, podría partirle el cuello. Hasta que
veo a mi hija y entonces estoy todo a favor. Ese maldito perro gana siempre.
—Beck ¿puedo hablar contigo un momento? En privado.
—Claro. —Sigo a mi esposa hasta la habitación, viendo su trasero
mecerse. Hmm. Lo que me gustaría hacer…
—¿Sabías que este lugar es completamente abierto? —pregunta.
—¿Qué? —Estoy perdido.
—El lugar donde nos quedaremos. En Anguila.

296
—¿Completamente abierto?
—Sí, nuestro baño está abierto al exterior. Nuestra habitación está
abierta al océano. Beck, la gente nos verá desnudos. ¡Nuestra ducha, Beck!
¿Cómo nos ducharemos? ¡Mira!
Para entonces, no puedo morder mis labios lo suficientemente fuerte
como para evitar chillar:
—Cariño, nuestra villa es privada. Nuestra playa es privada. No habrá
nadie ahí además de nosotros.
—Vamos Beck. Alguien estará ahí. No puedes mantener a todos fuera
de la playa.
—Sí, puedes. Hay portones y esas cosas.
—¿Portones? ¿qué clase de portones?
—Gigantes. —Envolviendo mis brazos a su alrededor, digo—: Oye,
incluso si nos atrapan desnudos, ¿cuál es el gran problema? No conocemos a
nadie.
—¡Para! Podrían tener una cámara.
—Está bien, lo revisé. Quiero decir, realmente revisé la letra pequeña.
Las únicas personas que tendrán acceso a esta villa, seremos nosotros dos y
nuestro mayordomo privado.
—¿Mayordomo privado?
—Sí, entregará nuestra comida y bebidas y se ocupará de limpiar el
lugar para nosotros.
Sostengo su cabeza firmemente para que esté forzada a mirarme.
—Sheridan, no nos llevaré a un lugar que sea sospechoso. Este es un
sitio cinco estrellas con excelente seguridad. Nadie nos verá. Lo prometo.
Además, hay otra bañera adentro si no estás cómoda duchándote en el
exterior. Lo verás cuando lleguemos. Ahora bésame, mi pequeña esposa
preocupona.
Estamos regresando a la sala de estar cuando hay un golpe en la
puerta. Sheridan la abre, y es el señor Morgan. ¿Qué diablos hace aquí?
—Hola.
—Señor Bridges, señora Bridges, ¿podemos hablar?
—Por supuesto —digo.

297
Echando un vistazo alrededor en busca de English, la veo en la cocina
y digo:
—Oye, pequeñuela, ¿por qué no vas a tu habitación por un rato?
Mamá y papá necesitan hablar de cosas de adultos con el señor Morgan.
Se baja de la silla, diciendo:
—Está bien, pero me está dando hambre.
—Bueno. Agarra una manzana, y en cuanto terminemos aquí, iremos a
Pizza Palacio. ¿Suena bien?
—Suena genial, amigo. —Choca el puño conmigo.
Negando con la cabeza hacia Sheridan, digo:
—Tenemos que dejar de ver tanto Diners, Drive-Ins and Dives.
Cuando está en su habitación, el señor Morgan dice:
—El juez Clarion le ha concedido visitas sin supervisión a la señorita
LaMont.
—Mierda —gimo.
—Lamento darles estas noticias. El reporte de la tutora ad litem decía
que las visitas habían resultado tan bien, que no veía motivo para no
continuar con el proceso.
—No me gusta para nada, pero no puedo decir que me sorprende —
digo.
—Escuchen, me siento obligado a prevenirlos. Si esto continúa así de
bien, seguirán las visitas nocturnas. Si no le descubrimos nada malo a la
madre, me temo que no tendrá otra opción, señor Bridges.
El dolor entre mis ojos se intensifica:
—Le creo, pero dudo que lo consigamos. Si ellos no han encontrado
nada todavía, estoy seguro que no lo harán pronto. Debe ser toda una
profesional ocultando cosas.
Con un asentimiento tenso, Morgan se va, dejándome preocupado por
English.
Sheridan me interrumpe los pensamientos.
—¿Cómo puedes estar tan calmado al respecto? Quiero ir y arrancarle
todos los pelos a esa mujer.
—¿Y qué resolverías con eso?

298
—Nada. Pero ese no es el punto.
Poniendo las manos en sus hombros, le digo:
—Tenemos que ser fuertes y mostrarnos firmes frente a English.
Tiene que creer que pensamos que esto es bueno para ella, Cookie. Si vamos
por ahí, enojados y listos para arrancarle la cabeza a Abby, ¿cómo se sentirá
English cuando tenga que verla?
Se hunde, y siento la tensión drenarse de ella.
—Oh, Beck, ¿crees que llegaremos a eso?
—Para ser honesto, sí. Lo odio con todo mi ser, pero la jueza Clarion
parece ser del equipo de Abby. Y no creo que haya algo que podamos hacer,
a menos que le descubramos algo.
—Han subido de nivel, ¿cierto?
—Sí. Hace rato. Vamos. Llevemos a cenar a la pequeña hambrienta.
English está toda parlanchina durante la cena, para nada consciente
de lo que sucedió en la visita de Morgan. Los niños pueden ser tan
distraídos. Algo bueno. Sheridan, por el otro lado, está demasiado
introspectiva. Le masajeo la rodilla, y su sonrisa débil me dice que su
espíritu decaído necesita un empujoncito.
—Así que, English, cuéntame qué te ha estado enseñando mamá en el
colegio. Hemos estado tan ocupados esta semana, que no he tenido la
oportunidad de preguntarte.
Se pone un dedo en la mejilla y dice:
—Déjame pensar. Oh, estamos aprendiendo sobre los dinosaurios.
¿Sabías que los brachiosaurus tenían el cuello largo, como las jirafas, pero
muuuuucho más largos, y que comían cosas que estaban muuuuuy por
encima del suelo? Eran tan altos como un rascacielos. —Y lanza los brazos al
aire para demostrarlo. Me muerdo los labios para evitar reír.
—English, ¿recuerdas lo que te dije? ¿Que comían vegetación tan alta,
que a veces eran igual de altos que esos edificios de nueve metros? Eso sería
una especie de edificio de dos pisos.
—Eh.
Le explico a English:
—Pequeña, nueve metros es casi lo que mide nuestra casa. Un
rascacielos es como uno de los edificios del centro.

299
Sus labios se fruncen mientras absorbe esto.
—Oh, bueno. —Se mete algo de pizza a la boca.
—Así que, ¿te parecieron geniales los dinosaurios? —le pregunto.
—Tal vez, pero no tan geniales como los perritos.
Le guiño un ojo a Sheridan.
—No, en definitiva, no son igual de geniales. ¿Qué más aprendiste?
—Los diptongos.
Mi mirada se desplaza hacia la profesora del grupo.
—¿Aprenden eso desde el primer año?
—Claro. No creerías lo que ven en matemáticas.
—¿En serio? Soy el padre, ¿recuerdas? Le reviso la tarea.
Sheridan luce contrita ante mi comentario.
—Lo siento. Supongo que no estaba pensando. De todas formas, la era
de la tecnología ha cambiado todo. Los niños ven y aprenden cosas mucho
antes que en el pasado. Es como si el primer grado al que íbamos nosotros
fuera el jardín de niños para ellos.
Y yo que todo el tiempo creí que English era una niña súper avanzada,
y ahora descubro que todos lo son.
—La mayoría de los niños ya saben leer para cuando comienzan su
primer año. Aprenden en el jardín de niños, e incluso en el preescolar,
dependiendo si y a dónde van —sigue Sheridan.
Me rasco la cabeza.
—Beck, los niños son como esponjas de conocimiento. Enséñales algo
que les guste, y todo lo que querrán es aprender más.
—Sí, papá, como cuando me enseñaste qué son los conductores
idiotas, y cómo quieres arrancarlos de la carretera.
Maldición. La honestidad brutal de los niños.
Sheridan frunce el ceño, diciendo:
—Tú y yo necesitamos hablar, querido.
—Claro que sí —digo con una sonrisa dulce en el rostro. Cualquier
cosa con tal de hacerla feliz, pero tiene razón. Llamar idiotas a los
conductores no es un buen ejemplo para mi hija.

300
Después de llegar a casa y meter a English en la cama, Sheridan me
hace una seña con el dedo índice. La sigo a nuestra habitación. Se lanza sobre
la cama y mete una pierna bajo ella.
—Así que, cariño, ¿de qué va todo eso de los conductores idiotas?
Debería haber sabido que esto vendría. Rascándome la cabeza, le
ofrezco una sonrisa avergonzada.
—Eh, sí, sobre eso. Me enojo un poquito cuando conduzco.
—Te enojas un poquito cuando conduces. Con nuestra hija en el auto.
—Ni siquiera lo pregunta: lo establece, frunciendo el ceño. Esto no es bueno.
—Son casos aislados donde grito un poco. Cuando el tráfico es malo y
la gente conduce como estúpida.
Su hermosa cabeza se inclina mientras me observa con esos ojos de
agua traslucida que tiene. Me siento como si tuviera ocho años y acabase de
robar las galletas que me dijo que no tocara.
—Gritas un poco. ¿Asumo que es en esas ocasiones en que llamas
idiotas a los conductores?
Jesús. Me siento como un pedazo de mierda. Tiene una forma de
hacerme sentir así. A veces con tan solo mirarme. La manera en que sus ojos
se arrugan en las esquinas, como si lanzara un gancho a mi alma.
—Lo siento. English no debería escuchar esas cosas.
—Beck, no es solo eso. Ella ve tu reacción y piensa que está bien
enfadarse con otros conductores.
—Bueno, a veces sí está bien.
—Sí, a veces. Pero no todo el tiempo.
—No lo hago todo el tiempo. —Está callada. Caigo de rodillas y pongo
la cabeza en su regazo—. Tienes una forma de hacerme sentir horrible.
—No quiero que te sientas así.
—Pero lo haces.
—Beck, mírame.
Cuando lo hago, todo lo que veo es amor. Entonces dice:
—Eres el mejor padre del mundo. Las cosas que haces, cómo eres y
actúas, y cómo English te responde; estoy tan orgullosa de ti que se me

301
aprieta el corazón de felicidad. No quiero hacerte sentir mal. Todo lo que
quiero es ayudarte a ser un mejor ejemplo para ella.
—Aunque sí crees que estoy haciendo un buen trabajo, ¿cierto?
Me honra con una de sus sonrisas brillantes, y sé que todo está bien.
—No, no lo estás haciendo bien. Lo estás haciendo genial. Esa niñita se
la pasa de maravillas todos los días a tu lado, tanto que brilla.
—Gracias, Cookie. Por apoyarme. Si no te lo he dicho, soy el hombre
más afortunado al tenerte en mi vida.

