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HIPIAS.-Hemos convenido en esto, en efecto. tras discursos me cubren de insultos.

Vosotros decís, como acabas de


SÓCRATEs.-El placer causado por el oído y por la vista, pues, no hacerla tú, que las cuestiones en que me ocupo son absurdas, son mez-
puede ser 10 bello, puesto que esta hipótesis implica una imposibi- quinas, carecen de interés. Y cuando, iluminado por vuestros consejos,
lidad. digo como vosotros que lo mejor que puede hacer un hombre es po-
HIPIAS.-AsÍ es. nerse en condiciones de llevar a presencia de los jueces o en cualquier
SÓCRATEs.--<Namos--dirá nuestro hombre-, volved a tomar las otra asamblea un discurso bien hecho y sacar de él un resultado útil,
cosas al comienzo, puesto que habéis seguido un camino falso. ¿Qué entonces me veo expuesto a las peores injurias de parte de los que me
es esa belleza común a las dos clases de placeres y que hace que llaméis rodean y, en especial, de parte de ese hombre que no deja de discutir
bellos esos placeres con preferencia a los dernás?» Creo, Hipias, que no conmigo y de refutarme. Es un hombre, en efecto, que es mi pariente
podemos responder más que esto, a saber: que estos placeres, conside· más cercano y que habita en mi casa. Apenas vuelvo a mi casa y me
rados en un todo o por separado, son los más inocentes y los mejores oye hablar de esta manera, me pregunta si no me da vergüenza diser-
de todos. ¿Vestú alguna otra característica por la que ellos aventajen a tar sobre la belleza de las diversas maneras de vivir, yo que me dejo
los demás placeres? , convencer de ignorancia, tan evidentemente, acerca de la naturaleza de
HIPIAS.-No; esos son verdaderamente los mejores de todos. esta belleza sobre la que diserto. Y este hombre me dice: «¿Cómo vas
SÓcRATEs.--«Así, pues --dirá él-, según vosotros, lo bello es lo a poder tú juzgar si un discurso está bien hecho o mal hecho, y otro
agradable provechoso,» Yo responderé que así lo creo. Y tú, équé pien- tanto respecto de lo demás, siendo así que ignoras en qué consiste la
sas de ello? belleza? ¿Crees que la vida, en ese estado de ignorancia, puede valer
HIPIAS.- También eso. más que la muerte?» Me ha ocurrido, repito, recibir a la vez vuestros
:l. insultos y los suyos; pero quizá sea necesario que soporte esos repro-
SÓcRATEs.--«Lo provechoso -dirá él aún- es lo que produce
un bien. Ahora bien: el productor y el producto son cosas distintas, se- ches: no habría, en efecto, nada de sorprendente en que ellos me fue-
gún hemos visto antes: évuelve, pues, nuestro razonamiento sobre sus ran útiles. En todo caso, Hipias, hay un provecho que creo haber saca-
pasos? El bien no puede ser bello, ni lo bello ser 'un bien, si lo bello y do de mi conversación con vosotros dos: el de comprender mejor el
el bien son dos cosas distintas» A esto, Hipias, si somos sabios, dare- proverbio aquel que dice que «lo bello es difícil».
mos nuestro completo asentimiento, pues no es 'lícito negar la adhe-
sión a la verdad.
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HIPIAS.-Pero, realmente, Sócrates, équé piensas tú de toda esta ION, O SOBRELA«ILlADA')
discusión? Repito 10 que decía antes: eso sonmondaduras y miga-
jas de discurso hecho trozos. Lo bello, lo preciso, es saber, con arte SÓCRATES.-Yo lo veo, Ion, y estoy dispuesto a darte a conocer
y belleza, presentar ante los tribunales, ante el Consejo, ante cualquier qué es lo que esto significa, a mi modo de ver. Este don de hablar bien
magistratura con la que se haya de tratar algún asunto, un discurso capaz sobre Hornero es, en ti, no un arte, como ya t~ decía hace un rato, sino
de persuasión, y llevarse, al retirarse, un premio no mediano, sino el una fuerza divina. Ella es la que te impulsa y pone en movimiento, como
mayor de todos, la propia salvación, la de su fortuna y la de sus ami- ocurre con la piedra que Eurípides denominó megnética, y que co-
gos. Éste es el objeto que merece nuestra aplicación, en lugar de esas' múnmente se llama de Heraclea. Esta piedra no solamente atrae los
menudas disputas que tú deberías abandonar, si no quieres ser tratado anillos de hierro, quedando en ellos mismos su acción, sino que comu-
como imbécil por tu perseverancia en la charlatanería y la palabrería. nica a los anillos una fuerza que les da el mismo poder que tiene la pie-
SÓcRATEs.-Mi querido Hipias, tú eres un hombre dichoso. Co- dra, el de atraer otros anillos, de manera que a veces se ve una larga ca-
noces las ocupaciones que convienen a un hombre y dices que las dena de anillos de hierro colgados unos de otros de esta manera. Y la
practicas de modo excelente. En cuanto a mí, víctima de no sé qué fuerza de todos depende de aquella piedra. Exactamente igual, la Musa
maldición divina, por lo que parece, voy de acá para allá en una perpe- hace .por sí misma inspirados, y por medio de estos inspirados hay
tua incertidumbre, y cuando os hago testigos, a vosotros los sabios, de ,otros que experimentan el entusiasmo: se forma así una cadena. Todos
mis perplejidades, apenas he acabado de exponéroslas cuando ya vues- los poetas épicos, en efecto, los buenos poetas, recitan todos esos

