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de Elena Bisso
Obra de teatro
Personajes:
María Angélica
Pedro
Padre de María Angélica
Felisa
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Escena 1
(Pedro deja el sombrero sobre la cama turca. Y se sienta sobre el taburete. Mueve el pie
derecho con nerviosismo. María Angélica lo mira risueña y le mira el pie. Él deja el pie
quieto. Y se petrifica).
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tiznado. Y en el sueño todo el día surgió humo de la casa-(va trazando líneas sobre la tela
con su carbonilla. Está seria.)
Pedro-¿Y se despertó de golpe, usté?
María Angélica- No. Hay cosas que no recuerdo muy bien.
Pedro- Hay que jugarle al ocho
María Angélica- ¿Jugaría por mí?
Pedro- ¡Y sí! Soy capaz de todo. Ya sabe. Mire en qué situación estoy ahora. Me adapto,
me adapto, y me adapto. Su padre me tiene mucha confianza. A veces me
dice...”arreglate, Pedro. Sé que tenés buen criterio” y me larga con alguna cuestión que se
la arreglo. Sí, sí...
María Angélica- Papá lo aprecia mucho a usted.
Pedro- ¿Y por qué se le ocurrió pedirme a mí de hacer esto de … hacer de no sé cuánto
“vivo”?
María Angélica- Es que quiero estudiar Bellas Artes...
Pedro- ¿Y no hay otros que hagan de …?
María Angélica- Modelos vivos...
Pedro- Eso
María Angélica- Es un problema con papá. Justamente por eso no quiere que haga los
talleres...
Pedro- Está muy misteriosa. ¿Qué tiene de malo hacer de modelo vivo?
María Angélica- Ya se irá dando cuenta, no se impaciente...
Pedro- Ah...¿Su padre no se enojará conmigo por esto, no?
María Angélica- Después iremos viendo qué otras sesiones tendremos. Tienen que
coincidir con los viajes de papá a Santa Fe.
Pedro- ¿Usted cree que no se tiene que enterar de que yo he venido acá?
María Angélica- Vio como es...Lo termino convenciendo. Todavía no logré que me
apruebe hacer Bellas Artes.
Pedro-¿Por qué no quiere?
María Angélica-Dice que es un ambiente indecente.
Pedro- Ah! Por eso me pide a mí que le haga de modelo…
María Angélica-Bueno…
Pedro-Pensé que era porque…-(adopta una actitud de decepción como si se hubiera
desinflado).
María Angélica- Pedro, mire hacia adelante-(ella se acerca a él para enderezarle la
cabeza. El obedece ofendido).
Pedro-¿Que más va a pintar? Mi perfil nasudo y ¿qué más?
María Angélica- Ya veremos.
Pedro- Me siento un poco una cosa, niña Angélica. Usted no se ofrenda, pero esto es
raro.
(María Angélica vuelve a su atril. Y oculta tras la tela cierra los ojos. Y sonríe. Se abanica)
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Pedro- ¿Vio cuando un bichito cae en una tela de araña? Así me siento. Disculpe usté la
comparación.
Escena 2
(Tocan a la puerta del atelier de María Angélica. Angélica abre. Entra el padre y le da un
beso en la frente a Angélica.)
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María Angélica-¿Y quién le mostró la foto al bioquímico?
Padre-Yo, su padre, ocupándome de su futuro -(dice orgulloso mirando sobre su nariz)
María Angélica-Lo único que faltaba es que mi padre ande negociando con mi persona -
(se ríe a las carcajadas)
Padre- Usté es muy linda chica. El tema es que se hace la liberal.
María Angélica- No me diga liberal con ese tono despectivo. Soy una artista plástica y
quiero hacer los talleres de pintura y escultura de Bellas Artes. Si Lola Mora hubiera
tenido destino de ama de casa..
Padre-Vida de pobreza y soledad. Sin el amor estable de un hombre, sin hijos. Una vida
vagabunda.
María Angélica-¿Y el placer de crear?