302
Capítulo 2
Beck
Traducido por Walezuca Segundo y Tori

C
omo el señor Morgan prometió, a Abby se le otorgaron las
visitas sin supervisión una vez por semana, e English, para
nuestra sorpresa, está bien con ellas. Ella viene a la casa a
recogerla, y se reúnen cuatro horas. La primera es horrible para Sheridan y
para mí. Paseamos por la casa todo el tiempo. Pero cuando English llega a
casa, sonriente e ilesa, casi nos derrumbamos del alivio.
Balbucea sobre lo que hicieron. Primero, fueron a una tienda de arte
donde Abby le compró cosas a English que necesitaría para dibujar y pintar.
Luego, regresaron a su casa y Abby colocó sus cosas en una habitación para
que pudiera dibujar. Abby vio cómo English le hacía un dibujo de Boonior.
Comieron galletas y leche, y Abby la trajo a casa.
Sheridan me susurra:
—Suena inofensivo.
—Sí. —Exhalo un suspiro de alivio.
—No tiene un Boonior. Dejé mi foto allí para que pudiera mirarlo.
Curioso por su novio, le pregunté:
—¿Había alguien más allí?
Los rizos del English se balancean hacia adelante y hacia atrás
mientras dice:
—No. Solo ella y yo. ¿Crees que puedo llevarme a Boonior conmigo
cuando vaya otra vez?
—Hmm, no estoy seguro. Tal vez en algún momento. —Deberíamos
haber comprado un Rottweiler para que English lo llevara como
guardaespaldas.
English rebota en su habitación para jugar, y Sheridan frunce el ceño.

303
—¿Qué pasa? —pregunto.
—Algo está mal. Puedo sentirlo, Beck.
Tomando sus manos en las mías, le digo:
—Tenemos que mirarlo de otra manera. No hay nada que podamos
hacer. Abby va a tener visitas, y no hay una maldita cosa que podamos hacer
al respecto.
—¿Y si contratamos a otro detective privado?
—Morgan dice que estos tipos son de primera clase. Tal vez no está
haciendo nada malo. Tal vez quería creer lo peor porque me quedé con
English yo solo, haciendo todo el trabajo sucio. Y ahora aparece queriendo
ser parte de su vida, como si todo estuviera bien. Tal vez la hice parecer un
monstruo, y realmente no lo es.
—No, no lo creo ni por un minuto. ¿Qué tipo de mujer va a la escuela
donde está su hija, y luego la atrae a la cerca cuando están en el patio de
recreo, diciéndoles cosas que asustan? Eso no es algo que hace una madre
cariñosa.
—Estaba desesperada.
—¿Quién eres y qué has hecho con mi marido?
Ahuecando sus hombros con mis manos, le digo:
—Cookie, quiero ensuciarla más que nada, pero lo han estado
intentando durante semanas y semanas. Si es mala, tiene que cometer un
error, y hasta ahora no lo ha hecho. Es muy difícil caminar por el buen
camino cuando estás torcido como el demonio. Pero ahora mismo, necesito
tu apoyo. English necesita tu apoyo. No puedes andar por aquí
constantemente actuando sospechosamente porque tarde o temprano,
English se dará cuenta de eso. —Apoya sus manos en mis brazos y me
aprieta—. ¿Puedo contar contigo? ¿Somos un equipo? —pregunto.
—Sí. No más hablar mal de ella.
La semana siguiente, se supone que tengo que ir a Nuevo México para
una sesión fotográfica, pero decido posponerla. Con todo lo que está
sucediendo, las vacaciones de primavera a la vuelta de la esquina, me
replanteo mi agenda y tomo algunas fotos locales. Hay varias firmas de
arquitectura que han estado tratando de ponerme en sus libros, así que hago
que suceda la semana siguiente con una de ellas. Una de las fotos es al
atardecer, por lo que los dorados rayos del sol golpean la pared de cristal de
uno de sus preciados edificios. Está inclinado con picos en la cima y tiene

304
una fuente de agua, ya que se supone que representa un arroyo que cae por
la ladera de una montaña. El edificio es la sede de una de esas empresas de
agua embotellada de lujo, por lo que el muro es una gran representación. Es
extraordinario cuando lo miras de lejos. Como fotógrafo, mi reto será
acercarme a él y seguir sintiendo la mirada lejana. El sol poniente agregará
otro elemento, con las diferentes tonalidades de oro golpeando el vidrio,
creando el efecto prisma. Algunas cosas simplemente no se pueden recrear
con Photoshop.
En cuanto termino, hago las maletas y me dirijo a mi auto. Mi teléfono
vibra y lo tomo.
—Hola. —Es Sheridan—. Estoy terminando.
—No vengas a casa. El señor Morgan llamó y quiere que te pases por
aquí.
—¿Dijo por qué?
Suspira en el teléfono, y silba en mi oído.
—No, nunca me dice nada. Creo que me odia.
—No, no lo hace. Pero no pasa nada. Pararé de camino a casa
entonces. —Una premonición ominosa me sacude los huesos, pero no se lo
digo a Sheridan.
Son las siete cuando llego a su oficina. La recepcionista ya se ha ido, y
también su administrador. Se encuentra conmigo en la puerta.
—Malas noticias, me temo.
—¿Qué?
—Parece que a la señora LaMont se le han concedido sus visitas
nocturnas.
—¿Qué? ¿Cuándo ocurrió esto y por qué no estuve presente en esa
audiencia? —Esto se arrastra por mi trasero. Todo sobre este caso se me
arrastra por mi trasero—. Pensé que como soy el padre en esta batalla por la
custodia, al menos debería ser notificado de estas audiencias. ¿Qué carajo,
Morgan?
—Cálmese, señor Bridges.
—No hay calma. Mi calma ha abandonado el edificio. Esto es
completamente inaceptable y fuera de lo común. ¿Cuántas audiencias de
custodia tiene donde el padre, que tiene la custodia total, no se entera de
ello?

305
Se queda sin aliento.
—No nos notificaron de esto hasta esta tarde, justo cuando llamé a su
esposa. Y no fue una audiencia real. Solo fue algo que le envió su abogado. Es
lo que él cree que va a pasar basado en todos los informes. Tanto usted como
yo conocemos el favoritismo de la jueza Clarion hacia las mujeres. Lo siento,
pero es verdad.
—¿Esto es normal? ¿Que un juez sea tan descaradamente parcial?
—Oh, tengo historias para usted, pero estoy seguro que la jueza
Clarion tendrá alguna respuesta legal sobre por qué se inclina así. Estoy
seguro que se trata del vínculo madre-hija y todo eso. Lo que está bien, bajo
circunstancias normales. Pero por ahora, todo lo que sabemos es que
probablemente no hay razón para impedir que la madre biológica pase la
noche con su hija. —Lo lee de una carta de su computadora, aparentemente
del abogado de Abby, antes de mirarme a los ojos.
Tenemos un concurso de miradas antes de que le lance la pregunta.
—Solo te lo pregunto por la confidencialidad abogado-cliente, pero
¿necesito llevar a English a Canadá?
—Le aconsejo encarecidamente que no lo haga. Se emitiría una Alerta
Amber, y nunca podrías regresar a este país.
—Después de la forma en que los tribunales me han tratado, no estoy
seguro que eso sea algo malo.
—Señor Bridges, tal vez no para usted, pero ¿qué hay de English? ¿Y
su esposa? ¿Cómo los apoyaría?
Tiene razón. No sería lo correcto por hacer. El dinero no sería un
problema, pero no querría que English y Sheridan se queden en un solo país.
—¿Alguna vez recibió su plan de paternidad? Se suponía que ella
debía presentar uno a la corte. Me gustaría una copia de eso. Si ella se queda
a English por la noche, me gustaría ver qué ocurrirá en esas horas. A qué
tipo de ambiente estará expuesta mi hija. Lo que planea hacer. Y quiero
saber quién va a estar presente. ¿Estará allí su novio? ¿Incluso le gustan los
niños? ¿Hicieron una visita domiciliaria con él presente?
—Muchas preguntas para ella, ya veo.
—Pero no hay respuestas para mí.
—Intentaré dar lo mejor de mí. Pero no puedo darte ninguna garantía.
—¿Cuándo es la audiencia real?