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bellos poemas, no precisamente gracias a un arte, sino por estar inspi- prevenir nuestras dudas, que estos bellos poemas no tienen un carácter
rados por un dios y por estar poseídos de él. Otro tanto hay que decir humano y no son obra de los hombres, sino que son divinos y provie-
de los buenos poetas líricos: de la misma manera que las gentes que nen de los dioses, y que los poetas no son otra cosa que los intérpretes
son presa de! delirio de los coribantes no son dueñas de su razón cuan- de los dioses, estando cada uno de ellos poseído por aquel de quien re-
do danzan, así tampoco los poetas líricos son dueños de su razón cibe la influencia. Para demostrar esto es por 10 que la divinidad ha he-
cuando componen esos bellos versos; desde e! mismo momento en cho adrede que el más bello poema lírico fuera cantado por la boca del
que han puesto el pie en la armonía y en e! ritmo, son arrebatados por poeta más mediocre. ¿No crees tú, Ion, que tengo razón?
transportes báquicos, y bajo la influencia de esta posesión, semejantes IaN.-Sí, por Zeus, lo creo así, Tus palabras me llegan al alma, Só-
a las bacantes que, cuando están' poseídas de su furor, beben miel y le- crates, y pienso que es gracias a un privilegio divino por 10 que los bue-
'che en los ríos, cosa que no hacen cuando son dueñas de su razón, eso nos poetas están de esta manera junto a nosotros haciendo las veces de
mismo hace también el alma de los poetas líricos, como ellos mismos intérpretes de los dioses.
lo dicen. Los poetas, en efecto, nos dicen que ellos liban sus versos en SÚCRATES.-Vosotros los rapsodas, por vuestra parte, interpretáis
fuentes de miel, en ciertos jardines y valles de las Musas, para traérnos- las obras de los poetas, éno es así?
los a la manera en que lo hacen las abejas, yesos mismos revolotean a IaN.-También en eso dices verdad.
la manera de estas, éno es verdad? Y ellos dicen verdad: el poeta es una SÚCRATES.-Por consiguiente, vosotros sois intérpretes de intér-
cosa ligera, alada, sagrada; él no está en disposición de crear antes de pretes, éno?
ser inspirado por un dios, que se halla fuera de él, ni antes de haber de- IaN.-Exactamente.
jado de ser dueño de su razón; mientras conserva esta capacidad o fa- SÓCRATES.-Pues bien, Ion: háblame aún y, responde sin ocultar
cultad, todo ser humano es incapaz de realizar una obra poética, como nada a mi pregunta. Cuando tú recitas de manera conveniente unos
lo es de cantar oráculos. Por consiguiente, al no ser en virtud de un arte versos épicos, y causas en los espectadores la impresión más profunda,
por lo que ellos realizan su obra de poetas, diciendo tantas cosas bellas bien sea que cantes a Ulises saltando sobre el suelo, descubriéndose a
sobre los temas que tratan, igual que te ocurre a ti con Homero, sino los pretendientes y esparciendo las flechas a sus pies, o bien a Aquiles
en virtud de un privilegio divino, ninguno de ellos es capaz de compo- lanzándose sobre Héctor, o alguno de los pasajes patéticos sobre An-
ner con éxito más que en el género en que es impulsado por la Musa: drómaca, Hécuba o Príamo, éeres tú entonces dueño de tu razón? ¿No
uno en los ditirambos, otro en los encomios; éste en las pantomimas, estás más bien fuera de ti, y tu alma, transportada de entusiasmo, no
el otro en la epopeya: aquel de más allá en los yambos; y, en lo demás, cree asistir a los sucesos de que tú hablas, bien sea en Ítaca, en Troya o
cada uno de ellos es sólo mediocre. Porque ellos no hablan así a con- en cualquier lugar en que se desarrolle la escena?
secuencia de un arte, sino en virtud de un privilegio divino, ya que si IaN_-iQué prueba tan definitiva acabas de darme, Sócrates! Voy
ellos supieran hablar de un tema con soltura en virtud de un arte, ellos a hablarte sin mentirte nada. En 10 que a mí respecta, cuando recito al-
lo sabrían hacer también respecto de los demás temas. Y si la divinidad gún pasaje patético, mis ojos se llenan de lágrimas; si lo que recito es
los priva de la razón, tomándolos como servidores suyos, como hace un pasaje temible o extraño, del miedo que siento se me ponen de
con los profetas y los adivinos inspirados, es para enseñamos, a noso- punta los cabellos y el corazón me late con fuerza. ,
tros los oyentes, que no son ellos los que dicen cosas de tanto precio y SÚCRATEs.-Pues bien, Ion: éhemos entonces de decir que es due-
valor -ellos no son dueños de su razón-, sino que es la misma divi- ño de su razón este hombre que, adornado de una vestidura de colo-
" nidad la que habla y la que se hace oír de nosotros por intermedio de res variados y de coronas de oro, se pone a llorar en los sacrificios y las
aquellos. La mejor prueba para confirmar nuestra tesis es Tinnico de fiestas, sin haber perdido ninguna de estas joyas, o bien experimenta
Calcis. Nunca ha escrito él ningún poema que se pudiera juzgar digno un miedo raro delante de más de veinte mil personas que están bien
de memoria, exceptuando el peán ese que anda en todas las bocas, qui- dispuestas para con él, aun cuando nadie le despoje de nada ni le haga
zá el más bello de todos los poemas líricos, un verdadero «hallazgo de el menor daño?
las Musas», como él mismo dice. A través de este ejemplo; más que por IaN.-No, ipor Zeusl, Sócrates; de ninguna manera es dueño de
ningún otro, la divinidad, a mi ver, nos demuestra, a fin de acallar y su razón si hemos de decir toda la verdad.