Padre-Puede pintar en su casa, como hace acá…
María Angélica- Es que quiero estudiar, no quiero hacerlo como una distracción...
Padre- Es terca, mi niña, terca. Algo de mí ha sacado, pero nació mujer. Allá en Rufino,
los tenía a todos sentados a la mesa. Seis de un lado y seis del otro. Yo tocaba el
rebenque y se quedan todos quietecitos mirando p´abajo. La única que miraba como una
diablita era usted. Terrible era, terrible.
María Angélica-No quiero tener una vida como la de mamá que se la pasó teniendo hijos.
Padre- ¿Usted cree que su madre fue infeliz?
María Angélica-No quiero decir eso. Pero fue una vida de trabajo, y trabajo.
Padre- Usted va a heredar unas hectáreas, como sus hermanos. No va a tener una vida
de sacrificio como la nuestra.
María Angélica- Es que no quiero casarme obligada.
Padre- Esas ideas románticas se vuelan de un plumazo, mihijita. La vida es muy distinta a
las fantasías de las novelitas que lee usted. Porque sé muy bien qué anda leyendo…Me
ha contado un pajarito que la visitó Pedro. ¿Quiere poner rejas en algún lado? ¿Por qué
Pedro la viene a visitar?
María Angélica- ¿De dónde ha sacado eso, papito?
Padre- La gente es mala y comenta.
María Angélica- ¡Pobre Pedro!
Padre-No, no se equivoque... (le dice con el dedo índice en alto advirtiéndole)
María Angélica- Tendremos que ir a lo del bioquímico.
Padre-Así me gusta, que sea sensata.
(El padre le da un beso en la frente y sale del estudio. María Angélica hace el gesto de
rezar y mira hacia lo alto.)
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Escena 3
(Tocan a la puerta del atelier de María Angélica. Ella abre la puerta y entra Pedro con su
sombrero en la mano. Él esta vez trae un pantalón de trabajo y una camisa. Deja el
sombrero sobre la cama turca)
María Angélica-Quítese la camisa, Pedro, por favor. Puse la estufa para que no tenga
frío.
(Pedro se quita la camisa. Y queda vestido con su pantalón de trabajo.)
Pedro-¿Qué va a pintar hoy?
María Angélica- Cabeza y torso (Angélica se sienta frente a su atril)
Pedro-¿Saco músculo… así? (Pedro levanta el puño derecho y se jacta de su bícep.
María Angélica se ríe a carcajadas)
María Angélica-No, simplemente tome asiento en el taburete y mire hacia adelante
Pedro-Bueno, así (se sienta mirando hacia adelante y le sonríe pícaramente)
María Angélica-Quédese quietito…
Pedro-Puede contarme algo, así me distraigo…
María Angélica- Mi padre me llevó a cenar a la casa de un bioquímico con el que me
quiere casar (dice mientras dibuja)
Pedro-¿Y?
María Angélica-Es un gordito colorado, con anteojos gruesos, que se hace el culto y el
tímido y me tocaba el pie con el suyo por debajo de la mesa.
Pedro-Apurado está…
María Angélica-No me gustó.
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María Angélica-Papá consiguió casar a casi todas mis hermanas. Quedo yo, quedo
suelta y no lo soporta. Me dice que la vida de una artista es vagabunda, solitaria, pobre…
Pedro-Es un hombre de trabajo.
María Angélica- La vida de hogar no se lleva bien con el arte.
Pedro-¿No le gustaría tener hijos?
María Angélica-Todavía no tengo ganas de tener hijos. ¿Y qué problema hay? ¿Me tengo
que hacer monja?
Pedro- De ninguna manera…
(María Angélica se acerca a Pedro y lo observa de cerca. Lo toma de los hombros, da una
vuelta a su alrededor.)
María Angélica- Voy a incluir su cicatriz en la tela. Es nuestra cicatriz, después de todo.