306
—Probablemente en algún momento de la semana que viene.
Mi mano agarra un pedazo de mi cabello.
—No es simplemente perfecto. Tenemos planes para ir a Anguila. Mis
padres llevarán a English a las montañas.
—Cancélalos— dice Morgan—. A la juez Clarion le importarán un
bledo tus vacaciones.
—Esto es todo tipo de jodido que posiblemente pueda ser.
—Bienvenido a la guerra de los ex, señor Bridges. Este es mi mundo, y
trato con esta mierda todo el tiempo. Lamento que tu suerte se esté
acabando para ganarte a Clarion. Ella es la peor jueza en el banco en cuanto
a los casos de custodia.
—Genial. Justo lo que necesito.
Conduciendo a casa, presiono el acelerador y pienso en cómo le diré a
Sheridan. Furiosa no se acerca a cómo se va a sentir. Me siento como un
adolescente que acaba de ser suspendido de la escuela secundaria y tiene
que decírselo a sus padres.
Ella está esperando cuando entro por la puerta, pero no podemos
hablar de eso porque English está aquí. Mi indulto es efímero cuando ella le
pide a English que vaya a su habitación para terminar su tarea.
—Prácticamente ha ganado. Las visitas nocturnas parecen algo
seguro. Pero la peor noticia es, tenemos que cancelar nuestro viaje. Parece
que vamos a ir a la corte la próxima semana.
La reacción que esperaba no ocurre. En cambio, ella pone sus brazos
alrededor de mí y solo dice que lo siente.
—El viaje no es la peor noticia. Siempre podremos ir a Anguila.
Levantando su barbilla con mi dedo, le pregunto:
—¿Qué es esto? Estaba esperando un arrebato de ira.
—Eso es lo que quiero hacer, pero somos un equipo, ¿recuerdas?
Cuando te hice esa promesa, no la hice por un día. La hice para siempre. No
significa que me guste, pero mantengo mi palabra.
Pasando mis dedos por su cabello, inclino su cabeza y la beso. A
medida que avanzamos, English corre en la habitación y grita:
—Los estoy viendo. Mamá y papá se están besando. —Ahí va nuestro
pequeño momento.

307
A pesar de que cancelamos nuestro viaje, mamá y papá todavía llevan
a English a las montañas con Boonior. Realmente no hay razón por la que no
deban ir. En realidad, es mejor para nosotros porque cuando obtengamos las
terribles noticias, no tenemos que actuar felices al respecto. Tenemos
tiempo para prepararnos y contarle a English después de que llegue a casa.
La fecha de citación es una broma. No sé por qué incluso estamos
presentes. Sheridan está tan tensa, que se necesita todo lo que hay en ella
para no levantarse y gritar en el circo que ambos presenciamos. El abogado
de Abby la describe como esa mujer pobre que no podía permitirse cuidar a
su bebé y se vio obligada a dejar al niño con el padre, del que ella no sabía
nada. Rezó todas las noches que su bebé estuviera en buenas manos y lloró
hasta quedarse dormida durante años. Cuando Morgan intenta interponer
que, en todos esos años, ni una sola vez intentó ponerse en contacto
conmigo, esa perra de jueza lo ignora. Cuando Morgan menciona el historial
de Abby de abuso repetido de drogas y rehabilitación fallida, Clarion le
señala con el dedo y le dice que nunca vuelva a mencionarlo. Abby ha sido
rehabilitada y ha demostrado ser un miembro funcional de la sociedad. Todo
lo que Morgan intenta hacer fracasa, y cae como un avión en llamas,
estrellándose en su último intento de salvarnos. Es la “vista judicial” más
ridícula que jamás haya podido imaginar. De hecho, mi imaginación no es
tan creativa. Debe haber un libro escrito sobre esta jueza y su flagrante
incompetencia y favoritismo hacia las mujeres. No es que no crea que las
mujeres merecen lo que es legítimamente suyo, pero en este caso, somos
completamente ignorados. Salgo de la sala del tribunal completamente
aletargado.
Morgan nos hace a un lado y dice:
—No me detendré aquí. Se ha convertido en el principio para mí,
señor Bridges. Clarion está equivocada, y se supone que esta corte tiene que
ver con lo correcto. —Sus ojos están llenos de furia cuando nos deja allí de
pie.
Sheridan y yo caminamos hacia el auto, tomados de la mano, y un
manto de silencio casi sofocante nos cubre. Pero no hay nada que ninguno
de nosotros pueda decir que lo mejore.
—Me siento drogada. No, es más como si me hubieran golpeado en la
cabeza —dice Sheridan, mientras mira por la ventana.
—Estoy de acuerdo. Mi cabeza está martilleando.
Mientras navego por el tráfico, mi estómago se retuerce de dolor.
Espero poder llegar a casa antes de enfermarme. No tengo tanta suerte.
Salimos, sin embargo, de la autopista antes de que tenga que parar el auto.
308
Mientras salgo del vehículo, mis entrañas en llamas, Sheridan grita mi
nombre en alarma. No puedo responder. Cuando viene en mi ayuda, estoy en
mis manos y rodillas, y ella es el ángel que siempre supe que era, cariñosa y
considerada, mientras me murmura cosas tranquilizadoras. Finalmente, me
siento sobre mis talones, y ella me pasa unos pañuelos para que pueda
limpiarme el rostro y la boca. Esto es tan humillante. Soy el que se supone
que es fuerte, pero aquí ella me está cuidando.
—Lo siento por eso —digo en un suspiro tembloroso.
—¿Por qué? Estás molesto por English. No tienes por qué disculparte.
Mi debilidad pasa y me pongo de pie, aunque todavía me siento como
una mierda. Ella me toma del brazo y me dice:
—Déjame ayudarte. —Su enfoque sensato me lleva al auto y me guía
hacia el lado del pasajero. No tiene sentido discutir. Estoy demasiado fuera
de esto como para conducir. Mi cabeza descansa contra la ventana, y miro su
perfil mientras conduce. Se alisó el cabello hoy, pero me encanta cuando es
un lío enredado. Me recuerda cuando acabamos de hacer el amor. Me
detengo en eso, porque es gracioso como solía pensar en ello como follar, y
aunque eso es lo que hacemos, y maldita sea, si no lo hacemos bien, pero no
es algo carente de emoción cada vez que me meto dentro de ella. Sus fosas
nasales se abren de vez en cuando, especialmente cuando un conductor se
desvía delante de ella, pero no pronuncia una palabra. Me encanta su nariz,
desde su linda y pequeña punta hasta el puente donde a veces recibe una
marca por usar sus gafas. Se muerde el labio por un segundo, ya que
probablemente está pensando en algo. Sin duda, English. La larga columna
de su cuello pálido le suplica a mi boca que la chupe y la mordisquee,
maldita sea, ya tengo una erección. Si no me detengo, tendré una erección
completa, y ella pensará que soy un imbécil despreocupado si llegamos a
casa y empiezo a arrancarle la ropa.
—¿Estás bien? — pregunta.
—Ajá.
—Ese suspiro que dejaste salir ahora me tenía preocupada.
—No, bebé, estoy bien. Gracias por cuidarme. ¿Cookie?
—¿Sí?
—Te amo con locura. —Le cubro el muslo con la mano.
Sus ojos se mueven hacia mí por un breve momento y luego regresan
a la carretera. Su suave boca se curva un poco hacia arriba.

309
—Yo también te amo, Beck.

310
Capítulo 3
Beck
Traducido por Anabel-Vp y Naomi Mora

S
heridan desaparece en cuanto llegamos a casa, y yo me tumbo
en el sofá, demasiado enfermo y cabreado por lo ocurrido. Algo
dentro de mí se rompió cuando esa jueza chiflada se negó a
escuchar a Morgan y dictó sentencia. La idea de que mi hija pase la noche en
un lugar inseguro me resulta tan aborrecible que mi cerebro está como loco,
tratando de asimilarlo.
No estoy seguro de cuánto tiempo he estado aquí, agonizando obre
esto, cuando Sheridan entra corriendo en la habitación.
—Beck, puede que tenga una idea, pero quiero que me des tu opinión.
—Hummm. —Mi antebrazo cubre mis ojos, pero el punzante dolor
que me está destrozando la cabeza no desaparece.
—Mira.
—Cariño, ¿podemos dejarlo para más tarde? Me duele la cabeza.
Ella no responde, así que asumo que se ha ido. Pero unos minutos
después, está de vuelta.
—Toma. —Ella me pincha en el brazo con su dedo.
Miro por debajo de mi manga, y ella tiene extendida su mano,
ahuecada, hacia mí.
—¿Qué es?
—Un ibuprofeno. Tómatelo.
Lo que sea que quiera debe ser importante, así que me tomo las
pastillas, y me bebo el vaso de agua que me ofrece. Caen en mi estómago
como una bola de plomo.
—Ugh.