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S6CRATES.-<Y sabes tú que sobre la gran mayoría de los especta-
dores producís vosotros los mismos efectos?
ION.-Lo sé muy bien. Desde lo alto de mi estrado, los veo cada CRATILO, o DE LA EXACTITUDDE LASPALABRAS
vez llorando, echando miradas amenazadoras y permaneciendo, como
yo mismo, pendientes de mis palabras. Lo sé porque me siento bien SÓCRATES.-Y un momento, ipor Zeus! ¿No hemos reconocido
obligado a observarlos atentamente: si los hago llorar, yo reiré, reci- muchas veces que los nombres cuando están bien establecidos, se ase-
biendo el dinero, mientras que si los hago reír, soy yo quien va a llorar mejan a los objetos que ellos designan y son las imágenes de las cosas?
entonces perdiendo mi salario. CRATILO.-Sí.
S6cRATEs.-<Sabes tú que este espectador es el último de los ani- SÓcRATEs.-Si, pues, por medio de los nombres se puede adquirir
llos de que yo te hablaba, el que, por la virtud de la piedra de Hera- un conocimiento de las cosas tan perfecto como es posible y también
clea, recibe del otro; como este del anterior, su fuerza de atracción? El, es ello posible por medio de las cosas mismas, écuál será de estos dos
anillo de en medio eres tú, el rapsoda y el actor, el primero es el poe- tipos de conocimiento el más bello y el más exacto? ¿Habrá que partir
ta en persona. Y la divinidad, a través de todos estos intermediarios, de la imagen, para aprender, estudiándose en sí misma, si la copia es
.arrastra hacia donde le place el alma de los humanos, haciendo pasar buena y conocer al mismo tiempo la verdad de la que ella es imagen?
esta fuerza de los unos a los otros. A ella, de la misma manera que a ¿O habrá que partir de la verdad para conocerla en sí misma y ver a la
aquella piedra, está unida y de ella está colgada una cadena inmensa vez si su imagen ha sido convenientemente realizada? .
de maestros de coro y de ayudantes de dichos maestros, atados.obli- CRATILo.-Según mi opinión, hay que partir de la verdad, necesa-
cuamente a los anillos que dependen de la Musa. Un poeta está vincula- riamente.
do a una Musa, el otro a otra; nosotros expresamos este fenómeno di- SÓcRATEs.-COnocer de qué manera hay que entender o descubrir
ciendo: está poseído, lo que equivale a lo mismo, ya que es sostenido las cosas existentes está quizá por encima de mis fuerzas y de las tuyas.
por ella. A estos primeros anillos, que son los poetas, otros se encuen- Contentémonos con admitir de común acuerdo que no hay que partir de
tran vinculados a su vez, unos a uno, otros a otro, y experimentan el los nombres, sino que hay que aprender a investigar las cosas partien-
entusiasmo; unos están vinculados a Orfeo, otros a Museo; pero a la do de ellas mismas, más bien que de los nombres.
mayoría el que los posee y los tiene es Hornero. Tú eres de éstos, Ion; CRATILO.-Eso parece, Sócrates.
tú estás poseído por Hornero. Cuando alguien canta algún pasaje de Socaxras+-Gcardérnonos aún de que todos los nombres de una
otro poeta, te duermes y no encuentras nada que decir; pero, apenas misma tendencia no consigan inducimos a error, si verdaderamente
alguien hace oír un aire de ese poeta, he aquí que inmediatamente es- los autores los han establecido con la idea de que todo es presa del mo-
tás despierto, tu alma se pone a danzar y las ideas te vienen en masa. vimiento y de un trabajo perpetuo (pues, según mi opinión, también
Porque de ninguna manera se debe a un arte ni a una ciencia el que ellos tenían esta idea), y si, por casualidad, en lugar de que las cosas
tú tengas sobre Hornero los razonamientos y explicaciones que tie- sean así, son ellos mismos quienes han caído en una especie de torbe-
nes; es en virtud de un privilegio divino y de una posesión divina por llino, donde ellos se enredan y se confunden, y adonde, en consecuen-
lo que tú haces esto. Las gentes que son presa del delirio o furor de cia, nos precipitan a nosotros. .Examina, en efecto, admirable Cratilo,
los coribantes no captan con prontitud más que un solo aire, el del el sueño que me ocupa a menudo. ¿Hemos de decir o no que existe
dios que los posee, y para conformarse con este aire, encuentran sin una cosa bella y buena en sí y que esto mismo ocurre en todos los se-
dificultad gestos y palabras, sin preocuparse de los demás. Tú, Ion, res en particular?
eres como ellos: éhace alguien mención, de Hornero? No sientes nin- CRATILO.-Sí, Sócrates, eso creo yo.
guna dificultad o pena; pero si se trata de otros, te quedas cortado. Tú SÓCRATEs.-Exarninemos, pues, esta cosa en sí, no para saber si
me preguntas la causa de esta facilidad que tienes respecto de Horne- un rostro o un objeto del mismo género es bello y para saber si todo
ro y que no tienes para con los demás poetas: está en que tú no de- esto parece ser presa del flujo, sino considerando lo bello en sí. ¿No di-
bes a un arte, sino a un privilegio divino, tu habilidad para alabar a remos que siempre es semejante a sí mismo?
Hornero. Cnxrn.o.e+Necesariamente.