Sus brazos, sus brazos, sus hombros…
Pedro- Mmmm-(hace un gesto de seductor divertido)
María Angélica- Pedro Hefesto (hace el gesto de haber descubierto algo, de haber tenido
una revelación súbita)
Pedro-¿Quién fue Hefesto?
María Angélica- Un herrero, Pedro, un herrero como usted.
(María Angélica sirve una copa de caña y se la ofrece a Pedro. Pedro la mira sorprendido,
huele la copa, sonríe y la bebe de una vez. Hace un expresión de satisfacción)
(Se miran los dos frente a frente. Ella gira alrededor de él, observándolo de arriba a abajo.
Él la mira. Mira hacia adelante)
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María Angélica-Entonces...(María Angélica sonríe pícara y sorprendida. Pedro se quita el
pantalón de trabajo y queda en calzoncillos largos)
Pedro-Me está subiendo lo que tomé. (él se abanica con el abanico de ella)
María Angélica-Bueno, pongamos un poco de orden. ¡A trabajar!
Pedro-Me hubiera avisado que iba a quedar en calzoncillos…
María Angélica-No es para tanto. .
Pedro-¿Usted sabe lo que es la vergüenza? ¿Tiene idea? (él le dice indignado, rebelde)
María Angélica-Es un rato. No se enoje. ¿Tiene frío?
Pedro-¡¿Qué me importa el frío?!
María Angélica-¿Quiere un poco más de caña? (le pregunta ella en voz baja y algo
amedrentada)
Pedro- Voy a terminar borracho. ¡Desnudo y borracho! (enojado)
María Angélica- Es lindo ser modelo. Piense que vas a quedar en la tela para siempre.
Pedro- ¿Por qué le hice caso?
María Angélica-Tendrá sus razones-(ella le sonríe coqueta)
Pedro- Su padre me va a matar. Mirá si me reconoce en la pintura. (afligido)
María Angélica-Nunca la va a ver porque me prohibió que pinte modelos “como Dios los
trajo al mundo” (lo imita al padre burlona)
Pedro-Yo no estoy desnudo…
María Angélica-Bueno… un poquito. No se me mueva tanto (se ríe mientras se cubre con
el abanico)
Pedro-Es un bochorno que me esté mirando así… me siento una cosa
María Angélica-Una cosa musculosa...me salió en rima
Pedro- Y encima se ríe de mí. Me las va a pagar
María Angélica-¿Cuánto quiere que le pague? No hablamos de dinero.
Pedro- Lo único que falta es que me ofrezca plata (dice furioso y abochornado)
María Angélica- ¿Entonces?
Pedro- Yo no quiero ser su cosa para que me pinte
María Angélica- ¿Qué quiere ser? (pregunta ella concentrada pitando en su atril)
Pedro- Quiero ser su cosa para otras cosas.
María Angélica-Mejor te doy una copita más de caña y ya está a punto.
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Escena 4
(Felisa, esposa de Pedro, entra en el atelier. Y con una gamuza limpia los muebles.
Felisa se para en el centro de la habitación y con la gamuza entre las manos y habla
como si Angélica estuviera allí)
Felisa- Estoy preocupada por Pedro. No sé qué le pasa. Pero ahora que le digo a usted,
niña Angélica, sí sé qué le pasa. Hace un tiempo que no duermo para escuchar lo que
dice en sueños y no lo logro. A veces se ríe o llora como un niño mientras duerme. Mi
Pedro es otro. Se ha ido. Dormimos en la misma cama de siempre pero ya no está. Los
chicos tienen que hacerlo reaccionar cuando estamos cenando. Queda encerrado en su
propia cabeza. Lo que sí sé es que todo empezó ese día en que vino a verla a usted y
empezó a trabajar acá.
Pero no sé qué trabajo es ese que lo tiene tan distraído. No sé si está feliz o si sufre. Creo
que las dos cosas juntas. ¿Qué me dice, niña Angélica?
Pedro y yo fuimos uno, de verdad. Fue su padre, Angélica, el que nos trajo del campo.