311
—¿Así de mal?
—Sí —gimo.
Ella se sienta a mi lado, y pone su fría mano en mi frente,
masajeándola ligeramente.
—Tal vez lo que tengo que enseñarte te ayude.
—¿Puedes contarme lo que es, en lugar de mostrármelo?
—De acuerdoooo —arrastra la voz, como si realmente no quisiese
hacerlo, pero lo hará, porque estoy enfermo—. Sabes sobre esta jueza,
¿Clarion? Aparentemente hay un grupo de Facebook de personas que han
tenido experiencias similares a la nuestra.
—¿De verdad? Pero, ¿cómo nos va a ayudar eso?
—Bueno, no lo hace, pero pensé que era interesante. Tiene una
reputación terrible. Este grupo está tratando de que la inhabiliten, debido a
sus decisiones injustas. No tengo muy claro cómo funciona esto, pero el
grupo tiene más de cuatrocientos miembros. Y no todos son hombre. Según
algunas de las cosas que he leído, sus decisiones son parciales, y un par de
ellas terminaron con daños en los niños involucrados. Es realmente malo,
Beck.
—Sheridan, eso no me hace sentir mejor. —De hecho, mi medidor de
ansiedad se ha disparado.
—Mierda. Esa no es mi intención. Lo que quiero hacer es
involucrarme en esto, e intentar hacer algo al respecto. Alguien como Clarion
no debería tener ese tipo de poder.
—Bueno, pero eso no nos ayuda ahora mismo.
Ella se inclina, y presiona sus labios contra los míos.
—Lo sé. Pero hay algo más. Dos de los padres del grupo hicieron que
sus hijos llevaran bichos.
—¿Bichos?
—Sí, ya sabes, dispositivos de escucha. Como los que usan en las
películas.
—Entonces, ¿quieres que English lleve un micro? Eso es una locura.
Ella agita su mano, como si estuviese espantando a una mosca.
—No. Lo que tenemos que hacer es que esos investigadores privados
los pongan en su maleta, y tal vez en su mochila. Puede que un par en su

312
chaqueta, o en sus zapatos. Cosas que ella dejaría tiradas por la casa. Ya
sabes, como hace aquí. Un peluche, o algo así.
—No sé, Cookie. ¿Y si los descubren?
—Vamos, Beck. Son cosas pequeñas. Son sofisticados y caros. Podrían
hablar de cosas que Abby y su novio no dirían con English presente. Y no
olvides que ella tiene un teléfono, en caso de emergencia.
—El precio no es, ni ha sido nunca un problema. Ya lo sabes.
—Esto podría funcionar. Sé que podría.
Ella podría tener razón. Me rasco la barbilla, mientras lo pienso.
—¿Y qué? ¿Los detectives tendrían que quedarse fuera de la casa?
Ella está pegada a mí, así que me deslizo en el sofá, dejándole un poco
más de espacio.
—Eso es lo mejor. No tienen que hacerlo. Un hombre dijo que compró
cámaras que parecían animales de peluche. Así que no había necesidad de
autos sospechosos en la calle, ni nada parecido. Los investigadores privados
podrían darnos más información. Otro hombre dijo que compró dispositivos
de grabación que parecían monedas, y los pegó en todas partes.
—Me pregunto qué tan admisibles serían esas pruebas en la corte.
—No mucho. Pero el hombre dijo que le enseñó las grabaciones a su
ex, y que la amenazó con denunciarla a servicios de protección al menor si
no renunciaba a la custodia. Él otro hizo lo mismo, y ambos tuvieron éxito.
—Si tuviésemos una grabación, y tuviese que ver con drogas, podríamos
amenazarla con llamar a la policía.
—Necesitamos hablar con Morgan sobre esto. No quiero precipitarme,
y empeorar las cosas. Pero, Cookie, por primera vez, siento algo de
esperanza. —La atraigo a mi pecho, y la abrazo—. ¿Qué haría sin ti?
—Oh, no sé. Deambular como un alma perdida y sin rumbo, supongo.
Ella lo dice en broma, pero es la pura verdad.
Llamo a Morgan por la mañana, y le digo lo que hemos encontrado. Él
es cauteloso sobre el tema. Le preocupa que pueda ser contraproducente.
—¿Cómo?
Su explicación legal hace que me dé vueltas la cabeza, pero le hago
una pregunta simple:
—Si fuese tu hija, ¿lo harías?

313
—Diablos, sí, lo haría.
Eso es todo lo que necesitaba escuchar para decidir.
—Habla con el equipo de investigadores privados, y pon todo en
marcha.
—Señor Bridges, como su abogado, preferiría mantenerme fuera de
esto. Creo que es mejor si se contacta usted directamente con ellos.
—Bien. Y gracias.
Esa noche, me reúno con el equipo de investigadores privados.
Sheridan se queda con English, y yo pongo como excusa una sesión de fotos.
Odio mentir, pero a veces, hay que hacerlo. Cuando vuelvo a casa, llevo
regalos para English, en la forma de un osito y un Snoopy. También tengo un
puñado de monedas. Los animales esconden, ingeniosamente, cámaras de
vídeo, los ojos ocultando las diminutas lentes. Al principio era escéptico,
pero me hicieron una demostración, y las cosas son irreales. Las monedas
tienen dispositivos de escucha insertados en su interior y, a menos que los
mire de cerca, no se notan. El plan es poner los peluches en su maleta, y
dejar caer un par de monedas en su mochila. Si colocamos un peluche en su
mochila, y, con suerte, lo deja en la sala de estar, es posible que grabe todo
tipo de cosas. English tiene tendencia a dejar sus cosas dispersas, lo que
podría ser una ventaja para nosotros. La única forma en que podrían
descubrirla es destripando uno de los peluches.
La próxima noche, le explicamos a English que ella pasará la noche
con Abby el próximo viernes.
—¿Por qué?
—Porque le gustas tanto que quiere tener una fiesta de pijamas
contigo. —Me pone casi enfermo decirlo, pero ¿qué más puedo decirle? ¿Que
la perra de su madre no soltará esta ridícula basura?
—Oh, pero realmente no quiero. —Salta a su habitación.
—¿Ahora qué digo?
—Oye, calabaza, ¿puedes volver aquí, por favor? —grita Sheridan
English regresa corriendo a la sala de estar y sube y baja como un palo
saltarín. Tiene un aro hula-hula en la mano.
—Cariño, ¿recuerdas cómo tu otra madre te compró cosas de arte y tú
le enseñaste a hacer un perro?
—Ajá —responde mientras salta.

314
—Bueno, le gustas tanto que quiere pasar más de un par de horas
contigo. ¿Y sabes qué? No la culpo porque quiero pasar mucho tiempo
contigo.
—Sí, pero, puedo ir allí y no tener una pijamada. ¿Puede tener una
pijamada aquí?
Sheridan es muy paciente. Quiero gritar y dar pisotones como un
idiota malcriado. No hacia English, sino hacia su mierda de cuasi-mamá.
—Entonces, así es como funciona. Ya que ella es tu otra madre,
realmente no quiere venir aquí. Quiere tenerte para ella misma. Y como nos
vemos todos los días, no es justo que tenga que venir aquí y compartirte con
nosotros. ¿Lo entiendes?
—¿Ella tiene películas?
—Podemos preguntar. Y si no lo tiene, puedes llevarte tu iPad.
Entonces podrás ver lo que quieras.
Sus pequeños hombros se levantan, y dice:
—Está bien. Solo una noche.
Cuando llega el viernes, empacamos sus cosas y la llevamos con Abby
a la hora especificada. Sus amigos de peluche están empacados en sus bolsas
con ella. Sheridan le ha dado instrucciones sobre cómo usar su teléfono y
hemos tomado todas las precauciones que se nos ocurren. Le echo un
vistazo furtivamente a ella por el espejo retrovisor, y mi corazón sigue
abriéndose de par en par. Cada una de mis costillas se está rompiendo
cuando lo que hay detrás de ellas se abre de golpe, dejando una herida
irregular, abierta y expuesta.
Respiro hondo, y Sheridan pone su mano en mi muslo y lo aprieta. La
tomo y la aferro, actuando como si fuera mi salvavidas. ¿Cómo diablos podré
dejar a English allí? Pensarlo me vuelve loco de preocupación.
Entramos en el camino de entrada, y Abby se acerca a la puerta. Me
volteo en el asiento y le digo:
—Pequeña, compórtate y te recogeremos por la mañana. Tienes tu
teléfono en caso de que necesites llamar. ¿Y sabes algo?
—¿Que papi?
—Te amo más que a las galletas con chispas de chocolate de mamá, y
quiero que la pases lo mejor posible. Tal vez dibuja otro retrato a tu otra
mamá.

315
—Está bien. —Se desabrocha el cinturón de seguridad y Sheridan sale
para ayudarla. Lo decidimos con anticipación porque temía perder los
estribos si la acompañaba a la puerta. Sheridan se arrodilla y le dice que sea
optimista y que llame para cualquier cosa si nos necesita. Luego le da un
abrazo grande y fuerte.
Caminan de la mano hacia el porche, y Abby saluda a English con una
sonrisa. Se da vuelta y saluda justo antes de entrar a la casa, y casi
enloquezco.
Ninguno de los dos pega un ojo en toda la noche. Pero, la mejor noticia
es que tampoco recibimos llamadas telefónicas. Por la mañana nos vestimos,
y a las nueve de la mañana manejamos para recoger a English. Corre hacia el
auto todas sonrisas.
Salgo y la agarro como si no la hubiera visto en un año.
—Oh, Dios, te extrañé, Pequeña.
—Yo también te extrañé.
Pero es fácil ver que yo soy el que la añoró más que ella. Niños. No
tiene idea de la confusión y el tormento que esto ha causado. Se sube al
asiento trasero y gorjea como un pájaro hasta su lugar favorito de
panqueques, contándonos la imagen que dibujó para su nueva madre.
Los ojos de Sheridan caen cuando ella dice eso. Yo también siento la
tristeza. ¿Es penoso de nosotros? Tal vez. Pero no puedo evitar pensar en
todo lo que hemos pasado por esto. Ella sigue sin prestar atención, hablando
y hablando de lo que hicieron la noche anterior.
Y luego deja caer la bomba.
—Pero no me gusta Ray. No es un buen hombre.
Haciendo mi mejor esfuerzo para actuar con indiferencia, le pregunto:
—¿Quién es Ray?
—Es el amigo de esa otra mamá. Su amigo hombre. Así es como ella lo
llama.
En una voz tranquila, Sheridan pregunta.
—¿Y cómo no es agradable?
—No lo sé. —Toma un bocado de sus panqueques de chispas de
chocolate y hace remolinos en la crema batida.
—¿No le gustó la imagen que dibujaste? —pregunta Sheridan.