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que partes de ritrno+-, al comienzo, los que estaban mejor dotados
para ello, hicieron poco a poco sus primeros progresos y nació, de sus
improvisaciones, la poesía.

Sobre la comedia

La comedia es, como hemos dicho, la imitación de personas de ca-


lidad moral o síquica inferior, no en toda clase de vicios, sino de aque-
llos que caen bajo el dominio de 10 risible, que es una parte solo de lo
vicioso. En efecto, lo risible es un defecto y una fealdad sin dolor ni
daño; así, por ejemplo, la máscara cómica es fea y deforme, pero sin ex-
presión de dolor.
~~'5/;f-~ Ahora bien, si las sucesivas transformaciones de la tragedia y sus auto-
res nos son conocidas, los comienzos en cambio de la comedia se nos es-
capan, por haber sido considerada como algo inferior. Porque no fue has-
. POÉTICA ta tarde cuando el arconte estableció un coro de cómicos: anteriormente
estos eran voluntarios. Y es tan solo desde que la comedia ha adquirido
Origen de la poesía cierta forma propia que se tiene memoria de los poetas llamados cómicos,
Se ignora quién aportó a la comedia las máscaras, los prólogos, el
La poesía parece deber su origen, en general, a dos causas, y dos número de los actores u otros detalles de este mismo estilo; pero la
causas naturales. El imitar es connatural al hombre y se manifiesta ello idea de escribir fábulas se remonta a Epicarmo y a Formis. Vino al co-
desde su misma infancia -el hombre difiere precisamente de los de- mienzo de Sicilia y en Atenas fue Crates el primero que, abandonan-
más animales en que es muy apto para la imitación y es por medio do la forma yámbica, tuvo la ocurrencia de tratar temas generales y de
de ella como adquiere sus primeros conocimientos- y, en segundo lu- escribir fábulas. .
gar, todos los hombres experimentan placer en sus imitaciones.
Prueba de ello es lo que pasa en la realidad: nos gusta poder con-
templar la imagen de aquellos seres cuyo original resulta doloroso o Dtfiniaán de la tragedia
triste, reproducida con la mayor exactitud posible; por ejemplo, las for-
mas de los animales más repugnantes o las formas de los cadáveres. Sobre el arte de imitar por medio de hexámetros y sobre la comedia,
Hay otra causa todavía en el hecho de que aprender es muy agra- hablaremos más tarde; hablemos ahora de la tragedia, tomando una defi-
dable, no solo a los filósofos, sino de una manera semejante a los de- nición de su esencia que deriva de 10 que hemos dicho. La tragedia es,
más hombres; solo que estos no participan de ello más que en una mí- pues, la imitación de una acción de carácter elevado y completa, dotada
nima parte. Nos complacemos en la contemplación de las imágenes, de cierta extensión, en un lenguaje agradable, llena de bellezas de una es-
porque se aprende en ellas al mirarlas y se deduce de ellas qué es lo que pecie particular según sus diversas partes, imitación que ha sido hecha o
representa cada cosa, por ejemplo, que esta figura es tal cosa. Si uno no lo es por personajes en acción y no por medio de una narración, la cual,
ha visto con anterioridad el objeto representado, la obra no agradará ya moviendo a compasión y temor, obra en el espectador la purificación
como imitación, sino en razón de su ejecución, de su color o de otro propia de estos estados emotivos. Uamo lenguaje agradable al que posee
motivo de este mismo tipo. ritmo, musicalidad y belleza; y por bellezas de una especie particular en-
A! ser natural en nosotros el instinto de imitación, igual que lo son tiendo que unas partes son realizadas solamente con ayuda de la métrica,
la armonía y el ritmo -ya que es evidente que los metros no son más mientras que otras, por el contrario, son sólo por medio de la melodía.