Nos conocimos de chiquitos y andábamos juntos y en patas de acá para allá hasta que
crecimos y nos volvimos marido y mujer. Porque estamos casados, ¿eh? Nunca estuvo
como ahora. ¿Será la edad? ¿Se habrá vuelto loco? Lo quiero tanto que lo único que me
importa es que esté contento. Pero no está contento, está medio atormentado. ¿Y si
dejara de hacer este trabajo que lo volvió tan raro? ¿No tiene a alguien para poner en su
lugar? Pedro es buen herrero y arregla todo lo que se rompe. Yo acá no veo que tenga
tanto para arreglar, niña Angélica.
Seré humilde pero no soy estúpida. Conozco a mi marido más que a mí misma. Esto no
se arregla con un médico. A lo sumo tendremos que volvernos a Rufino, y trabajaremos
de otra familia o en el campo.
(Felisa se dirige al público)
Felisa-Menos mal que una puede hablar con su imaginación
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Escena 5
(Tocan a la puerta del atelier. Angélica abre la puerta y entra Pedro. Se quita el sombrero)
(Él está sentado en el taburete y ella detrás de su atril. Sin hablarse. Se miran y se eluden
súbitamente. Ella está haciendo tiempo. Él sigue rígido y atemorizado)
(Se apaga la luz de la habitación. María Angélica se dirige al centro del escenario y habla
mirando por encima del público iluminada por un haz de luz)
María Angélica- El pudor de un varón. ¿Hay algo más seductor, estremecedor que un
varón tema y se avergüence? Ay, qué belleza..Lo tengo al dibujarlo. Y a él lo invade la
vergüenza y me muero por él. ¿En qué lío me metí y lo metí con este juego? ¿Qué voy a
hacer ahora con él y con lo que siento por él? ¡Qué escándalo, por Dios!
Nunca me había pasado esto. ¿En qué cabeza cabe que se me ocurra esta chiquilinada?
Tengo la edad que tengo y sigo con mi fantasía. ¿Qué es perder el tiempo si una siente
esta desmesura? Se me ha ido de las manos. Él también está cada día más extraño. Su
olor, me llega su olor como una oleada mientras lo miro. ¿Se me notará lo que me pasa
con él? “¡Que no se note, nena, que no se note!” Decía mi madre que tenía su humor. Al
fin de cuentas ella también fue una mujer más allá de parir doce hijos.
(Se enciende la luz y María Angélica vuelve a su atril. Pedro se ha sacado la camisa)
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Pedro-Usted no me adelantó esto
María Angélica- No creí que fuera necesario
Pedro- ¿A usted le parece que para aceptar no tenía que saber esto? (furioso se pone la
camisa, toma su sombrero y sale del atelier)
(María Angélica se pasea por la habitación. Llora delicadamente y se seca con el pañuelo
de puntillas. Se sienta en la cama turca, llora y luego se acuesta. Entra Pedro.)
Pedro- El problema es que a usted yo no puedo decirle que no. Por favor, que sea rápido.
(dice hostilmente)
(María Angélica se aleja, va hacia el atril. Él vuelve a tomar y se seca la boca con el borde
de la mano haciendo un ruido de satisfacción)
(María Angélica tiene el cinturón y da un golpe en el piso con él. Se ríe algo feliz. Él
también se ríe y comienzan a caminar en ronda. Juegan a que ella es una domadora.)
(María Angélica le desprende uno a uno los botones de la bragueta. Mientras ella va
desprendiendo los botones él la mira con adoración)
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María Angélica- Despacio...así
María Angélica- Mire hacia la pared, apóyese sobre el codo izquierdo. Espero que yo
hago la pose para mostrársela.