316
Aun haciendo remolinos con su crema batida, dice:
—No sé. Esa otra mamá no se lo mostró. No es amable con ella. Me
dijo que fuera a mi habitación, y luego él le gritó sobre cosas. Vino a mi
habitación y yo estaba viendo a Elsa, a Anna y a Olaf.
Sheridan y yo nos miramos, y quiero profundizar más, pero Sheridan
niega con la cabeza. La dejo tomar la iniciativa. Tiene esa manera con
English, así que tal vez descubra algunas cosas sin sonar demasiado fisgona
al respecto.
—Entonces, ¿a Abby le gusta Frozen? —pregunta.
English se traga su bocado y dice:
—Um, no lo sé. No se quedó a mirar. Vino un rato, pero se fue porque
ese hombre Ray seguía gritándole.
—¿Oh? —Es todo lo que dice Sheridan.
—Sí, no creo que él estuviera bajo el arcoíris.
—No suena como eso. Así que cuéntame sobre tu habitación allí.
Su labio inferior cubre su parte superior.
—Es algo pequeño. Hay una pequeña cama y una ventana. Esa otra
mamá dijo que puedo poner mi ropa en el armario, pero ¿por qué querría
hacer eso?
—¿Tal vez si llevas demasiada contigo?
Cambia los temas.
—Ellos no tenían juegos allí. Ni siquiera tenían una pelota. Esa otra
mamá dijo que me conseguiría una para la próxima vez.
Finalmente consigo las agallas para hacer una pregunta:
—Entonces, ¿qué has cenado?
—Dedos de pollo y papas fritas. Le dije que no te gustaba que yo
comiera ese tipo de cosas, pero esa otra mamá dijo que estaba bien cuando
estaba en su casa.
Puedo escuchar a English regañándola por la terrible elección de
comida. Me repongo antes de que se me escape una risa.
—¿Qué más comiste?
—Caramelos. M&M. Me gustaron esos. Y tenía papas fritas.

317
—Hmm. Muy nutritivo. ¿Tuviste dolor de barriga después de comer
toda esa basura?
—Solo un poco, pero tenía miedo de decírselo a la otra mamá porque
no quería que el amigo hombre le gritara.
Choco su puño y digo:
—Eso fue muy considerado de tu parte, Pequeñuela. —Mi corazón se
expande al tamaño de una maldita casa cuando dice eso. Sheridan la mira y
sonríe, y está claro que está pensando lo mismo.
—English, eso fue muy amable de tu parte. No mucha gente pensaría
en hacer algo así. ¿Te he dicho cuánto te quiero?
La sonrisa de English es respuesta suficiente. Su mirada está llena de
felicidad, y le agradezco a Dios que todo salió bien anoche.
Tan pronto como llegamos a casa, hago una llamada a los
investigadores privados. Es hora de ver lo que realmente sucedió detrás
escenas en la casa de LaMont.

318
Capítulo 4
Beck
Traducido por Doncella de Lorde

—S
eñor Bridges, él le gritó mucho acerca del dinero y la
niña. Y acerca de cuánto tiempo pasará antes de que
su vaca lechera rindiera sus frutos. —El detective
privado me está dando cuentas sobre lo que sucedió durante la estadía
nocturna de English.
La cabeza se me parte en dos.
—Entonces, ¿tenemos confirmación de que lo único que desean es
dinero?
—Sí, pero no sabemos para qué. Podría ser únicamente para comprar
tonterías, lo cual no es ilegal.
Le transmito la forma en que English dijo que Ray había sido malo con
Abby.
—Oh, definitivamente hay hostilidad ahí. No me sorprendería si
hubiese un caso de abuso también. Sin embargo, no sucedió esa noche.
—Entonces, ¿Qué es lo que sigue?
—Repetiremos esto cuando ella regrese por otra visita nocturna.
Ese pensamiento me pone enfermo. Esperaba seriamente que fuese
un asunto de una sola vez. Y se lo digo.
Se inclina hacia atrás y dice:
—Puedo decirle lo siguiente. En todos los años que llevo haciendo
este trabajo, y han sido cerca de veinticinco, nunca obtenemos lo que
necesitamos en una vista. Lo siento. Me gustaría decirle lo contrario, pero
déjeme agregar que este es un verdadero progreso.
Progreso. ¿Qué clase de maldito progreso es este, cuando tu hija
podría estar en peligro?

319
Sheridan y yo estamos nerviosos como el infierno. Ambos hemos
estado actuando con extremo cuidado desde entonces, y no sabemos qué
hacer al respecto. La siguiente visita de English se acerca este fin de semana,
y me enferma tener que decirle que debe ir. No quiere. Lo sé. Y si tengo que
obligarla, eso absolutamente me matará.
Milagrosamente, no opone resistencia. Coloca su ropa y sus cosas
dentro de su pequeña maleta y toma su iPad y algunos de sus libros en su
mochila. Somos cuidadosos de enviarla también junto a sus juguetes de
peluche especiales. La metemos al auto y llevamos donde Abby. Esta vez, la
acompaño hasta la puerta. Cuando la abrazo como despedida, es demasiado
difícil separarme de ella, pero lo hago. Y luego vamos a casa para nuestra
sesión de tortura. Cristo, esto apesta.
Estamos viendo televisión cuando mi teléfono suena. Es extraño que
alguien esté llamando tan tarde. Reviso el identificador de llamadas, y es
English.
Lo coloco en altavoz y contesto:
—¿Qué sucede, pequeña? —Intento ocultar la preocupación.
—Papi, tengo miedo.
—¿Por qué?
—El hombre malo está gritando, y esa otra mamá está llorando.
La tengo en altavoz, y los dedos de Sheridan toman mi brazo,
enterrándose en mi carne. Debería doler al menos un poco, pero no siento
nada, excepto el pánico explotando en mi pecho.
—¿Dónde estás? ¿En tu habitación?
—Sí, estoy escondida en el armario.
Me pongo de pie de un salto y tiro de mi cabello. No sé qué demonios
decirle. Sheridan agarra el teléfono.
—Cariño, soy yo. Escucha, ninja. ¿Recuerdas lo que hablamos? ¿Que, si
algún día llegaba un momento en el que no te sintieras segura, entonces
tendrías que permanecer al teléfono con tu papi o conmigo?
—Ajá.
—Ese momento es ahora, así que sigue hablando conmigo ¿de
acuerdo?
Sheridan me susurra que debo llamar a los detectives privados. Lo
hago desde su teléfono. Me dicen que están en camino hacia casa de Abby.

320
—Vamos en camino, cariño. Pero no digas nada. Solo quédate en el
armario.
Apenas estoy manteniendo el control, y no estoy seguro de cómo está
Sheridan. Cuando escuché la pequeña voz de English llegar a nosotros a
través del teléfono, asustada como el infierno, me aterrorizó. Sheridan me
empuja hacia el garaje, y corre hacia la cocina.
—¿Qué estás haciendo?
—No importa. Solo ve al auto —me susurra.
Me dirijo hacia allá, pero volteo a tiempo para verla tomar un cuchillo
de cocina. ¿Qué demonios está haciendo? No hay tiempo de hacerle
preguntas porque me dice que entre al auto.
Cuando llego al auto, voy hacia la puerta del conductor, pero dice:
—No, yo manejo.
No tiene sentido discutir. Apenas puedo sentarme en el auto en una
posición erguida. ¿Cómo diablos voy a poder manejar? Me muevo hacia el
otro lado y entro en el asiento del pasajero. El teléfono se transfiere al
Bluetooth, y Sheridan dice el nombre de English.
—Pequeñuela, estamos en camino, pero quédate en el armario hasta
que te diga lo contrario. Eres una ninja fuerte, así que sé que puedes con esto
¿verdad?
—Ajá. Estoy asustada. Ahora le están gritando a la otra mamá, y ella
está gritando en respuesta.
—¿Quién está ahí, cariño?
—No lo sé, otros hombres malos. —Su voz tiembla.
Digo:
—Estará bien, pequeña. Solo quédate donde estás. Hay personas
llegando para ayudar, pero queremos que permanezcas quieta. ¿Entiendes?
—Sí.
—Ya no estamos muy lejos. Deberíamos estar ahí en unos minutos. —
La tranquilizo.
Lo juro, es el viaje más largo que puedo recordar, y parece que nos
encontramos con cada una de las luces rojas en la ciudad. Pero finalmente
llegamos al vecindario de Abby, y luego a su calle, no quiero estacionar justo

321
en frente para no alertar a alguien dentro de la casa. Llamo a los detectives
para saber dónde están.
Sheridan tranquiliza a English.
—Oye, linda, escúchame. Estamos aquí, pero debes quedarte quieta
por un par de minutos más. Estamos esperando la otra ayuda para ver qué
debemos hacer ahora. ¿Está bien?
—Quiero que vengan por mí. —Ahora está llorando, y me toma todo
lo que tengo no saltar fuera del auto y echar abajo su puerta.
Sheridan dice:
—Lo sé, cariño. Lo sé. Pero te lo prometo, estaremos ahí en un minuto
o dos.
Salgo del auto, y Sheridan salta fuera también. Cuando lo hace, agarra
el cuchillo. Mientras hablo con uno de los detectives, me estoy enfureciendo
de que les esté tomando tanto tiempo llegar. Entonces, por el rabillo del ojo,
veo a Sheridan salir corriendo. No puedo dejarla ir por su cuenta, así que la
sigo. Cuando la alcanzo, está cerca de la casa.
—¿Qué estás haciendo? Podrías hacer que nos atrapen —medio
susurro-medio grito.
—No, la voy a sacar de aquí. Vamos. —Se detiene y dice en el
teléfono—: Escucha, cariño. ¿Sabes cómo te enseñé dónde está la linterna de
tu celular?
Escucho a English responder:
—Ajá.
—Necesito que seas una ninja fuerte solo por un poco más. ¿Hay
alguna luz encendida en tu habitación?
—Solo una junto a la cama. —Puedo escucharla sollozando, y es cómo
un cuchillo en mi corazón. Es algo bueno que no tengo un arma, porque si la
tuviera, habría una casa llena de cadáveres justo ahora.
Sheridan le dice:
—Esto es lo que necesito que hagas. Cuando te lo diga, quiero que
salgas, apagues esa luz y luego te pares junto a la ventana y enciendas tu
linterna a través de ella. Esto me dirá cuál ventana es la tuya. ¿Puedes hacer
eso por mí?
—Eso creo —dice English con su pequeña voz temblando.