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lar. Lo genérico, es decir, que un hombre de tal clase hará o dirá, verosí-
mil o necesariamente, tales o cuales cosas; es a este tipo de representa-
La unidad de acción
ción a la que tiende la poesía, aunque atribuya nombres a sus persona-
jes; lo particular es lo que ha hecho Alcibíades o lo que ha sucedido.
La fábula no es una, como piensan algunos, por el hecho de que no
haya más que un héroe; pues la vida de un hombre es un número gran-
de e ilimitado de sucesos que no constituyen una unidad. y, de manera Temory compasión. Lo inesperado y lo maravilloso
semejante, un mismo hombre realiza muchas acciones que no encajan
en una acción única. Así parecen haberse equivocado todos los poetas Supuesto que la imitación tiene por objeto no solo una acción
que han compuesto una Heracleida, una Teseida y otros poemas de este completa, sino además hechos capaces de excitar el temor y la compa-
estilo, porque creían que, del. hecho de no poseer ellos más que un hé- sión, y supuesto que estos sentimientos se ponen en conmoción sobre
roe único, Herades, necesariamente era también una la fábula. todo cuando estos hechos se producen contra los que esperábamos, di-
Pero Hornero, superior a ellos en todo lo demás, parece también manando unos de otros, pues tendrán entonces el carácter de maravi-
haber intuido con justeza esta cuestión, sea gracias a su arte o gracias a lloso más que si se debieran al azar o a la buena suerte -aun los he-
su genio: al escribir la Odisea, no contó todos los sucesos de la vida de chos de la buena suerte parecen especialmente maravillosos cuando se
Ulises, por ejemplo, que recibió una herida en el Parnaso y que simu- tiene la impresión de que, por así decirlo, han llegado a ser realmente
ló estar loco cuando la reunión de los griegos, ninguno de los cuales por un designio premeditado; como es el caso, por ejemplo, de la esta-
sucesos debía necesaria o verosímilmente producirse; al producirse el tua de Mitys en Argos, que mató al culpable de la muerte de Mitys, ca-
otro; sino que escribió la Odisea en torno a una acción única, tal como yendo sobre él cuando contemplaba, ya que casos como este no pare-
la entendemos nosotros, y de manera similar hizo en la llíada. cen obra del azar-: se sigue necesariamente de todo ello que las fábu-
Así, pues, es necesario que igual que en las demás artes imitativas la las concebidas de esta manera son más bellas.
unidad de imitación resulta de la unidad de objeto, así en la fábula, ya
que es la imitación de una acción, sea esta una y entera, y que las partes
La peripecia
estén ensambladas de tal manera que, si se transpone o se suprime una de
ellas, quede roto y trastornado el todo; porque lo que se puede añadir o Peripecia es un giro de la acción en un sentido contrario al que ve-
dejar de añadir sin consecuencias apreciables no fonna parte del todo. nía siguiendo según 10 que se ha dicho ya antes; y esto, una vez más,
según la verosimilitud o la necesidad; así, en el Edipo, el mensajero lle-
ga pensando que va a causarle a Edipo una alegría y que va a tranqui-
La poesia es más filosojla que la historia lizarle en lo que a su madre se refiere, pero al descubrir quién es él, pro-
duce el efecto contrario; y en el Linceo, alguien lleva a Linceo a morir
Ahora bien: también resulta evidente, por lo que hemos dicho, que y Dánao le sigue para matarlo; pero el curso de las cosas hace que sea
la obra propia del poeta no es tanto narrar las cosas que realmente han Dánao quien perezca y sea el otro el que se salva.
sucedido, cuanto contar aquellas cosas que podrían haber sucedido y las
cosas que son posibles, según una verosimilitud o una necesidad. En
efecto: el historiador y el poeta no difieren por el hecho de escribir sus El reconocimiento
narraciones uno en verso y el otro en prosa -se podría haber traducido
a verso la obra de Herádoto y no sería menos historia por estar en verso El reconocimiento o anagnórisis, como ya el mismo nombre lo indi-
que en prosa-; antes se distinguen en que uno cuenta los sucesos que ca, es una transición de la ignorancia al conocimiento, llevando consigo
realmente han acaecido y el otro los que podían suceder. Por eso la poe- un paso del odio a la amistad o de la amistad al odio, en los personajes
sía es más filosófica que la historia y tiene un carácter más elevado que destinados a la felicidad o al infortunio. El más bello reconocimiento es
ella; ya que la poesía cuenta sobre todo lo general, la historia 10 particu- el que va acompañado de peripecia; por ejemplo, el que hay en el Edipo.

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Hay también otras clases de reconocimiento, pues, también a la sino al contrario, de la fortuna a la desgracia, cambio que ocurre no
vista de objetos inanimados y también de cosas que han ocurrido pasa, por causa de la perversidad, sino por razón de un error grave de un hé-
a veces, lo que se acaba de decir, y el hecho de saber si alguien ha he- roe de! tipo que acabo de decir, o mejor antes que peor que el dicho.
cho o no ha hecho tal cosa puede ser igualmente objeto de un recono- Una prueba de que ello debe ser así está también en 10 que pasa en la
cimiento. realidad: al principio los poetas trataban indistintamente las primeras
Pero el reconocimiento más apropiado a la fábula y el más apropia- fábulas que les venían a las manos, mientras que hoy día las más bellas
do a la acción es el que hemos dicho. En efecto: un reconocimiento, tragedias se escriben sobre la historia de un pequeño número .de estir-
acompañado de esta manera de una peripecia, moverá a la compasión pes; por ejemplo, sobre Alcmeón, Edipo, Orestes, Meleagro, Tiestes,
o al temor; ahora bien: se ha supuesto que; la tragedia era precisamen- Télefo y todos los demás personajes a quienes les ha tocado sufrir o
te la imitación de acciones que producen estos estados emotivos. Por causar terribles desgracias.
lo demás, el infortunio o la dicha dependerán de acciones de este tipo. He ahí, pues, cómo hay que estructurar la tragedia para que, según
Supuesto que d reconocimiento tiene por objeto seres personales, las reglas del arte, pueda ser la más bella.
hay casos en que el reconocimiento se da simplemente de una perso-
na a la otra; esto ocurre cuando no hay ninguna duda sobre la identi-
dad de una de las dos; pero hay casos en que el reconocimiento se da Origen de la compasión y el temor
en las dos: así, por ejemplo, lfigenia es reconocida por Orestes como
consecuencia del envío de la carta, pero para que Orestes fuera recono- Ahora bien: el temor y la compasión pueden nacer del espectácu-
cido por lfigenia, hacía falta un segundo reconocimiento. lo y pueden también nacer de! entramado mismo de los hechos, 10
cual vale más y es obra de un poeta de categoría superior. La fábula, en
efecto, debe estar compuesta de tal manera que, aun sin verlos repre-
El hechopatético sentar, e! que oye contar los hechos se atemorice y se sienta movido a
compasión; 10 cual ocurriría a quien oyera contar la historia de Edipo.
Hay, pues, en esto que se ha dicho, dos partes constitutivas de la fá- Pero producir este efecto por medio del espectáculo es más extraño al
bula, la peripecia y el reconocimiento; hay aún en ella una tercera par- arte y no exige más que recursos materiales.
te, que es el suceso patético. La peripecia yel reconocimiento han sido Los que por medio del espectáculo excitan no el temor, sino sola-
ya explicados; el suceso o hecho patético es una acción que destruye o mente el horror, no tienen nada de común con la tragedia; porque no
hace sufrir, por ejemplo, las agonías representadas en escena, los dolo- es un placer cualquiera el que hay que intentar producir con la trage-
res agudos, las heridas y otros hechos del mismo tipo. dia, sino el goce que le es característico a ella. Y dado que e! poeta sabe
procurar e! placer que causan la compasión y el temor, excitados con
la ayuda de una imitación, es evidente que hay que hacer depender es-
El héroe tas emociones de los hechos.
Veamos ahora, entre las cosas que ocurren, cuáles parecen, por na-
Queda, pues, e! héroe, que ocupa una situación intermedia entre turaleza, aptas para provocar e! temor y cuáles parecen naturalmente
estos casos. Este es e! caso del hombre que, sin ser eminentemente vir- aptas para mover a compasión.
tuoso ni justo, viene a caer en la desgracia, no en razón de su maldad
y su perversidad, sino como consecuencia de uno u otro error que ha
cometido; el cual pertenece --el héroe- a los que están situados en La uerosimilitud
alto grado de honra y prosperidad, como por ejemplo, Edipo, Tiestes y
los miembros famosos de familias semejantes. Es, pues, necesario que Es necesario dar preferencia a lo imposible que es verosímil sobre
la fábula, para estar bien, sea simple, más que no doble, como quieren lo posible que resulta increíble; y los temas no deben estar compues-
"In",,,,,, V debe haber en ella cambio, no de la desdicha a la felicidad, tos de partes irracionales; al contrario, no debe poder hallarse nada