(María Angélica se recuesta en la cama mirando hacia la pared, apoyada sobre su codo
izquierdo, extendiendo la pierna izquierda)
(María Angélica le levanta el borde del calzoncillo para ver ver su muslo izquierdo. Va
hacia el atril y dibuja muy concentrada observándolo)
(María Angélica se acerca a Pedro y con su dedo índice le toca el hombro. Lo observa)
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Escena 6
(María Angélica entra a su atelier vestida de varón. Lleva una boina, bombachas, se ha
pintado un bigote con corcho. Se quita la boina y se aplica crema en el bigote y se lo quita
con un algodón. Se quita un pañuelo que llevaba a modo de corbata. Y queda con una
camisa blanca y las bombachas de campo. Va a su atril, toma distancia y sonríe feliz. Se
pone una túnica larga y se guita la bombacha de campo por debajo. Tocan a la puerta,
entra Felisa y le entrega un sobre a María Angélica. Felisa intenta mirar la tela que está
pintando María Angélica)
(Felisa se retira con gesto de mal humor y cierra la puerta. María Angélica abre el sobre y
lo lee con impaciencia caminando de un lado al otro)
(María Angélica deja la carta sobre su mesita y comienza a bailar, consigo misma, una
milonga instrumental)
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Escena 7
(Tocan a la puerta del atelier de María Angélica. Está a oscuras. Se ha cortado la luz. Y
ella se ilumina con la luz de una vela que lleva en un candelero. Abre la puerta y es Pedro
que lleva su propio candelero con su vela encendida.)
María Angélica- Pase, Pedro. Vamos a trabajar igual. Hizo bien en venir. ¡Me viene como
anillo al dedo!
Pedro- No sabía qué hacer y ante la duda….
María Angélica- Siéntese en la cama.
Pedro-¿Dónde me ubico?
María Angélica- Recuéstese en la cama mirando hacia mí. Apóyese en su codo derecho
sosteniendo su cabeza con su mano derecha. La luz de la vela le ilumina del rostro. Voy a
pintar esa imagen. Hefesto descansa después de una larga jornada de trabajo.
Pedro-¿Qué pasará con la usina? Es un apagón general.
María Angélica- Poco importa…
Pedro- Mientras tenga una velas para seguir dibujando.
María Angélica- Justamente, Pedro.
(María Angélica aguza la mirada para enfocar mejor en la semipenumbra. En silencio mira
detenidamente a Pedro y va y viene con la mirada a la tela)
Pedro- ¿Usted no siente nada?
María Angélica- No entiendo qué me pregunta
Pedro- No he podido dormir últimamente
María Angélica- Tome un té de tilo
Pedro- Esta situación que nunca imaginé
María Angélica- Es una situación poco común
Pedro- No puedo dejar de pensar en usté
María Angélica- ¿Y qué podemos hacer?
Pedro- ¿Usted qué siente por mí? No se escape de lo que le pregunto
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(María Angélica deja su candelero sobre su mesa y se dirige a Pedro. Le saca el
candelero y lo deja junto a su propia vela. Vuelve donde está Pedro. Y casi no se los ve.
Se ven dos velas juntas sobre una mesita a la izquierda de la escena. Y a la derecha en
la oscuridad están los dos.)
María Angélica- Esta situación en la que está ...Y yo que lo miro y lo dibujo. Y estoy tan
contenta con mi herrero.
Pedro- ¡Y de qué manera!
María Angélica-Todavía no le ofrecí ninguna bebida espirituosa…
Pedro- Hoy no me hace falta
María Angélica- Es la oscuridad
Pedro- No
María Angélica- Por acá…
Pedro- Así
María Angélica- Por favor
Pedro- No me pida por favor
María Angélica- Como sea
Pedro- ¿Y así?
María Angélica- Sí, por favor
Pedro- Me pide por favor y ni se imagina
María Angélica- ¿Ahora entiende lo que siento?
Pedro- No pregunto más, no pregunto más...
María Angélica- Mi blusa tiene tres botoncitos en mi nuca.
Pedro- Ya los encontré
María Angélica- La enagua se saca de abajo hacia arriba.
Pedro- Así…
María Angélica- Exactamente
Pedro- Y lo demás
María Angélica- Sí, y lo demás…
Pedro- Usted me dice cuando quiere que me detenga
María Angélica- No se detenga, Pedro
Pedro- ¿Usted quiere?