322
—Eso es un buen ninja. Sé que puedes porque eres fuerte. —Sheridan
me mira y echa a correr de nuevo hacia la casa. La sigo. Cuando llega cerca,
le dice a English que se mueva—. Ve. Apaga la luz ahora y enciende tu
linterna en la ventana. Si puedes, quiero que trates de abrir tu ventana. Si no
la alcanzas, encuentra una silla para pararte. ¿De acuerdo? ¿Puedes hacer
eso? —Habla mientras corremos, así que sus palabras salen en un jadeo.
—Sí, la ventana está sobre mi cama.
—Buena chica. Párate en la cama y abre la ventana. ¿Puedes hacerlo,
linda?
—No lo sé.
—¿Por qué no?
—Tengo miedo de salir del armario.
Maldita sea, mierda, maldición.
Sheridan se pone severa con ella.
—Está bien, ninja, es hora de volverse dura. Necesitamos saber dónde
estás, y no podemos sacarte a menos que salgas de tu armario y enciendas la
linterna en la ventana. Hazlo ahora, English. A la cuenta de tres. Uno. Dos.
Tres.
Escuchamos un crujido y luego algo de movimiento.
—¿Apagaste la luz de tu habitación?
—Ajá —susurra.
—De acuerdo, super ninja, ahora enciende tu linterna en la ventana
para que podamos ver en qué habitación estás. —Gracias a Dios Abby vive
en una casa pequeña de una sola planta.
Llegamos a la ventana, y digo en el teléfono:
—Super ninja, ¿puedes abrir la ventana?
No responde, pero escuchamos deslizarse y abrirse la ventana
chirriante. Se asoma su pequeño rostro bañado en lágrimas.
—Espera un segundo. —Sheridan saca el cuchillo y corta a través de la
pantalla—. Beck, sácala de ahí.
Alzándome, la levanto justo a través de la ventana, y solloza mientras
corremos de regreso al auto. Ahí es cuando finalmente llagan los detectives
privados, con la policía pisándoles los talones.

323
Estoy tan enojado, que quiero golpear a cualquiera que se me acerque.
—¿Qué demonios les llevó tanto tiempo?
—Tuvimos que convencer a la policía de que ella estaba en peligro. —
Me tapo la cara con la mano —. Pero los videos deberían hacerlo una vez que
les echemos un vistazo.
La policía espera por una orden de registro, aunque en este caso,
consideran que las circunstancias exigen extraer a English. Cuando obtienen
las pertenencias de English, las grabaciones proveen suficiente información
para anular cualquier posibilidad de que Abby obtenga la custodia.
—Al parecer, le debían dinero de drogas al traficante, y estaban
tratando de armar un plan para establecer un laboratorio de
metanfetaminas para pagarlo. Creemos que la querían —explica el detective
privado mientras apunta su dedo hacia English—, para extorsionarles por
dinero, ya sea para pagar la deuda o fundar el laboratorio. De cualquier
forma, no creemos que vaya a volver aquí. Parece que alguien incluso podría
conseguir algún tiempo en prisión. Y usted puede obtener mucho provecho
de eso. Por no mencionar el peligro para los niños.
—Eso es debatible con la jueza Clarion —digo amargamente:
—Oh, no lo creo, especialmente después de lo que sucedió aquí. —El
detective está convencido de que los policías saldrán con todo mundo
esposado, incluyendo Abby. Cuando encuentren metanfetaminas y heroína
dentro de la casa, será otro clavo en al ataúd de su custodia.
English se aferra a mí como una manta húmeda, tomo su mano y digo:
—Oye, estuviste completamente asombrosa ahí dentro. Estoy
hablando de una verdadera súper ninja. Del tipo que obtiene una medalla,
pequeñuela. Fuiste toda clase de valiente. Espero que sepas eso.
Su labio inferior tiembla, y está haciendo su mejor esfuerzo para no
llorar.
Sheridan interviene y dice:
—¿Quieres saber algo? Incluso los ninjas más valientes y fuertes
también lloran a veces porque sienten miedo. ¿Y quieres saber algo más? Eso
está bien. Solo significa que eres incluso más especial que nunca.
Extiende sus brazos a Sheridan que me la aparta de mí. Se sientan
juntas en el suelo mientras English llora sus miedos entre lágrimas.
Eventualmente se tranquilizan, y pone su cabeza en el pecho de Sheridan,
abrazándola como si nunca quisiera dejarla ir.

324
—Gracias por salvarme, mami. ¿Podemos ir a casa y ver El Rey León?
—Claro, pero ¿por qué no Frozen?
—La estaba viendo cuando los hombres malos llegaron, y en El Rey
León, Simba tenía hombres malos como yo tuve. Quiero ver a Simba ganar.
Así como yo gané.
Esa es una analogía jodidamente buena para una niña tan pequeña.
Sheridan dice:
—Seguro. Será El Rey León. Con muchas palomitas en la cama grande.
¿Qué tal eso?
—Bien.
—¿Qué tal si nos vamos de aquí? —pregunto. Extiendo mi mano y
Sheridan la toma, pero me doy cuenta que ahora existe mucho más
significado en ella tomando mi mano. Es un paso totalmente nuevo para
nosotros como familia. Es un nuevo comienzo para una vida completamente
nueva.

325
Capítulo 5
Beck
Traducido por Leah Hunter

—D
éjame ayudarte. —Agarro la botella de champú y
exprimo un poco, aplicando una capa en el cabello
de mi esposa. El agua de la ducha enjuaga la
espuma con delicadeza mientras la observo deslizarse por su piel
bronceada—. No te tomaba como una fan de las duchas al aire libre —
bromeo.
—Y tenías razón. Es privado. Y me encanta. —Se voltea en mis brazos
y me besa—. De hecho, desearía que tuviéramos una en casa.
—Mmh. Tendré que pensarlo.
—Beck, tenemos que mudarnos. Nuestro patio no es lo
suficientemente privado.
—Está bien. No me opongo a mudarnos. Tú, desnuda en el patio, es
una idea bastante tentadora.
Me pasa las manos por el cuerpo húmedo y dice:
—Tú tampoco estás tan mal. Y pensar que solía odiarte.
—Asúmelo. Nunca me odiaste. Solo creías hacerlo.
Se levanta de puntillas y dice contra mi boca:
—Ahí es donde te equivocas. Eras el idiota más arrogante que conocía.
Pero, oye, míranos ahora. Desnudos en una ducha al aire libre en una playa
del Caribe. ¿Qué más podría pedir?
—Cuando lo pones así, no puedo molestarme porque me odiaras.
Su mano se desliza por mis abdominales, luego incluso más abajo,
hasta que la envuelve alrededor de mi polla, y no voy a mentir, tengo una
erección debido a tener a Sheridan desnuda, moviendo su mano enjabonada
de arriba hacia abajo por toda mi longitud.

326
—En lo absoluto. E incluso si te molestara, estoy lista para hacerte
cosas que harían que un hombre lívido se pusiera bastante contento.
Mis manos se trasladan hacia su trasero, y agarro una mejilla con cada
una.
—¿Es ese un hecho, señora Bridges?
—Un hecho bastante definitivo. —El agua se derrama sobre nosotros,
y cae de rodillas. La observo asombrado mientras sus labios perfectos
envuelven mi pene, y comienza a chuparme hasta que casi pierdo la cabeza y
tal vez incluso mi religión. Justo antes de correrme en su garganta
encantadora, la detengo y la pongo de pie.
—Así que, ¿estás lista?
—Siempre estoy lista.
—No para lo que piensas. —Le doy unos cuantos minutos para que
descifre lo que quiero.
Cuando el reconocimiento la llena, una sonrisa conocedora se
extiende por su rostro.
—Creo… creo que sí.
—¿Segura?
—Bueno, puedes ser mi Capitán Kirk.
—Oh, ¿así que seré el hombre que ha llegado donde ningún otro lo ha
hecho?
Deja escapar una risa sin aire.
—Sí.
Acercándola a la pared de mi pecho, le digo:
—Lamento ser el portador de estas noticias, cariño, pero seré el único
hombre que llegue donde ningún otro lo ha hecho.
Me golpea en el bíceps.
—Dah. Eso es obvio.
Apago la ducha y la llevo hacia la cama.
—Estamos mojados, Beck —protesta.
—Y estarás incluso más mojada en un minuto. —La empujo de
espaldas y me hundo entre sus piernas para mi festín de la tarde. No la he