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de irracional, a no ser que ello esté fuera de la obra, como Edipo, por
ejemplo, que no sabe cómo ha muerto Laya. Pues eso no es admisi-
ble en el mismo drama, como, por ejemplo, en Electra; la gente que Inuerosimilitudes permitidas
cuenta los Juegos Píticos y, en los Misios, el personaje que, al llegar de
Tegea a Misia, no dice palabra. De manera que resulta ridículo decir Tomemos primero en nuestra consideración los casos que concier-
que, sin esto, quedaría destruida la fábula; porque lo que conviene nen al arte poética como tal. Si en el poema hay cosas imposibles, se
es, ya desde un comienzo, guardarse de componer fábulas semejan- falta con ello; pero esta falta es excusable si se tiene en cuenta el fin
tes; pero cuando el poeta hace entrar en su obra lo irracional, sabien- propio del arte -fin que se ha indicado ya-, si de esta manera esta
do darle un aire de verdad, puede conseguirlo, a pesar del absurdo; parte de la obra u otra cualquiera resulta más atrayente. Por ejemplo, la
porque, sin esto, las inverosimilitudes de la Odisea, en la narración persecución de Héctor. Si, con todo, el fin se puede conseguir mejor o
del abandono de Ulises en -la orilla, serían insoportables: y se vería igualmente bien respetando la verdad, la falta no es excusable; porque
con toda claridad esto si un mal poeta les diera cabida en su obra; es necesario, si es posible, que no haya allí ningún error.
pero aquí por sus otras cualidades, el poeta disimula el absurdo, dan- Por otra parte, hay que ver a cuál de las dos categorías pertenece la
do un sabor agradable a la narración. falta, si a la de las que se refieren al arte misma o a la de las que se refie-
ren a otra cosa que es accidental. Pues hay una falta menor en no haber
sabido que una corza no tiene cuernos que en haberla pintado enuna
Principios que observar imitación deficiente. Además, si se critica una falta de verdad, quizá se
pueda responder que el poeta ha pintado las cosas tal como piensa que
Puesto que el poeta es imitador, exactamente igual que lo es el pin- deberían ser, como Sófocles decía que él representaba los hombres tal
tor o cualquier otro artista que modele imágenes, es necesario que como deberían ser, mientras que Eurípides los representaba tales como
adopte siempre una de las tres maneras de imitar: ya debe representar eran. Fuera de estas dos respuestas, se puede aún decir que es aquella la
las cosas o bien tales cuales fueron o son en realidad, o bien tales cua- opinión general, por ejemplo, en las historias que se refieren a los dioses.
les se dice fueron o parecen ser, o tales cuales debieran ser. Por otra par- Efectivamente, bien puede ser que los poetas no cuenten las cosas ni
te, esas cosas son transmitidas al oyente por medio de la elocución, idealizadas ni como son en realidad, sino, como dice Jenófanes, «confor-
que comprende la voz dialectal, la metáfora y numerosas alteraciones me a la opinión general». Otros hechos quizá son contados, no idealiza-
de lenguaje, cosas que nosotros hemos permitido a los poetas. dos, sino tal como eran entonces, como por ejemplo en el caso de las ar-
Añadamos a esto que no es el mismo el criterío de valoración mas: «Sus picas estaban erguidas en alto sobre sus canteras»: ésta era la
que se aplica a la política y a la poética, ni es el mismo el que .se apli- costumbre de entonces, como aún hoy en día lo es entre los ilirios.
ca a las demás ciencias y a la poética. En materia de arte poética,
pueden cometerse dos clases de faltas: la que se refiere al arte poéti-
ca misma y la que es accidental a ella. En efecto, si el poeta ha ele- El imposible
gido como tema que desarrollar una determinada cosa y no lo ha
conseguido por incapacidad, la falta se refiere al arte poética misma; De una manera general, lo imposible debe justificarse en función de
pero si es porque él se ha representado malla cosa, antes ha imagina- la poesía, en función de lo mejor o de la común manera de opinar. Por
do a un caballo avanzando a la vez las dos patas derechas, o bien si su lo que se refiere a la poesía, el imposible que convence es preferible a 10
falta es relativa a una ciencia particular, la medicina, por ejemplo, u posible que no es convincente. Y quizá sea igualmente imposible que
otra cualquier ciencia, o bien si da cabida en el poema a cosas que, existan hombres tales como los pintaba Zeuxis, pero él los pintaba idea-
de cualquier manera que sea, son imposibles, la falta no se refiere al lizados, ya que lo que debe servir de ejemplo está por encima de lo que
arte poética misma ~omo tal. Por consiguiente, hay que colocarse en es. La opinión común debe justificar las cosas irracionales; o bien inclu-
este punto de mira para dar solución a las críticas que encierran los so se demuestra que a veces no es ello irracional, ya que es verosímil
nrohlemas. que a veces las cosas ocurran en contra de la verosimilitud.