María Angélica- Mucho
(Suena el tango “Todo a media luz”)
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Escena 8
(María Angélica está escribiendo una carta, la firma y le da un beso al papel. La ensobra.
Tiene unos tubos con sus bocetos. Abre la puerta de su atelier y llama a Felisa)
(Felisa se lleva los bocetos y la carta envueltos en un manto negro y sale del atelier
apurada y sigilosa.. Unos segundos después entra Pedro)
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(María Angélica abre la puerta después de verificar que Pedro se ha escondido debajo de
la cama. Entra el padre de ella)
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Escena 9
Padre-No sé qué hacer con todo esto. ¿Qué le parece, Pedro? ¿Desmantelo esta
habitación y le doy otro uso?
Pedro- Tal vez vuelva
Padre- No creo que vuelva a aportar
Pedro- Pero no se hace tanto tiempo que se fue
Padre- Que se escapó, dirá…
Padre- Le mandó a Enriqueta, su hermana preferida, una carta postal por correo desde
Roma. Es una foto de un baile de disfraces en el barco en el que se fue. Ni una palabra
dedicada a su padre. Ni una.
Pedro- Ya escribirá, va a ver…
Padre- Al parecer, fue esa tucumana infame la que le armó las recomendaciones en Italia.
Es como una madre para ella, en esto de la pintura y toda la cuestión.
Pedro- Mire usted…
Padre- Se carteaban en secreto. No encontré ni una carta de las que se mandaban. Lo sé
por Felisa
Pedro- Mire usted…
Padre- Y parece que pintaba a un hombre como Dios lo trajo al mundo
Pedro- Es bravo eso.
Padre- ¿Tiene idea de quién se habrá prestado a semejante indecencia?
Pedro- Ni idea…
Padre- ¡Qué taimada me salió Angélica! ¿Quién hubiera dicho? ¿Y esas pinturas que
hacía usted las vio en algún lado? Acá no encontré nada
Pedro- Jamás vi uno de esos dibujos.
Padre- Indecente. Alguna me tenía que salir torcida…
Pedro – Va a recapacitar
Padre - ¿Por qué la defiende?
Pedro -No, no es que la defienda. Me preocupa que a usté no le pase nada.
Padre- Pintar desnudos...La que trajo la peste fue esa descocada, inmoral.
Pedro- La fuente esa de Costanera Sur es de ella, no?
Padre – Sí, la pusieron ahí hace unos años. Un escándalo.
Pedro- ¿Y la foto de la fiesta de disfraces?
Padre - ¿La quiere ver?
Padre- Bue… Usté dice que deje todo así nomás, que por ahí vuelve.
Pedro- Creo que sí…
Padre- ¿Y si lo mando a ustè para allá para que me la traiga de vuelta? Usté es de mi
absoluta confianza… Es un problema más que le pido que me resuelva...¿aceptaría? Me
la trae de los pelos si hace falta...
Pedro- Con todo gusto...
(El Padre se pasea por la habitación y se pasea hasta que toma un rebenque que hay
colgado de una pared. Pedro hace un gesto de susto. El Padre empieza a golpear con el
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rebenque en el piso. Pedro se desabrocha el cinturón. Y lo lleva en la mano derecha
colgando. Los dos caminan por la habitación. Los dos se paran mirando al público. A la
izquierda el Padre y a la derecha Pedro. El primero rebenque en mando y el segundo con
su cinturón.)
Padre y Pedro- Hasta tanto usté se embarque, puede que Angélica aparezca. Y si eso
pasara...la estaremos esperando. (Los dos golpean en el piso el primero con el rebenque
y el segundo con el cinturón. El primero mira al público con cara de furia, y Pedro con
cara del que añora. El padre se detiene y mira hacia el público y pone su mano cerrada
en la comisura de su boca)
Cae el telón.
Fin de la obra.
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