327
tenido desde esta mañana, y estoy un poquito hambriento. La llevo al punto
del orgasmo, y se queja cuando me detengo.
—Ya tendrás el tuyo. Dame un segundo. —Agarro la botella de
lubricante que guardé en la mesita de noche con la esperanza secreta de este
momento, junto con un condón. Luego la volteo, poniéndola de rodillas, y
deslizo un dedo en su interior. Está tan mojada que brilla.
—Tienes el trasero más hermoso. Sé que te lo he dicho en incontables
ocasiones, pero esta vista es espectacular.
—Detente y fóllame.
—Lo haré. Ten paciencia.
Removiendo los dedos de su coño, añado algo de lubricante y deslizo
uno en su abertura arrugada. Se retuerce un poco, y le pregunto si está bien.
—Sí, se siente algo raro, pero bien.
Mi otra mano trabaja su clítoris, pero todavía no quiero que se corra.
Quiero guardar eso para más tarde. Cuando la siento relajarse, deslizo el
dedo dentro y fuera, estirándola con gentileza. Se tensa contra mí, pero la
beso en la espalda baja, y pronto, se relaja de nuevo. Cuando está lo
suficientemente estirada, saco el dedo y meto la punta. Solo un poco. Se
tensa.
—Relájate. Presiónate contra mí un poco.
Lo hace, y me deslizo a través de su entrada.
—Oh, mierda, Cookie.
Jadea con fuerza.
—¿Estás bien?
—Se siente pesado. Lleno. No doloroso. Como una quemadura.
—Iré lento. Lo prometo. —Apenas y puedo hablar. Entro con lentitud,
y luego retrocedo, solo para volver a entrar. Toma un tiempo, y mucho más
control del que creí que necesitaría, y para cuando estoy completamente
dentro, el sudor se desliza por mi rostro debido al esfuerzo. Quiero salir y
volver a entrar de golpe, pero no puedo.
—Cookie, dime algo.
—Estoy bien.
—Voy a moverme ahora. Muy lento. Pero primero, quiero que te
recuestes sobre la cama, así puedo ponerme encima de ti.

328
Se deja caer, y la sigo. Deslizo una mano a su alrededor, ahuecando su
montículo. Luego, con suavidad, muevo la pelvis de adelante hacia atrás, al
principio saliendo y entrando solo un poco. Luego más y más hasta que
escucho sus gemidos de placer. Pero compruebo para estar seguro.
—¿Placer o dolor?
—Está bien.
—¿Y esto? —Añado un dedo en su clítoris, presionándolo y
masajeándolo en círculos.
Sus gemidos suben de volumen.
—Mierda. —Tiembla debajo de mí.
—¿Se siente bien?
—Sí. Bien.
La beso en el cuello y hombro y le pregunto qué tan cerca está.
—Cerca.
—¿Más rápido o así está bien? —Quiero asegurarme de que así es
como lo necesita. Pero, maldición, estoy a punto de correrme, con su trasero
apretado tensándose a mi alrededor. Entonces llego, y es raro porque siento
los músculos en su interior contrayéndose, y disparo como fuegos
artificiales en un maldito cuatro de julio.
—Jesús, Cookie, oh, Dios. —Creo que lo repito una y otra vez. La
escucho gemir sobre mi letanía, por lo que no soy el único. Cuando
terminamos, le digo que se quede quieta, me levanto y traigo una toalla para
limpiarla.
No mueve un músculo.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunta.
—¿Decirte qué? —Estoy confundido ante su pregunta.
—Que sería así de bueno. No creí que me gustaría.
—¿Eso significa que podemos hacerlo de nuevo?
—Si tuviera fuerza, me reiría. Tal vez no hoy, pero sí.
—Supongo que toda mi búsqueda al respecto sirvió de algo. —La
golpeo en el trasero con suavidad. Se ríe.
—Sí que ayudó.

329
—Pero, oye, me follé el trasero más caliente conocido por el hombre.
Me gano una de sus sonrisas de cierra la maldita boca. Por eso amo a
esta mujer. No me aguanta nada.

Por unas cuantas semanas después de la audiencia, Sheridan y yo nos


preocupamos de English, preguntándonos si mostrará algún signo de estrés
postraumático. Incluso hicimos que hablara con el psicólogo que había visto
antes, pero no emergió ningún signo o síntoma. Solo preguntó unas cuantas
veces respecto a la otra mamá, como la llamaba, y eso fue todo.
Al final, fuimos a la corte por última vez y terminamos con un juez
diferente. Esta vez nos tocó la jueza Wilton, y ella, sí, dictaminó a nuestro
favor, y recibimos la custodia completa. La jueza recomendó que Abby se
mantuviera lejos de English.
Sheridan y yo decidimos que, cuando Abby fuera liberada de prisión,
si quería ver a English, podría hacerlo en nuestra casa, con nosotros
presentes. Nunca fue mi meta mantenerla alejada de English. Lo que no me
gustó fue la forma engañosa y deshonesta en que lo hizo. Nunca quiso ver a
su hija más que por propósitos monetarios, algo que sospeché desde un
principio. Si realmente hubiera querido tener una relación con ella, con
motivos honestos, habría estado dispuesto a trabajar con ella.
El año escolar terminó, y es difícil creer que mi hija vaya a entrar a su
segundo grado. ¿A dónde se ha ido el tiempo? Así es como Sheridan y yo
terminamos en el Caribe, por las vacaciones que habíamos cancelado.

330
Epílogo
Beck
Traducido por Leah Hunter

S
olo nuestros amigos más cercanos están aquí, y no hay muchos.
He invitado a un par de colegas fotógrafos, mis padres tienen
unos cuantos amigos presentes, Sheridan tiene a Michelle y a
Oliver aquí, junto a algunos de sus compañeros del colegio, pero aparte de
eso, es una reunión pequeña.
Incluso después de que habláramos con mis padres, Sheridan todavía
cree que nuestra boda en Las Vegas fue especial, por lo que no quería una
renovación de votos. Ella y mamá lo hablaron y llegaron a un plan: una fiesta
de verano en la casa de mis padres. Pero algo en lo que Sheridan sí insistió, y
fue que el pastel fuera el mejor que pudiera encontrar. Dice que los pasteles
de bodas son lo mejor que existe, y que siempre quiso uno. Le dije que
bueno.
El pastel luce sencillo, pero sigue diciendo:
—Espera hasta que pruebes al maldito. —Mi esposa mal hablada.
Cómo es que alguien que luce tan dulce e inocente como ella puede tener
una boca así, nunca lo sabré. Pero no la cambiaría por el mundo.
Echando un vistazo a través de la terraza de mis padres, la veo
hablando con Michelle, que todavía sale con Oliver. ¿Quién sabe lo que
sucede entre esos dos? Michelle todavía se queja sobre no conocer a su
familia, y es raro, si me lo preguntan. Pero cuando estamos alrededor de
ellos, parecen tan felices como se puede estar. Me mantengo fuera del
asunto, y dejo que Sheridan se meta si así lo quiere.
Sheridan se ríe de algo que dice Michelle, y siento las esquinas de mi
boca levantándose en respuesta. English salta alrededor y corre hacia las dos
mujeres, chocando con Sheridan. Esta se agacha y abraza a English. English
lleva esa tiara demente y los lentes en forma de corazón, junto con un
vestido veraniego que le compró mamá. Cada vez que veo a Sheridan y a

331
English juntas, es difícil creer que no estén biológicamente relacionadas. En
serio se parecen demasiado.
El fotógrafo y camarógrafo, que son amigos míos, se acercan, y uno de
ellos dice:
—Qué expresión tan pensativa. Quédate quieto, Beck.
Odio que me saquen fotografías.
—Gracias. Sabes lo mucho que me encanta esto.
—Estarás feliz de aquí a un año más. Especialmente cuando esa
miniatura tuya se case. Entonces podrás mirar atrás y decir: ¿por qué no
usas esa tiara en tu boda?
Eso me arranca una carcajada.
—Sí, no puedo esperar para ese día.
Un mesero se acerca con una bandeja de aperitivos sabrosos, así que
tomo uno. Es un escalope envuelto en tocino, y está delicioso.
—Asegúrate de que mi esposa pruebe uno de estos. Son sus favoritos
—le digo al mesero. Se dirige en su dirección.
Papá se acerca y el fotógrafo dice:
—Espere. —Saca una serie de fotografías. Entonces dice—: Se parecen
demasiado.
Papá se ríe.
—Sí, parecemos gemelos.
—En tus sueños, viejo. —Lo golpeo en la espalda. Mi papá no es del
todo viejo. Tiene cuarenta y ocho, para ser exactos. Él y mamá solo eran unos
cuantos años más viejos que yo cuando tuve a English. Solo que ellos estaban
casados. Se escaparon cuando tenían veinte, para la sorpresa y horror de sus
padres. Dos familias sureñas adineradas y fue un absoluto desastre durante
un tiempo. No para ellos, para sus familias. Pero estaban tan felices que no
les importaba lo que pensara el resto. Querían estar juntos, y así fue.
Funcionó para ellos, y todavía lo hace. Se adoran, y espero que Sheridan y yo
todavía lo hagamos después de veintiocho años de matrimonio.
—Ocultándote, ya veo. —Es Oliver. Me ha atrapado.
—Sí, digamos que estoy observando.
—Diría que no te gusta ser el centro de atención.