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de irracional, a no ser que ello esté fuera de la obra, como Edipo, por
ejemplo, que no sabe cómo ha muerto Laya. Pues eso no es admisi-
ble en el mismo drama, como, por ejemplo, en Electra; la gente que Inuerosimilitudes permitidas
cuenta los Juegos Píticos y, en los Misios, el personaje que, al llegar de
Tegea a Misia, no dice palabra. De manera que resulta ridículo decir Tomemos primero en nuestra consideración los casos que concier-
que, sin esto, quedaría destruida la fábula; porque lo que conviene nen al arte poética como tal. Si en el poema hay cosas imposibles, se
es, ya desde un comienzo, guardarse de componer fábulas semejan- falta con ello; pero esta falta es excusable si se tiene en cuenta el fin
tes; pero cuando el poeta hace entrar en su obra lo irracional, sabien- propio del arte -fin que se ha indicado ya-, si de esta manera esta
do darle un aire de verdad, puede conseguirlo, a pesar del absurdo; parte de la obra u otra cualquiera resulta más atrayente. Por ejemplo, la
porque, sin esto, las inverosimilitudes de la Odisea, en la narración persecución de Héctor. Si, con todo, el fin se puede conseguir mejor o
del abandono de Ulises en -la orilla, serían insoportables: y se vería igualmente bien respetando la verdad, la falta no es excusable; porque
con toda claridad esto si un mal poeta les diera cabida en su obra; es necesario, si es posible, que no haya allí ningún error.
pero aquí por sus otras cualidades, el poeta disimula el absurdo, dan- Por otra parte, hay que ver a cuál de las dos categorías pertenece la
do un sabor agradable a la narración. falta, si a la de las que se refieren al arte misma o a la de las que se refie-
ren a otra cosa que es accidental. Pues hay una falta menor en no haber
sabido que una corza no tiene cuernos que en haberla pintado enuna
Principios que observar imitación deficiente. Además, si se critica una falta de verdad, quizá se
pueda responder que el poeta ha pintado las cosas tal como piensa que
Puesto que el poeta es imitador, exactamente igual que lo es el pin- deberían ser, como Sófocles decía que él representaba los hombres tal
tor o cualquier otro artista que modele imágenes, es necesario que como deberían ser, mientras que Eurípides los representaba tales como
adopte siempre una de las tres maneras de imitar: ya debe representar eran. Fuera de estas dos respuestas, se puede aún decir que es aquella la
las cosas o bien tales cuales fueron o son en realidad, o bien tales cua- opinión general, por ejemplo, en las historias que se refieren a los dioses.
les se dice fueron o parecen ser, o tales cuales debieran ser. Por otra par- Efectivamente, bien puede ser que los poetas no cuenten las cosas ni
te, esas cosas son transmitidas al oyente por medio de la elocución, idealizadas ni como son en realidad, sino, como dice Jenófanes, «confor-
que comprende la voz dialectal, la metáfora y numerosas alteraciones me a la opinión general». Otros hechos quizá son contados, no idealiza-
de lenguaje, cosas que nosotros hemos permitido a los poetas. dos, sino tal como eran entonces, como por ejemplo en el caso de las ar-
Añadamos a esto que no es el mismo el criterío de valoración mas: «Sus picas estaban erguidas en alto sobre sus canteras»: ésta era la
que se aplica a la política y a la poética, ni es el mismo el que .se apli- costumbre de entonces, como aún hoy en día lo es entre los ilirios.
ca a las demás ciencias y a la poética. En materia de arte poética,
pueden cometerse dos clases de faltas: la que se refiere al arte poéti-
ca misma y la que es accidental a ella. En efecto, si el poeta ha ele- El imposible
gido como tema que desarrollar una determinada cosa y no lo ha
conseguido por incapacidad, la falta se refiere al arte poética misma; De una manera general, lo imposible debe justificarse en función de
pero si es porque él se ha representado malla cosa, antes ha imagina- la poesía, en función de lo mejor o de la común manera de opinar. Por
do a un caballo avanzando a la vez las dos patas derechas, o bien si su lo que se refiere a la poesía, el imposible que convence es preferible a 10
falta es relativa a una ciencia particular, la medicina, por ejemplo, u posible que no es convincente. Y quizá sea igualmente imposible que
otra cualquier ciencia, o bien si da cabida en el poema a cosas que, existan hombres tales como los pintaba Zeuxis, pero él los pintaba idea-
de cualquier manera que sea, son imposibles, la falta no se refiere al lizados, ya que lo que debe servir de ejemplo está por encima de lo que
arte poética misma ~omo tal. Por consiguiente, hay que colocarse en es. La opinión común debe justificar las cosas irracionales; o bien inclu-
este punto de mira para dar solución a las críticas que encierran los so se demuestra que a veces no es ello irracional, ya que es verosímil
nrohlemas. que a veces las cosas ocurran en contra de la verosimilitud.

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das mediante tortura, documentos y otros por el estilo, y pertenecien-
tes a la disciplina los que pueden organizarse a partir del método y de
Contradicciones nuestra propia aportación. Los unos hay que utilizados; los otros hay
que encontrados. De los argumentos procurados por el discurso hay tres
Las contradicciones hay que examinaríassiguiendo el método de especies: unos residen en el comportamiento del que habla; otros,en
la dialéctica y ver si realmente se trata de la misma cosa, si la afirma- poner al oyente en una determinada disposición; otros, en el propio
ción realmente se refiere al mismo tema y el poeta realmente habla discurso, por lo que demuestra o parece demostrar. .
en el mismo sentido, de manera que uno deba concluir lógicamente'
que él contradice lo mismo que él ha dicho o lo que él permite supo- a) Por el comportamiento: cuando el discurso se pronuncia de for-
ner según el juicio de un hombre sensato. Por otra parte, se puede ra- ma que hace al que habla digno de crédito, pues damos más crédito y
zonablemente criticar el uso de lo irracional y de la maldad cuando tardamos menos en hacerla a las personas moderadas, en cualquier
el poeta usa, sin ninguna necesidad, de lo irracional -como el per- tema y en general, pero de manera especial nos resultan totalmente
sonaje Egeo en Eurípides- y de la maldad -<:amo Menelao en convincentes en asuntos en que no hay exactitud sino duda. Eso tam-
Orestes. bién .debe ser efecto del discurso y no de que se tengan ideas precon-
cebidas sobre la calidad humana del que habla. Y es que no hay que
considerar, como hacen algunos de los tratadistas de la disciplina, la
Resumiendo moderación del hablante como algo que en nada afecta a la capacidad
de convencer, sino que su comportamiento posee un poder de convic-
Las críticas que uno puede hacer se reducen a cinco puntos capita- ción que es, por así decido, casi el más eficaz.
les; en efecto, uno puede declarar que algo es imposible, inverosímil, b) Por los oyentes: cuando se ven inducidos a un estado de ánimo
inútilmente malo, contradictorio o contrario a las exigencias del arte; por el discurso. Pues no tomamos las mismas decisiones afligidos que
para las soluciones hay que recurrir a los puntos citados, que son doce. alegres, ni como amigos, las mismas que como enemigos. A eso, deci-
mas, es a lo único que se dedican los actuales autores de tratados. Así
que se tratará de ello pormenorizadamente cuando hablemos de los es-
RETÓRICA tados de ánimo.
c) Se convencen por el propio discurso; cuando manifestamos una
Libro 1, Capítulo Il verdad o algo que lo parece de 10 que es convincente para cada cuestión.

Sea pues retórica la facultad de considerar en cada caso lo que Dado que los argumentos se producen por estos medios, es eviden-
puede ser convincente, ya que esto no es la materia de ninguna otra temente capaz de controlarlos quien es capaz de argumentar mediante
disciplina. Cada una de las otras se refiere a la enseñanza y a la persua- razonamientos, de reflexionar sobre las actitudes y las virtudes y, en ter-
sión de su propio objeto, como la medicina respecto a lo saludable y cer lugar, sobre los estados de ánimo, cuál es cada uno, qué cualidades
lo nocivo para la salud y la geometría respecto a las propiedades que se tienen, a partir de qué surgen y cómo, de suerte que la retórica resulta
dan en las magnitudes y la aritmética respecto a los números, y de ser una especie de ramificación de la dialéctica y del estudio de los
modo similar las demás disciplinas y ciencias. La retórica en cambio comportamientos al que es justo denominar política. Por ello la retóri-
parece que puede considerar 10 convincente sobre cualquier cosa dada, ca se disfraza con el aspecto de política igual que los que se dedican a
por así decido. Por eso afirmamos también que el objeto de esta disci- ella, bien sea por ignorancia, bien por presunción u otros motivos hu-
plina no se refiere a un género específico definido. manos. y es que es, sin duda, una parte de la dialéctica y semejante a
De los argumentos, unos no pertenecen a la disciplina, otros sí, ella, como decíamos al principio, pues ninguna de las dos es ciencia
Considero no pertenecientes a la disciplina los que no son procurados que se refiere a cómo es algo determinado, sino que son meras faculta-
por nosotros, sino que preexistían, como testigos, confesiones obteni- des para procurar razones.

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