332
—Y tendrías la razón. —Me rio—. No es lo mío. Se me da mejor la
fotografía, aunque las de las bodas son lo peor. Las evito tanto como puedo.
—¿Por qué? —pregunta.
—Es difícil complacer a todos. Es complicado usar mi creatividad y
darle a la pareja lo que quiere. Aparte, no es lo mío. Lo mío es el aire libre, la
naturaleza, o, por raro que suene, los edificios. Las cosas inanimadas.
—Ya veo.
Siento que estoy recibiendo demasiada atención, porque cuando
Oliver se va, algunos de los amigos de mis padres se acercan. Hablan
conmigo por un rato, y luego alguien más llega y ellos se van. Ahora estoy
acorralado y necesito un trago. Pero no hay que temer. Allí viene mi hermosa
esposa al rescate, y con ella trae una copa de mi bebida favorita.
Atrayéndola a mis brazos, no me preocupo por los espectadores. Beso
sus labios dulces, y no es solo un roce. Abro la boca y deslizo la lengua más
allá de sus labios, perdiéndome en su sabor meloso. Al principio, se tensa y
quiere apartarme, pero cuando se da cuenta que quiero que dure, su cuerpo
se relaja en mis brazos, y es mía para reclamarla. Sus manos encuentran su
lugar alrededor de mi cuello y sus dedos acarician mi cabello,
desordenándolo. No me importa; este beso vale cada mechón desaliñado. Le
haría lo mismo a ella si no tuviera uno de esos recogidos elegantes, como ella
los llama. Cuando finalmente nos apartamos, sus labios hinchados me
recuerdan a fresas maduras: mullidos, dulces y jugosos. Solo hacen que
quiera besarlos un rato más.
—Beck —dice en mi oído, vergüenza tiñendo su voz—. Las personas
están mirando.
—Espero que lo estén. Quiero darles algo de que hablar. Dejarles
saber lo enamorado que estoy de mi esposa.
Sus ojos se deslizan hacia abajo, y luego hacia arriba.
—Bueno, van a saber que eres un bastardo caliente. Eso es seguro.
Bajo la mirada y veo mi erección claramente visible en la parte
delantera de los pantalones.
—Sí, tal vez no usar ropa interior no fue buena idea con estos
pantalones. Son demasiado delgados.
—Pero, maldición, es sexy.
—¿Crees que podamos escaparnos unos minutos? —pregunto.

333
—No después de este espectáculo. Necesitamos esperar un poco.
Me encanta cómo piensa.
Luego de treinta minutos, atrapa mi mirada a través del patio, y le
guiño un ojo. Camina dentro y la sigo. La veo hacerme un gesto hacia las
escaleras. Hay un baño al que imagino que entra, y tengo razón. Cierro la
puerta rápidamente, pero pone una mano en mi pecho.
—¿Tienes condón? Así no ensucio el vestido.
—Oh, sí, lo pensé de antemano. —Hacer que mi esposa desfilara por la
recepción con mi semen deslizándose por sus piernas no sería para nada
genial.
—Súbetelo, cariño. —Se levanta el vestido apretado. La volteo e
inclino sobre la encimera—. Me encantaría enterrar el rostro en ese coño
tuyo, pero no tenemos tiempo, así que voy a meterte la polla en su lugar. —
Me pongo el condón tan rápido como puedo y extiendo sus mejillas—.
Maldición, luces ardiente así. —Me empujo en su interior, y suelta un gemido
bajo y lento.
—Más.
Me deslizo completamente fuera y la vuelvo a penetrar, duro y rápido.
Luego salgo lento, tan lento que se retuerce, y vuelvo a entrar con fuerza. Lo
repito varias veces, hasta que está rogando por correrse.
—¿Cuánto quieres correrte?
—Mucho.
—¿Demasiado?
—Sí.
Entro duro y rápido, y su coño estirado tiembla alrededor de mi polla,
obligándome a correrme con ella.
—Te amo, esposa. —Me salgo y la volteo.
—Te amo, esposo. ¿Crees que alguien nos extrañe?
—Probablemente. Es mejor que regresemos, pero espera. —Agarro
unos cuantos pañuelos y la limpio, luego boto el condón en el baño, tirando
la cadena y asegurándome de que desaparece—. ¿Lista?
—Sí —dice, sonriendo—. Qué buena recepción. —Ambos nos reímos.
—¿Cuándo comenzará el DJ?

334
—En cualquier momento. Vamos.
Cuando salimos, han servido más comida, y agarro una tarta de
macarrones. Necesito recordarle a Sheridan que coma, porque no la quiero
completamente borracha. Comemos y bailamos, y pronto, el encargado de
catering se acerca para que partamos el pastel.
Lo probamos primero, y Sheridan tiene razón. Es el mejor pastel de
bodas.
—Oh. Dios. Mío. Este está mejor que la muestra que probé —dice,
gimiendo mientras traga—. Un pastegasmo, en serio.
—Suenas como si te estuvieras corriendo.
—Bueno, no está tan bueno, pero para un pastel, está estupendo.
Hay una capa de vainilla, plátano y chocolate. Está deliciosa. English
está corriendo alrededor, sirviéndole pastel a todos, llamándolo pastel de
cumpleaños. Al final, se quita los lentes porque está demasiado oscuro para
ver.
—¿Puedo sacar a Boonior de su jaula? —quiere saber English.
—Pequeñuela, no creo que sea buena idea. ¿Ves lo feliz que está ahí?
Si lo dejamos salir, podría comerse algo que no debería, y entonces se
enfermaría. ¿O qué si se hace en el zapato de alguien?
—Iugh, eso no estaría bien, ¿cierto?
Boonior no se hace en los pies de las personas, pero un perro en una
fiesta elegante no sería apropiado. Parece satisfecha con eso, y se va en
busca de algo más que hacer.
Pronto, el DJ pide que la pareja especial salga y baile, así que Sheridan
y yo nos dirigimos a la pista de baile que trajeron, y comenzamos a
movernos con la música. ¿Y con qué estamos bailando? ¿Qué otra canción
que Let It Go de Frozen? Dejamos que English escogiera nuestra canción, y
como supusimos que haría, se acerca corriendo y se nos une. La levanto, y
los tres bailamos y cantamos. Es inevitable reírse de esta niña cuando canta
un tema. No hay persona en la fiesta que no deje de hacer lo que está
haciendo para escucharla.
Tan pronto como la canción termina, la siguiente que ha escogido,
Unforgettable, de su última película favorita, Buscando a Dory, comienza a
reproducirse. Sheridan y yo casi que no podemos mantener nuestros rostros
serios, porque trata de imitar los tonos sensuales de Sia y no puede

335
conseguirlo. Escaneo la multitud y veo los otros rostros con sonrisas
idénticas a las nuestras. Cuando la canción termina, English pregunta:
—¿Cómo lo hice?
—Estuviste increíble, pequeña —dice Sheridan. Entonces forma un
puño, y lo chocan.
Pero entonces English tira de mi brazo y pregunta:
—¿Estás listo, papá?
—Sí.
Se baja de mis brazos y lleva a Sheridan a un lado. La veo dándole
algún tipo de instructivo. Esto o va a ser divertido o un completo desastre.
Confío en que la niña se robe el espectáculo.
Corre de regreso junto a mí, y le damos la señal al DJ. Entonces English
hace sonar los dedos mientras What Makes You Beautiful de One Direction
comienza a sonar. English lo tiene todo coreografiado, y la verdad, me siento
bastante estúpido moviendo los brazos, haciendo corazones en el aire con
los dedos, y actuando todo femenino, pero la mirada en el rostro de Sheridan
vale cada humillación que estoy sufriendo. English luce mareada mientras
baila alrededor. Yo parezco un lunático, y lo sé porque Sheridan se está
cubriendo la boca, reclinada, y muriendo de la risa. Qué bueno que hubiera
tomado unos cuantos tragos antes de esto. Le agradezco a Dios cuando la
canción finalmente termina, e English choca los cinco conmigo. Luego
Sheridan se acerca corriendo, y nos abrazamos.
Cuando dejamos de reír lo suficiente como para respirar, Sheridan
susurra:
—Esta niña y su canto.
—Cookie, desearía que hubieras podido ver nuestros ensayos. No
puedo decirte la cantidad de veces que me regañó.
Suelta otra carcajada gigante, pero luego su expresión se pone seria.
—Piensa esto por un minuto, Beck. Si no fuera por el amor de English,
no estaría aquí.
—Gracias a Dios por esa niña hermosa.
De repente, un brindis por la pareja especial estalla a nuestro
alrededor, y copas son levantadas en nuestro honor. Observo la belleza de
mi esposa, que está todavía en mis brazos, y digo:

336
—Por mi hermosa esposa. Soy el hombre vivo con más suerte en el
mundo. —Mis labios tocan con suavidad los suyos ante una ronda de
aplausos.

FIN

337
Sobre la Autora
Un día, cuando regresaba a casa de su
trabajo como gerente de ventas, la escritora
de bestsellers del USA Today, A. M.
Hargrove, se dio cuenta que su vida
transcurría a un ritmo vertiginoso. Si no
hacía algo pronto, sería demasiado tarde para
escribir esa novela con la que había soñado
toda su vida. Pisó los frenos, tomó una
decisión loca y renunció a su trabajo. Luego
se reinventó a sí misma y escribió novelas
que mantuvieron a todo el mundo despierto
toda la noche.
Se ve a sí misma de la siguiente
manera: Lectora, escritora, amante del chocolate negro, adoradora de
helados, bebedora de café, aficionada al Grey Goose, y
#WalterElCachorroProblemático controla su vida. Si estás cerca de ella por
más de cinco minutos, pronto te darás cuenta que tiene tendencia a hablar
sin parar. Lo creas o no, todas las locas historias que cuenta también son
ciertas.
Conéctate con Annie aquí:
Newsletter: http://amhargrove.com/mailing-list/
Facebook: http://www.facebook.com/amhargroveauthor
Instagram: http://www.instagram/amhargroveauthor
Amazon: http://amazon.com/author/amhargrove
Bookbub: https://www.bookbub.com/authors/a-m-h...

338
Créditos
Moderación
Alison19
Arcy Briel
Doncella de Lorde

Traducción
Anabel-Vp Lyla
Arcy Briel Myr62
Brendy Eris Naomi Mora
Doncella de Lorde Smile.8
Kalired Tori
Lauuz Umiangel
Leah Hunter Walezuca Segundo

Corrección, recopilación y revisión


Indiehope

Diseño
Orwzayn

339
340

También podría gustarte